Aldo Duzdevich: "Es importante la reivindicación del Perón del 73"

Por Santiago Asorey y Boris Katunaric
publicado el 30 de marzo de 2020

El autor de "Lealtad, los Montoneros que se quedaron con Perón" y "Salvados por Francisco" dialogó con APU y reflexionó sobre distintos aspectos de sus libros en una extensa entrevista en dos partes


Aldo Duzdevich, autor de "JP-Lealtad, los Montoneros que se quedaron con Perón" y "Salvados por Francisco", dialogó con Agencia Paco Urondo sobre sus dos libros que reflexionan sobre distintos aspectos de la década del 70. En una extensa entrevista que será publicada en dos partes, el autor explaya su tesis sobre el peronismo.
Parte I: los Montoneros que se quedaron con Perón
APU: ¿Cuál es el origen de la JP Lealtad? ¿Cuáles eran las diferencias que tenían con la conducción de la organización Montoneros?
Aldo Duzdevich: Siempre digo que los hechos en la historia son multicausales, nunca hay un sólo elemento que define un hecho histórico. La JP Lealtad se encadena en una serie de temas que luego van a terminar en esta fractura. Es complejo explicarlo tan brevemente porque primero hay que analizar cuál es el historial de los diferentes grupos que van a integrar Montoneros, sus prácticas políticas y  sus componentes ideológicos.
APU:¿Cuáles son esos elementos?
AD: Montoneros, básicamente, suelo decir, es una creación de la Iglesia Católica: los tres grupos originarios de la organización, los de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, son grupos juveniles de militancia católica, que hacen su opción por los pobres y por el peronismo. Se dice:  “los pobres son peronistas por lo tanto nosotros somos peronistas”. Y luego: la única forma de enfrentar a la dictadura de Onganía, es la lucha armada. Y a partir de tres o cuatro consignas muy generales, se empieza a nuclear Montoneros.
Aquí la base de incorporación a la organización tiene que ver con la unidad en la acción. Por lo tanto no había, en un principio, demasiadas discusiones de tipo ideológico político, más bien había algunas consignas importantes: el regreso de Perón, el socialismo nacional, los programas de La Falda y Huerta Grande. Consignas bastante amplias, y sin nada demasiado cerrado o dogmático. 
APU: Hay un sector que viene de las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas) que se incorpora a Montoneros...
AD:  Entre esos grupos, y acá entró en el tema de la Lealtad, se va a incorporar a Montoneros un grupo muy importante, cercano a 100 militantes, que venían de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP). Las FAP es la primera guerrilla que nace entre el 66 / 67. En 1968, un grupo importante de las FAP intenta instalar un foco rural en Taco Ralo y son detenidos todos. Taco Ralo lo encabezan Cacho "El Kadri" y Néstor Verdinelli. Las FAP son la organización que hereda la Resistencia Peronista, porque muchos de sus cuadros venían de participar de esa experiencia.
Hasta se podría decir que es la única organización genuinamente peronista. Pero, en 1971 en la FAP se va a dar un proceso de discusión interno entre un sector que empieza a girar hacia la izquierda, lo que luego se llamó el alternativismo. Compañeros que salen de la cárcel y han mamado literatura marxista y vienen con una impronta de debate interno dentro de la FAP, para orientarla hacia una corriente de pensamiento más cercano al marxismo y ya con cuestionamientos ideológicos hacia Perón. Allí se da un proceso de fractura de la FAP, entre quienes que se denominaron los Iluminados y los Oscuros. Imaginemos quiénes eran los Oscuros, justamente el sector más peronista de la FAP, que rompe con la organización e inician conversaciones para integrarse a Montoneros. 
APU: ¿Cuánta gente integraba Montoneros en ese momento?
AD: Ese Montoneros es una organización muy pequeña todavía. Esta es otra de las cosas que se desconoce. Cuando se habla de miles de militantes montoneros, no es la realidad anterior al 73.  Por ejemplo el mismo Roberto Perdía cuenta que: “en julio de 1972, cuando llegué a intervenir la columna de Rosario, no quedaba más que una docena de cuadros. Y la sorpresa fue que a fines del 72, cuando empieza la campaña electoral, “en Rosario juntamos 5.000 personas cantando FAP, FAR y Montoneros son nuestros compañeros”. 
