Eric Toussaint : “El capitalismo sabe moverse perfectamente en el caos”
Iñaki Telleria
Gara
Este intelectual belga es también doctor en Ciencias Políticas de la
Universidad París VIII, presidente del Comité para la Anulación de la Deuda del
Tercer Mundo (CADTM) y miembro del Consejo Internacional del Foro Social Mundial
desde su fundación en 2001. Asimismo, es miembro del Consejo Científico de Attac
Bélgica y Attac Francia.
Toussaint estuvo la semana pasada unas horas en Euskal Herria. Su visita
tenía por objetivo impartir una conferencia bajo el título «Alternativas: la
auditoría de la deuda». Y es que la deuda, sobre todo «la ilegímita» que
pretenden hacer pagar al Tercer Mundo es lo que mejor conoce. Sin embargo, este
estudioso de la política y la economía tiene las ideas muy claras sobre las
razones de la crisis que asola al mundo y, por tanto, a Europa y Euskal
Herria.
Lo que estamos sufriendo en Europa, ¿es una de tantas crisis cíclicas
del capitalismo o es algo más profundo o más grave?
Son las dos cosas. Es una crisis cíclica, eso sí la mayor desde los años 30
del siglo pasado, pero al mismo tiempo, por acumulación de contradicciones, es
una crisis sistémica con dimensiones interconectadas en todo el mundo. Ya sé que
para la ciudadanía del País Vasco las dimensiones bancaria e inmobiliaria son
las más visibles, pero para los pueblos del Sur del planeta es una crisis
alimentaria, climática… Aunque parezca que son temas diferentes, la realidad es
que la crisis alimentaria está totalmente relacionada con la crisis bancaria y
financiera. La pregunta es por qué se desató esa crisis desde la especulación
financiera que iba hacia el sector inmobiliario, principalmente en Estados
Unidos, y luego se desplazó hacia los llamados ‘futuros de granos’ que son el
trigo, el maíz, arroz y otros tipos de cereales. Esto provocó un alza de los
precios de los alimentos básicos y eso afecta directamente al Tercer Mundo.
El FMI es un organismo internacional que se supone plantea respuestas
a los problemas económicos de los estados y, sin embargo, no hay ni uno solo, en
particular del Tercer Mundo ,que haya superado los problemas con sus
recetas.
No, para nada, no hay ni uno. Todos los países del Tercer Mundo que
implementaron las políticas del FMI a partir de los años 90, y ahí podemos
incluir los países del exbloque soviético, algunos de la UE e incluso de la zona
euro, que aplicaron las recetas del FMI se encontraron después con una situación
más grave que antes de ponerlas en práctica. Economistas que no se puede
calificar de radicales o de izquierda como Joseph Stiglitz -Premio Nobel de
Economía en 2001- escribió varios libros polémicos contra el FMI. Hasta tal
punto estaba mal el FMI que, antes de la explosión de la crisis en Europa en
2008, no tenía para sus recetas más clientes que Turquía y había tenido que
despedir a una parte de sus empleados. Gracias a la crisis y a la creación del
G-20 entre 2008 y 2009, que le encargó ayudar a los países en crisis, el FMI
logró volver sobre su senda y manejar más financiación para intervenir en la
crisis, brindando su apoyo a una nueva ofensiva neoliberal contra los derechos
de los pueblos y los trabajadores.
Las fórmulas propuestas desde la UE, el BCE y el FMI que tienden a
reducir los gastos públicos, fomentar rescates de bancos o grandes corporaciones
con dificultades o en quiebra técnica, fomentar las privatizaciones de empresas
o sociedades públicas… ¿nos van a sacar de la crisis o simplemente la van a
aplacar por un tiempo?
Este tipo de soluciones propuestas por la Troika -FMI, Banco Central Europeo
y Comisión Europea- profundizan y prolongan la crisis. En una crisis como ésta
lo elemental es incentivar la actividad económica a través del gasto público y
el consumo privado, y lo que decidieron implementar ellos como política fue
justo lo contrario: reducir al gasto público, salvo para el pago de la deuda
-que eso sí aumenta-, reducir la inversión o gasto social de ayuda a las
víctimas de la crisis, congelación salarial, despidos, reforma neoliberal de las
jubilaciones y aumento del trabajo precario. Todo esto disminuye el poder de
compra de la mayoría de la población, disminuye el consumo privado e impide
incentivar la actividad económica. Son conscientes de que proponen llevar una
política que va a suponer unos años de depresión económica, pero su objetivo no
es el crecimiento económico a corto plazo sino terminar la obra emprendida por
Margareth Thatcher y Ronald Reagan hace 30 años. Se trata de culminar la obra de
destrucción de lo que queda del Estado de Bienestar, construido a lo largo de
varias décadas en el Siglo XX por las luchas de los asalariados que mejoraron
sus condiciones de vida. Quieren dar esos derechos al capital en contra de la
ciudadanía.
¿Qué futuro le ve a la UE y al propio euro?
