El Atuel, la historia del río robado en Argentina

Por Rusia Today 
Publicado el 9 de abril de 2018

Una demanda histórica por el derecho al agua que enfrenta a dos provincias del país sudamericano.
Arroyo de la Barda, brazo del Río Atuel, en La Pampa.

La provincia argentina de La Pampa, ubicada en el centro del país sudamericano, es conocida por sus tierras áridas. A través de ella cruza la llamada 'ruta del desierto', que lleva desde Buenos Aires hasta el norte de la Patagonia. Cuenta con dos ciudades importantes: la capital, Santa Rosa, y General Pico. El resto de la población se asienta en pequeñas localidades y pueblos dispersos.

Sin embargo, gran parte de su territorio supo ser a principios del siglo XX una zona fértil donde florecían las colonias agrícolas. El Río Atuel, que nace en Mendoza junto a la cordillera de Los Andes, era la principal fuente de agua de la zona occidental de la provincia y llegaba hasta el Río Colorado, al sur, que desemboca en el Océano Atlántico.

Hace 100 años comenzó un proceso mediante el cual el agua del Atuel fue arrebatada a los pampeanos con catastróficas consecuencias económicas y sociales que persisten hasta el día de hoy. Los puentes que cruzan arroyos secos y bancos de arena son una postal común en el oeste pampeano.
Arroyo de la Barda, brazo del Atuel en La Pampa 
La historia de este río robado es poco conocida incluso en Argentina, aunque no lo es para la población de La Pampa, que desde hace un siglo reclama por su derecho soberano a este recurso hídrico.

Los terraplenes de 1918

Como señaló la periodista Marisol de Ambrosio en un artículo para la Agencia Télam, en 1918 comenzaron en la provincia de Mendoza una serie de obras de infraestructura que limitaron la cantidad de agua que entraba a La Pampa a través de los cinco brazos del Atuel. En esa primera etapa, se produjo la desaparición del cauce principal, conocido como Atuel Viejo.


Héctor Gómez, presidente de la Fundación Chadileuvú, que –según su propia descripción– es "una expresión ciudadana en salvaguarda de los recursos hídricos de la provincia de La Pampa", dialogó con este medio y recordó que en 1908 el Estado Nacional fundó en territorio pampeano "la colonia agrícola Butaló sobre un brazo del mismo nombre del río Atuel". Era una colonia de 10.000 hectáreas que fue habitada "especialmente por colonos de origen ucraniano y polaco".

Estancia La Buena Fe, en la zona oeste de La Pampa. 

Allí se desarrollaron diversos cultivos "de alfalfa, cereales, frutales y álamos". Sin embargo, Gómez explicó que la construcción de estos "tapones" en Mendoza, estos "cierres rudimentarios que permitían regar chacras y establecer zonas de regadío", produjo que deje de correr el agua "y se abandonaron las tierras".

Durante los años que siguieron el único brazo del Atuel por el que ingresaba el agua era el arroyo De la Barda que recorría alrededor de 100 kilómetros en territorio pampeano generando humedales y lagunas.

La represa del Nihuil y el robo del río

Sin embargo, las obras continuaron en Mendoza y para 1947 se terminó la construcción del complejo hidroeléctrico Los Nihuiles, cuyo centro es la represa El Nihuil, en las cercanías de la ciudad de San Rafael. Este proyecto terminó por cortar el curso de agua hacia La Pampa.

"Durante 25 años no ingresó una gota de agua al cauce", recordó Gómez. Lo que había sido una zona fertil y productiva en medio del desierto dejó de existir. "La ganadería ovina que era muy importante y la base productiva de la región desapareció y la población emigró abandonando el territorio", añadió el presidente de la Fundación Chadileuvú.


Cabe destacar que, de acuerdo a la ley 1532, el territorio pampeano todavía no era considerado provincia. Alcanzó ese estatus recién en 1952, motivo por el cual, durante todo este proceso, no contaba con representantes en el Congreso Nacional y dependía directamente del gobierno central. Esta situación ubicó a La Pampa en una posición de inferioridad frente a Mendoza.

"Hubo quejas y protestas pero la falta de poder político por ser territorio nacional conspiraron para una justa distribución de las aguas", detalló el entrevistado. Fue entonces que el telegrafista Ángel Garay, espantado por la situación y la migración masiva, le escribió una carta al entonces presidente Juan Domingo Perón que, en 1949, dictó la resolución 50. Esta ordenaba que tres veces por semana se permitiera el paso del equivalente al 2% del caudal del Atuel hacia La Pampa. No obstante, un tribunal mendocino –que legalmente no tenía competencia– anuló la medida y como el gobierno nacional no apeló la situación se mantuvo.

