La Revolución según Mariano Moreno

Por Roberto Silva

Niñez y Adolescencia
Capítulo 1

Nacido en Santander, hijo de labradores, Manuel Moreno Argumosa decidió al igual que muchos de sus compatriotas, buscar mejor suerte en el Nuevo Mundo.
Era joven cuando en 1766, con muy poco dinero, se embarcó en Cádiz con rumbo hacia La Habana, escaso tiempo después logró un empleo como escribiente en un barco. Pero la suerte no lo acompañó es ese trabajo, el barco naufragó en el Cabo de Hornos, los sobrevivientes debieron pasar varios meses en Tierra del Fuego, donde con los restos de la embarcación lograron construir otra más pequeña, con la cuál se lanzaron a un viaje lleno de peripecias, que logró, no obstante, llegar hasta Montevideo.
Estos sinsabores aplacaron su espíritu de aventura, decidiendo obtener un empleo más seguro. En Buenos Aires obtuvo trabajo dentro de la burocracia estatal como empleado de la Tesorería de Cajas de Reales, con un salario que apenas alcanzaba para las necesidades más apremiantes.
Más tarde, contrajo enlace con la hija del tesorero de la misma oficina, doña Ana María Valle, criolla, quién el 23 de septiembre de 1778 dio a luz al primero de sus hijos al que bautizaron con el nombre de Mariano.
Ese año el virrey Vértiz ordenó realizar un censo en Buenos Aires que de acuerdo a las cifras no muy precisas contaba con 24.000 habitantes. Por aquél entonces las manzanas edificadas eran sólo una pocas, las casas bajas y con amplios patios, grandes quintas rodeaban a este Buenos Aires colonial.
Los primeros estudios de Mariano fueron en la Escuela del Rey donde se enseñaba a leer, escribir y contar ; sin embargo, el pequeño ya sabía leer pues su madre le había enseñado las primeras letras.
Las escuelas de primera enseñanza en América eran costeadas por los cuerpos municipales o por una cuota que debían pagar los padres de los alumnos. El nivel de estas escuelas dejaba mucho que desear pues no existía ningún sistema educativo y muchos de los maestros no tenían siquiera los conocimientos mínimos para educar conscientemente a sus alumnos, quienes debían procurarse los libros de lectura en sus hogares.
Cuando contaba con ocho años de edad, Mariano Moreno fue atacado por la viruela, dejándole secuelas en su rostro. Esta enfermedad ha dado pie para una de las tantas polémicas sobre Moreno, pues como señalara el historiador Miguel Angel Scenna, se ha llegado a discutir si el revolucionario de las jornadas de Mayo, era lindo o feo. Esto se debe a que la inmensa mayoría de los retratos que se conocen, lo muestran con un rostro bastante mejorado, con un cutis terso, lo que contradice lo que se sabe sobre su contextura física.
Un retrato del pintor de Cuzco, Juan de Dios Rivera, tomado del natural y posiblemente, anterior a los acontecimientos de la Revolución ; muestran a un Moreno de rostro alargado, abundante cabellera peinada hacia delante cubriendo la frente, con cortas patillas curvadas, con ojos grandes y vivos, una larga y afilada nariz, y con marcas de la viruela en su rostro.
La desfiguración de Mariano Moreno no se limitó a su ideario, sino que comenzó por este y continúo con su físico, en su afán por imponer su pensamiento, la versión liberal de la historia argentina ha llegado al punto de "embellecer" próceres, preocupándose muchos más por los bustos de bronce que por los seres de carne y hueso.
Pero volvamos a la infancia de Mariano, a los doce años ingresó al Colegio San Carlos, en momentos en que nace su hermano Manuel, quién fuera el biógrafo y compañero inseparable del futuro secretario de la Revolución.
El Colegio San Carlos era costeado por la Corona que había adjudicado parte de los bienes de los jesuitas, cuando estos fueron expulsados de América. El joven Moreno estudió gramática latina y filosofía, destacándose en ellas por la dedicación con que encaraba sus estudios. Aprendió el latín a la perfección, a tal punto que a los 15 años escribía poemas en ese idioma.
Los alumnos que concurrían a San Carlos llevaban una vida de monasterio inducida por los sacerdotes que dirigían el colegio, los jóvenes se levantaban al alba para escuchar misa, estaban alojados en cuartos donde dormían tres o cuatro en cada uno.
Pero como el sueldo del padre de Mariano era modesto y no alcanzaba para pagar los alimentos, el muchacho sólo concurría a las aulas.
El estado de la enseñanza de la época era el correlato del despotismo de la Corte Española en América. Manuel Moreno decía al respecto :"... las lecciones se reducen a formar teólogos intolerantes que gastan su tiempo en agitar y defender cuestiones abstractas sobre la divinidad, los ángeles, etc.", los conocimientos que adquirían los alumnos tenían muy poca utilidad para sus vidas.
Como todo nación imperial, España intentaba por todos los medios, que sus súbditos no accedieran a la cultura. En el año 1796 se estableció en Buenos Aires la escuela náutica y una academia de dibujo y escultura por impulso de Belgrano, ambas estaban solventadas por fondos del Consulado que era un cuerpo de comercio, pera dichos institutos fueron suprimidos pues se entendía que las matemáticas y las artes no eran para los americanos. Los eclesiásticos a cargo del Colegio San Carlos desconocían casi por completo las ciencias naturales.
Al entra a la adolescencia, Mariano Moreno consume buena parte de su tiempo dedicado a la lectura, que se convirtió en uno de los pasatiempos predilectos, el padre franciscano Cayetano Rodríguez, confidente del joven, le permitió concurrir a la biblioteca del Convento de San Francisco, de esta forma saciaba su sed de conocimientos.
Esta cordial relación con Rodríguez se mantendrá por largos años, y fue precisamente él quién le permitió comenzar su carrera universitaria al presentarle a sus amigos. Estos hombres trataban al muchacho con especial dedicación al percibir su inteligencia y los conocimientos adquiridos a pesar de su corta edad.

La vida familiar se caracterizaba por la austeridad y la rigidez propia de la época. Su madre concurría diariamente a misa, por las mañanas se dirigía a la iglesia de San Francisco, aunque algunas veces prefería la de Santo Domingo y para las fiestas la Catedral. Su padre hacía lo mismo de paso para el trabajo. Don Manuel Moreno prefería la paz del hogar, ahí pasaba todo su tiempo fuera de las horas del trabajo, dedicado a la educación de sus hijos, que llegaron a ser cuatro mujeres y cuatro varones.
Por las noches los amigos del padre concurrían a las tertulias en casa de los Moreno, se permitía la presencia de los hijos mayores. En determinado momento, el jefe de la familia se ve obligado a dejar a la familia por un tiempo para desempeñarse como ministro de la Real Hacienda en una de las comisiones formadas pos lar coronas de España y Portugal para determinar los límites de las colonias de ambas potencias. Este destino le permite mejorar su condición económica de tal forma que accede a una casa y algunos esclavos.
La fuerte personalidad del joven Mariano aún se encontraba oculta por la rigidez de su hogar y las enseñanzas del colegio. A los 20 años concluye sus estudios y debe optar por alguna carrera, las posibilidades no abundaban, tal vez la carrera militar, quizá el sacerdocio o las leyes.
La voluntad de sus padres era que emprendiera la carrera eclesiástica, se fundaba en la tendencia del muchacho hacia esas cuestiones, aunque por esos tiempos los gustos del interesado no contaban demasiado. Sin embargo, un año transcurrirá sin que pueda iniciar sus estudios, el presupuesto de la familia impedía enviarlos a Chuquisaca o Córdoba. Los padres podían elegir entre ambas Universidades para enviar a sus hijos, en el caso de los más acomodados España presentaba una mejor opción, como ocurrió en el caso de Belgrano.
Desde algún tiempo atrás residía en Buenos Aires el sacerdote Iriarte que provenía de Chuquisaca de paso para España, pero algunos problemas lo retuvieron en la ciudad. La vida social de Iriarte fue sumamente activa, concurría habitualmente a las tertulias familiares, a las charlas en el Convento, a los exámenes del colegio. De esta forma conoció a Mariano y a sus padres y amigos, quedando impresionado por el talento del muchacho, al conocer su interés por estudiar en el Alto Perú u las dificultades para hacerlo, se ofreció como intermediario para hacer realidad la voluntad de la familia.
De esta manera, Mariano Moreno obtenía una mensualidad para sus gastos y un lugar donde alojarse en el Alto Perú, la casa del amigo de Iriarte, el canónigo Matías Terrazas.
Las circunstancias coadyuvaron para hacer posible el deseo familiar, Manuel Moreno obtuvo un ascenso en su empleo pasando a ocupar el puesto de Contador del Tribunal de Cuentas con un sueldo muy superior al anterior, de esta forma le era posible pagar el pasaje de su hijo mayor. Fray Cayetano Rodríguez hizo todo lo posible para este feliz final, de ahí en más fue el intermediario entre Mariano y su familia.
Todo esta determinado, Mariano viajaba a Chuquisaca a estudiar teología y terminada su carrera se consagraría al sacerdocio, ya estaba resuelto en el ámbito familiar, pero de otra manera se desarrollarían los acontecimientos y la decisión final del joven.
500 leguas separaban a Buenos Aires de Charcas, el viaje era por demás dificultoso por aquellos días y pondrá a prueba la voluntad de Mariano Moreno.
El viaje y la estada en la provincia del Alto Perú produjeron un gran cambio en su vida. Se lo ha acusado de no tener un conocimiento acabado de la vida y de los hombres, si bien esto pudo ser para el Moreno que partió de Buenos Aires para estudiar y llegar a ser sacerdote, las dificultades que deberá afrontar de ahí en más, en un ambiente desconocido para él, permitirá que aflore su férrea personalidad y las firmes convicciones que lo convertirán en el personaje más importante en los primeros días de la revolución.
Charcas nos devolverá a un joven abogado dispuesto a cuestionar las cadenas que nos ataban a la España despótica.

En el Alto Perú
Capítulo 2

Hacia fines de 1799 parte rumbo a Charcas, la provincia altoperuano de donde Mariano debía regresar, según las apetencias familiares, convertido en un sacerdote.
El viaje duraba habitualmente un mes y medio, estaba plagado de desventura para los viajeros y muy especialmente para Moreno acostumbrado, como estaba, a la protección familiar.
Por primera vez se separaba de su familia, el viaje le permitió adquirir un conocimiento de su país y su gente. La diligencia, pagada por su padre, debió atravesar largos territorios desérticos y zonas montañosas. Cada 10 o 12 leguas existían postas para cambiar los caballos, y donde los viajeros, tan agotados como los animales, lograban probar algunos bocados y conciliar el sueño, muchas veces estas modestas postas, apenas si tenían lo indispensable para que los viajeros pudieran reponerse del trajín.
Al llegar a Tucumán , Moreno enfermó de reuma, haciéndolo retrasar en 15 días. Lejos del hogar, enfermo y agotado, debió transcurrir esos días postrado hasta que se repuso y continuó el trayecto que le faltaba para llegar hasta Chuquisaca. Estos problemas sirvieron para fortalecer su carácter.
Su hermano Manuel relató una anécdota relacionada con el accidentado viaje, la misma pinta la personalidad de Mariano al salir de su hogar. En la posta donde debió pasar la primera noche, sus compañeros de viaje se pusieron a jugar un juego de azar por dinero, el muchacho que no estaba acostumbrado ni a las fiestas, ni a juegos de este tipo, pues el padre no los permitía en su casa, creyó estar en presencia de una banda de forajidos, no pudiendo pegar los ojos en toda la noche. Estas vicisitudes estuvieron a punto de hacerlo desistir de su cometido y muy cerca de regresarlo junto a su familia sin el anhelado título universitario.
En febrero de 1800 llegó a Chuquisaca o ciudad de La Plata luego de un viaje de dos meses y medio. La carta de recomendación de Iriarte para Terrazas le abrieron de par en par las puertas de la mansión de este sacerdote, considerado como uno de los obispos de mayor fortuna del Virreinato.
Los sacerdotes de aquella ciudad dejaban mucho que desear en cuanto a su comportamiento, en general el clero se distinguía por sus riquezas y por el poder que detentaban en la sociedad colonial, sus trajes eran de una ostentación que contrastaba con la pobreza de otros sectores, en especial de los indígenas, sometidos a régimen servil en inhumano. Los sacerdotes residentes en la ciudad eran más bien hombres mundanos , que ministros de la Iglesia, no obstante también había otros sacerdotes, más cercanos al pensamiento de los Testamentos que intentaban modificar la situación, no teniendo eco ni resultados positivos en su prédica.
Chuquisaca era una ciudad de uno 18.000 habitantes, la mayoría de los cuales estaban vinculados a la minería, los otros eran militares, sacerdotes, profesionales o estudiantes, estos últimos en número de 500 llegaban desde otras regiones, como en el caso de Moreno.
La biblioteca de la mansión de Terrazas y las reuniones sociales que abundaban ahí, fueron abriendo un nuevo cauce a las ideas del joven porteño, sus costumbres resultaron modificadas radicalmente, adquirió un conocimiento más acabado de las personas. Es aquí donde comienza a forjarse el político revolucionario que logrará conocer con mayor profundidad a las personas y a la realidad circundante.
Fue en este momento de su vida donde las afirmaciones de algunos historiadores antimorenistas, en el sentido que era una persona aislada de la sociedad en que vivía, dejan de tener un sustento valedero. Moreno llegará a convertirse en un profundo conocedor de su patria, dando muestras de ello en su actuación como apasionado revolucionario.
El reuma volvió a atacar a su salud, esta vez con mayor virulencia, durante dos meses no pudo valerse de sí mismo, pues sus miembros debían permanecer inmóviles. Recibió durante ese tiempo la atención esmerada de su protector y sus sirvientes, pero Moreno no era de perder el tiempo a pesar de las dificultades, continuó con el hábito de la lectura, contraído desde muy niño, a toda hora alguien permanecía a su lado para leerle algún libro que le aliviara las penurias de la enfermedad.
Luego de obtener el doctorado en Teología, solicitó la autorización paterna para continuar los estudios de Leyes, el cambio de planes no fue autorizado desde Buenos Aires, pero a esta altura Mariano era demasiado independiente como para obedecer una orden que contrariara su voluntad. Sus nuevas intenciones eran las de ser abogado, archivando definitivamente el proyecto del sacerdocio.
Dos años después, cuando estudiaba jurisprudencia, conoce a una joven altoperuano de apenas 14 años con quien contrae matrimonio. La esposa se llamaba María Guadalupe Cuenca, el casamiento se realizó en secreto para los padres de Mariano, pues significaba para ellos el fin del anhelo de tener un hijo cura, sin embargo Fray Cayetano Rodríguez estaba al tanto de los pasos rebeldes de Mariano y los aprobaba.
Moreno, quién debió regresar a Buenos Aires con los hábitos puestos, llegó en septiembre de 1805, pero convertido en abogado, con una mujer muy joven y un niño de ocho meses. Pero esto no era todo, además se había producido un cambio muy profundo en sus convicciones y en su personalidad.
Los estudios universitarios

La biblioteca que poseía Terrazas era voluminosa, lo que le permitía a Moreno acceder a esa amplia fuente de conocimientos, a la vez que le resultaba de gran valor para sus estudios universitarios. En las habituales reuniones en la mansión pudo tomar contacto con personas con idéntica afición por la literatura.
El deseo compartido por Mariano y su protector en el Alto Perú era el de seguir el doctorado en teología como también el de leyes, para de esa forma elegir luego, la que más se acercara a los gustos del muchacho, éste no tardó en desechar la idea de vestir la sotana.
A comienzo de 1801 obtiene el doctorado en teología y continúa de inmediato sus estudios en leyes, esta noticia causa sorpresa en su familia, que consideraba concluida su misión en el Alto Perú. Los amigos de la familia les hacen ver que los estudios de leyes no son incompatibles con el sacerdocio, de esta forma ganaban tiempo y preparaban el ambiente para la noticia que tarde o temprano debían conocer.
Se le admitió oír práctica en los estados de Charcas, debió realizar dos años de práctica, luego de lo cual rindió dos exámenes, uno práctico y el otro teórico. El teórico lo dio el 7 de enero de 1804 en la Real Audiencia, unos días antes había dado el examen práctico, aprobando ambos. El 23 de enero ante la presencia del presidente y los oidores de Charcas fue examinado nuevamente, esta vez sobre un pleito del cual había conocido los antecedentes unos días antes, también en este caso el resultado fue satisfactorio, lo cuál no podía causar sorpresa porque había sido un estudiante destacado. Luego de jurar por "Dios Nuestro Señor" recibió las licencias correspondientes para ejercer la abogacía en esa corte.
El primer escrito conocido de Moreno data precisamente de su época de estudiante, en agosto de 1802 escribe la "Disertación jurídica sobre el servicio personal de los indios en general y sobre el particular de Yanaconas y Mitarios",donde el estudiante porteño asuma la defensa del nativo de esta tierra, sometido a un régimen de esclavitud, muy en especial, en el Alto Perú , donde generaciones enteras de indios sucumbieron en las minas. Este escrito marca el inicio del pensamiento revolucionario de Moreno, a partir de aquí asumió una posición muy crítica con el régimen colonial, particularmente hacia los funcionarios españoles e instituciones que lesionaban los derechos de indios y criollos. Conocer esta actitud de Moreno a partir de 1802 es de primordial importancia para comprender cada uno de los hechos en los que participará en los años venideros.
Con la ayuda económica de Terrazas pudo abrir un estudio, donde no tardó en acceder a casos de alguna importancia, de no haber hecho primar sus convicciones a su seguridad personal hubiese logrado, en muy poco tiempo, una sólida posición económica y social.
Abogado recién recibido, no tuvo dudas en defender a los humildes y enfrentar a algunos jueces y funcionarios coloniales, esto le costó la comodidad de su estancia en el Alto Perú, debió emprender el regreso hacia Buenos Aires a riesgo, en caso de no hacerlo, de ser el blanco de las iras de los mandones de aquella provincia.
Dos defensas le bastaron para obtener la antipatía de poderosos funcionarios, los que no estaban acostumbrados a ser cuestionados en sus procederes. En una de ellas, denunció, nada menos, que al gobernador de Cochabamba por una injusticia cometida contra los hijos de José de Siles, y en la otra tomó parte por el indio Manuel Ari, acusado de atacar al alcalde la provincia de Chayanta. Sólo la mediación de Terrazas evitó que el rencor de los funcionarios pasara a mayores. Pero a partir de aquel momento resultaba imprudente permanecer en la ciudad, por lo cuál después de cinco años de alejamiento de su ciudad natal, emprendió el regreso.
El ejemplo dejado por Moreno en su actividad profesional, es otro aspecto poco conocido y hasta silenciado por alguna corriente histórica, aún cuando haya monumentos en su honor y calles con su nombre, más importante es recordar aspectos de su vida que lo muestran como un hombre de profundas y revolucionarias convicciones.
Mariano Moreno no especuló, prefirió defender a los oprimidos y no a los opresores. Sería de interés para el país y su gente que se tomara debida nota de las actitudes del Dr. Moreno, cuya conducta como abogado fue inseparable de la que asumiera como político, patriota y revolucionario.
Influencias Ideológicas

Los más importantes autores europeos en temas de religión, política, moral y filosofía ; prohibidos en Buenos Aires llegaban al Alto Perú, donde el control era menos estricto. Sacerdotes como Terrazas, tenían acceso a estas obras "prohibidas", es esta manera Mariano logró contactarse con un nuevo mundo filosófico, hasta ese momento desconocido para él, una oportunidad similar tuvo Manuel Belgrano, quién obtuvo un permiso papal para leer esas obras.
En Chuquisaca predominaba el gusto por la literatura francesa , incluso entre el clero español, imbuido de ideas reaccionarias. Mariano aprendió el francés para poder acceder a esas obras, ya sabía latín aprendido en San Carlos y también llegó a tener cierto dominio del inglés.
El pensamiento francés influenciará al joven estudiante, pero no es sólo allí donde buscó las herramientas ideológicas que más tarde utilizó para ayudar a la liberación de la patria. Los escritores españoles, producto del reformismo borbónico también ejercieron en él una profunda impresión. De esta forma , abrió su mente a las ideas más avanzadas de su época, en particular aquellas que le sirvieron para combatir al sistema colonial.
Como señalamos, dos vertientes ideológicas marcaron su forma de pensar, por un lado, los revolucionarios franceses, que pusieron fin al dominio de la nobleza. Por el otro, los hombres del despotismo ilustrado que rodearon a Carlos III , en su intento por modernizar el estado español. Jovellanos, Campomanes y el conde Aranda fueron alguno de los nombres representativos de ese intento frustrado. A pesar del deseo de hacer progresar a España, no fueron modificadas las causales centrales del atraso del país, donde el clero y la nobleza poseían el 80% de las tierras y acaparaban un poder al que se negaban a renunciar para dar cabida a otros sectores.
El despotismo ilustrado pretendió modernizar España pero sin democratizar la sociedad y sin poner fin a las irritantes diferencias sociales que hacían de la pobreza un gravísimo problema que no encontró solución alguna, en estos miembros de esta elite que amaba el arte y las ciencias.
La influencia española en los revolucionarios americanos constituye un hecho evidente, especialmente luego que se desataran los acontecimientos posteriores a la invasión napoleónica a España, la cuál permitió dar salida al sentir del pueblo español reprimido por muchos años de sometimiento.
Moreno, como muchos otros protagonistas del independencia americana, no renegaron de sus pasado español y reconocieron algunos elementos positivos que dejó en estas tierras el período de dominación española. El hecho más remarcable en este sentido, es que la conquista otorgó a América una identidad nacional al nuclear tierras muy distantes bajo un mismo poder, confiriéndoles a todas estas regiones una personalidad común identificada por la misma religión, lengua y costumbres.
Ninguno de los revolucionarios renegó de esta tradición española, pero lo que sí cuestionaron fuertemente fue la falta de autonomía, el oscurantismo ideológico y la prepotencia de los funcionarios, religiosos y comerciantes españoles, contra eso se levantaron al unísono los pueblos americanos.
Sin duda los libros franceses fueron leídos con avidez por nuestros patriotas, pero sólo para tomar de ellos lo que fuera útil para la situación de las colonias americanas, bajo ningún aspecto se propusieron imitar el ejemplo de la revolución francesa. Esto se verificó por los sucesivos fracasos franceses por atraerse la voluntad de nuestros revolucionarios.
"No siendo la conquista un derecho, no ha podido fundarse en ningún otro, permaneciendo siempre el conquistador y los pueblos conquistados en estado de guerra a menos que la nación en libertad escogiese voluntariamente por jefe a su conquistador". Este concepto pertenece a Rousseau, y eran este tipo de pensamientos los que interesaban a Moreno, pues se referían a situaciones relacionadas con los acontecimientos de la patria.
Pero no sólo fue influido por las ideas revolucionarias de su época, sobre todo será la propia realidad del Virreinato la que lo empujó a convertirse en el hombre más influyente en los primeros episodios de la lucha americana por su independencia.
Constituye un error ver en Mariano Moreno a un mero repetidor de las ideas de moda en Europa, más bien, filtraba esas ideas y sólo hacía uso de ellas en la medida que fueran aplicables a su propósito, esto es a la transformación de la vieja y decadente sociedad colonial.
Siendo secretario de la Primera Junta traduce el Contrato Social de Juan Jacobo Rousseau, pero no publica el último capítulo dedicado a la religión por entender que el autor "delira en esta materia".
En los manuscritos de Moreno se encontró una traducción de la Constitución Norteamericana, que como afirmara Eduardo Durnhofer, más que una traducción se trataba de una adaptación pues suprimía partes referidas a la esclavitud, comercio que le repugnaba.

En conclusión, fue influenciado por el pensamiento del tiempo que le tocó vivir, pero estas ideas eran sólo herramientas para modelar la sociedad que soñaba transformar desde sus épocas de estudiante en el Alto Perú.
A pesar de la continua lectura de autores europeos, eso no lo desarraiga de la situación americana, no quedando atrapado, como otros hombres de la revolución, en el deslumbramiento por Francia o Inglaterra.

En defensa de los indios
Capítulo 3

La dominación española en América se basó en la encomienda y la mita, es decir en la esclavitud del indio, ahí donde podía ser sometido. Gran parte de la historia de la conquista tiene su eje en la destrucción de las culturas indígenas en su afán descontrolado por la obtención de rápidas riquezas.
Durante los tres siglos de dominación hispánica la minería constituyó la preocupación central de los españoles que arribaron a estas costas. Esto los llevó a someter por la fuerza a miles de indios que constituyeron la mano de obra esclavizada.
La mita era el servicio personal forzoso, convirtiendo a los indios en seres sumamente útiles para los terratenientes y mineros, pues no debían desembolsar dinero, a diferencia de los esclavos negros, cuya muerte constituía una pérdida del patrimonio.
No existía ningún tipo de consideración para los naturales de la tierra americana, eran transportados de la costa a la montaña o viceversa, cambiándoles el clima al que estaban habituados, situación que les provocaba gran cantidad de enfermedades. Eran arrancados de su hábitat, destruyendo los vínculos familiares y con su tierra para hundirlos en la horrible realidad de los socavones.
En la ciudad de Potosí prestaban servicios personales más de doce mil indígenas, la mitad de los cuales moría en el trabajo, aquellos que podían subsistir quedaban inutilizados para el resto de sus infelices vidas. La viruela introducida por los españoles también diezmaba las poblaciones indígenas, de esta manera la potencia colonial a través de este trato inhumano y las enfermedades fue exterminando lenta pero inexorablemente al indio y su cultura.
El manejo de los metales y la falta de respiración en las cuevas subterráneas las convertían en una segura tumba para aquellos que eran forzados a trabajar en esas condiciones, la alimentación se basaba en el maíz y la papa, prácticamente no recibían ropa con la que cubrirse y las habitaciones eran aún peores que las de los esclavos. La jornada de labor abarcada de sol a sol y a veces más aún, así fue como generaciones enteras de indios murieron antes de cumplir los 30 años.
Funcionarios, encomenderos y mineros apelaban a todo tipo de castigos para obtener la docilidad de los desdichados. Los azotes, el cepo, los largos encierros o el corte del cabello lo que era considerado como una injuria, marcaban al indio que no había tenido el comportamiento "adecuado".
Fueron muchos los intentos para terminar con este largo martirio, en 1780 la población indígena de Chuquisaca, Oruro y Cochabamba respondieron al llamado de Tomás Catari, como todo levantamiento contra el orden colonial fue reprimido salvajemente, el jefe de la insurrección y sus hermanos resultaron muertos. Pero en noviembre del mismo año se produjo el más intenso movimiento emancipador indígena, comandado por el cacique de Tangasuca, este levantamiento comenzó en Tinta.
José Gabriel Condorcanqui, descendiente del Inca Tupac Amarú, decapitado en 1571 y cuyo nombre adoptó, se puso a la cabeza de las acciones tendientes a poner fin al sistema explotador de sus hermanos de sangre, contó con la valerosa colaboración de su compañera Micaela Bastidas. La rebelión fue aniquilada en 1781, el 18 de mayo el cacique fue descuartizado y luego se le cortó la lengua.
Boleslao Lewin, excelente historiador de la vida de Tupac Amarú, señala que el programa levantado en la rebelión contenía las siguientes reivindicaciones : supresión de la mita, eliminación de los obrajes, anulación del reparto de los corregidores, abolición de todo tipo al alcabala, liberación de los esclavos a condición de la adhesión a la causa. La primera disposición de Tupac Amarú fue abolir la Mita, los repartimientos y anular los tributos.
Pero sería injusto responsabilizar a todos los españoles del trato inhumano sufrido por los indios.
Hubo criollos de una posición social acomodada que actuaron de igual forma, también existieron hispánicos que defendieron firmemente que mejorara el trato de los indígenas en las colonias americanas.
Un ejemplo de trato humanitario lo constituyeron los jesuitas con los guaraníes, produciendo una fusión de culturas y construyendo una sociedad que progresó con el trabajo comunitario.
Los padres jesuitas enseñaron religión y música a los guaraníes y aprendieron de ellos su lengua. La tierra estaba dividida en pública y privada, esta era explotada individualmente para satisfacer sus necesidades, la tierra pública servía para que sus productos fueran invertidos en obras para toda la sociedad. Los arados y las bestias de carga pertenecían a la comunidad.
Las incursiones de los esclavistas desde el Brasil para cazar indios y venderlos, obligaron a las misiones a constituir su propio ejército. La expulsión de los jesuitas de América dejó el territorio a merced de los mercaderes de carne humana y de los encomenderos, los guaraníes se vieron obligados a perderse en la selva si no querían ser esclavizados.
Así quedó aniquilada una de las experiencias más importante durante la colonia, donde los jesuitas demostraron la posibilidad de actuar mancomunadamente con el indio y construir una sociedad basada en principios humanitarios, y en la cuál el español no fuera el verdugo del indígena.
Desde el padre Bartolomé de las Casas en adelante, varias voces se alzaron para denunciar la situación de los indios y proponer cambio que aliviasen su situación.
Entre los manuscritos que se encontraron de Mariano Moreno, existe una copia de la "Carta dirigida a los Españoles Americanos por uno de Compatriotas", obra perteneciente a Juan Pablo Viscardo y Guzmán, donde se critica duramente al régimen colonial con un contenido indigenista del que se hizo eco Moreno y otros patriotas de nuestra Independencia.
En el comienzo de la proclama, Viscardo afirmaba : "Aunque nuestra historia de tres siglos acá relativamente a las causas y efectos más dignos de nuestra atención, sea tan notoria y tan uniforme que se podría reducir a estas cuatro palabras : ingratitud, injusticia, servidumbre y desolación... ".
En relación con la situación del indio decía : "Por honor a la humanidad y de nuestra Nación, más vale pasar en silencio los horrores y las violencias del otro comercio exclusivo (conocido en el Perú con el nombre de repartimientos) que se abrogan los corregidores y Alcaldes Mayores para desolación y ruina particular de los desgraciados indios y mestizos".
La carta marcaba la necesidad de romper los lazos con España y elogiaba la independencia norteamericana.
Pero quién más influyó en el pensamiento de Moreno sobre la cuestión indígena, fue Victorian de Villava, fiscal de la Audiencia de Charcas, el que en 1793 escribió el "Discurso sobre la Mita", trabajo que cuestionaba la institución que mantenía esclavizados a millares de seres.

Villava abogaba por la libertad del indio y por un trato más humanitario, sostenía en su obra que era más importante "la vida de los mortales antes que acopiar metales".
Los representantes de los encomenderos, que amasaban fortunas obtenidas del sacrificios de estas vidas, no tardaron en responder a Villava. Fue Pedro Vicente Cañete, asesor del Intendente de Potosí, Francisco de Paula Sanz, quién saltó indignado ante la voz que solicitaba un poco de justicia para con los nativos de América.
Cañete era natural de Asunción, pero un criollo al servicio de los expoliadores, respondió a Villava sosteniendo que el indio era por naturaleza indolente y que la mita en realidad los protegía. Estas ideas, también apoyadas por el Intendente de Potosí, serían repetidas constantemente en la Historia Argentina para denigrar a hombres y mujeres de nuestro país de condición más humilde, tratando de justificar la explotación. Muy diferente fue la posición de Mariano Moreno, incondicional defensor del indígena y el criollo.
Villava murió en 1802, precisamente el año en que Moreno redactó su "Disertación jurídica sobre el servicio personal de los indios en general y sobre el particular de Yanaconas y Mitarios", trabajo cuyo objeto era defender el pensamiento de Villava.
Su Disertación fue leída ante las autoridades españolas por lo que debió cuidar los términos empleados, no obstante su pensamiento quedó delineado con claridad. El escrito está fechado el 13 de agosto de 1802, el autor estaba próximo a cumplir los veinticuatro años.
En este texto señalaba los siguiente : "Desde el primer descubrimiento de estas Américas empezó la malicia a perseguir a uno hombres que no tuvieron otro delito que haber nacido en una tierras que la naturaleza enriqueció con opulencia".

Relató con minuciosidad los padecimientos de estos hombres : "Se ven continuamente sacarse violentamente a estos infelices de sus hogares y patrias, para venir a ser víctimas de una disimulada inmolación. Puestos, contra las leyes enteramente diversos de aquellos en que eran nacidos, se ven precisados a entrar por conductos estrechos y subterráneos cargando sobre sus hombros los alimentos y herramientas necesarias para su labor, a estar encerrados por muchos días, a sacar después los metales que ha excavado sobre sus propias espaldas, con notoria infracción de las leyes, que prohíben que aún voluntariamente puedan llevar cargas sobre sus hombros, padecimientos que, unidos al mal trato que les es consiguiente, ocasionan que de las cuatro partes de indios que salen de la mita, rara vez regresen a sus patrias las tres enteras".
Dejaba en evidencia el incumplimiento de las leyes que reglaban el trato de los indios, por la componenda entre los funcionarios coloniales y los beneficiarios de este sistema de explotación.
Este es el Moreno al cuál algunos historiadores insisten en acusar de desconocer la realidad de su patria. Cuestionó la servidumbre indígena y buscó una solución a esta grave situación, coincidió con otros patriotas americanos en el sentido de integrar al indio a la causa de la emancipación, igual visión hacia "nuestros hermanos los indios" sostuvieron San Martín y Artigas.
En la Disertación citaba en dos oportunidades a Villava, lo volvió a hacer en la Representación de los Hacendados y en artículos de La Gaceta, demostración de la admiración que profesaba por el defensor de los indios de América.
El 8 de junio de 1810, siendo Secretario de la Junta llamó al Fuerte a los oficiales indios que estaban prestando servicios en el Cuerpo de Castas, Pardos y Morenos, y les comunicó que las compañías pasaban a integrar los regimientos segundo y tercero bajo sus mismos oficiales y alternando con los demás sin diferencia alguna y con idéntica opción a ascensos.
Antes de regresar a Buenos Aires, se decidió a recorrer las veinte leguas que lo separaban de Potosí, al decir de su hermano Manuel, quedó marcado a fuego por el panorama de esclavitud indígena que pudo apreciar en la ciudad minera, esta situación se presentó ante sus ojos con toda su crudeza.

Desde la Disertación de 1802 y aún más luego de sus viaje a Potosí, todas las acciones de Mariano Moreno, aún las que realizó como abogado, fueron contrarias a las instituciones de la colonia y a los funcionarios responsables de mantener esa situación. Volvió a Buenos Aires con el título de doctor en Leyes y con un conocimiento acabado de las injusticias de la sociedad colonial.

El Doctor Mariano Moreno
Capitulo 4

Hacia mediados de septiembre de 1805, Mariano Moreno regresó a la ciudad que lo vio nacer, volviendo a alojarse en la casa de sus padres. Se abocó por completo a su profesión luego de dar los correspondientes exámenes para ser admitido como abogado en Buenos Aires.
El 20 de noviembre se presentó ante los tribunales de la ciudad para defender a su primer cliente, ese mismo día fallece su padre.
En muy poco tiempo adquirió una reputación de profesional con gran capacidad esto permitió que adquiriera bastante notoriedad. Paralelamente a la actividad en su estudio de abogado, también ocupó el puesto de relator de la Audiencia y fue asesor del Cabildo.
Desde esta época, da muestras acabadas de poseer una inmensa capacidad de trabajo, esa virtud deslumbró mas tarde a sus compañeros de la Primera Junta. Sus tareas profesionales le consumen todo su tiempo no quedándole espacio para concurrir a las tertulias o a los cafés, actividad por demás habitual en el Buenos Aires colonial, en estos sitios se discutían los temas más variados, no faltando por cierto las discusiones políticas.
Sólo abandonó su labor durante las invasiones inglesas, pues prefirió dedicarse a redactar unas memorias que dejaron plasmado su sentimiento ante los importantes acontecimientos de los que fue testigo y que no significaron otra cosa que el sojuzgamiento de la patria. Entendió que su suerte personal no podía estar desligada de la situación general, por eso no ejerció la abogacía mientras los invasores ingleses mantuvieran enarbolada su bandera.
Hemos señalado anteriormente que el hombre que nos devolvió el Alto Perú ya estaba moldeado por esa llama que los convirtió en el personaje más avanzado de sus tiempo, en ese sentido debe entenderse también su tarea en el ámbito legal. Una y otra vez se enfrentó, como abogado primero y como político después, a las instituciones coloniales.
Muchos de sus escritos legales conformaron los lineamentos iniciales de los postulados que más tarde defendió en el gobierno. Su actuación en el ámbito del Derecho es inseparable de su actividad política.
Defendió reiteradamente a miembros de los Cabildos del Virreinato ante el despotismo de algunos funcionarios de la Corona. En 1809 asumió la defensa del alcalde de primer voto y del síndico procurador de Córdoba, ambos habían sido designados de acuerdo a las leyes vigentes pero no fueron confirmados por el gobernador de esa provincia, Gutiérrez de la Concha, realista declarado que se había opuesto al reemplazo del fugado Sobremonte, a la instalación de la Junta de Montevideo, y luego en 1810 se levantó junto a Liniers contra el gobierno revolucionario instaurado el 25 de mayo.
En 1808, Moreno defendió a los alcaldes y regidores del Cabildo de Corrientes por la confirmación de un alcalde designado por un solo voto contra la decisión de todos los demás.

En varios ocasiones asumió la defensa de sus clientes contra el despotismo clerical de algunos sacerdotes españoles partidarios de la sumisión total de los americanos a la Corona y a la Iglesia. Estuvo de parte de los integrantes del Cabildo de Jujuy contra los insultos y las acusaciones de irreligiosidad por parte de los curas de esa ciudad, porque los cabildantes no habían concurrido a una ceremonia religiosa en virtud de estar ocupados en la elección de los capitulares.
Fue el abogado del canónigo Melchor Fernández, agraviado por el obispo de Buenos Aires, Benito de Lué y Riega, uno de los más acérrimos enemigos de los criollos y sostenedor de la reaccionaria teoría durante el Cabildo Abierto del 22 de mayo, por la cuál "...mientras existiese un solo español en las Américas, ese español debía mandar a los americanos, pudiendo sólo venir al mando a los hijos del país cuando ya no hubiese un solo español en él".

Al atender un asunto ocurrido durante las invasiones inglesas, defendió a una viuda y sus hijos contra los robos de ganado de parte de un vecino, señalando como agraviante, el hecho que la patria estuviera ocupada por tropas extranjeras. En su presentación decía : "roba ganado de unos Menores que gimen bajo un yugo enemigo, y de un vecino que emprende voluntario las fatigas y males de la guerra, prefiriendo a la seguridad de sus bienes la libertad de la patria".
En otro caso que tuvo gran repercusión en 1808, un capitán acusa a un superior, miembro del Consulado y comandante del Batallón de Infantería de abandonar su puesto de lucha y encerrarse en su casa. Esto había ocurrido también durante las invasiones, Moreno apoyó al capitán en sus denuncias y realizó investigaciones para confirmar las mismas.
Nuevamente asumió la defensa de los naturales de la tierra americana al defender a los oficiales del cuerpo de Indios, Pardos y Morenos a quienes se intentó disminuirles el sueldo mientras se mantenía los ingresos de los españoles.
Así, una y otra vez, el doctor Moreno defendió a los desamparados, por lo general americanos, contra las injusticias del poder absolutista. Vemos como comenzó su batalla en el derecho, la que luego continuó siendo gobernante, contra los mismos personajes y el mismo sistema.
Nada hay de casual en estos primeros combates que Moreno sostuvo en el marco legal. Muchos de los que aparecieron aquí enfrentados al joven abogado, como Gutiérrez de la Concha o el sacerdote Benito Lué, volvieron a encontrase en el camino de Moreno, cuando ya era secretario de la Junta.
Si bien no es nuestro propósito realizar un detallado repaso de los casos en que intervino como abogado, creemos de importancia remarcar otros dos asuntos que por sus características nos muestran su forma de pensar y su fuerte personalidad.
Actuó en defensa de una mujer que había recibido una herencia pero cuyo marido reclamaba judicialmente, alegando que su mujer no podía administrar los bienes durante el matrimonio. Moreno mostró en este aspecto un progresismo mayor al del Código Civil de Velez Sarfield de 1869 que reglaba que : " El marido es el administrador legítimo de todos los bienes del matrimonio, sean dotales o adquiridos después de formada la sociedad...".
El esposo se había presentado ante el juez, obteniendo que éste fallara dejando a la mujer sin posesión alguna, Moreno intervino sosteniendo que los bienes propios de la mujer sólo podían ser administrado por el marido cuando aquella voluntariamente se los hubiera entregado, no siendo este el caso.
Así como fue precursor en la defensa de los derechos de la mujer, también se constituyó en uno de los primeros en criticar públicamente a Rivadavia, lo hizo desde en un escrito legal.
La figura de Bernardino Rivadavia fue elevada a niveles desproporcionados por la historia liberal, cuando en realidad fue uno de los gobernantes que con mayor docilidad se sometió a los intereses británicos.
Moreno opinó de la siguiente forma : "Sírvase V.S. fijar la vista sobre la conducta de éste joven : ya sostiene un estudio abierto, sin ser abogado ; ya usurpa el aire de los sabios sin haber frecuentado sus aulas ; unas veces aparece de regidor que ha durar pocos momentos : otras veces se presenta como un comerciante acaudalado, de estas negociaciones, que ni obtiene, no tiene fondos para sostener ; y todos estos papeles son triste efecto de la tenacidad con que afecta, ser grande en todas las carreras, cuando en ninguna de ellas ha dado hasta ahora el primer paso".
En este párrafo pareciera que quisiese advertirnos sobre los nefasto que podía significar este personaje en cualquier pliegue del poder, y no se equivocó, pues a pesar de sus proyecto irrealizables y subordinación a los ingleses, fue venerado por Mitre y otros historiadores que meticulosamente se encargaron de distorsionar el pasado según sus liberales convicciones, y aún de ocultarlo cuando desmentía sus teorías.
Como dijimos, la carrera de Moreno se vio interrumpida por la invasión de los eternos piratas, tal acontecimiento marcó a fuego el espíritu de los patriotas americanos y mostró al mundo de lo que era capaz un pueblo dispuesto a defender su soberanía.

Las invasiones inglesas
Capítulo 5

Por la Paz de Utrech firmada en 1713, España le permitió a Inglaterra introducir esclavos en sus colonias, por cada esclavo, los traficantes ingleses se comprometieron a pagar una contribución al Rey de España. Así la corona española quedaba asociada a los esclavistas británicos que hicieron del comercio de carne humana uno de los negocios más redituables.
El mismo tratado permitió a los ingleses la instalación de asientos en las colonias hispánicas y la distribución de mercaderías en navíos de permiso. Fue así como los ambiciosos comerciantes ingleses concretaron su intención de penetrar en las colonias españolas, ya sea con el comercio permitido o con el contrabando.

Durante el siglo XVIII, Francia e Inglaterra compitieron por los dominios de sus imperios, y con la mira en las preciadas colonias hispánicas, alternativamente, España jugó el papel de aliado menor de una de las dos potencias que se disputaban el control mundial.
Los gobiernos francés e inglés financiaban las tropelías de los piratas que asolaban los mares, con este mecanismo fueron construyendo su poderío estas naciones, que lograron en base al saqueo más descarado y a una industria que por aquellos años alcanzó niveles de importancia.
Con la independencia de los Estados Unidos de América, ayudado por Francia y España, Inglaterra perdió un mercado fundamental donde ubicar sus manufacturas y obtener las materias primas de su floreciente industria.
Se convirtió un asunto de crucial importancia para comerciantes e industriales ingleses, introducirse en las colonias españolas sin ningún tipo de impedimento. Junto con sus manufacturas, Inglaterra comenzó a exportar su teoría del librecambio, pues a esa altura su industria y su flota de mar no admitían competencia, Francia y España marcharon aliadas hasta la revolución popular desatada en la península por la invasión napoleónica.
La teoría del librecambio, no es otra cosa que un producto de exportación de una gran potencia que necesita expandirse y voltear fronteras para la introducción de sus mercancías, sin embargo aquellos países con voluntad nacional y deseosos de ser respetados, ponen obstáculos al indiscriminado ingreso de mercaderías importadas, que impiden el desarrollo industrial, así lo demostraron de sobra los Estados Unidos cuando en 1806 prohibieron la importación de un importante número de productos ingleses.
En 1803 estallaba la guerra entre Francia e Inglaterra, mientras España permaneció neutral en un principio, pero un año más tarde, el apresamiento de cuatro fragatas españolas, la obligaron a declarar la guerra a Inglaterra.
En octubre de 1805, Inglaterra obtiene el triunfo de Trafalgar, venciendo a las flotas de España y Francia quedando como única dominadora de los mares, pero poco tiempo después en Austerlitz, Napoleón consigue el triunfo pasando a tener el predominio sobre el continente europeo. Finalizaba 1806 cuando Napoleón firmó el decreto de bloqueo continental, así la situación de la industria inglesa se hacía crítica, necesitando imperiosamente nuevos mercados.
El 12 de octubre de 1805 se reunieron, el primer ministro inglés William Pitt, el primer Lord del Almirantazgo, vizconde de Melville y el capitán sir Home Popham, la junta dio lugar a un memorando donde se fijó el plan para la toma de Buenos Aires.
En enero de 1806 una expedición inglesa ocupó la colonia holandesa del Cabo de la Buena Esperanza al mando de David Baird, en la misma participó Popham quién convenció a Baird para que le permitiera concretar su aventura colonialista en el Río de la Plata.

Home Popham pensaba que la empresa sería muy fácil basándose en informes que le hacían llegar sus espías, por cierto que no consideraba el sentimiento del pueblo de Buenos Aires, que no quería cambiar de amo sino dejar de tenerlo, como afirmó Manuel Belgrano.
Uno de los aspectos todavía discutido por los historiadores está referido a la cuestión sobre la responsabilidad de la invasión, si recaía en una aventura de Popham o en el gobierno inglés. Nosotros creemos que lo segundo es lo correcto, pues si bien la oportunidad la decidió Popham, sin haber recibido una orden concreta, lo real es que ya existían planes de las máximas autoridades para agredir el Río de la Plata y porque la política inglesa dejaba librado a la voluntad de piratas y aventureros muchas de las tropelías coloniales.

Por otra parte, el júbilo mostrado por el gobierno inglés al recibir la noticia de la ocupación de Buenos Aires, evidenció que en ningún momento le resultó antipática tal empresa, lo que le disgustó en definitiva fue el resultado final de la expedición.
Popham fue criticado e incluso se lo obligó a regresar a Londres pagándose su propio pasaje, una vez que se conoció la noticia de las derrotas de las armas británicas. En ningún momento, mientras el éxito parecía seguro se le ordenó dar marcha atrás en su intento. Para desgracia del oficial inglés, en 1806 murió Pitt, primer ministro del que era amigo.

Adherimos a lo señalado por Ernesto Palacio en el sentido que el objetivo de hacer recaer la responsabilidad en un subordinado era para salvar el prestigio de las armas inglesas, derrotas por un pueblo con voluntad patriótica y casi sin tropas regulares, a la vez que la actitud del gobierno inglés respondió a la ya tradicional política de la diplomacia británica de tirar la piedra y esconder la mano.
Popham sólo fue un producto de esa nación colonialista a la que le cabe toda la responsabilidad en este caso, como en muchos otros que se sucedieron, donde Gran Bretaña mostró su verdadera cara muy diferente a la que su diplomacia intentó imponer como abanderada de la Libertad.
Primer intento
El 9 de junio de 1806 el vigía de Maldonado advertía al gobierno de Buenos Aires de la inquietante presencia de la escuadra inglesa muy cerca de las costas, ocho buques la componían.
El virrey Sobremonte no tomó medidas extraordinarias ante la proximidad de peligro, sólo atinó a mandar tropas a Montevideo, pues pensaba que ese podía ser el objetivo inglés. El 24 a la noche estando en el teatro debió abandonar presurosamente la función ante la noticia del inminente desembarco, se sumió en la incertidumbre más absoluta y optó por huir hacia Córdoba.
El 25 de junio los británicos, al mando de Beresford, desembarcaron en Quilmes. Sin resistencia, sólo con algunas escaramuzas, los invasores rinden la ciudad, ante la sorpresa y la indignación de la población.
El Tesoro Real de la ciudad que había salido junto con Sobremonte cayó en manos de los ingleses, estos prometieron que no saldría de Buenos Aires, pero por lo general los conquistadores no muestra mucha preocupación por cumplir sus promesas. El tesoro fue despachado rumbo a Londres, en la capital fue paseado como botín de guerra ante el júbilo del pueblo inglés que festejó su paso, hasta que fue depositado en el Banco de Inglaterra.

