"Susanita, si derramas una sola lágrima no eres digna de llamarte Valle"

“Dentro de pocas horas usted tendrá la satisfacción de haberme asesinado”, le dice el general Juan José Valle en una nota al general Pedro Eugenio Aramburu, poco antes de morir fusilado.

Podría llamarse "la evidencia" este libro titulado "Detenidos especiales, 1956" de la Penitenciaría Nacional— bajo la órbita del Ministerio de Justicia, en el archivo del Servicio Penitenciario Federal— que está hoy guardado en el Museo Penitenciario, en el barrio de San Telmo. Contiene una prueba que ratifica, medio siglo después, que la represión estatal al levantamiento revolucionario de militares y civiles peronistas comandados por los generales Juan José Valle y Raúl Tanco y el teniente coronel Oscar Lorenzo Cogorno entre el 9 y el 12 de junio de 1956 fue ilegal y se buscó la impunidad de los delitos al borrar u ocultar registros.

Carta a su hija

Querida Susanita:

Sé fuerte. Te debes a tu madre. Sé muy compañera de ella y ayúdala a pasar este triste momento. No te avergüences de tu padre, muere por una causa justa: algún día te enorgullecerás de ello.
Te deseo muchas felicidades en tu vida; y algún día a tus hijos cuéntales del abuelo que no vieron y que supo defender una noble causa. No muero como un cualquiera, muero como un hombre de honor.
Ni siquiera puedo darte el beso de despedida, hasta eso los hombres me han negado. Pero desde el fondo de mi corazón te mando toda la ternura y el idolatrado cariño que te tengo, hija querida. Desde el más allá velaré por ti; y en los momentos difíciles de tu vida que deseo sean pocos, recurre a mí, que estaré como siempre para defenderte.
Te pido nuevamente que veles por tu mamita. Sé su mejor compañera y que también sea tu mejor y segura consejera. Mi chiquita, tené valor y da el ejemplo de entereza que honra nuestra sangre. Nuestro honor no ha sido manchado jamás y con orgullo puedes ostentar nuestro nombre. Mi linda pequeña, trabaja con fe en la vida y en tus fuerzas.
Sólo traiciones y venganzas me llevan a este fin, pero no quiere dejarle ninguna amargura y Dios será misericordioso y velará sjempre por ustedes.
Cuida mucho a mamita. Ella es muy buena y debe estar a tu lado por mucho tiempo más, para que con la resignación recobren la felicidad que hoy se pierde.
Susanita, te quiero y siempre cuidaré de ti. En estos papeles están todos mis besos que hubiera deseado darte, mi linda, coraje y a luchar con la frente alta en la vida.
Que Fofy sea bueno contigo, eso es lo que a él le pido.
Adiós, querida, besos y muchos cariños de tu papito que siempre te ha adorado.

Papito

MURIO LA HIJA DEL GENERAL FUSILADO POR ORDEN DE ARAMBURU

3 de Setiembre de 2006:

Murió Susana Valle, símbolo de la última resistencia peronista.

Tenía 68 años. Mantuvo viva la causa de su padre. Sufrió persecuciones.

