La reparación del Estado nacional

Aldo Ferrer

La transformación del escenario político, desde principios de este siglo hasta la actualidad, puso fin a la construcción del Estado neoliberal en la Argentina. La recuperación de los equilibrios macroeconómicos y la gobernabilidad del sistema, posibilitaron las nuevas orientaciones de la política económica.

El contexto externo. La transición tiene lugar en el contexto de profundos cambios en el escenario mundial respecto de la situación que prevalecía en las dos etapas de la construcción del Estado neoliberal. Esos cambios incluyen la crisis de la financiarización y su prolongación en el tiempo, por plazos aún imprevisibles. Abarcan, asimismo, la emergencia de las nuevas economías (NEI) industriales de Asia.

Sobre la primera cuestión, cabe observar que la realidad ha demolido los fundamentos del paradigma ortodoxo y del Estado neoliberal. Sin embargo, las políticas públicas en las antiguas economías avanzadas del Atlántico Norte, el “centro” según Prebisch, permanecen subordinadas a la financiarización y los intereses corporativos transnacionalizados.

La crisis probablemente se prolongará mientras la financiarización constituya el eje del capitalismo contemporáneo en el viejo centro hegemónico. Se ha llegado a un punto, en el cual, la crisis es condición de sobrevivencia de la financiarización. En efecto, la misma crea el escenario de emergencia que justifica el permanente salvataje con dinero publico y emisión monetaria, de “las entidades muy grandes para quebrar” y, como contrapartida, el ajuste permanente para recuperar la confianza de los mercados.

Las consecuencias del Estado neoliberal en los países del centro, incluyendo el régimen comunitario de la Unión Europea, son la interminable crisis financiera internacional, el lento crecimiento con altas tasas de desempleo y la tensión extrema en los países vulnerables, cuyas dos mayores expresiones son, por ahora, Grecia y España.

En consecuencia, es previsible que la reparación del Estado nacional en la Argentina, siga teniendo lugar en un escenario de turbulencias financieras internacionales, estallidos críticos focalizados e inestabilidad de las paridades cambiarias de las principales monedas y, consecuentemente, de las condiciones de competitividad. Es decir, un escenario, en el cual, es esencial descansar en los recursos propios, invertir el ahorro interno en el circuito productivo, mantener bajos niveles de deuda externa y consolidar la autonomía frente a los mercados internacionales y las condicionalidades neoliberales. La firmeza y prolijidad en la administración y control de los mercados es esencial y requiere que la economía opere con sólidos superávit gemelos en las finanzas públicas y los pagos internacionales. Este es un primer mensaje de las actuales tendencias del escenario internacional.

El segundo se refiere a la emergencia de las NEI de Asia. El desarrollo de China, India y otras economías de Oriente, configuran un escenario positivo para la Argentina y, también, riesgos. La ampliación de los mercados de bienes y servicios generan nuevos destinos para las exportaciones del país y la valorización de su producción primaria. Al mismo tiempo, la aparición de nuevos oferentes de manufacturas, incluso las intensivas en las tecnologías de la información y la comunicación, respaldados con fuentes de financiamiento, plantea nuevos problemas a la política industrial y tecnológica del Estado nacional. Bajo la seducción de la mejora de los términos de intercambio de la producción primaria, se corre el riesgo de reproducir, con el nuevo centro dinámico de Oriente, la relación centro periferia que la Argentina tuvo en el pasado con el viejo centro hegemónico del Atlántico Norte. La administración del comercio exterior resulta así esencial, atendiendo a la normativa existente en la esfera internacional y utilizando todos los medios disponibles para fortalecer la competitividad de la producción argentina y la preferencia de la producción nacional en el mercado interno. El fortalecimiento de la competitividad externa se construye desde las bases de los recursos propios y el mercado interno.

En resumen, en un mundo multipolar, en el cual los mercados se multiplican y ha colapsado la hegemonía del pensamiento y los intereses “céntricos” en la organización de las relaciones internacionales, el desarrollo económico del país descansa esencialmente en la eficacia de la política económica del Estado nacional argentino y su capacidad de generar las sinergias de las esferas privada y pública. Sinergias en la gestión del conocimiento, la movilización de los recursos disponibles, la transformación de la estructura productiva, la integración del territorio y el acceso a los mercados internacionales.

La transición. La reparación del Estado nacional ha avanzado en los últimos años. Ha recuperado varias de las funciones esenciales que lo constituyen, pero subsisten restricciones heredadas de la segunda etapa del Estado neoliberal.