A las tres de la tarde del 27 de junio, Beresford tomó el Fuerte y al día siguiente ya hondeaba la bandera inglesa en la ciudad para vergüenza de sus habitantes.
El general inglés firmó una proclama donde daba seguridades sobre las siguientes cuestiones : administración de justicia, respeto de la propiedad privada, y la religión católica ; y en forma muy especial aseguraba que el librecambio era el verdadero interés de la invasión. Beresford prometió el librecambio "al igual que las otras colonias inglesas".

Popham escribió inmediatamente a funcionarios y comerciantes de su país para que iniciaran a la brevedad el comercio con la nueva colonia, gran cantidad de barcos zarparon rumbo a Buenos Aires repletos de manufacturas, las cuales deslumbraron a las clases acomodadas de Buenos Aires y Montevideo.
Impusieron la rebaja de impuestos, el de exportación de cueros en un 50%, los derechos de importación pasaron de un 34,50% a un 10%, se permitió la entrada de productos manufacturados que antes estaba prohibida y sólo se introducían por vía del contrabando.

La hipocresía del gobierno británico se evidenciaba en la carta del almirantazgo, que al conocer la noticia de la ocupación, expresó su "desaprobación a que una medida de tanta importancia hubiera sido adoptada sin la sanción del gobierno de su majestad" pero a la vez marcaba su "completa aprobación a la conducta juiciosa, capaz y animosa demostrada" por Popham y los que estuvieron a sus órdenes.
No entendemos la actitud de algunos historiadores argentinos que intentaron salvar la responsabilidad de la Corona Británica, ya vemos que el almirantazgo sólo cuestionaba asuntos meramente formales, mientras apoyaba el accionar de los agresores, a la que denominaba "conducta juiciosa".
Los diarios londinenses no ocultaron su alegría ante la noticia de la ocupación de Buenos Aires, el Times en sucesivas ediciones informaba sobre la incorporación de la ciudad al Imperio, en sus páginas se podían leer cosas como esta : "Tal es la fertilidad del suelo, que Buenos Aires, en poco tiempo, será probablemente el granero de Sudamérica... ".
Por decreto del 7 de julio se ordenaba a los esclavos obedecer a sus amos, pues se había verificado que algunos de ellos pretendían liberarse. La medida resultaba coherente para una potencia esclavista.
La actitud de la población hacia los invasores fue muy diversa, mientras que algunos funcionarios coloniales aceptaron pasivamente la nueva situación e incluso hubo criollos que apoyaron a los invasores, la mayoría de la población participó de la Reconquista.

Ni bien ocuparon la ciudad, los británicos comenzaron una tarea de propaganda, crearon algunas logias masónicas, Estrella del Sur fue la más importante, y de la que participaron Saturnino Rodríguez Peña y Aniceto Padilla, quienes ayudaron a escapar a Beresford cuan se encontraba detenido en Lujan, a partir de ese momento ambos comenzaron a actuar a sueldo de los ingleses.
Invitados a jurar lealtad al nuevo rey concurrieron el clero en pleno, salvo algunas excepciones. El Cabildo también cumplió el ritual exigido, de igual forma respondieron los integrantes del Consulado, sin embargo fue notoria la ausencia del secretario del organismo, Manuel Moreno, quine prefiere huir a la Banda Oriental antes de jurar lealtad al rey inglés. La Audiencia se negó a concurrir a este vergonzoso acto.

Algunos jefes ingleses fueron invitados a alojarse en las casas de las familias distinguidas, no era extraño ver pasear a alguna jovencita de esa acomodadas familias del brazo de un oficial inglés. Otras familias adineradas optaron por irse a sus quintas en las afueras de la ciudad, esta no era su guerra ni su problema, sólo querían tranquilidad personal.
Pero la inmensa mayoría de la población, una vez pasada la sorpresa, se abocó a preparar la resistencia, la hostilidad de este sector hacia los invasores fue total, como ellos mismos le reconocieron luego.
Los pobladores comenzaron a trabajar a los británicos, particularmente a los católicos, obteniendo la deserción de algunos, esto causó preocupación en Beresford, al punto que el 19 de julio amenazó con la pena de muerte a quién indujera a la deserción entre la tropa ocupante. Algunos centinelas aparecieron muertos producto del accionar de la resistencia popular.
La opinión de Beresford no dejó dudas con respecto a la opinión de los habitantes de la ciudad : "...aunque el pueblo no desea soportar el yugo de España, menos aún quisiera soportar el de otra nación...". Belgrano afirmó algo similar en su Autobiografía al recordar la entrevista con el general Craufurd durante la segunda invasión "Nosotros queríamos al Amo viejo, o ninguno".
El general Gower declaró ante el tribunal que juzgó el comportamiento de los oficiales ingleses : "...jamás habría podido creer que hubieran sido tan implacablemente hostiles como por cierto lo eran ... no creo que haya habido un solo hombre, realmente adicto a la causa británica en la América Española".

Mientras que el teniente coronel Duff dijo "Estaba en medio de una ciudad donde todos eran enemigos, desde el hijo de la vieja España hasta el negro esclavo". No podía causar sorpresa la oficial británico que los esclavos odiaran a sus compatriotas, los que cazaban a los humanos de raza negra en África para venderlos por el mundo.
Recuperados de la sorpresa inicial, españoles y criollos se dispusieron a rechazar al enemigo, con este claro fin, comenzaron a organizarse. Al mando de Pueyrredon, el paisanaje de las afueras de Buenos Aires se dispuso a enfrentar a los invasores, sin embargo el 1° de agosto son vencidos en Perdriel, obligándolos a dispersarse, pero sin recibir bajas de consideración.
Liniers se había traslado a Montevideo, el gobernador Ruiz Huidobro lo puso al mando de 900 hombres. Con este contingente desembarcó en el Tigre el 4 de agosto, a poco de andar se le unieron los combatientes de Pueyrredon, de todas partes concurrieron hombres para integrarse al ejército libertador, ya nadie quería aguantar ni un solo día más el yugo inglés. El 12 de agosto, las tropas estaban listas para el ataque final, se dividieron en dos columnas, una atacó por la calle que actualmente se llama Reconquista, y la otra por San Martín.

Los ingleses no resistieron el ataque demoledor y se vieron obligados a rendirse ante las pérdidas sufridas, las que ascienden a 300 hombres entre muertos y heridos. Luego de 46 días de ocupación, Buenos Aires fue recuperado por sus habitantes. Beresford fue apresado y enviado detenido a Luján.
El pueblo, activo participante de la Reconquista, decidió dos días después, en Cabildo Abierto, pronunciarse contra la actitud del virrey Sobremonte, nombrando a Liniers como jefe militar de la ciudad. Consecuentemente con el valor demostrado en el combate contra el enemigo y desconfiando de la actitud de ciertas autoridades, el pueblo de Buenos Aires actuó sin consultar a España, fueron estos los primeros pasos hacia la soberanía.
Dentro de ciudad ocupada, hombres y mujeres se habían organizado para echar a los agresores, cuando las tropas de Liniers atacaron, salieron a la luz y fueron un factor decisivo del triunfo. Ya no era posible decirles que el gobierno de sus destinos no era de sus incumbencia.
Segunda Invasión
Rechazados en Buenos Aires, la escuadra inglesa esperó en el Río de la Plata para ser reforzada, a la vez bloqueaba el puerto de Montevideo.
El ejército inglés llegó a tener 12000 hombres, a principios de 1807 tomaron el puerto de Maldonado y de ahí atacaron Montevideo, obteniendo el control de la ciudad. Sobremonte que estaba en la Banda Oriental trató de oponer resistencia pero fue nuevamente derrotado, debiendo huir otra vez.

El 6 de septiembre de 1806, Liniers llamaba a todos los hombres aptos para la milicia, decisión por la que creó el primer ejército nacional.
El 3 de febrero de 1807 al ser ocupada Montevideo, el gobernador Ruiz Huidobro junto a otros oficiales fueron enviados a Inglaterra, Mientras tanto una nave española que logró evadir el bloqueo, llegó a Buenos Aires con la noticia de que el rey nombraba a Ruiz Huidobro como nuevo virrey, además ascendía a Liniers al cargo de brigadier de la Real Armada. La Audiencia se reunió y decidió nombrar a Liniers como virrey interino, pues el designado estaba detenido.
El Cabildo convocó a una junta de guerra donde destituyó a Sobremonte por "imperito en el arte de la guerra e indolente en clase de gobierno". El 10 de febrero de 1807 se reunió un Congreso General de la Audiencia, el Cabildo, los obispos, el Consulado, los jefes militares y los vecinos principales para confirmar la medida y resolvió el arresto de Sobremonte.
Achmuty, el oficial inglés que se hizo cargo del gobierno de Montevideo, se convenció de la hostilidad de los criollos y españoles hacia los británicos, en carta al Ministro de Guerra le decía que "cada habitante es un enemigo".

Pero la enemistad de los pueblos hacia los invasores no los hizo desistir de sus planes, y el 26 de febrero exigieron la rendición de Buenos Aires, recién el 2 de mayo el gobierno de la ciudad respondió negativamente a la soberbia de los ingleses que creían que esta vez estaban en condiciones de rendir a la belicosa ciudad.
Los comerciantes llegaron por bandadas a Montevideo con infinidad de productos, abrieron varios locales con la firme decisión de introducir sus mercancías en el Virreinato mediante el contrabando, alguno de esos productos lograron ingresar en Buenos Aires.

Como ya lo habían hecho en la otra margen del Río de la Plata con anterioridad, en la Banda Oriental los ingleses realizaron una activa tarea de propaganda con vistas a ganar adeptos, crearon un periódico que se editaba en inglés y castellano llamado la Estrella del Sur, el cuál funcionó entre el 23 de mayo y el 11 de julio.
Cuando se consideraron con el poderío suficiente decidieron el nuevo ataque contra Buenos Aires, el 28 de julio de 1807 desembarcaron en la ensenada de Barragán comenzando el avance hacia la ciudad. Unos días después las tropas la mando de Liniers le salieron al encuentro en los Corrales de Miserere, ahí el triunfo correspondió a los invasores.
Al llegar la noticia a la ciudad la tristeza invade los corazones por la derrota, sin embargo esto no impidió que se aceleraran los trabajos defensivos, se cavaron trincheras, se apostaron hombres en las azoteas, se patrullaban las calles, en fin, se tomaron todas las medidas necesarias para hacer frente al enemigo, Alzaga uno de los comerciantes españoles más adinerado, encabezó la organización de la resistencia.
Liniers regresó a la ciudad con algunos hombres que había conseguido reunir y se puso al frente de la defensa. El 5 de julio los ingleses atacaron al mando de John Whitelocke, al comienzo obtuvieron algunos triunfos parciales, logrando tomar el Retiro, pero al ingresar al casco urbano son recibidos con toda clase de proyectiles, inútil fue para los frustrados conquistadores intentar por segunda vez imponer su voluntad en la orgullosa Buenos Aires, la mitad del ejército sufrió bajas entre muertos, heridos y prisioneros.
El 7 de julio se firmó la capitulación, en la que los ingleses se comprometían a abandonar Buenos Aires y Montevideo. El 13 de julio los británicos abandonaron Buenos Aires y el 7 de septiembre, Montevideo.
Por segunda vez, la soberbia británica se había estrellado contra la voluntad patriótica de un pueblo con medios muy inferiores y sin ayuda de la Corona española. Inglaterra era una potencia y la absoluta dueña de los mares y había sido derrotada.
Mientras esto ocurría en el Río de la Plata, en Europa, Francia y España firmaron el tratado de Fontainebleu en el cuál se repartían Portugal, aliado y dependiente de Inglaterra.

El 19 de noviembre de 1807 las tropas francesas ingresaron en territorio portugués, luego de cruzar España. Los ingleses exigieron al regente de Portugal que se embarcara de inmediato hacia el Brasil. Casi simultáneamente que las tropas francesas ingresaban a Lisboa, los Braganza se embarcaron para cruzar el Atlántico.
Consecuencias de las invasiones
Variados efectos trajo aparejado el doble intento de ocupación del Río de la Plata, una de las cuestiones más importante es este acontecimiento lo señaló Abelardo Ramos : "La primera manifestación de la guerra nacional en el Río de la Plata fue la reacción popular contra las invasiones inglesas en 1807. En esa lucha debe buscarse el origen de nuestro ejército que nació combatiendo a las tropas británicas.".
Las necesidades de defender el Virreinato de los ataques enemigos y dada la ineficiencia mostrada para evitar la ocupación inglesa, se determinó nombrar a Liniers para que comenzara los trabajos de organización del ejército, el bando que se dio a conocer convocaba a los vecinos entre 16 y 50 años.
El ejército se organizó, agrupando a los vecinos de acuerdo a su lugar de origen o raza. Fue así que se formaron los batallones de patricios, procedentes de Buenos Aires ; los arribeños formado por los hombres del interior ; el de pardos y morenos ; a la vez que los españoles se agruparon en los cuerpos andaluces, catalanes, gallegos, vizcaínos y montañeses.
Estos regimientos tenían un sistema democrático, cada cuerpo elegía a sus jefes, quienes a la vez designaban a su plana mayor, de esta manera fue elegido Cornelio Saavedra, jefe del Regimiento de Patricios.

Los recursos para solventar los gastos requeridos para mantener a las tropas se obtuvieron mediante el aporte de los comerciantes porteños. En octubre de 1807 ya se contaba con un contingente de aproximadamente 8100 hombres, de los cuales unos 5100 eran criollos, casi todos eran voluntarios. Como puede observarse la relación de fuerzas era decididamente favorable a los criollos, quienes a partir de ese momento estuvieron armados, además contaban con una nueva forma de organización democrática que ni remotamente pudieron acceder anteriormente con siglos de dominación española. Un gran cambio comenzaba a operar en la sociedad colonial.
Las instituciones españolas habían demostrado su inutilidad para hacer frente a la agresión inglesa, y para peor el comportamiento de muchos de sus funcionarios habían huido a habían corrido a jurar lealtad al rey británico.
La Corona española tampoco había demostrado demasiado interés por el destino de sus colonias, según Saavedra, desde España se había contestado ante un requerimiento de refuerzo efectuado por Liniers, que se arreglara como pudiera.
La primera institución cuestionada por el pueblo porteño, fue el de la máxima autoridad, es decir al virrey. El 14 de agosto de 1806 se exigió al Cabildo Abierto la cesantía de Sobremonte y su reemplazo por Liniers, mientras que el 6 de febrero de 1807 el Cabildo presidido por Alzaga destituyó a virrey y determinó su encarcelamiento en la Banda Oriental.
Sólo la iniciativa de los vecinos hizo frente al invasor, la creación de ejército con un importante componente criollo y una acentuada participación en las decisiones del gobierno fueron una clara demostración del impulso que significó al pueblo asumir su propia defensa. El camino de la soberanía popular comenzó a transitarse por aquellos días, los criollos comprendieron en donde estaba la fuerza y que sólo podían confiar en sí mismos.
Moreno y las invasiones
Moreno ocupó su tiempo, durante las invasiones, redactando sus impresiones de los acontecimientos que se desarrollaron ante sus ojos, no quiso tener otra ocupación que esta, dejando como ya vimos su actividad profesional.
En su escrito reflejó el estupor de los habitantes de Buenos Aires ante la facilidad con que los ingleses lograron someterla, se preguntaba como era posible que 1600 soldados pudieron tomar una ciudad de 60000 almas, en apenas 48 horas.
Criticó severamente a los responsables de la seguridad, comenzando por el mismísimo virrey, cuya conducta mereció la reprobación unánime de los porteños.
A Sobremonte le criticó haberse negado a recibir refuerzos, con anterioridad a la invasión, alegando contar con tropas suficientes ; remarcó la ineptitud del virrey al enviar las tropas más experimentadas a Montevideo, descuidando Buenos Aires. Moreno no escatimó calificativos para el huidizo virrey.

Pero sus críticas no terminaban en Sobremonte sino que se extendía a los oficiales españoles que tuvieron la misión de defender la ciudad : "La plaza tenía mil medios de defensa ; y quinientos de los nuestros bastaban para acabar a los enemigos que habiendo ya pasado a esta orilla, habían tomado una posición donde no podían obrar absolutamente ; pero teníamos la fortuna de que los oficiales de plana mayor eran tan militares como el marqués".
Esta ironía para el marqués de Sobremonte y sus oficiales, no ocultaba que el cuestionamiento a los hombres también significaba poner en la picota al régimen es su conjunto. ¿Qué clase de dominio era el español que no podía dar la menor seguridad a sus súbditos ? Contrastaba a simple vista, la firme decisión soberana del pueblo, con la cobardía y la ineptitud de los gobernantes, precisamente en momentos cruciales como lo fueron las invasiones.
El sentimiento de Moreno, como el del resto de los porteños quedó expresado en este párrafo : "Yo he visto en la plaza llorar muchos hombres por la infamia con que se les entregaba ; y yo mismo he llorado más que otro algunos, cuando a las tres de la tarde del 27 de junio de 1806, vi entrar 1560 hombres ingleses, que apoderándose de mi patria se alojaron en el fuerte y demás cuarteles de esta ciudad".
Como vemos, no dudaba en calificar de "infamia" el comportamiento de los gobernantes, y llamando, lisa y llanamente, de "entrega" a la toma de la ciudad. Para Moreno como para otros los ingleses se vieron favorecidos por el comportamiento de las autoridades españolas.
Entre los manuscritos de Moreno fueron encontrados, entre otros, un documento donde justificaba el reemplazo de Sobremonte, este documento posiblemente haya circulado en 1806 como anónimo, se desconoce si el mismo es el original o una copia, pero lo cierto es que Moreno aprobaba su contenido. Decía este escrito : "Si a pesar de haber sido conquistada la Ciudad por otro, no se temiera nueva invasión de los Enemigos : es decir, si la Guerra hubiera acabado, ó los ingleses hubiesen salido tan escarmentados, que probablemente, no se pudiera recelar que les quedase ganas de volver, convengo, que sin embargo del descuido, y abandono con que Sobremonte miró a Buenos Aires, podía tolerarse volviese a ejercer el cargo de gobernador y Capitán General, porque en este caso no había que temer de parte de los enemigos externos. Más hallándose la ciudad amenazada de una nueva invasión, con el socorro que se sabe pidió el General Inglés al Cabo, o con el refuerzo, que es natural, le envíe de Londres el Ministerio Inglés en virtud del Parte que le dio, de haber tomado felizmente la Plaza con un puñado de hombres ; y habiendo al fin salido, aunque deshonrados, siempre ventajosos con los caudales que el marqués les envió, y otros que ellos se tomaron ; los cuales se dieron prisa de poner inmediatamente a salvo, no sería prudencia, ni acertado en estas circunstancias volver a confiar la defensa de la Plaza a un jefe, que la miró con tanta indiferencia la vez pasada. Se sabe que los oficios no se han creado en España para acomodar las personas, sino para que las personas sirvan y desempeñen los oficios".
Hemos citado extensamente este documento para poner en evidencia el pensamiento de Moreno, que no por casualidad participó en el derrocamiento de los últimos tres virreyes del Río de la Plata.
No se limitó a cuestionar el sistema colonial sino que defendió la participación popular en los acontecimientos posteriores a las invasiones y que concluyeron con la destitución de Sobremonte y el ascenso de Liniers.
Por eso no resulta extraño que el citado escrito dijera : "En este conflicto se hace indispensable tomar algún partido. ¿Y cuál otro más oportuno, fácil y acertado se puede tomar, que el que eligió el Pueblo ? Es a saber, confiar la custodia, y conservación de la Ciudad al que la supo librar de las manos del Enemigo".
Más adelante puntualizaba : "Y que el peligro inminente, y la necesidad que aprieta no admite dilación, confiere mando, poder, y jurisdicción al que no la tiene, por cuanto entonces nos apartaron con razón de las reglas del derecho. Estas doctrinas aplicadas al caso presente hacer ver que el Público de Bs. As. no anduvo tan descaminado, cuando por haberlo desamparado el Marqués de Sobremonte, y dejándolo hecha presa del Inglés, piso los ojos en Don Santiago de Liniers, para que lo libertase de tan grave opresión, y lo guardase, y defendiese en adelante".

Esto fue una constante en Moreno, asumir la defensa de la soberanía popular por sobre las leyes que impedían su libre expresión.

Los acontecimientos en Europa
Capítulo 6

Por aquellos años se desarrollaba en Europa, a pasos agigantados, el capitalismo, el poder de la burguesía se acrecentaba reemplazando a las viejas clases dominantes. Pero no ocurría esto en España que continuaba dominada por una alianza entre la monarquía, la nobleza y el alto clero quienes frenaban deliberadamente todo avance industrial y cultural, por muchos años la península siguió sufriendo las consecuencias de esta política suicida.
Aquellos movimientos que surgieron en representación de la débil burguesía española fueron aplastados sin consideración por la monarquía, Felipe II había ordenado abandonar la explotación de las minas, los telares de seda y lana fueron destruidos.
La nobleza defendió a ultranza esa sociedad donde producir podía ser considerado un delito, a principios del siglo XVIII, España contaba con 722.000 nobles y dos millones de mendigos. En 1787 al morir Carlos III, había 500.000 hidalgos, uno cada veinte españoles, 280.000 sirvientes, 310.000 entre obreros y artesanos y 200.000 miembros del clero. Una sociedad así conformada, con un alto número de parásitos en las cortes y una inmensa cantidad de condenados a la extrema pobreza, estaba destinada a la debilidad e inseguridad permanente.
La política exterior española debió conformarse con ser el término más débil de las alianzas continentales, donde a la península le tocaba siempre la peor parte, pues ni siquiera el aliado de turno respetaba la condición del país. En 1779 participó junto a Francia en las guerras de emancipación de las colonias inglesas en América del Norte.
Con el reinado de Carlos III se intentó poner en práctica un proyecto de modernización, conocido con el nombre de "despotismo ilustrado", pero la abierta resistencia del clero y la nobleza, y la negativa del monarca a democratizar el país, hicieron fracasar la posibilidad que sólo podía tener éxito con una transformación sustancial de toda la estructura social.
La crisis española se puso en evidencia al subir al trono Carlos IV, que dio inicio a una época de corrupción y servilismo como pocas veces se vio en el imperio.

La reina Maria Luisa hizo ingresar en la función pública a sus amantes, Godoy se apoderó de los favores de la reina y del gobierno, ante la pasividad de Carlos. El ministro Godoy actuó con total sumisión a los dictados de Napoleón, aceptando sin más, las distintas exigencias del emperador, las que llevaron a España a depender cada vez con mayor fuerza de la política francesa.
Con Godoy, como sustituto de Carlos IV, en todas la funciones de gobierno, se intentó vanamente continuar con el "despotismo ilustrado". Floridablanca y Jovellanos preservaron sus ministerios, pero todo estaba perdido, cualquier intento de cambio en la superficie social remaba contra la corriente de la historia que reclamaba profundos cambios económicos y sociales, nadie en el gobierno pensaba en tales cosas.
Napoleón en el esplendor de su poder había declarado el bloqueo continental, cuando Portugal decidió abrir las puertas al comercio inglés, el emperador de Francia sin titubear decidió la invasión de Portugal.

España estaba aliada a Francia desde el tratado de Basilea en 1795, por lo permitió a las tropas francesas atravesar su territorio para que marcharan a ocupar la otra parte de la península ibérica. Napoleón Ocupó Portugal sin la menor resistencia, sus ojos se volvieron hacia su aliada, aprovechando las disputas familiares que anarquizaban a la corte española.
El tratado de Fontainebleau, que unía a España y Francia contra el Portugal, preveía dividir el territorio conquistado en tres partes, en una de las cuales se coronaría a Godoy.

El ejercito francés ingresó a España dividido en tres columnas, una se dirigió a Lisboa, otra a Cataluña y la última a Madrid. Godoy preparó la traición organizando la huida de los reyes a América, pero el pueblo español, que no entraba en los planes de ninguno de los contendientes, se decidió a ingresar en escena impidiendo la fuga y aclamando a Fernando VII, hijo de Carlos, quien se negaba a huir y se lo suponía enemigo de los franceses, el 19 de marzo de 1808, Carlos abdicó en beneficio de Fernando.
El pueblo español había invadido los jardines de Aranjuez apaleando a Godoy y tomándolo prisionero. Para completar la tragedia, Carlos escribió a Napoleón informándole que la abdicación le había sido arrancada por la fuerza, el ex rey acudía a un soberano extranjero dando pie a la intervención para la que no necesitaba más que una mínima excusa, y Carlos se la servía en bandeja. La cobardía de los reyes españoles y su falta de patriotismo permitieron la intervención de Napoleón.
El emperador reunió a padre e hijo en Bayona y los obligó a abdicar a ambos, sin que la boca de ninguno de los dos se abriera para protestar. Esto ocurrió el 5 de mayo y dos días después juraba como rey de España el hermano de Napoleón, José I°, que el 20 de julio ingresó a Madrid.
El reinado de José se caracterizó por su liberalismo, tomó de inmediato una serie de medidas a las que se resistía la nobleza española. Suprimió la Inquisición, redujo la cantidad de conventos a la tercera parte, derogó los derechos feudales y barrió las aduanas interiores, pero el pueblo no se dejaría deslumbrar por estas medidas, y puso ante todo la soberanía de su patria y la expulsión del invasor.
El 2 de mayo se produjo el ejemplar levantamiento que dio al mundo muestras de su patriotismo y valor. Como un solo hombre, reaccionó el pueblo español contra fuerzas bien provistas y rodeadas de una leyenda de invencibilidad. Los antiguos jefes que se habían apresurado a jurar fidelidad al nuevo rey extranjero fueron abandonados por las masas que se dieron nuevos líderes para echar a los usurpadores. Con el rey en prisión el pueblo reasumió su soberanía, separando de su camino a los hombres que no merecieron su confianza.
Contrariamente a la actitud vergonzosa de los reyes, la nobleza y parte del clero que temblaron temerosos ante el conquistador, el pueblo se lanzó a la lucha, miles de sacerdotes, artesanos, campesinos y oficiales, tomaron los elementos a su alcance para librar la batalla por la independencia de su patria. Se organizaron en guerrillas que hostigaron permanentemente al ejército de ocupación, muchos oficiales colaboraron en esta acción, incluido varios americanos que participaron en estas luchas de liberación nacional, entre ellos estaba San Martín.

La acción popular se dio su propia organización a través de las Juntas Populares que surgieron por doquier en las provincias y municipios, asumiendo el poder vacante por la prisión de Carlos IV y Fernando VII. Este último fue levantado como símbolo de independencia, utilizando su nombre, pero en realizad se estaba librando una batalla en dos sentidos, por un lado, para echar al invasor, y por el otro, para poner fin al absolutismo que impedía la expresión popular.
La lucha del pueblo español devino en una auténtica revolución nacional y popular, pues saltaron por los aires los restos del régimen absolutista que se encontraba desde hacía un tiempo en estrado de putrefacción.

El partido que luchaba por la independencia de España permaneció dividido en dos bandos, producto de los sectores sociales que disputaron el poder. Uno de los grupos estaba representado por Floridablanca e intentaba por todos los medios mantener el régimen sin mayores cambios, del otro lado se ubicaba Jovellanos, que se proponía dar un cierto sentido reformista al nuevo gobierno.
El 19 de julio de 1808 las tropas francesas sufren uno de los primeros traspié, al resultar derrotadas en la batalla de Bailén, de la que participó San Martín.
José I° se vio obligado a abandonar Madrid, mientras que por todos lados surgían Juntas. Valencia, Cádiz, Sevilla, La Coruña e infinidad de pueblos y ciudades.
Pero a pesar de la ciclópea tarea de algunos para lograr una organización que estuviera acorde con las circunstancias, el aspecto de España era la de debatirse en la mayor de las anarquías, algunas Juntas se abrogaban el título de suprema de España, tal como ocurrió con la de Sevilla y la de Asturias, que con ese título escribían e América.

Por fin, el 25 de septiembre de 1808, las Juntas se unificaron en una Central, aunque persistieron en su accionar las Juntas locales donde predominaba un espíritu mucho más renovador, al frente de la Junta Central fue designado le conde de Floridablanca por presión directa de los ingleses que empezaron a tener progresivamente un predominio notorio en el gobierno español.
La suerte de las armas españolas fue sumamente adversa a partir de ese momento, el 31 de octubre las tropas francesas vencieron en la batalla de Durango, poco tiempo después cayó Burgos y comenzó el sitio de Zaragoza. En noviembre Napoleón en persona se hizo cargo de los ejércitos en España e inició un avance arrollador a pesar de la heroica resistencia popular. El 3 de diciembre entró en Madrid reponiendo en el trono a su hermano, la Junta Central debió huir hacia Sevilla. Al finalizar aquel año parecía que la suerte de España estaba definitivamente echada.
La invasión e la península ibérica determinó un cambio en las alianzas europeas, el antiguo enemigo, la Gran Bretaña, se convirtió en flamante aliado, así como el viejo aliado, le había jugado una mala pasada al pretender quedarse en forma definitiva ocupando su territorio.
Las Juntas españolas solicitaron el apoyo inglés, que a cambio de ayuda financiera, pretendía una mayor cantidad de franquicias comerciales, en especial en las colonias americanas. El bloqueo decretado por los franceses resultaba nefasto para la industria inglesa. Brasil ya había sido ganado por el librecomercio, pues la Corona portuguesa dependía absolutamente de Inglaterra.
A principios de 1809 se firmó el tratado Apodaca-Canning de alianza entre españoles e ingleses, poco después se reafirmó con otro convenio, en que cada una de las partes se comprometía a facilitar el comercio mutuo. Los británicos obtenían lo que se proponían pues por el acuerdo quedaban abiertas las puertas de España y sus colonias para la industria inglesa, el nuevo aliado español no dejaba pasar oportunidad para expandir su poder comercial.
España no estaba en condiciones de reanudar el intercambio con el Nuevo Mundo interrumpido por las permanentes guerras. Los ingleses en cambio, quedaron con el campo libre para comerciar con las colonias españolas, lo que desde tiempo atrás ambicionaba. Lo que no había podido obtener como enemiga de España lo estaba consiguiendo como su aliada.
El 8 de febrero de 1808, Wellesley terminaba un documento que se le había encomendado, para que tramara por los medios para una nueva invasión a la América española. Las ambiciones británicas no escarmentaban a pesar de las derrotas militares. Pero cuando España entró en guerra contra Francia, el proyecto fue dejado sin efecto, las fuerzas que se estaban preparando para dirigirse a América fueron enviada a la península ibérica.
Con la caída de Madrid, la Junta Central comenzó a preocuparse de los problemas americanos, el 22 de enero de 1809 dictaminó que las colonias dejaban de tener tal carácter para pasar a integrar el país en un pie de igualdad con las provincias españolas ; por lo tanto, se las invitaba a designar a sus delegados a las Cortes.
Pero cada Virreinato podía elegir un solo representante al igual que las capitanías generales, por lo que la representación americana fue muy reducida, las provincias españolas elegían a dos delegados, por lo que declaración de igualdad era más formal que real. Por otra parte, Napoleón ya se había adelantado a tal medida pues lo había dispuesto el 7 de julio de 1808.
Las dificultades para viajar a la península por el estado de guerra, determinaron que los diputados americanos fueran elegidos a dedo entre los residentes en Cádiz, en realidad América nunca se sintió representada por estos diputados. Las Cortes se instalaron en Cádiz el 24 de septiembre de 1810, cuando ya varias regiones habían optado por su soberanía.
Así como los españoles reasumieron su soberanía por el encarcelamiento de su rey, los americanos pretendieron exactamente el mismo derecho, incluso el sistema de juntas que organizó el pueblo español, tuvo su correlato en América, cuando estos pueblos se decidieron a regir sus propios destinos. La primera Junta de América fue la de México en 1808, que fue reprimida por los absolutistas.

Los sucesos en el Río de la Plata
Capítulo 7

En julio de 1808 llegó a Buenos Aires el enviado de Napoleón, el marqués de Sassenay, tenía por misión hacer conocer la abdicación de los reyes españoles, la instalación en el trono de José I° y además, hacer jurar lealtad al nuevo monarca. Liniers consultó con la Audiencia y el Cabildo, instituciones que decidieron rechazar de plano las exigencias francesas, y como para que no quedara ninguna duda sobre sus opiniones, optaron por quemar los pliegos que traía el enviado y otorgaron a Sassenay un breve plazo para abandonar la ciudad. El delegado de Napoleón cruzó el río rumbo a Montevideo, donde fue encarcelado por el gobernador De Elío.
Aún no se conocían las noticias del levantamiento del pueblo español, esta información llegó a Montevideo traída por el nefasto José Manuel de Goyeneche, que llegó a estas tierras enviado por la Junta de Sevilla, a pesar de haber colaborado con Godoy y los franceses.
La situación de Liniers se tornaba cada día más delicada, pues su actuación como virrey interino levantaba resistencias. El hecho de ser francés de nacimiento, haber recibido a solas a Sassenay, luego que el Cabildo y la Audiencia habían rechazado sus pliegos, lo convirtieron en sospechoso, a los ojos de muchos, de simpatizar con el régimen que se había instalado por la fuerza en España.

Todo se agravó cuando el virrey hizo conocer una proclama con fecha del 15 de agosto, expresando su opinión sobre los acontecimientos en la península, en ese documento trataba con mesura a los invasores. Lo que más revuelo generó fue referirse a la actitud, que a su entender, deberían tener las colonias con respecto al conflicto que asolaba a España. Liniers recomendaba esperar la suerte de la metrópoli "para obedecer a la autoridad que ocupe la soberanía".
En el mejor de los casos, la actitud de Liniers podía calificarse como de oportunista, pues aconsejaba el inmovilismo hasta la resolución militar del conflicto. Tanto españoles como criollos eran hostiles hacia los franceses, especialmente a partir que se conoció el heroico levantamiento popular para resistir la invasión.
El Cabildo no tardó en reaccionar ante las maniobras dubitativas de Liniers, se reunió para jurar lealtad a Fernando VII, y al día siguiente dio a conocer una proclama que era una verdadera advertencia para el virrey, se decía "Habéis jurado un rey... No se reconocerá relaciones distintas a la que os unen a su persona".
El Carlotismo
Desde principios de 1808, en que se instaló la Corte portuguesa en el Brasil, la tensión entre las colonias españolas y portuguesas fue en aumento. El regente Juan fue sólo un títere manejado por los ingleses, las ambiciones de Portugal hacia la Banda Oriental fue una constante en su política exterior. Los ingleses no hicieron nada para frenar este deseo portugués, incluso por momentos alentaron las disputas en torno a la parte oriental del Río de la Plata, pero al conocerse que España había sido invadida, los acontecimientos derivaron en la alianza española-británica, estos últimos frenaron momentáneamente los intentos de agresión armada hacia el Virreinato del Río de la Plata.
El Brasil ya se había convertido en un lugar invadido por las manufacturas inglesas. La preocupación central de los británicos en América era conseguir nuevos mercados, a la vez que debían evitar que los criollos se embarcaran en revoluciones que no pudieran ser controladas con facilidad. Extorsionando a España con su ayuda, por la que ingresaban al mercado americano, por lo que se encontraron con una situación que les era conveniente, cualquier convulsión política podía poner en peligro el desarrollo del comercio.
La situación en el Río de la Plata era propicia para todo tipo de intrigas, en lo que los ingleses eran verdaderos maestros. Desde Río de Janeiro surgió la decisión de imponer a la infanta Carlota Joaquina al frente del Virreinato. Carlota era esposa del regente del Portugal y hermana de Fernando VII. Este proyecto fue alentado por Sydney Smith, jefe de la escuadra inglesa en el Atlántico Sur, era a la vez consejero y amante de la princesa, que no mantenía buenas relaciones, ni conyugales, ni políticas con su esposo. Souza Coutinho, ministro de Relaciones Exteriores y de Guerra del Brasil, también participó en un principio del proyecto, además contó con la morada benevolente de lord Strangford, embajador inglés en Río de Janeiro.
Strangford cambió de actitud cuando recibió órdenes de Canning, canciller inglés, de no impulsar ningún cambio en la forma de gobierno de las colonias españolas. El 2 de septiembre de 1808, Canning escribió a Strangford que en esos momentos no se podía "fomentar ningún proyecto hostil a la Paz e Independencia de los dominios españoles en América del Sur".

El 25 de septiembre se instaló en Aranjuez la Suprema Junta Central con el apoyo del ministro británico, marqués Wellesley. Sydney Smith recibió la orden de abandonar su plan de instalar a la princesa Carlota en Buenos Aires.
Varios patriotas se vieron seducidos por la posibilidad de establecer una monarquía moderada, donde los criollos tuvieran participación en el gobierno. Entre los simpatizantes de ese proyecto se encontraban Belgrano, Castelli, Nicolás Rodríguez Peña, Vieytes, Berutti y otros ; todos los cuales tuvieron una destacada actuación en la Revolución de 1810. Estos no tardaron en darse cuenta de lo difícil que podía ser luchar por la independencia de su patria, cuando potencias extranjeras se entrometían en los asuntos internos.
Los políticos ingleses temieron que la participación de elementos revolucionarios en este plan desatara un movimiento que no pudieran controlar por lo que prefirieron poner fin al proyecto de encumbrar a la infanta.
Saturnino Rodríguez Peña, desde el Brasil participaba de la aventura, de acuerdo con Smith decidieron enviar a Paroissen al Río de la Plata, con el objeto de entrevistarse con alguno de los amigos de Rodríguez Peña, para ponerlos al tanto de las maquinaciones de Carlota y sus seguidores.
Mientras esto ocurría. José Presas, secretario de la infanta, la convence de que su nombre era utilizado con fines revolucionarios, esto causó verdadero pánico en la conservadora princesa, que no tuvo mejor idea que enviar, en el mismo barco en que viajó Paroissen, a otro emisario con un mensaje para Liniers donde delataba a sus partidarios. Al llegar al Río de la Plata, Paroissen fue arrestado, de esta forma la princesa Carlota entregaba a quienes querían coronarla. Fue así como los patriotas tomaron conciencia de que no había que esperar demasiado de los extranjeros para llevar a cabo sus planes de emancipación.
Los ingleses, la infanta y su amante, también inglés, temían que cualquier intento por modificar el gobierno en Buenos Aires pudiera transformarse en un proceso de consecuencias imprevisibles. El gobierno británico decidió cortar por lo sano y reemplazar a Sydney Smith, el que mostraba mayor entusiasmo con el plan.
Algunos historiadores vuelven a esforzarse para tratar de salvar la participación del gobierno británico en esta nueva intriga, sintomáticamente la responsabilidad vuelve a caer sobre la cabeza de un aventurero. En las invasiones fue Popham, aquí la culpabilidad recayó en Smith.
Los hechos demostraron que en el comienzo del proyecto, tanto Strangford como Souza Coutinho apoyaron el plan carlotista, y recordemos que difícilmente los portugueses pudieran realizar algo sin el consentimiento de los ingleses. Por otra parte, Saturnino Rodríguez Peña quien también actuó en los acontecimientos que estamos siguiendo, estaba a sueldo de los británicos desde que había ayudado a escapar a Beresford. Para nuestra sorpresa existen historiadores argentinos que no dudan de calificar de patriota a este empleado a este empleado de la corona británica, tal vez lo fuera desde el punto de vista inglés.
Los auténticos patriotas que cometieron el error de participar de esta aventura no tardaron en rectificar el rumbo, otros como Moreno, desconfiaron de la infanta y sus amigos ingleses, optando por permanecer al margen de los sucesos.
La Junta de Montevideo
El ejemplo que dio el pueblo español en su lucha de emancipación nacional causó admiración entre criollos y españoles que habitaban América, los que siguieron con gran expectación las noticias que arribaban de la península. Las juntas populares que surgieron como hongos en el suelo español, constituyeron una nueva forma de organización, que contó en el Río de la Plata con muchos simpatizantes de aquella estructura que generaba el pueblo en lucha.
Las juntas tenían el sentido que sus componentes les dieran, en España las hubo las que se destacaron por su empuje revolucionario, pero otras intentaron frenar la participación popular. Fue por eso que los españoles respondieron de distinta manera a las juntas que se fueron conformando desde 1808 en territorio americano, algunas fueron duramente reprimidas por los absolutistas, mientras que otras, como la de Montevideo surgida el 21 de septiembre, fue aceptada por la Junta Central. La explicación es sencilla pues la de Montevideo estaba formada en su totalidad por españoles, dóciles a las directivas de metrópoli.
En Buenos Aires, tanto Alzaga, jefe del Cabildo, como Moreno, eran partidarios del sistema de juntas, incluso Alzaga mantuvo una muy fluida relación con el gobernador de Montevideo y cabeza de la Junta, a los dos los unía su enemistad con el virrey Liniers. Moreno sostenía la necesidad de que los criollos tuvieran una participación destaca en las juntas, a diferencia de Alzaga, que sólo pensaba en una junta formada exclusivamente por españoles, al igual que la de Montevideo.
Los patriotas americanos, salvo Moreno, no vislumbraban en un primer momento la importancia política y organizativa del sistema de juntas. Ellos pensaban que tales juntas podían servir para continuar con el dominio despótico, pero con el transcurrir del tiempo, todos los revolucionarios vieron que el camino del pueblo español podía ser seguido en estas tierras.
Como ya señaláramos, las relaciones entre Alzaga y el virrey empeoraban progresivamente. También aumentaba la tensión entre el gobernador de Montevideo y Liniers, la conducta de éste levantó sospechas entre los españoles. Sassenay, el enviado francés que había sido recibido atentamente por Liniers, fue a parar a prisión ni bien pisó Montevideo.
De Elío, el gobernador de Montevideo, no dudó en acusar de traidor a Liniers, este para desmentir la acusación, tomó la iniciativa de declararle la guerra a Napoleón, luego de varias vacilaciones. A su vez designó a Michelena como reemplazante de Francisco Javier de Elío, pero el hombre de Liniers no tenía las fuerzas suficientes para entrar a Montevideo. De Elío respondió formando la junta que desconoció la autoridad de Liniers. Esta Junta fue reconocida por la de Sevilla, a la que se envió el pedido de reemplazo del virrey.
El nuevo organismo tuvo un carácter más bien conservador y duró hasta que la Junta Central nombró a otro virrey, eso fue el 30 de junio de 1809, cuando Cisneros llegó a Montevideo. El espíritu revolucionario de la primera junta del Río de la Plata brillaba por su ausencia, pero no faltaba mucho tiempo para que nuevas juntas surgieran y conmocionaran todo el andamiaje del colonialismo español.
La llegada de Cisneros
El enfrentamiento entre el sector de Alzaga y el de Liniers tuvo su mayor expresión en el levantamiento del 1° de enero de 1809, estos hechos desencadenaron el reemplazo de Liniers por parte de la Junta Central a pesar de haber derrotado la conspiración.
Según la opinión de Manuel Moreno, las instrucciones de Cisneros eran las siguientes : mantener el más rígido espionaje, apresar y remitir a España a los partidarios de Liniers, controlar a los criollos que se destacaban y llegado el caso enviarlos a la metrópoli.

Al llegar a la Banda Oriental, Cisneros envió al general Nieto con instrucciones a Buenos Aires para que Liniers, la Audiencia y los jefes militares se presentaran en Colonia. Constituía una forma de comprobar si podía asumir el mando sin ningún tipo de rebeldías. Algunos criollos, entre los que encontraban Belgrano y Pueyrredón aconsejaron a Liniers que resistiera la llegada de Cisneros, pero era una solicitud excesiva para un espíritu tan conservador como Liniers. El 2 de agosto, Cisneros entró en Buenos Aires con toda tranquilidad.
Uno de los temas que más ocupó al nuevo virrey fue el de tratar de modificar el poder del ejército, formado en su mayoría por criollos, que habían sido leales a Liniers en la revuelta del 1° de enero. Con la intención de reducir la incidencia de los criollos en el ejército, Cisneros envió a las mejores tropas criollas al Alto Perú a sofocar una rebelión, también optó por no reclutar a nueva gente. Pero Cisneros no contó con el tiempo suficiente para desmontar esta estructura.
El envío de tropas al Alto Perú para aplastar un levantamiento patriótico, convirtieron a Cisneros, en poco tiempo, en enemigo de todos los patriotas, que a esta altura habían comenzado a actuar con cierta coordinación, luego de haber desechado algunos proyectos iniciales cargados de utopías, habituales en toda revolución.
Otra medida de Cisneros fue la de abrir el comercio con los ingleses para paliar el costo de los ejércitos y por la falta de relación comercial con la metrópoli que se encontraba en guerra.
Con la designación del nuevo virrey, Moreno fue vigilado pues se sospechaba de sus ideas, incluso se le llegó a ofrecer un cargo en España como oidor de algún tribunal, pero rechazó la proposición, que buscaba sacarse de encima a un molesto enjuiciador del sistema colonial.

Conmoción en el Virreinato
Capitulo 8

El levantamiento del 1° de enero de 1809
Mientras en Montevideo se había instalado una Junta como las de España, en Buenos Aires también había hombres que querían instaurar ese sistema de gobierno. Entre ellos estaba los que consideraban que las juntas debían estar formadas exclusivamente por españoles, otros que también participaron en el levantamiento, vieron en él la posibilidad de terminar con los virreyes y establecer un gobierno que tuviera mayor participación popular.
Los patriotas adoptaron disímiles actitudes en el conflicto que dividió a la sociedad virreinal. Algunos como Moreno, apoyaron el levantamiento contra Liniers. Otro sector patriota, pero de ideas más conservadoras, tal el caso de Saavedra, apoyó decididamente al virrey y evitaron su inmediata caída, todo el mérito que Saavedra vio en Liniers se relacionaba con que había sido el principal organizador del ejército.
El 29 de diciembre de 1808, el Cabildo trató el tema de los vales patrióticos decretado por Liniers para recaudar fondos para sostener al ejército, esto molestaba a los comerciantes españoles, que tenían en Alzaga a su mayor exponente. El Cabildo, dominado por Alzaga y sus seguidores, se opuso a la medida de Liniers. Moreno era colaborador del Cabildo por lo que tuvo en esos días una posición favorable a los plantes de ese organismo.
En la misma sesión el Cabildo pasó a tratar el casamiento de la hija del virrey, lo que fue utilizado como una excusa para obtener la renuncia de Liniers. De acuerdo a las Leyes de Indias, el casamiento debía ser autorizado por el Cabildo, requisito ni cumplido por Liniers.
El Cabildo consultó a Mariano Moreno, quién opinó como abogado, que el virrey debía cesar en sus funciones, pero la Audiencia, que respondía a los sectores más reaccionarios de la colonia, decretó que la tesis de Moreno debía ser rechazada y se decidió apoyar al virrey.
El embate contra Liniers debía culminar el 1° de enero cuando se debía elegir, como todos loa años para esa fecha, a los nuevos componentes del Cabildo. La táctica consistía en elegir a los declarados enemigos del virrey para que este se viera en la obligación de rechazarlos.
El 31 de diciembre el Cabildo rechazó el nombramiento como Alférez Real de Bernardino Rivadavia, nombrado por Liniers, entre los argumentos para la impugnación se señalaba : " No tiene carrera, es notoriamente de ningunas facultades, joven sin ejercicio sin el menor mérito y de otras cualidades que son públicas en esta ciudad". El autor de este retrato no fue otro que Mariano Moreno.
Al comenzar aquel 1° de enero las tropas adictas al Cabildo ocuparon la plaza. Reunidos los capitulares hicieron conocer al virrey el rechazo del nombramiento de Rivadavia, decisión que Liniers aceptó. Posteriormente le hicieron conocer la lista de los nuevos capitulares, pero para sorpresa de los hombres del Cabildo, Liniers también los aceptó. En realidad el virrey estaba aconsejado por Saavedra para actuar de esa manera, como forma de ganar tiempo y realizar las acciones en defensa del gobierno.
Los rebeldes quedaron sin argumentos, decidiendo marchar hacia el Fuerte a pedir sin más preámbulos, la destitución de Liniers, en la delegación también marchó Moreno, quién estaba totalmente comprometido con el alzamiento. Luego de largos conciliábulos con la participación del obispo Lué en carácter de mediador, Liniers aceptó renunciar, pero en ese preciso instante intervinieron las tropas al mando de Saavedra, logrando desalojar la plaza de tropas rebeldes. Saavedra se dirigió al lugar de reuniones y logró conjugar el peligro, restituyendo el orden.
Los capitulares rebeldes fueron encarcelados y enviados a Carmen de Patagones, tiempo después Alzaga logró escapar de la prisión con ayuda de una misión enviada por De Elío desde Montevideo, en esta ciudad fue recibido como un héroe.
La junta que el Cabildo rebelde proyectaba designar estaba compuesta en su totalidad por españoles, a excepción de los dos secretarios que eran criollos, se trataba de Julián de Leyva y Mariano Moreno.
A pesar de participar en la revuelta, Moreno mantenía diferencias con Alzaga, lo acusaba de haber actuado con escasa convicción, pero fundamentalmente le cuestionaba la escasa participación que le permitía a los criollos. Esta era una característica común a la casi totalidad de los españoles, fueran liberales o absolutistas, todos ellos desconfiaban de los nativos de América.