Es complicado predecirlo, porque el capitalismo y sus dirigentes, su clase
política, pueden perfectamente gestionar un caos. El caos no es para ellos la
mejor solución, pero de alguna manera el caos les permite implementar una
terapia de choque con el pretexto de superar el propio caos. Ellos gestionan el
caos, no adoptan las medidas que permitirían solucionar la crisis sino que
aprovechan el caos para limitar libertades sociales, cívicas, sindicales… Por
eso es complicado decir si se va a mantener la UE o el euro. Podemos seguir con
una UE caótica, con una zona euro en crisis. Se puede imaginar incluso la
expulsión de un país como Grecia si un gobierno de izquierda llega al poder, lo
que tampoco significaría un desastre para los pueblos. Un gobierno de izquierda
radical puede volver a una moneda nacional soberana y tomar medidas para
proteger el nivel de vida de la población y hacer reformas fiscales, proteger a
los productores locales e incentivar la producción local para disminuir las
importaciones y, sobre todo, repudiar la parte ilegítima de la deuda, que suele
ser la mayor parte, para disminuir el peso del reembolso de esa deuda. Hay
varios escenarios. Grecia podría mantenerse en la zona euro, porque no hay un
mecanismo determinado para expulsar a un miembro, pero también Grecia puede
salir y encontrar sus soluciones si hubiera un gobierno que implemente un plan
alternativo.
¿Es posible una revuelta social en Europa?
El movimiento M-15 en España, los movimientos sociales en Grecia, los
movimientos en Francia de otoño de 2010 contra la reforma de las jubilaciones de
Sarkozy, la huelga general en el Estado español… demuestran que hay un índice
importante de descontento social con participación en distintos países de una
nueva generación que utiliza métodos que son diferentes al movimiento sindical
tradicional, porque no se trata tanto de huelgas como de ocupación del espacio
público, de desobediencia civil. Hay muestras de descontento social. El desafío
es lograr que sea un movimiento europeo para superar la fragmentación país por
país. Hay que luchar a nivel local, pero hay que ir de lo local al nivel
europeo, porque las políticas se definen a nivel nacional, pero cada vez más en
el marco europeo y en el internacional.
El movimiento de los indignados o también llamado 15-M ¿está ya
amortizado por los poderes políticos y económicos o tiene algún
futuro?
Estamos en una situación en la que los gobiernos reaccionarios de Europa
tienen miedo. Por ejemplo, temían lo que podía decidir el pueblo griego en las
elecciones, de ahí la presión y el chantaje que se ha hecho sobre ellos. Hay que
reconocer que hasta ahora el movimiento de protesta no ha logrado desestabilizar
los gobiernos. Aún así, sí le veo futuro porque nada está escrito sobre el
futuro. El futuro depende de la capacidad de las nuevas generaciones para
extraer lecciones de las etapas previas y mejorar así su nivel de organización,
dotarse de propuestas y pensar su estrategia. Eso significa lucha política y
social para derrumbar a los gobiernos, porque los gobiernos no van a hacer
concesiones. O los tumbamos y entramos en una nueva fase, o ellos se mantendrán
en el poder y da igual su impopularidad porque pueden sobrevivir porque les da
igual el respeto a la democracia.
Aquí, en Euskal Herria una parte importante de la población aboga por
la independencia de España y Francia para plantear una salida propia y
alternativa a la crisis ¿lo ve factible? ¿es una buena idea?
Yo creo que sí hay opciones. Hay países pequeños en la Unión Europea, por
ejemplo Eslovenia que está en la UE y en la zona euro, por lo que hay
posibilidades para un pueblo de dotarse de un Estado y luego obtener su
reconocimiento. Pero, al mismo tiempo, necesitamos una colaboración de alto
nivel entre los pueblos europeos para lograr implementar una política
alternativa. Un pueblo en un rincón de Europa frente a la UE puede tener algún
pequeño margen de maniobra, pero para lograr un futuro diferente en favor de los
pueblos es absolutamente necesario tener una estrategia internacionalista,
contar con más pueblos.
Las diferencias entre los países ricos y pobres son las mayores de la
historia de la humanidad, y más de medio mundo vive en sumido en la pobreza.
¿Sobrevivirá este sistema?
Este sistema es injusto, provoca disgusto en gran parte de la población y de
la opinión pública a pesar del discurso hegemónico y la letanía de los grandes
medios de comunicación y los gobiernos, pero, al mismo tiempo funciona, porque
el capitalismo sabe moverse perfectamente dentro del caos. El metabolismo del
capitalismo funciona por ciclos de crisis, puede moverse en situación de guerra
y con un montón de guerras. Incluso cuando hay guerras entre países
capitalistas, el capitalismo se mantiene. Para superar este sistema capitalista
y productivista se requiere una acción conjunta y consciente de la ciudadanía de
los pueblos. El capitalismo no va a morir como consecuencia de una crisis
terminal sino por la acción consciente de los pueblos, lo que implica dotarse de
un programa, de una estrategia y mejorar el nivel de organización de los
oprimidos.