Economia: Otro horizonte

 Tomás Lukin 
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“Gracias a una teoría económica fallida un problema pequeño terminó convirtiéndose en un desastre”, se lamentó el economista canadiense Marc Lavoie. El investigador enrolado en la tradición postkeynesiana es un crítico de la visión dominante de la economía y especialista en temas monetarios. “Los bancos centrales no deben ser independientes, deben coordinar sus políticas con los gobiernos y perseguir objetivos múltiples”, afirmó Lavoie. Invitado a la Argentina para participar del Congreso de Economistas Heterodoxos organizado por la Universidad de Quilmes, Lavoie dialogó con Cash. El profesor de la Universidad de Ottawa cuestionó la existencia de bancos centrales con mandatos limitados al control de la inflación y destacó la necesidad de que esos organismos se conviertan nuevamente en agentes del desarrollo. El economista cuestionó las teorías económicas ortodoxas y desechó la existencia de una vinculación entre la emisión de dinero y los aumentos de precios.
¿La continuidad de la crisis en la Zona Euro es una decisión política o una consecuencia teórica?
–Está todo relacionado. Comenzó con las decisiones políticas cuando se construyó la Eurozona, pero esas decisiones políticas se basaron en un conjunto de teorías económicas que imponen la primacía del mercado y no conciben la posibilidad de una crisis o conflictos. Esas visiones sostienen que los mercados financieros se autorregulan, son eficientes y pueden prever los problemas. Construyeron un Banco Central Europeo (BCE) asumiendo que nunca iba a existir una crisis, que los países de la región no podían tener problemas financieros. Así, cuando estalló la crisis carecían de las herramientas para enfrentarla y resolverla. La creación del BCE y el euro fue principalmente un hecho geopolítico para establecer a Europa como un rival de Estados Unidos. Dudo que los políticos que construyeron la Zona Euro creyeran que existirían beneficios generalizados desde un punto de vista económico. Soy muy pesimista sobre la situación europea.
¿Por qué se diseña una banca central que carece de instrumentos para hacer frente a una situación de crisis?
–Se trata de una cuestión ideológica. La idea era evitar que las bancas centrales no pudieran financiar el gasto del gobierno para que esa emisión no generase inflación. Pero esa idea fracasó. Aunque en el pasado era relativamente fácil para los gobiernos de Europa obtener adelantos del Banco Central, el BCE no puede comprar bonos de los países directamente, no puede financiar a los países y ni siquiera tiene permitido adquirir títulos públicos en el mercado. Las dos primeras limitaciones se dejaron escritas en la carta orgánica. La imposibilidad de comprar bonos en el mercado fue una convención que no figura en el estatuto del BCE. Siempre creí que los políticos y banqueros centrales europeos se iban a dar cuenta de que esas reglas no tenían ningún sentido. Me equivoqué. Aunque cambiaron las reglas y en mayo de 2010 el BCE comenzó a comprar títulos de Grecia, Irlanda, España, Portugal e Italia evitando así la profundización de la crisis y también aceptó activos sin la máxima calificación, todo lo que hicieron, lo hicieron demasiado tarde.
Esta semana se aprobó una reforma de la Carta Orgánica del Banco Central. Una de las modificaciones más cuestionadas por los especialistas locales fue el incremento en la capacidad de financiamiento del organismo al Tesoro porque lo consideran inflacionario.
–Quienes sostienen que el Banco Central genera inflación creen en la teoría ortodoxa, que ya fue refutada hace un tiempo considerable. Pero todavía existen muchos economistas alrededor del mundo que todavía creen que la emisión genera inflación. El Gobierno debe coordinar sus políticas con la Banca Central y el financiamiento al Tesoro no impacta sobre la inflación. Las bancas centrales no manejan la cantidad de dinero en circulación; la cantidad de dinero está determinada por la demanda de crédito, y las bancas centrales cuentan con la tasa de interés. No existe la inflación por exceso de emisión monetaria.