Siempre escuchamos la frase “nosotros los Montoneros fuimos los que luchamos para traer a Perón”. Eso es parcialmente cierto. Porque antes de Montoneros (que nace en 1970), existieron 15 años de resistencia y luchas del peronismo. La resistencia peronista básicamente obrera (e injustamente olvidada) que nació en los días después del golpe del 55. Los intentos de levantamientos militares como el de Valle e Iñíguez. La lucha de los obreros del frigorífico Lisandro de La Torre, el MRP (Movimiento Revolucionario Peronista), los Uturuncos. Y fundamentalmente la lucha de las organizaciones sindicales que fue permanente desde 1955. Esto es lo primero que hay que entender. Porque salvo Perón y el pueblo peronista en su conjunto, nadie puede arrogarse el monopolio de la lucha por el retorno de Perón. 
Y volviendo a Montoneros, en 1972, (es difícil saberlo), pero no tendría más de 300 cuadros de los cuales la mitad estaban presos. Eran grupos muy reducidos también el ERP y las FAR. El gran crecimiento de las organizaciones armadas va a venir después del 25 de mayo del 73, ya en democracia.  Es más, te diría que el gran encuadramiento de Montoneros viene después de la muerte de Perón, donde incorporan una enorme cantidad de jóvenes provenientes de la JUP y de la UES.
APU: ¿Cómo se genera la discusión de la JP Lealtad ? 
AD: El germen de la disidencia y ruptura de La Lealtad es similar al que se dio dentro de las Fuerzas Armadas Peronistas FAP, entre Oscuros e Iluminados. recordemos lo siguiente, en 1970 nace Montoneros con el ajusticiamiento de Aramburu. Ese golpe les genera un apoyo popular importante porque para el viejo peronismo Aramburu y Rojas eran un símbolo viviente del enemigo. Esto le granjea a Montoneros una gran simpatía entre el peronismo de la calle, entre gente de pueblo. 
En paralelo las FAP (que estaba mucho más desarrollada), quedan enredadas en su discusión interna. Los Oscuros rompen con la FAP y se llevan casi cien militantes. 
Los Oscuros deciden ingresar a Montoneros. Pero, como eran muchos, Montoneros no absorben a todo el grupo sino que mandan a algunos a otra orga que estaba empezando: Descamisados. Uno de los líderes de los Oscuros es el Negro Eduardo Moreno, alias “Santiago”, que luego será uno de los líderes de “La Lealtad”.
Entre la gente que venía de las FAP y los cuadros originarios de Montoneros había ciertas diferencias que luego iban a emerger en las discusiones. Primero, había experiencias políticas y militares diferentes y hasta algunas diferencias de clase u origen social. Como dijimos los de la FAP tenían un entronque con militantes de la resistencia, tenían prácticas políticas previas a lo militar, tanto en sindicatos o unidades básicas.
En cambio los grupos originarios de Montoneros, el del Colegio Nacional de Buenos Aires, el de Córdoba y el de Santa Fe, básicamente eran grupos juveniles católicos de clase media alta que habían hecho la opción por el peronismo y la lucha armada todo junto, sin pasar por experiencias de otras prácticas políticas. Por ejemplo, Firmenich, nunca participó de una Unidad Básica o de un grupo de Juventud Peronista. Del grupo de la JEC (Juventud Estudiantil Católica) de estudiantes del Colegio Nacional, pasó a fundar el grupo “los Camilos” (por Camilo Torres) y de allí a Montoneros. En 1970 Firmenich y Abal Medina tenían 22 años, y muy poca experiencia política.
 APU: ¿Cuál es el origen de las Fuerzas Armadas Revolucionarias FAR?
AD: Ésta es una organización que nace de tres grupos que son fracturas del Partido Comunista (PC), o de la “FEDE” (Federación Juvenil Comunista). Son cuadros formados en el PC que venían con una formación marxista/leninista y hacen su opción por el peronismo. Son cuadros que en general ya tienen un andamiaje ideológico más sólido, más estructurado que Montoneros. 
Montoneros, como su nombre lo indica, era más bien una montonera; de peronistas católicos, de cuadros que venían del viejo peronismo y nacionalismo y de nuevos peronistas que se iban incorporando a la organización. Pero no había cuadros con posiciones ideológicas demasiado elaboradas. Además, hay que decir que los que pertenecían al grupo original, el del Nacional Buenos Aires, eran jóvenes con poca formación política. Yo escucho a veces a exjefes montoneros hablar y me digo “pucha, qué escaso nivel político que todavía tienen”...
