Líder de la primera gran rebelión mapuche. El toqui Lautaro

Figura legendaria, Lautaro fue uno de los líderes indiscutidos de la Guerra de Arauco. Tras vivir como indio de servicio con los españoles, jugó un importante rol al aplicar sus conocimientos sobre la cultura hispana a favor de la resistencia mapuche.

Lautaro al frente de su ejército, hacia 1550
En el siglo XVI, diversas poblaciones nativas del Nuevo Mundo hicieron frente a la expansión de la monarquía española. En el actual centro-sur de Chile fueron las poblaciones reche-mapuche quienes se opusieron con tenacidad al dominio hispano, inaugurando la llamada Guerra de Arauco.
Entre los líderes reche destacó el Toqui Lautaro (Luan-taro o Leftraru= Halcón o ave veloz en mapudungun), quien habría nacido hacia 1534 en las proximidades de Tirúa, en la cordillera de Nahuelbuta, hijo de un lonko llamado Curiñancu. Con apenas 11 años de edad fue capturado y convertido en yanacona o indio de servicio en la caballeriza de Pedro Valdivia, experiencia que le dotó de un gran conocimiento de la cultura española. Fundamentalmente se dispone de una visión hispana de Lautaro a partir de lo que informaron los cronistas del siglo XVI.
La avanzada española comandada por Pedro de Valdivia había fundado ciudades con relativo éxito y derrotado a las poblaciones nativas, sometiéndolas a la encomienda y trabajos. Durante los primeros enfrentamientos los indios demostraron que su concepción de la guerra difería de la europea. Influenciados por la cultura Inca, los reche consideraban la guerra como una batalla ritual, antes que una empresa destinada al exterminio total del enemigo.
Hacia 1550, en su condición de indio sirviente, Lautaro observó los duros castigos que los españoles infligieron a los indígenas en las batallas de Andalién y Penco. Decidió abandonar a los españoles y en diciembre de 1553 apareció como el principal líder en la Batalla de Tucapel, primer levantamiento indígena de importancia en Chile. Lautaro habría adquirido protagonismo al informar en reuniones o cahuines de linajes, clanes y lonkos como Colocolo, sobre la vulnerabilidad de los españoles (armaduras pesadas, inutilidad de la pólvora con la lluvia) y las ventajas de utilizar modalidades de combate de origen hispano, como armas y caballos.
Rompiendo con las normas que regían la batalla ritual prehispánica, en la Batalla de Tucapel Lautaro y los reches salieron victoriosos, capturando y dando muerte al gobernador Pedro de Valdivia. La elección de la localización de combate y el empleo de olas sucesivas de ataque como estrategias militares por parte del Toqui Lautaro fueron cruciales para asegurar la victoria, triunfo que además puede explicarse por la importancia que poseía la institución de la guerra en la vida reche.
En febrero de 1554, dos meses después de la muerte de Pedro de Valdivia, Lautaro nuevamente demostró su liderazgo en la Batalla de Marigüeñu, donde aplastó al contingente comandado por Francisco de Villagra. Esto le permitió destruir y saquear completamente la ciudad de Concepción, práctica que será un antecedente del malón de los siglos XVII y XVIII, cuyo objetivo era obtener el máximo de bienes del grupo atacado.
Entre 1554 y 1555 la introducción de enfermedades europeas causó estragos en la población reche. Además de una peste de tifus, se vivió durante este período una falta de alimentos que atenuó la intensidad y frecuencia de los enfrentamientos. Hacia 1556 Lautaro reinició los combates, tratando infructuosamente de avanzar hacia Santiago, logrando llegar hasta el río Maule, al ser detenido en la batalla de Peteroa. Un año más tarde, las campañas destinadas a avanzar hacia la zona central continuaron. Lautaro logró establecerse en una zona protegida, construyendo un fuerte o malal que le permitiría controlar la región disponiendo de recursos para lograr la expulsión total de los españoles del Valle Central. Sin embargo, los excesos y castigos cometidos por Lautaro y sus hombres en contra de los indígenas de la zona -los promaucaes-, le valió la enemistad de varios caciques que se vengaron delatándolo. En un ataque sorpresa, los españoles cayeron sobre el campamento, dando muerte a Lautaro en 1557. Días después, su cabeza fue exhibida en la Plaza de Armas de Santiago.
La lucha de Lautaro como defensor de su pueblo lo catapultó como un personaje legendario en la historia mapuche y chilena.