¿Un financiamiento “excesivo” no podría acelerar la inflación?
–En Canadá no hay límite a la capacidad del Banco Central para financiar al Tesoro, incluso cada vez que el gobierno emite un bono el Banco de Canadá adquiere generalmente el 15 o 20 por ciento de las emisiones. Eso no genera ningún problema inflacionario. Además, ese mecanismo permite establecer un precio de referencia para los brokers que adquieren los títulos públicos en las emisiones primarias y si no lo respetan pierden su derecho de participar en ese segmento del mercado. Eso permite que no pueda suceder nunca lo que acontece en Europa, donde los bonos no paran de depreciarse. Canadá posee una ventaja que los países en desarrollo no tienen que es la de poder vender en el mercado financiero global bonos denominados en su moneda local. Para la mayoría de los países eso es muy difícil. La situación es diferente pero hay herramientas que se pueden utilizar para mejorar esa situación y emitir en las monedas locales en los sistemas financieros locales.
Canadá puede financiar al gobierno sin límites pero sigue un sistema de metas de inflación para controlar los aumentos de precios.
–Cuando se instalaron las metas de inflación en 1991 tuvieron un efecto negativo sobre el crecimiento y la recesión fue mucho peor que en otros países. Así controlaron la inflación. Después, durante la década del noventa, el “éxito” de las metas de inflación fue suerte: los precios de los commodities y el petróleo bajaron y la mayoría de los países gozaron de baja inflación. Cuando comenzaron a subir los precios internacionales, la tasa de inflación en Canadá también empezó a subir. Ahí nos preguntamos si el Banco Central podría controlar la inflación como decía que estaba haciendo, pero estalló la crisis y los precios volvieron a caer.
¿Cuál debe ser el objetivo de un Banco Central?
–Debe perseguir objetivos múltiples. Uno de ellos, la inflación, pero también el nivel de empleo y la estabilidad financiera. La crisis global demostró que la independencia de los bancos centrales es una mera ilusión. Para alcanzar esos objetivos es necesario coordinar su accionar con los gobiernos. No se trata de algo novedoso. Los bancos centrales eran un agente del desarrollo hasta los años ‘70. Pero esas funciones fueron abandonadas, dejadas de lado a medida que la derecha fue ganando espacios en la política y los economistas que en su mayoría son conservadores se movieron felices en el mismo sentido y abandonaron las ideas keynesianas originales. Los economistas siguieron la corriente de los políticos.
La utilización de las reservas internacionales para pagar deuda externa desató un importante debate en Argentina en 2010. Hoy todavía persiste una fuerte oposición a su uso. ¿Cuál es su visión?
–El rendimiento de las reservas internacionales de Argentina es mucho menor que la tasa de interés que debe pagar el Gobierno por emitir deuda. En su caso es una jugada eficiente usar las reservas para pagar deuda externa. Durante la convertibilidad Argentina estaba obligada legalmente a mantener una relación entre las reservas y los billetes circulando en la economía. Hoy no tiene ningún sentido preservar esa relación. Es una regla estúpida.
La crisis puso en evidencia las limitaciones de la teoría económica dominante y generó espacios para recuperar visiones alternativas, ¿cómo continuará ese proceso?
–En un punto de la crisis podríamos haber considerado que la emergencia de políticas de corte keynesiano para impulsar los niveles de actividad y sostener el empleo se convertirían en la regla y no en la excepción. Pero un año y medio después de la aplicación de esas políticas y paquetes de estímulo vemos un giro de 180 grados. El FMI que parecía cambiar sus recomendaciones de política económica volvió a ser el mismo de antes. Los organismos internacionales y ministros de Economía y Finanzas de Europa recuperaron sus viejos guiones para volver a hablar de la consolidación fiscal y ajustes


