Sobre las Malvinas: dos opiniones no muy conocidas
Por Mario Rapoport*
para Diario BAE
publicado el 4 de septiembre de 2012
publicado el 4 de septiembre de 2012
El aporte de textos históricos sobre las islas Malvinas contribuye con antecedentes que ayudan a argumentar mejor la defensa de nuestra soberanía sobre las islas, tanto en los foros internacionales, como directamente con los británicos cuando éstos se vean suficientemente presionados para sentarse a la mesa de las negociaciones.A continuación reproduzco dos de ellos.
El primero pertenece a un diplomático
ruso, Alexander Semionovich Ionin, que estuvo por estas tierras y visitó las
Malvinas a fines del siglo XIX, reflejándolo en la publicación de un texto del
que tomamos un par de citas significativas (se trata de una traducción al
inglés de su libro, originalmente editado en ruso, Mi viaje por América del
Sur, San Petersburgo, 1889). En una primera parte de consideraciones generales
dice el autor:
“La
presencia cada vez más acusada en Sudamérica de las principales potencias
marítimas europeas dotará a este continente de un significado político
totalmente nuevo, a la vez que la ruta por el estrecho de Magallanes puede
convertirse en una ruta militar de suma importancia […] es posible que se
produzca una guerra entre las potencias marítimas y que peligren sus ya muy
considerables intereses comerciales en América […] las Falkland representan
desde luego un envidiable punto de apoyo y la potencia que las posea podrá
esperar todos esos conflictos con la mayor tranquilidad, segura de poder
salvaguardar sus intereses comerciales en el Hemisferio Sur, aun en el caso de
guerra […]”
Ionin agrega luego su opinión sobre la posesión de las islas por parte de los ingleses y sus posibles consecuencias: “Lo atractivo de este archipiélago para Inglaterra radica sobre todo en consideraciones políticas que en más de una ocasión le han llamado la atención a una que otra potencia marítima europea […] Por cierto, ofrecen las Falkland una cantidad de anclajes estupendos que podrían ser utilizados por una escuadra de observación naval, dominando así una ruta de comunicación muy importante del Atlántico al Pacífico […] Las Falkland son el único lugar en el Atlántico donde se puede pisar tierra firme, aunque hasta ahora no ha resultado tan firme la que pisa allí Inglaterra, pues sólo mantiene a un gobernador y no tiene ni un solo cañón, ni considera necesario establecer comunicaciones con la metrópoli. Por ahora, parece que esto le es suficiente […] Sudamérica dividida como está en débiles organismos estatales aún no representa ninguna fuerza seria, independiente, que se deba tomar en cuenta, aunque pueden cambiar las circunstancias y es probable que cambien. Sin embargo, estando segura de sus derechos jurídicos nadie puede ignorar las protestas del gobierno argentino y en cualquier momento éste tiene la posibilidad de enviar allí fácilmente cañones, soldados y naves. Por consiguiente, yo aconsejaría a las potencias marítimas que prestaran más atención a las protestas anuales del ministro de Relaciones Exteriores de Buenos Aíres, pues no son éstas tan carentes de razón como a primera vista parecen”.
Estas líneas no sólo resumen los intereses ingleses, sino también señalan otras cosas. Como aquello de que Inglaterra, que consideraba este sitio por su importancia estratégica, tanta aparentemente no le daba, ya que después de más de medio siglo de ocupación no tenía ni un cañón en las islas, ni se comunicaba con la metrópoli. ¿Donde estaban los ascendientes de aquellos que hoy proclaman la autodeterminación de sus habitantes? ¿Por qué las islas se hallaban, según esa narración, casi en el mismo estado en que las había dejado el gobernador argentino Vernet?
Muchas preguntas sin respuesta. Pero, además, Ionin acepta los derechos jurídicos argentinos y, casi como un visionario, anticipa una posible guerra entre los dos países involucrados en la disputa, así como la relevancia que podría tener en el futuro en este tema la formación de un bloque sudamericano.
En otro libro, publicado originalmente en inglés y traducido recientemente al español, que data de 1944, El enigma argentino, Félix J. Weil, un argentino de origen alemán, millonario y de izquierda, que con su dinero había ayudado a crear la famosa Escuela de Frankfurt y en ese entonces residía en los Estados Unidos, da su interpretación de los orígenes históricos de la ocupación de las islas, que se remonta no a los británicos sino a los norteamericanos, quienes abrieron la puerta para una ocupación posterior.
Se sabe bien que en diciembre de 1831, el capitán Silas Duncan, al mando de la corbeta “Lexington” de la armada de los Estados Unidos entró en las islas, las ocupó, arrestó a sus autoridades y voló el depósito de pólvora que encontró allí. Pero se conoce menos que esta acción fue reprobada como contraria a ley por una corte federal de Massachusetts (ver Francis Wharton [ed.], A Digest of the International Law of the United States, Washington, 1887).
Weil, además de revelar este histórico fallo, donde se reafirma indirectamente la soberanía argentina sobre las islas, no concuerda con la tesis de Paul Groussac, que en un libro de 1936 sobre el tema, de mucha repercusión en su época, sostiene que este incidente nada tiene que ver con la posterior acción del buque “Clio”, que en 1933 tomó posesión de ellas en nombre de Su Majestad británica. Dice Weil que aunque no existía evidencia documental de un arreglo en tal sentido, los argentinos estaban convencidos de que esto había ocurrido. Resulta extraño, en todo caso, que insólitamente Washington dejase a un lado
Por eso, Weil daba a entender que se debía haber llegado a un acuerdo entre los dos países anglosajones, porque el gobierno de Washington reconoció de inmediato la soberanía británica, a pesar de esa doctrina y del fallo de su propia Justicia con respecto a la primera ocupación. Ese fallo significaba un cierto reconocimiento a la pertenencia del lugar por parte de
Es interesante señalar también que durante
En
síntesis, una opinión rusa y un fallo de la Justicia norteamericana que sería bueno tener en
cuenta en la futura discusión sobre la soberanía.
*Mario Rapoport es un economista, historiador, especialista en relaciones internacionales y escritor argentino. Wikipedia