El imperialismo británico, la City de Londres y Brexit

Michael Roberts 
Una crítica de The City: London and the global power of finance, de Tony Norfield, publicado por Verso Books.
Publicado el 24 de febrero de 2016
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Tony Norfield acumula 20 años de experiencia en las salas de operaciones financieras de la City de Londres, durante diez años como director ejecutivo y jefe global de estrategia cambiaria en un importante banco europeo. Con posterioridad, hizo su doctorado en economía en el SOAS, Londres. Por encima de todo, es un marxista. Es una receta perfecta para un excelente libro sobre el imperialismo británico moderno y en que consisten las finanzas globales en el siglo XXI.
En The City, Norfield aporta algunas ideas claves para la comprensión de la naturaleza de los sistemas financieros modernos y qué papel juegan en el funcionamiento (o no) del capitalismo. Norfield hace hincapié en que finanzas y producción en el capitalismo del siglo XXI son inseparables:"son socios cercanos en la explotación". Siempre lo fueron desde los inicios del capitalismo industrial, pero todavía más ahora.. Así que el punto de vista expresado a menudo en círculos keynesianos y marxistas de que hay una división categórica entre las finanzas y el capital productivo, en la que las primeras son "malas" y el segundo "bueno", es un error que conduce a una falta de comprensión de la naturaleza del imperialismo y el papel de los centros financieros como la City de Londres.
Norfield también describe desde dentro el papel imperialista del capitalismo británico. El sector financiero británico es el segundo después del de EE UU a nivel mundial y en algunas áreas como el comercio de divisas, el primero(Norfield p71). Gran Bretaña tiene el segunda mayor stock de inversión extranjera directa (IED) ,cercano a los 2 billones de dólares, equivalente al 30% del PIB del Reino Unido. De las 500 empresas globales, 34 tienen su sede en el Reino Unido, solo por detrás de EE UU. El Reino Unido tiene seis instituciones financieras en el top 50 global, en comparación con las diez de EE UU. Y los activos bancarios del Reino Unido suponen cuatro veces su PIB, la proporción más alta del mundo después de Suiza y el paraíso fiscal de Luxemburgo.
Las ventajas de Londres como centro financiero global es su zona horaria, el idioma principal del imperialismo (Inglés) y el enorme respaldo de servicios profesionales, en contraste con la relativa debilidad de los mercados de dinero de Estados Unidos y sus bancos, que tienen menos alcance global.
El capitalismo británico perdió su estatus hegemónico hace cien años, pero en el período de post-guerra su sector financiero ha mantenido su estatus mundial, aunque haya decaído su base productiva. El mercado de eurodólares en la década de 1960 y el "Big Bang" de la década de 1980, cuando se permitió a los bancos de EE UU y otros bancos extranjeros operar sin restricciones, han conservado la preeminencia de la City.
En la p111, Tabla 5, Norfield ofrece un excelente gráfico que muestra la jerarquía mundial de las potencias imperialistas a partir de una serie de criterios (PIB, gasto militar, la IED, los activos bancarios y las operaciones de cambio de divisas).
Norfield defiende que el privilegio financiero es una forma de poder económico, que permite a los países imperialistas utilizar los recursos y el valor creado en otras partes del mundo. Para Norfield, la definición del imperialismo es su consecuencia: un pequeño número de países que dominan los mercados mundiales a través de sus corporaciones multinacionales, que pueden producir mercancias, prestar servicios y financiar, a menudo las tres cosas.
Y relata la valiosa investigación de algunos ingenieros suizos sobre cómo sólo 147 empresas controlan globalmente el mundo (p113), algo que hemencionado antes en mi blog. Curiosamente, los mismos investigadores suizos han publicado recientemente un nuevo informe que muestra cómo las empresas estadounidenses y europeas siguen dominando las palancas del poder financiero y empresarial a nivel mundial, con Asia apenas contando, a pesar del gran "milagro productivo” de Asia en los últimos 30 años.
Las finanzas no pueden separarse del capital productivo: es una característica de la economía mundial moderna. Lo que significa simplemente que analizar las actividades de las empresas dentro del estado nación es pasar por alto su verdadera historia. Como Norfield señala, los ingresos extranjeros de las corporación de los Estados Unidos suman un valor de 3 mil millones de dólares al día y en total más que el PIB anual de Suiza.
Una parte clave del libro de Norfield es apoyarse en datos como este del imperialismo moderno para hacer un análisis marxista del papel del capital financiero. Señala correctamente que los bancos pueden crear dinero (p83) por lo que el dinero puede parecer que hace dinero "completamente independiente de la producción capitalista" (p85).
