El Vaticano a la caida de Rosas - una clave historica

Por Carlos María Zavalla

Terminada la batalla de Caseros en 1852, Don Juan Manuel de Rosas partió al destierro en donde mantuvo una entrevista con el Papa Pio IX junto con su amigo inclaudicable, el Brig Gral Pascual Echagüe. En esa entrevista el Papa medió un acuerdo entre el derrotado Ejército Federal y la Gran Bretaña, que había impulsado su derrota apoyando al partido unitario y al Brasil. Aún hoy algunos libros de historia del Brasil recuerdan la caída de Rosas y la batalla de Caseros como un triunfo del Brasil: “La revancha de Ituzaingó” le dicen. (De hecho la entrada de las tropas en Buenos Aires se demoraron hasta el 20 de febrero, aniversario de la batalla de Ituzaingo, con las tropas brasileñas desfilando con pabellón desplegado, en señal de revancha)


A pesar de que Echagüe había combatido junto a Rosas contra Urquiza en la referida batalla de Caseros, al poco tiempo y al regreso de Echagüe al país, el gral Urquiza debió nombrarlo Ministro de Guerra de su gobierno.

Después de la Batalla de Caseros, en febrero de 1852 Rosas partió al destierro a bordo del navío mercante “Conflic”.

Sobre la comitiva que acompañaba a Rosas da cuenta lo registrado en el diario "Journal do Comercio" de la Capital Carioca, en su número del día 11 de marzo de 1852 que publica el arribo del “Conflic” a la “Baia de Todos os Santos” de Rio de Janeiro en los siguientes términos:

Dice el "Journal do Comercio" del 11/3/1852:

“A bordo de cual se encuentran el General Rosas, el Dr.General Pascual Echagüe, los Corones Gerónimo Costa, y el Coronel Manuel Febre, cuatro criados de la comitiva, un hijo y un nieto.”

Nota:

El original de dicho diario fue presentado como material probatorio ante la Academia Americana de Historia en 1961 por el Historiador Dr. José M. Funes, acompañando en la oportunidad otros documentos significativos, como una copia legalizada por la secretaría del Vaticano del libro de entrevistas personales del Papa Pio IX, cartas de Rosas a Echagüe de 1857 etc.


Don Juan Manuel de Rosas y Pascual Echagüe se encontraban en muy difíciles tratativas respecto a la gran derrota que había sufrido La Confederación Argentina en febrero 1852 ante los ejércitos unitarios, unidos estos a los del Imperio del Brasil y provistos estos últimos por Gran Bretaña.

Así, a raíz de la referida derrota Federal en la batalla de Caseros, Don Juan Manuel de Rosas decidió entablar negociaciones de Paz con el victorioso Imperio Inglés al más alto nivel posible, solicitando para ello la intervención del Papa Pio IX (Giovani Ferreti – Mastai) a quien había conocido personalmente antes de ser Papa, cuando visitó la Argentina en 1824 regalando el futuro pontífice la actual corona de ceremonias a la Virgen de Luján.

Al respecto dice la página oficial de la Basílica:

"La corona luce 8 escudos: los de Argentina, Uruguay, Paraguay, España, y el del Papa Pío IX, quien siendo canónigo en 1824 visitara y diera misa en Luján”

Entre quienes acudieron en 1824 a conocer a quien la providencia llamaría años más tarde a ocupar la silla de Pedro bajo el nombre de Pio IX, se encontraban el estanciero y jefe de las milicias de la campaña, Don Juan Manuel de Rosas y un estudiante de teología, secretario por aquel entonces del Brig. Estanislao López y encargado de las negociaciones de Paz y asimilación de las tribus aborígenes, el joven Pascual Echagüe, que pocos años más tarde alcanzaría su Doctorado en la Universidad de Córdoba, y con el andar del tiempo sería el más leal amigo de Don Juan Manuel de Rosas, así como el Brigadier General de los Ejércitos Federales durante los largos años de hostigamiento de las invasiones anglo francesas, así como de las acciones de su asociada piratería sobre el río Paraná (de 1845 a 1850).

Todo lo cual no obstante terminó con la gran victoria de la Confederación Argentina sobre las potencias invasoras de Inglaterra y Francia, concretada por los tratados de Arana – Southern (1849), y Arana – Lepredour (1850).

Estos tres personajes, Estanislao López, como Padre de la Federación, aunque fallecido en junio de 1838, junto a Rosas y Echagüe, se mantendrían unidos mucho más allá de lo que la historia positivista de nuestros tiempos podría llegar a advertir, ya que la invisibilidad de los deseos no es deducibles de los hechos sino de los símbolos que nos han dejado, siempre y cuando tengamos la clave correcta y legítima de acceso para poder entenderlos. Lo mismo pasaría con los acontecimientos relativos a la entrevista con Pío IX.