Los sectores más recalcitrantes de las colonias americanas se oponían a la instalación de Juntas en América, derecho que sí reconocían en España. Abascal, el virrey de Perú ; Francisco de Paula Sanz, gobernador de Potosí ; Benito Maria Moxó, arzobispo de Chuquisaca ; todos ellos eran declarados enemigos de las juntas y de todo aquello que significara participación del pueblo, especialmente si de americanos se trataba.
La mayoría de los patriotas, al igual que el partido de Alzaga se consideraban enemigos de Liniers, pero el temor de Alzaga a dar participación a los criollos, impidió que la totalidad de los patriotas se volcaran a favor de la revuelta, este factor decidió su suerte. Moreno que era uno de los espíritus más independiente entre los patriotas siguió creyendo en el sistema de juntas y en la posibilidad que ellas se transformaran en un trampolín para los intereses de la revolución americana.
La participación de Moreno en este levantamiento desmiente la afirmación de algunos historiadores, en el sentido que no tuvo participación política hasta el 25 de mayo de 1810.
Una vez vencida la resistencia de los rebeldes, llovieron sobre Buenos Aires, felicitaciones a Liniers por su triunfo, que en realidad era obra de Saavedra. Los personajes más reaccionarios se alborozaron al conocer la noticia, el gobernador de Córdoba, Gutiérrez de la Concha, al igual que Abascal y Paula Sanz, elogiaron al virrey por haber impedido la instalación de una junta en Buenos Aires.
Los jefes del ejército se encolumnaron tras Liniers, en general se trataba de personas de una buena posición económica y de un pensamiento más bien conservador, sólo aceptaban los cambios cuando eran inevitables.
La rebelión de ese 1° de enero fue definida por Ernesto Palacio de esta manera : "Si el movimiento del 1° de enero puede considerarse precursor ... el impulso renovador no se encontraba en el partido de Liniers, sino en el de Alzaga. Liniers y sus sostenedores representaban la timidez y la reacción".

Nuevamente vemos a Moreno del lado de las transformaciones, siempre, hasta su muerte, será así.
Revolución en el Alto Perú

La noticia del apresamiento del rey español llegó a Chuquisaca el 17 de septiembre de 1808. El 11 de noviembre llegó José Manuel de Goyeneche, enviado de la Junta de Sevilla, pero que también trajo planes que concordaban con los proyectos de Brasil de instaurar a Carlota en el Virreinato.
Goyeneche que era criollo, entró en contacto con los españoles más reaccionarios, como el arzobispo Benito de Moxó, fanático partidario de la aristocracia, también se acercó a Ramón García Pizarro, presidente de la Audiencia. Las intrigas de Goyeneche pusieron en alerta a los patriotas altoperuano, una de las cuestiones que más les preocupaban era la posibilidad entrega de las colonias españolas a los portugueses.
Los patriotas comenzaron a reunirse, entre ellos estaban los hermanos Zudañez , Bernardo de Monteagudo, y otros. Se juntaban en una tienda que era propiedad de Monteagudo y entre sus objetivos estaba la de contrarrestar las intrigas de Goyeneche y sus aliados.
El 25 de mayo de 1809, Pizarro ordenó encarcelar a los patriotas, en especial a los hermanos Zudañez. Uno de ellos fue tomado prisionero, lo que motivó la inmediata reacción popular, se armaron con piedras y palos, y alguno que otro fusil, para hacer frente a las tropas que comandaba el presidente de la Audiencia.

La agitación fue creciendo con las horas, en las calles los patriotas encendían fogatas, ante esta firme actitud, Pizarro optó por liberar al detenido en un intento de calmar a los más exaltados, sin embargo el pueblo cansado de tantos años de despotismo, no se detuvo.
Pizarro fue tomado prisionero, lo mismo que el arzobispo Moxó. Los revolucionarios empezaron a enviar a sus principales hombres a otras ciudades para propagandizar los hechos de Chuquisaca : Monteagudo y otros revolucionarios fueron enviados a Potosí.
Michel, enviado de Chuquisaca a La Paz, se reunió con Pedro Domingo Murillo el 15 de julio y acordaron producir un levantamiento al día siguiente, entre los que tomaron parte de él se encontraba el cura Medina, primo de Monteagudo. Buena parte de los soldados estaban de acuerdo con la causa del levantamiento, que tuvo características mucho más revolucionarias y populares que el de Chuquisaca.

Los patriotas de La Paz lograron controlar el cuartel y encarcelaron al gobernador Dávila. Posteriormente realizaron un Cabildo Abierto tomando una serie de decisiones trascendentales, entre las cuales se destituía al gobierno, se quemaron las cédulas de los deudores al fisco y concluyeron redactando un Acta de Independencia por la cual "juran y declaran defender con su sangre y fortuna la independencia de la Patria".
El 24 de julio se reunió la Junta Tuitiva formada por quince vocales y presidida por Murillo, dando a conocer una declaración que marcaba con total claridad el estado de ánimo de los revolucionarios paceños, "Ya es tiempo, de organizar un sistema nuevo de gobierno fundado en los intereses de nuestra Patria altamente deprimida por la bastarda política de Madrid. Ya es tiempo, en fin, de levantar el estandarte de la libertad de estas desgraciadas colonias, adquiridas sin el menor título y conservadas con la mayor injusticia y tiranía".
Murillo comenzó a reunir tropas y prepararlas para el combate, pues se acercaba hacia La Paz, los ejércitos enviados desde Lima por Abascal, al mando de Goyeneche con 5.000 hombres, y los enviados por Cisneros desde Buenos Aires, al mando de Nieto con 1.000 hombres.
Goyeneche derrotó a los revolucionarios y entró a La Paz, instaurando un régimen de terror, y desató una represión con una saña similar a la que se había empleado varios años antes para reprimir la insurrección india de Tupac Amarú.

Los principales jefes revolucionarios fueron encarcelados, torturados y asesinados. Murillo fue muerto en la plaza pública, los cuerpos ahorcados de los caudillos patriotas fueron expuestos varios días, a manera de escarmiento para la ciudad rebelde. Varios inocentes también cayeron bajo la garra de Goyeneche, aquellos pocos que lograron salvarse de la muerte fueron confinados a Malvinas o desterrados a España.
Valen estos hechos para demostrar a lo que se arriesgaban los revolucionarios cuando se enfrentaban al poder de los absolutistas españoles. Esto debe tenerse en cuenta para comprender cabalmente la decisión revolucionaria con que actuó Moreno contra los enemigos de la Patria. Cuando se lo acusa a Moreno de haber sido defensor del terror, no se tiene en cuenta que los absolutistas lo habían impuesto desde su llegada a estas tierras.

La falta de decisión en algunos casos, las divergencias entre los patriotas y sobre todo la inferioridad militar, fueron las causales de la derrota de los revolucionarios de La Paz. Pero a pesar de haber sido vencidos, este intento liberador marcó el camino a los patriotas de toda América, que poco tiempo después siguieron el camino de los mártires de La Paz.
Al conocerse la noticia de la represión en La Paz, los hombres implicados en el levantamiento de Chuquisaca optaron por rendirse. Con ellos la represión fue mucho más suave, dado que muchos de ellos eran españoles y no habían llegado a plantear la independencia, que tanto asustaba a los funcionarios coloniales.

Uno de los principales agitadores en el Alto Perú, fue el joven abogado tucumano Monteagudo, quién actúo más tarde en el partido morenista, llevando adelante las ideas de Moreno luego de su muerte. También fue ministro de San Martín y luego colaboró con Bolivar. Bernardo Monteagudo fue uno de los hombres que más hizo por la independencia americana.
En Buenos Aires, al tomar conocimiento del comportamiento de las fuerzas realistas en La Paz, creció la indignación contra el virrey Cisneros que había enviado tropas para reprimir el movimiento revolucionario.

La economía antes de la creación del Virreinato
Capítulo 9

La inexistencia de una industria española, por la despreocupación de sus reyes y nobles, convirtiendo a la península en una simple intermediaria con sus colonias. Aquellas naciones que se desarrollaron industrialmente proveyeron las manufacturas que España conducía a América y las que consumía internamente. Los españoles extraían metales preciosos en las minas americanas y compraban con ellos los productos que necesitaba.
Inglaterra en primer término, Francia y Holanda, fueron por vías indirectas las proveedoras de la América hispánica, aunque el control del comercio estuviera en manos españolas, nunca se pudo evitar plenamente el contrabando ejercido fundamentalmente por los ingleses.
Durante largos años la ruta habitual entre España y América fue Cádiz y Portobelo, en este puerto se cargaban los minerales que interesaban a la Corona y se descargaban las manufacturas que se distribuían por todo el continente. A Buenos Aires los productos importados llegaban desde Perú luego de recorrer miles de kilómetros y con precios sumamente abultados.

Este sistema comercial monopólico beneficiaba a una cuantas familias españolas en cuyas manos se concentraba el comercio de Cádiz, pero también repartía cuantiosas ganancias a los comerciantes americanos, que eran en su gran mayoría españoles autorizados a realizar ese comercio.
Que la potencia dominante no fuera dueña de una industria de consideración, permitió a las colonias desarrollar determinados rubros como artesanías, pequeños talleres y ganadería. Vale decir que por un lado el monopolio, y por el otro, la despreocupación industrial española, permitieron a las colonias desarrollar una economía, aunque a niveles muy bajos.
Debe tenerse en cuenta que el principal interés español era el de extraer minerales, por lo que a la Corona le resultaba, hasta cierto punto, indiferente que los súbditos americanos desarrollaran artesanías. Distinta era la posición inglesa, que en tanto potencia industrial, intentó destruir cualquier foco que pudiera significar competencia.

La ganadería y la agricultura solamente alcanzaban niveles de subsistencia o de un reducido intercambio entre las diferentes zonas que constituyeron más tarde el virreinato. Tan sólo el cuero fue un producto de exportación, cuantitativamente importante hacia fines del siglo XVIII.
La producción de mulas en el Litoral y los paños de Tucumán con destino a Potosí tuvieron cierta prosperidad. El comercio de mulas permitió la creación de algunas fortunas. La cría se realizaba en el Litoral, la invernada en Córdoba y la venta en el gran mercado de Salta.
En el noroeste se producía caña de azúcar, algodón, tabaco y arroz. También se desarrollaron artesanías para la producción de paños de algodón, carretas, muebles y la transformación de productos como el cuero y el sebo. Muchas de estas producciones eran extraídas de las grandes fincas de propiedad de españoles con mano de obra indígena sometida al trabajo servil. Esta era la región que mayor desarrollo había obtenido por estar vinculada a la minería del Alto Perú.
En la zona de Cuyo la principal actividad estaba dada por la producción de la vid y la ganadería. Existían además algunas artesanías textiles y comerciaba con el litoral y el Alto Perú ; vino, alcoholes y frutas secas.
Córdoba tenía en la ganadería la actividad que le producía los mayores réditos, particularmente los animales de carga con destino a las minas de Potosí. Las artesanías existían tan sólo como actividad de subsistencia.

En tanto en el Paraguay, hasta la expulsión de los jesuitas en 1753, había 150.000 indios aproximadamente trabajando en la ganadería y la agricultura para el consumo interno de las misiones y exportaba a otras regiones la yerba mate.
El Alto Perú basaba su economía en la explotación del Cerro de Potosí, en otras partes se producía aguardientes como en Montegua y artículos textiles en Cochabamba.
La mayor parte de la producción del interior era para el consumo propio, existiendo un cierto intercambio entre las regiones. Estas estaban separadas por distancias que hacían dificultoso el comercio, a esto se agregaba la precariedad de los medios de transporte.
Durante buena parte del período colonial la zona litoraleña fue la más débil en lo relacionado a la economía y a la vez, la más despoblada. La ausencia de minerales, principal interés español, y la imposibilidad de dominar a los indígenas como en otras zonas, determinó que durante mucho tiempo, España no pusiera la vista en esta región.

Las disputas entre España e Inglaterra abarcaron casi todo el siglo XVIII, como consecuencia de la expansión británica en la búsqueda de nuevos mercados para su floreciente industria. América fue escenario de esos enfrentamientos entre ambas potencias.
Portugal sumisa a los dictados de Inglaterra, actuó permanentemente como ariete de la política británica para introducirse en los dominios españoles. El 1680 los portugueses se establecieron en la Colonia de Sacramento con el objetivo de introducir mercancías de contrabando en las colonias hispánicas, pese a que las fuerzas españolas lograron reconquistar la ciudad, por algunos tratados España cedió a Portugal el dominio de Colonia.
El incremento del contrabando perjudicó a las artesanías del interior, algunos telares de Tucumán sufrieron las consecuencias, ante la falta de compradores por la competencia de los productos importados a menor precio.
En 1713 por la paz de Utrech se permitió a Inglaterra establecer asientos para vender esclavos en algunos puertos americanos, entre ellos Buenos Aires, de esta forma los comerciantes ingleses obtuvieron una forma de introducir todo tipo de productos. España capitulaba ante su enemigo, el que año tras año ganaba nuevos mercados y mayor influencia, a costa de la propia España.
Entre 1561 y 1739 el comercio entre España y América se realizaba exclusivamente a través del Caribe. Lugar en que la península centraba su interés comercial. En el Río de la Plata no existían saldos exportables de consideración, lo cuál ubicó a Buenos Aires al margen de la ruta comercial. El aislamiento de la ciudad de reforzó con la instalación de la aduana seca de Córdoba en 1622.
La vida en Buenos Aires era difícil para la mayoría de sus habitantes, para mitigar los problemas económicos de la ciudad, la Corona española permitió una o dos veces al año la salida de navíos de permiso para comerciar con los puertos brasileros. Pero en Buenos Aires, comerciantes y funcionarios participaban del comercio ilegal. Las dificultades para ejercer el contralor y la osadía inglesa, convirtieron a la ciudad en un lugar donde el contrabando era un lugar común.
En la ciudad y en general en todo el litoral la utilización de la hacienda cimarrona tuvo solamente niveles de subsistencia. El cuero y el sebo eran exportados pero la carne solamente se consumía internamente. Sólo los cueros alcanzaron importancia comercial hacia mediados del siglo XVII. Se otorgaban licencias para vaquear, consistentes en permisos para cazar ganado cimarrón, se salía en partidas organizadas para matar el ganado en el lugar donde se encontraba y extraerle el cuero y el sebo, el resto se desperdiciaba.

El 1609 se abrió en Buenos Aires el primer registro de accioneros, es decir de gente autorizada a vaquear, se inscribieron en la oportunidad cuarenta vecinos. Con los permisos empezaron las disputas por la apropiación de las tierras que comenzaron a ser reclamadas por supuestos propietarios con títulos de dudosa autenticidad.
Hacia fines del siglo XVIII creció la importancia política y económica de Buenos Aires y con ello el poder de la clase comercial porteña que logró amasar fortunas de consideración.
Durante el siglo XVIII la mayor parte de la región pampeana estaba en poder del indio, solo el 10 % del territorio de la provincia de Buenos Aires estaba integrado al sistema colonial, esto da una idea de las dificultades de la época para establecer una estancia.
Las vaquerías se autorizaban cuando llegaba un barco de España con permiso para llevarse los productos de la ganadería, los ingleses se entendían directamente con los gauchos o los contrabandistas. Los gauchos acopiadores de cueros mataban al ganado en los campos y los vendían a los contrabandistas. Muchas veces las autoridades estaban implicadas en estas maniobras.
En 1625 la exportación de cueros alcanzó la considerable cifra de 27.000 unidades. A ambas márgenes del Plata, el cuero se convirtió en la principal actividad económica.

En 1695 se trasladó la aduana de Córdoba a Jujuy, y en 1721 se autorizó el tráfico regular de buques de registro entre España y Buenos Aires. En esta ciudad se abrieron varias tiendas de registros que ofrecían artículos europeos, estos registreros estaban autorizados a conducir de regreso frutos del país, así fue creciendo la fortuna y el poder de esta clase comercial cuya influencia perduró más allá de 1810.

Creación del Virreinato e importancia de Bs. As.
Capítulo 10

En 1776 se creó el virreinato del Río de la Plata como forma de frenar el avance portugués en la región. España se vio urgida a dar mayor atención a estos territorios a riesgo de perderlos, por lo tanto modificó su política que tendía a desatender la zona del Plata.
En 1770 comenzaron las autoridades españolas a tomar medidas tendientes a erradicar el contrabando, si bien estas no fueron del todo efectivas, pero asestaron importantes golpes a los portugueses e ingleses. Fue en ese año cuando se expulsó a los ingleses de las Islas Malvinas, el foco de contrabando más importante del sur. En 1777 fue destruido el fuerte de la Colonia del Sacramento, baluarte portugués para introducir mercaderías en el Virreinato.
Fue en 1778 cuando se liberalizó el comercio entre España y sus colonias. De Buenos Aires comenzaron a salir productos, especialmente cueros, ingresando mercadería que era distribuida a todo el Virreinato.
La declaración del libre comercio con España fomentó considerablemente el comercio en América. Entre 1772 y 1776, es decir en los cincos años previos a la creación del Virreinato, habían ingresado al puerto de Buenos Aires tan sólo cinco buques, entre 1792 y 1796 llegaron nada menos que 395 barcos.

El rubro de mayor exportación fue el de los cueros, con la declaración del libre comercio tuvieron un incentivo espectacular. Hasta 1778 la cantidad de cueros exportada por año ascendía a 150.000, luego creció a 800.000 para llegar a 1.400.000 unidades en 1785.
Sucesivas medidas de las autoridades españolas incrementaron el comercio que beneficiaba particularmente a la ciudad-puerto. En 1795 se permitió el comercio con las colonias extranjeras y un año después se autorizó el tráfico comercial con las naciones neutrales. Esta media permitió a Inglaterra, que ese entró en guerra con España, burlar con bastante facilidad las disposiciones legales, haciendo hondear la bandera norteamericana en los mástiles de sus barcos.

Con las medidas señaladas, España concluía un período en el que había mantenido a sus colonias en el más absoluto aislamiento, particularmente en aquellas regiones que no constituían los focos de su interés comercial y de extracción de minerales, esta actitud de la metrópoli había funcionado como un involuntario proteccionismo de las artesanías y pequeñas industrias de las zonas involucradas.
En 1778 la población de Buenos Aires era de 24.000 habitantes mientras que la gobernación de Tucumán albergaba a 150.000 personas, estas cifras marcan con bastante claridad por donde pasaba el mayor peso económico hasta ese momento, pero las medidas señaladas modificarán esa situación. El poder de Buenos Aires fue creciendo con los años y se desarrollaron en su seno, clases sociales vinculadas al comercio exterior, que obtuvieron un gran poder económico, mientras el interior fue sometido a una creciente marginación. Las mercaderías importadas que inundaron el interior empobrecieron regiones que antes fueron prósperas.
Los ingresos de la aduana de Buenos Aires se duplicaron entre 1777 y el año siguiente, casi aumentaron diez veces en los cinco años posteriores. La ciudad-puerto estaba en una posición ventajosa para ser la distribuidora de las mercancías importadas, ninguna otra región ofrecía estas facilidades. Quedaron abiertos los mercados de las provincias interiores a la influencia del puerto de Buenos Aires, con el tiempo, esto provocó una economía deformada, con una gran cabeza y un cuerpo debilitado.
A pesar de las trabas que el Virreinato del Perú oponía, para evitar el desarrollo comercial por la vía de Buenos Aires, todas fueron inútiles ante la liberalización que la misma España fomentaba por razones políticas y militares.
Desde Potosí a Buenos Aires había que recorrer 1750 km. para los que se tardaba unos dos meses. En cambio para llegar desde Lima a Potosí había que ocupar cuatro meses para transitar los 2500 km. que las separaban. Los productos que llegaban a Potosí desde Lima costaban entre cuatro y siete veces más que las traídas desde Buenos Aires.
Mientras que las provincias interiores producían para el mercado interno, las del litoral comenzaron a desarrollar como principal actividad la importación y exportación.
La guerra con Inglaterra, separó a España de sus colonias y la obligó a permitir el comercio de ellas con naciones neutrales. En 1802 firmaron la paz pero sólo duró dos años, pasando el Reino Unido a dominar los mares casi con exclusividad.
Al producirse la agresión británica en el Río de la Plata, sus comerciantes invadieron los mercados de Buenos Aires y Montevideo. Desde le 4 de febrero hasta el 4 de mayo de 1807 ingresaron al puerto de Montevideo, 66 barcos ingleses.
El incremento del comercio porteño permitió el avance de un sector social que dominó la escena política y económica más allá de la Independencia, esta clase mercantil fue la criticada pro Mariano Moreno en la Representación de los Hacendados.
La burguesía comercial, mayoritariamente española hasta 1810, se beneficiaba con el comercio legal que obligaba a todos los comerciantes a estar registrados para poder ejercer la profesión. Pero esto no fue impedimento para que una buena cantidad de ellos, también se dedicara al contrabando, en las épocas que los barcos españoles no llegaban o lo hacía espaciadamente.
Los hacendados, defendidos por Moreno en la Representación, no habían logrado aún, el poder que tenían los comerciantes. Los hacendados debían caer necesariamente en manos de los comerciantes que también eran prestamistas. Aquellos que habían obtenido cierta fortuna era, por lo general, porque también se dedicaban al comercio.
La zona de los grandes ganaderos estaba constituida por la Banda Oriental y Entre Ríos, que contaban con las mejores aguadas naturales y no tenían el peligro de los malones, estos campos estaban más valorizados que los de Buenos Aires y Santa Fe. En estas zonas existían grandes extensiones en pocas manos, pero muchas de ellas carecían de valor por la imposibilidad de ocuparlas.
El comercio era la actividad socialmente más reconocida y de mayor rédito económico durante la colonia, pues había que poseer poder político para obtener el permiso para actuar en dicha actividad.
A medida que crecía el poder económico de la clase comercial, mayor era su necesidad de adquirir bienes suntuarios en el exterior, de esa forma se restaba divisas al comercio interno para el que producía el interior del país. Los beneficios del trabajo nacional eran dilapidados por estos grupos en artículos de lujo para su consumo particular, este comportamiento es típico de los sectores oligárquicos que gobernaron nuestro país.
La burguesía comercial porteña era, en el momento de estallar la Revolución, la clase dominante en la sociedad virreinal. Eran españoles en su gran mayoría, algunos mantuvieron ese poder luego de 1810 adaptándose a las circunstancias políticas, a la vez que se incorporaron criollos a la actividad, pero su comportamiento no se diferenció en nada de los españoles que se beneficiaron antes de la Revolución.
Aún los hacendados no tenían el poder político y su espacio económico estaba acotado por la influencia de los comerciantes a los que debía recurrir para obtener la colocación de sus productos.

La apertura del puerto de Buenos Aires
Capitulo 11

La invasión de las tropas napoleónicas a España, la obligaron a aliarse con Inglaterra, que buscó la forma de obtener los mayores beneficios económicos. El 14 de enero se firmó el tratado que los unía.
Al llegar Cisneros al Virreinato conocía el tratado. Ya Liniers había necesitado recurrir a contribuciones forzosas para paliar las urgencias del fisco, fundamentalmente para mantener a las nuevas milicias surgidas con las invasiones inglesas.
Al poco tiempo del arribo de Cisneros, dos comerciantes ingleses solicitaron permiso para descargar sus productos en el puerto. El virrey decidió recabar la opinión del Consulado y el Cabildo sobre la apertura del puerto.

Cisneros había observado que las leyes contra el contrabando no se cumplían, por lo que creía que al permitir el comercio con los ingleses podría poner fin al tráfico ilegal de mercaderías y a la vez obtener fondos para las exhaustas arcas del estado.
El síndico del Consulado, Manuel Gregorio Yañiz, realizó un escrito donde opinaba en forma contraria a la apertura del comercio con extranjeros. Entre sus argumentos se destacaban dos, la ruina de las artesanías del Virreinato por la introducción de manufacturas inglesas, y la fuga de metales preciosos al exterior por la falta de mercancías para cambiar por los productos importados.

Decía Yañiz : " Sería temeridad querer equilibrar la industria Americana con la inglesa. Estos sagaces maquinistas nos han traído ya ponchos que es el principal ramo de la industria cordobesa y santiagueña, y también se le ha asegurado al síndico que han traído estribo de palo vuelta al uso del país ... Los pueden dar baratos y por consiguiente arruinarán nuestras fábricas y reducirán a la indigencia a una multitud innumerable de hombres y mujeres que se mantiene con sus hilados y tejidos, en forma que, por donde quiera que se mire no se más que desolación y miseria".
Y agregaba : " ¿ Qué sería del infeliz artesano digno en todos los tiempos de la protección de un gobierno ilustrado ? ¿No es verdad que se verían en la necesidad de cerrar sus tiendas y abandonar para siempre sus talleres el zapatero, el herrero, el carpintero, y tanta multitud de artesanos que con el sudor de su rostro sostienen con honradez muchas numerosas familias ? Es voz demasiado común que entre los buques que tenemos a la vista, uno sólo tiene a su bordo diez y nueve mil pares de botas . . . Que golpe éste señor Excmo. Para el gremio de Zapateros de toda especie de cueros o pieles".
A pesar de la opinión de Yañiz, el Consulado por mayoría decidió aprobar la apertura del comercio aunque con ciertas restricciones. El Consulado elevó su propuesta que contemplaba la aceptación del comercio con los ingleses por medio de agentes españoles, prohibiendo la introducción de algunos productos como ropa, muebles y coches ; se permitió el tráfico por sólo dos años y se proponía la obligación de llevarse las dos terceras partes del tonelaje en cueros y el resto en distintos frutos del país.
En el Cabildo también se discutió la cuestión, resultando aprobada pero con la limitación en la introducción de mercadería extranjera que compitiera con las que se producían en el interior del Virreinato. Se debía prohibir a los ingleses abrir casas de comercio obligándolos a actuar a través de consignatarios españoles, se les debía limitar el tiempo para este comercio y debían exportar las dos terceras partes en frutos del país. Las propuestas del Cabildo no diferían de las realizadas por el Consulado.
El Cabildo respondió a Cisneros en los siguientes términos : "Que si no es un bien o beneficio permitir al inglés alguna clase de comercio con nosotros, es cuando menos un mal necesario e indispensable en las actuales circunstancias".
La posición de los comerciantes monopolistas estaba perdida cuando decidió intervenir en el debate el representante del Consulado de Cádiz, Francisco de Agüero, precisamente él asumió la voz en defensa del sector más perjudicado por la medida. En el informe de Agüero se señalaban argumentaciones similares a las de Yañiz.
Agüero decía : " Pero el más sensible y que tocamos más de cerca es el que van a sufrir muchas de nuestra Provincias Interiores que con la entrada de Efectos Ingleses en estos puertos van a experimentar una ruina inevitable, y a encenderse acaso entre ellas el fuego de la división y la rivalidad . . . Y sino reflexiónese que será de la Provincia de Cochabamba si se abarrotan estas Ciudades de toda clase de Efectos Ingleses. Esta Provincia de las más industriosas que tenemos cuya principal y acaso única riqueza, consiste en sus hilados y tejidos con los cuales abastecen este Reino y el de Chile. ¿Qué salida les darán, ó a que precio podrán venderlos a la par de las manufacturas inglesas ? . . . La misma suerte espera a las Provincias de Córdoba, Santiago del Estero y Salta de este Virreinato ; Pugno, el Cuzco, y otras del de Lima : sus Ponchos, Frazadas, Gergas, Picotes, Pañetas, Bayetas y Bayetones ordinarios de que hay tanto consumo en todas estas provincias y Reinos, no habrá seguramente quien los compre, pues serán siempre preferidas las manufacturas de lana ordinaria que los ingleses sabrán traer".
Para el apoderado del Consulado de Cádiz la medida traería consecuencias nefastas como la ruina del comercio español, ruina de la ya débil marina mercante española, golpe a las fábricas de la península, decadencia de las artes, industrias y agricultura, desunión de las colonias y ruptura de los vínculos con España. También se basaba en razones religiosas argumentando que el comercio con los ingleses, al romper lazos con España, afectarían la moral, las costumbres y la religión. La religión inglesa, según Agüero, ahuyentaría la fe.
Las propuestas de Agüero consistían en contraer un empréstito, imponer contribuciones sobre las propiedades de tierras, renta a las fincas, rebaja de los sueldos militares, civiles y eclesiásticos y establecimiento de una gran lotería.
Moreno decidió contrarrestar a las afirmaciones tanto de Yañiz como de Agüero. Lo hizo a través de la Representación de los Hacendados, escrito donde dirigió sus dardos contra los comerciantes españoles que constituyeron, según vimos, el sector con mayor poder dentro la sociedad colonial.
Los criollos contaban con sobrados motivos para desconfiar de los argumentos de los opositores al comercio con otros países, pues estos representaban a los comerciantes que en reiteradas oportunidades comerciaron con los ingleses en forma clandestina, sustrayendo ingresos al fisco.
Para los comerciantes de Buenos Aires la única forma de resolver las dificultades financieras era descargando todo el peso de la crisis sobre los otros sectores de la sociedad, esto surge claramente en la propuesta de Agüero de disminuir salarios. El temor de los mercaderes porteños se centraba en la posibilidad cierta, que la medida pusiera fin al monopolio ejercido por ese reducido grupo de comerciantes habilitados.
Moreno respaldó la medida de apertura del comercio pues tendía a fortalecer las finanzas del estado, única forma de mantener en actividad al ejército donde tenían preponderancia los criollos y al que algunos comerciantes y funcionarios españoles querían desintegrar. No desconocía las satrapías de la que eran capaces los ingleses, especialmente si en la ciudad había gobernantes dóciles a sus dictados, pero un gobierno con decisión nacional podía utilizar los excedentes producto de las salidas de cueros y demás exportaciones, para iniciar un desarrollo económico independiente.

La voluntad de los hacendados y labradores al recurrir al estudio de Moreno, uno de los más prestigiosos de la ciudad, era poder exportar sus productos sin trabas, sin caer en las manos de los comerciantes que dominaban el comercio exterior.
El Cabildo y el Consulado, como así también Moreno eran partidarios de la apertura del puerto, con ciertas restricciones que impidieran el abuso inglés. Esta idea contaba con mayor cantidad de adeptos que la de Agüero y Yañiz, porque se trataba de una necesidad imperiosa y no de disquisiciones teóricas. Moreno no hizo otra cosa que interpretar esa necesidad, basándose en el conocimiento que tenía de la situación europea y americana.
La Representación fue fechada el 30 de septiembre de 1809 y presentada ante Cisneros el 6 de octubre, pero no fue publicada hasta 1810 pues el virrey no lo permitió. Poco después de conocer la Representación, Cisneros citó a Moreno al Fuerte y le ofreció un puesto en España, que el joven abogado no dudó en rechazar. Cisneros buscaba sacarse de encima a un criollo que tenía ideas que podían ser peligrosas para los gobernantes coloniales.
El 2 de noviembre de 1809 el virrey llamó a una junta consultiva y presentó los informes favorables del Cabildo y el Consulado, la junta coincidió con esas opiniones.
Por el decreto del 6 de noviembre se permitió la introducción de mercaderías extranjeras, siempre que fueran consignadas a comerciantes españoles, los productos competitivos con los del país tuvieron un recargo del 12 %, quedaba prohibida la importación de vinos, vinagres y aceites ; y se negaba todo permiso para extraer oro y plata.
Una vez que el decreto se puso en práctica, los ingleses hicieron todo lo posible para llevarse el metálico y evadir de esta forma la reglamentación, la mayoría de los buques no pasaban sus productos por la aduana. Ante tamaña violación, Cisneros decidió la expulsión de los comerciantes ingleses, dándoles ochos días para abandonar el Virreinato. Los ingleses contaron con el amparo de Lord Strangford, embajador en el Brasil, quién presionó al virrey para que alargue el plazo, fue entonces cuando Cisneros concedió cuatro meses para que los comerciantes ingleses concluyeran sus negocios y se retiraran de este puerto.
No obstante estos inconvenientes, la recaudación de la aduana en los cuatro meses posteriores a la apertura del comercio igualó a la totalidad de los ingresos de todo el año 1806.

Opiniones sobre la Representación
Capítulo 12

Historiadores de tendencias antagónicas han coincidido en un aspecto, Moreno era librecambista y como tal debía rescatado o vilipendiado, según la ubicación desde donde se emitía la opinión. Para quienes así piensan, la Representación de los Hacendados surgía como un documento irrefutable del liberalismo a ultranza de Mariano Moreno.
La escuela histórica liberal, que aún sigue siendo la oficial, ha intentado demostrar que el joven patriota era uno de los suyos, para esto fue indispensable silenciar minuciosamente su verdadero pensamiento revolucionario. La Representación pasó a ser considerada como un verdadero monumento del liberalismo económico, sacándola de contexto y presentándola como una obra válida para cualquier época. Pero para que la maniobra fuera completa debía ocultarse otros trabajos, como el Plan de Operaciones o las páginas donde Moreno discrepó con los ingleses.
Una de las dificultades para estos historiadores consistió en explicar como Moreno pasó de ese supuesto liberalismo de la Representación a una posición partidaria del intervensionismo estatal como fue la que sostuvo en el Plan de Operaciones. Ambos escritos tienen apenas un año de diferencia.
Nosotros creemos que más que una transformación de Moreno, lo que cambió radicalmente fue la situación política, como producto de la Revolución de Mayo. Moreno escribió la Representación de los Hacendados durante un sistema de gobierno que ya a esa altura, le resultaba cuestionable, no por casualidad había participado, de una forma u otra, en el derrocamiento de dos virreyes y poco le faltaba para que actuara en la caída del último representante de la Corona española. Cuando escribió el Plan de Operaciones era integrante del gobierno y el más activo del mismo.
En circunstancias tan distintas, los escritos debían tener sus lógicas diferencias, por otra parte, la Representación se refería a un tema muy concreto, mientras que el Plan era un proyecto de gobierno revolucionario, por lo que las cuestiones tratadas estaban bien diferenciadas, al igual que las circunstancias.

Otros historiadores han criticado a Moreno y a la Representación por ser un trabajo falto de realismo, con mucha erudición pero desconectado de las necesidades del Virreinato. No coincidimos tampoco con esta afirmación, pues en la Representación, las propuestas de Moreno no se diferenciaban en nada de aquellas que en definitiva se aprobaron, A lo largo de la obra marcó las necesidades más urgentes del estado, señaló el grave problema que para el fisco resultaba el contrabando, y denunció como ninguno el comportamiento hipócrita y especulador de los comerciantes de Buenos Aires.
Pero la crítica a la figura de Moreno que merece que no detengamos por un momento, es aquella que creó ven en él una supuesta anglofilia, que según ellos es posible detectar en la Representación y que podía extenderse a toda la actuación pública de Moreno. Consideramos esta aseveración totalmente injusta, para el hombre que más hizo en aquellos años, por nuestra independencia nacional.
En Europa tres naciones se disputaban el predominio mundial : Inglaterra, Francia y España. En 1809, Gran Bretaña era aliada de España, por lo que los patriotas americanos entendían que era imprescindible neutralizar la acción de los ingleses que podían concurrir en defensa de sus aliados, ante un levantamiento en las colonias españolas.
Esta táctica de los revolucionarios de Mayo no significaba, ni mucho menos, entregar el patrimonio nacional a los mercaderes ingleses, como en años posteriores lo hicieron gobernantes que se aferraron a una política suicida para los intereses de la Nación y su pueblo. La política realizada por el binomio Rivadavia y Manuel García fue un ejemplo de lo que estamos señalando.
En los años previos a los acontecimientos revolucionarios de 1810, estaba fresco el ejemplo de las colonias americanas de Inglaterra que habían contado con el apoyo de Francia y España para lograr su definitiva emancipación. La esperanza de contar con el apoyo de alguna potencia era una posibilidad que los patriotas no descartaban, una alianza con los franceses no pasaba por la cabeza de los revolucionarios por estar fresco en el recuerdo el ejemplo de los españoles contra el invasor galo.
A nadie se le ocurriría acusar de anglófilos al Cabildo o al Consulado, a pesar que sus propuestas, aprobadas por el mismísimo virrey, no diferían de las realizadas pro Moreno en la Representación.
Adherimos a las afirmaciones de Vicente Sierra : "Es un error de fondo asignar a la Representación de los Hacendados... el carácter de pilar inicial del liberalismo económico argentino, pues ni política ni económicamente el documento permite asignarle tal posición. Las conclusiones del escrito bastan para confirmarlo".
Otro aspecto que es sostenido por algún historiador, y con el cual no coincidimos, está referido a darle al escrito un mero carácter jurídico. En primer término, las consideraciones que se hace exceden ese marco, por otro lado, ya señalamos que la actividad de Moreno como abogado estuvo siempre vinculada a su pensamiento político.
El eje central del documento era el profundo cuestionamiento a los comerciantes porteños, que junto a los funcionarios y al alto clero constituían los sectores dominantes del Virreinato, por lo que estos eran los principales enemigos de Moreno y el partido patriota. Esta era la esencia de la Representación, cuestionar al sector más reaccionario y que además lucraba a expensas de otros, como en el caso de los hacendados a los que Moreno defendió, las otras cuestiones deben ser ubicadas en un segundo plano.

La Representación de los Hacendados
Capítulo 13

Ya en 1809, el absolutismo español era el enemigo que visualizan los patriotas y todos aquellos hombres que lo representaban en América, romper el monopolio del grupo de comerciantes significaba una mayor autonomía de los sectores perjudicados por un sistema que beneficiaba a unos pocos.
La discusión no estaba dada entre librecambistas o proteccionistas, discusión que ocupó gran parte de nuestra historia, la cuestión era si los sectores no beneficiados por el comercio exclusivo tenían posibilidades de participar en las ganancias del comercio exterior, en realidad se trataba de determinar si las colonias estaban suficientemente maduras, para manejar su propio comercio de acuerdo a sus necesidades, sin permiso de los comerciantes de Cádiz y sus agentes en América.
El planteo de Moreno tenía como fin que el estado pudiera obtener los medios para iniciar un desarrollo sostenido. "Debieran cubrirse de ignominia los que creen que abrir el comercio con los ingleses en estas circunstancias es un mal para la Nación y para la provincia : pero cuando concedamos esta calidad al indicado arbitrio ; debe reconocérsele como un mal necesario, que siendo imposible evitar, se dirige por lo menos al bien general, procurando sacar provecho de él, haciéndolo servir a la seguridad del Estado".
Moreno condicionó la política al beneficio del Estado, lo que contradice esencialmente el pensamiento liberal que tiende a reducir al mínimo la participación estatal ; para él como para otros patriotas, la apertura del puerto en las condiciones en que se lo hizo, era la única oportunidad del fisco de recaudar fondos que le eran imprescindibles.

Fortalecer las finanzas públicas, incentivar las exportaciones de productos nacionales y erradicar el contrabando eran los pilares sobre los que se asentaba la Representación de los Hacendados : "Desde que apareció en nuestras playas la expedición inglesa de 1806, el Río de la Plata no se ha perdido de vista en las especulaciones de los comerciantes de aquella nación ; una continuada serie de expediciones se han sucedido ; ellas han provisto casi enteramente el consumo del país ; y su ingente importación practicada contra las leyes y reiteradas prohibiciones, no ha tenido otras trabas que las precisas para privar al erario del ingreso de sus respectivos derechos, y al país del fomento que habrían recibido con la exportación de libre retorno".
Al asumir la defensa de los labradores y hacendados remarcaba las dificultades propias de la falta de relación con España por la invasión que esta sufría, lo que limitaba las posibilidades de comerciar con la península. A la vez remarcaba con acierto que España no había podido abastecer América, ni esta estaba en condiciones de producir todos los productos que necesitaba.
Enfrentaba la imagen empobrecida de los labradores a la de los florecientes comerciantes : "Y el viajero a quién se instruyese que la verdadera riqueza de esta provincia consiste en los frutos que produce, se asombraría cuando buscando un labrador por su opulencia no encontrase sino hombres condenados a morir en la miseria".
Interrogaba a las autoridades : "Puesto el gobierno en la necesidad de una operación que deben perjudicar a uno de los dos gremios, ¿ debería aplicarse el sacrificio al miserable labrador que ha de hacer producir a la tierra nuestra subsistencia, o al comerciante poderoso que el gobierno y ciudadanos miran como sanguijuela del Estado ?".
No puede llamar la atención que Manuel Moreno dijera en la biografía de su hermano, que conocida su posición sobre los comerciantes, estos no volvieran a pisar su estudio.
Según la opinión de Mariano Moreno, los comerciantes de Buenos Aires aparecían opuestos al interés nacional, pues todos sus razonamientos contrarios a la apertura del puerto estaban vinculados a los beneficios que les producían, paradójicamente, el control del monopolio y el contrabando del que participaban ante la vista distraída de los funcionarios responsables de ejercer el contralor.
"Porque, Señor ¿ qué cosa ridícula puede presentarse que la vista de un comerciante que defiende a grandes voces la observancia de las leyes prohibitivas al comercio extranjero a la puerta de su tienda en que no se encuentra sino géneros ingleses de clandestina introducción ?".
No resulta difícil imaginar el efecto que debe haber provocado el escrito en el ánimo de Cisneros, que motivó que no fuera publicado durante su gobierno y el ofrecimiento de alejar a Moreno de estas regiones. No era poca la audacia con que enfrentaba sin rodeos al sector con más poder, aún a riesgo de afectar su situación personal y profesional.
La cuestión se agravaba si se tiene en cuenta que el que hacía aseveraciones tan criticas era un criollo, que no dudaba en mostrar a los mercaderes como enemigos del interés nacional, ningún adjetivo quedó en el tintero en el momento de calificarlos "... y un corto número de comerciantes ha mirado el benéfico plan de V.E. con un encono que nada tienen igual sino el placer con que reciben la declaración de una guerra cuando sus almacenes se hallan provistos de efectos".
El cuestionamiento avanzaba hasta el punto de poner en la picota a los comerciantes monopolistas de Cádiz, alcanzando con sus críticas a todo el sistema en su conjunto.

Reconocía y elogiaba la decisión de integrar a las colonias al dominio español, perdiendo tal carácter, pero a la vez solicitaba el mismo derecho a comerciar que España : "Si Señor, la justicia pide en el día que gocemos un comercio igual al que los demás pueblos que forman la monarquía española que integramos". Vale decir, que lo que Moreno y sus representados solicitaban no era otra cosa que la equiparación al resto de las provincias españolas que ya comerciaban con Inglaterra por los comercios firmados unos pocos meses antes.
Toda su artillería fue disparada contra la intromisión de Agüero, representante del monopolio de Cádiz y sus comerciantes : "... no confirmó el Soberano a V.E. la alta dignidad de virrey de estas provincias para velar sobre la suerte de los comerciantes de Cádiz, sino sobre la nuestra, trabajan en la felicidad de aquellos los encargados de sus gobiernos, que la nuestra es obra del celo del jefe superior a quién está encomendada nuestra seguridad".
Y añadía más adelante : "Era un tirano monopolio el que los comerciantes de Cádiz habían usurpado para ejercer el comercio de América con exclusión de los demás puebles de España ; trata el gobierno soberano distribuir a toda la Nación las ventajas de un comercio para el que no tenía Cádiz preferentes derechos...".
Moreno respondió a cada una de las propuestas efectuadas por Agüero, este proponía solicitar un empréstito para hacer frente a las urgencias del fisco. La contestación de Moreno fue brillante, mostrando el profundo sentido nacional de su política revolucionaria, no imitada por gobernantes posteriores. Según su opinión el empréstito era un "recurso miserable con que se consuman los males que se intentan remediar " y alertaba a Cisneros sobre lo peligroso que podía resultar caer en manos de los prestamistas, señalándole que se "contendrán difícilmente en los límites de una situación respetuosa " y "los alentarán injustas pretensiones". El posterior endeudamiento externo del país y el comportamiento voraz de os acreedores nos incitan a recordar y remarcar este pensamiento morenista.

La alianza entre los comerciantes de Buenos Aires y el apoderado de Cádiz, intentaba hacer pagar las dificultades económicas a los sectores de menores recursos, tradicional mecanismo de las oligarquías, imponiendo mayores impuestos, creando nuevos y rebajando los sueldos del personal del estado, de las milicias y de los eclesiásticos, según era la pretensión de Agüero : "Contribuciones a un pueblo que gime en la miseria, y a quién repetidas calamidades han reducido a la imposibilidad de satisfacerlas, es el medio más aparente para anticipar la ruina que se desea precaver".
En lo relativo a la disminución de los salarios, decía "¿ No sería más propia de un mercader, que aparenta tanto celo por el bien general, ofrecer al gobierno una o las dos terceras partes de sus mercaderías ?".
Agüero también proponía establecer la lotería como existía en México y Madrid, a lo cual el autor de la Representación se oponía y respondía con una humorada : "Si en una tertulia privada se hubiese hecho esta propuesta algún genio festivo hubiese hecho extender la propuesta a la habilitación de pulperías, cafés, canchas".
La defensa de Moreno no se limitaba a la de sus mandantes sino que se extendía a la de otros sectores afectados por los intereses comerciales del reducido grupo que en poco tiempo había amasado fortunas de consideración y que hacía primar el lucro personal al del conjunto de la sociedad. Este sector proponía como solución a los problemas económicos y financieros, lo que hoy llamaríamos un "ajuste", el cuál estaba dirigido sobre los grupos de menor poder económico y político, para no afectar el negocio de la burguesía comercial.
Ubicada la obra dentro del contexto en que fue concebida, deben analizarse aquellos párrafos donde el autor elogiaba a los ingleses. Teniendo en cuenta que el enemigo principal de los patriotas era el absolutismo español y no los ingleses, no puede extrañar que se refiera en los términos que veremos a continuación. Sin embargo algunas aseveraciones deben ser criticadas, pues los acontecimientos posteriores demostraron que eran erróneas. La burla que los comerciantes ingleses hicieron de las leyes con posterioridad a la resolución de abrir el puerto, provocaron entre los patriotas, una revisión en la posición sobre los ingleses.
"... ¿ será justo que presentada a nuestros puertos esa nación amiga y generosa, ofreciéndonos baratas mercaderías que necesitamos y la España no nos puede proveer, resistamos la propuesta, reservando su beneficio, para cuatro mercaderes atrevidos que lo usurpan por un giro clandestino ? ¿Será justo que rogándosenos por los frutos estancados que ya no puede el país soportar se decrete su ruina, jurando en ella la del erario y el de la sociedad ? Los ilustrados comerciantes ingleses, que tan atentamente nos observan, fijarían en Europa un general concepto de nuestra barbarie, si aquellas reconvenciones no tuviesen otro resultado que el convencimiento de hombres impenitentes en sus errores ; pero yo me lisonjeo que ellas servirán de freno a los descontentos, y decidirán la superioridad al plan benéfico que la necesidad y la conveniencia pública habían preparado".
Lejos estaba Inglaterra de ser una nación generosa, su historia de conquista y piratería así lo muestran. En el momento de sellar su alianza con España buscó el máximo de beneficio aprovechándose de las necesidades producidas por la invasión napoleónica.
Moreno se refirió elogiosamente a los ingleses en varios párrafos de la Representación : "Nada es hoy tan provechoso para España que afirmar por todos los vínculos posibles la unión y alianza de la Inglaterra. Esta nación generosa que conteniendo de un golpe de furor de la guerra franqueó a nuestra metrópoli auxilios y socorros de que en la mistad de la Naciones no se encuentran ejemplos, es acreedora por los títulos más fuertes a que no se separe de nuestras especulaciones al bien de sus vasallos. No puede ser hay día buen español el que mire con pesar el comercio de la Gran Bretaña : recrudecen aquellos fatales momentos, en que desquiciada nuestra monarquía, no encontraba en sí misma recursos que anticipadamente había arruinado un astuto enemigo ¡ Con que ternura se recibieron entonces los generosos auxilios con que el genio inglés puso en movimiento esta gran máquina que parecía inerte y derrumbada ! ¡Con cuanto júbilo se celebró su alianza, y se anunció la gran fuerza que se nos agregaba con la amistad y unión de nación tan poderosa !"