Obviamente que en ese momento lo que importaba era la lucha y no se reparaba mucho en la parte intelectual. Carlos Falaschi, que venía de otro grupo originario (el de Sabino Navarro), me contó una anécdota que yo reproduzco en el libro. Él era el dueño de la quinta de Moreno que se utilizó como casa operativa en el operativo de Aramburu. Cuando cae esa casa Falaschi y varios más tienen que pasar a la clandestinidad. Carlos me contaba que estaba “guardado” en una casa junto al Pepe Firmenich, a quien recién conocía. Firmenich estaba escribiendo los primeros comunicados de presentación de la organización Montoneros. Cuenta Falaschi: “Me da Firmenich para leer el documento y estaba todo bien. Pero, yo le marco un error. Había puesto: soberanía política, libertad económica y justicia social. Entonces yo le digo que lo correcto es independencia económica, y que libertad económica es un concepto del liberalismo. Tenemos una larguísima discusión porque Firmenich era muy soberbio, (y lo sigue siendo), y no quería dar el brazo a torcer. Hasta que el documento lo vieron otros compañeros y obviamente lo corrigieron y me dieron la razón. Fíjate que Firmenich, que un tiempo después sería el jefe máximo de Montoneros, desconocía cosas básicas como las tres banderas del peronismo.”
APU: ¿Cómo continuó el proceso de fusiones de las organizaciones y las discusiones internas según las vertientes?
AD: Un tiempo antes de la campaña electoral y del triunfo de Cámpora se empieza a discutir  la posibilidad de fusionar las FAR y Montoneros, que recién se anuncia formalmente el 12 octubre del 73, el día que asume Perón. La fusión con las FAR, que es casi simultánea al asesinato de Rucci, es parte del conflicto interno que lleva a la ruptura de la Lealtad. Los cuadros que venían de los Oscuros de la FAP era gente que tenía militancia en los sindicatos, en los barrios, estaba mezclada con el trabajo político y, lógicamente, tenían otra visión de la realidad, muy diferente. Al fusionarse aparecen muchos nuevos jefes y responsables que venían de las FAR a quienes algunos conocían de discusiones políticas en la facultad cuando esos “faroles” tenían militancia de izquierda no peronista. Obviamente eso generó mucho malestar en los cuadros peronistas más viejos. 
Y las FAR trae a Montoneros un pensamiento mucho más ordenado y definido en materia ideológica. La FAR aporta los conceptos de la vanguardia revolucionaria, la idea del partido revolucionario que conduce al proletariado hacia la revolución socialista. Incorporan el concepto de lucha de clases, y  la visión de que el peronismo es una etapa en esa lucha de clases. Y aquí empiezan los choques entre el grupo que venía de los Oscuros de las FAP, que ya habían tenido esta misma discusión, y ahora la tenían en Montoneros. De pronto se encontraban discutiendo las mismas cosas que discutieron en las FAP dos años atrás.
APU: ¿La FAR aportó a la conducción de Montoneros ese componente ideológico?
AD: Los cuadros de las FAR se encuentran con una conducción de Montoneros que no era demasiado clara en lo ideológico; y diríamos que por su mayor nivel intelectual imponen su visión. Hay una anécdota de fines del 73:  Firmenich llega a un reunión de cuadros diciendo “terminé de leer este librito que es muy bueno, se los recomiendo”; era “El qué hacer” de Lenin. Y esta mezcla da, por así decirlo, una suerte de componente político ideológico que hasta ese momento no estaba. 
Esto fue una de las discusiones políticas importantes. Y se mezcla con el desconcierto que genera el asesinato de Rucci. Todo el mundo pensó y dijo  “fue la CIA”, hasta que a los dos o tres días bajó la información “fuimos nosotros”. Según dijo Juan Gelman, (muchos años después) lo de Rucci fue para “tirarle el cadáver  a Perón, para que se siente a negociar con nosotros”.  
Entonces empiezan una serie de conflictos. El primero es metodológico, se viene la etapa de la militarización extrema de Montoneros hacia fin del 73,  con esta idea de crear el ejército popular y seguir usando las armas en pleno gobierno constitucional. Entonces hay una primer discusión: si ya está Perón en el poder, ¿es lógico, es lícito, seguir tirando tiros, ahora ya no contra los militares sino contra los rivales internos del peronismo?. El 6 septiembre de 1973 a la salida de una extensa reunión privada con Perón, consultan a Firmenich si van a abandonar las armas y él responde “de ninguna manera, si hemos llegado hasta acá es porque tuvimos fusiles y los usamos” y “si los abandonáramos retrocederíamos en las posiciones políticas”. Y efectivamente 19 días después, con esos fusiles ametrallaron a Rucci.  