En la Ciudad del Vaticano en 1852 pasados veintiocho años desde aquel retiro de Luján de 1824, el ahora Papa Pío IX recibió a sus ya conocidos Rosas y Echagüe.

Por aquel entonces Pío IX mantenía forzosas negociaciones con la cada vez más poderosa masonería mercantil liberal Británica, buscando la posibilidad de arribar a una pacífica convivencia con Inglaterra tanto en Europa como en “las Américas” en donde la Iglesia Católica era permanentemente hostigada por el masónico anti-catolicismo sajón, el cual se consolidaba en todo el mundo siguiendo el “modelo” del Colonialismo Capitalista Inglés.

Cabe recordar que uno de los pilares fundacionales de la masonería universal es la destrucción de la Iglesia Católica Romana. De allí que fuese tan operativa a los intereses de la Inglaterra protestante. Máxime cuando estos coincidían en todo con los intereses extraterritoriales Británicos.

No es desatinado recordar también que el resultado final de las largas negociaciones habidas en el más largo papado que recuerde la historia de la Iglesia Católica y que comprende desde 1841 hasta 1878; Pío IX no pudo contener la acción anticatólica de Londres y su política de hábil hostigamiento. De hecho durante su papado el Vaticano perdió la totalidad de los Estados Pontificios.

Pero en 1852, después de la derrota de Caseros, se trataba de que el Papa, gracias a su providencial conocimiento de la Argentina, y su acercamiento con Inglaterra aconsejara como poder manejar algún tipo de acuerdo con la corona Británica para atemperar el genocidio que se realizaba contra el criollaje y la indiada del interior del País identificada desde un principio con la causa Federal, y condenada a ser exterminada por “la ilustración” sajona.

Un acuerdo transitorio con la victoriosa masonería Inglesa.

La peor situación para negociar con el enemigo es tener que hacerlo luego de sufrir una gran derrota: Inglaterra impuso sin más a Rosas el tener que vivir por el resto de su vida “bajo el más estricto control Británico, y sin poder salir del territorio Inglés”, comprometiéndose a no volver a intervenir jamás en política, encontrándose todos sus movimientos vigilados por el ojo atento del Foreign and Commonwealth Office.

Nota:

Así lo recuerda en sus memorias el sobrino predilecto de Pascual Echagüe, monseñor Milcíades Echagüe quien visitó en Gran Bretaña a Don Juan Manuel de Rosas en 1875, dos años antes de su fallecimiento.

El Pacto acordaba que Echagüe podría volver a la Argentina, con el propósito de poner fin a las matanzas unitarias llevadas adelante contra el pueblo Federal.

Recodemos que por aquellos años de expansión industrial inglesa el problema de la mano de obra disponible era un factor estratégico que contradecía la voluntad genocida de los coroneles de Mitre. Rosas supo aprovechar al máximo esta circunstancia, para frenar el genocidio desde Inglaterra. Genocidio que en la Argentina había contagiado aún a la sectores ilustres de la Iglesia Católica, recordemos que desde 1810 no había relaciones diplomáticas estables entre Argentina y el Vaticano.

Echagüe retornaría a la Argentina con un plan de pacificación pactado para poner freno a las matanzas, cuando el propio cónsul Británico en Bs As informaba a Londres que “no está en el ánimo de los vencedores unitarios querer poner ningún tipo de fin a la ejecución en masa de quienes consideran sus enemigos”

Este acuerdo se consolidó en Roma y de hecho al comunicar las logias masónicas a Urquiza dichas condiciones ratificadas por Londres, debió nombrar a Echagüe… nada menos que su propio “Ministro de Guerra” (¡!) de su propio gobierno! Imponiéndole Echagüe “cuatro condiciones”:

1 – Cesar de inmediato las persecuciones a las familias federales y a los Caudillos del interior.

2 – La Gobernación de Buenos Aires recaería a favor de Vicente López y Planes, autor del Himno Nacional y de unas famosas “Odas Patrióticas” a Rosas que casi todo el pueblo sabía de memoria en tiempos de la invasión anglo francesa.

3 – Se reforzarían las fuerzas militares del Coronel Hilario Lagos, quien había permanecido en el país fiel a Rosas y al mando de sus tropas sin actuar, por indicaciones de éste.

4 – El gobierno permitiría el envío de una modesta suma de dinero a Rosas en carácter de compenesacion por sus vienes expropiados. (Recordemos que Rosas era el hombre más rico de la Prov. de Bs.As., antes de asumir el poder)

Nota:

Esto quiere decir que eran todos masones? – Desde luego que no…!!! Esto solo quiere decir que en aquella época no se podía llegar a entablar conversaciones con las autoridades Inglesas que manejaban la globalización comercial desde el monopolio marítimo de Londres sin tener que pasar por la masonería. (“pasar por” es una cosa y “pertenecer a” es otra, y muy distinta).