En otra parte, reiteraba las alabanzas a los británicos : "Por lo que hace a los ingleses, nunca estará más segura las Américas que cuando comercien con ella, pues una nación sabia y comerciante, detesta las conquistas y no gira las empresas militares sino sobre los intereses de su comercio".
Sin duda los británicos manejaron a lo largo de su historia, la política condicionada a sus intereses comerciales e industriales, pero de ningún modo esto excluía las conquistas militares. Moreno suponía que la reciente alianza entre España e Inglaterra, excluía el peligro inminente de una aventura militar británica en las colonias españolas.
Otro aspecto criticable del escrito lo constituye el siguiente párrafo : "Que se prohíba toda ropa hecha, muebles, coches, etc : esta es otra traba tan irregular como las anteriores : Un país que empieza a prosperar no puede ser privado de los muebles exquisitos que lisonjean el buen gusto, que aumentan el consumo. Si nuestros artistas supiesen hacerlos tan buenos, deberían ser preferidos, aunque entonces el extranjero no podría sostener la concurrencia ¿ pero sería justo que se prive comprar un buen mueble sólo porque nuestros artistas no han querido contraerse a trabajarlo bien ? ¿No es escandaloso que en Buenos Aires cueste veinte pesos un par de botas bien trabajadas ?...".
Aquí Moreno comete un error que debe ser señalado, como lo es la imposibilidad de comparar los productos de dos industrias con distintos grados de desarrollo, sin una protección adecuada ninguna industria puede crecer, pues la competencia con otra de mayor poderío, la destruye irremediablemente, pues los precios siempre serán más baratos los de la industria con mayor adelanto tecnológico, es decir la del país poderoso.
No depende exclusivamente de la voluntad o pericia del artesano para realizar mejores o perores productos, sino del estado de desarrollo económico. Esta es una de las razones por la cuál los países poderosos e imperialistas tratan por todos los medios impedir el desarrollo industrial de las naciones más débiles.

Todas las naciones industriales fueron proteccionistas en sus inicios, para convertirse en liberales cuando alcanzaron un poder suficiente para salir a "competir" con las industrias en un estado de mayor atraso.
Hasta aquí hemos trascripto los párrafos que han servido para tildar al autor de la Representación, de liberal y anglófilo, sin embargo esto sólo es posible si se aparta el texto del momento particular que se estaba viviendo, y desconociendo el contenido de las propuestas que Moreno elevó al virrey.

No era liberal, ni mucho menos anglófilo, cada paso de Moreno estaba imbuido de un profundo sentido nacional, aún los elegios al país colonialista como Inglaterra, estaban efectuados desde una óptica en la que los intereses de ese país coincidían con los deseos de los patriotas revolucionarios, los que tenían muy en claro en dónde se ubicaban los enemigos de la causa emancipadora.
Para salir de la crisis financiera y económica, Moreno propuso los siguientes puntos :
1) Admisión del comercio por dos años, reservando la continuación al juicio de la suprema junta.
2) Que los negocios se realizaran solamente por medio de españoles, bajo derechos de comisión o de pactos libremente estipulados.
3) Cualquier persona natural del Reino pudiera ser consignataria, libre elección de los medios para las ventas y posibilidad de remitir a las provincias las negociaciones.
4) Que la introducción de efectos pagaran los mismos derechos que para los permisos que se habían introducido anteriormente.
5) Que el introductor estuviera obligado a llevarse la mitad de los valores en frutos del país.
6) Que los frutos del país, plata y demás que se exportaran, pagasen los mismos derechos que las extracciones en buques extranjeros por productos de negros.
7) Que los lienzos ordinarios de algodón que pudieran debilitar el expendio de tucuyos de Cochabamba y demás fábricas de las provincias interiores, pagaran un 20% más de los derechos, para equilibrar de ese modo su concurrencia.

Las soluciones que planteaba se diferenciaban de lo que podía ser un proyecto liberal. En principio, el comercio exterior se mantenía en manos de españoles lo cuál constituía un elemento decisivo para no quedar atados a las pretensiones de los comerciantes ingleses. Pero iba mucho más allá al plantear que cualquier persona pudiera acceder al comercio, tratando de romper el monopolio del reducido grupo de mercaderes.
Asimismo, la apertura del puerto no era permanente sino por un período de dos años que podían ser renovables sólo con la autorización de España.
Sus propuestas además, intentaban imponer la obligación de llevar la mitad de lo introducido en productos del país, buscando fomentar las exportaciones.
A pesar del párrafo mencionado anteriormente, de las propuestas surge la preocupación por defender la producción del interior proponiendo cobrar derechos más altos para las importaciones que compitieran con los productos nativos.
En definitiva, las medidas tendían a debilitar los lazos con España y tenían por objetivo central, socavar el poder del sector minoritario que imponía sus dictados al resto de la sociedad colonial.
Moreno, más allá de los aspectos criticables aquí marcados, asumió en la Representación de los Hacendados, como a lo largo de su vida, la defensa encendida de los sectores populares, a la vez que se enfrentó a los privilegios que detentaban los españoles.

En aquél año 1810
Capítulo 14

Al comenzar el año 1810, el pueblo de Buenos Aires ya había dado muestras de su firme decisión de luchar por su soberanía, a la vez que había mostrado su fuerza cuando se movilizaba en pos de un claro objetivo. En dos oportunidades había rechazado las invasiones de una potencia de primer orden, expulsó a un virrey cuyo comportamiento público los convirtieron en centro de una repulsa generalizada, en 1809 había fracasado el conato para reemplazar a Liniers, e incluso algunos habían sustentado la idea de resistir el ingreso de Cisneros a Buenos Aires.
Por otra parte, la población siguió con simpatía los levantamientos en el Alto Perú, y se indignó por la sangrienta represión que se descargó sobre los patriotas altoperuanos.
Los últimos años de la colonia, resultaron ser notablemente agitados, pero la falta de coordinación y unificación de criterios, produjeron el fracaso de algunos intentos que cuestionaban el orden establecido, el ejército cuyo mayor exponente era Cornelio Saavedra, se negaba a tener, hasta ahí, posturas contrarias al sistema colonial.
Manuel Moreno explicó con total exactitud, el sentimiento arraigado en la población, luego del exitoso rechazo de los agresores ingleses : " Después de la invasión inglesa, sus naturales adquirieron más bien el conocimiento de sus fuerzas, que el deseo de emplearlas en mejorar su condición ; y fieros de haberse libertado de su opresión extraña se hallaba en cierto modo más avenidos con la antigua, que les parecía tanto menos violenta cuanto debían su permanencia a actos espontáneos de su coraje. Por otra parte parecía que la restauración de la colonia, debida enteramente al denuedo de sus habitantes, el número considerable de tropa que fue preciso levantar para su defensa, y la manifiesta ineptitud de la metrópoli para proteger su establecimiento, darían ocasión a proyectos avanzados hacia un estado de felicidad permanente".
Y continuaba diciendo : " Se había acabado la docilidad absoluta al régimen antiguo, más todavía los límites de una separación completa estaban muy remotos ; estaban sólo más cerca de la edad presente. En una palabra, Buenos Aires después de sus victorias, no podía continuar en ser el teatro del capricho de la metrópoli ; pero se debía ser siempre una parte del imperio español".

Manuel Moreno dejaba planteado un aspecto de suma importancia para comprender el sentir de los patriotas americanos en los momentos previos a la revolución. Buena parte de los principales responsables del gran movimiento emancipador no tenían intenciones de separarse de España, su objetivo estaba centrado en obtener una mayor autonomía con respecto a la metrópoli, y ser tratados en un pie de igualdad con las otras provincias españolas. Querían dejar de ser españoles de segunda, para serlo con todos los derechos, en un sistema de gobierno que respetara la soberanía popular.
La determinación de no separarse de España no era incondicional, dependía en primer término de la actitud de los españoles hacia los americanos, que a poco de andar se demostró que era sumamente mezquina para satisfacer los postergados reclamos de los americanos. En cierta medida también dependía de la fuerza con que España se defendiera a sí misma, pues ni la mayoría de los americanos, ni algunos españoles, estaban dispuestos a seguir a la metrópoli en su suerte, si no era capaz de hacer frente a la invasión napoleónica.
El desprestigio en que cayeron los españoles que comandaban los destinos de América y la derrota casi total del ejército de la península ante las fuerzas francesas, decidieron a los patriotas a elaborar una salida soberana.

El historiador Miguel Angel Scenna definió con breves y ajustadas palabras esta situación : "Aquí, después que Buenos Aires se negó a ser inglesa, no estuvo dispuesta a ser francesa. Sería española, o formaría su propia nacionalidad. Cuando se creyó definitivamente perdida a España, se puso en marcha la determinación, y entonces Mayo".
Mientras el pueblo español resistía valientemente al invasor extranjero, la Junta de Sevilla se debatía en interminables contradicciones, demostrando su incapacidad para canalizar la iniciativa popular y efectuar los cambios que el pueblo reclamaba en la caduca sociedad española.
A todo esto, los ingleses retaceaban el apoyo, para obtener mejores condiciones para su comercio. La perpetua rapacidad británica perseguía un asentamiento en Cádiz para dominar el comercio de la península y sus colonias.
La situación militar de las armas españolas empeoraba constantemente, en octubre de 1809 los franceses desataron una ofensiva total, logrando en diciembre la caída de Gerona, que constituía un símbolo de la resistencia patriótica. El 14 de febrero de 1810, la Junta Central decidió en forma tardía convocar a las Cortes para septiembre, dando a América la posibilidad de una ínfima participación, acentuando la desconfianza americana sobre los acontecimientos en la península.
Cuando los franceses consiguieron acercarse peligrosamente a Sevilla, la Junta, presa de pánico, se disolvió y sus diputados emprendieron la huida, esto provocó un estallido de ira popular ante la cobardía mostrada por sus representantes, algunos de los cuales fueron detenidos por la masa enardecida. La anarquía se apoderó de España, mientras la Junta de Cádiz se auto proclamó como Suprema.
En este marco, los ingleses se decidieron a intervenir para orientar los hechos de acuerdo a sus intereses. El comandante naval británico se apoderó de los diputados en huida, conduciéndolos hasta la Isla de León donde el 31 de enero juró el Consejo de Regencia, complaciendo la voluntad del gobierno inglés.
Desde comienzos de 1810, las noticias que llegaban hasta América eran sumamente alarmantes, en marzo se supo de la caída de Gerona. El 13 de mayo una fragata inglesa arribó con la información de la rendición de Sevilla, la disolución de la Junta Central y la formación del Consejo de Regencia. Esta noticia causó agitación entre los patriotas que vieron llegado el momento de actuar para no sufrir las mimas penurias que desangraban a la metrópoli, la guerra parecía virtualmente definida en contra de España.
A partir de ese momento comenzó en el Río de la Plata una disputa entre los patriotas y los representantes del poder español, que sin llegar al enfrentamiento armado tuvo momentos de dramática irritación. Los patriotas más decididos llegaron a la conclusión de la necesidad de forzar los acontecimientos, neutralizar las maniobras de virrey y sostenedores, y a la vez, lanzarse a conquistar el espíritu de los indecisos.
El 18 de mayo, el virrey redactó una proclama que daba a conocer los sucesos en España y trataba infructuosamente de apaciguar los ánimos, pero la actividad desplegada por los revolucionarios lejos de disminuir se acentuó, llegando a la confirmación de la necesidad de reemplazar al virrey.
En su proclama, Cisneros reconocía la difícil situación de la península y la ausencia de gobierno supremo, reconocido por todos los españoles. Su intención era la de acallar las voces de descontento.
La preocupación principal del partido patriota fue la de obtener el concurso del ejército, en especial captar la voluntad de la figura de mayor prestigio, Cornelio Saavedra, varios comandantes criollos ya estaban ganados para la causa revolucionaria.
Saavedra pasaba aquel fin de semana descansando en las afueras de la ciudad, cuando los elementos más activos consideraron que no podían perder un solo minuto más. Solicitaron a Viamonte que tomara las medidas necesarias para reemplazar a Cisneros, pero se negó a que se adoptara cualquier decisión sin consultar previamente a Saavedra, tras lo cual se optó por mandar a buscar al caudillo militar. Saavedra dudaba sobre si estaban dadas las condiciones necesarias para poner fin al poder virreinal, así los expresó en su autobiografía : " Algunos demasiado exaltados, llegaron a desconfiar de mí, creyendo era partidario de Cisneros. Creció este rumor entre los demás, más yo no variaba de opinión".
Según la opinión de Saavedra, ninguna acción podía desarrollarse hasta tanto se conociera la resolución del conflicto armado en Europa, esta demora en definirse le provocó el cuestionamiento de una parte del partido patriota, las que perduraron luego de la revolución.
Pero las presiones que se ejercieron sobre Saavedra lo obligaron a definirse a favor del movimiento transformador, la balanza se volcaba a favor de los patriotas. Los cuarteles eran un hervidero, los oficiales esperaban ansiosos las órdenes para actuar contra el virrey y sus aliados. A partir de ese momento, los enemigos declarados de la revolución sólo atinaron a postergar las resoluciones que el pueblo de Buenos Aires reclamaba con fervor.
Al arribar a su casa, Saavedra la encontró repleta de oficiales que los instigaban a ponerse del lado de la revolución. Le mostraron la proclama del virrey y le inquirieron una definición, el jefe militar señaló, por fin, que ya era tiempo de actuar contra el orden colonial.
Desde ahí se trasladaron a la casa de Nicolás Rodríguez Peña donde se encontraban entre otros : Belgrano, Castelli, Paso, Chiclana y Berutti ; de la deliberación surgió la determinación de transmitir a los oidores del Cabildo, la opinión del partido patriota sobre la situación en que se encontraba la ciudad y les exigirían, con carácter de urgente, se convocara a un Cabildo Abierto para que los vecinos se expresaran sobre el momento político y las soluciones posibles a la crisis. Saavedra y Belgrano recibieron el mandato de entrevistarse con Lezica, alcalde de primer voto, mientras que Castelli habló con Julian de Leiva.
El Cabildo estaba presidido por Léxica y conformado por cinco criollos e igual cantidad de españoles, sin embargo la visión política de los criollos no difería demasiado de la posición reaccionaria de los españoles. Sin lugar a dudas, durante los hechos de mayo, el Cabildo fue claramente contrario a las transformaciones. Los alcaldes se horrorizaron antes las propuestas que les llevaron los patriotas, pero al ver la firmeza con que estos sustentaron sus posiciones, accedieron a transmitir la propuesta a Cisneros.
Mientras tanto, el clima político en la ciudad alcanzaba niveles muy pocas veces vivido con anterioridad, en los cuarteles se reunía la gente con la voluntad de prestar ayuda en todo lo que hiciera falta, los oficiales se debían esforzar para controlar que no se adoptaran medidas al margen de las dispuestas por el informal comando revolucionario.
Los jóvenes se reunían en las fondas, los más intrépidos arengaban a los parroquianos y los convocaban a derrocar al virrey. La tensión crecía, las casas de los criollos más notables adheridos a la causa nacional, se convirtieron en verdaderos foros de debate, donde se sucedían las reuniones. En las pulperías se trenzaban en polémicas, llegando incluso al intercambio de trompadas entre los adictos a los bandos en pugna.
Cada lugar público se convirtió en ámbito natural para expresar las tendencias políticas. El teatro no escapó a esa situación, en la noche del 20 de mayo, los patriotas y los defensores del sistema colonial se tomaron a golpes de puño, escuchándose en la sala algunos disparos que hicieron más confuso el episodio, las barras de jóvenes partidarios de la revolución, que comenzaron a organizarse en toda la ciudad, obligó a dos oidores a retirarse del teatro. Tal vez para usar una terminología más moderna podríamos hablar de "escrache".
La revolución se respiraba en todos los órdenes de la actividad pública, la colonia tocaba a su fin, en todos los niveles se actuaba para lograr el objetivo de los patriotas, a veces planificadamente y la mayor de las veces desordenadamente.
En ocasiones se ha querido mostrar los sucesos de Mayo como un simple golpe de estado, en donde la participación popular estaba ausente, los documentos y testimonios de participantes en los hechos, demostraron que buena parte de la sociedad participó en la gesta.
Hubo hombres como French y Berutti que actuaron en los barrios, otros como Francisco Planes que subieron a una mesa de una fonda para arengar a los concurrentes con encendidos discursos, fueron estos casos la cabal demostración que estamos ante un suceso histórico que contó con la adhesión de la población de la ciudad.
El 20 al mediodía los alcaldes del Cabildo se entrevistaron con Cisneros al que transmitieron las exigencias del comando revolucionario, el virrey en aras de ganar tiempo y de doblegar la voluntad de sus enemigos, decidió consultar a los jefes militares antes de adoptar cualquier decisión, creía que podrían convencerlos para que actuaran de igual forma que un año y medio antes, cuando salvaron a Liniers de ser derrocado por una rebelión. Pero ahora la situación era diferente, los patriotas habían aprendido de la experiencia anterior.
En la reunión con Cisneros, Saavedra le manifestó lo siguiente : "No queremos seguir la suerte de España, ni ser dominados por los franceses, hemos resuelto reasumir nuestro derecho y conservarnos por nosotros mismos. El que a V.E. dio autoridad para mandarnos, ya no existe por consiguiente V.E. tampoco la tiene, así, que no cuente con las fuerzas a mi mando para sostenerse en ellas".
Al virrey no le quedaba otra posibilidad que acceder a la petición de convocar al Cabildo Abierto. Martín Rodríguez, Rodríguez Peña y Belgrano habían propuesto que si para el 21 no se convocaba al plenario, se debía reunir a la tropa y al pueblo en la plaza para solicitar la renuncia de Cisneros. Así ocurrió y esta presión obligó al Cabildo a enviar al virrey una formal nota, solicitando la inmediata convocatoria.
El primer paso estaba dado, desorganizadamente, pero con una firme voluntad, los patriotas arrancaron al Cabildo y al virrey, el permiso para reunirse en un congreso que decidiría sobre el futuro del gobierno. Pero aún no estaba dicha la última palabra, los reaccionarios por un lado, y los dubitativos por otro, permitieron que la colonia durara unos días más, sin embargo, su certificado de defunción podía ser extendido.

El Cabildo Abierto y la Revolución
Capitulo 15

Los patriotas centraron su preocupación en organizar su participación en el congreso, de manera que sus posiciones pudieran salir triunfantes por mayoría de votos. Con el Cabildo sólo quería hacer participar a la parte más "sana y decente" de la población, quedaban afuera muchos activistas de la revolución. Belgrano fue el encargado de tomas las precauciones para que el congreso marchara por los caminos deseados por los patriotas. Así fue como en las puertas del Cabildo fueron apostadas tropas con el objetivo de intimidar a los absolutistas y permitir el ingreso de algunos hombres claves para la causa revolucionaria, que no contaban con la correspondiente invitación.
Se cursaron 450 invitaciones, pero el Cabildo Abierto del 22 de mayo contó con 251 concurrentes, algunos españoles optaron por no participar, atemorizados en verse involucrados en planes revolucionarios.
Durante el transcurso del Cabildo Abierto, los bandos enfrentados mostraron diversos matices internos. El partido de la contrarrevolución se expresó por boca del obispo Lué y Riega que expuso con nitidez sus ideas que sólo lograron irritar, aún más, al partido contrario. Los patriotas escucharon con indignación estas palabras : "Que mientras existiese en España un pedazo de tierra mandado por españoles, ese pedazo de tierra debía mandar a las Américas ; y que mientras existiese un solo español en las Américas, ese español debía mandar a los americanos, pudiendo sólo venir al mando a los hijos del país, cuando ya no hubiese un sólo español en él".

En otro momento señaló que "...se asombraba que hubiese hombres nacidos en una colonia y que se hallasen con derechos a tratar y discutir asuntos privativos de los que habían nacido en España" y que "....las colonias de América pertenecen exclusivamente a los españoles".
El sacerdote colonialista no olvidaba amenazar a quienes intentaran cambiar el sistema que trataba a los americanos como hombres de segunda clase : "Desconocer la autoridad de la Regencia que en España se ha constituido, es un delito de lesa patria, que las leyes de la metrópoli castigan severamente".

Por el lado del partido patriota se alzó la voz de Castelli, que con total coherencia respondió, uno a uno, los argumentos del obispo Lué. Castelli afirmó que "la España ha caducado en su poder para con estos países" pues "es a los pueblos a quienes exclusivamente toca declarar su voluntad en este caso... porque el pueblo es el origen de toda autoridad, y el Magistrado no es sino un precario ecónomo de sus intereses...".
Castelli continuó marcando la ilegitimidad del Consejo de Regencia al caducar el poder de la Junta Central. Expresó en toda su magnitud la idea de soberanía popular, en la que coincidían la mayoría de los patriotas, entre ellos, Moreno. Este aspecto fue tal vez el más importante de los sostenidos por la generación de Mayo, especialmente por aquellos que constituyeron el núcleo central.

Moreno, Paso, Belgrano y Castelli fueron, entre otros, los que defendieron la idea esencial que el pueblo era soberano para decidir sobre su destino, este sólo los convierte en merecedores de la admiración de las generaciones que les sucedieron y que no siempre supieron aplicar esas enseñanzas.
Castelli sostuvo que los sucesos de la península habían revertido el poder supremo al pueblo, tanto en España como en América, proclamando la necesidad de una revolución que transformara las estructuras en la metrópoli y sus colonias.
Por holgada mayoría triunfó la ponencia de la cesación de las funciones del virrey, varios españoles también apoyaron la propuesta. Donde existió mayor dispersión en las opiniones fue cuando se discutió la nueva forma que debía adoptar el gobierno. Pascual Huidobro apoyado por algunos criollos como Chiclana y Balcarce, propuso que el Cabildo fuera el responsable de nombrar nuevo gobierno, el cuál debía depender de España. Los criollos que se plegaron a esta moción, que no modificaba significativamente la situación anterior, argumentaba sobre la necesidad de aglutinar opiniones como la de Huidobro, que arrastraba a varios españoles.
Saavedra postuló estragar el poder al Cabildo quién se encargaría de designar a una Junta, pero esta debía depender del pueblo de la ciudad y no de la metrópoli.
Castelli propuso que el nuevo gobierno fuera elegido por el Cabildo Abierto, esta fue la posición más revolucionaria porque evitaba que las resoluciones de la asamblea fueran desconocidas por los oidores del Cabildo, como efectivamente ocurrió, a la par que sostenía un principio mucho más democrático en la elección de las autoridades.

Hubo otras ponencias que diferían muy poco con las ya mencionadas, como la de Martín Rodríguez que fue la que apoyó Moreno. Pero luego de las discusiones, las negociaciones llevaron a que los patriotas mayoritariamente, pero no todos, apoyaran la moción de Saavedra que avanzaba mucho más que la de Huidobro, pues plantaba la separación de España.
De esta manera se impuso la propuesta de Saavedra, por lo cual lo resulto ese 22 de mayo contenía dos aspectos : declaraba la cesación del virrey y la asunción de una Junta designada por el Cabildo.
Esto era sólo un triunfo a medias para los revolucionarios, pues la resolución del Cabildo Abierto depositaba en los alcaldes una responsabilidad que no estaban dispuestos a asumir, pues eran contrarios a los cambios. No en vano, Castelli había sustentado que la asamblea popular del 22 de mayo debía designar al nuevo gobierno, como veremos más adelante, Moreno no estaba satisfecho con los resultados obtenidos.
Después del Cabildo Abierto
El 23 de mayo se reunió el Cabildo para realizar el recuento de votos emitidos en la noche anterior y para preparar la trampa aprovechando la confusión existente entre las filas revolucionarias, que no terminaban de ponerse de acuerdo en la forma de dar un corte definitivo a la crisis del sistema colonial.
Las distintas mociones del día anterior, en que hombres del mismo partido habían votado por salidas diferentes, dio pie a los reaccionarios del Cabildo para buscar una solución gatopardista. Pero a pesar de las discrepancias, los patriotas tenían en claro que Cisneros no podía seguir gobernando los destinos del Virreinato y que el pueblo podía asumir la responsabilidad de dirigir sus destinos.
El Cabildo decidió conformar una Junta presidida nada menos que por ¡Cisneros !, acompañado por dos españoles el presbítero Sola y por José Inchaurregui, y por dos criollos : Castelli y Saavedra.
Al conocer la noticia, Castelli decidió renunciar, pero en una reunión realizada en la casa de Rodríguez Peña, sus amigos le insistieron que aceptara con el sólo fin de convencer a Saavedra para que juntos boicotearan la Junta, del jefe de Patricios se volvía a desconfiar pues de inmediato aceptó la solución que trataba de imponer el Cabildo burlándose de la voluntad popular.
En la tarde del 24 de mayo, la nueva Junta prestó juramento, pero su duración apenas fue de unas pocas horas. Al conocerse la composición de la junta encabezada por el derrocado virrey, los revolucionarios aumentaron la agitación, lanzándose hacia los alrededores de la ciudad y a los cuarteles para arengar a los vecinos y a la tropa. Ese día se vio a Chiclana, Moreno y Larrea hablar con encendidas proclamas al Regimiento de Patricios, llamándolo a consumar la anhelada emancipación del asfixiante poder español.
A los jefes militares les resultaba a esa altura, poco menos que imposible, impedir el accionar de sus subordinados, la gente invadió los regimientos solicitando armas para echar definitivamente a Cisneros y a quienes no cumplían con el mandato del Cabildo Abierto.

Mientras tanto en las afueras de la ciudad, French y Berutti hablaban a los vecinos y se sucedían las reuniones en la casa de Rodríguez Peña.
En este clima de honda tensión no existía gobierno que pudiera funcionar, Castelli y Saavedra presentaron sus renuncias y le pidieron a Cisneros que los imitara. Había llegado el momento de jugar la última carta, los partidarios del virrey carecían de tiempo y de soluciones para la crisis, sólo los patriotas tenían algo que decir y mucho por hacer.
El 25 a la mañana se reunió el Cabildo para tratar las renuncias presentadas por la Junta, desde muy temprano habían comenzado su actividad los revolucionarios concientes que el ansiado momento había llegado.
En la noche anterior habían acordado una nueva junta de gobierno, Berutti se encargó de repartir los panfletos que contenían esos nombres, acompañados con una proclama con 476 firmas. Tanto French como Berutti firmaban por ellos y por seiscientos más, en representación de la gente de los barrios. Esta representación se elevó al Cabildo, en ella figuraban hombres de distintas extracciones, desde caciques hasta sacerdotes.
Ese día la plaza, al igual que en días anteriores, había estado muy concurrida, con gente que reclamaba a viva voz la renuncia de Cisneros y la formación de una nueva junta. Al enterarse de las dilaciones del Cabildo, que no aceptó la renuncia de la junta presidida por el ex-virrey, un grupo de revolucionarios se dirigió al Cabildo entrando a la sala de cesiones, mientras otros invadieron las galerías y pasillos, la agitación era imposible de contener, sólo la salida impulsada por el pueblo podían devolver la tranquilidad a la ciudad.
Chiclana, Berutti, French, Planes y otros patriotas ingresaron intempestivamente a la sala de cesiones y criticaron agriamente las decisiones de los alcaldes, solicitando que, de una vez por todas, dieran lugar a sus peticiones. Leiva, con intención de seguir dilatando la cuestión, solicitó que se consultara a los comandantes, estos concurrieron a la brevedad y amenazaron con convocar a las tropas a concentrase en la plaza para imponer por la fuerza la voluntad de los patriotas. Luego de una larga polémica, y de haber tenido que salir del salón para tranquilizar a la gente, el Cabildo aceptó a la Junta propuesta por los patriotas.
La nueva junta se hizo cargo del poder, jurando por Fernando VII, el partido patriota lograda de esta manera sus objetivos, la soberanía del pueblo era una realidad en esta ciudad de América del Sur.
La preocupación, a partir de ese momento, fue extender ese grito de libertad al resto de las provincias del Virreinato, por lo que ese mismo día se decidió enviar una expedición militar al interior.

En su nueva función como Secretario de la Junta, Moreno comenzó con una ferviente actividad de la que no descansó hasta que sus enemigos internos lograron derrotarlo. Esa noche del 25 de mayo, se lo vio redactar proclamas y comenzar a dar los primeros pasos para la organización de la expedición libertadora. Esa noche fue una de las más felices vividas por la ciudad, las casas de los patriotas permanecieron con sus puertas y ventanas abiertas de par en par, los zaguanes estaba iluminados. Desde algunas casas se escucharon los acordes de la música y el baile dio marco al fin de una jornada gloriosa.
Pero para otros, la etapa que se iniciaba no era para festejos, Moreno sabía que de la fortaleza y decisión política de los revolucionarios, dependía que la soberanía lograda fuera permanente.

Moreno en los días previos al 25
Capítulo 16

Moreno formaba parte del grupo de los revolucionarios más resueltos y activos, pero siempre mantuvo una visión independiente, puede afirmarse que el joven abogado no perteneció a ninguna de las tendencias que actuaron dentro del campo de la revolución. No se había comprometido con el Carlotismo, ni tampoco con aquellos que proponían un compromiso con Gran Bretaña para obtener los objetivos de la revolución, en una palabra, Moreno trabajó desde un plano de independencia, tanto en lo organizativo como en lo ideológico.
Cuando muy pocos criollos creían en el valor de las juntas y se animaban a plantear el reemplazo del virrey, ya Moreno había sostenido esas posturas, a tal punto que lo llevaron a comprometerse con el levantamiento de Alzaga contra Liniers.
El totalmente cierto que Moreno no se ubicó a la cabeza de los hechos, otros ocuparon lugares de mayor importancia en esos días, seguramente por responder a grupos homogéneos, como en el caso de Castelli que participó del Carlotismo, o como Saavedra por su ascendiente en las filas del ejército. Pero no es cierto que se mantuviera inactivo, el grupo de mayor dinamismo comenzó a ver en él, a una de las figuras de mayor relevancia en la ciudad. Aunque Moreno no formaba parte del grupo constituido por Castelli, Paso, Belgrano y otros, que venían actuando desde algunos años antes, estos lo invitaron a participar en sus reuniones por la lucidez de sus ideas, contrarias al sistema colonial y por el prestigio que había logrado como abogado.
El 12 de mayo, José María Romero elevó un memorial a Cisneros con una lista de nombres que podían ser considerados peligrosos para la estabilidad del virrey, en el escrito se recomendaba que se procediera a desterrar a los acusados. En la lista figuraban los nombres de Moreno, Saavedra, Paso, Chiclana, Vieytes, Castelli, Larrea, Nicolás Rodríguez Peña y otros. Cisneros adoptó las medidas que le recomendaban, pero en el caso de Moreno le efectuó la proposición del puesto en España, que ya comentamos anteriormente.
Desde le 1° de enero de 1809 estaba en la mira de los reaccionarios por su participación en los sucesos de esos días. La lista confeccionada no era caprichosa, señalaba a aquellos hombres que por su prestigio y arraigo entre sus pares podían ser calificados como peligrosos para el orden virreinal.

Moreno fue invitado y participó de algunas reuniones previas al 25, en la casa de Rodríguez Peña, siguió muy de cerca los acontecimientos, si bien no coincidió con algunas tácticas y con el comportamiento de algunos hombres. Fue uno de los pocos que anticipó con total claridad el engaño que el Cabildo de Buenos Aires preparó a los patriotas, cuando sacó de la galera una Junta presidida por el virrey.
En estos días previos a la revolución se agudizaron las divergencias entre Moreno y Saavedra, que ya venían de tiempo antes, aquél sospechaba de la voluntad del militar de reemplazar al virrey y de formar una junta de gobierno dominada por criollos, conocida era la posición anti-juntista de Saavedra que había salvado a Liniers de una segura derrota, de no haber contado con el apoyo del ejército. La aceptación de Saavedra a formar parte de la junta presidida por Cisneros aumentó la desconfianza de Moreno.
Sin embargo, Moreno participó en el Cabildo Abierto y votó por la moción de Martín Rodríguez que era, con una leve variante, la misma de Saavedra. Moreno no habló en ese congreso, según los testimonios, permaneció callado y hasta malhumorado, pues ni el desarrollo, ni sus conclusiones fueron de su agrado.
El 22 de mayo al terminar las deliberaciones mantuvo una conversación con Vicente López que se desarrolló más o menos en los siguientes términos :
V.L. : -"¿Está Ud. fatigado ?".
M.M. : -"Estoy caviloso y muy inquieto".
V.L. : -"¿Por qué ? Todo nos ha salido bien."
M.M. : -"No, amigo, y he votado con Uds. Por la insistencia y majadería de Martín Rodríguez, pero tenía mis sospechas de que el Cabildo podía traicionarnos, y ahora le digo a Ud. que estamos traicionados. Acabo de saberlo, y si no nos prevenimos, los godos nos han de ahorcar antes de poco ; tenemos enemigos, y algunos que quizá sean los primeros en echarnos el guante".

Al parecer un amigo suyo que era funcionario del Cabildo, le había hecho llegar noticia de la salida que se estaba cocinando entre Cisneros y el Cabildo. Moreno advirtió a los otros hombres comprometidos con la revolución de su pensamiento, pero no le hicieron caso sobre este punto que lo inquietaba, esto sirvió para distanciarlos un tanto del grupo central revolucionario. Los sucesos del 23 y el 24 de mayo confirmaron plenamente las sospechas de Moreno.
Dando muestra de una intransigencia que mostró después en el gobierno, llegó hasta amenazar con no volver a participar del movimiento hasta tanto no se aceptara separar de su cargo a Cisneros y se desecharan las salidas intermedias. Le preocupaba las maquinaciones absolutistas, pero más lo desvelaba las dudas en el bando patriota.

A pesar de este momentáneo distanciamiento el núcleo central de la revolución, Moreno no cesó en su actividad en favor de la causa, así fue como el 24 se lo vio arengar fogosamente a las tropas. Es que si bien no coincidía totalmente en como se llevaba a cabo la organización de la actividad y con aquellas salidas que no significaran la erradicación definitiva del colonialismo, no dejó de trabajar por el triunfo de la revolución.
El 25 por la mañana cuando estaban reunidos en la casa de Azcuenaga, todos los integrantes de la junta recientemente conformada el único que ahí no se encontraba era Moreno, pues no conocía aún que había sido designado para esa responsabilidad. Debieron salir a buscarlos para que prestara el consabido juramento, la noticia la recibió con cierta sorpresa.
Las circunstancia de no haber pertenecido a la dirigencia del partido patriota y las divergencias de los últimos días, lo llevaron a pensar que ninguna responsabilidad le sería otorgada en el nuevo gobierno, sin embargo todos sabían de la capacidad de este hombre de 32 años.

Desde el mismo 25 se convirtió en el corazón y el alma de la nueva junta revolucionaria. Por la noche se sumergió en un fecundo trabajo, redactó proclamas para enviar al interior, comenzó la tarea de organizar la expedición que debía marchar hacia el interior para hacer llegar a todos los confines de la patria, las nuevas voces de la revolución que comenzaba. Sin duda expandir la gesta patriótica fue su obsesión, sabía que el enemigo no se rendiría fácilmente.
Aquí comenzó otra historia, con Mariano Moreno como principalísimo protagonista, colocando al servicio de su pueblo roda la inteligencia y patriotismo que lo habían llevado a ser elegido por el partido revolucionario para ocupar un lugar preponderante.

La conspiración contra la Revolución
Capitulo 17

La gesta revolucionaria del 25 de Mayo generó la inmediata respuesta de los sectores colonialistas, quienes comenzaron a tomar contacto entre sí para coordinar las acciones tendientes a retornar al antiguo orden. Se necesitaba una firme decisión para frustrar estos planes reaccionarios, es en ese difícil momento donde la figura de Moreno alcanzó niveles extraordinarios.
Dentro y fuera del Virreinato comenzó a tejerse una maraña que tenía por fin atrapar a los revoltosos de Buenos Aires que habían tenido la osadía de derogar los privilegios absolutistas y establecer iguales derechos para los americanos.
Buenos Aires también fue foco de la reacción absolutista, primero la Audiencia junto al derrocado virrey y luego el Cabildo, encabezaron la conspiración. Desde Córdoba, Montevideo, el Alto Perú y Lima los españoles pusieron en movimiento sus ejércitos. Hasta la infanta Joaquina Carlota desde la Corte del Brasil intentaba volver por sus fueros queriendo coronarse en Buenos Aires, en definitiva, un poder colosal se alzaba contra los patriotas, sólo un poder similar podía concluir con la conspiración y a eso se abocó Moreno.
La circular del 26 de mayo estaba firmada por el mismísimo Cisneros, en ella se informaba de su renuncia y del llamado al Congreso General al que las provincias debían enviar sus diputados. Al día siguiente, la junta redactó otra circular que envió al interior, informaba que todas las instituciones de la ciudad habían reconocido a la Junta que gobernaba en nombre de Fernando VII, y les solicitaba que reconocieran al nuevo gobierno y procedieran a enviar sus diputados al congreso que sesionaría en la capital.
Cisneros, contra el cual no se había tomado ninguna medida, comenzó en el mismo momento de su obligada renuncia, a conspirar, tomando contacto con los realistas de las provincias. Se comunicó por carta con Liniers al que autorizó a preparar la contrarrevolución en Córdoba, así mismo envió una nota al gobierno e Montevideo señalándole que la circular del 26 de mayo le fue impuesta por la fuerza y le instaba a no reconocer a la Junta.
De esa manera comenzaban las medidas hostiles contra Buenos Aires, el 6 de junio el Cabildo de Montevideo juró lealtad al Consejo de Regencia y ordenaba ocupar Colonia y Maldonado, ciudades que habían sido las primeras en reconocer a la Junta.
Desde Buenos Aires, las primeras respuestas adoptaron un tono claramente conciliador. Se intentó una negociación para lo cuál se envió a Juan José Paso a Montevideo y a Mariano Irigoyen a Córdoba, pero ambas misiones fracasaron rotundamente. El poder español que durante trescientos años había dominado a la América, se resistía de desaparecer sin lucha, la Junta no tardó en comprender esto y tomó las medidas necesarias para asegurar su supervivencia.
El 20 de junio el gobierno cordobés reconoció al Consejo de Regencia. Por todas partes crecía la conspiración y la resistencia frontal al poder del gobierno revolucionario. En Asunción del Paraguay el Congreso General decidió también reconocer al Consejo de Regencia.
El ultra reaccionario virrey de Lima se preparaba para escarmentar a los patriotas, de la única manera que estos personajes acostumbraban hacerlo, con derramamiento de sangre. Un ejército se alistaba desde el Perú en connivencia con el gobernador-intendente del Potosí, Francisco de Paula Sanz, partidario de la esclavitud indígena y enemigo a muerte de las juntas. En su época de estudiante, Moreno había conocido a estos realistas a los que aborrecía por su pensamiento y comportamiento contrario a los criollos.
En Buenos Aires también se pusieron en movimiento los colonialistas, pero los patriotas también estaban alertas, mientras que los primeros se nuclearon en torno de la Audiencia y a Cisneros, los otros no tardaron en ver a Moreno como el más lúcido exponente del partido revolucionario, a partir de estas circunstancias es posible hablar del partido morenista, pues los más decididos e intransigentes se agruparon alrededor del secretario de Guerra y Gobierno de la Primera Junta.
Los jóvenes que se reunían en el café de Marco estaban totalmente identificados con el nuevo gobierno, también en la casa de Rodríguez Peña tenían lugar reuniones de forma permanente como había ocurrido en los días previos al 25. Castelli que vivía ahí se convirtió en uno de los más cercanos hombres de Moreno.
La ciudad estaba al tanto de ebullición, el fiscal Caspe, partidario del virrey fue sorprendido en la calle y apaleado por un grupo de jóvenes. Esta no era la primera golpiza que recibía el fiscal mientras caminaba por la calle, ya en 1807 fue tratado de igual manera por oponerse a la destitución de Sobremonte. Los oidores protestaron y acusaron a French y Berutti de capitanear a un grupo de 50 muchachos que planeaban en la casa de Rodríguez Peña la ejecución de acciones para la defensa del gobierno.
Nadie permaneció quieto, salvo los temerosos, que los había entre los criollos que suponían que más tarde o más temprano, los españoles volverían a tomar el poder y todos los comprometidos en planes revolucionarios serían severamente castigados. En los primeros días de la revolución, dos partidos actuaban en la ciudad, los realistas y los patriotas, las divergencias anteriores al 25 y las que más adelante desembocaron en la separación de Moreno, aún no estaban a la luz. La Junta permaneció unificada en torno a Moreno, quién más trabajaba para consolidar la revolución.
La Audiencia de Buenos Aires envió una nota a Córdoba informando de la constitución en España del Consejo de Regencia y solicitaba su reconocimiento. El 22 de junio, Cisneros y los integrantes de la Audiencia fueron citados al Fuerte. Castelli y Matheu les informaron que para cuidar de su seguridad deben abandonar la ciudad con rumbo a las Islas Canarias. La Junta comenzaba a limpiar el camino atestado de enemigos, la demora en la aplicación de estas medidas drásticas ponía en peligro todo lo conseguido hasta el momento.
La expulsión de la Audiencia estaba plenamente justificada pues era el centro del poder español, que mostraba su más radical negativa a avalar las transformaciones en las colonias. Se había opuesto al cambio de Sobremonte, igual actitud asumió ante el intento de reemplazar a Liniers y nuevamente se resistió a aceptar la Junta instaurada el 25 de mayo. Conjuntamente a la expulsión de la Audiencia y de Cisneros, se prohibió al obispo Lué que concurriera a la iglesia, así cortaban todas las posibilidades de reacción española en la ciudad.
En Córdoba, donde el gobierno había reconocido al Consejo de Regencia, se envió una nota a Buenos Aires solicitando se dejara sin efecto el envío de una expedición que se dirigía hacia la ciudad mediterránea. Moreno no tardó en responder en nota del 27 de junio, cursada a los gobernantes y Cabildos del interior, les señalaba : "La Junta cuenta con recursos efectivos para hacer entrar en sus deberes a los díscolos que pretenden la división de estos pueblos que es hoy día tan peligrosa : los perseguirá y hará un castigo ejemplar que aterre a los malvados".
Así continuaba la política comenzada con la expulsión del último virrey, consistía en reprimir toda forma conspirativa, pues a esa altura no había lugar para medias tintas, estaba en juego la vida o la muerte de la revolución.
Un plan descubierto en poder del hermano de Liniers, cuando intentaba pasar a la Banda Oriental, mostraba la combinación entre los distintos focos realistas. Cuyo proyecto consistía en un articulado sobre Buenos Aires, entre las tropas de Montevideo y las de Córdoba, a la retaguardia iría el ejército comandado por Nieto que partiría desde el Alto Perú, mientras la escuadra española en Montevideo bloquearía el puerto de Buenos Aires, de esta forma, se desataría sobre la ciudad rebelde un conjunto de fuerzas que pondría fin al intento revolucionario.
El embajador del gobierno español en Río de Janeiro, Casa Irujo, había convencido al comandante de la flota de Montevideo para el bloqueo a Buenos Aires, a la vez que obtuvo el apoyo del comandante inglés Elliot.
Varias cartas que los realistas se cursaron entre sí, fueron interceptadas por los patriotas, apareciendo ante sus ojos, con total claridad la confabulación contra el nuevo gobierno. Una carta de Paula Sanz dirigida a Cisneros cuando éste ya marchaba rumbo a las Canarias se refería en los siguientes términos : "El delito que ha cometido esa desgraciada ciudad en la actualidad, con la deposición del mando a que han obligado a V.E. sustituyendo a su alta autoridad, la de una junta subversiva que con título de Provisional se dispone prepara a la instalación de otra general o suprema de Estas Partes..., abusando y aún prostituyendo el respetabilísimo Nombre de nuestro Augusto Suspirado Monarca, como lo han hecho los insurgentes de los Pueblos subvertidos para alucinar con él a los vasallos ignorantes e incautos".

Las respuestas a la contrarrevolución surgieron de la mente y la determinación de Moreno, el 31 de julio, la Junta dio a conocer un decreto en que se ordenaba la prohibición de ausentarse de la ciudad a cualquier persona sin permiso del gobierno, se prescribieron penas a los dueños de buques que transportaran pasajeros sin la autorización correspondiente, se preveían castigos que llegaban hasta la pena de muerte para aquellos que fueran sorprendidos con armas, ya que con anterioridad se había ordenado la entrega de las mismas. También se amenazaba con la muerte para quienes tuvieran en su poder correspondencia de gente de otros lugares y en las que tendiera a fomentar la división. Todas estas decisiones tenían por destinatarios a los complotados, desarmándolos y prohibiéndoles el contacto con enemigos de otras ciudades.
Desde la Gaceta, Moreno respondió a las acusaciones de los realistas, explicaba la situación política y sacaba a la luz las maquinaciones de los españoles comprometidos en la conspiración. No ahorró adjetivos para calificar a los funcionarios españoles que habían tomado el comando de la lucha contra la Junta, a la que buscaban aplastar como medida ejemplificadora para el resto de las ciudades americanas.
En sucesivos Artículos de fines de julio y principios de agosto, respondió a una proclama del representante español en el Brasil, el marqués de Casa Irujo, que se había expresado en términos descalificantes para los rebeldes de Buenos Aires, en su respuesta Moreno afirmó : "La desgracia de ser reputados los americanos poco menos que bestias, por hombres que apenas son algo más que caballos, influye siempre alguna preocupación aún entre personas de razón y buen juicio".
Luego se preguntaba sobre las distintas escala de valores de los españoles en su país y en las colonias, pues mientras en la península surgían juntas en casi todas las ciudades, en América eran consideradas como atentatorias contra el orden colonial, tanto liberales como realistas retaceaban la participación americana en la vida económica y política del Imperio : "¿Es posible que las juntas de España han de seguir tranquilamente, y que han de reputar un crimen la continuación de la nuestra ?".
En respuesta directa a Casa Irujo decía : "No, señor marqués, ni sus esfuerzos, ni sus proclamas, ni la conspiración de los mandones separarán a la América de sus deberes".
El 13 de agosto se informó en una proclama de la Junta, sobre la determinación de cortar toda relación con Montevideo y se explicaba la situación en que se encontraba la Banda Oriental y de las medidas hostiles hacia el gobierno de Buenos Aires. La comunicación se refería ala ocupación de Maldonado y Colonia que habían reconocido a la Junta y de los permanentes reclamos de Montevideo a la Corte de Brasil para que se le envíen tropas y auxilios de dinero para atacar a la ciudad de la otra orilla, la corte no respondió a esa solicitud.
La habilidosa pluma de Moreno, no cesaba de producir escritos que no sólo de difundían en Buenos Aires, sino que también a gran parte del interior dado que varios ejemplares de la Gaceta eran enviados a las provincias, así era transmitido el pensamiento de los patriotas que intentaban contrarrestar la vasta propaganda reaccionaria.
El 6 de septiembre, Moreno perdió la calma al conocer las noticias que llegaban desde el Alto Perú, los integrantes del Regimiento de Patricios que habían sido enviados en 1809 al mando de Nieto a reprimir a los patriotas altoperuano, celebraron con júbilo la instalación de la Junta de Buenos Aires. Nieto no tardó en apresarlos y condenarlos a trabajar en las minas o en las panaderías, a la par de los indios, Moreno era conciente de lo que significaba esa pena, casi similar a una condena a muerte, así ocurrió con varios patriotas que terminaron sus días en los socavones de las minas.
Por eso no puede extrañar que se expresara del siguiente modo : " Este vejamen inaudito ha sido un desahogo propio del soez, incivil, del indecente viejo Nieto. Este hombre asqueroso, que ha dejado en todos los pueblos de la carrera, profundas impresiones de su inmundicia, se distingue en la exaltación por una petulancia y osadía, que nada tienen igual sino el abatimiento y bajeza con que conduce en los peligros".
Los que antes eran amos absolutos eran duramente señalados y criticados por la pluma del secretario de la Junta, algunos no tardaron de caer también bajo las armas de la revolución.