La “alconomía”


Tomás Lukin
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“Rechazar posturas reaccionarias.”
John Weeks es profesor emérito de la Universidad de Londres. Para el economista norteamericano la visión económica dominante, la “alconomía”, se asemeja a la alquimia o a la astrología. “La alconomía es una basura total y nosotros debemos rechazar sus posturas reaccionarias”, arremete Weeks durante su breve diálogo con Cash. A diferencia de otros especialistas, el economista norteamericano considera posible construir “un capitalismo sustentable para la vida humana”, pero señala que para eso es necesario que las clases trabajadoras en las economías desarrolladas recuperen su fuerza.
¿Qué es la alconomía?
–La alconomía es el estudio de las relaciones de intercambio que no tienen contraparte en el mundo real. Esos intercambios están dotados de poderes metafísicos que confieren satisfacción a sus participantes, son operaciones que suceden fuera del tiempo entre individuos que conocen todo sobre todos y poseen idénticos poderes. Imagine alquimistas que se apoderan de los laboratorios de química, astrólogos expulsando a científicos de los observatorios y a los creacionistas adueñándose de la genética. Eso es lo que sucedió en la economía, los alconomistas se apoderaron de la profesión y desde allí predicaron su propia versión del creacionismo. El libre mercado que se autorregula es la única forma viable de organizar una sociedad y la libre competencia cumple la función de “Piedra Filosofal”. En su miopía ideológica la libre competencia de los mercados es la única forma de asignar recursos y, por lo tanto, la intervención del Estado es diabólica.
¿Por qué constituyen la visión económica dominante?
–Desde una teoría banal, simplista y superficial los alconomistas construyeron una compleja estructura ideológica desde donde emite sus juicios sobre la humanidad cual oráculo. Pero la economía no es sencilla. Los gurúes de la alconomía están respaldados y financiados por los sectores dominantes para fundamentar, de una forma falaz, el completo desmantelamiento del Estado de Bienestar y así imponen la tiranía de las finanzas y la austeridad. La mayoría de las explicaciones sobre la crisis que se pueden leer en los medios especializados son falsas y engañosas. La economía neoclásica no es lógicamente poderosa, técnicamente fuerte y empíricamente válida. Por el contrario, su lógica es contradictoria, las técnicas son desprolijas y la economía real refuta sus generalizaciones bastante seguido. Nosotros debemos rechazar sus posturas reaccionarias.
¿Considera que es posible dejar de lado las teorías y políticas neoliberales?
–Existe una alternativa al mundo neoliberal. Como sucedió en 1930, las políticas activas de los gobiernos pueden ser exitosas para rescatar a las economías del colapso. Para controlar al capitalismo se necesitarán reformas fundamentales con el objetivo de restringir el poder económico y político del capital financiero. Primero porque las economías no ajustan automáticamente hacia el pleno empleo, por eso los países deben institucionalizar programas macroeconómicos contracíclicos donde la política fiscal sea el instrumento activo. De ser necesario deberán establecer controles de capitales e intervenir en el mercado cambiario para estabilizar la balanza de pagos. Se debe eliminar el desempleo a través de programas universales de ingresos mínimos. Hoy muchas de esas políticas se dejan de lado por los supuestos efectos que podrían tener sobre los mercados financieros. El sector público debe controlar el sistema financiero. Para todo eso es necesario fortalecer a las clases trabajadoras para reestablecer una alianza política que permita avanzar en ese sentido

Control de capitales

Lance Taylor, especialista en desarrollo económico
¿Por qué Argentina y Brasil no fueron arrastradas por la crisis internacional?
–No fueron solamente Argentina y Brasil; India y China también atravesaron exitosamente la crisis. Un elemento central son los controles de capitales. No había forma de que la crisis se pudiera transmitir hacia esas economías como sucedió durante la crisis asiática de 1997 con Tailandia o Corea del Sur. Ahora los presionan para que eliminen esos controles, pero sería interesante que los mantengan. Además, son países que sufrieron tanto que acumularon muchísimas reservas como mecanismo de protección. No podrían ser golpeadas por una fuga de capitales como sucedió hace 15 años. Las economías latinoamericanas acumularon reservas, mantuvieron y ampliaron sus esquemas de controles de capitales y los términos de intercambio también los beneficiaron.
¿Por qué afirma que Keynes tiene su revancha?
–La única forma de comprender la crisis actual y poder hacerle frente es con los desarrollos de John Maynard Keynes. Las ideas de la Teoría General publicada en 1936 fueron muy influyentes hasta 1970, cuando la teoría ortodoxa las enterró y las desplazó. Hoy Keynes y sus discípulos tienen su revancha. Una de esas ideas esenciales es que el nivel de actividad está determinado por el gasto, por la demanda efectiva. Keynes invirtió la causalidad vigente en las teorías tradicionales y otorgó un lugar predominante a la demanda efectiva. Para impulsar el nivel de actividad se requiere inversión y gasto.
Sin embargo el diseño de la política económica sigue basándose en las teorías ortodoxas.
–Los paquetes de estímulo en Estados Unidos no fueron lo suficientemente expansivos para reactivar la economía pero estuvieron diseñados con las viejas recetas keynesianas y evitaron que la crisis se profundice. Hacen falta unos cuantos funerales más para poder modificar la teoría económica dominante