APU: Allí surge un documento de Montoneros donde se definen muchas diferencias respecto al pensamiento ideológico de Perón.
AD: La conducción nacional de Montoneros, escribe un documento conocido como “El mamotreto”. Es un documento casi fundacional, de esos que hace la izquierda para fundar un partido. Es el basamento ideológico de la nueva organización Montoneros surgida después de su fusión con las FAR. Hasta hoy no se ha encontrado el original,  pero sí lo que está muy bien reflejado en uno de los libros de Roberto Baschetti, es una charla que da Firmenich para los cuadros medios de la organización donde explica este documento, es muy interesante y muy gráfica porque están las definiciones fundamentales.
Se titula "Charlas a los frentes"  y es un documento que todos los que escriben sobre este período deberían conocer. Porque al desconocer este documento se pasan por alto definiciones fundamentales. Firmenich ahí dice cosas muy interesantes pero arranca diciendo que Perón “no es lo que nosotros pensábamos que era” . Dice que “hay que profundizar su pensamiento, cosa que en rigor generalmente no conocemos. Su pensamiento está escrito en una serie de conferencias, cartas e incluso en un libro que la mayoría de nosotros no ha leído: La Comunidad Organizada, que fija el pensamiento filosófico de Perón y es la ideología de Perón”. Firmenich asume claramente que desconoce el pensamiento de Perón y por supuesto no era el único; la mayoría de los militantes de JP de la época habíamos leído poco y nada de Perón.
APU: ¿Qué planteaba el documento de la organización?
AD: Dice Firmenich: “la ideología de Perón es contradictoria a la nuestra porque nosotros somos socialistas. Perón en La Comunidad Organizada, plantea la alianza de clases. Y nosotros estamos por la lucha de clases, la alianza de clases es un proceso de transición al socialismo”. 
Sigue diciendo Firmenich “la conducción estratégica para Perón es unipersonal, es el conductor y sus auxiliares. Eso es contradictorio para un proyecto de vanguardia en donde la conducción la ejerce una organización, no un hombre, no hay conductor” (es obvio que la organización es Montoneros). “A partir de ahí, del desarrollo de nuestro proyecto y de nuestra intención, tal vez desmedida, de ser la conducción estratégica, surgen confrontaciones o competencias de conducción”. Dice claramente que tienen una discusión con Perón: él está con la alianza de clases y nosotros con la lucha de clases y la segunda es que la conducción no tiene que ser Perón sino que tiene que ser el partido revolucionario. La vanguardia que es Montoneros. 
Con cierto tono de soberbia Firmenich dice:  “las contradicciones con Perón son insalvables; y la solución sería que Perón optara por admitir que la historia va más allá de su proyecto ideológico y que nosotros somos los hijos objetivos del movimiento justicialista y que entonces resignara su proyecto ideológico adecuándose a esta realidad. Perón sabe que nuestra línea ideológica no es la misma que la de él y que tiene una contradicción que vaya a saber cómo la resolverá. Es problema de Perón es cómo la resuelve, nosotros somos otra cosa y acá la historia juega a favor nuestro.”
"El Mamotreto” por supuesto no era público, era un documento interno para los cuadros de la organización; no estaba en los diarios, ni en El Descamisado. Esta era otra de las cuestiones, el doble discurso de la organización, internamente se cuestionaba a Perón en todos los colores, y para afuera se seguía publicando en El Descamisado “La vida por Perón”, “nuestro único líder”, etc. 
Imaginemos la cara que debió poner Perón cuando le llegaban estos documentos. 
APU: ¿Cómo sigue entonces la discusión y la ruptura?
AD: Bueno un grupo de cuadros, que luego serán La Lealtad, elaboran una respuesta al documento punto por punto. Ese documento lo publicó el historiador Javier Salcedo en su libro Los Montoneros del Barrio, referido a la columna de la Lealtad en Moreno, del Gordo Gómez. La conclusión inevitable de ese debate es que la conducción no acepta los cuestionamientos que se le hacen y los muchachos, tal como lo habían hecho en las FAP, deciden producir una fractura.
El 3 de febrero de 1974 se hace en Baradero  un congreso de la JP de la segunda sección electoral  y se elabora un documento desconociendo la conducción de Quieto y Firmenich. Es la primer columna en romper (donde militaba yo) que se llamaba la columna Artigas, y que la conducía el cura Jorge Galli, uno de los principales líderes de la creación de La Lealtad en todo el país. Unos días después sale una solicitada en Clarín que lleva por título “La conducción de Montoneros es Perón”, y firman sectores de montoneros de todo el país. Ahí nace La Lealtad y Montoneros soldados de Perón; organizaciones que van a tener una vida efímera, de pocos meses.