Pero en el mismo artículo en donde se descargaba sus epítetos contra Nieto, se encuentran también algunos de los párrafos más hermosos de los escritos por Moreno : "¡No, generosos peruanos ! Vuestra ilustración está muy acreditada para que os dejéis alucinar por pretextos tan ridículos : uníos estrechamente a vuestros hermanos de Buenos Aires, que no quieren dominaros sino romper vuestras cadenas. Todos reconocemos un mismo monarca, guardamos un mismo culto, tenemos unas mismas costumbres, observamos unas mismas leyes, nos unen los estrechos vínculos de sangre y de todo género de relaciones, ¿por qué, pues, pretenden los déspotas dividirnos ?. Si la causa es justa. ¿por qué temer que los pueblos la examinen ?. Si nuestras pretensiones son injuriosas a los demás pueblos, ¿por qué impiden que éstos se impongan en ellas ? Abrase la comunicación, déjese votar a los pueblos libremente, consúltese su voluntad, examínense los derechos de la América, consúltese por medios pacíficos la ruta segura que debe seguir en las desgracias de España, y entonces, retiraremos nuestras tropas, y la razón, libres de prestigios y temores será el único juez de nuestras controversias. Pero si las hostilidades de los mandones continúan, continuará igualmente la expedición, libertará a los patriotas peruanos de la opresión que padecen, y purgando al Perú de algunos monstruos que la infestan, será llamada por nuestros hijos la expedición de Teseo".
Don conceptos fundamentales se desarrollaban en el escrito, en primer término planteaba la necesidad de la unidad de los americanos basada en igualdad de ideas, religión, costumbres, etc. Este pensamiento fue defendido posteriormente por los libertadores americanos. Por otra parte, defendía la participación popular en las grandes decisiones de la nación, concepción que aún hoy resulta revolucionaria para los países de América Latina, donde las mayorías fueron desplazadas de las determinaciones políticas, económicas, culturales y sociales. Esto ocurre aún en aquellos países con regímenes elegidos por el voto, muchos de los cuales una vez en el poder no garantizan la plena participación del pueblo.
En el mes de septiembre respondió a Abascal, virrey del Perú, desde las páginas de la Gaceta. Abascal declaró a las provincias dependientes de Buenos Aires bajo su jurisdicción, en abierta declaración de guerra a la Junta, el virrey no dejaba pasar oportunidad para denigrar a los americanos señalándolos como "hombres destinados por la naturaleza para vegetar en la oscuridad y abatimiento".
La certera mano de Moreno fue la encargada de responder a tamaña provocación, aprovechando la oportunidad para asentar su pensamiento sobre España y la decisión de los americanos de seguir su propio camino : "Trescientos años de pruebas continuadas has enseñado a nuestros monarcas que las Américas estaban más seguras en el voluntario vasallaje de sus hijos, que en las fuerzas de sus dominadores. El español europeo que pasaba en ellas, era noble desde su ingreso, rico a los pocos años de residencia, dueño de los empleos, y con todo el ascendiente que da sobre los que obedecen, la prepotencia de hombres que mandan lejos de sus hogares. El curso de las vicisitudes humanas reduce la España a esclavitud, todos los pueblos libres de la Monarquía recobran sus derechos primitivos, y cuando los naturales del país parecían destinados por la naturaleza misma de las cosas a subrogar el rango de sus dominadores, se ofenden éstos de la moderada pretensión con que aquellos se contentan, de que seamos todos iguales : y aunque se reconocen sin patria, sin apoyo, sin parientes, y enteramente sujetos al arbitrio de los que se complacen de ser sus hermanos, les gritan todavía con desprecio : americanos, alejáos de nosotros, resistimos vuestra igualdad, nos degradaríamos con ella, pues la naturaleza os ha criado para vegetar en la oscuridad y abatimiento. Aturde semejante atentado ; y aturde muchos más que en la gran ciudad de Lima se haya fulminado este insulto públicamente".
Este párrafo muestra el esfuerzo de los patriotas americanos para ser considerados en un pie de igualdad con los nacidos en la península y el rechazo de éstos a tal posibilidad pues los consideraban como seres inferiores. Así lo demostraba la triste frase de Abascal y las expresadas en el Cabildo del 22 de mayo por el obispo Lué y Riega, estas provocaciones decidieron a los patriotas a buscar la independencia como única camino hacia la dignidad.
El escrito de Moreno continuaba "... podemos afirmar que el gobierno antiguo nos había condenado a vegetar en la oscuridad y abatimiento ; pero como la naturaleza nos había criado para grandes cosas, hemos empezado a obrarlas, limpiando el terreno de la hoja de tanto mandón inerte e ignorante, que no brillaban sino por los galones con que el ángel tutelar había cubierto sus vicios y miserias".
De nada podía acusarse a los americanos ya que la responsabilidad del atraso era de los que gobernaban sin permitirles posibilidades de crecimiento económico y cultural. Veladamente se empezaba a vislumbrar la idea de independencia en las palabras escritas por el responsable de la Gaceta : "... ya es tiempo que salgan a la luz las virtudes que el despotismo ocultaba en la oscuridad, por no tener valor para soportar su presencia".
En el número de la Gaceta del 25 de septiembre informaba de un acto hostil de los marinos españoles de Montevideo que cuatro días antes habían disparado un cañonazo sobre el Retiro para huir luego, ya Buenos Aires sufría del bloqueo de su puerto.
En el mes de octubre, la junta revolucionaria debió hacer frente a otra confabulación, esta vez surgió en el mismo corazón de Buenos Aires. El Cabildo, conformado por hombres contrarios a la junta y temerosos del castigo de España, decidió reconocer al Consejo de Regencia jurándole lealtad, esta traición se completó con el envío a Montevideo de una nota denostando al gobierno de Buenos Aires. Moreno propuso actuar con el máximo rigor, pero Saavedra se opuso, llegándose al acuerdo de desterrar a los capitulares.
El 23 de octubre la Gaceta informaba sobre estos sucesos ocurridos el 17, Moreno acusó a los miembros del Cabildo señalando que "nuestra sangre era el principal objeto de sus empeños. El 18 de octubre el Cabildo, con otra formación, dejaba sin efecto el reconocimiento del Consejo de Regencia.
En la circular del 3 de diciembre, al Junta ordenaba no conceder empleos a los españoles, se exceptuaba a los otros europeos y extranjeros cuyos países no estuvieran en guerra con Buenos Aires. A la vez se garantizaba el trabajo de aquellos españoles empleados a esa fecha e incluso les aseguraba la posibilidad de obtener ascensos. Esta ley no podía extrañar pues de hecho se estaba en guerra contra España, por lo cual se tomaron las medidas precautorias contra el enemigo, aquellos, que dieron muestras de estar definidos por la causa americana no sufrieron de esta nueva legislación que sólo estaba dirigida a evitar el accionar de los enemigos.
Hemos visto hasta aquí la tremenda confabulación contra la revolución : La tarea de hacer frente a esas fuerzas era poco menos que titánica, no resultaba fácil enfrentar conjuntamente a los ejércitos de Montevideo, el Alto Perú, Lima y Córdoba, todos unidos para exterminar a los rebeldes, de igual manera que un año antes los habían hecho en le Alto Perú. Como si fuera poco esta latente la posibilidad de una invasión portuguesa.
Moreno contestó desde la Gaceta a la propaganda de los enemigos de la revolución, pero también los patriotas se vieron obligados a responder con las armas.

La expedición
Capitulo 18

La situación en las provincias interiores era por demás complicada, algunas no tardaron en apoyar la nueva realidad, designando a los diputados para el congreso, otras, tardaron en enviar su reconocimiento, mientras que también las hubo las que se declararon decididamente en contra de la Junta de Buenos Aires.
Tanto Maldonado como Colonia, que fueron las primeras en reconocer a la Junta, fueron ocupadas por los realistas de Montevideo. Tanto ésta, como Córdoba fueron notoriamente contrarias al cambio de gobierno ; en tanto que Santa Fe, Misiones, Corrientes y Entre Ríos se declararon favorables a la Junta desde un principio.

Mientras Mendoza aceptó los acontecimientos producidos el 25 de mayo, San Juan se declaró contraria, en una reunión del Cabildo efectuada el 13 de julio. El Cabildo de La Rioja prefirió permanecer en silencio por un largo tiempo hasta que el 1° de septiembre dio el acuerdo a los cambios operados en la capital.
San Luis reconoció a la Junta el 13 de junio, Salta el 19 del mismo mes, aunque con una gran oposición, el 29 Santiago del Estero se expidió en igual sentido. En Catamarca se nombró a un realista como diputado para el Congreso llamado por Buenos Aires, en una abierta actitud de provocación, pero el 4 de septiembre dio marcha atrás en la decisión. Tucumán aceptó la decisión de Salta por ser dependiente de ésta, pero también con la resistencia de un grupo importante de ciudadanos. Jujuy no se expidió sobre la circular enviada por la Junta.

Las provincias del Alto Perú no se definieron hasta el triunfo armado de los patriotas, a excepción de Tarija y Cochabamba que lo hicieron a favor de la revolución.
Así fue como en todo el país se reunieron los Cabildos para declararse en uno u otro sentido. El acta que las provincias pusieron a consideración de sus habitantes, era la del 27 de mayo que iba acompañada con la copia de la nota de Cisneros por la cuál aceptaba su reemplazo lo que hacía más sencillo el reconocimiento.
Como señaló Puiggros, la aparente mayoría a favor de la Junta era ficticia pues la nota de la Junta explicaba, que ella se había constituido para defender los derechos de Fernando VII, y que tanto Cisneros como los oidores aceptaban de buen grado el cambio de situación, en algunos casos el reconocimiento se efectuó luego de transcurrido un tiempo prudencial para analizar los acontecimientos. Nosotros creemos que si bien existía una mayoría favorable al cambio de gobierno y a una búsqueda de mayor igualdad con respecto a las provincias españolas, los sucesos en los primeros tiempos revolucionarios colocaron a los patriotas en una situación muy débil, agravada por el estado de confusión que se vivía en el interior.

El acta de formación de la Junta, la obligaba a enviar una expedición a las provincias con el objetivo de expandir la revolución a todo el territorio del Virreinato. Se realizó en Buenos Aires una colecta que comenzó el mismo Moreno, para obtener los fondos necesarios para pertrechar al ejército libertador. Al poco tiempo estaban listos todos los detalles para poner en movimiento a los 1.150 hombres que se dirigieron a Córdoba.
El mando militar fue encargado a Francisco Ortiz de Ocampo con Antonio González Balcarce como segundo, el mando político se le otorgó a Vieytes como delegado de la Junta. El mando militar estaba sujeto al político y éste a la Junta y en especial a Moreno. Este fue el principal responsable de la organización de esta expedición en su condición de Secretario de Guerra. Dispuso que volvieran al servicio activo todos aquellos que fueron dados de baja luego del rechazo de las invasiones inglesas, medida adoptada por los gobernantes españoles para disminuir la influencia de los criollos en el ejército.
Entre las instrucciones que llevaban los jefes de la expedición estaban las de hacer cumplir el anhelo de soberanía popular en las provincias, así fue como se ordenó que se dejara actuar libremente a los pueblos para que eligieran a los diputados para el Congreso que iba a sesionar en Buenos Aires.
El 8 de julio, Moreno comunicaba a la expedición que debía apresar a quienes comandaban la conjura contra la revolución y remitirlos a la capital. Mensajes de similar tenor fueron enviados sucesivamente hasta que el 28 de julio al comprobarse la amplitud de la contrarrevolución, se ordenó que los jefes enemigos fueran ejecutados una vez capturados.
El ejército que encabezaba Liniers en Córdoba se fue disolviendo a medida que las tropas patriotas se aproximaban a la ciudad. El 31 de julio, los jefes conjurados huyeron hacia el Alto Perú, la expedición ocupó la ciudad destituyendo al Cabildo y nombrando gobernador a Juan Martín de Pueyrredon. Desde Buenos Aires se ordenó perseguir a los jefes y cumplir con la media de ajusticiarlos.
El 6 de agosto fue detenido Liniers y al otro día los demás jefes. Ortiz de Ocampo, presionado por distintos sectores, especialmente por el Deán Funes, para que no ejecutara a los hombres complotados con Liniers, optó por enviar a los detenidos a la Capital.-
Esta decisión enfureció a Mariano Moreno que consideraba de sumo peligro tener a Liniers residiendo en Buenos Aires, pues contaba con partidarios en la ciudad. Moreno escribió a Chiclana el 17 de agosto : "No puede Ud. figurarse el compromiso en que nos han puesto, y si la fortuna no nos ayuda, veo vacilante nuestra fortuna por éste sólo hecho. ¿Con qué confianza encargaremos obras grandes a hombres que se asustan de su ejecución ? ¿Qué seguridad tendrá la junta en unos hombres que llaman a examen sus órdenes, y suspenden la que no les acomode ? Preferiría una derrota a la desobediencia de estos jefes ...".

Sin dudar un momento, Moreno reemplazó al comité político, enviando otro, esta vez liderado por Castelli, morenista decidido, quién estaba acompañado por French y Rodríguez Peña, también partidarios del secretario de la Junta. Todos los integrantes del gobierno coincidieron con Moreno en la necesidad e ejecutar a los jefes del levantamiento de Córdoba, el incumplimiento de sus instrucciones los obligó a enviar a uno de sus componentes para que ejecutara sin dilaciones la ordenes impartidas.
Moreno le ordenó a Castelli, cumplimentar lo acordado y le indicó : "Vaya V.M., y espero que no incurrirá en la misma debilidad que vuestro general ; si todavía no se cumpliera la determinación tomada, irá el vocal Larrea, a quién pienso no faltará resolución, y por último, iré yo mismo si fuese necesario".
Como se ve, Moreno no andaba con vueltas, particularmente en cuestiones a las que consideraba de vital importancia para el futuro de la revolución. Por los términos utilizados, el cumplimiento de la ejecución de los complotados era fundamental, según su punto de vista, no sólo para no dar muestras de debilidad ante el enemigo, sino porque sabía que los criollos debían actuar con igual dureza que los españoles, única manera de impedir que los indecisos se volcaran al bando enemigo.
De todas maneras, Moreno no era el único que pensaba de esa manera, gran parte de los revolucionarios coincidían con él, en especial muchos de ellos que eran decididos partidarios de actuar con mayor energía, en vistas a profundizar el proceso transformador.
Para esa época los barcos de Montevideo bloqueaban el puerto los que hacía imposible el destierro de los conjurados, pues caerían en manos españolas, y volverían a conspirar contra la Junta.

El comité político enviado a Córdoba, se encontró con la escolta de los prisioneros el 25 de agosto, al día siguiente se los fusiló, el obispo Orellana por su condición de religiosos no fue ejecutado, se lo envió a Lujan en calidad de detenido.
Los ejecutados fueron Liniers, Gutiérrez de la Concha, el teniente gobernador Rodríguez, el coronel Alende y el oficial Moreno. El decreto del 28 julio por el cual se los sentenciaba fue redactado por Mariano Moreno y firmado por toda la Junta, con excepción de Alberti por ser sacerdote.
El 9 de septiembre Moreno dio a conocer la noticia en La Gaceta. Comenzaba afirmando que los conspiradores era delincuentes cuya "existencia no nos ha sido posible conservar". Como en cada escrito aprovechaba la situación para opinar sobre la situación política, mostrando su condición de propagandista de la revolución.
Se expresó marcando la diferencia de criterio con que los absolutistas observaban los hechos en España y en América : "Tan libres éstos como los pueblos de la Península debe creerse con iguales facultades que aquellos ; y si pudieron formar juntas, y separar a sus magistrados las capitales de España, no puede negarse igual autoridad a las de América".
Denunció los verdaderos fines de los que se levantaron en Córdoba : "Es necesario observar, que los jefes de Córdoba no nos reprochaban excesos, cuya reforma pudiera producir una conciliación ; ellos miraban con horror todo desvío del antiguo sistema. Querían el exterminio de la Junta, por más justos que fuesen los fines de su instalación ; y juraban la ruina de los pueblos, siempre que persistiesen en el empeño de sostener sus derechos, y buscar guías distintas que el ciego impulso de sus corrompidos mandones. Semejante empeño (que se manifiesta expresamente en sus correspondencias) condena la América a una perpetua esclavitud, y apelamos al juicio de almas nobles ; para que gradúen el crimen de seis hombres, que han querido sofocar con fuerza armada los derechos más sagrados, y la felicidad más segura de los innumerables habitantes de este vasto continente".
Más adelante pasaba a explicar los motivos de los fusilamientos : "A la presencia de estas poderosas consideraciones, exaltando el furor de la justicia, hemos decretado el sacrificio de estas víctimas a la salud de tantos millones de inocentes. Sólo el temor del suplicio puede servir de escarmiento a sus cómplices. Las recomendables cualidades, empleos y servicios, que no han debido autorizar sus malignos proyectos, tampoco han podido darles un título de impunidad, que haría a los otros más insolentes. El terror seguirá a los que se obstinen en sostener el plan acordado con estos, y acompañados siempre del horror de sus crímenes, y del pavor de que se poseen los criminales, abandonaran el temerario designio en que se complotaron".
Moreno y la Junta apelaron a sus medidas de máximo rigor sólo en contadas oportunidades y con personas comprobadamente comprometidas con la contrarrevolución. Esto sirvió para que algunos autores hayan comparado los métodos de Moreno con los aplicados en la Revolución Francesa. Nosotros hemos sostenido que la particularidad principal de Moreno, como político y gobernante, fue la originalidad de sus planteos. Si mandó a fusilar con la anuencia del resto de la Junta se debió en primer término, a que los españoles a lo largo de su dominio aplicaron estos métodos y aún mucho más crueles, lo que podía volcar hacia el bando colonialista a muchos criollos y españoles que aún dudaban por temor a la represalia realista. Por otra parte, en un virtual estado de guerra con España, estas medidas eran de aplicación común por aquella época, donde el fusilamiento de los absolutistas debía servir para que los enemigos supieran que la Junta Hablaba y actuaba en serio.
Con respecto a la supuesta crueldad por parte de los hombres de la revolución, Nicolás Rodríguez Peña señaló años más tarde "Castelli no era feroz ni cruel. Castelli obraba así porque así estábamos comprometidos a obrar todos. Cualquiera otro debiéndole a la patria lo que nos habíamos comprometido a darle, habría obrado como él. Lo habíamos jurado todos y hombres de nuestro temple no podían echarse atrás. Repróchennos ustedes que no han pasado por las mismas necesidades ni han tenido que obrar en el mismo terreno : que fuimos crueles ¡Vaya cargo ! Mientras tanto ahí tiene ustedes una patria que no estaba ya en el compromiso de serlo. La salvamos como creíamos que debíamos salvarla. ¿Había otros medios ? Así sería, nosotros no los vimos ni creímos que con otros medios fuéramos capaces de hacer lo que hicimos".
Aquí está la explicación de los fusilamientos, lamentablemente se perdieron algunas vidas, muy pocas de acuerdo a la importancia de los acontecimientos, pero se ganó una patria. Así actuaron estos patriotas en los momentos más difíciles, como lo era el comienzo de un proceso revolucionario. El mérito de Moreno y sus seguidores, uno de los más destacados fue Castelli, consistió en crear las condiciones favorables para el triunfo final, la independencia nacional, cuya responsabilidad cayó en otros hombres de igual patriotismo que aquellos que dieron los primeros pasos en esa dirección.
En la memoria del secretario de la Junta y de sus compañeros estaban frescos los recuerdos de la represión del intento de 1809 en el Alto Perú, donde muchos amigos habían perdido la vida o sufrían en prisión. Y aún mas allá en el tiempo, la memoria colectiva tenía presente el descuartizamiento de Tupac Amarú, el formidable caudillo indígena que intentó poner fin a tanta opresión y esclavitud.
En este sentido Matheu afirmó : "... el compromiso o la sentencia que entre los miembros de la Junta se prestaron fue eliminar a todas las cabezas que se le opusieran, porque el secreto de ellas eran cortarles la cabeza si vencían o caían en manos y que si no lo hubieran hecho así ya estarían debajo de tierra...".
El ejército libertador continuaba su marcha hacia el Alto Perú luego de establecer el nuevo orden en Córdoba, esta vez la expedición contaba con el mando militar de Balcarce, que reemplazó a Ocampo, y el mando político de Castelli quién cumplió las instrucciones que Moreno le enviaba desde la capital.

El 12 de septiembre Moreno le escribió a Castelli las indicaciones que debía seguir la expedición en el Alto Perú. En el artículo 6 le decía : "...en la primera victoria que logre dejará que los soldados hagan estragos en los vencidos para infundir el terror entre los enemigos". Esta apelación al terror ha servido parea que determinados autores advirtieran parecidos a la Revolución Francesa. Ernesto Palacio, en cambio, respondió a estos con total justicia : " La leyenda que hace de Moreno un exaltado jacobino es inexacta. Es innegable que era un imaginario y un nervioso, tipo de hombre que siempre asusta a los mediocres : pero estaba dotado de un exquisito equilibrio intelectual...".
En el artículo 9 de las instrucciones le ordenaba iniciar negociaciones con Goyeneche y otros oficiales enemigos, pero sin confiarse de sus promesas, sino de las propias fuerzas : En el 12 mandaba arcabucear a Nieto, al gobernador Sanz, al obispo de la Paz y a Goyeneche, lo que debía realizarse ahí donde se los encontrara. En el artículo 13 mandaba que se remitan detenidos a Buenos Aires a otros españoles considerados peligrosos por su compromiso con la conspiración, en la lista figuraba el nombre de su maestro y protector de los años de estudiante en el Alto Perú, el cura Terrazas.
Así mismo las instrucciones indicaban la necesidad que la administración fuera puesta en manos de hombres de absoluta confianza, y solicitaba se enviaran emisarios a los indios para explicarles que la expedición marchaba en su auxilio.
A medida que la expedición se acercaba al Alto Perú, el ambiente en la provincia se convulsionaba aún más. En julio, Nieto descubrió un complot en Chuquisaca, en agosto el Cabildo de Tarija reconocía a la Junta, el jefe de la guarnición de Oruro desertó con sus soldados y poco tiempo después se eligió un Cabildo partidario del gobierno de Buenos Aires, en Cochabamba sucedió algo parecido. Los acontecimientos demostraron que a medida que se acercaba el ejército libertador, los pueblos y sus dirigentes más lúcidos adquirieron mayor confianza y seguridad, optando por tomar sus propias decisiones para terminar con la opresión, la hora de la libertad estaba próxima.
La importantísima ayuda de los gauchos de Martín Miguel de Güemes mantuvieron ocupado a Nieto, y con la dirección política de Moreno y Castelli no tardaron en verse los frutos para la causa revolucionaria.
En las instrucciones enviadas a Castelli, como en toda su obra, Moreno aparece como un político enraizado en la realidad, contradiciendo a aquellos que lo quisieron mostrar como un político de biblioteca. Los hechos le dieron la razón, cuando obligado debe renunciar a la Junta, casi todo el territorio del Virreinato, a excepción de Montevideo y Paraguay, estaba en poder de los patriotas. Esta situación favorable luego se perdió.

Sobre el terror a que se refirió en las órdenes mencionadas, lo más importante de señalar es que dio sus frutos a la causa del pueblo americano, haber dejado esa metodología exclusivamente en manos españolas hubiese significado renunciar a la libertad, era el precio a pagar y Moreno no dudó en pagarlo.
A la vez que ordenaba intentar negociaciones con Goyeneche para ganar tiempo, también instaba a su ejecución si se lo detenía, de igual forma consideraba imprescindible condenar a muerte a los más enconados enemigos de la causa nacional, la mayoría de los cuales ya tenían las manos manchadas con la sangre de patriotas. Pero no todos los enemigos debían ser fusilados, los más debían ser trasladados a Buenos Aires, incluido su amigo Terrazas.

La estrategia empleada consistía en alejar el foco del Alto Perú de su contacto con el virrey de Lima, ciudad colonial por excelencia y bastión de la contrarrevolución.
En cuanto a la medida de alejar a los españoles de la administración del estado coincidía con la aplicada en Buenos Aires el 3 de diciembre, en la que se prohibía otorgar empleos a los españoles, pero tal resolución esta encaminada contra los enemigos declarados y no contra todos de manera indiscriminada.
Otro aspecto que es totalmente coherente con la lucha de Moreno es el de atraer a los indígenas hacia el camino emprendido por la revolución. Ya vimos que la liberación del indio de la esclavitud fue una preocupación de su temprana juventud, precisamente transcurrida en el Alto Perú.

Otra expedición salió desde la capital con el objetivo de recuperar a la provincia del Paraguay. El mando fue otorgado al vocal de la Junta, Manuel Belgrano, un hombre muy cercano al pensamiento de Mariano Moreno.
En el Paraguay se desconfiaba de Buenos Aires por sus tendencias hacia el centralismo que ya había sido impuesta desde años antes, por los administradores coloniales. Esto motivaba la existencia de un partido independentista liderado por el Doctor Francia, estos perseguían la libertad no sólo con respecto a España sino también hacia Buenos Aires, si bien hasta esos momentos los que dominaban la escena política eran los realistas.

El 24 de julio el gobernador intendente del Paraguay, el coronel Bernardo de Velazco, citó a una Asamblea General donde se juró obediencia al Consejo de Regencia de España. Velazco representaba a unos de los partidos en disputa, el realista. Mientras que los llamados porteños, por ser partidarios de la Junta de Buenos Aires, tenía al frente a Somellera. Para completar el panorama político, José Gaspar de Francia lideraba al partido mayoritario.
La expedición del Alto Perú avanzó hasta Salta, al mando de Balcarce y Castelli, mientras que Ortiz de Ocampo permaneció en Santiago del Estero reuniendo refuerzos.
Abascal se disponía a enfrentarla, pero sufrió un duro golpe cuando en Quito se produce una rebelión que reconoció a la Junta, era el 23 de septiembre de 1810. En Cochabamba ocurrió lo mismo el 14 de septiembre, poco después estallaron levantamientos en Oruro y Santa Cruz de la Sierra.
Güemes y Chiclana, este último nombrado gobernador de Salta por el gobierno de Buenos Aires, enviaron refuerzos para las tropas de Balcarce. Hacia fines de octubre estaban listos para atacar las tropas realistas, las armas patriotas sufrieron la primera derrota en Cotagaita debiendo retroceder, pero el 7 de noviembre se produjo la batalla de Suipacha, donde las fuerzas de la revolución aniquilaron a los españoles con facilidad, el 14 las tropas patriotas de Cochabamba vencieron en Aroma. Estas victorias dejaron a todo el Alto Perú en manos de los partidarios de la Junta, la dirección política de Moreno y Castelli demostraba su eficacia.
Nieto y Paula Sanz fueron tomados prisioneros y de acuerdo a las instrucciones recibidas desde Buenos Aires, se procedió a ejecutarlos el 15 de diciembre, de esta forma terminaban sus días dos de los más furiosos y sanguinarios del nuevo gobierno. Se consumaba el éxito de una estrategia cuyos lazos se extendían hasta esa querida provincia en la que Moreno había aprendido su profesión y gran parte de las ideas que sustentaba siendo miembro de la Junta. El triunfo en el Alto Perú significaba una gran victoria militar y moral para los patriotas, esta situación perduró hasta la derrota del Huaqui el 30 de junio de 1811, pero ya Moreno descansaba eternamente en el fondo del Océano Atlántico.
Al enterarse de la derrota de Cotagaita, Moreno no desesperó y envió órdenes similares a las anteriores, se debía actuar implacablemente con el enemigo, a la vez había que ser cuidadoso para dar cada nuevo paso.
Moreno era un político flexible y no tenía nada de cruel o sanguinario, cuando los acontecimientos lo permitían actuaba con clemencia, así lo ordenó para aquellos oficiales y soldados que depusieran las armas y reconocieran al nuevo gobierno, luego de la victoria de Suipacha.

El 25 de noviembre las tropas con Castelli a la cabeza entraron en Potosí, la ciudad asolada por Sanz durante largos años. El 3 de diciembre recibió nuevas instrucciones de Moreno, que decían "el verdadero espíritu de la Junta es que no quede en el Perú ningún europeo militar o paisano que haya tomado las armas contra la capital". Por eso 53 enemigos fueron desterrados a Salta.
Monteagudo, un patriota revolucionario, cuya actuación tuvo por escenario gran parte del territorio de América, señaló sobre la ejecución de Nieto y Sanz : " Yo los he visto expiar sus crímenes y me he acercado con placer a los patíbulos de Sanz, Nieto y Córdoba para observar los efectos de la ira de la patria y bendecirla por su triunfo, Ellos murieron para siempre y el último instante de su agonía fue el primero en que volvieron a la vida todos los pueblos oprimidos".
Las palabras de Monteagudo estaban determinadas por haber sido en 1809 un principal activista en el intento de establecer la primera Junta en el Alto Perú, el cuál fue sofocado por Nieto y Sanz, y donde murieron muchos de sus amigos.

Terminaremos esta parte recurriendo otra vez a Ernesto Palacio, quién dijo de Moreno : "Era por lo demás un hombre de gobierno nato capaz, por consiguiente de someter sus ideas a la prueba de la realidad y hacer las necesarias rectificaciones, como hubo de verse en los correctivos que aplicó al comercio libre. Por lo que hace a su terrorismo, no es español el asco a al sangre, y no necesitaba Moreno por cierto recurrir a la Convención Francesa para aprender las medidas de rigor aplicables al enemigo por la ley de guerra. Estaba fresco el recuerdo de las represiones de Nieto y Goyeneche en el norte, que necesitaban respuesta adecuada".

La Economía del Gobierno Revolucionario
Capítulo 19

Equivocadamente se ha señalado que la política económica de la Primera Junta era de corte liberal. Nos oponemos a rotular las políticas de acuerdo a los modelos europeos o norteamericanos pues en muy poco se asemejan a las realidades latinoamericanas. La estrategia de la Junta, y en especial la del partido morenista, estaba regida por el un patriotismo pragmático que podía recurrir a ideas externas en tanto fueran útiles a las necesidades nacionales. En lo económico, el gobierno desplegó una política acorde a la realidad del momento con importantes rasgos proteccionistas, contrarios a la rigurosidad liberal.
Los historiadores liberales han cantado loas a Mariano Moreno pues entendieron que su actuación en el gobierno se basó en la Representación de los Hacendados, así lo expresó Levene cuando afirmaba : "Moreno, una vez en el gobierno, comenzó a aplicar sin reservas los principios económicos que había sostenido en la Representación de los Hacendados y Labradores no adoptados en el decreto de comercio con los ingleses del 6 de noviembre de 1809. Así, el 5 de junio se establece una nueva escala de derechos de exportación de frutos del país, disminuyéndolos en más de un cien por ciento, mencionándose en los considerandos ’las restricciones y trabas’ del Reglamento del 6 de noviembre".
El liberalismo oculta o desconoce la existencia del Plan de Operaciones, proyecto de gobierno que nada tenía de librecambista. Al levantar la Representación y ocultar el Plan de Operaciones, evidencian una necesidad de amoldar a los próceres a sus propias ideas. Olvidan que la Representación fue escrita con el objetivo de repudiar el accionar de los comerciantes porteños, principales beneficiarios del sistema colonial, por lo cuál, Moreno estaba muy lejos de instrumentar medidas que favorecieran a esos mismos intereses que había fustigado en el escrito.
Por otra parte, algunos historiadores revisionistas, intentaron convertir al secretario de la Junta en el chivo expiatorio de los males que el país sufrió más tarde cuando fue atado a la telaraña económica tendida por el imperio inglés. Aclaremos sin embargo, que historiadores como Palacio, Puiggrós, Ramos, Galazo o Scenna, enrolados en distintas vertientes del revisionismo, no dudaron ubicar a Moreno en el lugar histórico del que se hizo merecedor por su patriotismo revolucionario que inició el camino de nuestra independencia.
Las medidas de gobierno que sirvieron para justificar las acusaciones o los elogios aquí señalados, estuvieron centrados fundamentalmente en dos decretos que la Junta dictó poco tiempo después de asumir.
El 5 de junio se redujeron a la mitad los derechos de exportación de algunas materias primas que eran de gran importancia para la economía de la época. El cuero, el sebo y otros productos de la ganadería resultaron beneficiados por la resolución. Esta medida tendía a favorecer la exportación, favoreciendo a los hacendados que Moreno había defendido un año antes. No puede considerarse que esta medida, que impulsaba las exportaciones, pudiese ser rotulada de carácter eminentemente liberal, porque otros gobiernos de diferentes ideologías recurrieron a resoluciones similares, ya sea bajando impuestos o subvencionando las exportaciones.

La otra decisión económica que suscitó grandes polémicas fue la del 14 de julio, por la cual se permitió la extracción de metálico previo pago de los derechos correspondientes. La decisión permitía que los comerciantes extranjeros pudieran cobrar en oro y plata. Irazusta señaló que estos dos decretos fueron los responsables de arruinar el comercio local.
A pesar de estos dos decretos, la Junta continuó con varias de las restricciones al comercio que ya eran aplicadas por los españoles, así fue como no se bajaron los derechos de importación, factor fundamental para proteger al artesanado de las provincias. Los comerciantes ingleses elevaron un memorial a la Junta marcándole lo excesivo que a sus entender eran los derechos de aduana que debían abonar.

El Triunvirato fue el que derogó la obligación de consignar las importaciones a comerciantes locales y permitió a los extranjeros vender al menudeo y al por mayor, estos demuestra que en los aspectos claves, las decisiones del primer gobierno patrio se dirigían a proteger la actividad interna, más que a permitir la libre competencia extranjera con las pequeñas artesanías e industrias locales.
Recién en 1812 se suprimió el monopolio estatal sobre el tabaco y en 1811 cuando los ingleses residentes en Buenos Aires se agruparon en un club al cuál los nativos no tenía acceso, como ocurría en la India. Todas estas actitudes adoptadas luego de la renuncia de Moreno, muestran a las claras la falta de responsabilidad de Moreno en la pérdida del rumbo nacional y el acercamiento hacia la Gran Bretaña.
El 17 de octubre de 1810 se dictó el decreto que obligaba a los prestamistas a recibir el trigo al precio de plaza, tratando poner fin a la usura con un artículo de primera necesidad que en esos momentos escaseaba, estas como otras decisiones de la Junta harían poner el grito en el cielo a los actuales defensores de la "libre empresa".

La Junta dispuso la constitución de un fondo permanente para auxiliar a la industria minera el 26 de octubre y otro para fomentar la creación de montes con fecha 17 de noviembre. A instancias de Moreno se mostró preocupación por abrir los puertos de Maldonado y Río Negro en el mes de julio y el de Ensenada en octubre.
Cuando se habilitó el puerto de Ensenada, Moreno adoptó una auténtica medida revolucionaria para evitar que se especulara con las tierras cercanas a ese puerto, que con la inauguración aumentarían considerablemente su valor. Fijaba límites para los terrenos y a los propietarios que superaran esas dimensiones se los obligaba a vender a cualquier comprador que lo solicitara, el precio no lo podía fijar el vendedor sino un perito, el comprador a su vez estaba obligado a construir un edificio en el plazo de dos meses.

Decimos que esta ordenanza era revolucionaria, teniendo en cuenta que los gobernantes que lo sucedieron se caracterizaron por conceder amplias posesiones de tierras fiscales a precios irrisorios, permitiendo una acumulación descarada de extensos campos en pocas manos, campos que permanecieron improductivos por décadas. Tal vez Moreno haya sido el único o uno de los pocos en aquella época que visualizaba la peligrosidad del acaparamiento y especulación con tierras, lo cual ha constituido un mal permanente de nuestra economía.
Otro aspecto que preocupó a Moreno fue el del contrabando, actividad que negaba a fisco recursos importantes y que sólo producía beneficios a un puñado de comerciantes. El nuevo gobierno persiguió el tráfico ilegal como pocas administraciones españolas lo había hecho.
El 12 de julio su pluma volvió a correr para atacar el contrabando y a quienes se enriquecían con él : "El contrabando, ese vicio destructor de los estados, se ejercía en esta ciudad con todo descaro, que parecía haber perdido ya toda deformidad".
Y más adelante apuntaba : "¡Con qué rubor debe recordarse la memoria de esos gobiernos, a cuya presencia brilló el lujo criminal de hombres que no conocían más ingresos que los del contrabando que protegían ! Odio eterno a esos hombres mercenarios que insensibles al honor, y al bien general del estado han arruinado el comercio, corrompido las costumbres y sofocado las semillas de nuestra felicidad".
A renglón seguido se refería al comercio con los ingleses : "...se veía arrastrado al contrabando ; porque por las vías legítimas no podía sostener la concurrencia, con el que las había burlado anteriormente, el pago de derechos, subiría el precio de los efectos, y al mismo tiempo que imposibilitaba sus ventas, las desacreditaba con el principal de los hombres, por los mayores gastos que debía cargar a sus negociaciones, no quedándoles elección entre imitar al vil contrabandista o ser triste espectador de las ventajas que por mil caminos disfrutaba aquél impunemente".
Pero así como justificaba a los comerciantes ingleses no dudó en tomar las medidas pertinentes para concluir con la actividad clandestina de estos mercaderes. Informaba Moreno en la Gaceta que el gobierno al tomar conocimiento que el barco inglés Jane contenía contrabando a bordo, realizó el examen del mismo y al comprobarse el delito se decomisó la mercadería que no había pagado derechos de aduana. En otro caso similar, el de la goleta Juliet, que al ser intimada intentó resistirse a su registro, Moreno se expidió en forma rotunda : "Un pueblo lleno de entusiasmo y celosos de sus derechos no puede mirar con indiferencia aquél movimiento que a primera vista se presentó con todos lo caracteres de un atentado público".
Más allá de los términos indulgentes con que se refirió a los ingleses, debe destacarse la firme actitud de la Junta, que en estos casos actuó con mayor decisión que los gobiernos coloniales.
Moreno se mostraba preocupado por la situación del erario público, cuyos fondos eran imprescindibles para solventar los gastos de las campañas militares, paralelamente criticaba las medias de libre comercio adoptadas un tiempo antes por el virrey, pues habían sido burladas por los comerciantes, consecuencia de lo cual no habían tenido los beneficios esperados. Decía al respecto : "... y la aniquilación del erario, que después de un año de Comercio Libre no ha podido reparar los apuros que motivaron su establecimiento".
Finalizaba el escrito del 12 de julio, reafirmando la voluntad del gobierno de no permitir que sus leyes fueran infringidas, así tuvieran que entrar en colisión con la mayor potencia marítima : "La Junta ha resuelto curar en su raíz todos estos males ; el comerciante honrado no será confundido con el contrabandista ; éste será perseguido con igual energía que protegido aquél ; y por pronta providencia ha mandado la Junta que la firma de este consignatario no se reciba en la Aduana, no en el Real Consulado, para ninguna consignación ni negocio extranjero, esperando el último resultado del proceso, para hacer entender al comerciante inglés que el violador de las leyes del país no ha de recibir en él la generosa acogida que con tan buena voluntad se dispensa a los honrados comerciantes y vasallos de la nación inglesa".
Ni anglófilo, ni liberal, un político patriota que advertía a los comerciantes británicos que no estaban dispuestos a someterse a las leyes del país. O se avenían a pagar los derechos de aduana o les serían aplicadas las medidas que la Junta determinara. Así actúa un gobierno soberano que no está dispuesto a permitir maniobras de mercaderes con ambiciones desmedidas.
La preocupación de Moreno por establecer relaciones comerciales libres con los ingleses no estaba determinada por una supuesta ideología liberal, sino para fortalecer las arcas del estado y en última instancia para pertrechar a un ejército que se disponía a llevar la buena nueva a todos los rincones del continente.

Las relaciones con Inglaterra
Capítulo 20

Los capitanes de los barcos ingleses anclados en el Río de la Plata desembarcaron el 26 de mayo, al mando de Fabian quién se ofreció para ser intermediario entre su gobierno y la Junta de Buenos Aires. En el barco de Fabián se envió una comunicación hacia Londres y se trasladó al enviado designado por la Junta, se trataba de Matías Irigoyen que estaba encargado de comunicar la asunción del nuevo gobierno tanto en Inglaterra como en España. El objetivo era obtener la neutralidad del gobierno inglés e interceder ante éste para evitar una invasión portuguesa, por último se buscaba obtener el aprovisionamiento de armamento. La misión a España nunca se concretó.
El 28 de mayo, la Junta tomó contacto con Lord Strangford, el representante inglés en el Brasil, a quién se le comunicó que se desconocía al gobierno de España radicado en el Consejo de Regencia y que se había constituido una Junta que gobernaba en nombre de Fernando VII. Al contestar la misiva, Strangford se preocupó por remarcar dos cuestiones, por un lado le solicitaba al gobierno de Buenos Aires que se abstuviera de tomar contacto con los franceses y por el otro, le requería que continuaran reconociendo a Fernando VII como soberano.
El 6 de agosto el Capitán Fabian arribó a Londres y comunicó al primer ministro su opinión sobre la Junta, entendiendo que marchaba hacia la independencia bajo la máscara de Fernando VII. Los patriotas americanos le habían advertido sobre la posibilidad de aceptar la ayuda ofrecida por Napoleón si los inglese no se la brindaban. El gobierno británico temía que los franceses aprovecharan la situación planteada en el Río de la Plata.
El 8 de agosto se produjo la entrevista entre el canciller Wellesley y Matías Irigoyen. El ministro se comprometió a ayudar al nuevo gobierno contra Francia y a interceder si alguna potencia intentara tomar medidas contra los revolucionarios americanos, pero se rehusó a vender armas pues la alianza con España se lo impedía, de igual manera comunicaron que les era diplomáticamente imposible reconocer oficialmente a la Junta. Irigoyen utilizó el mismo recurso que anteriormente se había utilizado con Fabian, amenazó con aceptar la alianza con Francia si no se obtenía el apoyo solicitado a Inglaterra.
La intensión de Junta era desarrollar una política independiente que tuviera como aliada a Inglaterra, con el objetivo de impedir la invasión portuguesa, auspiciada desde Montevideo, además evitar un entente entre España y Gran Bretaña, y obtener la provisión de armamento para hacer frente a las fuerzas realistas. Las armas no fueron obtenidas por la vía oficial aunque se logró introducir algunas por la vía del contrabando ante la vista gorda de los ingleses.
La actitud del negociador americano fue totalmente digna, tratando a los británicos en un pie de igualdad y apelando incluso a la amenaza para cumplir con los objetivos definidos por la Junta. No puede afirmarse lo mismo de otros enviados argentinos que posteriormente tuvieron que negociar con los ingleses.
Gran Bretaña miraba con desconfianza el proceso revolucionario iniciado en Buenos Aires a pesar del fluido intercambio diplomático, donde ambos gobiernos mezclaban elogios con advertencias. Desde la óptica de los ingleses no podía ser enteramente confiable un gobierno formado por revolucionarios que desafiaban a España, y hasta tenían osadía de amenazar con efectuar una alianza con Francia si no se complacían sus requerimientos, para colmo de males, algunos comerciantes fueron despojados de sus mercancías y expulsados de Buenos Aires por contrabandistas. ¡Ni los virreyes los habían tratado tan duramente !.

La firme decisión de la Junta y su enviado lograron neutralizar por un tiempo el accionar de los portugueses, que desde el Brasil miraban con codicia los territorios en donde mandaba la Junta.
En septiembre, Strangford envió a un criollo que estaba a sueldo de los ingleses, se trataba de Manuel Aniceto Padilla que junto a Saturnino Rodríguez Peña habían a ayudado a escapar al general Beresford. Las instrucciones que tenía Padilla eran de no comprometer a Inglaterra en el apoyo a la Junta, a la vez que la debía instar a no declarar la independencia y continuar declarándose leal al rey. También la Junta debía mostrarse pacífica hacia la corte portuguesa y mostrar buena voluntad hacia el comercio inglés.
La Junta recibió a Padilla, Moreno se apresuró a informarle, que lo transmitiera a Strangford, que Francia había ofrecido ayuda y que se la había rechazado. La intención de Moreno era ejercer una nueva presión, pues no había ningún indicio que la Junta pudiera establecer lazos amistosos con Napoleón. Una y otra ver aparecía Francia como advertencia a los británicos para que apoyaran el proyecto americano.
En agosto, ante los intentos de los agentes de Carlota para coronarla en Buenos Aires, la Junta le advirtió a Strangford que el país prefería ser gobernado por José Bonaparte antes que por la infanta o los portugueses.

Las presiones de Buenos Aires tuvieron su resultado pues Strangford se vio obligado a intervenir ante Carlota y los portugueses para disuadirlos de que archivaran sus planes para la región del Plata.
Al producirse el bloqueo del puerto de Buenos Aires por los realistas de Montevideo, el capitán ingles Elliot decidió formar parte de la agresión. La posición asumida por la Junta preocupó a los británicos que se apresuraron a descargar toda la responsabilidad en el capitán. El gobierno revolucionario optó por dar por concluidas las negociaciones con Padilla, quién retornó al Brasil para informar sobre el estado de ánimo de los habitantes y el gobierno de Buenos Aires que mostraban una mayor cuestionamiento hacia la política inglesa para la región.

Los acontecimientos se desarrollaron de tal forma que el 28 de septiembre, Stranford escribió a Wellesley para que apurara la decisión de prometer ayuda a Buenos Aire pues entendía que estaba dispuesta a declarar la independencia "muy probablemente bajo la garantía de Francia", informaba también que los agentes franceses trabajaban activamente en la ciudad.
La presión política y diplomática de la Junta dio sus frutos, Strangford alarmado por la actitud soberana del gobierno de Buenos Aires debió enviar a un almirante para que los ingleses dejaran de participar en el bloqueo, reemplazó a Elliot a la vez que intimó al príncipe Juan para que no invadiera la zona de influencia de la Junta. De tal manera se ahuyentaba el peligro de una invasión portuguesa y el bloqueo a Buenos Aires continuó exclusivamente a cargo de los españoles con una mayor debilidad.
El gobierno patriota que estaba dando los primeros pasos y era presa de la inexperiencia, a la vez que de la ambición de las mayores potencias mundiales, sorteó indemne las serias dificultades y logró negociar en condiciones de igualdad con Inglaterra, obteniendo incluso importantes avances diplomáticos que afianzaron la soberanía nacional.
La firme decisión de Moreno en la represión de los actos visibles de hostilidad contra la revolución y su posición independiente, no eran del agrado de los británicos. Strangford envió una nota a Buenos Aires el 17 de noviembre donde puntualizaba : "Los últimos procedimientos de la Junta respecto de Liniers y sus compañeros están poco conformes con el espíritu de la moderación que dictó vuestras primeras medidas y ha dado aún a quienes estaban bien dispuestos a vuestro favor, motivo de ponerse en contra... el cambio de ese sistema (excepto en los casos de alguna agresión) ha de haber sido desagradable al Rey mi soberano".
Una vez reemplazado Moreno, la Junta pareció acceder al pedido de Strangford por lo que envió una nota a Castelli donde le decía que "el sistema ha cambiado", sin embargo, la carta no llegó a tiempo para salvar a Sanz, Nieto y Córdoba.
Cuando el marino inglés Elliot se unió al bloqueo contra Buenos Aires, Moreno desde La Gaceta, el 20 de septiembre, aprovechó los sucesos para sentar su posición hacia los ingleses. Como acostumbraba, en el escrito elogiaba a los británicos y a los comerciantes de esa nacionalidad radicados en esta ciudad, pero también les advertía sobre cualquier intento de lesionar la soberanía naciente de este pueblo americano.
Repartía elogios y amenazas. Comenzaba : "Sorprendidos los habitantes de Buenos Aires con una conducta que nunca debieron esperar de un oficial S.M.B. se resistieron a creer que el capricho, o la predisposición personal, fueses el único agente de aquellas acciones".
Hacía referencia a que los habitantes de la ciudad descreían de la versión oficial inglesa en el sentido que la actitud correspondía a la iniciativa de Elliot sin mediar una orden superior, pero esta había sido una táctica común en la diplomacia británica que ya había utilizado en las invasiones de 1806 y 1807.
Pero Moreno trataba de equilibrar con otra afirmación de corte contemporizadora hacia los ingleses, no obstante la duda quedaba flotando en todo el escrito sobre la responsabilidad de la corona británica en la agresión a Buenos Aires. A la vez mostraba la contradicción evidente entre las declaraciones de amistad de Strangford y la conducta del marino implicado en el bloqueo.