El tráfico de dinero y la banca comercial no son 'parasitarios' como tal, porque son necesarios para lubricar las ruedas de la producción capitalista. Pero el interés que devenga el capital (dinero para hacer dinero) si es un parásito, ya que se deduce de las ganancias del capital productivo. Y el imperialismo es el capital a interés globalizado.
Marx describió el fenómeno del dinero surgido del dinero (p90) con el término "capital ficticio": un derecho sobre la creación de valor por los activos de las empresas y sus ganancias futuras. Norfield expone claramente la insuficiencia de la explicación marxista clásica de Hilferding del capital financiero.
Hilferding se centró justamente en el capital ficticio como una característica clave del capitalismo monopolista o imperialismo, pero consideró que los bancos eran los únicos resortes del poder financiero, mientras que en el imperialismo moderno, hay muchos otros sectores del capital ficticio. Y también el Estado-nación juega un papel clave en el apoyo y la ampliación del capital monopolista y del poder imperialista.
Una de las ventajas de la acumulación de capital moderna es que bonos, acciones y derivados son extremadamente líquidos (fácil de comprar y vender en un segundo). Pero, como dice Norfield correctamente, el capital ficticio no rompe el vínculo entre la producción de valor de la fuerza de trabajo o con el valor de activos 'reales' como materias primas, instalaciones, equipos, etc., sólo lo 'estira'. La expansión del capital ficticio permite al capitalismo expandirse más rápido pero también tener crisis más duras.
De hecho, el desarrollo de las finanzas modernas y la expansión del capital ficticio en todas sus nuevas formas a partir del decenio de 1980 fue realmente una respuesta a la caída de la rentabilidad del capital productivo en todas las principales economías capitalistas a partir de mediados de la década de 1960 hasta principios de 1980.
Norfield mantiene que la ley de la caída tendencial de la tasa de ganancias de Marx es el factor clave subyacente detrás de las crisis económicas en el capitalismo. Pero es escéptico sobre la capacidad de medir la rentabilidad del capital con las estadísticas oficiales (p 153) y reconoce que las estadísticas sobre las tasas nacionales de beneficios pueden decirnos poco sobre este mundo imperialista.
Sin embargo, trata de medir la rentabilidad en Estados Unidos y llega a la conclusión de que ha habido un aumento desde la décadas de 1980 y que la tasa de Estados Unidos era "relativamente alta" en el momento de la crisis financiera mundial (p155). Esto parece ser contradictorio con la ley de Marx, por lo Norfield busca una explicación en el aumento de la tasa de beneficios estadounidense hasta la Gran Recesión como una indicación de un boom 'alimentado con crédito' que era «ficticio». Esta explicación tiene cierta validez, pero aún así creo que es posible medir la evolución de la rentabilidad del capital en las principales economías y para el Reino Unido y los EE UU (y para el caso, para el mundo). Y creo que muestran que la tasa de ganancias alcanzó su punto máximo a finales de 1990 y principios de los 2000. Así que la ley de Marx aguanta incluso sin recurrir a la explicación de los beneficios ficticios.
El libro de Norfield es incisivo a la hora de explicar la naturaleza de la economía británica moderna. He descrito Gran Bretaña con anterioridad como la mayor economía rentista del mundo. Es una palabra de origen francés para describir una economía basada en extraer 'rentas' a través del monopolio de la propiedad del capital (o la tierra) de los beneficios de los sectores productivos. Ambos sectores explotan la fuerza de trabajo pero la economía rentista se apoya en su monopolio financiero y legal para extraer una parte del plusvalor expropiado al trabajo. Esto es lo que confiere al capital británico su importante papel en el imperialismo moderno, pero es también su talón de Aquiles en cualquier crisis financiera global. El capital británico es más vulnerable que la mayoría a cualquier crisis global.
Una de las consecuencias de la economía rentista de Gran Bretaña es su ambigua relación con el capital europeo, en particular con el capital franco-alemán y la Unión Europea. Los estrategas imperialistas británicos han buscado a través del Atlántico a los EE UU como socio de su poder financiero, pero también a Europa para el comercio y la inversión. El Reino Unido es la alcancía situada entre los EE UU y la Europa franco-alemana. Lo que ahora está en cuestión, en la medida en que el capital británico considera si quiere romper o no con la UE, ya que Europa sigue sin recuperarse de su larga depresión.
Lo que es evidente a partir del libro de Norfield es la razón por la cual la City de Londres está abrumadoramente a favor de la permanencia del Reino Unido en la UE y se opone al 'Brexit'. La City depende de los flujos libres de capital entre las economías con "excedente de capital" de los productores de petróleo y de materias primas(BRICS) y las multinacionales de América del Norte, dentro y fuera de Europa. Ese nexo podría verse seriamente perjudicado si el Reino Unido queda fuera de la UE: especialmente si la UE se desintegrase en el futuro.
*Michael Roberts es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajador 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.