Las cartas de Bin Laden

 Rupert Cronwell *


  • Hace un año, los norteamericanos mataban al líder de Al Qaida en Pakistán y se quedaban con sus documentos. En éstos se constató que su mayor preocupación era la pérdida de adeptos a causa de las muertes de civiles musulmanes.



Quiere cambiar su estrategia, pero está preocupado de que sus instrucciones sean deliberadamente ignoradas por sus torpes subordinados –o quizá de que esas instrucciones no se están recibiendo para nada–. Podría ser el preocupado CEO de una empresa en problemas. Pero en este caso es Osama bin Laden, cuyo negocio era Al Qaida, la más mortífera empresa terrorista de la época.
Ayer, las autoridades de Estados Unidos dieron a conocer la primera muestra de los documentos capturados durante el ataque del 2 de mayo de 2011 en el que Bin Laden fue muerto después de estar una década huyendo. Muestran a un líder cada vez más aislado y perdiendo el control, obsesionado con la seguridad y temeroso de que las maneras violentas de Al Qaida estuvieran alienando a los musulmanes comunes que afirmaba liderar.
El material desclasificado, en su mayor parte cartas de Bin Laden a colegas y comandantes en el campo, está compuesto de sólo 17 de los 6000 documentos descubiertos en el complejo de Abbottabad, Pakistán. Pero de acuerdo con el Centro de Combate al Terrorismo de la Academia militar de West Point en su sitio de Internet muestra que el líder de Al Qaida no era “el jefe de los títeres, que tiraba de los piolines que ponían en movimiento a los grupos de la jihad en todo el mundo”. Más bien, decía, Bin Laden “estaba cargado por lo que él consideraba su incompetencia”.
En un documento Bin Laden expresó su ira contra el paquistaní estadounidense que trató de hacer explotar un automóvil cargado de explosivos en Times Square, Nueva York, en mayo de 2010, Faisal Shahzad, ya que para adquirir la ciudadanía estadounidense juró lealtad a este país. A Bin Laden le resultaba inadmisible que un musulmán infringiese un juramento de fidelidad, aunque fuese el pronunciado para convertirse en ciudadano estadounidense, y violase la ley islámica participando en ataques en territorio estadounidense.
Las cartas están fechadas entre septiembre de 2006 y abril de 2011, la última de ellas una semana antes de que muriera. La red Al Qaida que emerge es, en muchos aspectos, una corporación como muchas otras, dividida por luchas territoriales y celos, por ejemplo, entre Bin Laden y Anwar al Awlaki, quien era el terrorista descubridor de talentos y propagandista de Internet, muerto en un ataque de un avión estadounidense teledirigido en septiembre pasado. Al Awlaki una vez fue recomendado como el líder del poderoso grupo asociado a la red en Yemen. Pero Bin Laden vetó la idea.
Su mayor preocupación era el apoyo que estaba perdiendo por las muertes de miles de civiles musulmanes. En una larga carta de mayo de 2010, escribe como inmediatamente después del 11 de septiembre que sus combatientes eran “abanderados de la comunidad islámica para luchar en la alianza de la Cruzada Sionista”. Pero entonces, “algunos de los hermanos estaban totalmente absortos en luchar contra nuestros enemigos locales”. Era hora –instaba Bin Laden– de una “nueva fase” en la cual enfocarse en los que eran reales enemigos del Islam, los estadounidenses. Las cartas revelan su atención al detalle, desde que los medios estadounidenses podrían ser prometedores para Al Qaida hasta los méritos de un libro de Robert Fisk de The Independent y –constantemente– las mejores maneras de eludir la vigilancia electrónica y fotográfica de Estados Unidos.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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