"La conducta del capitán Elliot es indisculpable ... pero sería una temeridad derivar este procedimiento de otro origen, que del sistema personal que se propuso este oficial desde su arribo a estas regiones. Una adhesión anticipada a Montevideo, y la íntima unión con un comerciante inglés residente en aquél pueblo (y a quién la Junta acaba de arrojar de su territorio) será quizá el principio de una resoluciones que, en la extremada imparcialidad que afectan, infieren un quebranto irreparable al comercio de su nación".
La aparente contradicción de Moreno no era tal, pues si bien perdonaba a los ingleses en general, no lo hacían con Elliot, a ala vez que los amenazaba con dificultades en el comercio. No era la Junta la que debía preocuparse de un inglés en la agresión, más bien debían ser estos los que debían dar muestras de una amistosa relación sino querían ver limitadas sus posibilidades comerciales, tocando el nervio más sensible de esa nación de mercaderes.
Con respecto a las relaciones con Strangford expresaba : La conducta del ministro de su Majestad Británica, residente en el Brasil, destruye hasta los menores recelos : pues dirigiéndose a la Junta con ofrecimientos expresivos, que indican la más favorable disposición, es imposible que por algún otro órgano del gobierno inglés se hubiesen comunicado órdenes contrarias a la subsistencia de aquellas comunicaciones".
A renglón seguido informaba sobre la situación por la cuál atravesaba la Gran Bretaña y sus relaciones con América. Hacía referencia a las dificultades del comercio inglés y sus necesidades de realizar negocios con este continente porque se encontraban cerrados los mercados europeos, lo cual la impulsaba a buscar nuevas rutas comerciales. Sobre esta situación se debían montar los revolucionario americanos para obtener beneficios de la situación.
"Por este principio (el espíritu mercantil), la Inglaterra no debe aventurar en la América ninguna empresa avanzada, que concitando contra sí el espíritu público de estas regiones, deje comprometida su unión y franca comunicación de estos pueblos, que tanto interesa a aquella nación".
Pero no descartaba la posibilidad de una nueva invasión inglesas y se preguntaba : "¿ Cuál sería el resultado de una pretensión tan irritante, como es la ocupación de un punto de nuestro territorio a la sombra de nuestras divisiones ?". Respondía a continuación con una severa advertencia a los ingleses poniendo a los pueblos en alerta ante tal posibilidad : "... la Inglaterra se vería precisada a consumir crecidos fondos en la guarnición y defensa de un punto que el país miraría siempre con celos, y sobre cuya recuperación calcularía perpetuamente ; y estos gastos absorbería una gran parte de los productos que por medio de un comercio liberal llegaría a Londres sin mengua alguna : un odio implacable hacia todo inglés, ocuparía el lugar de la tierna amistad con que ahora nos unimos : y calculen los políticos si está en los intereses de la Gran Bretaña excitar el odio y la guerra del único continente que se franquea liberalmente a su amistad y comercio".
Moreno quería la alianza con los ingleses como la quería la Junta, pero a condición de que estuviera dispuesta a tratar en un pie de igualdad al nuevo gobierno, y siempre y cuando, los beneficios fueran mutuos, de no ser así, les advertía sobre las consecuencias de una conducta agresiva. No descartaba por completo la posibilidad de entrar en guerra con Inglaterra, si nuestra soberanía resultaba mancillada, pero Moreno no quería el enfrentamiento con un país que en ese momento era aliado de España, por lo afirmaba : "Es preciso pues desterrar toda prevención contra los ingleses, y dividir la extraña conducta de un oficial, de los generosos sentimientos que los comerciantes ingleses han acreditado en esta ocasión".
Entremos ahora en la última parte del documento que estamos comentando, pues es aquí donde Moreno sintetizó con mayor lucidez su doctrina sobre la soberanía nacional, demostrando también que era uno de los pocos de su época que visualizaba el comportamiento imperial de los ingleses.
"Es un deber del gobierno exhortar al pueblo a que deponga cualquier prevención contra los ingleses ; pero debe al mismo tiempo recomendar y aplaudir el celo con que se ha manifestado inflamado por esta ocurrencia. Los pueblos deben estar siempre atentos a la conservación de sus intereses y derechos y no debe fiar sino de sí mismos".
Además de mostrar el estado de ánimos contrario a los ingleses vuelve a ubicar en primer plano al pueblo como principal guardián de la soberanía nacional, que para Moreno no podía ser separada de la libre expresión popular.
Escuchemos al "liberal" Moreno a quién algunos historiadores han tildado injustamente de ser un admirador del capitalismo inglés, por el contrario, lo veremos como un audaz defensor del proteccionismo de los países débiles. Leamos atentamente los que sigue : " El extranjero no viene a nuestro país a trabajar en nuestro bien, sino a sacar cuantas ventajas pueda proporcionarse. Recibámoslo enhorabuena, aprendamos las mejoras de la civilización, aceptemos las obras de su industria, y franqueémosle los frutos que la naturaleza nos reparte a manos llenas, pero miremos sus consejos con la mayor reserva, y no incurramos en el error de aquellos pueblos inocentes que se dejaron envolver en cadenas, en medio del embelesamiento que les que les había producido los chiches y abalorios".
Cuando en nuestro país persisten algunos propagandista del ingreso irrestricto del capital extranjero y de los supuestos beneficios que él distribuye, sería conveniente recordarles aquellas palabras escritas en la Gaceta el 20 de septiembre de 1820. En las escuelas argentinas aún se silencia el Plan de Operaciones y este escrito que estamos repasando, tal vez porque no se considera conveniente que un prócer no haya alertado sobre los peligros del capital foráneo cuando ingresa sin ningún tipo de regulación.
Continuaba Moreno :
"Aprendamos de nuestros padres, y que no se escriba de nosotros los que se ha escrito de los habitantes de la antigua España con respecto a los cartagineses que la dominaron :

Libre, feliz España, e independiente
Se abrió al cartaginés incautamente :
Viéronse estos traidores
Fingirse amigos, para ser señores ;
Y el comercio afectando,
Entrar vendiendo para salir mandando"

Tal vez, el único integrante del partido patriota que avizoraba los peligros de la política inglesa, era Moreno, quién recurrió a este significativo poema para remarcar la peligrosidad de los imperios mercantiles. La alusión a Inglaterra aparece con claridad cuando se hace mención al "fingirse amigos para ser señores".
El primer triunfo de la historiografía liberal fue distorsionar el pensamiento patriótico y revolucionario de Mariano Moreno, al ocultar todas estas alertas que nos dejó, y que indicaban la peligrosidad de no establecer controles sobre el ingreso de capitales que entraron para vender sus mercancías y se quedaron casi como dueños del país.
Es lamentable que muchos historiadores revisionistas hayan caído en la misma posición de sus adversarios liberales, al coincidir en que Moreno era liberal y fervoroso partidario de las bondades del capital extranjero, cuando objetivamente fue el mayor enemigo que tuvo entre los integrantes de la Primera Junta.
Por la importancia del escrito, vamos a transcribir un largo párrafo de donde surgirá con transparencia, las ideas sustentadas por el este revolucionario, sobre esta cuestión fundamental para la independencia nacional.

"Un filósofo moderno cuyos talentos formarán siempre el asombro de la posteridad, lamentaba el abuso de las luces con que los europeos habían logrado la esclavitud de las otras partes del mundo, y exaltaba su fecunda imaginación por los males que veía venir sobre los hotentotes a la sombra del comercio con que los holandeses iban a provocarles, exclamó ante los hombres de letras, que leen con entusiasmo sus obras :
’Huid, desdichados hotentotes, huid ; sepultaos en vuestros bosques. Las bestias feroces que los habitan, son menos terribles que los monstruos cuyo imperio os amenaza. El tigre podrá quizá despedazaros, pero no os quitaría sino la vida ; aquellos os arrebatará las libertades y la inocencia.

O, si conserváis vuestro valor, tomad vuestros arcos, y
haced caer sobre los extranjeros, que se os acercan, una lluvia de flechas emponzoñadas. ¡Que no quede de ellos sino uno sólo para llevar el escarmiento de sus conciudadanos en la nueva de sus desastres ! Pero ¡ah ! Vosotros sois demasiado confiados, y no os empeñáis en conocerlos. Ellos tienen la dulzura pintada sobre su semblante, su conversación descubre una afabilidad que os impone ; ¿ y cómo os escaparais de este engaño, cuando es un lazo en que caen ellos mismos ?

La verdad parece habitar sobre sus labios ; al acercarse a vosotros inclinarán la cabeza, pondrán una mano sobre el pecho, y elevando la otra hacia los cielos, os la ofrecerán con amistad : su gesto será el de la beneficencia, sus miradas las de la humanidad, pero la crueldad y la traición habitan en sus corazones perpetuamente. Ellos dispersarán vuestras cabañas se apoderarán de vuestros ganados, corromperán vuestras mujeres y seducirán a vuestras hijas. Si no os prestáis ciegamente a sus locas opiniones, os sacrificarán sin piedad, porque creen que no merece vivir el que no piensa como ellos. Apresuraos, pues, emboscaos, y atravesadles el pecho cuando se inclinen de un modo pérfido y suplicante.
No os canséis con reclamaciones de justicia, de que se
burlan ; vuestras luchas son las únicas que harán respetar vuestros derechos. Ahora es tiempo, Rielek se aproxima, no será este quizá tan malo como los que yo pinto, pero su fingida moderación no será imitada por los que lo sucedan.

Y vosotros crueles europeos, no os irritéis con mi arenga ; ni el hotentote, ni el habitante de los remotos continentes que os faltan devastar la escucharán. Si mi discurso os ofende, es porque no sois más humanos que vuestros predecesores, y, porque veis en el odio que os profeso, el que merecéis de los demás hombres. ’
Con mucha inteligencia reproducía párrafos donde quedaban retratadas las acciones imperiales de las potencias europeas. Claramente surgían la identificación de la América con aquellas naciones distantes que debían sufrir una opresión similar a la que combatían nuestros patriotas. Moreno como ningún otro en aquél 1810, publicitó y alertó sobre las consecuencias devastadoras de una confianza excesiva en las negociaciones con los extranjeros y con los inglese en particular.
Neutralizando a Inglaterra y sus socios portugueses en el Brasil, la guerra quedaba focalizada contra el Imperio Español, restándole posibilidades de obtener aliados poderosos al enemigo.
La política implementada por Moreno le muestran como un lúcido y cabal defensor de la soberanía americana, los ingleses se vieron obligados a actuar con sumo cuidado pues corrían el riesgo de perder posibilidades de comerciar con América, esta necesidad fue manejada magistralmente por los hombres más combativos de la Junta. El ánimo del pueblo de y el de la Junta estaba sumamente sensibilizado ante cualquier maniobra inglesa.
El interés de Inglaterra era el de frenar el inicial empuje revolucionario del morenismo, miraban con mayor simpatía la moderación de Saavedra y no el incontrolado espíritu trasformador que anidaba en los partidarios de Moreno, La profundización de la revolución significaba que ningún factor extranjero pudiera ejercer presión sobre los nuevos gobernantes, de ahí las permanentes insinuaciones de Strangford a no declarar la independencia y mantener la máscara de Fernando VII.

La Unión de la América Hispánica
Capítulo 21

Prácticamente desde un primer momento, los patriotas americanos visualizaron la necesidad, que la tarea que emprendían debía realizarse en conjunto entre todas las colonias emancipadas que habían permanecido al imperio español, era imprescindible conformar una confederación de provincias que las agrupara a todas en un pie de igualdad. La independencia americana, hacia la que se marchaba por la ceguera política de los españoles que se resistían a perder sus privilegios coloniales, debía efectuarse, evitando por todos los medios la disgregación que limitaría las posibilidades futuras de los pueblos en rebelión.
Como antes la corona española las había mantenido unidas en la esclavitud, los pueblos que rompían los lazos de dependencia querían la unidad en libertad.
Sobrados motivos justificaban esta necesidad, que más que un sueño configuraba una salida obligatoria. Tradiciones, lenguaje, religión, cultura, todo marcaba una personalidad común que indicaba que la América Hispánica era una sola Nación.
En San Martín, Bolívar, Güemes, y Artigas ; los pueblos vieron a los defensores de un conjunto de ideales que convertirían a la América en un poder tal que imposibilitaría cualquier aventura imperial de las insaciables potencias europeas. Pero el fracaso en lograr la unidad, por la intromisión de Inglaterra primero, y de los Estados Unidos después, postergaron la lucha del patriotismo latinoamericano, dando lugar a repúblicas donde antes habían existido provincias.
En abril de 1810 la junta de Caracas reclamaba la necesidad de confluir en una "confederación de todos los pueblos españoles de América". Desde el Alto Perú, el enviado de la Junta de Buenos Aires, Juan José Castelli lanzaba una proclama que manifestaba : "Toda América del Sur no formará en adelante sino una numerosa familia que por medio de la fraternidad pueda igualar a las respetadas naciones del mundo antiguo".
La junta de Chile se dirigía a la de Buenos Aires en 1810 planteando la necesidad de un Congreso para la "defensa general". Moreno se ocupó en dos artículos de los sucesos ocurridos en Chile que llevaron a la instalación de la junta el 18 de septiembre. El primero de los escritos era del 15 de octubre y señalaba que la noticia fue saludada en esta capital con una salva de veintiún cañonazos. Dedicaba una buena parte de la nota para criticar duramente la actitud de los españoles para con los americanos, que en su gran mayoría repudiaron la conformación de los nuevos gobiernos.
Moreno se refería a la nueva Junta de Chile en los siguientes términos : "El patriotismo y distinguidas virtudes de los individuos que la forman, llenan las esperanzas de todos los que desean sinceramente la felicidad de la América ; y la unión de intereses, de relaciones fraternales, y aún de pensamientos y sistema que se descubre entre el reino de Chile y las provincias del Río de la Plata, cimentará nuestra fraternidad y alianzas sobre bases firmes, que hagan respetar nuestra causa y multiplique los medios de sostenerla".
El 25 de octubre volvió a escribir en la Gaceta sobre el mismo tema, recorriendo los acontecimientos chilenos y subrayando los conceptos relacionados a la unidad latinoamericana. Luego de enumerar las dificultades por las que atravesaban las provincias del Río de la Plata, afirmaba : "...triunfa sin embargo de todos estos obstáculos, y después de establecer radicalmente el orden interior y tranquilidad de sus habitantes, dirige expediciones, que salven a los pueblos hermanos de la opresión en que gimen, y que se les hace insoportable comparándola con la dignidad de que nosotros disfrutamos. El genio americano, que ha inventado tantos recursos en un solo pueblo, obrará prodigios en toda la América ; y concentrados los poderes, cuyo interés debe conducir a un fin mismo, se presentará un estado respetable, que, libre de riesgos y temores podrá reglar una constitución que haga la felicidad del país y honor de la humanidad".
El alborozo demostrado por la constitución de una junta en Chile con características similares a la de Buenos Aires, la expedición con rumbo al Alto Perú como la que marchó al Paraguay, y el proyecto sustentado en el Plan de Operaciones de integrar al estado brasilero de Río Grande del Sur, traslucieron las intenciones de Moreno en la que estaba viva la idea de estrechar con los pueblos del continente en vistas de conformar una nación única. Todavía la idea no tenía la claridad que posteriormente adquirieron con San Martín y Bolívar, pero en Moreno y Castelli se comenzó a esbozar aquellas semillas de unidad que luego se encarnaron en la lucha de los dos grandes Libertadores de la América Hispánica.
Insistía Moreno en la participación de los pueblos como protagonistas decisivos de la revolución. Proféticamente marcaba la peligrosidad que Buenos Aires cayera en la tentación de imponer condiciones a las provincias del Interior, por eso la referirse a los acontecimientos de Cochabamba, afirmó : "Por muy puras que sean nuestras intenciones sería peligroso que la libertad de América fuese sólo obra nuestra. Semejante circunstancia podría conducir a un verdadero despotismo y los pueblos de Perú no harían adelanto, viendo opresores porteños en lugar de opresores europeos. El glorioso movimiento de Cochabamba opone dique a tal fatal determinación y los patriotas cochabambinos, equilibrando nuestro mérito, equilibrarán nuestro influjo y siempre firmes en la energía que ahora han desplegado serán un seguro apoyo de la libertad de todos los pueblos".
Parecía advertir el peligro del futuro unitarismo porteño que reemplazó al despotismo del virrey y sus funcionarios, por la tiranía de un grupo de comerciantes asentados en la Capital que se hizo dueño absoluto de las negociaciones que pertenecían a toda la nación y empobrecieron a la provincias en nombre del sacrosanto librecambio.

La personalidad del gobernante
Capítulo 22

En un interesantísimo artículo aparecido en una revista histórica, el fallecido historiador Miguel Angel Scenna, transcribió la opinión que sobre Moreno tenían otros historiadores y hombres que lo conocieron, brillantemente Scenna hacía aparecer la personalidad poco común de este gobernante que en sólo 206 días comenzó a recorrer el camino que condujo a nuestra independencia. Reproducimos algunas de las citas porque pintan el cuerpo y alma del revolucionario cuya estrella iluminó aquél inolvidable 1810.
Ernesto Palacio se expresó sobre los enfrentamientos en el seno de la Junta que llevaron a la derrota política de Moreno, con la consecuencia de poner en peligro el destino de la revolución. Dirá Palacio sobre el impulsivo estilo de Moreno : " La fracción timorata de la Junta se escandalizaba por la audacia de esas expresiones y prefería esperar y contemporizar" :
La opción ante la cual se encontraron los hombres de Mayo era avanzar en las conquistas obtenidas, o paralizarlas y permitir, como ocurrió, que los realistas se recompusieran de los primeros golpes.
Jorge Abelardo Ramos pintó la personalidad de secretario de la Junta en los siguientes términos : "Mariano Moreno, será la figura de rasgos más acusados ; este joven enérgico, tan astuto como ardoroso, que revelará en pocos meses una intuición política asombrosa para su edad y su medio, será el mas grande revolucionario de su época, el que disfrutará más efímeramente el poder y sobre quién la gloria se ensañará como en pocos para volver irreconocible su verdadero programa".
Ramos señala uno de los temas más graves de nuestra historia, como es su desfiguración sistemática, lo que ha motivado que los argentinos estemos impedidos de conocer cabalmente la tarea desplegada por hombres de la talla de Moreno. El liberalismo que impregna la versión oficial de la historia argentina fue expresada por Mitre y sus seguidores, los que debieron recurrir a la deformación del pensamiento de Moreno o San Martín para hacerlos aparecer como más proclives a las ideología mitrista.
Norberto Galasso también reivindicó la figura de este revolucionario : " El Moreno de 1810 dista mucho de ser un bibliófilo ajeno a su tiempo ... Ha bebido las enseñanzas de los revolucionarios europeos en aquella rica biblioteca del Alto Perú. Peno no se enajena en ellas. No incurre en el error de esos ’jóvenes afrancesados’ que años más tarde recitan discursos progresistas mientras traicionan el país apoyando una invasión extranjera".
En cambio, José María Rosa expresó un concepto totalmente contrario : "Era un intelectual del tipo de quienes tratan de amoldar la realidad a los libros : sus ideas políticas las había recogidos de lecturas que le despertaban una fe hondísima".
Quienes conocieron a Moreno, hayan sido amigos o enemigos, no pudieron menos que quedar impactados por su fuerte personalidad, tal es el caso de su amigo Tomás Guido cuando dijo : " Pero estaba reservado al doctor Moreno simbolizar en su persona el espíritu de una grande regeneración. Elocuente... Ardiente... republicano, gozaba de una facilidad sorprendente para la expedición de los negocios de la administración. Su vasta inteligencia abrazaba todas las peripecias de una situación erizada de dificultades... Obrero infatigable en la organización... comprendió su misión sublime y con firmeza incontrastable arrostró las preocupaciones, atacó los abusos y sentó las bases de la República Argentina".
Domingo Matheu era otro protagonista que lo conoció en profundidad por haber sido compañero en la Junta, lo retrató así : "... Moreno (era) el verbo irritante de la escuela, sin contemplación a cosas viejas ni consideración a máscaras de hierro".
Era un político práctico que no estaba atado a ninguna doctrina que no fuera el bienestar de sus patria y su gente, los criollos e indios olvidados por el viejo sistema colonial. Tradujo el Contrato Social de Juan Jacobo Rousseau, pero utilizó las enseñanzas del pensador francés sólo en la medida que le sirviesen para luchar por sus objetivos de obtener la igualdad de derechos de las colonias americanas. El capítulo referido a la religión no lo editó por considerar que Rousseau deliberaba en este tema. Profundamente católico pero enemigo de los sacerdotes que justificaban la esclavitud de los indígenas y el sometimiento de los criollos.
Aquellos que ensalzan a Moreno como el más alto exponente del liberalismo olvidan que su defensa de la libertad estaba condicionada por los intereses superiores de la Nación y del primer gobierno que asumía la representación de los criollos. Cuando editorializó sobre la libertad de escribir, remarcó que se daría esa libertad pero siempre y cuando "no se oponga en modo alguno a las verdades santas de nuestra augusta religión y a las determinaciones del gobierno".
Poco tiempo después de asumir sus funciones de gobernante, el 8 de julio, volvió a ocuparse de los indios, ese día convocó al Fuerte a los oficiales indígenas que habían servido en el cuerpo de castas de Pardos y Morenos y les comunicó que " la junta no ha podido mirar con indiferencia que los naturales hayan sido incorporados al cuerpo de castas, excluyéndolos de los españoles. Ordenaba que se integren a los regimientos bajo sus mismos oficiales con los demás sin diferencia y con igual opción a ascensos".
Esta decisión no ha sido evaluada en su real dimensión, pues aplicaba lo que en su época de estudiante, había sostenido en sus escritos, colocando en un mismo plano a los indígenas y criollos.
La organización y edición de la Gaceta fue obra fundamental de Moreno, es realmente increíble la actividad desplegada en aquellos días convulsionados, su tarea como propagandista de la revolución es otra de las facetas del gobernante. La causa patriota necesitaba una voz que hiciera conocer los puntos de vistas de la Junta, el periódico que dirigió Moreno permitió que en las provincias se conocieran las medidas y opiniones del gobierno. Se publicaba dos veces a la semana y en algunas ocasiones aparecía un número extraordinario. Según cuenta su hermano Manuel, hasta su alejamiento del país, Mariano fue su exclusivo redactor.
Cuando en el mes de diciembre se dio a conocer el decreto que prohibía conceder empleos a los españoles, algunos criollos protestaron por la medida, que no alcanzaba a los que estuvieran empleados a esa fecha. Manuel Moreno opinaba que esta decisión estaba dirigida a terminar con la discriminación que existía hasta el momento, la que impedía a los criollos ocupar cargos de mayor responsabilidad, pero el decreto esta destinado a que los enemigos de la Junta se enquistaran en la administración pública para boicotear las medidas que propiciaban el cambio de sistema.
Los 166 virreyes de Méjico, Lima, Buenos Aires y Santa Fe habían sido españoles, tan sólo cuatro habían nacido en América. Los once virreyes que gobernaron Buenos Aires habían nacido en la península. Las capitanías generales de Chile, Caracas, Santo Domingo, Cuba y otras habían sido ocupadas por 14 americanos y 558 europeos. En el clero ocurría algo similar, los obispos y arzobispos habían nacido, en su inmensa mayoría, en la metrópoli. La discriminación era evidente, por lo cual la Junta trataba de revertir esa situación, cubriendo los cargos más encumbrados con americanos y con los españoles que habían adherido a la causa americana.
A quienes criticaban a Mariano por su intransigencia, su hermano Manuel les contestaba :
"Querer una revolución sin males es tan quimérico como una batalla sin desgracias, y así los culpables de las acaecidas en Buenos Aires, que por su fortuna han sido muy raras, son los promotores de la revolución misma".

Manuel Moreno marcó en la biografía de su hermano un hecho incontrastable, al cabo de los cinco primeros meses, la revolución había llegado a la frontera con el Perú, había infringido derrotas a su enemigo y la expedición del Paraguay se encontraba a las puertas de la ciudad capital., el reino de Chile había logrado su independencia y solicitaba estrecha unión con el gobierno de Buenos Aires.
Otra de las creaciones de Moreno fue la del denominado "Club" que nucleaba a los más decididos revolucionarios. Fue obra de él y se disolvió cuando se alejó obligadamente del país, aunque sus partidarios volvieron a organizarse más tarde para devolverle el golpe a Saavedra y sus amigos. Este "Club" se constituyó en un verdadero partido morenista, tendencia dentro de la revolución que defendía la idea de profundizar el carácter transformador de la decisiones de la Junta.
Los morenistas tuvieron un auténtico proyecto de gobierno en el Plan de Operaciones, redactado por Mariano Moreno a solicitud de la Junta. Las reuniones del "Club" se realizaban preferentemente en casa particulares, casi todas las noches. Se discutían la medidas del gobierno y también las acciones que era necesario adoptar para contrarrestar las maquinaciones de los enemigos de la causa revolucionaria.
A estos hombres se les oponían los saavedristas que deseaban una mayor moderación en los actos de gobierno para no irritar a los españoles y a los criollos que no se decidían a apoyar las transformaciones que se iniciaron por el mes de mayo.
Algunos de los que formaron parte del Club fueron : French, Berutti, Donado, Dupuy y Planes. La Junta encargó a los dos primeros a formar el regimiento La Estrella, del que fueron designados jefe y subjefe respectivamente. Precisamente los miembros de este regimiento marcharon al mando de French para acompañar a Castelli que debía cumplir con la orden de ejecutar a los complotados de Córdoba.
Avanzar o detenerse, era en gran medida la discusión que separaba a morenistas y saavedristas. Para los partidarios de Moreno paralizar el empuje revolucionario significaba, lisa y llanamente, la muerte del proceso de cambios.

Polémica sobre el Plan de Operaciones
Capítulo 23

La revolución del 25 de Mayo carecía de un plan de gobierno que orientara el rumbo de su actividad futura en aquellas cuestiones que se consideraban de mayor importancia. Así fue como la Junta encomendó a Belgrano para que determinara cuales debían ser los aspectos que debían ser tratados en el plan. El 15 de julio, Belgrano elevó a consideración de la Junta los puntos que debían ser abordados en el proyecto.
Esos puntos eran nueve, a saber :
- 1.Conducta Gubernativa
- 2.Sublevación de la Banda Oriental
- 3.Relaciones con España
- 4.Conducta hacia Portugal e Inglaterra
- 5.Relaciones secretas con los agentes en el interior para consolidar el nuevo sistema
- 6.Formas para fomentar los fondos públicos para los gastos de guerra y creación de industrias
- 7.Relaciones secretas de los agentes de Portugal e Inglaterra
- 8. Trabajo de los agentes para sublevar a la provincias del Brasil "Haciéndolos gustar de las dulzuras de la libertad y derechos de la naturaleza"
- 9. Medios a adoptarse para la conquista de Río Grande y demás provincias del Brasil.

El 17 de julio la Junta aprobó la propuesta de Belgrano, y pasó a determinar quién sería el encargado de la redacción del plan. Al día siguiente se designó a Moreno para desarrollar esa importante tarea.
Todos los miembros de la Junta se juramentaron a mantener en absoluto secreto el Plan de Operaciones, a la vez que se le indicó a Moreno que alegara sufrir una indisposición física, pidiendo licencia para dedicar todo su tiempo a la redacción encomendada. El juramento de silencio fue cumplido, pero el Plan de Operaciones nunca se aplicó por la caída política de Moreno.
En nuestro país quedaron las notas de la Junta donde se mencionaba con precisión la necesidad de elaborar el Plan, los tópicos a ser tratados en él y la designación de Moreno para redactarlo. Lo que no quedó en el país fue el escrito original, como tampoco ninguna copia, las que marcharon al exilio junto al autor, de ahí surgieron las discusiones que desde hace tiempo rodearon la autenticidad del Plan.
La primera mención conocida sobre el escrito la realizó el escritor español Torrente en 1829, que como era de esperar era denigratoria. Torrente decía : "La casualidad ha hecho llegar a mis manos el informe secreto que uno de dichos diputados, el Dr. Moreno, dio a la Junta de Buenos Aires sobre los medios de arraigar su revolución, se estremece el alma al considerar los atroces y bárbaros atentados de que es capaz una cabeza excéntrica, exaltada por el estúpido mito del republicanismo". No obstante, Torrente no conoció el escrito en su totalidad.
Transcurrieron varios años antes que se volviera a escuchar sobre el documento, en este caso fue el historiador Eduardo Madero que investigando en el Archivo de Indias de Sevilla dio por casualidad con una copia, enviándole una reproducción del hallazgo a Mitre. Este al recibirla la ofreció al Ateneo para que la publicara en un trabajo sobre las obras de Moreno que se estaba por editar, pero en el momento de concretar la entrega del documento, Mitre lo extravió.
Este descuido del padre de la versión oficial de la historia argentina sugiere una serie de preguntas. Extraña que Mitre incurriera en el error de perder un documento habiendo sido famoso por el cuidado de los papeles con significado histórico, claro que parecía tener un mayor cuidado por aquellos que reafirmaban su pensamiento.
También es sospechoso que Mitre no se haya preocupado por requerir urgentemente otra copia para dar a conocer al público un documento inédito, nada menos que del principal protagonista de la revolución, cualquier historiador hubiese hecho lo imposible para ser el transmisor de semejante primicia, sin embargo, Mitre parecía pensar que el esfuerzo no valía la pena. Por último ¿ Mitre ni siquiera leyó el documento antes de extraviarlo ? Dado que no mereció de su parte el más mínimo comentario sobre su contenido. Se dieron una serie de circunstancias extrañas que no lleva a dudar de la pérdida de un escrito que contrariaba el pensamiento histórico y político de Mitre.
Por fin, en 1896 el doctor Norberto Piñero lo publicó en una recopilación de escritos de Mariano Moreno, utilizando otra copia que se le enviara desde Sevilla. De esta manera los argentino tuvimos la posibilidad de conocer por primera vez en forma integral, el Plan de la Revolución de Mayo.
Pero la actitud de este historiador, que no buscaba otra cosa que permitir que esta obra fundamental llegara a conocimiento de sus compatriotas, chocó con la resistencia de los figurones que modelaron nuestra historia y cultura a su europeizado gusto. El Plan de Operaciones destruía definitivamente el mito del Moreno liberal, u ampliaba el conocimiento sobre el pensamiento patriótico y revolucionario de este hombre y su generación.
Durante muchos años nuestros gobernantes vivieron con una admiración religiosa ante la cultura europea, todos los productos de ella, especialmente los de nacionalidad francesa e inglesa, eran consumidos en Buenos Aires por una intelectualidad que buscaba emular este pensamiento. Trataron de transplantar un modelo de civilización que necesariamente debía reemplazar nuestras tradiciones indígenas, criollas e incluso españolas, en esto y en muchas otras cosas se diferenciaron sustancialmente, a pesar de las loas que cantaban en sus honor, del Moreno defensor intransigente de los hombres y la cultura de América.
Cuando Piñero dio a conocer el Plan de Operaciones, imperaba en la cultura de Buenos Aires, el francés Paul Groussac. Su poder en el plano de las ideas era ilimitado, muy pocos se atrevían a contradecirlo, no era para menos era un representante de la cultura europea.
Fue precisamente Groussac el primero en lanzar todas sus baterías contra el Plan y contra quién había osado considerarlo legítimo. En 1896 Groussac afirmaba : " Digamos sin demora que la conclusión más exacta y justiciera que de sus estudios sacará cualquier perito es que el autor del Plan, a no ser un mistificador o un demente tenía un alma de malvado apareado con una inteligencia de imbécil". ¡Y para esto importábamos intelectuales !.
Avanzando en el escrito del francés leemos : "El documento simulado que se ha tenido la culpable ligereza de incorporar a la obra de Moreno es un revoltillo de inepcias tan enormes y de perversidades tan cínicas, que salta a la vista la impostura, revelándose el propósito manifiesto de desacreditar al jefe visible de la Revolución y de suministrar armas contra ella a los Torrente y sus iguales".
El francés no sólo consideró apócrifo el documento sino que además pensaba que era producto de un enemigo de la revolución y de Moreno, con lo cuál Groussac mostraba su desconocimiento sobre los hombres de Mayo. Pero la responsabilidad no puede caer sobre este extranjero, sino más bien en aquellos que escuchaban sus palabras como emanadas de un poder divino.
Para reafirmar sus ideas, Groussac señalaba : " ... después de largas vacilaciones me quedé provisionalmente con la creencia de que fue una ’obra de encargo’ desempeñada por algún chapucero español, errante por aquí...". Ejerciendo supuestamente la defensa de Moreno, Groussac atacó a Piñero, pero en realidad cuestionaba el verdadero sentido de la revolución que aquél encarnó.
En 1897, Piñero se defendió sustentando la autenticidad del Plan de Moreno, con respecto a éste, dijo Piñero : "... fue el hombre de las transformaciones radicales ; el sostenedor de la constitución inmediata del estado ; el contractualista ardiente, discípulo de Rousseau ; el defensor de la soberanía popular ; el propagador de las doctrinas más avanzadas".
Era evidente que Piñero mostraba tener un mayor conocimiento sobre el pensamiento de los revolucionarios de Mayo que el influyente francés.
Más adelante expresó Piñero : "El señor Groussac, como un justiciero infalible e implacable, se pronuncia de modo más acerbo contra el Plan ; lo declara un aborto disforme y bestial de un malvado o imbécil, a la vez, lo fulmina y lo condena irremisiblemente ; sustenta que es apócrifo ; exhibe para demostrarlo, ’las más claras e irrefragables’, ’de las pruebas superabundantes’ en que se apoya ; fustiga despiadadamente al autor o autores de la ’atroz injuria’, ’de la afrenta a la memoria pura de Moreno’ ".

Piñero denunciaba en este párrafo toda la pedantería y soberbia de estos dictadores culturales importados que durante mucho tiempo debimos soportar estoicamente.
Piñero demostró en primer término, que los giros idiomáticos utilizados en el Plan, también lo fueron por Moreno en otros escritos, con lo cuál rebatía las argumentaciones de Groussac sobre el estilo literario.

Con respecto a lo que el francés afirmaba sobre que el autor era un enemigo de la revolución, Piñero respondió : "Ante todo, es inconcebible y contradictorio que se falsificara un extensísimo documento, lleno de reglas e indicaciones sobre políticas externa e interna, destinada a ’desacreditar al jefe visible de la revolución’ como se sostiene, que después de escrito se le mantuviera en el más absoluto secreto substraído al conocimiento de todos, sin que persona alguna sospechara su existencia ; y que descubierto veinte años más tarde, por el historiador Torrente, adversario de la revolución, este transcribiera de él, en nota, sólo dos páginas escasas. Para que un documento desprestigie es preciso que se publique que circule, que sea leído".
El otro argumento utilizado por Groussac para desvirtuar el plan revolucionario está relacionado con el uso del terror contra los enemigos, que el plan proponía y que según Groussac no estaba acorde al pensamiento y los actos de Moreno. Como ya vimos, no tiene visos de seriedad señalar que Moreno temía adoptar medidas que significaran atemorizar a los declarados enemigos de la revolución.
Al refutar a Groussac, Piñero se expidió de la siguiente manera : " las medidas extremas, de rigor excesivo, aconsejadas en el Plan, contra las personas y los bienes de los adversarios de primera fila, se haya en correspondencia con lo que Moreno ha querido, ha sentido y ha ordenado en diferentes casos, y con hechos muy conocidos ejecutados por el gobierno revolucionario. Más todavía, el terror y la persecución sin cuartel se ejercitaba sistemáticamente contra el enemigo. Abundan los actos y resoluciones que lo atestiguan".
Como se verá, Piñero conocía mejor el tema en tratamiento, pues como anteriormente relatamos, Moreno actuó de la forma que lo menciona Piñero en el fusilamiento de Liniers, como también en las instrucciones que le envía a Castelli al Alto Perú donde ordenaba adoptar drásticas medidas con los jefes enemigos. Negar estas actitudes es falsear la historia, muy al gusto de la escuela histórica liberal, la cuál se ha dedicado a "abuenar próceres" y por supuesto que a desfigurarlos hasta hacerlos irreconocibles de tan deshumanizados que quedan luego de ser sometidos al proceso de "liberalización".
Querer ocultar esta cara de Moreno es desconocer la verdad histórica, su memoria no necesita de estos defensores.
Continuando con Piñero : "... Moreno, entre sus eminentes y altas aptitudes no tenía las de la clemencia y generosidad hacia sus adversarios. Era duro, cruel, implacable y terrible con los enemigos de la causa revolucionaria. Aceptaba y ponía en práctica, los procedimientos más formidables para defender la patria". Y citaba a continuación las palabras de Manuel Moreno "Enhorabuena que el doctor Moreno no aconseja como atributo la clemencia, yo pienso que esta dualidad bajo conspiraciones contra el Estado, lejos de ser una virtud, es verdaderamente un vicio".
Piñero, sin embargo, exageraba un poco pues se dejó llevar por las palabras de Moreno más que por lo hechos, podía ser clemente y humanitario si las condiciones se lo permitían, no cuando entendía que la inflexibilidad era la única forma de contrarrestar las maniobras enemigas, aquí sí resultaba implacable. Además todos los actos para atemorizar al enemigo se realizaron en el marco de un estado de guerra, y cabe recordar que la Revolución de Mayo no contó con víctimas en ninguno de los bandos, la guerra posterior trajo las primeras bajas.
Luego de la correcta refutación de Piñero, en 1898 volvió a embestir contra el Plan, pero esta vez cambiando el argumento central, ya no sería producto de un enemigo de la revolución, sino de un furioso partidario de Moreno. "Es posible que el Plan sea un aborto de un patriota desconocido...".
Años más tarde, quién fuera presidente de la Academia de Historia, fue el encargado de lanzar sus ataques contra el vapuleado Plan de Operaciones, Ricardo Levene también consideró apócrifo el escrito. Algunas de las explicaciones volvían a ser las mismas que las utilizadas por Groussac, pues afirmaba que era absurdo identificar la política de terror aconsejado en el Plan con la primera Junta.
Moreno proponía una serie de expropiaciones a las grandes fortunas con lo cuál según Levene " su autor renegaría del furioso liberalismo y de la historia del comercio libre preconizado en la Representación de los Hacendados y Labradores y comenzaba a poner en práctica desde el gobierno".
Esta párrafo muestra la mayor preocupación de los historiadores liberales, aceptar la legitimidad del documento significaba la destrucción del mito liberal. Moreno ya estaba afiliado al partido del librecambio mediante las habilidosas maniobras historiográficas, difícil resultaba reconocer que en realidad el prócer contrariaba radicalmente esa ideología.
En el artículo 6 se planteaban formas de obtener fondos, constituyendo uno de los aspectos más importantes del documento, destruyendo una imagen pero mostrando otra muy diferente con ribetes de un nacionalismo económico y proteccionismo industrialista. El descubrimiento del Plan de Operaciones significaba un golpe de muerte a las fantasías construidas durante años. Moreno volvió a aparecer ante los ojos de sus compatriotas como el revolucionario y patriota que fue, el defensor de la soberanía popular, el que dio un sentido nacional a la economía.
Levene, como antes Groussac, desarrolló argumentos para que el Plan de Operaciones quedara en la más absoluta oscuridad. Volvió a insistir que obra de un enemigo de la revolución, argumento que ya había sido descalificado con certeza por Piñero.
El presidente de la Academia quiso también invalidar el escrito señalando que ni los adversario de Moreno, como Saavedra, hicieron mención al cuestionado documento en su correspondencia privada. Es fácil responder a esta aseveración pues es sabido que todos los miembros de la Junta se habían comprometido a guardar absoluto silencio, todos de alguna manera era responsables del Plan pues habían elegido por unanimidad al redactor. Que Saavedra, ni ningún otro, hicieran mención al mismo no demuestra en absoluto su inexistencia.
Levene mandó sacar algunas copias fotográficas del archivo de Sevilla y las hizo analizar por un perito calígrafo llegando a la conclusión que la copia había sido redactada por Andrés Alvarez de Toledo que fue capitán en Montevideo al servicio de España, con lo cuál Levene dio por terminada la prueba, que demostraba a su entender, que el Plan era obra del enemigo. Pero no se percató de un detalle, el documento de Sevilla era una copia del original, por lo que probar que una copia fue escrita por un adversario de los patriotas no puede conducir a señalar al escrito como apócrifo.

Adherimos en un todo a las palabras de Puigross cuando marcó : "Hablemos con franqueza : lo que importa a los impugnadores del Plan no es que sea legítimo o apócrifo, sino desconectarlo de la Revolución de Mayo, apartarlo de Moreno. Tan es así que Levene escribe esta elocuente confesión : ’para comprender la obra orgánica de la Revolución se impone, en primer término, demostrar la apocricidad del Plan atribuido a Moreno y a la junta gubernativa’ ".
Traduciendo las palabras de Levene, si es que hace falta, se puede decir que para el liberalismo histórico es prioritario desconocer el documento para que todo el castillo construido, desde Mitre en adelante, no caiga irremediablemente. Es que esa versión de la historia prefería al Moreno de la Representación de los Hacendados, aunque no por cierto en aquella parte que atacaba implacablemente a la oligarquía comercial ligada al comercio exterior. Ocultando el Plan de Operaciones y el impulso transformador del morenismo, una auténtica revolución americana queda convertida en un mero golpe de estado.
Si bien nunca se encontró el original, nuestra opinión es que se cuentan con indicios suficientes para determinar que el mismo existió y que la copia encontrada en Sevilla se aproximaba bastante al auténtico documento.
La resoluciones de la Junta del 15 al 18 de julio demuestran que se encargó a Moreno su redacción y que si luego no se volvió a escribir sobre el tema, fue porque efectivamente fue confeccionado de acuerdo a las instrucciones de la Junta. Por otra parte, el documento sigue estrictamente el ordenamiento que Belgrano había determinado y que el gobierno había aprobado.
El pensamiento que se desprende del Plan es coincidente en un todo con el de Moreno, por lo que concluimos que es totalmente auténtico y no pudo ser escrito por otro que no fuera el secretario de la Junta. Sin el Plan la revolución emancipadora pierde gran parte de su sentido.

El Plan de Operaciones
(Primera Parte)
Capítulo 24

Al comienzo del escrito dirigido a la Junta, Moreno buscaba convencer a sus compañeros de la necesidad de aplicar una serie de medidas que ahondara el cauce de la revolución. Insistía en adoptar decisiones ejemplificadoras para con los enemigos. Según su opinión era necesaria toda la energía posible para derrotar a las formidables fuerzas que se oponían al destino nacional. Por eso aconsejaba "nada hemos de conseguir con la benevolencia y la moderación".
Para reafirmar su posición recordaba las múltiples muestras de severidad que los españoles dieron durante su dominio : "... tendamos la vista a nuestros tiempos pasados y veremos que tres millones de habitantes que la América del Sur abriga en sus entrañas han sido manejados y subyugados sin más fuerza que la del rigor y capricho de unos pocos hombres...".
Una y otra vez, insistía ante sus pares en la necesidad de aplicar el mayor rigor, resulta claro que su reiteración era producto que algún sector integrante de la Junta no estaba del todo de acuerdo con los métodos que pregonaba.
"La moderación fuera de tiempo no es cordura ni es una verdad ; al contrario, es una debilidad cuando se adopta un sistema que sus circunstancias no lo requieren ; jamás en ningún tiempo de revolución, se vio adoptada por los gobernantes ka moderación ni la tolerancia ; el menor pensamiento de un hombre que sea contrario a un nuevo sistema, es un delito por la influencia y por el estrago que puede causar con su ejemplo, y sus castigo es irremediable".
Como una obsesión reiteraba su opinión de profundizar la revolución, que no podía detenerse a riesgo de sucumbir, repetía la palabra moderación como uno de los mayores males que sólo podía dirigir al resurgimiento de la reacción realista. Tal vez ya comenzaba a sentir que no tenía el acompañamiento que necesitaba para aplicar sus proyectos.
Moreno fue el primero entre los miembros de la Junta, en hablar de la Independencia Americana, cuando aún se mantenía la máscara de Fernando VII, en el Plan se remarcaba que el único camino posible era la emancipación "... ya que la América del Sud ha proclamado su independencia para gozar de una justa y completa libertad...".
Muy posiblemente en este tema tampoco los integrantes del gobierno coincidieran con Moreno, que sin tapujos se refería a una cuestión que en ese momento, aún era difícil de plantear hasta en el seno de los partidarios de la revolución.
La situación en España no daba posibilidades de buscar otro camino que no fuera la independencia. " "La insubsistencia perpetua y continuada de la corona de España, lo está evidenciando ; la familia real envilecida, había dejado de serlo y perdido sus derechos ; el 25 de mayo de 1810, que hará célebre la memoria de los anales de América no ha demostrado esto, pues hace veinte años, que los delitos y las tramas de sus inicuos mandones y favoritos le iban preparando este vuelco".
Moreno se esforzaba por convencer, en un lenguaje claro y llano se dirigía a los espíritus moderados de la Junta para advertirles sobre los peligros de torcer o frenar los ímpetus iniciales de la revolución. Quería sacudirles las cabezas, alertarlos, y para eso usaba un lenguaje provocador "... si moderando mis reflexiones no mostrase los pasos verdaderos de la felicidad, sería un reo digno de la mayor execración ; y así no debe escandalizar el sentido de mis voces, de cortar cabezas, verter sangre, y sacrificar a toda costa, aún cuando tenga semejanza con las costumbres de los antropófagos y caribes. Y sino ¿Por qué nos pintan a la libertad ciega y armada de un puñal ? Porque ningún estado envejecido o provincia, pueden regenerarse ni cortar sus corrompidos abusos, sin verter arroyos de sangre".
Terribles palabras que no se llevaron a la práctica salvo con los líderes de la contrarrevolución. Cabe preguntarse cuál fue el efecto que causó este descarnado párrafo en las conciencias tibias del saavedrismo. El difícil camino de construir una patria recién había comenzado, aquellos que podían dormirse en los laureles y creían haber llegado al objetivo, recibieron el sacudón de Moreno, que les decía que el trayecto era doloroso y recién estaba en sus comienzos. En el escrito no estaban ausentes las críticas a la Junta.
"Hablemos con franqueza ; hasta ahora sólo hemos conocido la especulativa de las conspiraciones, y como tal cuando tratamos de pasar a la práctica nos amilanamos. Pues no ; no son estas las lecciones que nos han enseñando los maestros de las grandes revoluciones ; fíjese la vista sobre los anales de las historias del Norte ; de la Francia, etc, y aún de la misma España, y se observará las tramas y las astucias políticas, únicamente dirigidas a conseguir por todo camino aquellos fines a que ha aspirado".
Pero las medidas intransigentes hacia los enemigos no era lo más importante del Plan, sus opiniones sobre la forma de resolver los problemas económicos y la intención manifiesta de expandir la revolución a todos los rincones de América revisten un interés superior, que muestran al estadista que desde el gobierno intentaba construir un nuevo sistema que reemplazara al colonial.
Pasemos analizar los distintos artículos que componen la obra.
Artículo primero :
En cuanto a la conducta gubernativa más conveniente a las opiniones públicas y conducente a las operaciones de la dignidad de este gobierno.

Dividía a los hombres de acuerdo a sus opiniones con respecto al nuevo gobierno, en ese sentido los consideraba de tres clases : los partidarios de la causa, los enemigos declarados y los neutrales a los que consideraba verdaderos egoístas.
De esta clasificación derivaba la actitud que la Junta debía adoptar con cada uno de los grupos. A los patriotas había que tratarlos con la mayor consideración, incluso en caso que cometieran un delito, que no fuera contra la revolución, debía ser perdonado o aplicársele una pena muy suave, pues para Moreno, en épocas revolucionarias sólo debían castigarse las actitudes que fueran contra ella. Debían establecerse diversas clases de premios para halagar a los patriotas por sus servicios. Cuando algún partidario de la revolución realizar una denuncia debía dársele alguna forma de satisfacción aunque fuera infundada, para demostrarle que se confiaba en él.
Por supuesto, que diametralmente opuesto debía ser el comportamiento con los enemigos "... a la menor semiprueba de hechos, palabras, etc ; contra la causa, debe castigarse con pena capital, principalmente cuando concurran las circunstancias de recaer en sujetos de talento, riqueza de carácter, y de alguna opinión ; pero cuando recaiga en quienes no concurran éstas, puede tenerse alguna consideración moderando el castigo...".
En cuanto a los neutrales y en especial a los tuvieran aptitudes destacables, la Junta intentaría ganar su simpatía, ofreciéndole empleos y protección pero sin confiar plenamente en ellos, hasta tanto demostraran ser personas que no estaban dispuesta a atentar contra los fines revolucionarios.
Los cargos más importantes serían otorgados solamente a la gente de suma confianza, a la vez que proponía el alejamiento de la ciudad de aquellos que por su influencia podían ser un obstáculo serio para las decisiones del gobierno.
Para consolidar el proceso de transformaciones, proponía adoptar medidas para terminar con las desigualdades entre las razas, apoyando la abolición de la esclavitud, reafirmando con esto su pensamiento democrático y favorable a los sectores más desprotegidos. Así como podía ser inflexible con los opositores se mostró permanentemente preocupado por mejorar la situación de los negros, mestizos, indios y criollos.
"Por consiguiente, el gobierno debe tratar y hacer publicar con la mayor brevedad posible, el reglamento de igualdad y libertad entre las distintas castas que tiene el Estado, en aquellos términos que las circunstancias exigen, a fin de, con este paso político, excitar más los ánimos, pues a la verdad siendo por un principio innegable que todos los hombres descendientes de una familia están adornados de unas mismas cualidades, es contra todo principio o derechos de gentes querer hacer una distinción por la variedad de colores, cuando son unos efectos puramente adquiridos por la influencia de los climas ; este reglamento y demás medidas son muy del caso en las actualidades presentes".
Esta medida debía irritar a algunos criollos acostumbrados a ser servidos por esclavos e indios, pero Moreno descubrió antes que nadie, que sin el apoyo de las clases empobrecidas y sometidas era imposible pensar en la libertad de la gran Patria Americana. Como era su costumbre acometió contra los privilegios que sojuzgaban a sus compatriotas, en decisiones como ésta deben buscarse los motivos de las profundas resistencias que su política despertó.
El autor también daba su opinión sobre la necesidad de mantener la máscara de Fernando VII con el sentido de confundir a las potencias extranjeras y a España para " que podamos hacerles dudar cual de ambos partidos sea el verdadero realista". Pero también debía ser utilizada internamente, aclarando que su uso debía ser transitorio hasta la consolidación del gobierno " ... aún para atraernos las voluntades de los pueblos, tampoco sería oportuna una declaración contraria y tan fuera de tiempo, hasta que radicalmente no sentemos nuestros principios sobre bases fijas y estables y veamos los sucesos de la España la suerte que corren".
Artículo segundo :
En cuanto al medio para la sublevación de la Banda Oriental y rendición de Montevideo.
En este punto volvió a mostrar toda la astucia de político, la osadía de revolucionario y la brillantez como conductor de la guerra contra el colonialismo. El autor mostró conocer cabalmente la situación de la otra orilla del Río de la Plata.