APU: ¿Perón estaba al tanto de estas fracturas?
AD: Por supuesto. En todo momento intentó convencer a Quieto y Firmenich que depusieran su actitud de confrontarlo. Tuvo muchas charlas con ellos, incluso después del asesinato de Rucci, Perón se reunió dos veces en secreto con Quieto y Firmenich. Miren si no les tenía paciencia…
Y a la vez operaba por líneas internas, a través de Abal Medina, hablaba mucho con Dante Gullo y con el Turco Jorge Obeid, pero Gullo y Obeid no tenían poder, eran solo “jetones” como se decía en ese momento. Obeid finalmente va a romper y Gullo (según contó él) se queda aunque en disconformidad con la conducción. 
Y, por ejemplo, el cura Galli se reunió con Perón a fin de diciembre del 73; y luego Perón hizo dos o tres reuniones en enero del 74 con el grupo que iba a romper con la orga.
Todo lo de Baradero estuvo monitoreado por el Coronel Damasco quien mantenía informado a Perón y la solicitada de una página en Clarin, la pagó el ministro Gelbard. 
APU: ¿Cuál era la postura de Carlos Mugica?
AD:  Él había sido el asesor espiritual del grupo originario del Colegio Nacional que pertenecían a la Acción Católica. Pero Carlos nunca se integró a Montoneros. Planteaba ese concepto que decía “yo estoy dispuesto a dar la vida pero no a matar”. Él nunca estuvo integrado a Montoneros como sí lo estuvo el cura Galli, que era nuestro jefe y muy amigo de Mugica. Era un poco la contracara de Mugica, aunque se llevaban muy bien. Carlos y el grupo de curas del Tercer Mundo empiezan a tener diferencias con Montoneros a finales de 1972 cuando se produce la apertura electoral. Plantean que si los milicos dan elecciones y Perón vuelve al país hay que dejar los fierros porque ya no tiene ningún sentido seguir con la guerrilla en un gobierno constitucional.
En la misa que hace en septiembre del 73, conmemorando la muerte de Abal Medina y Ramus, él repite una frase de la biblia “es momento de dejar las armas y tomar los arados”.
En una charla en Chivilcoy, unos días después de la muerte de Rucci, Carlos dice “¿quién mató a Rucci?. Los Montoneros. No es lo que opino yo, lo sé, me lo hicieron saber directamente. Le quitaron a Perón la alegría tremenda de experimentar, dos días después de ser elegido presidente, le castraron la alegría y eso es imperdonable. No importa la autocrítica, la cagada se la mandaron la nueva burocracia de los Montoneros”.  Mas adelante dice: “Yo creo que so pretexto de hacer la revolución en el fondo somos tipos suficientes que le vamos a enseñar a los otros lo que tienen que hacer, y eso es el paternalismo. Creo que la guerrilla tenía pleno sentido durante la dictadura militar y ningún sentido durante el gobierno constitucional. No tienen que actuar como organizaciones armadas". Sigue diciendo: "Para mí muchos de los guerrilleros tampoco son pueblo, son pequeño burgueses intelectuales que aprenden la revolución en un libro y no en la realidad y juegan con el pueblo". Todas frases muy duras que se ocultan deliberadamente, porque se nos hizo creer que Carlos Mugica era defensor de los Montoneros; pero la verdad es que era de los críticos más duros e importantes que tenían en mayo de 1974.
Carlos no perteneció a La Lealtad porque orgánicamente nunca estuvo en Montoneros. Ahora gran parte de sus amigos eran gente de los Oscuros de la FAP y los que luego van a crear La Lealtad.  Él se queda en Plaza de Mayo el primero de mayo y los montos que se van lo putean, le gritan traidor . Esto está relatado por varios compañeros que estaban con él en la plaza.
APU: Usted ofrece una versión que una parte de la izquierda peronista no suele contar sobre las responsabilidades en la ruptura con Perón ¿Cómo explica el proceso del desencuentro de Montoneros con Perón?
AD: Montoneros siempre ha jugado un rol de víctima. Cuando Perdía dice en su libro: “no sé quién mató a Rucci pero puedo asegurar que las principales víctimas políticas de la muerte de Rucci fuimos nosotros, porque sirvió para que nos acusen… y bla, bla, bla”. En ese discurso de víctima está el Perón malo, el viejo “facho” que los echó de la plaza. Te muestran la foto, pero no te cuentan la película; la película es parte de lo que te estoy contando.
