¿Que te paso, Luis Alberto Romero

Araceli Bellotta*

 
Después de más de una semana de responder ataques y de recibir el menosprecio de Luis Alberto Romero y sus seguidores por la creación del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano “Manuel Dorrego”, sigo preguntándome ¿qué les sucedió? No puedo menos que recordar que hace ya más de una década,  Romero tuvo la generosidad de presentar mi libro “Margarita Weild y el general Paz”, editado por Planeta,  en la librería “Clásica y Moderna”, en Callao y Paraguay en la ciudad de Buenos Aires.  
En aquella oportunidad compartió la mesa con quien esto escribe y con la novelista María Esther de Miguel quien, lamentablemente, ya no está entre nosotros. Luego de una sesuda exposición analizando la obra, Romero concluyó afirmando que, a pesar de que contaba con una investigación seria y aportaba incluso documentos inéditos, no era un libro de historia porque no contenía citas al pie de página.
  Por el contrario, María Esther de Miguel, con el humor que la caracterizaba, también realizó un exhaustivo análisis del trabajo, y sostuvo que se trataba de un libro de historia y no de una pieza literaria porque no incluía diálogos.
  Más allá de las conclusiones de cada uno, a quienes sigo agradeciendo en el presente su generosidad por acompañarme en la presentación de mi segunda investigación, no puedo menos que preguntarme, ¿qué te pasó Luis Alberto? Hace más de una década también pensábamos distinto y yo no había egresado de la carrera de Historia de la UBA, pero podíamos sentarnos a debatir con respeto nuestras diferencias.  ¿Qué es lo que te asustó tanto para salir a responder con semejante desmesura?
  Nadie intenta disputarte tus sitios académicos, tampoco en el CONICET donde acaban de recordarte que sos un investigador más y no el CONICET mismo. Me da la impresión, por lo que leí, que no fue una amenaza, sino que te pusieron en tu lugar, para que no sigas invocando una representatividad que no tenés.
  En estos días me ha tocado cruzarme en el programas de Gerardo Rozin con uno de tus discípulos del que, la verdad, no logré retener el nombre. Descuento que no fue una instrucción tuya, pero su actitud de soberbia y de desprecio traspasó la pantalla y, la verdad, causó una mala impresión al no darse cuenta que quien tenía enfrente es reconocida por sus mismos colegas, los tuyos también, como una pionera en lo que hoy llaman investigación de género. Vos lo sabés tanto como yo, muy pocos conocían a Aurelia Vélez o a Julieta Lanteri antes de que aparecieran mis libros. Y en cuanto se reprodujeron las cátedras y las investigaciones de género en las universidades  mis trabajos fueron tomados como fuentes y así aparecen citadas.
  Tal vez, ustedes también deberían respetar los saberes de otras disciplinas universitarias, como la Comunicación Social. Si tu discípulo me hubiera preguntando, le habría aconsejado disimular la soberbia porque su actitud descalificó su propio mensaje. 
  ¿Cuál es el problema? ¿Que no soy egresada de la carrera de Historia de la UBA? ¿No parece tan grave, no? Cuando se trata de aportar al conocimiento de nuestro pasado con investigaciones serias y en base a documentos que son las fuentes primarias que deben fundamentar cualquier relato historiográfico.
  Tranquilo, Luis Alberto. Soy la vicepresidenta del Instituto Dorrego en el que convergen 33 compañeros con pensamientos diferentes pero con una importante coincidencia: la adscripción a una mirada nacional, popular y federal de la historia. Además, nos sumamos “ad honorem”. Es sólo eso. Tenemos derecho a ocupar un lugar, igual que vos y tus seguidores a quienes, además, el Estado reconoce con el salario que les paga.  No coincidimos con tu postura ideológica ni con tu relato historiógráfico, tampoco yo convergía con vos hace más de una década cuando te pedí que presentaras mi libro justamente por valorar la diferencia y tuviste la generosidad de hacerlo. Entonces, igual que hoy, sigo disfrutando de la diversidad y respetando los pensamientos distintos al mío. Espero que vos, Romero, puedas recuperar el mismo espíritu y terminar con esta “cruzada” en la que cada vez quedás peor parado, al tiempo que embarcás a tus discípulos en una batalla estéril. Te lo digo con el mismo cariño y respeto de siempre.

  *Historiadora, periodista y escritora. Vicepresidenta del  Instituto de Revisionismo Histórico Manuel  Dorrego.
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Sobreactuación e hipocresía

Julio Fernández Baraibar*
 
Luis Alberto Romero, como esos viejos actores ignorantes de Stanislavsky y el Actor’s Studio o la escuela de Lito Cruz –para darle un toque nacional- , sobreactúa. Enfatiza un texto grandilocuente, redactado por los herederos de quien ejecutó al Dante en idioma castellano, y exclama con exagerada inflexión: “Me pegué un susto bárbaro, inmediatamente escribí para preguntarles qué querían decir, porque es un mail de esos que amenazan mucho y concretan poco”.
  El “susto bárbaro” fue consecuencia de una obvia comunicación interna de las autoridades del Conicet a sus investigadores acerca de que las opiniones institucionales del organismo eran de responsabilidad de estas autoridades y que las opiniones personales de sus investigadores –ciudadanos argentinos que cobran un sueldo del Estado para estudiar los temas que les son pertinentes- sean claramente indicadas como una expresión de cada uno de ellos y no de la institución.
  Supongamos que un gerente de personal de la Ford, de la Coca Cola o de Dalmine Siderca respondiera sobre cuestiones políticas en nombre de la empresa que le paga su sueldo y que esa opinión contradijera el punto de vista institucional de la firma. ¿Cuánto duraría en el cargo dicho ejecutivo? ¿Habría algún medio que saldría en defensa de la diversidad de opiniones y en contra del discurso único?
  Por otra parte, es sabido el terrorismo ideológico que el señor Romero practica en su cátedra. ¿Qué diría este demócratico antiperonista si una de sus ayudantes de cátedra saliera en Página 12, como integrante de la cátedra de Romero, afirmando su coincidencia con la creación del Instituto de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego? ¿Llegaría la muchacha a cobrar el mes completo?
  El liberalismo mitrista es hipócrita. Romero es hipócrita.
  Lo que las autoridades del Conicet han hecho es que la opinión institucional de este organismo del Estado nacional es privativa de sus autoridades. La opinión de sus investigadores y becarios es privativa de los mismos como ciudadanos.
  No es tan difícil de entender.  
 
*Periodista, escritor, miembro de número del Instituo de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego. Guionista de Mirta, de Liniers a Estambul, El General y la Fiebre. Realizador de La Ceniza y la Brasa.