Ocio, entretenimiento y clase social El General Petreaus “no baila el mismo tango” que los soldados del Monaco Bar
Marc W. Herold
Departamentos de Economía y Estudios de la Mujer
Universidad de New Hampshire
(Noviembre 2012)
Los europeos contemplan con regocijo displicente el despliegue del peccadillo sexual de Petreaus y sus vinculaciones con la política frente al actual puritanismo estadounidense (de las masas), porque hace tiempo ya que se acostumbraron a las veleidades de primeros ministros como Mitterrand, Berlusconi o Profumo, por nombrar solo a unos cuantos de los innumerables políticos varones europeos enzarzados en actividades extracurriculares. Esos asuntos apenas tienen repercusión allí. Por otra parte, el espectáculo de ver cómo se ridiculiza al General Petreaus por lo que no es sino una opción personal, choca poderosamente con la tolerancia ante la inmensa industria pornográfica legal del condado de Los Ángeles, que se estima mueve más de 1.000 millones de dólares al año y que revela la
hipocresía estadounidense.
Joshua Goldstein (2001) señalaba en su tratado sobre guerra y género que el ejército estadounidense ha tenido siempre afición a aliviar los horrores de la guerra con ciertas prácticas e imaginería sexual. Además, en el ejército estadounidense se imponen muy escasos castigos por violaciones y ataques sexuales (véase O’Neill, 1998, Dahr Jamail, 2009 y Speier, 2012). En 2012 ha llegado a tildarse de epidemia la violencia existente dentro del ejército contra las mujeres (Huffington Post, 2012).