Perón sabía de todas estas cosas, leía los documentos internos de la organización. Cuando se junta con el cura Galli le dice “mire, yo tengo todos los documentos de ustedes, sé lo que están pensando”. Lo que destaco en el libro es la enorme paciencia que Perón tuvo hasta el día de su muerte, con las afrentas, los desplantes, los ataques y la necesidad de Perón de persuadirlos de que se dejaran de joder, de tirar tiros y que se pusieran a laburar en el proyecto de gobierno.
Después de un hecho tan grave, tan criminal como el amasijo de Rucci, Perón los vuelve a recibir. El otro día me contaba un compañero: “Yo fui como chofer de la orga dos veces a trasladar a Quieto y Firmenich a reunirse con Perón” después de lo de Rucci. El General se seguía reuniendo con los tipos que le habían tirado el cadáver en la puerta de su casa para decirle “viejo, sentate a negociar con nosotros”, estas son las cosas que los historiadores de la orga nunca te van a contar, y siguen diciendo que ellos son los pobrecitos porque Perón no los entendió, y le endosan la creación de la Triple A . Es la justificación de las enormes cagadas que se mandaron en su historia y que nunca se han hecho la autocrítica o las han hecho pero de modo muy parcial.
APU: En este mapa, ¿cómo interpreta los sucesos de Ezeiza? ¿Qué diferencia hay en su lectura de los hechos con los que realizó la Tendencia sobre lo sucedido en Ezeiza?
AD: Me costó la amistad de varios ex-montoneros cuando dije que Ezeiza no fue una masacre, fue un enfrentamiento. No existió la masacre de Ezeiza. Eso es un concepto semántico sobre el cual luego comenzará Montoneros la justificación de sus cagadas empezando con el asesinato de Rucci. Si en un tiroteo, de un lado hay cuatro muertos y del otro tres no es que te masacraron. Vos tiraste y los otros también tiraron. No se puede hablar de una emboscada, ni que del palco ametrallaron a mansalva a todo el mundo. Por qué digo que no fue una masacre, primero porque había dos millones de personas y hubo trece muertos, no hubo miles como se dice. Estos contados por todos los diarios, y por el propio Verbitsky en su libro Ezeiza. 
Verbitsky señala solo dos integrantes de Montoneros, entre los trece muertos. Cuando investigué  los nombres de los muertos encontré que, cuatro muertos pertenecían Montoneros y tres que pertenecían a los custodios del palco. Los otros seis que eran gente de pueblo que no tenían un  encuadramiento político definido. Entonces, si te mataron dos militantes (como decía Verbitsky) claramente no podes decir que te masacraron. Y si fue cuatro a tres, tampoco fue masacre fue un enfrentamiento, muy triste, muy lamentable, pero queda grande la palabra masacre. 
APU:¿Dónde ocurrió el tiroteo?
AD: El tiroteo se produjo detrás del palco cuando una columna que venía de La Plata no puede acceder. Sabemos que en los actos, siempre se discute por ver quién pone los carteles más adelante, quién se hace ver más. Ezeiza no fue más ni menos que eso, una pelea por ver quién copaba la cercanía del palco, y por supuesto, Montoneros fue quién llevó mayor cantidad de gente, eso también es cierto. La JP era la que tenía mayor capacidad de movilización en ese momento y también tenía los recursos para trasladar la gente, tema que no es menor.
Se dice “nosotros fuimos a Ezeiza y llevamos armas cortas para nuestra defensa y desde el palco nos tiraron con armas largas”. Ahora, cuando uno lleva un arma, no es una banderita para saludar. Armas cortas o largas matan igual.  Yo hice el cálculo de cuántos cuadros de JP pudieron ir armados y luego leyendo a Firmenich me di cuenta de que coincidimos. Aproximadamente había 5.000 personas armadas dentro de las filas de Montoneros y del otro lado había unos mil del CDO, de la Juventud Sindical, ex-militares peronistas. Si tenés 6.000 tipos armados que van a chocar en la cercanía del palco por ver quién se pone más cerca, ahí lo único que hace falta, es que suene el primer tiro para que se desate un pandemónium . 
