La autodeterminacion de los Kelpers. Un grotesco de la politica internacional

Alberto Franzoia

La Plata - Les llamamos Kelpers a los habitantes de las Islas Malvinas, territorio colonizado desde 1833 por la corona británica. Por dicho motivo la mayoría de ellos son de dicho origen, utilizan la lengua inglesa y se reconocen como ciudadanos de Gran Bretaña.
La denominación surge por las grandes algas marinas (kelp) que rodean el territorio isleño, pero ellos la consideran despectiva por lo cual prefieren llamarse a sí mismos islanders (isleños). Según datos de 2011 la población es de 3.140 habitantes (sólo la ciudad estado del Vaticano tiene menos) de los cuales más del 70% son descendientes de británicos o nuevos inmigrantes del mismo origen. Hay un 10% de chilenos y aproximadamente el 1% (30) son argentinos.
La mayoría de los británicos que viven en Malvinas, por generaciones desde hace décadas, son producto de una hecho de fuerza fundante: la invasión que se registró en 1833. Y este dato es esencial para dar por tierra con las especulaciones del imperialismo inglés y de algunos súbditos nativos. Fue entonces cuando los argentinos instalados desde 1820 resultaron desalojados violentamente por los británicos. Cabe destacar por otra parte que durante el período breve que media entre agosto de 1833 y enero de 1834, un grupo de gauchos, esquiladores y peones conducidos por Antonio Rivero recuperaron nuestra soberanía hasta que resultaron derrotados por nuevas tropas inglesas.
Desde ese desafortunado hecho los argentinos hemos bregado por recuperar Malvinas, territorio que no sólo por razones históricas sino también geográficas es parte constitutiva de nuestra Patria Chica y Grande (Argentina y Latinoamérica), ya que se localizan inequívocamente en la plataforma marítima de América del Sur.
Los ingleses, acostumbrados al ejercicio de un poder ilimitado que históricamente les ha otorgado el carácter de nación colonialista e imperialista, intentan invertir por estos días la carga de la argumentación. Su Primer Ministro, David Cameron, ha tenido la desfachatez de acusar a nuestro gobierno de “colonialista” por oponerse a la autodeterminación de los kelpers. Sin embargo, los habitantes británicos de las islas no están en condiciones legales y morales de decidir absolutamente nada.
La presencia de estos súbditos de su majestad británica en nuestro territorio, fue desde el comienzo de la historia que compete al tema en cuestión, producto no sólo de un hecho de fuerza (expulsando población argentina para sustituirla por ocupantes británicos), sino también ilegal, porque el territorio ocupado nunca perteneció a Gran Bretaña. Primero fue de la corona española y luego de la independencia nacional fue ocupado por argentinos a partir de 1820, año en que el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata tomó posesión formal de las islas enviando a la fragata Heroína. Como si todo esto no resultara suficiente, se encuentran en la plataforma marítima suramericana, nada menos que a 12.000 kilómetros de distancia del extremo sudoeste de la península de Cornualles, que es el territorio británico más cercano a nuestras islas.
Bien sostiene la proclama de la organización latinoamericana Unión Bicentenaria de los Pueblos: “los kelpers no son sujetos del derecho de autodeterminación porque no son un pueblo distinto al inglés, son colonos que Inglaterra implantó luego de expulsar de manera violenta a la población argentina de las Islas. Los kelpers son súbditos de la corona inglesa, hablan inglés, estudian historia inglesa, tienen bandera y pasaporte inglés y son empleados de la corona británica. No son un país distinto, son los agentes de la ocupación inglesa.” Además ellos mismos se reconocen como ciudadanos de Gran Bretaña; a confesión de partes relevo de pruebas.
Ante el carácter irrefutable de los hechos, las pretensiones de la diplomacia británica, no ajena a las simpatías mal disimuladas de otras diplomacias imperialistas (como la de EE.UU.), resultan una maniobra grotesca de la política internacional. Sabemos que la autodeterminación sería el mejor camino para que el imperialismo se encolumne con los nuevos tiempos, ejerciendo su poder ahora “civilizadamente” en una zona estratégica tanto por sus riquezas naturales como por su valor geopolítico. Sin embargo deberán incorporar un nuevo dato a sus planificadas agendas: Argentina no está sola, la Patria Grande Latinoamérica comienza a transitar caminos comunes y defenderá sus intereses concretos contra las tropelías de imperios decadentes. Es una muy buena oportunidad para demostrarles que, más allá de declaraciones de ocasión, otro mundo es posible si se adoptan las decisiones económicas, políticas y diplomáticas pertinentes.

* Producido para Cuaderno de la Izquierda Nacional , publicación quincenal de El Ortiba http://www.elortiba.org