El 8 de abril de 1778, nace en Buenos Aires, José Francisco Planes

 Por Norberto Galasso
Del libro Los Malditos – Vol. II – Pág. 139 – Ed. Madres Plaza de Mayo


Nace en Buenos Aires en abril de 1778. Es primo de Vicente López y Planes, el autor del himno nacional. Lucha contra la invasión inglesa en 1807 y luego se gradúa de doctor en leyes, en Córdoba. Estudia filosofía y luego tiene a su cargo cátedras de esa materia.

Es uno de los revolucionarios más fogosos en los días de Mayo. En el Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810 es el único patriota que además de votar por la cesación del virrey Cisneros exige que se le haga juicio de residencia por la represión llevada a cabo, en 1809, en La Paz, sobre los revolucionarios altoperuanos. Ese juicio conduciría al ajusticiamiento del Virrey. Por esta razón, en su novela histórica “La Gran Semana de Mayo”, Vicente Fidel López le atribuye una carta, del 24 de mayo, cuando parecía consolidarse la “junta tramposa” con la presidencia de Cisneros, donde Planes sostiene: “… He tenido que asilarme en la casa de J. J. … El virrey Cisneros ha sabido que en el voto que di, agregué que deben ahorcarlo por los asesinatos de la ciudad de La Paz y desde que se ha visto restituido al mando, ha de procurar castigarme”. Por tradición oral queda registrado que en los momentos decisivos del día 25, Planes va junto a French, Berutti, Chiclana y el padre Grela, a exigir la entrega del poder y que el fiscal Leiva no lo deja entrar a la sala diciéndole: -No, amigo mío, usted es muy loco para este negocio… De común acuerdo con sus amigos, Planes se retira pero al rato- según Vicente Fidel López- se introduce en la sala y apostrofa a los cabildantes. Leiva le contesta: -Todavía no gobierna Rousseau, ni Tomás Paine, señor Planes. A lo cual Planes responde: “Es exacto, pero desde el 22 nos gobierna el pueblo”.

Más allá de la rigurosa textualidad del diálogo e incluso de los hechos, López define un perfil de Planes que debe ser verídico y que proviene seguramente de su padre, don Vicente.
La circunstancia de que el 25 de mayo haya pasado a la historia escolar como un episodio demasiado amable -sin puñales, ni trabucos, ni rispidez alguna- probablemente ha influido para que Planes, protagonista de primera línea en la revolución, haya sido “olvidado”.

Existen, además, otros datos que explican este silenciamiento. Los pocos autores que se refieren a él lo reconocen como un ardoroso morenista, probablemente la mano derecha del Secretario de la Junta.

Tan es así que, desaparecido sospechosamente Moreno -el 4 de marzo de 1811, en alta mar- Planes se convierte en hombre clave de la Sociedad Patriótica, organizada por Monteagudo para nuclear a los morenistas.

Así en 1811, se desempeña como presidente de esa Sociedad Patriótica que a partir de 1812 funcionará como la agrupación de superficie de la clandestina Logia Lautaro, organizada por San Martín.

Siempre silenciado, la escasa información existente permite, sin embargo, aseverar que está con los morenistas en la Asamblea del año XIII, oponiéndose más tarde al Director Supremo Alvear. Asimismo, fiel al ideario de Moreno, se constituye en duro opositor al gobierno manejado por Rivadavia y luego, aparece como dorreguista, posiciones que también explicarían su carácter de “maldito”.

En 1834, se desempeña como juez y en tal carácter ordena la detención de uno de los hombres más ricos de las Provincias Unidas -don Braulio Costa- quien había trampeado a Facundo Quiroga en un negocio de títulos. Esto ratifica su audacia para luchar en defensa de la verdad, aún contra enemigos muy poderosos. En su carácter de dorreguista, se define también contra Rosas.

Muere “pobre y oscuro”, alrededor de 1850, según señala un cronista. Le adjudican haber dicho, poco antes de morir, que estaba contra Rivadavia y contra Rosas, “porque los desatinos de ese loco eran las causas de las maldades de este perverso”.

No era hombre de buscar éxito, ni fama, sino de batallar, con la lanza en ristre, contra los grandes poderes consagrados, como lo había hecho su admirado Don Quijote. Por esta razón, no parece correcto compartir la visión de Vicente F. López quien le achaca “descuido desgraciado en sus procederes, inercia invencible para el trabajo y poca seriedad en los hábitos de vida” para explicar que siendo “un jurista diestro y un humanista brillantísimo… con bellísimos talentos”, fuera retenido ”siempre en situación subalterna”. Parece, más bien, que “la situación subalterna” -hasta el extremo de desconocérsele en los colegios y no figurar en la mayoría de los libros referidos a su época- proviene de su audacia y su consecuencia: con el Plan de Operaciones morenista, con el jacobinismo de Monteagudo, con el nacionalismo popular de Dorrego y en contra del liberalismo oligárquico de Rivadavia y del nacionalismo ganadero de Rosas.