***
La Guerra de Arauco (1550-1656)

 Guerra de Arauco, narrada por diferentes cronistas durante el período colonial, suele evocarse en Chile como una constante guerra a muerte entre españoles y mapuche. Sin embargo, la historiografía contemporánea distingue dos etapas al respecto...
La Guerra de Arauco, narrada por diferentes cronistas durante el período colonial, suele evocarse en Chile como una constante guerra a muerte, de trescientos años, entre españoles y mapuche. Sin embargo, la historiografía contemporánea distingue entre un primer siglo de intenso conflicto bélico (1550-1656) y una etapa posterior en la que se hacen más esporádicos los enfrentamientos, predominando las relaciones fronterizas entre el mundo mapuche y los hispano-criollos, las que a la par de incidir en un fuerte proceso de transculturación de los primeros, los transformaron en una de las etnias más poderosas y celosamente independientes de Sudamérica.
La primera etapa de la guerra se inició con la conquista de los españoles hacia el sur del país. A pesar de las ventajas iniciales de los españoles, como el uso del caballo y de sus armas, los araucanos rápidamente las aprovecharon, sacando partido además, de su entorno natural, desarrollando así tácticas de combate propias.
La avanzada de la hueste, las ciudades fundadas y las fortalezas al sur del Bío-Bío sufrieron continuos ataques por grupos indígenas distintos. De tal modo, las primeras ciudades del sur pasaron a ser fortalezas militares mal abastecidas, constantemente sitiadas y destruidas por los indígenas. Esta situación llegó a su punto más alto tras la batalla de Curalaba (1598), donde el gobernador Martín García Oñez de Loyola fue decapitado y los españoles se vieron obligados a replegarse más arriba del Bío-Bío, abandonando las ciudades fundadas en el sur.
Por su parte el ejército español distó de ser profesional y fue descrito por el gobernador Alonso de Ribera en términos lamentables, dada su precariedad material y moral. Éste estuvo compuesto por los encomenderos de Santiago y Concepción quienes debieron costear sus propias armas y pertrechos junto a un gran número de indios de encomienda. Estas tropas realizaron incursiones cada verano para realizar las llamadas campeadas, la destrucción de las sementeras indígenas y toma de prisioneros de guerra como esclavos, lo cual explica, en gran parte, el odio que los araucanos sentían hacia el invasor español.
Los distintos gobernadores españoles ensayaron diferentes estrategias para hacer frente a la guerra; sin embargo, todas ellas tienen en común la idea de una frontera con lo cual se solucionó el problema inicial de la sobre extensión del dominio español. Una de las reformas más importantes fue la impulsada por el gobernador Alonso de Ribera, quien suplicó al rey Felipe III la creación de un Real Situado, para pagarle un sueldo a los soldados y así crear un ejército profesional. Finalmente, en 1603, se autorizó este Socorro de Arauco desde las arcas del Virreinato del Perú, el cual tuvo un impacto económico en el comercio realizado en la misma frontera entre indígenas y españoles. Otra estrategia fue la Guerra Defensiva planteada por el Padre Luis de Valdivia en 1612, que consistió en detener las incursiones españolas y la esclavitud indígena para así convertir a la fe a los araucanos. Sin embargo, al cabo de 10 años fue considerada un fracaso y se volvió a la idea de una frontera móvil. Pero para este período (1623 hasta 1656) la intensidad de los combates disminuyó produciéndose una situación mucho más compleja en relaciones fronterizas donde el comercio y otro tipo de interacciones fueron más importantes que la guerra.