Consecuencias del desierto

Los diversos brazos del Atuel que ingresaban a La Pampa formaban "una especie de delta interior", explicó Héctor Gómez. Gracias a eso existía una vegetación diferente al resto de la región que era "apta para la ganadería". Además, los distintos cursos fluviales constituían una fuente del agua para el consumo humano de las distintas poblaciones.

"La localidad de Santa Isabel tenía mas de 3.000 habitantes" hace 70 años, historizó Gómez. Sin embargo, los sucesivos censos nacionales demuestran "la disminución notable" de la población, que en 2001 era de apenas la mitad. Si bien en la actualidad ha vuelto a rondar ese número –para ser el pueblo más populoso de la región occidental de la provincia–, "ya no viven de actividades productivas" y los jóvenes "migran para instalarse en otros sitios" y buscar trabajo.


Como recoje el documental 'Atuel la memoria del agua', ya son varias generaciones que no han tenido conocimiento del río y que nunca lo vieron correr regularmente por la región. Lo que ha sucedido es que cuando Mendoza era incapaz de contener toda el agua en El Nihuil, soltaba un caudal muy grande que inundaba el territorio pampeano provocando enormes pérdidas materiales.

Según un estudio elaborado por la Universidad de La Pampa en el año 2011, las pérdidas anuales que provoca la falta del río suponen 1.239.000.000 de pesos (61.300.000 dólares aproximadamente) en un escenario de relativa sequía. En condiciones más favorables, ese número asciende a 14.284.000.000 de pesos (707.000.000 dólares).

La pelea judicial e institucional

Con el antecedente de la resolución del gobierno de Perón, la pelea de los pampeanos por el agua del Atuel nunca se detuvo. Fue así que en 1973 se sancionó el Decreto 15/60 que estableció que las regalías del complejo Los Nihuiles pertenecían en un 50% a La Pampa. Una vez más, Mendoza rechazó la iniciativa y nunca se puso en práctica, provocando masivas protestas que dieron como resultado la conformación de la Comisión Popular de los Ríos Interprovinciales Pampeanos. Esta experiencia fue el antecedente de las Asambleas en Defensa de los Ríos que existen hoy en toda la provincia.

Hubo que esperar hasta 1987 para que la Corte Suprema de Justicia emitiera un fallo en el cual declaró al Atuel como un río interprovincial y por lo tanto otorgó derechos a ambos distritos sobre sus recursos hídricos. No obstante, el máximo tribunal ordenó a las provincias llegar a un acuerdo que no tuvo su primer paso hasta el Protocolo de Entendimiento de 1989.



Pero recién en 1992 se logró un consenso para construir un acueducto –con financiamiento del Estado nacional– para llevar agua a la región pampeana. Sin bien esta no venía del Atuel sino del manantial Punta de Agua, permitió resolver la situación crítica de sequía en la zona.

Ante los incumplimientos mendocinos, en 2008 hubo una nueva negociación que derivó en el llamado Convenio Macro, que estipulaba una distribución de las aguas y fue firmado por los gobernadores de aquel entonces. Mientras que la legislatura de La Pampa lo aprobó inmediatamente, la de Mendoza tardó seis años en abordarlo y finalmente en 2014 lo rechazó. Esta nueva negativa hizo que los pampeanos volvieran a llevar el tema a la Corte Suprema, que desde entonces tiene nuevamente el asunto en sus manos.

Su fallo más reciente estipula que, nuevamente, ambas provincias dialoguen para acordar un uso compartido de las aguas del río. Actualmente esa negociación está en curso

La Pampa reclama "un caudal permanente en el Atuel, que se repare el daño ambiental y que se desarrolle una colonia bajo riego en la cercanía de Santa Isabel que permita mejorar sustancialmente la vida de los habitantes de nuestro oeste, que por otra parte son en su mayoría descendientes de pueblos originarios", promenorizó Gómez.

El entrevistado añadió que Mendoza asegura carecer de agua suficiente ya que entregarla significaría arruinar zonas actualmente en producción. "Lo que no dicen es que sus sistemas de riego son de bajísima eficiencia, solo 30%", y aún riegan "por inundación y por surco". "Si regaran por sistemas modernos, aspersión y goteo economizarían agua y podrían regar más y dar agua a nuestra provincia", apuntó el integrante de la Fundación Chadileuvú.

"Los pampeanos vivimos este problema como un despojo y una injusticia, para nosotros Mendoza nos robó el Atuel con la complicidad de los distintos gobiernos nacionales", agregó. Y finalmente remarcó que El Atuel es "una causa de todos los pampeanos" independientemente "de las ideas políticas o religiosas". "Queremos que nuestro oeste deje de ser una zona postergada y sin perspectivas, queremos que el Derecho Humano al agua y a una vida digna sea una realidad y no una promesa", concluyó.