Ninguna frase definiría mejor a Susana Cristina Valle como la que sentenció el gran lingüista e historiador búlgaro Tzvetan Todorov: "Somos memoria". Palabras que señalan el destino humano y, al mismo tiempo, la condición de esta argentina que acaba de morir a los 68 años y luego de una operación que derivó en una infección generalizada.
Susana Valle no fue cualquier memoria: su vida, su nombre y su muerte están asociadas a la turbulenta historia de la Argentina del siglo XX. Hija única del general peronista Juan José Valle y de Dora Cristina Prieto, nació en Avellaneda en 1936. No nació en cualquier cuna, en cualquier tiempo, en cualquier lugar. La familia Prieto era rica y conservadora, emparentada con el poder económico y político de la Capital. Susana Valle creció entre las sedas y el fraude en la década infame, llamando "tío" a un caudillo conservador como Barceló —hombre que hacía los trabajos sucios al régimen del presidente Agustín P. Justo— y estaba emparentado con sus abuelos maternos.
Pero también fue la hija tardía de Valle, que en los años 40 vira hacia el nacionalismo católico de los militares que sostendrán a Juan Perón en su meteórica carrera hacia el poder. En la década del 50, Susana Valle siguió el derrotero de su padre. Estudió en Avellaneda pero también en Suiza. Entonces, aprendió a vivir como una joven rica y a pensar como una militante peronista. A ser amiga de los hijos del poder —entre ellos, los Aramburu— y a ser mimada por Perón y Evita.
El derrocamiento de Perón en 1955 fue una tragedia colectiva pero también personal para los Valle. Porque el general comenzó a preparar la rebelión contra la dictadura de su antiguo amigo, el general Pedro Eugenio Aramburu. En junio de 1956, el mundo conocido por Susana Valle estalló definitivamente. El levantamiento peronista comandado por su padre fracasó, y fue fusilado en la Penitenciaría de la calle Las Heras por orden de Aramburu. Ella fue la última que lo vio antes de que fuera llevado al pelotón de fusilamiento.
Es que durante ese nefasto período, Susana no sólo perdió a su padre en un pelotón de fusilamiento orquestado por su otrora compañero de armas y de vacaciones familiares, sino que, posteriormente, la dictadura asesinó también a su segunda pareja mientras ella era torturaba y daba a luz en cautiverio a un bebé que nunca pudo tener entre sus brazos porque fue abandonado sobre un mármol y falleció de hipotermia.
"Era alrededor de 1958, ella tenía unos 18 años y estaba embarazada de mellizos. Uno de los bebés nace muerto, pero al otro lo dejan sobre el mármol hasta que se muere y a ella no le dejan verlo hasta que fallece", cuenta su amiga la diputada Lita Artola.
Desde la muerte de su padre y durante la Revolución Libertadora liderada por Pedro Eugenio Aramburu e Isaac Rojas, la mujer cayó presa varias veces. "Un poco por su militancia pero también por ser quien era. De vez en cuando, cuando se les ocurría la detenían", contó la legisladora.
Peronista desde siempre, Susana Valle militó en distintas organizaciones del peronismo revolucionario. Sin embargo, nunca se postuló a ningún cargo político.
El padre Luis Antonio Maidana es otro amigo cercano que la conoció como nadie."Ella era una líder que mantuvo la misma visión que su padre. Para mí es fue una enseña para las mujeres peronistas de lo que deben ser", contó.
Como buen amigo, Maidana siempre estaba en contacto con ella y hace pocos días la vio por última vez. "Ella se reía y me decía que tengo que estar siempre cerca de su hija y nietos para que siempre se acuerden de ella, de lo que fue", señaló.
Susana Valle además, fue una de las últimas personas que vio con vida a su padre antes de que lo fusilaran. Es que, ese fatídico día del 12 de junio de 1956, a ella y a su madre se les permitió visitarlo en el ex penal de avenida Las Heras.
El padre Hernán Benítez describió detalladamente ese último encuentro: "Eran las 21.15 cuando la joven Susana atravesó los portales temibles de Las Heras. Breves instantes después vio llegar a su padre dentro de un arco de marinos que caminaban apuntándole con ametralladoras".
El general había sido apresado tras liderar un intento de levantamiento contra el golpe militar que había obligado al presidente Perón al exilio. La jerarquía decidió aplicarle entonces la ley marcial, como a muchos otros.
"Susanita, si derramas una sola lágrima no eres digna de llamarte Valle", fueron las palabras con que, según Benítez, el general saludó a su hija.
"Valle, más sereno, se sacó el anillo y lo colocó en la mano de su hija. Le entregó cartas y le dio un beso intenso. Entonces se irguió y avanzó hasta la puerta (...) Se internó por largos corredores del penal (...) sin volver una sola vez la cabeza atrás", relató Benítez en el libro "Compañeros".