Conviene recordar, al respecto, que las reformas introducidas para instalar el Estado neoliberal en la Argentina pueden clasificarse en dos categorías. La primera contiene aquellas reformas que son reversibles por el cambio de orientación de las políticas públicas. Son los casos del sistema financiero, el régimen cambiario, la deuda externa y el sistema previsional. En esas esferas, para recuperar las facultades del Estado nacional, alcanza con nuevas normas administrativas (por ejemplo, de la política monetaria y de tipo de cambio) o leyes aprobadas por el Congreso (nacionalización del régimen jubilatorio, Carta Orgánica del BCRA).

Incluso el complejo problema de la deuda externa y las condicionalidades del mercado y el FMI, puede incluirse en esta categoría porque, en efecto, en la situación extrema del default, existe una respuesta unilateral posible de reconversión de la deuda, sin someterse a presiones externas. Así sucedió, en efecto, con la exitosa operación de reconversión de deuda externa y la cancelación de la pendiente con el FMI. Los planteos legales de los fondos buitres que poseen títulos de la deuda externa argentina que no entraron en el canje, no han logrado los objetivos que persiguen y constituyen, apenas, una incomodidad menor.

Es claro que soluciones como la argentina de su crisis de deuda generan hostilidad y dificultades de acceso a los mercados financieros. En la medida en que el país descansa en sus propios recursos, es decir, vive con lo nuestro, consolida sus equilibrios macroeconómicos y competitividad, mantiene los niveles de deuda en límites manejables por sus finanzas públicas y pagos internacionales, puede operar normalmente en sus relaciones económicas externas y responder, con eficacia, a la turbulencia de los mercados internacionales.

Los acontecimientos posteriores a la salida de la crisis del 2001 revelan que fue posible operar en todos los campos mencionados y restablecer la capacidad autónoma de maniobra del Estado nacional.

La segunda categoría de reformas pro Estado neoliberal, plantea dificultades mayores. Éste es el núcleo duro de las restricciones a la libertad de maniobra del Estado nacional. Sus consecuencias siguen siendo graves sobre el proceso de desarrollo y las relaciones internacionales.

Corregir las consecuencias de la provincialización de los recursos naturales requeriría una contrarreforma constitucional, con todas sus complejidades institucionales y políticas. En todo caso, dentro del régimen existente, es necesario profundizar la coordinación y convergencia de las decisiones de la provincia con las políticas de la Nación. En las empresas públicas privatizadas y en las actividades amparadas por la Ley de Inversiones Mineras la pretensión del Estado nacional de lograr un comportamiento distinto al de los naturales intereses de corto plazo de los operadores, plantea, entre otros, eventuales problemas legales, como, por ejemplo, los observados actualmente en la relación con YPF. Lo mismo sucede, con los compromisos externos con el CIADI y los acuerdos bilaterales de garantía de inversiones. La recuperación de facultades del Estado nacional puede generar diferendos legales externos, fallos y arbitrajes, contrarios a las decisiones públicas adoptadas. Este es un terreno en que la construcción de “políticas de Estado”, es indispensable para fortalecer la posición negociadora externa, reformar las normas jurídico-institucionales que constituyen la peor herencia del Estado neoliberal y recuperar soberanía.

Por último, es necesario diferenciar entre las restricciones a la libertad de maniobra de las políticas públicas, impuestas por el Estado neoliberal, de las que surjen de la normativa vigente en el orden económico mundial. Las primeras, se resuelven con la consolidación del Estado nacional. Las segundas, con lo mismo, la eficacia de la política nacional de desarrollo y el manejo prudente y firme de las relaciones económicas internacionales. Cada país tiene la globalización que se merece en virtud de la fortaleza de su densidad nacional.

La densidad nacional. En definitiva, el ejercicio efectivo de la soberanía para poder decidir nuestro propio destino dentro del orden global requiere la vigencia del Estado nacional y, éste, la consolidación de la densidad nacional. Vale decir, la cohesión e inclusión social, la impronta nacional de los liderazgos, la estabilidad de las instituciones de la democracia y la capacidad de ver el mundo desde nuestras perspectivas; es decir, el pensamiento crítico. La progresiva transición desde el Estado neoliberal al Estado nacional en los últimos años puede explicarse por los avances que se han logrado en esos componentes de la densidad nacional. Con todo, como hemos visto, la agenda pendiente sigue siendo importante.