Carlos Flaskamp  jefe de las FAR de La Plata, cuenta que una parte de su columna que habían quedado muy atrás, se separa e  intenta pasar por atrás del palco para situarse del lado izquierdo. La autopista (que era el acceso posterior al palco) por donde intentaban pasar estaba vedada. Cuando van a cruzar por atrás, salen los de la organización a frenarlos, entonces comienzan los forcejeos, las piñas y los cadenazos,  hasta que alguien saca un arma y tira el primer tiro. 
Es detrás del palco donde se producen dos tiroteos, el primero a las 14 hs. Desde el palco disparan contra los que están cruzando la autopista y los de abajo hacia el palco. Quedó claro que desde el palco no hubo un tiroteo hacia la multitud que estaba adelante. Eso sí hubiera sido una masacre. Y esto no pasó, aunque enfrente muy cerca, estaban las columnas de Montoneros. Quienes estábamos al frente sentíamos algunas explosiones y después el silbido de balas, pero tampoco hubo estampidas de gente corriendo. El silbido de las balas que sentíamos adelante era “el fuego amigo”. Es decir los disparos de armas cortas desde atrás hacia el palco que  pasaban por arriba y llegaban en caída libre con un característico silbido.
Un viejo militante, el Pato Balestieri, me relató lo siguiente: “veníamos avanzando con nuestra columna cuando sentimos los silbidos de las balas y gritamos “todo el mundo al suelo” ; de pronto vemos un muchacho que está parado, y le impacta un proyectil en el cuello. Por suerte lo contuvimos, lo evacuamos y finalmente se salvó; y se salvó porque era una bala calibre 32 que venía sin fuerza en caída libre. Esa bala venía del otro lado del palco, era fuego amigo.”
Esto es lo que sucedió en Ezeiza, una tragedia en medio de una enorme confusión. Y sin lugar a dudas las víctimas principales de este enfrentamiento entre fracciones internas, fueron los dos millones de argentinos que habían concurrido felices y esperanzados de poder recibir a su líder que después de 18 años de exilio y persecuciones volvía a devolverles la esperanza. 
Sin embargo le estupidez de unos y otros pudo más y la frustración nuevamente fue del pueblo.
APU: ¿Por qué considera que la experiencia de La Lealtad expresó una minoría que no pudo disputar la hegemonía de la conducción?
AD: Creo que hay dos razones fundamentales, la primera es que La Lealtad no pudo estructurarse porque nace como la fractura, como el antimontonerismo.  Y por otro lado, el único paraguas que tenía, en un proceso de polarización cada vez mayor, era Perón. La Lealtad se inicia en febrero o marzo del 74 y el primero de julio muere el General. A partir de allí la Lealtad se va disolviendo dentro del movimiento. Algunos en JP barriales, otros a algún sindicato, otros se van a la casa; pero no se arma una estructura, no hay tiempo ni espacio político para armar algo sólido.
Además  cuando hay polarizaciones muy fuertes, las posiciones intermedias son siempre difíciles. 
Luego de la muerte de Perón empieza a actuar la Triple A. Y  nosotros quedamos en una situación complicada porque para la Triple A éramos Montoneros y para Montoneros éramos desertores y condenados a muerte. Aunque no se conoce ninguna ejecución, pero sí la amenaza de condena a muerte a todos los cuadros de La Lealtad y una campaña furiosa a través de El Descamisado, tratándonos de lopezreguistas, etc. Todo eso impidió que Lealtad pudiera convertirse en una alternativa.
APU: Además, para pensar la reivindicación del tercer Perón, el del 73...
AD: Lo de La Lealtad es una anécdota, no es sustancial el rol, lo importante es ver la ubicación de Perón y la del pueblo peronista. Creo que lo importante es revisar esta parte de la historia para poner en su justo lugar el rol de las vanguardias iluminadas y el rol de Perón, quien murió siendo líder y conductor del pueblo argentino. Me interesa por sobre manera la reivindicación del Perón en esta etapa. Quienes han escrito esta historia de los setenta se han encargado de destruir la figura de Perón para justificar las desatinos que, tanto desde el ERP como de Montoneros, se mandaron.
Hay una frase de una socióloga chilena, Olga Ruiz, que ha estudiado la guerrilla del MIR en Chile. Dice que los sobrevivientes de las organizaciones armadas han estructurado sus relatos binarios de la historia reciente sobre la  tríada de héroes, víctimas, y traidores. Ellos desde el sitial de héroes y víctimas cargan las culpas de sus derrotas a la existencia de algunos traidores. Es más fácil culpar a unos cuantos traidores que analizar críticamente los graves errores políticos de las dirigencias de las organizaciones revolucionarias. 