Montevideo constituía un asiento del poder realista, con una flota de la que Buenos Aires carecía, por lo cuál un intento de ataque directo era poco menos que imposible, por lo que Moreno marcó los distintos pasos para concluir con este baluarte del dominio español.
En primer término, había que conquistar la campaña, ya que el reconocimiento de dos ciudades de la Banda Oriental a la Junta de Buenos Aires en los primeros días de la revolución, demostraba que en el campo había elementos favorables al nuevo gobierno. El secretario de la Junta recomendaba obtener el favor de los comandantes militares, alcaldes y eclesiásticos que fueran posteriormente la semilla que difundieran las nuevas doctrinas.

A cada pueblo se enviarían agentes para obtener el concurso de los elementos más influyentes que a la vez confeccionarían listas de nuevos adherentes. El sentido era que en cada pueblo se generara la agitación suficiente a favor de la revolución, de tal forma que cuando fuera tiempo procedieran a conformar una fuerza militar, mientras la Junta se encargaría de enviar oficiales experimentados. Una vez adoptadas estas instancias previas, desde Buenos Aires se enviaría un ejército de tres o cuatro mil hombres. Así quedaban sentadas las bases para tender un cerco en torno a Montevideo tomando paulatinamente los pueblos más cercanos.
El Plan contemplaba la adopción de una serie de drásticas medidas dirigidas contra los bienes enemigos o contra aquellos que sin quererlo no hubiesen apoyado al ejército libertador. Los hacendados del partido enemigo que abandonaran sus tierras y haciendas debían ser convocados por edictos y en caso de no presentarse, sus bienes serían confiscados y pasarían al poder de la nación que las utilizaría para sostener los gastos militares. Los vecinos estarían obligados a concurrir con los auxilios necesarios al ejército, en caso de negarse, se los consideraría sospechosos y debían atener a las consecuencias.
También preveía la confiscación de los buques, lo que daría inicio a la escuadra propia de la que Buenos Aires carecía. Se exceptuaban los buques de bandera americana, inglesa, portuguesa o de individuos partidarios de la revolución. Se confiscarían los bienes de las personas que se encontraran en Montevideo en el momento de la rendición, salvo los que correspondieran a extranjeros, siempre y cuando pudieran demostrar fehacientemente que habían permanecido neutrales.
El Plan prevenía : "Serán desterrados todos los españoles y patricios y demás individuos que no hayan dado alguna prueba de adhesión a la causa con antelación y los extranjeros, si estando avecindados no justificasen haberse mantenido neutrales, y serán conducidos a destierro a Malvinas, Patagones, y demás destinos que se hallasen convenientes".
El Plan buscaba soluciones para recuperar a la Banda Oriental para la causa americana, pasaron algunos años para que la política suicida de los gobernantes porteños y la intriga inglesa, inventaran en la Banda Oriental un nuevo país.

Artículo tercero :
Relaciones secretas de la Provincias Unidas con España.
En este artículo se realizaron propuestas para postergar, lo más posible, la reacción española contra las colonias que habían comenzado a recorrer el camino de la independencia. La Junta intentaba consolidar la revolución en todo el territorio del antiguo virreinato, por lo que necesitaba ganar el mayor tiempo posible para preparar la resistencia contra el poder colonialista.

En tal sentido, Moreno propuso requerir a todos los Cabildos, actas y representaciones que debían hacer llegar a la Junta para que esta a su vez las remitiera a España. En las mismas de debían señalar que estos pueblos se "desvelaban para conservar los dominios de esta América para el señor Fernando VII y sus sucesores". Estas actas debían contener todo tipo de críticas al anterior gobierno, entre las cuales se remarcaba la de haber desarmado a los regimientos con el firme propósito de dejar estos territorios desarmados ante le peligro francés y "que desde el gobierno del último virrey se han arruinado y destruido todos los canales de la felicidad pública, por la concesión de la franquicia del comercio libre con los ingleses, el que ha ocasionado muchos quebrantos y perjuicios". Continuando con el cuestionamiento al viejo régimen, agregaba "también debe hacerse presente cuantos vicios y tachas hayan tenido los antiguos magistrados, exagerándolas en la más debida forma".
Con esta proposición buscaba provocar la duda entre los españoles sobre el auténtico sentido de la revolución, por eso remarcaba que las antiguas autoridades querían entregar los dominios a los franceses, lo cuál no era cierto, por otra parte, si bien varios regimientos fueron disueltos, lo fueron fundamentalmente para disminuir la influencia de los criollos.
En lo relativo al comercio libre, además de demostrar que Moreno no era partidario a ultranza de él, hacía responsable a los funcionarios españoles de las múltiples violaciones de los ingleses a la reglamentación de 1809.
Completando la campaña contra los funcionarios españoles, proponía publicar los papeles públicos de Liniers y Cisneros, en especial los relativos a la recepción al enviado francés de la que fue protagonista Liniers.
Escritos similares a los propuestos serían firmados por la gente influyente de los pueblos del interior, obligándolos con amenazas si fuera necesario. Se enviaría una comisión para reunirse con el Consejo de Regencia acompañada con los documentos mencionados. Debían realizarse negociaciones similares con Portugal e Inglaterra, aliados de España, para que por medio de la declaración de lealtad a Fernando VII y enemistad hacia Napoleón se predispusieran favorablemente a enviar apoyo material a estas tierras, en especial armas, o por lo menos obtener su neutralidad.
Toda esta política de suma complejidad tenía como objetivo el que Moreno formuló de esta manera : " ... no diré que estas tramas no puedan descubrirse, pero poco cuidado debe dársele a la Patria si se le franquea tiempo para ir realizando sus miras y estorbando que la España pueda remitir algunas tropas en la infancia de nuestro establecimiento".
Cabe mencionar, más allá de todas esta ideas delineadas en el Plan, que en ningún momento España dudó en que lado de la contienda estaban los revolucionarios y por lo tanto aquellos a los debía combatir, si hubo alguna demora en la reacción contrarrevolucionaria se debió a las dificultades políticas en la península.
Artículo cuarto :
Conducta hacia Portugal e Inglaterra.

Urgía neutralizar a estas dos aliadas de España que si concurrían en su ayuda harían insostenible la situación de los revolucionarios americanos. Por otra parte, Portugal tenía un histórico interés en la Banda Oriental, resultando factible un pacto entre los españoles de Montevideo con los portugueses. La táctica de Moreno parecía ser la única posible en aquellos momentos, esta era la de ganarse la buena voluntad de las dos naciones, especialmente con Inglaterra que dominaba totalmente la corte portuguesa, pero sin desconocer por esto el carácter rapaz de la Gran Bretaña.
Decía Moreno : " Nuestra conducta con Inglaterra y Portugal debe ser benéfica, debemos proteger su comercio, aminorarles los derechos, tolerarlos y preferirlos, aunque suframos algunas extorsiones...".
Confiaba que a través de las negociaciones y presiones sobre Lord Strangford, se impidiera la alianza entre el Portugal y la Banda Oriental. También se debía indisponer los ánimos entre portugueses y españoles.
A cambio de los beneficios que se otorgaría a Inglaterra, ésta debía evitar la alianza entre el Brasil y la Banda Oriental, proveer las armas que los revolucionarios necesitaban, y transportar a los diputados americanos para realizar las tramitaciones en el extranjero, pues la Provincias Unidas carecían de flota. A su vez Inglaterra debía comprometerse a no intervenir en disputas entre partes de la monarquía española, siempre que se reconociera a Fernando VII y se mostrara enemistad a Francia.

La ayuda inglesa debía llegar aún cuando España lograra sacudir el yugo francés " para el efecto de realizar nuestra independencia". Se concretaría una alianza defensiva-ofensiva por 20 o 25 años bajo condiciones a determinar, entregando la isla Martín García para que Inglaterra pudiera disponer de un puerto franco, como reconocimiento a la alianza y colaboración mutua.
En este punto, Moreno cometió el error más grave de sus carrera política, que si bien no se concretó, pudo haber tenido consecuencias nefastas para nuestra soberanía nacional. Entregar la isla Martín García, nada menos que al Imperio Británico, hubiera significado tener dentro de nuestro cuerpo nacional un cáncer que con el tiempo podía haberse extendido a todas las regiones.

Pero a pesar de esta criticable propuesta, insistimos que la alianza con Inglaterra que Moreno proponía no era someterse a su dominio, pues los términos de las negociaciones evidenciaban un mutuo beneficio que la Junta supo aprovechar para descomprimir una situación que por momentos fue muy complicada. Los patriotas obtuvieron importantes ventajas como el de evitar la invasión portuguesa y la alianza española-británica, obtener auxilios militares y poder disponer de los barcos ingleses para realizar ciertas misiones diplomáticas.
Si bien es cierto que se podían sufrir "ciertas extorsiones", no existía otra posibilidad dadas las circunstancias y obtener la seguridad que se lucharían exclusivamente contra España, sin la intervención de las otras potencias. Exceptuando el punto de la entrega de Martín García, son de elogiar los términos que se propusieron para realizar aquellas difíciles negociaciones.

El Plan de Operaciones
(Segunda parte)
Capítulos 25

Artículo quinto :
en cuanto a las comisiones de nuestro agentes en el interior para consolidar el sistema.

En esta artículo no se extendió demasiado pues en otras instrucciones y escritos ya lo había hecho en detalle. La misión de los agentes cambiaba de acuerdo se tratara de un pueblo con gobierno patriota o partidario del sistema colonial.
El agente debía observar la conducta de los gobernantes y empleados, si era un gobierno surgido de la revolución, debiendo palpar la opinión de la gente. Cuando se tratara de lugares que aún estuviesen en manos de los enemigos, los agentes debían hacerse pasar por comerciantes y transmitir la información de la Junta, aunque sin poner en peligro su seguridad.
Este aspecto demostraba que Moreno lejos de ser un teórico puro, participaba en las cuestiones organizativas, su personalidad lo impulsaba a actuar en todos los aspectos de la actividad política.
Artículo sexto :
En cuanto a los arbitrios que deben adoptarse para fomentar los fondos públicos luego que el Perú y demás interior del Virreinato sucumban, para los gastos de nuestra guerra, y demás emprendimientos, como igualmente para la creación de fábricas e ingenios, y otras cualesquiera industrias, navegación, agricultura y demás.

Este punto es clave pues en él se entendió sobre cuestiones económicas, mostrando su pensamiento patriótico y revolucionario que liquida sin más la imagen del Moreno librecambista. Se dejaban sentadas las bases de un proyecto soberano de desarrollo económico incentivando la creación de industrias y artesanías. Para emprender tal obra buscaba los capitales en aquellas riquezas improductivas que se hallaban en manos de un puñado de personas, privilegiando el interés general de la nación al beneficio de una minoría que sólo pensaba en el lucro personal. Lo avanzado de las medidas que proponía se evidencia cuando vemos que muchas de ellas recién fueron puestas en práctica más de un siglo después. La derrota de Moreno y por lo tanto del Plan, fueron una de las causas que modelaron para nuestro país una sociedad dependiente y atrasada.
Dos conceptos son manejados claridad en esta parte, por un lado, la necesidad imperiosa de la Nación de comenzar a desarrollar algún tipo de industria para no depender de la producción de ninguna potencia extranjera, por otro lado, intentaba que la riqueza no fuera para unos pocos sino que se derramara llegando a la mayor cantidad de gente.
Comenzó por desarrollar una de las ideas primordiales : "... el mejor gobierno, forma y costumbre de una Nación es aquél que hace feliz al mayor número de individuos...".
Despojado de todo prejuicio elitista arremetía contra aquellos que privilegian su situación personal a los altos intereses de la patria, visualizaba como pocos, que si persistían los privilegios desmedidos constituirían un factor de fracaso para la sociedad.
"... las fortunas agigantadas en pocos individuos, a proporción de lo grande de un estado, no sólo son perniciosas, sino que sirven de ruina a la sociedad civil, cuando no solamente con su poder absorben el jugo de todos los ramos de un estado, sino cuando también en nada remedian las grandes necesidades de los infinitos miembros de la sociedad...".
La profundidad que caracterizaba a Moreno para analizar los problemas sociales y llegar a meollo de la cuestión, le permitía ver el mal que aquejó al país desde la época colonial, donde sectores minoritarios usufructuaban de una riqueza que el patrimonio del trabajo de todos los integrantes de la sociedad. Tanto en la Representación de los Hacendados, donde arremetía contra los comerciantes, como en el Plan de Operaciones, sostenía una evidente postura contraria a las oligarquías económicas y políticas, precisamente en esto debe buscarse la causa de las innumerables enemistades que cosechó a lo largo de su carrera.
Su auténtica conciencia revolucionaria dio con la solución a los problemas, esto significaba encarar el proceso de industrialización, dentro de las limitaciones de la época, buscando los capitales ahí donde se encontraban. La independencia no podía limitarse a los aspectos formales sino que debía ser fundamentalmente económica y cultural. "¿Qué obstáculos deben impedir al gobierno, luego de consolidarse el Estado sobre bases fijas y estables, para no adoptar unas providencias que aún cuando parecen duras en una pequeña parte de individuos, por la extorsión, que pueda causarse a cinco o seis mil mineros, aparecen después las ventajas públicas que resultan con la fomentación de las fábricas, artes, ingenios, y demás establecimientos a favor del Estado y de los individuos que las ocupan en sus trabajos ?".
Calculaba que con la confiscación de los bienes de cinco o seis mil adinerados se beneficiaba a una gran cantidad de personas, pues esos dineros serían invertidos para la apertura de fábricas y fomentar las artes. Este era el camino hacia la soberanía económica pues de esa forma no se necesitaría depender de las industrias foráneas para el aprovisionamiento de las manufacturas necesarias "... se verá que una cantidad de doscientos o trescientos millones de pesos, puestos en el centro del Estado para la fomentación de las artes, agricultura, navegación, etc ; producirá en pocos años un continente laborioso, instruido y virtuoso, sin necesidad de buscar exteriormente nada de lo que necesite para conservación de sus habitantes, no hablando de aquellas manufacturas que, siendo un vicio corrompido, son de un lujo excesivo e inútil, que deben evitarse principalmente porque son extranjeras y se venden a más oro de lo que pesan..."
Pero su audacia lo harán avanzar mucho más aún, al defender la pertenencia al Estado de ciertas industrias, en tal sentido proponía la nacionalización de la minería. Por lo que a medida que avanzamos en el conocimiento de Moreno menos queda de aquél campeón del librecambio que nos pintó la Historia Oficial, para aparecer en cambio un político favorable al proteccionismo, como de todo aquél recurso que sirviera para consolidar la soberanía. Cada vez se visualiza con mayor nitidez el porque los historiadores liberales intentaron esconder bajo la alfombra el Plan de Operaciones.
Decía Moreno que ningún individuo podría trabajar por su cuenta las minas de plata y oro "quedando el arbitrio de beneficiarla y sacar sus tesoros por cuenta de la Nación, y esto por el término de diez años(más o menos) imponiendo pena capital y confiscación de bienes, con perjuicios de acreedores y de cualquier otro que hubiere derecho a los bienes de alguno que infringiese la citada determinación o mandato...".
Quién no respetase la ley "...incurrirá en un delito de lesa patria ; pues quien tal intentase, robará a todos los miembros del Estado, por cuanto queda reservado este ramo para adelantamientos de los fondos públicos y bienes de la sociedad". Con las minas nacionalizadas proponía obligar a los antiguos dueños a vender los instrumentos de trabajo al estado, a la vez que incentivaba a continuar a continuar la exploración para buscar nuevos minerales.
En esta parte también quería evitar que los españoles que tenían cuantiosos bienes, vendieran sus pertenencias y huyeran, para tal fin el Plan contenía una serie de posibilidades que tendían a mantener dentro del ex-virreinato esos bienes.
Previendo que muchos españoles intentarían huir con sus caudales, proponía que durante 20 o 25 años se prohibiera vender fincas u otras pertenencias, previa formación de una comisión que en cada pueblo o ciudad estableciera el estado de la posesiones de los individuos. Esa información pasaría a poder del gobierno, quién tomaría la decisión de permitir o no la venta, si alguien compraba esos bienes sin conocimiento del gobierno les serían decomisados. Los europeos no podrían realizar negocios con países extranjeros, por todo su caudal ni hipotecando sus establecimientos sin el conocimiento de la junta.
Cuidando todos los detalles para evitar la fuga de divisas, se establecía que no se podría otorgar préstamos a nacionales o extranjeros si no era en condiciones que se impondrían en el futuro y con conocimiento, que como se deduce aplicaba un control estricto sobre toda la vida económica.
El Plan consideraba imprescindible la instalación de casa aseguradoras nacionales para las transacciones con el extranjero, lo que también constituía otra muestra de la independencia económica que se sustentaba en el escrito. El estado se convertía en el único heredero de aquellos que hubiesen abandonado América, o cuyos herederos no se encontraran en estas tierras, estas medidas también alcanzarían a los extranjeros.
El estado se encargaría de fomentar la agricultura, la instalación de establecimientos fabriles cuando sus arcas se lo permitiesen. De esta forma queda delineada a grandes rasgos la política de neto corte nacional sustentada por Moreno, piense por un momento el lector, las consecuencias transformadoras que hubiesen significado la aplicación de estas medias revolucionarias, pero obviamente no todos los integrantes de la Junta tenían la misma voluntad de cambio.
Artículo séptimo :
En cuanto a las relaciones secretas que nuestros agentes o enviados deben desempeñar en los países extranjeros como Portugal e Inglaterra.

Una de las contradicciones principales a la que Moreno intentaba dar solución era aquella por la cuál se quería efectivizar un pacto con Inglaterra, a la vez que preservar a toda costa la soberanía de América. En este artículo el autor alertaba sobre el carácter imperialista de la política inglesa.
Las páginas del Plan irían moldeando esa política audaz y autónoma, no sin errores como el señalado con respecto a la cesión de la isla Martín García. Tal vez las palabras de Moreno hayan sido las únicas que condenaron y alertaron sobre la rapacidad de la Gran Bretaña.
"... Para poder merecer la protección que necesitamos, principalmente de Inglaterra, mediante a que conocemos en dicha nación, en primer lugar, ser una de las más intrigantes de por los respetos del señorío de los mares, y lo segundo por dirigirse siempre en todas sus relaciones bajo el principio de las extensión de sus miras comerciales, cuya ambición no ha podido nunca disimular sus carácter, y bajo estos mismo principios han de ser los que dirijan nuestras empresas hacia las consecuciones en aquella corte".
Nótese que Moreno sostenía que a Inglaterra había que pagarle con la misma moneda, sin descuidar por un momento sus ambiciones expansionistas. Con respecto a las relaciones entre Portugal e Inglaterra remarcaba el sometimiento de la primera, señalaba en este sentido que si los gobernantes de Portugal analizaban por un instante la política de Inglaterra hacia aquella no tardarían en darse cuenta de la "refinada maldad de sus miras ambiciosas...porque claramente se deja entender que sus fines no son sino chuparle la sangre de su estado, extenuándolo de tal suerte que tal vez sus colonias americanas se conviertan en inglesas algún día".
Esta alianza, que era en realidad un sometimiento de Portugal e Inglaterra, significaba un verdadero riesgo para las antiguas colonias españolas para las ambiciones del Imperio esclavista, en especial por su interés en la Banda Oriental. Las miras continentales de la revolución quería no sólo recuperar la Banda Oriental sino también buscaba expandir la causa patriótica hacia el Brasil, centrando sus atención en la liberación de los estados del sur.
Los agentes de la Junta, según las instrucciones de Moreno, deberían desarrollar toda clase de intrigas para separar al Portugal de Inglaterra, para luego lanzarse con un acuerdo previo con esta última, de ser posible, para conquistar el Brasil. Así intentaba asegurar para la revolución americana un territorio de formidable extensión.
El Plan atendía los intereses nacionales, alejando el peligro portugués que mantenía diferencias históricas con las colonias españolas, a la vez que intentaba expandir la influencia de la revolución, sin embargo parece un tanto incierto que Inglaterra hubiera aceptado este proyecto, pues controlaba económicamente el Brasil. Lo que interesa recalcar es el espíritu continental que mostró Moreno, pues para él, como para San Martín, Bolivar y Artigas la revolución debía ser americana, luego la oligarquías prefirieron las pequeñas naciones para poder asentar sus negocios en vinculación con los ingleses.
Artículo octavo :
En cuanto a las comisiones y clases de negocios que nuestros agentes deben entablar reservadamente en el Brasil para sublevarlas haciéndoles gustar de la dulzura de la libertad y derechos de la naturaleza.
Moreno cometió algunos errores de apreciación, esto dicho con la facilidad de la retrospección, en especial en lo relacionado al papel que podía jugar Inglaterra, a quién no le convenía que una parte del Brasil pasara a manos de los revolucionarios del Plata.

Las propuestas para la liberación del Brasil y en particular de Río Grande del Sur eran similares en algunos aspectos a los señalados para la Banda Oriental. Proponía enviar a los comandantes de frontera como a los agentes, gacetas escritas en portugués, propagandizando las decisiones del gobierno de Buenos Aires. Como era su costumbre, Moreno daba especial cuidado a la difusión de las ideas, anteponiendo la política a los aspectos meramente militares, a los que por supuesto no descuidaba.
Las fronteras debían ser ocupadas por tropas, y enviarse agentes a Río Grande. A los comandantes les recomendaba no maltratar a los portugueses dedicados al contrabando pues confiaba que en algún momento podían ser utilizados en beneficio de la revolución, también proponía que los agentes debían ganarse la buena voluntad de los magistrados de los pueblos, como también de los jueces, alcaldes u otros gobernantes de la campaña haciéndoles ver que "el Estado Americano del Sur protegerá sus ideas".
Poco a poco se debía ir ganando para la causa a los habitantes del sur del Brasil, especialmente a los de menores recursos económicos, a los comandantes de frontera les recomendaba que les hicieran llegar a los labradores brasileños, granos tanto para los pobres como para los medianos, como también permitirles que introduzcan ganado o caballos comprados, pues según Moreno los sectores empobrecidos "son los primeros resortes que debemos tener de nuestra parte". Para el autor era necesario ir avanzando con el consenso popular única fuente de verdadero poder político.
Paralelamente en las milicias se realizaría un persistente trabajo de captación de hombres para la revolución que se intentaría en el Brasil, para esto proponía, que los oficiales del ejército patriota tomaran contacto con los jefes militares brasileños haciéndoles ver las diferencias de sueldos entre ambas milicias. De igual forma se intentaría obtener el concurso de los hacendados y comerciantes arruinados mostrándole la fertilidad de nuestros campos, y así sucesivamente buscando ganar la voluntad de los descontentos.
Una vez estallada la revolución, debía ingresar al Río Grande del Sur, un ejército dividido en tres o cuatro regimientos, armando a los pueblos y nombrándoles jefes y funcionarios que ellos mismos elegirían por su libre voluntad.
El tema de la esclavitud debía tratarse disfrazadamente dada la resistencia que podía ocasionar en un Estado donde la mano de obra era esclava en su totalidad, se comenzaría por liberar a aquellos cuyos amos fueran enemigos de la revolución.
Hasta aquí con impecables las propuestas de Moreno para liberar al Brasil de la opresión portuguesa. Sin embargo algunas consideraciones políticas no eran del todo correctas, pues su opinión era que Inglaterra se mantendría neutral por ser aliada de ambas naciones. También creía que luego de la conquista de los principales pueblos brasileros, Gran Bretaña se uniría a las fuerzas de Buenos Aires llegándose a un pacto por el cuál se dividirían el Brasil entre Inglaterra y las fuerzas americanas.
Moreno realizó un incorrecto análisis de la situación pues resultaba evidente que la liberación del Brasil por los revolucionarios era en primer término, una ataque contra los intereses de Portugal y en segundo término estaba dirigido contra Inglaterra, la que sin ningún sobresalto dominaba el extenso territorio para su comercio.
Pero más allá de estos posibles errores, desde el punto de vista de Moreno, la revolución necesitaba expandirse a todo el territorio americano. Por eso dijo de Río Grande del Sur "parece que la naturaleza la formó allí como para ser una misma con la Banda Oriental de Montevideo".
Artículo noveno :
En cuanto a los medios que deben adoptarse estando consolidado y reconocido por la Inglaterra, Portugal y demás principales naciones de Europa, el sistema de nuestra libertad, cual debe ser el fin de sus negociadores, en las provincias del Brasil, con relación a la conquista del Río Grande.

Planteaba aquí que el mayor peso de la revolución en el Brasil tendría que recaer en las tropas portuguesas para que este partido se debilitara, mientras que las fuerzas enviadas por la Junta sólo debían participar de las batallas decisivas.
Cuando todos los pueblos del Río de Grande estuvieran comprometidas con la revolución se les impondrían condiciones que de no ser cumplidas se los amenazaría con abandonarlos a su suerte, sería en esos momentos en que se declararía la abolición de la esclavitud bajo el disfraz de que sus amos serían compensados. Luego proyectaba armar a los esclavos liberados y formar un batallón con ellos.
Las tropas portuguesas serían equiparadas a las criollas en el sueldo antes que declarar la libertad de los esclavos. Los puestos claves del gobierno y de la milicia se ocuparían con americanos totalmente confiables.
Así mismo proponía que aquellas familias pobres que voluntariamente quisieran trasladarse a la Banda Oriental se les otorgaría terrenos, pagándoles el viaje. Los campos se entregarían por diez años y no podrían ser vendidos hasta luego de ese tiempo. También se proveería de bueyes, granos y caballos ; exceptuándolos de pagar impuestos. Idéntica actitud debía adoptarse con familias pobres de Buenos Aires y la Banda Oriental que quisieran ubicarse en Río Grande, de esa forma buscaba establecer las costumbres y el idioma castellano, pues proyectaba la conformación de las Provincias Unidas de la Banda Oriental y Estado Americano del Sud.
Conclusión :
El Plan de Operaciones de Mariano Moreno constituyó el primer proyecto auténticamente nacional que reafirmaba la voluntad de establecer un nuevo sistema de gobierno soberano, en él se vislumbraba claramente el pensamiento del autor. Una a una fue delineando sus ideas para trasmitirlas a sus pares, demostrando que eran una consecuencia directa de un conocimiento acabado de la realidad de su país. Transmitía su deseo de concluir con la injusticia del sistema colonial y mostraba la influencia que sobre él habían ejercido los acontecimientos europeos, en especial la revolución española y la lucha heroica contra el invasor francés.
En el Plan se defendía el concepto de soberanía popular, que había sido levantado por los revolucionarios franceses y que estaba siendo puesto en práctica por el pueblo español, que por un momento había logrado despojarse de la pesada carga de la nobleza, cortesanos y curas reaccionarios que durante siglos impidieron su expresión y que dieron suficientes muestras de ineptitud y cobardía en el momento de defender la nación.
En el plano económico apoyaba el papel del Estado como forma de neutralizar la injerencia de potencias extranjeras. También consideraba que en las naciones en formación, el Estado constituía la única garantía de empujar un desarrollo industrial sostenido. Junto a esto vislumbraba la necesidad de impedir el enriquecimiento ilimitado de una minoría que conspiraba contra los intereses de la maría del pueblo americano.
Otros de los aspectos importantes que emanan del Plan es la concepción americana de la revolución : los lazos tendidos a Chile, la liberación del Alto Perú, el comienzo de la campaña a Paraguay, la idea de liberar la Banda Oriental y de expandir el eco transformador hacia el Brasil, dan una idea del carácter continental de la epopeya que alcanzó su mayor esplendor con San Martín y Bolivar. En Plan se comenzaba a esbozar el deseo de independencia que no aparecía en los primeros meses de la revolución.
Para demostrar la audacia de la concepción política de Moreno bastaría con mostrar sus proyecto de liberación de los esclavos en el Brasil, siendo que estos superaban ampliamente en número a los hombres libres.
Estos fueron a nuestro entender, los grandes lineamientos del Plan, que más allá de algunos errores, atacaba los principales problemas de la nueva nación.

Profundas diferencias
Capítulo 26

Las divergencias que estallaron en toda su magnitud en los primeros días de diciembre de 1810, no fueron las primeras entre los dos hombres que aparecían como los jefes de los dos partidos existentes entre los criollos.
Moreno y Saavedra se habían enfrentado ya, en aquél primer día de 1809, el primero de ellos había participado en el levantamiento contra Liniers. El mismo Saavedra señalaba que el decreto de supresión de honores del 6 de diciembre era un intento de Moreno de vengarse "de la burla que le hizo el 1° de enero de 1809". Luego, en el Cabildo Abierto del 22 de mayo, ambos hombres se desconfiaron mutuamente, para Moreno la actitud de Saavedra era por demás dudosa, aumentando su recelo cuando aceptó integrar la Junta presidida por Cisneros.
Estos dos hombres tenían concepciones políticas totalmente opuestas, ambos recibían el apoyo de distintos sectores sociales, que vieron en uno u otro a un peligroso enemigo del que era imprescindible desembarazarse, para obtener los fines que cada partido se proponía. No había en toda esta situación nada o muy poco de disputa personal, se trataba de dos ideas diferentes que se enfrentaron en aquel mes de diciembre.
Las posiciones sustentadas por Moreno generaron una auténtica conmoción en aquella sociedad que intentaba romper los lazos que la ataban a la metrópoli, era lo que correspondía hacer a un ardoroso revolucionario, cuya actividad provocaba fogosas adhesiones y rechazos, pero difícilmente algún contemporáneo suyo haya permanecido indiferente antes sus ideas y proyectos.
Gran parte de la juventud de Buenos Aires apoyó incondicionalmente la política que intentaba imponer Moreno, pero las adhesiones no se limitaban a este sector que estuvo en la primera fila en los acontecimientos del 25 de mayo, también su influencia llegaba hasta los sectores populares que habitaban en los suburbios de la ciudad, el nexo eran dos políticos revolucionarios, French y Berutti. Estos conformaron el regimiento de La Estrella, intento del partido morenista para contrarrestar el peso de sus adversarios en el seno del ejército, cuyo líder indiscutido era Saavedra.
Muchos patriotas desconfiaban de Saavedra desde antes de la revolución, sin embargo lo consideraban indispensable para la causa debido a su influencia en el ejército. El principal hombre del partido patriota, es decir del grupo que venía actuando coordinadamente desde tiempo antes contra el partido patriota, era Castelli, pero una vez en el gobierno su jefe pasó a ser Moreno por la decisión revolucionaria que impuso en la Junta. El partido patriota devino en partido morenista.
Pero enfrente estaban sus enconados enemigos. Fuertes sectores económicos se opusieron a Moreno, por lo que optaron por recostarse sobre Saavedra, partidario de no acelerar el proceso abierto el 25 de mayo, más bien creía en la conveniencia de detenerlo. Los comerciantes de Buenos Aires que amasaban fortunas considerables, veían con buenos ojos la posibilidad de llegar a la paz con España a cualquier costo, pues el bloqueo del puerto perjudicaba sus negocios, si para ello era necesario seguir jurando fidelidad a Fernando VII o hacer alguna que otra concesión, no importaba demasiado mientras sus arcas estuvieran llenas. Moreno ya loo había marcado a fuego en su escrito en defensa de los hacendados y labradores.
Los mayoría de los principales comerciantes eran españoles a los que se habían incorporados otros de origen criollo, pero la cortedad de miras de unos y otros era similar. Sus bolsillos pesaban más que el interés nacional. Paralelamente, Moreno era un decidido enemigo de las fortunas abultadas e improductivas para las que planteaba la expropiación, eran los comerciantes y los mineros los destinatarios de esa medida. Como si fuera poco, era implacable al momento de reprimir el contrabando que les permitía cuantiosos ingresos a estos comerciantes.
La medida del 3 de diciembre que impedía a los españoles obtener puestos en la administración pública, le granjeó aún más, la enemistad de los españoles residentes en Buenos Aires.
En una palabra, eran muchos los sectores interesados en la destitución del joven gobernante, quién asumía la defensa de la soberanía popular, otro elemento de irritación para esa conjunción de intereses reaccionarios.
Cuando la noticia del triunfo de Suipacha llegó a Buenos Aires, ambos partidos se lanzaron a dirimir la primacía. El partido liderado por Moreno estaba decidido a continuar la revolución, a terminar con los privilegios coloniales, a controlar férreamente a los españoles que no estuviesen con la causa patriota, a arrojar en poco tiempo más la máscara de Fernando VII, a redactar la Constitución y por lo tanto a declarar la Independencia Nacional, básicamente es esto consistía el proyecto morenista.
Frente a eso se alzaba el conservadurismo de Saavedra, que intentaba detener la revolución, continuar enmascarado tras el rey español y por supuesto no adoptar ninguna decisión independentista hasta que se viera con claridad lo que podía ocurrir en España y en el resto de Europa, este proyecto albergaba en su interior una profunda desconfianza en las fuerzas patriotas a las que consideraban muy débiles frente al poder realista.
El historiador y ensayista Scenna marcó que : "La causa fundamental de la disidencia residió en el diverso criterio que uno y otro encararon la revolución, una vez que esta pareció asentarse. Para Moreno debía seguir adelante, para Saavedra había llegado la hora de frenarla. El primero era un revolucionario, el segundo un hombre demasiado apegado al orden virreinal y temeroso de los cambios bruscos o saltos al vacío".
El mismo Scenna rechazó la idea defendida por muchos, en el sentido de la supuesta falta de energía de Saavedra, tal cosa no era así pues demostró ser astuto como pocos y muy enérgico, incluso implacable. Simplemente el empuje de Moreno en los primeros meses de la revolución le impidieron imponerse, pero continuó controlando el ejército y era plenamente conciente de sus fuerza, llegado el momento se desprendió de la molesta compañía. La imagen de un Saavedra débil no se condice con la realidad pues pudo sacarse de encima a Moreno primero y a los seguidores de este, luego.
El tema de cómo tratar a los españoles también los separaba, desde que se trató el castigo a los capitulares que habían jurado fidelidad al Consejo de Regencia. Moreno proponía la pena de muerte a diferencia de Saavedra que entendía que sólo correspondía el destierro, en sus memorias cuenta que al conocer la propuesta del secretario respondió "...Yo tengo el mando de las armas y para tan perjudicial ejecución protesto desde ahora no prestar auxilio". Esta frase demuestra que Saavedra era conciente de su poder y si en algunas cuestiones dejaba hacer a Moreno era esperando un mejor momento donde la revolución estuviera fuera de peligro y eso ocurrió luego de Suipacha.
Los enemigos de la revolución captaron en toda su dimensión quién era el principal adversario del colonialismo, por eso el comandante español Salazar, al mando de la flota en Montevideo afirmó : "Moreno es el principal papel la Junta y el primer terrorista". Los realistas también conocían que vencido Moreno, la revolución se debilitaría, permitiendo la reacción de los colonialistas, y así fue como ocurrió.
Resultó tan álgida la disputa entre los partidos criollos que los jefes de ambas tendencias estaban convencidos que sus vidas corrían serio peligro. Fue por eso que ante la renuncia de Moreno a la Junta, éste aceptó realizar la misión en Gran Bretaña, viaje que se le iba a encomendar a Vieytes. Saavedra aceptó de inmediato concederle esa posibilidad, se estaba quitando de encima a su principal adversario interno.
El decreto del 3 de diciembre impedía el acceso de los españoles al aparato estatal, tanto en ese decreto como en los escritos en la Gaceta referidos al Congreso convocado por la Junta, Moreno arrojaba por la borda la máscara de Fernando, esto provocaba temor entre los españoles como entre los criollos conservadores. Mientras algunos criollos no se decidían a abandonar los viejos valores, Moreno quería hacer saltar por los aires los restos del régimen colonialista para imponer uno nuevo basado en la independencia nacional y la soberanía popular.
Para diciembre, el joven gobernante hablaba y escribía sin ocultar absolutamente nada, lo que provocaba la resistencia cada vez mayor de los reaccionarios. Liderados por Saavedra todos se nuclearon en torno a él para derrotar al secretario de la Junta, pero una vez logrado sus fines, no tuvieron tiempo de festejar por las penurias que se sucedieron con posterioridad.
Para el presidente de la Junta, su adversario llegó a ser la encarnación misma del mal, aún años después de su muerte aseguraba que lo había querido asesinar. En una carta que Saavedra le enviara a Chiclana el 15 de enero de 1811 acusaba a Moreno de cosas tales como "hombre de baja esfera", de ser "soberbio y frío", "lengua maldicente", "alma intrigante" y "demonio del infierno".
El receptor de estas injurias también lo era por parte de los mayores enemigos de la revolución, rara casualidad que el ya mencionado Salazar mostrara igual odia hacia Moreno que el presidente de la Junta cuando señalaba : "Todos los vocales de esta Junta son perversos, pero los dos Castelli y Moreno son perversísimos y singularmente éste que es el autor y escritor de todos los papelotes....".
Los enemigos de la revolución sabían donde atacar y donde estaban los defensores más consecuentes del patriotismo americano. De alguna manera, Saavedra imbuido de una profunda concepción política reaccionaria, coincidía con los realistas en la necesidad de aplastar a Moreno y sus seguidores.
La aparición de Saavedra al frente de la Junta se debió a que era la más alta jerarquía militar, más allá de sus convicciones, tanto era así que no había militado en ningún momento contra el régimen virreinal, del que quería preservar muchos privilegios, los acontecimientos de mayo lo arrastraron y de no haberse ubicado al frente de las tropas patrióticas su suerte hubiese sido la misma que la de Cisneros.

La cabeza de la Junta fue hasta sus últimos días de gobernante un respetuoso defensor de los grandes propietarios, muchos de los cuales estaba decididamente en contra de cualquier cambio. Es indudable que los sucesos de los primeros momentos sobrepasaron a Saavedra que dejó actuar a Moreno, la mayoría de las veces sin estar de acuerdo.
El trabajo incansable del secretario en la Junta se complementaba con la actividad del Club, cuyos componentes apoyaban incondicionalmente a Moreno, como ya dijimos éste concurría a algunas reuniones para discutir la marcha de los acontecimientos. Puiggrós sintetizó su política de esos meses de la siguiente manera : "Mariano Moreno pudo cumplir en seis meses una tarea gigantesca que levantó resistencias pero que nadie se atrevió a combatir o negar abiertamente, pese a que cada una de sus funciones y reformas lesionó algún interés".
El grupo morenista no tuvo grandes resistencias mientras la revolución aparecía como insegura, pero ni bien pareció estabilizarse, esos intereses perjudicados de los que hablaba Puiggrós, se lanzaron a conquistar el terreno. Con el triunfo de Suipacha y la llegada de los diputados del interior a Buenos Aires para el Congreso, los opositores al morenismo consideraron que su hora había llegado por fin.
Si bien era Moreno quién decidía todo sobre la expedición al Alto Perú por ser el secretario de Gobierno y Guerra, en la capital los regimientos respondían a Saavedra. Cuando se conoció la noticia del triunfo de Suipacha, el ejército se dispuso a festejar y homenajear a su jefe y paralelamente repudiar a ese abogado que pretendía producir cambios profundos, incluso en la filas militares, reemplazando a los oficiales que no estuvieran a la altura de las circunstancias como lo había hecho con Ortiz de Ocampo cuando se resistió a fusilar a Liniers. Esta fiesta era parte de la campaña para desplazar a Moreno.
Circular del 3 de diciembre
Como ya dijimos, por este decreto se intentaba prohibir a los enemigos del partido patriota conseguir lugares de trabajo en el aparato estatal dado el estado de guerra en el que se hallaban España y las provincia americanas, este decreto estaba en un todo de acuerdo con el pensamiento de Moreno.
La medida fue criticada por Saavedra, haciendo gala de la moderación que pregonaba para los enemigos de la patria, recordemos que se excluía de la prohibición a los españoles que en ese momento ya estuvieran trabajando para el estado. Por otra parte, la revolución necesitaba cubrir los cargos más importantes con patriotas reconocidos para revertir la discriminación que hacia los americanos habían desarrollado los funcionarios españoles.
Este decreto se convirtió en uno de los argumentos utilizados por los adversarios de Moreno para justificar su desplazamiento, acusándolo de ser implacable hacia los enemigos de la revolución, acotamos nosotros que fue esa actitud la que permitió a los patriotas avanzar en los primeros y difíciles seis meses de revolución que terminaron con siglos de opresión. Es por esta incomprensión de sus pares de la Junta que su hermano Manuel Moreno se refería a esa "turba de ineptos con todos lo resabios de los vicios pasados".
En sus memorias, Saavedra marcaba su posición contraria al decreto de referencia de la siguiente manera : "Fomentóse ésta con motivo del sistema de delaciones que contra los europeos comenzó a adoptarse". Nada más ni nada menos que el presidente de la Junta salía en defensa de los enemigos adoptando una peligrosa posición que no dudaba en defender a los españoles, a la vez que descargaba toda sus artillería verbal contra el odiado Moreno. ¿Contra quién combatía Saavedra a esa altura de los acontecimientos, contra los colonialistas o contra Moreno ?. Pareciera que todas sus energías estaban dedicadas casi con exclusividad a destruir a ese "demonio del infierno" que era el secretario, desde sus particular óptica conservadora.
Pocos días antes de este decreto, la Junta despachó un oficio al obispo informándole que se había resuelto remover a la abadesa de Capuchinas por habérsela sorprendido en correspondencia con el enemigo, demostrando a las claras que la conspiración contra el nuevo sistema podía surgir en cualquier ámbito si no se adoptaban las decisiones enérgicas que Moreno reclamaba.
Sin lugar a dudas la patria estaba en peligro por lo que se justificaban plenamente las medidas como estas, la actuación de Saavedra lo llevaban a oponerse peligrosamente a decretos que, como el mencionado hacían a la estricta seguridad de la revolución.
Supresión de Honores

El 5 de diciembre en el cuartel de Patricios se desarrolló un acto de netas características políticas, supuestamente se festejaba el triunfo de Suipacha, pero los militares amigos de Saavedra decidieron convertirlo en un homenaje para jefe de sus partido. El acto tenía todos los rasgos de ser una reunión facciosa pues no se permitió el ingreso de los partidarios de Moreno, e incluso a éste se le impidió el paso.
Atanasio Duarte pasado en alcohol brindó y llamó a Saavedra emperador de América. Moreno creyó encontrar la oportunidad para embestir contra sus adversarios. No tardó en redactar el decreto del 6 de diciembre de supresión de honores, por el mismo se determinaba que quedaban sin efecto los honores para el presidente que eran similares a los del virrey, igualándolo al resto de los vocales. A partir de ese momento ni el presidente, ni los vocales podían tener escolta o comitiva o aparato que los distinguiera de los demás ciudadanos. Todo decreto de la Junta debía llevar la firma de por lo menos cuatro miembros y la del secretario respectivo, se prohibía brindar o aclamar a los integrantes de la Junta y se desterraba a Atanasio Duarte que fue el primer perjudicado en esta crisis.
Con estas disposiciones Moreno quería debilitar la posición del presidente, recortando varias de las atribuciones que le habían sido otorgadas al comenzar su mandato.

Algunos representantes de la historiografía oficial consideran suficiente a este decreto para justificar el enfrentamiento entre dos hombres, lo cuál estaba muy alejado de la realidad, pues estábamos ante la pugna de dos posiciones políticas, una conservadora y otra revolucionaria. Lo cierto era que este acontecimiento fue tan sólo una pequeña parte del iceberg, de no haber existido, los protagonistas hubieran forzado otros para dar rienda suelta a sus profundas diferencias. A esta altura la menor chispa iniciaría un terrible incendio.
Scenna dijo que muy posiblemente la idea de Moreno era que el presidente de la junta se negaría a firmar ese decreto y por lo tanto se vería en la obligación de renunciar, pero Saavedra se sabía fuerte y no estaba dispuesto a dar un paso atrás, por el contrario consideraba que había llegado el momento de que fuera su adversario el que diera el paso que le alejaría del gobierno. Con habilidad Saavedra no opuso resistencia y estampó su firma en el decreto que recortaba sus privilegios. Con mucha inteligencia, desde ese instante hasta el final de sus días, Saavedra adoptó el papel de víctima, perseguido por un sanguinario jacobino y sus seguidores.

Parte del plan de Saavedra consistía en no mover un dedo para salvar a su fogoso admirador Duarte, que debía partir hacia el destierro. Sin embargo, el presidente no tardaría en devolver el golpe, que esta vez sería definitivo para la suerte de Moreno.
Con respecto a los aduladores el secretario decía : "...existen en todas partes hombres venales y bajos que no teniendo otros recursos para su fortuna que los de la vil adulación, tientan de mil modo a los que mandan, lisonjean todas la pasiones y tratan de comprar su favor a costa de los derechos y privilegios de los demás". Al justificar el destierro de Duarte decía "...porque un habitante de Buenos Aires, ni ebrio ni dormido, debe tener impresiones contra la libertad del país". En otra frase quedaba reflejado su pensamiento "Si deseamos que los pueblos sean libres observaremos religiosamente el sagrado dogma de la igualdad".

El decreto dividió aún más las aguas entre los sectores en pugna, unos lo apoyaron mientras que otros lo repudiaron, mientras tanto Saavedra hacía las veces de víctima, años después decía : "Los jefes de las tropas se alteraron ante esta ocurrencia y los más de ellos (excepto el coronel del regimiento La Estrella, que era el único con que contaban los de la oposición) me vinieron resueltamente a decir que estaban decididos a no permitir tuviese efecto tan arbitrario y degradante decreto, y protesto que no me costó poco contrarrestarlos". Los saavedristas protestaban por el simple hecho que el presidente de la Junta perdía sus privilegios y la pompa que había pertenecido a los virreyes. Por obra de magia, el morenismo, principal sostén de la revolución, había pasado a convertirse en el partido opositor a los ojos de Saavedra.
En una carta personal a Chiclana, Saavedra daba muestras de su frialdad y de lo planificado de sus movimientos, que contrasta con el apocamiento que dejaba traslucir en los escritos públicos : "Entonces fue que salió con el reglamento de la Gaceta del día 8 que habrás visto, y yo accedí para hacerles ver su ligereza del inicuo modo de pensar. En efecto conseguí lo que me propuse : el Pueblo todo (el sensato digo) elogió mi modo de obrar y ha mirado con execración a este demonio del infierno : de aquí resultó la incorporación de los diputados de Ciudades interiores, y por conocer se le acababa el preponderante influjo que tenía en la Junta, hizo dimisión a sus cargo...." "El sistema robespierriano que se quería adoptar, la imitación de la Revolución Francesa que se intentaba tener por modelo, gracias a Dios que han desaparecido..." "Ya te dije que el tiempo del terrorismo ha pasado, y las máximas de Robespierre, que quisieron imitar son en el día detestables".
Estas eran las opiniones de un hombre que parecía estar asustado por encontrarse en el medio de una revolución de emancipación nacional.

