Colombia. En torno a la paz con justicia social


José David Copete
Pueblos
La actualidad colombiana nos ubica frente a dos líneas que discurren en paralelo: mientras gobierno e insurgencia negocian fuera del país la finalización del conflicto armado, en Colombia se ha venido fortaleciendo un régimen político radicalmente contrario a la paz con justicia social.
En el año 2012 en Colombia se revivió el tema de la paz como un eje estructurante, tanto de la agenda gubernamental como de la de los distintos actores de la sociedad colombiana. Los medios masivos han publicitado una paz que inicia y desemboca en los linderos de la confrontación bélica, obviando los problemas sociales, políticos y económicos que dieron lugar al conflicto armado y perviven. Esta noción, amplia y profundamente divulgada, es tan simplista como parcializada.
Existen diversas concepciones de la paz que dependen, ineludiblemente, de los intereses en juego y de las dinámicas relacionales desde donde se mire el asunto. Antes que hacer un análisis y/o una descripción de las diversas apuestas en torno a la paz en Colombia, este texto plantea una concepción de la misma ligada a la cuestión popular. En este contexto, se dará cuenta de las crecientes tensiones entre, por un lado, el gobierno y los actores no-estatales que se han plegado a los diálogos de la Habana y, por otro, las organizaciones sociales que luchan por el logro de la paz con justicia social.
Avizorar el bosque, no fijar la mirada en el árbol
Hoy, parafraseando al Ché Guevara, se corre el peligro de que los árboles impidan ver el bosque. La necesaria atención y los múltiples esfuerzos por generar un acuerdo orientado al fin del conflicto armado no pueden, ni deben, nublar la perspectiva de largo plazo y de transformación estructural que se ligan al logro de la paz con justicia social.
Ante el entusiasmo generalizado que ha tenido eco desde los medios masivos colombianos frente a la paz, vale la pena hacer algunas claridades que ponen en vilo la euforia eufemística que se ha generado en torno a la misma. No es igual hablar de la finalización del conflicto que de paz. La posición dominante ha asimilado ambas cosas, asociando la desmovilización de las fuerzas insurgentes con el logro de la paz. Tal concepción deja de lado, nada más y nada menos, que las causas sociales, políticas y económicas que originaron y hoy son estructurantes de un conflicto que, además de armado, es social, político y económico.
En este marco debe desbordarse la perspectiva mediática. Hoy más que nunca es necesario hacer un análisis radical, en términos de Marx. La precariedad de la postura guerrerista ha evidenciado su desgaste. No en vano, ni casuísticamente, ha venido popularizándose la concepción de los diálogos como un paso en el proceso hacia el logro de la paz. Tal postura la han asumido desde hace mucho tiempo las fuerzas insurgentes y en los últimos días la ha asumido públicamente Juan Manuel Santos[1]. Que se amplíen las perspectivas del gobierno y su cohorte no puede soslayar las problemáticas de fondo.
Es necesario asir la paz como un fenómeno complejo en el cual se entrecruzan las relaciones sociales, políticas y económicas que permitan el florecimiento de un sistema político articulado en torno a la justicia social, la libertad y la dignidad humanas. En ese panorama, los diálogos y la posible culminación del conflicto armado son un árbol, un elemento vital de la paz, más no el logro de la misma. Los distintos actores y organizaciones de la sociedad colombiana debemos cerrar filas en torno a un diálogo fructífero -que diezme el ánimo irreflexivo y guerrerista que se ha convertido en moneda corriente-, pero el reto de la paz con justicia social se enmarca en un espectro más abarcante: el de la cuestión popular.
La paz como estandarte de la cuestión popular
Dentro de la gama de posibilidades que, además de la oficial, se ponen sobre la mesa en torno a la paz, en este texto se aborda aquella que la asume como un logro de la mayor valía en la lucha contra el régimen de acumulación. De allí que hablar de la paz en el marco de la cuestión popular implique asumir la clara confrontación entre el bloque hegemónico y las diferentes expresiones sociales y políticas que, no contentándose con la precaria identidad establecida entre la paz y el final del conflicto armado, enarbolan la bandera de la paz con justicia social.
En aras de abordar la correlación de fuerzas y dar cuenta de las perspectivas que se vislumbran, se asumirá la cuestión popular como punto de referencia. Tal mirada se sustenta básicamente en tres elementos. En primer lugar, es necesario abordar el rol del pueblo, aquel conglomerado que, en palabras de Dussel, es la sustancia de una formación social histórica concreta. Las distintas organizaciones sociales que se han unido en esfuerzos como la Ruta Social Común para la Paz, y aquellas que no se han unido pero comparten las ansias de paz con justicia social, se tornan protagónicas. El logro de la paz con justicia social requiere de la participación activa del pueblo colombiano -más allá de referendos.
En segundo lugar, el abordaje de la cuestión popular nos permite ubicarnos dentro de la totalidad que engloba el sistema-mundo capitalista. Como bien lo resaltara Dussel, para Latinoamérica y para el sur en general es urgente quebrantar el nexo dependiente entre el centro y la periferia del sistema capitalista. El proceso colombiano no sólo es importante para Latinoamérica sino que está atravesado por las dinámicas del capital transnacionalizado. Aquí la cuestión pasa por reforzar los esfuerzos de hermanamiento y unidad latinoamericana que han venido emergiendo.
