¿El Gran Educador? ¿Fue realmente Sarmiento el “padre del aula”?

 Su ministro de instrucción pública, Nicolás Avellaneda, en un Apunte de 1874, que se editó en 1910 en sus Escritos y discursos, se atribuyó el mérito único, pero reconociendo que el presidente facilitaba su nombre de educador:



"Bajo mi ministerio – dice Avellaneda – se dobló en número de los colegios, se fundaron las bibliotecas populares, los grandes establecimientos científicos como el Observatorio, se dio plan y organización a los sistemas escolares, y provincias que encontré como La Rioja sin una escuela pública llevaron tres mil o cuatro mil alumnos... Es la página de honor de mi vida pública y la única a cuyo pie quiero consignar mi nombre. ¿Cuál fue la intervención del señor Sarmiento en estos trabajos, que absorbieron mi vida por entero durante cinco años? El nombre del señor Sarmiento al frente del gobierno era por sí solo una dirección dada a las ideas y ala opinión en favor de la educación popular; su firma al pie de los decretos era una autoridad que daba prestigio a mis actos. Su intervención se redujo, sin embargo, a esta acción moral. Supo el señor Sarmiento que había bibliotecas populares y una ley nacional que las fundaba cuando habían aparecido los primeros volúmenes del Boletín de las Bibliotecas, y éstas convertíendose en una pasión pública. El señor Sarmiento no se dio cuenta de la ley de subvenciones y de su mecanismo sino en los últimos meses de su gobierno. Esto es todo y es la verdad". ( Nicolás Avellaneda, Escritos y discursos, VIII, 397. ) (El Apunte de Avellaneda no estaba destinado a la publicidad; es un desahogo íntimo de quien ve a otro atribuirse un mérito propio)

"En Buenos Aires solo logré fundar dos escuelas" (Carta a M. Mann, 15/5/1866).

"De treinta jóvenes que era la dotación de la Escuela de Preceptores que dirigía en Chile, veintiocho fueron expulsados" (El Monitor, 15/8/1852).

"En Santa Rosa de Chile fui real maestro de escuela, no habiéndolo sido antes ni después" (8/4/1884) .

"En la ciudad de Buenos Aires se han construido solo dos edificios de escuelas en estos veinte años (de 1858 a 1878). Mientras tanto no se intenta nada. En la única escuela normal de varones el 95% son ineptos; el 30% debió ser expulsado, y el resto solo concurre por el aliciente del viático con que se premia su asistencia a clase. De las dos escuelas normales de mujeres se debió suprimir una" (Informe de 1878).

Tampoco quiere a los universitarios:"Si algo habría de hacer por el interés publico seria tratar de contener el desarrollo de las universidades... En las ciudades argentinas se han acumulado jóvenes que salen de las universidades y se han visto en todas las perturbaciones electorales... Son jóvenes que necesitan coligarse en algo porque se han inutilizado para el comercio y la industria. La apelación de ´Doctor´ contribuye a pervertirles el juicio... El proyecto de anexar colegios nacionales a la universidad es ruinoso y malo, pues contribuirá a perturbar las cabezas de los estudiantes secundarios e inutilizarlas para la vida real que no es la de las universidades ni de los doctores. La educación universitaria no interesa a la nación ni interesa a la comunidad del país... Generalmente en todo el mundo las universidades son realmente libres. Nada tiene que ver ni el estado ni nadie con las universidades" (Senado Nacional, 27/7/1878 y 19/9/1878)