Este acuerdo de pacificación fue posible gracias a la intervención diplomática del Papa Pio IX y fue “sellado con un puñal masónico” entregado a Echagüe por Rosas para ser mostrado al gral Urquiza (…) junto con los puntos del acuerdo pactados con la corona Británica. “Soy castigo del malbado” dice amenazante su hoja, junto a otros lemas y símbolos del Gran Oriente masónico Inglés.

Con un abrazo Rosas se despidió de Echagüe en el puerto de Cádiz diciéndole: “mi querido compadre, ya no nos volveremos a ver”

En el Número 21 de la revista Crisis (año 1975) se reproduce la imagen de dicho puñal… tal como podía ver en el Museo Histórico Nacional de Bs As, hasta que fue sustraído de dicho Museo. Luego apareció nuevamente al ser vendido en una subasta … pero jamás se pudo volver a recuperar.

¿Cómo se puede “sustraer” tan fácilmente una pieza del Museo Histórico Nacional para ir luego a parar a un privado desconocido sin que la justicia haya tomado ninguna carta en el asunto?

Una breve reseña del mismo publicada en 1992 dice:

“En Julio de 1992, la Revista Magnum publicó un artículo sobre un cuchillo bowie que había pertenecido a Juan Manuel de Rosas, depositado en el Museo Histórico Nacional. El mismo fue fabricado por Moss & Gambles de Sheffield, Inglaterra y donado al repositorio por Victoria Aguirre, tía de Victoria Ocampo presuntamente perteneciente al dictador Rosas y que éste habría obsequiado en el exilio, al General Pascual Echagüe.

Un breve artículo publicado en La Nación con fecha 25 de Octubre de 1992 firmado por Luis F. Núñez, daba cuenta del acontecimiento, mencionando a la pieza alternativamente como “facón” o “cuchillo”. Ambas informaciones (artículo y aviso publicitario), ilustraban parcialmente sobre las sucesivas titularidades de la misma en cabeza de: J. M. de Rosas (1830-1852), Pascual Echagüe (1852 y hasta su muerte), Leonidas Echagüe (hasta 1880, año en que lo obsequió a José Victoríca), y José J. Picardo Victoríca (al cumplir sus 22 años de edad y por donación de su anterior poseedor se lo obsequió a la tía de Victoria Ocampo).

Con relación al objeto en sí mismo, las iniciales de Rosas aparecen grabadas en una de las mesas (Para JMR), sobre fondo de oro con reserva y en la vaina (ESDJMR). Conforme al texto e ilustración del cartel publicitario, la pieza debería mencionarse como “cuchillo”, tal cual reza el aviso y cuyo diseño deriva del Dirk Mediterráneo, con 38 cm. de longitud total. Es de estilo y probable origen Inglés. El cabo es de forma ahusada, de oro en sus extremos y recubierto parcialmente con un torzal. La hoja de contorno isoscélico esta vaciada a una mesa y presenta botón, lomo, filo, contrafilo y punta. Los planos están decorados con dibujos y leyendas.


En uno de ellos se observan símbolos masónicos: el ojo y la escuadra. En el otro una persona sosteniendo un libro y otra advertencia “Soy castigo del malbado” (Sic). La vaina es de pana marrón, con costillas, brocal con agarradera y puntera de oro, poseyendo además una funda de cuero de carpincho que resguarda el conjunto.

Por el aludido acuerdo, Don Juan Manuel de Rosas obligatoriamente quedaría retenido en Inglaterra hasta su muerte. Primero iría a Devenport, al “Moosehead’s Royal Hotel” (Real Hotel de la Cabeza del Alce) de la calle Fore. Devenport era entonces una población a dos kilómetros de Plymouth, de la cual es hoy sólo un barrio.

Desde allí Rosas tuvo que dirigirse por escrito a la Reina solicitando su autorización para poder alquilar una granja y poder trabajarla.

Cualquier movimiento de Rosas debia ser autorizado por la reina Victoria.

De allí paso a Southampton, al oeste de Londres, donde se alojó en el “Windsor Hotel”.

Se dedicaba entonces a estudiar inglés, cuyo aprendizaje iniciara a bordo del barco que lo condujo desde Buenos Aires, el “Conflict”.

Más tarde luego de solicitar autorización a la Corona, alquiló una casa en Rockstone Place en Carlton Crescent.

Los domingos iba a misa a la capilla católica de San José (84 Bugle Street).

También concurría al Pub Red Lion (55 High Street). Donde entre cerveza y cerveza charla con sus nuevos amigos, pero siempre controlado por agentes Ingleses. En ese Pub que aún existe, se exhibe como un tesoro: un cintillo federal que le perteneciera.