El Congreso y el fin
Capítulo 27

En la Gaceta, durante varios números, Moreno asentó su opinión sobre el papel que debía cumplir el Congreso que estaba por reunirse de acuerdo a lo que había determinado la junta en el acta del 27 de mayo, así mismo invitaba a los diputados de las provincias que ya habían llegado a la capital a debatir en las páginas del periódico. En estos escritos fue desgranando los problemas que más le preocupaban con la evidente intención de influenciar a los diputados que iban a participar en el Congreso.
Denunciaba el carácter del imperio español y su conducta hacia las colonias americanas : "... la fuerza y la violencia son la única base de la conquista, que agregó a estas regiones al trono español, conquista que en trescientos años no ha podido borrar de la memoria de los hombres las atrocidades y horrores con que fue ejecutada, y que no habiéndose ratificado jamás por el consentimiento libre y unánime de estos pueblos, no ha añadido en su abono título alguno al primitivo de la fuerza y la violencia que la produjeron".
Mientras algunos criollos confiaban aún en llegar a algún tipo de negociación con España, para el autor de esas páginas e había iniciado un camino sin retorno, por eso enjuiciaba tan duramente a la a la metrópoli.
Desde la Gaceta introdujo el tema que a su entender era el principal que debía ser abordado por el Congreso, la ambición del secretario era que la asamblea aprobara la redacción de una Constitución que el paso previo para la declaración de la independencia, esta audacia junto a tantas otras, provocaba verdadero pánico entre sus adversarios que no querían tener un Congreso que fuera constituyente.

Explicando su posición decía : " Sin embargo, el pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, él debe aspirar a que nunca pueda obrar mal ; que sus pasiones tengan un dique más firme que el de sus propia virtud ; y que delineado el camino de sus operaciones por reglas que no esté en sus manos trastornar, se derive la bondad del gobierno, no de las personas que lo ejercen, sino de una constitución firme, que obligue a los sucesores a ser igualmente buenos que los primeros, sin que ningún caso deje a estos en libertad de hacerse malos impunemente".
Reafirmando sus postulados : "Nuestros representantes van a tratar sobre la suerte de unos pueblos que desean ser felices, pero no podrán serlo hasta que un código de leyes sabias establezca la honestidad de las costumbres, la seguridad de las personas, la conservación de los derechos, los deberes del magistrado, las obligaciones del súbdito, y los límites de la obediencia". "no tenemos una constitución, y sin ella es quimérica la felicidad que se nos presenta".
Moreno recalcaba la importancia que del Congreso surgiera la decisión de otorgar una Constitución a las provincias recientemente liberadas, por eso se resistía a que la reunión se limitara a elegir a un nuevo gobierno con la participación de los representantes de las provincias. "Así, pues, revestida esta respetable asamblea de un poder a todas luces soberano, dejaría defectuosa su obra si se redujeses a elegir gobernantes, sin fijarles la constitución y forma de su gobierno".

No aceptaba postergaciones, por eso rechazaba los argumentos de aquellos que entendían que era necesario esperar a que el resto de las provincias americanas se liberaran de yugo español lo que significaba una dilación sin plazo, de la independencia que ya levantaba sin disimulos, temía con razón que si se le daba tiempo de reaccionar, el poder español en América se acrecentaría con los refuerzos militares que podían llegar desde la península. En este contexto afirmó : " Es una quimera pretender que todas las Américas Españolas formen un solo estado". Esta frase fue interpretada por algunos historiadores, como una negativa a la unidad americana, la conclusión sin embargo no es acertada, pues su oposición se centraba en las postergaciones que el partido de Saavedra imponía sobre las decisiones fundamentales con la constitución y la independencia.
Tal vez percibiendo que se le terminaba el tiempo intentaba apurar determinadas resoluciones, acosado por realistas y saavedristas, aceleraba el ritmo para buscar una rápida salida : "Pueden, pues, las provincias obrar por sí solas una constitución y sus arreglo ; deben hacerlo, porque la naturaleza misma les ha prefijado esta conducta, en las producciones y límites de sus respectivos territorios ; y todo empeño que les desvíe de este camino es un lazo con que se pretende paralizar el entusiasmo de los pueblos, hasta lograr ocasión de darles un nuevo señor".
El redactor del Gaceta esperaba alguna maniobra del partido contrario para que el Congreso terminara sin adoptar decisiones de importancia, acorde al criterio conciliador que manejaban sus rivales, por eso alertaba sobre quienes pretendían "paralizar el entusiasmo de los pueblos".
Desde el periódico intentó una polémica que no se dio, pues los saavedristas esperaron la oportunidad para unirse a los diputados de las provincias para producir un cambio en la relación de fuerzas, de tal forma de terminar con la influencia de Moreno y su gente, para esto no era necesario polemizar, sólo esperar y llegado el momento, actuar.
El 18 de diciembre se realizó la reunión a la que concurrieron los miembros de la Junta que estaban en Buenos Aires y los nueve diputados provinciales. Estos plantearon su incorporación al gobierno, por lo que la Junta quedaría ampliada con esos nueve representantes del interior. Quedaba postergada sin fecha la realización del Congreso, pues el nuevo gobierno cumpliría sus funciones hasta la realización de dicha asamblea. Quedaban así neutralizados los planes de Moreno para discutir una Constitución.
Simultáneamente los diputados descargaron una serie de críticas sobre la Junta como para justificar su inclusión, consideraban imprescindible "restituir la tranquilidad pública que estaba gravemente comprometida por un general descontento con la Junta" y que "el crédito del gobierno estaba quebrado considerablemente, y que no pudiendo ya contar con la confianza pública, que hasta allí había servido de apoyo a sus resoluciones, era necesario reparar esta quiebra con la incorporación de los diputados, que los mismo descontentos reclamaban".

Esto es lo que dice el acta de la reunión, los diputados al expresarse de esa manera se hacían eco de los sectores criollos más reaccionarios que mostraban un inocultable temor al proceso de cambios profundos que se habían producido desde el 25 de mayo, los siglos de dominación pesaban sobre sus cabezas, poniéndoles muye nerviosos los proyectos y realizaciones que promovía el incansable secretario de la Junta.
Los vocales de la Junta respondieron que los diputados no debían incorporarse al organismo de gobierno pues el Congreso era el fin de la convocatoria y hasta su instalación, los enviados de las provincias no entraban en funciones, además señalaron que la circular enviada al interior por la Junta en los primeros días de la revolución, en la cuál se invitaba a los diputados a incorporarse al gobierno era producto de la inexperiencia, y por último, que el reconocimiento a la Junta por cada pueblo subsanaba la falta de concurso del inicio.
Pero cuando se procede a la votación los nueve diputados votan juntos por sus incorporación a la Junta. Habían concurrido los representantes de Mendoza, Santa Fe, Corrientes, Salta, Córdoba, Tucumán, Tarija, Catamarca y Jujuy. Por el contrario, los integrantes de la Junta no votaron de igual manera, mientras Saavedra, Azcuénaga, Alberti, Matéu y Larrea aceptaron la incorporación de los diputados, marcando que no estaban de del todo de acuerdo pero que lo hacían por conveniencia pública. Paso y Moreno se opusieron.
Esta resolución no significaba solamente la negación a convocar al Congreso sino que además, la Junta quedaba convertida en un organismo de gobierno sumamente numeroso que perdería toda la ejecutividad necesaria para adoptar decisiones. Así mismo el aceptar las propuestas de los enviados de las provincias significaba de hecho reconocer las críticas que los mismos realizaban al gobierno y que tenían por principal responsable a Moreno por la crisis que según ellos existía.
Moreno afirmó en esa reunión que en realidad el verdadero motivo de la polémica era el decreto del 6 de diciembre del que no se arrepentía y si se lo consideraba responsable de las desgracias que se denunciaban no le quedaba otro camino que renunciar.
Manuel Moreno dijo tiempo después, refiriéndose a estos acontecimientos : "No siendo otra la causa que los movía a solicitar esta extravagante mutación, que aniquilar el crédito del doctor Moreno en la Junta, debían haberse contentado con la voluntaria cesión que este les hacía del campo disputado y no empeñarse en la prosecución de una medida preñada de las más fatales consecuencias para la felicidad del pueblo y solidez de la nueva causa. Todos los males que podían temerse, han sobrevenido ; y al fin, después de llevado el sistema casi al borde del precipicio, los diputados de las provincias han sido despedidos del gobierno, cargados de la mengua de que la época de su mando ha sido la serie de los desastres del país".

No exageraba Manuel Moreno cuando se refería a los males que trajo aparejado la Junta Grande al sistema de gobierno de la Nación en nacimiento, la falta de un conductor como Moreno producirán derrota tras derrota, las que debilitaron al nuevo sistema. Con la Junta Grande el gobierno perdía toda ejecutividad precisamente en el momento en que la revolución necesitaba de ella.
La inteligente táctica de Saavedra consistió en aliarse a los diputados del interior. Moreno, hombre de sólidos principios, no podía aceptar tantos condicionamientos, difícilmente los diputados aceptaran el Plan de Operaciones del que no habían participado, por lo que la jugada de Saavedra permitía que quedara sin aplicación el plan revolucionario. Por esto Moreno prefirió estar fuera del gobierno donde ya no podían pesar sus opiniones y lo que era más grave, el rumbo de la Junta cambiaría su orientación.
Escribió Ernesto Palacio : "No habiendo Congreso, no había constitución, ni independencia : todo ello prematuro, según el Deán". El Deán era Funes, enviado por Córdoba y que jugó un papel importante al lado del saavedrismo.
La incorporación de los diputados lograba dos objetivos para los hombres de Saavedra, se evitaba la convocatoria al Congreso y la aplicación del Plan. Quedando anulado el impulso revolucionario que Moreno pugnaba por dar a la Junta, la correlación de fuerzas beneficiaba holgadamente al presidente que dominaba el ejército y a partir del 18 de diciembre también el gobierno. Los aliados de Moreno dentro del gobierno estaban muy lejos, Castelli en el Alto Perú y Belgrano en el Paraguay, sólo Paso permaneció a su lado.
El acta de la reunión del 18 decía lo siguiente : "Habiéndose explicado de un modo singular contra su persona el descontento de los que han impelido a esta discusión, y no pudiendo ser provechosa al público la continuación de un Magistrado desacreditado, renuncia a su Empleo, sin arrepentirse del acto del 6 de diciembre que le ha producido el presente descrédito ; antes bien espera que algún día disfrutará la gratitud de los mismos ciudadanos que ahora lo han perseguido, a quienes perdona de corazón, y mira su conducta errada con cierto género de placer, porque prefiere al interés de su propio crédito que el Pueblo empiece a pensar sobre el gobierno, aunque cometa errores que después enmendará, avergonzándose de haber correspondido mal a unos hombres que han defendido con intenciones puras sus derechos".

Aunque en el acta de la reunión no figuren explícitamente las críticas directas a la persona de Moreno, pues los cuestionamientos de los diputados fueron contra la Junta, da toda la impresión que se vertieron numerosos cuestionamientos a la actuación de Moreno, lo que lo indujo a decidir en la misma reunión, sobre la presentación de la renuncia.
Moreno no podía permanecer un minuto más, luego de verse obligado a renunciar al Plan de Operaciones y al Congreso Constituyente, pues tenía una visión apocalíptica de lo que sucedería si no se cumplía con los pasos que la Junta había aceptado dar unos meses antes y que consistía en consolidar el proceso revolucionario con medidas políticas y económicas que estaban plasmadas en el proyecto redactado por Moreno.
De todos modos, su personalidad se resistía a aceptar pasivamente los acontecimientos a pesar del profundo dolor que le causaba encontrarse tan sólo, luego de una lucha titánica por la liberación de sus patria. Desde Inglaterra, donde la Junta lo comisionaba, pensaba dar a conocer un documento mostrando su visión de los sucesos que determinaron su renuncia. De esta manera tenía ideado contraatacar, mientras en Buenos Aires continuaban actuando sus partidarios que no eran pocos. Desensillaba hasta que aclare, sabiendo que de continuar en la ciudad hechos sangrientos podían ocurrir.

El viaje y la muerte
Para cumplir con la misión en Inglaterra partió el 24 de enero de 1811, a bordo de la nave británica Misletoe, al día siguiente trasbordó a la fragata mercante inglesa Fama, debiendo soportar un temporal que retrasó por dos días el viaje y haciendo temer por el destino de la embarcación.
Moreno estaba deprimido y le comentó a su hermano Manuel y a Tomás Guido que lo acompañaron : "No sé que cosa funesta se me anuncia en este viaje". Sus enemigos eran muchos y no podía extrañar que alguien intentara asesinarlo, así lo creía Moreno, sus amigos y familiares.
Hubo algunos indicios que podían preanunciar un posible asesinato. Su esposa recibió uno días después de su partida una caja que contenía un velo y un abanico, ambos de color negro, acompañados de una esquela que le indicaba que pronto los necesitaría pues estaba próxima a convertirse en viuda.
También en Oruro, el sacerdote Azcurra, enemigo de Moreno, al enterarse de su renuncia y del viaje a Inglaterra, recorrió las calles de la ciudad gritando ante testigos : "Ya está embarcado y va a morir".
La travesía del Fama estuvo llena de dificultades, las que eran habituales en aquella época, la salud de Moreno se vio resentida por los males de viaje y la depresión que lo embargaba, un testigo presencial de aquellos sucesos diría : " Los últimos disgustos abatieron considerablemente su espíritu y la idea de la ingratitud se presentaba de continuaba a su imaginación, con una fuerza que no podía más que perjudicar su constitución física".

Este hombre desmoralizado y fatigado de las largas jornadas de trabajo, empeoraba producto de un viaje nada apacible, sin embargo sus enemigos no se conformaban con quitarlo del gobierno, también deseaban su muerte. En 1812 su hermano contaba : " Ya he dicho que el doctor Moreno tuvo en esta época una influencia decisiva en la Junta. Por consiguiente, los enemigos del sistema lo señalaban como la primera de las víctimas que debía ser inmolada a su venganza" : También relataba como su hermano llevaba permanentemente un par de pistolas pequeñas en el bolsillo, mientras era integrante del gobierno, y cuando se retiraba de su lugar de trabajo por las noches acompañado por dos o tres amigos.
Las disputas entre los iniciadores de la revolución llegaba a niveles de un gran enfrentamiento, ya vimos como Saavedra también era de la idea que sus enemigos podían asesinarlo.
La salud del ex-secretario empeoraba aún más, resquebrajada por las vicisitudes del viaje y fue aquí donde comienza a jugar un papel por demás sospechoso el capitán del barco. Cuando los acompañantes de Moreno le solicitaron que desviara la marcha hacia Río de Janeiro o ciudad del Cabo para atender al enfermo, pues a bordo no había médico, el capitán sin demasiadas explicaciones se negó, pero no sólo eso sino que mantuvo al barco en una irritante marcha por demás lenta.
El último hecho lamentable lo comentó Manuel Moreno de la siguiente manera : "Su último accidente fue precipitado por la administración de un emético que el capitán de la embarcación le suministró imprudentemente y sin nuestro consentimiento".
Existen historiadores que rechazan de plano la idea del asesinato, creemos que las pruebas son suficientes para señalar que la actitud del capitán fue criminal, pues a partir de ese momento, Moreno no volvió a pronunciar palabra hasta que murió el 4 de marzo en alta mar. En Buenos Aires al conocerse la noticia corrió el rumor que había sido asesinado por envenenamiento.

Los párrafos transcriptos de Manuel Moreno fueron escritos en 1812, cuando aún se hallaba fresco el recuerdo de la muerte de su hermano, sin embargo varios años después volvió a reafirmar con mayor decisión aún, la idea del asesinato, fundamentando su pensamiento en los conocimientos que sobre medicina había adquirido en los Estados Unidos, durante su estada entre los años 1815 y 1821.
En 1836 decía : "El accidente mortal, que cortó esta vida, fue causado por una dosis excesiva de emético, que le administró el capitán en un vaso de agua, una tarde que lo halló sólo y postrado en su gabinete. Es circunstancia grave haber sorprendido al paciente con que era una medicina ligera y restaurante sin expresar cual, ni avisar o consultar a la comitiva antes de presentársela. Si el Dr. Moreno hubiese sabido se le daba a la vez tal cantidad de esta sustancia, sin duda no la hubiese tomado, pues a vista del estrago, que le causó, y revelado el hecho, dijo que su constitución no admitía sino la cuarta parte, y que se reputaba muerto. Aún quedó en duda su fue mayor la cantidad de aquella droga, y otra sustancia corrosiva la que se administró, no habiendo las circunstancias permitido la autopsia cadavérica".
A nuestro entender existen fuertes indicios para sostener que Moreno fue envenenado, muchos más que para afirmar lo contrario. De esta forma se extinguió la vida de este revolucionario que posibilitó la independencia de su patria, sus enemigos celebraron la noticia, su patria no se arrepentirá lo suficiente pues esta vez como muchas otras las revoluciones terminan matando a sus padres, en este caos puso fin a los días del más lúcido de los patriotas.

Consecuencias de la derrota de Moreno
Capítulo 28

Para dimensionar en su justa medida la obra de Moreno, es necesario repasar, aunque sea brevemente, los acontecimientos que se desarrollaron luego de sus muerte. El gobierno surgido, conocido como la Junta Grande, cambió radicalmente el rumbo que llevaba la Primera Junta, desaparecieron la coherencia, la claridad y el dinamismo de los primeros días revolucionarios. Parecía como si los planes transformadores y soberanos hubiesen sido arrojados al mar junto con el cuerpo del ex-secretario.
La Junta Grande la mano de Saavedra cambió la actitud hacia los antiguos opresores, esto se reflejaba en el lenguaje que se utilizaba en las declaraciones gubernamentales, donde se incluían referencias a "nuestra amada metrópoli" y a la "fidelidad y vasallaje a nuestro desgraciado Fernando", términos que habían sido erradicados del lenguaje oficial por Moreno. Paralelamente en La Gaceta se defendía a los españoles contra el decreto del 3 de diciembre señalando "las justas quejas de los españoles europeos".
Quienes pensaban de esta forma, difícilmente estuvieran en condiciones de llevar a cabo una guerra triunfal contra los representantes de "nuestra amada metrópoli", de ahí que los triunfos obtenidos en el plano militar, con la conducción política de Moreno, se trastocaron en derrotas que pusieron al país en circunstancias muy difíciles. La expedición al mando de Belgrano debió firmar un armisticio, el 9 de marzo de 1811 en Tacuarí, por el cuál se comprometía a abandonar el Paraguay, mientras que el 2 del mismo mes la flota española vencía a Azopardo en San Nicolás.
Algunos contemporáneos de los hechos vieron las consecuencias nefastas del asalto saavedrismo al poder absoluto, y la consecuente derrota de sus rivales internos. Gorriti dijo : "Ese día se abrió una brecha en los progresos de la independencia" y más adelante "El vacío que había dejado Moreno no lo llenaban todos sus rivales juntos porque les faltaba firmeza y genio".
Mientras que el amigo de Moreno, Ignacio Núñez decía : "El trastorno causado en la organización del gobierno primitivo por la incorporación de los diputados y la proscripción del Dr. Moreno, fue tan alarmarte para el representante Castelli como lo había sido para el general Belgrano : ellos lo desaprobaron no solamente porque sus combinaciones quedaban sin la principal palanca en la capital, sino por el espíritu con que se había promovido".

Núñez certificaba como la dirección política de las dos expediciones libertadoras quedaban a la deriva, por la ausencia de un conductor con la claridad que tenía Moreno y de la que carecía el saavedrismo. El mismo Núñez marcaba la política reaccionaria de la Junta Grande : ".. un ánimo resuelto de apagar en el pueblo el calor de la efervescencia revolucionaria de que se había servido directamente el gobierno Primitivo, para dar un impulso inesperado en seis meses a la causa general. Se pusieron en juego el espionaje, las delaciones, las reconvenciones y amenazas para los que se permitiesen contrariar o censurar los procedimientos del gobierno...".
No exageraba Núñez en cuanto a la represión desatada por la Junta Grande, especialmente contra el morenismo como la del 5 y 6 de abril de 1811 que fue orquestada por los hombres de Saavedra para desterrar todo signo que recordara las ideas de Moreno. Sin embargo, sus jóvenes partidarios continuaron reuniéndose en casa particulares para denostar por traición a Saavedra y el Deán Funes.
El 20 de junio de 1811 el Ejército del Norte fue derrotado en Huaqui, el temor se apoderó de la Junta, enviando a una delegación para tratar con De Elío en Montevideo, con el que firmaron un acuerdo el 1° de septiembre en el que se reconoce a la provincias dependientes de la Junta como integrantes de la Nación española y se compromete a enviar diputados a las Cortes y auxilios a España. Con este tratado se retrocedía todo el terreno ganado bajo la dirección de Moreno, mientras éste comenzaba a esbozar la Independencia y una Constitución, sus enemigos capitulaban ante los realistas.
Pero el descontento generalizado obligó a la Junta Grande a renunciar forzosamente, se la reemplazó por un triunvirato formado por Chiclana, Sarratea y Paso ; ocupando Rivadavia una de las secretarías.
La política del primer triunvirato no se diferenció demasiado del gobierno anterior, caracterizándose también por el tono capitulador y sumiso ante los colonialistas.

El 14 de octubre el Triunvirato hizo celebrar una misa con motivo del cumpleaños de Fernando VII y pocos días después firmaba otro tratado con De Elío reconociéndosele el título de virrey adjudicado por el Consejo de Regencia y se ratificó la fidelidad a Fernando VII. No había transcurrido un año del alejamiento de Moreno y la revolución parecía definitivamente muerta por obra de sus adversarios criollos que habían entregado sus banderas sin presentar batalla, cometiendo el imperdonable desatino de reconocer un virrey en el Plata.
El primer Triunvirato, para completar sus desaciertos y atentados contra el patriotismo, desaprueba la creación de la bandera por parte de Belgrano y decide su juzgamiento por las derrotas en el Paraguay, a pesar de lo cual saldrá absuelto y posteriormente fue designado al mando del Ejército del Norte. Al mando de estas tropas y desobedeciendo al gobierno que le ordenó retroceder dejando el terreno al enemigo, Belgrano obtuvo la importante victoria en Tucumán el 24 de septiembre de 1812. Belgrano había tenido la osadía de bautizar a dos de sus baterías con los nombres de "Libertad" e "Independencia", palabras que resultaban demasiado fuertes para los gobernantes porteños.
En un principio, el primer Triunvirato fue apoyado por lo morenistas en especial porque la caída de la Junta Grande significaba el alejamiento definitivo de Saavedra, su principal enemigo, sin embargo al poco tiempo, al ver que la política era la misma, resolvieron distanciarse.
Pero no todo estaba perdido, el ideario de Moreno había calado hondo en un grupo importante de patriotas, los cuales pelearon en la medida de sus posibilidades, contra la capitulación de los gobiernos que sucedieron a la Primera Junta. La posición de los partidario de Moreno se vio fortalecida con la llegada a América, de San Martín en marzo de 1812 y la conformación de la Logia Lautaro.
La alianza del morenismo con los militares patriotas liderados por San Martín permitió rectificar el rumbo, expulsando al Triunvirato e imponiendo la realización de la Asamblea de año XIII. Este cambio, retomó en parte y con algunas vacilaciones, el camino dejado luego de la muerte de Moreno, sin embargo las marchas y contramarchas hicieron perder el empuje inicial de la revolución.
La Asamblea adoptó decisiones de gran importancia para la libertad de la Nación, como la supresión del mayorazgo, la abolición de los títulos de nobleza, se hizo realidad el viejo sueño de Moreno de suprimir la servidumbre indígena y se declaró la libertad de vientres. En el juramento de inauguración se suprimió la cláusula de fidelidad a Fernando VII, con estas medidas se intentaba retornar a ese espíritu de los primeros meses, en ese sentido obtuvo logros de importancia, pero ya no era lo mismo, la revolución había perdido un tiempo precioso, mientras que la burguesía porteña ligada a comercio empezaba a mirar con desconfianza todo proyecto que tendiera a prolongar la guerra contra los realistas, pues perjudicaba sus negocios que necesitaban de paz y tranquilidad para ser más rentables. La política de la burguesía comercial consistía en negociar a cualquier precio, coincidente con la implementada con la Junta Grande y el primer Triunvirato.
En el balance de la Asamblea debe mencionarse un error de gravedad, como fue el rechazo de los diputados de la Banda Oriental que tenían en Artigas a uno de los más altos exponentes de la Independencia Americana y de la justicia social asentada en el acceso a la tierra de los indios, negros y mulatos. Este incidente demostraba las contradicciones en que se debatía el proceso revolucionario luego de tres años de comenzado y a pesar de los esfuerzos de los patriotas que habían dedicado sus mayores energías a la obtención de la soberanía nacional.
Al comienzo del año 1813 las armas nacionales consiguieron dos importantes victorias, la de San Lorenzo al mando de San Martín y al de Salta comandada por Belgrano, sin embargo hacia fines de ese año se produjeron dos derrotas en Vilcapugio y Ayohuma, simultáneamente Fernando VII retornaba al trono para desconocer todos los cambios revolucionarios del pueblo español e imponer su retrógrado poder.
Luego de las derrotas, la Asamblea entró en receso pero antes tomó medidas que acentuaron la desvinculación con España, dictó el estatuto de funcionamiento del poder ejecutivo, acuño moneda sin la efigie del rey, se adoptó la marcha patriótica de Vicente López y Planes, y se declaraba la independencia de la jurisdicción eclesiástica española.

Posadas prestó juramento el 1° de febrero del 1814 ante la Asamblea como Director Supremo a cargo de nuevo poder ejecutivo, cometiendo el grave desatino de declarar fuera de la ley al caudillo oriental Artigas. Al asumir, Posadas envió a Belgrano y Rivadavia a negociar a Inglaterra y a España.
El 9 de enero de 1815 Alvear reemplazó a Posadas, inscribiendo durante su gobierno una de las páginas más bochornosas de nuestra historia, pues le encargó a García que se había agregado a la misión enviada por Posadas, que obtuviera el protectorado de Inglaterra, mientras Belgrano retornaba al país dejando a Rivadavia en Europa.

En la carta entregada a García cuyo destinatario era el secretario de negocios extranjeros de Inglaterra, Alvear sostenía que las Provincias Unidas eran inhábiles "para gobernarse a sí mismas y que necesitaba una mano exterior que las dirigiese y las contuviese en la esfera del orden, antes que se precipitaran en los horrores de la anarquía. Estas provincias desean pertenecer a la Gran Bretaña, recibir sus leyes, obedecer su gobierno y vivir bajo su influjo poderoso". Y más adelante en la carta señalaba : " ES necesario se aprovechen los momentos, que vengan tropas que impongan a los genios díscolos y un jefe plenamente autorizado que empiece a dar al país las formas que sean de su beneplácito, del rey y la nación...".
Tan alejados estaban estos hombres del pensamiento de Moreno y otros patriotas, que no dudaban en arrodillarse ante los ingleses, pues habían perdido toda confianza en sus compatriotas. Pero por suerte para el país, Alvear no podía durar demasiado, pues el 15 de abril de 1815 estallaba un levantamiento en Buenos Aires que tenía por objetivo terminar con la política entreguista que Alvear quería imponer a la Nación. El levantamiento tenía características auténticamente revolucionarias contando con Artigas en el Litoral, Rondeau en el norte y San Martín en Mendoza, se llamaba a las provincias a elegir sus diputados para enviarlos a Tucumán al Congreso General Constituyente, el mismo que había soñado Moreno realizar en 1810.
Algunos políticos y militares influenciados por el pensamiento de la burguesía comercial porteña mostraban predisposición a una salida que les asegurara las grandes ganancias del comercio exterior, si para eso era necesario conceder la soberanía nacional, así se haría como lo intentó Alvear. Pero siempre en nuestra patria, aún en los momentos más trágicos y cuando parece que todo está perdido, surgen patriotas que intentan y a veces lo logran, poner las cosas en su lugar.
Así como en el plano político el reemplazo de la tendencia morenista y el triunfo del saavedrismo, primero, y de la burguesía comercial porteña, luego, marcó un serio debilitamiento del pensamiento y el accionar del patriotismo revolucionario, también significó el avance de estas fuerzas reaccionarias en el plano económico y financiero, donde la clase mercantil española fue reemplazada por un sector con iguales intereses comerciales pero con estrechos lazos que los unían a Inglaterra, esta clase estaba formada por criollos, españoles e ingleses.
Por aquella época el interés del imperio británico no estaba dado en el dominio militar de América pues sus gobernantes eran concientes que el librecambio era herramienta tan poderosa que podía penetrar en lugares donde las armas fracasaban. Gran Bretaña necesitaba ubicar los excedentes de su floreciente industria, la que requería a su vez de materias primas del exterior. Para introducirse en esos mercados necesitaba de aliados que no podían ser otros que esos comerciantes residentes en los puestos, los que recibían una tajada considerable a través del comercio exterior.
Mariano Moreno había señalado con nitidez que determinadas industrias nacionales debían contar con el apoyo del estado, único mecanismo posible con el que contaban los países nacientes para competir con las formidables industrias en expansión de las naciones poderosas. A pesar de esa prédica los sucesivos gobiernos fueron adoptando posiciones que debilitaron al artesanado nacional y beneficiaron a sabiendas al comercio inglés y socios nativos.
En 1811 se estableció una rebaja de un tercio en los derechos aduaneros de importación lo que provocó la introducción a bajos precios de manufacturas extranjeras, inglesas en su inmensa mayoría, que competían deslealmente con la fabricación nacional. De esta forma los hombres de Buenos Aires dedicados al comercio pudieron amasar en pocos años fortunas fabulosas que contrastaban con la pobreza del interior, imposibilitado de realizar una actividad productiva que les permitiera subsistir.
El primer Triunvirato realizó concesiones de importancia a los ingleses, mediante el ingreso de carbón europeo y rebajando los derechos de aduana para los tejidos extranjeros. El 11 de septiembre de 1812 abolió las cláusulas reglamentarias de 1809, según las cuales las mercancías debían ser consignadas por comerciantes locales y no podían ser distribuidas por ningún extranjero. Estas medidas que atentaban contra la soberanía económica y la marcha de la guerra contra los españoles, decidieron a los grupos consecuentemente revolucionarios integrados por la Sociedad Patriótica de Monteagudo y al Logia Lautaro, a rebelarse contra el gobierno el 8 de octubre de 1812.
El 3 de marzo de 1813 la Asamblea decidió reponer la disposición de 1809 obligando a los comerciantes extranjeros a utilizar consignatarios nativos, se creaba a la vez un registro de comerciantes acreditados y se fijó el porcentaje mínimo que debían cobrar por distribuir la mercadería extranjera.
Tan preocupante era la situación ante la avalancha de productos importados que un alto oficial del ejército llamado Francisco Paso escribía al segundo Triunvirato en octubre de 1812 : "Tan importante es el comercio que hoy hacen como exclusivo los ingleses en el país, que él sólo basta para aniquilar nuestra existencia política...".
La Asamblea de 1813 que había comenzado con un gran impulso y que parecía dispuesta a volver a los esplendores de mayo de 1810, fue perdiendo esa energía y realizó concesiones al comercio inglés. Se anuló el decreto de marzo afirmando que en la práctica el decreto no funcionaba pues los "extranjeros sagaces o fraudulentos" sobornaban a los consignatarios criollos y entre ambos evadían las obligaciones. La Asamblea también aceptó la exportación de oro y plata.
A principios de 1814 se redujeron los impuestos aduaneros, las mercancías que antes pagaban entre un 30 y un 50% pasaron al 25%. En 1812 se importaba mercadería inglesa por un valor de 396.246 libras, reduciéndose en 1816 a 311.658, para ascender en 1824 a 1.141.920 para bajar luego durante la guerra con el Brasil. En 1822 las exportaciones de Buenos Aires con destino a Inglaterra sumaban 388.388 libras compuesta en su grana mayoría por cueros.
Los residentes ingleses que eran muy pocos en 1810, llegaron a 3500 en 1822 poseyendo 40 casa comerciales. Un escritor británico comentó : "La sociedad bonaerense se refinó cada vez más por el intercambio creciente con los extranjeros. El pueblo se vestía y vivía más cómodamente, utilizando trajes y muebles importados.Rápidamentese adoptaron loslujos ingleses. La mejor sociedad bonaerense se abrió a la británica imitándose sus modales".
Así se fue conformando un sector social con valores culturales de imitación que vivía a espaldas al resto del país y que aprendió a pensar con el bolsillo. En este contexto se entiende el decreto de vagancia de 1815 por el cuál todo individuo de la campaña que no fuese propietario sería considerado sirviente y quedaba obligado a reconocer un patrón que le otorgaba un papel, de no cumplir con estos requisitos era pasible de ser considerado vago y cumplir cincoaños de servicio militar o dos de contrato obligatorio en una estancia en caso de no ser apto para la milicia.
Tanto se habían alejado los gobiernos del pensamiento de Moreno que los hijos del país comenzaron a ser perseguidos e imposibilitados del transitar sin permiso del juez de paz, la ley de vagancia preparaba el terreno para la consolidación varios años después, de la oligarquía terrateniente que hasta ese momento sólo era socia menor de la burguesía comercial.

Desde la muerte de Moreno la nación se asemejaba a un barco sin timón, sólo la llegada de San Martín permitió retomar aquellos pasos hacia la independencia, pero también él fue derrotado por los interese mezquinos y extranjerizantes de los comerciantes de Buenos Aires que encontraron en Rivadavia a un jefe político que le posibilitaba formidables negocios en asociación con los ingleses.

Los continuadores
Capítulo 29

El ejemplo de Moreno había despertado una infinidad de enemistades y enconos que desencadenaron su derrota política y su muerte, pero el patriotismo intransigente del secretario de la Primera Junta lo convirtió en el espejo de una generación de jóvenes que vieron en él al más lúcido defensor de la causa nacional. Fueron ellos quienes lo rodearon y siguieron en el Club, y aún después de su muerte, mantuvieron en alto las banderas revolucionarias en la Sociedad Patriótica, Monteagudo, French, Berutti, Guido, Donado, Núñez y otros ; conformaron lo más destacado del partido morenista, sufriendo las persecuciones de aquellos que querían erradicar todo vestigio del ideario transformador de Moreno.
Antes del 25 de mayo, Moreno era un solitario desde el punto de vista político, y aunque había concurrido a algunas reuniones, no formaba parte del partido patriota que desde años antes actuaba en la ciudad, recién cuando pudo demostrar desde el gobierno toda su capacidad y energía, aquella tendencia se agrupó en torno de su figura y ahí surgió el partido morenista.
La reuniones en el Café de Marco o en casa particulares congregaba a los integrantes del Club, quienes discutían con intenso fervor la política del gobierno y las formas prácticas de apoyarlo. Ignacio Núñez, secretario de Moreno, señaló que los socios del Club se reunían noche a noche para leer las disertaciones y polemizaban sobre las mismas. Generalmente se hablaba contra la injusticia del dominio español, sobre los derechos de los indígenas cercenados por los encomenderos y de la soberanía de los pueblos de América.

Pero la actividad de los continuadores de la obra de Moreno no se limitaba a la ciudad capital, desde el Alto Perú el enviado de la Junta, Castelli, seguía fielmente el programa morenista. Desde las ruinas de Tihuanaco proclamó la libertad de los indios y prometía "repartimientos de tierras, establecimientos de escuelas y exención de cargas e imposiciones".
Moreno encontró en Castelli a una persona en la que podía confiar plenamente, no por casualidad sostenía con la mayor coherencia el proyecto revolucionario y libertador. Por eso Castelli proclamó en el altiplano : "Yo debo esperar ...que toda la América del Sur no formará en adelante sino una numerosa familia que por medio de la fraternidad pueda igualar a las respetadas naciones del mundo antiguo".
Luego del fallecimiento del líder de la fracción revolucionaria, sus partidario formaron en marzo de 1811 la Sociedad Patriótica y Literaria que era una versión más orgánica del Club, tenía como principal objetivo la de reanimar el espíritu inicial de la gesta libertadora, que según la opinión de sus integrantes había perdido la orientación y los propósitos originales.

Este movimiento no podía menos que causar preocupación entre los seguidores del presidente de la Junta, así fue como el 5 de abril por la noche, liderados por Grigera y Campana se manifiestan y peticionan al gobierno que clausurara la Sociedad Patriótica, y se eliminara del gobierno a los partidarios de Moreno, que según los complotados eran Vieytes, que había reemplazado a Moreno, y Rodríguez Peña que ingresó en sustitución de Alberti al producirse su fallecimiento, también debían rodar las cabezas de Azcuénaga y Larrea. O sea se pedía la eliminación de todo vestigio del 25 de mayo.
La Junta accedió a todo lo que solicitaron los saavedristas, la Sociedad Patriótica fue prohibida. French, Berutti y Donado, los principales activistas de la semana de mayo fueron detenidos y desterrados posteriormente, poco tiempo después son procesados Castelli y Belgrano. Se trató de claro intento del saavedrismo de sepultar la gloriosa gesta revolucionaria que puso fin a la colonia.
Mientras los promotores del golpe de estado fueron premiados, Campana fue designado en el mismo cargo ocupado por Moreno, se creaba un tribunal de seguridad pública que comenzó a controlar la actividad de los adversarios de la Junta Grande, paradójicamente los que criticaban la implacabilidad de Moreno contra los enemigos de la revolución, reprimían con bastante saña a los principales gestores de la causa patriótica. El Deán Funes, actor destacado del desplazamiento de Moreno, publicó un manifiesto en la Gaceta justificando los hechos del 5 y el 6 abril, aduciendo que estaba dirigido contra un grupo de "hombres fanáticos".
Con respecto a los acontecimientos de abril, Saavedra expresó : "Ratifico cuanto dije en aquel entonces, y vuelvo a protestar que él se hizo sin mi noticia y conocimiento. Yo sabía es verdad, y esperaba se realizase lo que mis contrarios intentaban, por medio del coronel del regimiento de la Estrella, más nunca se me ocurrió la idea de prevenirlo, con formar otro en contra de aquél".

Saavedra que ya había logrado desembarazarse de su principal oponente, luego hizo lo mismo con los partidarios de aquel, sin embargo mantenía un aire de prescindencia e inocencia. Alegaba que nada sabía, a pesar que los principales gestores del golpe eran hombres de su confianza y marcaba que en realidad eran sus adversarios los que estaban preparando un levantamiento contra el gobierno, del que acusaba a French, oportunidad que aprovecharon los saavedristas para disolver el regimiento de la Estrella que era el único que dominaban sus rivales. También Saavedra reconoció que las peticiones de los alzados eran "exorbitantes" no obstante lo cual, el gobierno que él mismo comandaba accedió a cada una de sus solicitudes, desmintiendo de esa manera la inocencia de Saavedra y sus fieles seguidores.
Los morenistas no olvidaron esta afrenta y llegado el momento, no desperdiciaron la oportunidad para vengarse, la Asamblea del año XIII decretó el juzgamiento y posterior destierro de Saavedra. En sus memorias lo hizo responsable a Monteagudo de las acusaciones que recibió : "Los papeles públicos de que era autor el doctor Monteagudo no habrá suceso, ni accidente alguno desgraciado, en que no me los atribuyese como autor del 5 y el 6 de abril. La tacha de carlotista se hizo propagar hasta lo infinito". Y más adelante agregaba : "La Providencia dispuso que aquella calumnia forjada por el alma de Monteagudo tan negra como la madre que lo parió, fuese desmentida de modo más público y solemne de cuanto yo pudiera desear".
Con la caída de la Junta Grande y la consecuente desaparición política de Saavedra, los continuadores de Moreno retornaron a la arena política. El 13 de enero de 1812 resurgía la Sociedad Patriótica con la presidencia de Monteagudo, que se convirtió en el más consecuente sucesor de los principios revolucionarios y patrióticos levantados por el morenismo.
Al homenajear al líder revolucionario fallecido en alta mar, la Sociedad Patriótica lo hacía en los siguientes términos : "….. aquél joven, desde los primeros años de su edad, se hizo admirar por sus talentos y virtudes ; de aquél patriota, republicano, que cooperó tanto a la obra grande de nuestra libertad ; de aquél magistrado sabio y elocuente que con la valentía de su pluma, con lo enérgico de sus discursos, y con su celo activo e infatigable, supo llevar casi a su término la causa sagrada de nuestra generación política. La expulsión de los tiranos, el amor a la libertad, tan difundido entonces, el respeto a los magistrados, la celeridad de las empresas militares, el sigilo de las resoluciones de la junta, la ejecución invariable de sus decretos, efecto fueron de las sabias disposiciones de Moreno. Más ¡Oh perfidia de nuestros enemigos ! Ellos trabajaron para derrumbar esa columna de nuestra libertad. Ellos hicieron enmudecer aquella lengua que tanto los humilló. Ello lograron... Pero qué ? Nada habéis conseguido. En vano os gloriáis de haber hecho callar a Moreno. Vive su memoria para avergonzaros ; viven sus escritos para confundiros, y todo él vive(si es cierto que el sabio y virtuoso jamás muere) para abatir vuestro orgullo y ataros al carro de los triunfos de la patria".
La Sociedad Patriótica mostraba toda su admiración por el jefe revolucionario, a la vez que cuestionaba a los que se le opusieron y lo obligaron a renunciar. La Sociedad vio con alegría el alejamiento de la Junta Grande, pero al poco tiempo pasó a la oposición por la política que llevó a cabo el primer Triunvirato que en muy poco se diferenció del gobierno anterior. Les preocupaba en grado sumo que no se convocara al Congreso con los representantes provinciales y el estado de abandono en que se mantenía al Ejército del Norte.
El 8 de octubre de 1812 las guarniciones al mando de San Martín y con el decidido apoyo de los hombres de la Sociedad Patriótica, ocuparon la plaza solicitando un nuevo gobierno que terminara con la línea capituladora del primer Triunvirato y retomara el impulso revolucionario, exigían concretamente la convocatoria a un Congreso que declarara la independencia y redactara la constitución. Este movimiento regeneró la esperanza, retomando las banderas morenistas, no por casualidad fue organizado conjuntamente por la Logia Lautaro y la Sociedad Patriótica, fundiéndose en él, los militares que conquistaron nuestra independencia nacional con aquellos hombres que habían luchado en la primera fila junto a Moreno.
Producto del levantamiento se convocó a un Cabildo Abierto que nombró un nuevo Triunvirato formado por Juan José Paso, quién había votado junto a Moreno en aquella reunión en la que presentó la renuncia ; Rodríguez Peña, hombre muy cercano a Moreno y el tercero era Antonio Alvarez Jonte. El Cabildo comprometió al gobierno a convocar a una asamblea.
Los partidarios de profundizar los cambios revolucionarios habían quedado sin jefe con el alejamiento y muerte de Moreno, pero no tardaron en encontrar a otro hombre con una gran personalidad y con ideas similares a las del secretario de la Primera Junta. Se trataba de Monteagudo que había sido secretario de Castelli en el norte, hasta que Saavedra ordenó su detención en Salta, pero el primer Triunvirato lo hizo liberar llegando a Buenos Aires en 1811.

Su decisión política lo convirtieron en poco tiempo en el jefe del sector más consecuente revolucionario, actuando en varios medios escritos donde divulgó ampliamente su ideario. Primero escribió en la Gaceta de los viernes. Entre el 29 de marzo y el 25 de mayo de 1812 dirigió el periódico "Mártir o Libre", cuyo nombre constituía toda una definición política y desde donde cuestionaba a aquellos gobernantes que proponían la conciliación con los enemigos de la patria. Desde el 14 de julio de 1812 hasta el 2 de febrero de 1813 estuvo al frente de "El Grito del Sud", órgano periodístico desde donde se expresaba la Sociedad Patriótica que el propio Monteagudo dirigía.
Monteagudo era un profundo admirador de todo lo hecho por Mariano Moreno, a al vez que condenaba a Saavedra y su política, el 20 de diciembre de 1811 desde la Gaceta exclamaba su coincidencia con el que había sido secretario de la Junta : "¡Qué energía en el sistema, que acierto en las deliberaciones, que concepto entre nuestros mismos enemigos que empezaban a tributarnos el homenaje del temor ! Pero ya acercaba el tiempo en que las pasiones hablasen su lenguaje natural, y se descubriesen los hipócritas cooperadores de esta grande obra. D. Cornelio Saavedra a quién con condescendencia de las circunstancias se le nombró presidente del gobierno, no pudo ver con indiferencia la Gaceta del 6 de diciembre, que desde luego hacía un contraste a sus proyectos de ambición ; y emprende para llevarlos adelante, la incorporación de los Diputados de las provincias a la Junta Gubernativa. El no dudaba que entre éstos encontraría facciosos capaces de prostituir su misión, y no se engañó en su cálculo".
Así como admiraba la actividad desarrollada por la Primera Junta, descalificaba de plano a la Junta Grande, "Pero desde la formación de la Junta Grande el espíritu se apaga, el sistema desfallece, la discordia progresa y empieza a decrecer nuestras glorias. Ya no se habla sino de facciones. Los pueblos observan con escándalo esta mudanza, lo ejércitos en campaña sienten los efectos de la desorganización, se enerva el espíritu marcial...".
Coincidió Monteagudo con tantos otros patriotas americanos que sustentaban la firme idea de aunar a todas las colonias españolas en una sola nación independiente de cualquier poder foráneo, una de sus obras se titulaba "Ensayo sobre la necesidad de una Federación General entre los Estados Hispano-americanos y plan de su Organización". En ese sentido expresó : "Se realizará sin duda la federación hispanoamericana bajo los auspicios de una Asamblea cuya política tendrá por base consolidar los derechos de los pueblos y no tan sólo los de algunas familias".
Los acontecimientos políticos lo obligaron a retirarse de Buenos Aires en 1814 embarcándose hacia Norteamérica, luego estuvo en París para retornar nuevamente a esta ciudad, pero por poco tiempo, pues pasó a Chile interviniendo en la redacción del acta de Independencia el 1° de enero de 1818. Participó en Cancha Rayada junto a O’Higgins, luego fundó el periódico "El Censor de la Revolución".
Secundó a San Martín para marchar al Perú siendo nombrado por el Libertador como Ministro de Guerra y luego Ministro de Relaciones Exteriores. Sin embargo, cuando la oligarquía del Perú conspiró contra San Martín, Monteagudo sufrió el cuestionamiento implacable de esas clases privilegiadas que lo obligaron a marchar al destierro.

Luego colaboró con Bolívar, en el que encontró la comprensión que no habían tenido aquellos hombres de bolsillo llenos. Desde Quito exclamó."Yo no renuncio a la esperanza de servir a mi país, que es toda la extensión de América".
Si repasamos la vida de Monteagudo, aunque sea en forma extremadamente breve, es porque entendemos que la historia oficial no ha ubicado en su justo lugar a este hombre que tuvo el mérito de ser uno de los continuadores de Moreno, además de colaborador estrecho de varios a quienes debemos la Independencia Americana como fueron Castelli, O’Higgins, San Martín y Bolivar.
El líneas generales, la historia oficial ha intentado enmudecer y deformar el pensamiento de los patriotas revolucionarios. Las tragedias de Moreno y Monteagudo marcaron las dificultades de los revolucionarios consecuentes para enfrentar a las clases privilegiadas, los intereses mezquinos de los enriquecidos por el comercio y el contrabando pudieron más que el sentimiento nacional, a esto se agregó la actividad de políticos y militares, que sin pertenecer a esos sectores sociales, actuaron de acuerdo a la conveniencia de esas minorías antes que a los intereses nacionales.

Tanto Moreno como Castelli y Monteagudo sufrieron de la hostilidad de sus contemporáneos, y terminaron sus días de la peor manera, ya vimos como murió Moreno, Monteagudo fue asesinado en el Perú en 1825 y Castelli concluyó sus días luego de haber sufrido prisión, juicios y calumnias.
Sólo hay una manera de subsanar los errores que cometieron en el pasado compatriotas nuestros, en este caso sólo podemos hacer justicia si desechamos la versión liberal de nuestra historia y les damos a esos patriotas, el lugar en nuestro recuerdo que se supieron ganar con sacrificio y espíritu libertador. Pero por sobre todas las cosas no debemos olvidar sus enseñanzas, no sólo las que se desprenden de sus palabras, sino en particular las que emanan de sus actos. Que a nuestras generaciones no les vuelva a ocurrir lo que a ellos, que nunca más un puñado de plutócratas maneje arbitrariamente los destinos de nuestro pueblo.
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- Plan Revolucionario de Operaciones
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- Mariano Moreno ¿Si-No ?
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- Mariano Moreno y la Revolución Nacional
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- Historia de Moreno
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- Los Escritos de Moreno y la crítica del Señor Groussac
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- La Epoca de Mariano Moreno
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- Las Brevas Maduras
Miguel Angel Scenna
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- La Gran Semana de Mayo
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- Bosquejo de nuestra revolución.
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- Gran Bretaña y la Independencia del Río de la Plata
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- Influencia Económica Británica en el Río de la Plata
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- La Economía Argentina
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- Historia Económica del Río de la Plata
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- El Ocaso del Orden Colonial en Hispanoamérica
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- La Economía Virreinal y las Ideas Proteccionistas en el Río de la Plata
Jorge E. Spilimbergo
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- Tupac Amarú en la Independencia de América
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- Los Estancieros
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- Historia General de Bolivia
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