En tercer lugar, la cuestión popular nos ubica ante la creciente relevancia de procesos sociales y políticos que han concretado dinámicas de poder popular, tanto en Colombia como en América Latina. El incremento de procesos en los cuales el pueblo es protagónico desborda el insulso discurso y las nefastas prácticas de la democracia liberal, poniendo sobre la mesa posibilidades de reinventar la democracia. Así, la cuestión popular nos ubica en un escenario en el que convergen tres elementos: la superación de la relación social capitalista; la proyección del acumulado y la potencialidad de luchas en nuestro país y en la región y; la relevancia del pueblo como actor protagónico en el logro de la paz con justicia social.
La inclinación de la balanza
Hablar de la cuestión popular y del poder popular implica abordar la correlación de fuerzas y las dinámicas de confrontación que están teniendo lugar. Es necesario arriesgar un análisis de lo concreto, asumiendo el carácter sintético que le es atribuido por Marx. Así, se pasa a un somero abordaje de las dinámicas concretas en torno a la paz. Si bien el pueblo colombiano ha avanzado, el logro de la paz con justicia social se avizora cuesta arriba.
Por un lado, desde el gobierno se ha erigido una muralla a la paz. Desde lo militar, entrado el nuevo siglo la guerra se ha convertido en la palabra predilecta de los gobiernos y sus cercanos, esquilmando el presupuesto de la nación. Hoy, cuando se habla de paz, la cuestión no ha cambiado. Se aprueba un fuero militar hecho para la impunidad. Además, las altísimas cifras del gasto militar para el año 2012[2], se incrementaron para la vigencia 2013[3]. Actualmente, las mal llamadas Bacrim ponen en tela de juicio el mentado avance en seguridad y la neutralidad de las fuerzas militares respecto de ese fenómeno[4].
Ahora, el ejercicio legislativo ha reforzado la coraza de los sectores apoltronados en el poder. La reforma de la educación superior se ha venido concretando a cuenta gotas en el congreso. La reforma tributaria ahonda la regresividad de la tributación en Colombia y realiza dadivas de gran relevancia[5]. Los índices de pobreza se diezman con mediciones que rayan en lo absurdo. La concentración del ingreso no reporta mejoría alguna, más allá de la propaganda oficial al respecto. Es más, la mentada confianza inversionista persiste y, junto con otras disposiciones, consolida la escandalosa tendencia de concentración de la riqueza que hizo carrera desde el año 2002.
Por otro lado, si bien organizaciones sociales y comunitarias han emprendido esfuerzos unitarios de gran calado y han participado en diversos escenarios que ponen de presente la complejidad de la paz, su participación ha estado muy limitada. La persecución y la violencia políticas no han desaparecido. Ello se evidencia en las detenciones arbitrarias a miembros de Marcha Patriótica[6] y en la creciente estigmatización de las movilizaciones y eventos políticos. El ritmo de las organizaciones sociales, el caminar de la palabra, no se corresponde con la aplanadora política y militar que se ha dispuesto desde el Estado.
Así, la actualidad colombiana nos ubica frente a dos líneas que discurren en paralelo: mientras gobierno e insurgencia negocian fuera del país la finalización del conflicto armado, en Colombia se ha venido fortaleciendo un régimen político radicalmente contrario a la paz con justicia social. Pero es en estos momentos que vale la pena seguir haciendo camino al andar. Caminando desde el barrio, el colectivo de mujeres, la organización campesina, la Mane y desde tantos otros espacios, valorando y plantándose siempre en lo concreto, por más adverso que se presente.
Finalmente, trayendo a colación a Ernesto Sábato, vale la pena resaltar que: A pesar de las desilusiones y frustraciones acumuladas no hay motivo para descreer el valor de las gestas cotidianas.
NOTAS:
  1. Tal posición fue esgrimida por Juan Manuel Santos el 15 de enero de 2013 en el programa Hora 20, de Caracol Radio. El programa completo se puede escuchar enhttp://www.caracol.com.co/audio_programas/programas/escuche-el-debate-completo-de-hora20-con-juan-manuel-santos-dirige-diana-calderon/20130115/programa/130992.aspx?au=1824580
  2. Colombia fue el segundo país con mayor cantidad de dinero destinada a gasto militar. Sólo lo supera Brasil, con muchísima más población y extensión geográfica. Verhttp://www.elnuevosiglo.com.co/articulos/5-2012-colombia-segundo-en-gasto-militar-en-la-regi%C3%B3n.html
  3. http://www.elpais.com.co/elpais/judicial/noticias/pese-esperanza-paz-colombia-aumenta-presupuesto-defensa-y-seguridad
  4. Acerca del reciente accionar de las denominadas Bacrim en Chocó, verhttp://www.semana.com/nacion/articulo/asi-desplazaron-casi-mil-personas-choco/329834
  5. En el artículo 481, en su literal f, se establece que los diarios y publicaciones periódicas entran entre los bienes exentos con devolución bimestral.
  6. Respecto de las detenciones arbitrarias, se puede ver:http://prensarural.org/spip/spip.php?article9720 y http://www.arcoiris.com.co/wp-content/uploads/2012/02/denuncia_publica_marcha_patriotica.pdf