Frente antipopular

Serge Halimi
Le Monde diplomatique


Las potencias emergentes de hoy no son dignas herederas de los anticolonialistas y antiimperialistas de ayer. Los países del Sur controlan una parte creciente de la economía mundial; lo que es justo. Pero esta riqueza está tan mal distribuida que la desigualdad de los ingresos es más pronunciada aun en Sudáfrica o en China que en Estados Unidos. Y las fortunas así amasadas sirven más para comprar empresas, bienes de lujo occidentales, que para mejorar las condiciones de vida y salud de las poblaciones india, china, árabes y africanas.


De alguna manera, es la era de los barones ladrones la que se reinicia. En Estados Unidos, a fines del siglo XIX, dinastías industriales se impusieron a la rapacidad legendaria (John D. Rockefeller, J. P. Morgan, Cornelius Vanderbilt). Suplantaron progresivamente a las grandes familias europeas en los sectores petrolero, del transporte y bancario. Rivales en un principio, los competidores transatlánticos se pusieron de acuerdo un poco más tarde para explotar a los trabajadores del mundo, incrementar desmesuradamente la remuneración de sus accionistas, agotar las reservas de la Tierra.

Los monarcas del Golfo, los oligarcas chinos, indios o rusos sueñan con el mismo tipo de relevo, y de acuerdo. Al igual que los patrones estadounidenses de ayer, se vuelven de buen grado aleccionadores. Consultado sobre el proyecto abandonado (demasiado) rápido de nacionalizar una de sus plantas industriales en Lorena, el millonario indio Lakshmi Mittal calificó esta idea de un “salto hacia atrás”. Y advirtió: “un inversor quizás lo piense dos veces antes de invertir en Francia” (1). El Primer Ministro ruso recurrió a un argumento similar para comentar un aumento impositivo en París: “En Rusia, seas rico o pobre, la tasa impositiva es del 13%. Nos dicen que los oligarcas deberían pagar más, pero no queremos que los capitales se vayan al extranjero, a través de oscuros circuitos” (2). Pekín no está menos empeñado en defender las recetas liberales. En junio último, el presidente chino expresó su alivio tras la victoria electoral de la derecha griega; el dueño del principal fondo soberano chino, accionista de GDF-Suez, estigmatizó claramente la existencia en Europa de “leyes sociales obsoletas” que “conducen a la pereza y a la indolencia, antes que a trabajar duro” (3).
El historiador británico Perry Anderson recuerda que en 1815, en el Congreso de Viena, cinco potencias –Francia, Reino Unido, Rusia, Austria y Prusia– se pusieron de acuerdo para evitar la guerra y aplastar las revoluciones. Según él, el orden mundial está actualmente gobernado por una nueva “pentarquía” informal, que agrupa a Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia, China e India. Esta Santa Alianza conservadora, conformada por potencias rivales y cómplices, sueña con la estabilidad. Pero el mundo que construye garantiza que sobrevendrán nuevos sobresaltos económicos. Y alimentarán, sin importar lo que haga, las próximas revueltas sociales.

Notas:
1. Entrevista en Le Figaro, París, 13-12-12.
2. Entrevista con Dimitri Medvedev, Le Figaro, 26-11-12.
3. Martine Bulard, “La Chine, la crise et les fraudeurs”, Planète Asie, 14-11-11, http://blog.mondediplo.net

*Director de Le Monde Diplomatique. 
Traducción: Gustavo Recalde

Publicado en las ediciones chilena y argentina de Le Monde Diplomatique enero 2013