Consecuencias vinculadas a los familiares de Pascual Echagüe en relación a los vínculos posteriores a los sólidos contactos con el Papa Pio IX que se consolidaron luego de la entrevista de 1852.

Dice el citado Historiador Dr. José María Funes, (Miembro fundador de la Junta provincial de Estudios Históricos de Santa Fe y co-director de la Revista de dicho organismo. Miembro de la Academia Americana de Historia, Miembro de la Asociación Argentina de Estudios Históricos de Salta y del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, etc.) en "Cultura, Progreso y Tolerancia durante las Guerras del Litoral" ed. Castellvi S.A. Santa Fe 1963, pág. 20., refiriéndose a Pascual Echagüe:

"Podría anotar otras expresiones de la supervivencia de su intelecto y de sus finos modales, como las habidas en 1852, durante su visita al Papa Pio IX, así mismo como su espíritu humanitario y Cristiano"

Estas relaciones con el Papa Pio IX en su largo pontificado darían lugar a consecuencias posteriores en relación a la familia de Echagüe y a la de su yerno, Carlos María Zavalla.

Por un lado el sobrino predilecto del gral Pascual Echagüe, Milcíades Echagüe, sería llamado a ocupar el cargo de Prelado Domestico de SS Pio IX (Condecorado por sus servicios en el Vaticano con la Cruz de Oro de León XIII y nombrado Monseñor por el propio Papa en la Catedral de Letrán).

Le cupo además el honor de desempeñarse como Escribano Pro Notario Apostólico "Ad - Participantur" y “Teólogo consultor” durante las sesiones del Concilio Vaticano I en 1869/70.

Sobrino predilecto de Pascual Echagüe y ahijado de Don Juan Manuel de Rosas, fue Diputado a la legislatura de Entre Ríos, Elector de Gobernador e Intendente Municipal de Gualeguay, fue Vicario General del Ejército y se le concedió el grado de Coronel con la firma de Sáenz Peña y Luis María Campos.

Intervino también en la misión diplomática de 1873 encabezada por su primo, Mariano Zavalla que intento infructuosamente restablecer los lazos diplomáticos interrumpidos entre Argentina y el Vaticano desde el año 1816, cosa que finalmente se pudo concretar recién a principio del siglo XX.

Isabel Echagüe, (la hija mayor del Brig. Echagüe) había contraído enlace con Carlos María Zavalla, hermano del sacerdote Manuel María Zavalla y de Mariano Zavalla, quien como ya se dijo cumplió también funciones en el Vaticano en la década de 1870.

Todo lo cual fue consecuencia secundaria de “la misión Argentina de Rosas y Echagüe en el Vaticano del 52” y de las negociaciones habidas con Gran Bretaña, por la cual quedaron afianzados fuertes lazos familiares con Roma.

También cita en sus memorias Mons. Milcíades Echagüe, la entrevista privada de Rosas y Echagüe con el Papa Pio IX en Roma en 1852, con un lacónico "acompaño a Don Juan Manuel de Rosas durante su entrevista privada con SS Pio IX"

Dice Monseñor Milcíades Echagüe en sus memorias, respecto a la entrevista que la misma ocurrió en el contexto de “pactar una derrota (por Caseros) lo menos sangrienta que fuera posible en términos de cantidad de vidas criollas en referencia a la guerra con el imperio de la Gran Bretaña, que siempre abasteció las revoluciones en América a través de sus logias y su capital, para hacer de ésta su propia Colonia al estilo financiero de la modernidad, que de esos acuerdos quedó pactada la residencia forzosa de Rosas en la Gran Bretaña, así como el permitido regreso de mi tío el Brig. Gral. Pascual Echagüe al Río de la Plata, tal como lo había acordado con Rosas”…

Así, Don Juan Manuel de Rosas, no descansó hasta su último aliento en intentar frenar los odios desatados por la política exterior de Inglaterra contra la causa federal y tomadas hasta la exacerbación por el partido unitario. Ver más arriba (2) y la “misión de Echagüe” resulto bastante exitosa teniendo en cuenta circunstancias tan adversas como desfavorables para la pacificación nacional y fundamentalmente para las bases de nuestro pueblo argentino.

Finalmente, a 18 años de la Batalla de Caseros, Urquiza mismo dejaría la síntesis del duro aprendizaje que le cupo comprender (cuando ya era demasiado tarde) y dejar escrito en su diario a poco de ser asesinado en abril de 1870: “siempre me permentará el inaudito crimen que cometí al luchar como lo hice por la caída del gral Rosas, debemos ser siempre medidos con la misma vara y con el mismo cuchillo de que por mi culpa y gravísimos errores he puesto en el poder”.