El exterminador; Robustiano Patrón Costa

 Por Revisionismo Histórico Argentino

Robustiano Patrón era hijo de Robustiano Patrón Escobar y de Justa Francisca Costas Figueroa Güemes.

Fue ministro de Hacienda durante la administración del gobernador Ángel Zerda (1902-1904), y ministro de Gobierno durante la gobernación de Avelino Figueroa. Gestionó la construcción de canales de irrigación, puentes y caminos, proyectó la ley de protección a la industria vitivinícola y a la industria harinera, y colaboró en la fundación de la Universidad Católica de Salta, una universidad privada. Fue miembro del Club 20 de Febrero.

En 1942, lanzó su candidatura a la presidencia de la Nación por la Concordancia, una alianza formada por el Partido Demócrata Nacional, la Unión Cívica Radical Antipersonalista y el Partido Socialista Independiente. Pero su candidatura resultó inaceptable para la mayor parte de la sociedad argentina, pues Robustiano Patrón representaba a las oligarquías provinciales y a los sectores más antidemocráticos y reaccionarios del país.

Se desempeñó como senador nacional durante tres períodos, siendo el último de ellos interumpido por el golpe de estado de 1943. Los historiadores creen que habría resultado electo presidente, pues el entonces presidente Ramón Castillo preparaba un gigantesco fraude electoral en favor de Patrón. Pero las elecciones nunca llegaron a realizarse: Arturo Rawson derrocó a Castillo en 1943 en el golpe de estado llamado Revolución del 43, preparando así el camino para el advenimiento al poder de Juan Domingo Perón.

Robustiano Patrón Costas es considerado responsable intelectual de la matanza de Rincón Bomba (10 de octubre de 1947), en la provincia de Formosa.

El hecho ocurrió cuando miles de pilagás marcharon desde Las Lomitas hacia un ingenio azucarero en El Tabacal (provincia de Salta), propiedad de Robustiano Patrón Costas, en donde les habían prometido trabajo. Al verse estafados, decidieron regresar caminando a Las Lomitas, a donde llegaron agotados, hambrientos y enfermos.

Al enterarse, el presidente Juan Domingo Perón (1895-1974) envió tres vagones ferroviarios llenos de alimentos, ropas y medicinas. Los vagones fueron detenidos en la ciudad de Formosa, donde se les quitó parte de la carga. Luego de muchas semanas, los vagones llegaron a Las Lomitas con alimentos ya vencidos que fueron distribuidos igualmente entre los pilagás. A causa de intoxicaciones alimentarias, murieron unos cincuenta indígenas.

Por temor a una rebelión, la Gendarmería Nacional rodeó el campamento y los mantuvo confinados.

El 10 de octubre de 1947, el cacique Pablito junto con más de mil mujeres, niños, hombres y ancianos pilagás con grandes retratos de Perón y Eva Perón, fueron a dialogar con el comandante de gendarmería, pero fueron masacrados por efectivos de esta fuerza provistos de ametralladoras. Los sobrevivientes fueron perseguidos y en los días siguientes más pilagás murieron fusilados en Campo del Cielo, en Pozo del Tigre y en otros lugares.

Después de más de 60 años en que ningún historiador, antropólogo o medio de comunicación se refiriera a ellos, recién en 2005 aparece esta versión basada en testimonios de integrantes de la comunidad pilagá, a partir de una demanda de la Federación Pilagá contra el Estado nacional presentada el 1 de abril de 2005 en el Juzgado Federal de Formosa, en la que reclaman un resarcimiento económico. Esta demanda de características inéditas en el derecho argentino, fue fundada en el principio de la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad, calidad que los reclamantes aribuyen al hecho. El juez federal Mario Bruno Quinteros ordenó que un forense trabaje en la búsqueda de restos humanos.

Las excavaciones autorizadas por el juez federal lograron encontrar 27 restos humanos en el paraje La Felicidad.

En su presentación, los abogados sostienen que “en total son asesinados en la ‘campaña’ entre 400 a 500 argentinos de la etnia Pilagá, aproximadamente, además de los heridos y más de 200 ‘desaparecidos’. Ello sumado a los más de 50 muertos por intoxicación, hambre y falta de atención médica y la desaparición de un número indeterminado de niños, elevan las bajas a más de 750, entre niños, ancianos, mujeres y hombres”.