Y, en este justificar sus errores políticos y militares, el primer “traidor” señalado es Peron. Se dice “nos usó”; “entre nosotros y la burocracia sindical, eligió a la burocracia”; “nos hechó de la plaza”; “sabiendo que se iba a morir nos dejó a Isabel y Lopez Rega”; “hizo la vista gorda ante la Triple A”; etc etc.. Seguramente ustedes han escuchado muchas veces esas frases. Y lógicamente todo aquel que no rinde respeto y honores al discurso de los “heroes-víctimas”, cae en la temible categoría de “traidores”. Y en esa categoría entran todos los que no estuvieron alineados con ellos, por ejemplo Jorge Bergoglio, por nombrar a alguien famoso. 
Y la historia mal contada y mal aprendida, tiende a repetirse. Hagan memoria de cuantas veces escuchamos señalar “traidores” en los años recientes. Y resultó ser que alguno de esos señalados como  “traidores”, terminó en la Casa Rosada.  
APU: ¿Qué considera importante rescatar de la experiencia política de La Lealtad? ¿Qué aprendizaje podemos realizar de aquella lectura?
AD: Bueno, cuando hablo de la importancia de la historia, me gusta repetir una frase de Perón, que para mi da sentido a mi trabajo de investigar y escribir. Dice Perón “hay que leer la historia para aprender del error ajeno, porque el error propio llega tarde y cuesta caro”. Y nuestra generación algunos de esos errores los pagó con miles de vidas. Por eso creo que saldar el debate sobre nuestra historia reciente, es algo que los que vivimos la época debemos dejarle de herencia a las nuevas generaciones. Y dentro de ese análisis, sí es importante, revisar esta experiencia de La Lealtad. Como es importante también escuchar y reflexionar sobre todas las posiciones políticas de la época. La historia de los 70 esta muy hegemonizada por la historia de Montoneros y es un error. 
Hubo otros grupos juveniles peronistas muy importantes, como fueron Guardia, el FEN, Encuadramiento, el Peronismo de Base, los Comandos Tecnologicos, la CGTA, la Juventud Sindical, los grandes sindicatos UOM, SMATA, UOCRA, Luz y Fuerza, etc., todos tienen una historia para contar. Todos tienen su versión de la historia que hay que escuchar. Porque la historia no es lineal. La idea binaria de “buenos y malos” sirve para explicarle a los niños las películas de piratas, pero no sirve para entender la historia. Los malos de ayer, pueden ser los buenos de hoy y viceversa.  
Y respecto La Lealtad en sí. Me gusta repetir una frase del escritor y ex militante de la Lealtad Teodoro Boot: “tal vez el gran mérito de la Lealtad, fue el de salvar la vida de muchos compañeros. Y entre esas vidas la de dos jovenes que años después serian parte de la historia grande de la patria, Nestor y Cristina”
Esto ya lo cuento yo. Néstor y Cristina, no tenían un encuadramiento dentro de la organización Montoneros, pero sí pertenecían a la Tendencia revolucionaria: Néstor había militado en la FURN, Cristina en FAEP, eran militantes universitarios. Ellos militaban en La Plata y su referente político era Carlitos Negri que en ese momento era diputado provincial. Todo ese grupo forma parte de esta fractura, aunque no  quisieron denominarse JP Lealtad. Pero Nestor y Cristina participaban de ese grupo y en parte explica por qué sobrevivieron. 
Y ya que hablé de dos presidentes, te voy hablar de un tercero. En febrero de 2019, cuando todavía no era candidato a nada, charlando en un asado con Alberto Fernández, le conté que había escrito La Lealtad y me dijo que él también había estado entre los secundarios de la UES de Lealtad.  
Yo no suelo mencionar lo de Nestor y Cristina y ahora lo de Alberto. Porque si bien estuvieron, no fueron protagonistas importantes en ese momento. Solamente cuando algunos comisarios políticos de la historia se ponen muy agresivos y me escupen los viejos adjetivos de “lealtosos”, “lopezregistas”,  “isabellistas”, etc, les menciono que Nestor y Cristina también pertenecieron a ese bando.  
Pero, bueno, más allá de las chicanas típicas de los debates apasionados, estoy cada vez más convencido que es necesario revisar serenamente la historia de los setenta. 
Yo rescato desde lo testimonial los valores de una juventud que estuvo dispuesta a pagar con su vida. Pero los cuadros políticos tenemos además la obligación de analizar los aciertos y los errores políticos, no para condenar a nadie, sino para extraer enseñanzas que nos eviten nuevas derrotas.