Argentina y su relación con el mundo financiero en el período de entreguerras

Autores: Dr. Bruno M. Tondini.Co-Autor y producción investigativa: Sebastián Bianchi*

Con la caída del gobierno constitucional, en 1931, ante la continua devaluación de la moneda, se decretó el control de cambios; y ante la catástrofe financiera mundial, Gran Bretaña privilegió su relación dentro del Commonwealth, con las colonias institucionalmente reconocidas y amenazó con dar la espalda a nuestro país -política que derivaría en el tratado de Ottawa, de 1932-.

Sin embargo, representantes británicos, advirtieron en ese mismo momento, que la Argentina “era tan colonia como cualquier otra”. Sir Malcolm Robertson-embajador inglés en la Argentina hasta noviembre de 1929- publica en “The Times” en octubre de 1930:

“... El objeto de este artículo es poner de relieve las razones por las cuales un país que no pertenece al Imperio, debe considerarse como parte de él (...) Gran Bretaña tiene de 500 a 600 millones de libras esterlinas invertidas en la Argentina. No es esta manifestación aplicable a muchas de las regiones que integran el Imperio (...) Hay, en Gran Bretaña, unos 32.000 kilómetros de ferrocarriles. Los ferrocarriles argentinos, de propiedad y gerencia británica, constituyen una red de más de 25.000 kilómetros y esta red se extiende sin cesar (...) La casi totalidad de las locomotoras, material rodante, rieles, accesorios mecánicos y carbón es adquirida en Gran Bretaña lo cual, por ende, proporciona ocupación segura a miles de obreros británicos. Esta política ha provocado críticas (en la Argentina) contra las compañías porque, aunque nuestro material es, sin duda, el mejor, no resulta, ciertamente, el más barato. Casi todo el capital se halla en poder de miles de accionistas británicos y su renta anual satisface impuestos británicos por valor de varios millones. Ello da pábulo a otra de las censuras argentinas toda vez que, si no hubiese que pagar ese impuesto, podríase emplear más dinero en las líneas o en la reducción de las tarifas de transporte. Además de los ferrocarriles, tenemos allí tranvías, obras hidráulicas, gasómetros, empresas de utilidad pública de toda clase. Hasta hace poco tiempo eran nuestros los teléfonos. Hemos construido puertos y sistemas de irrigación. Las entidades británicas, tales como Bovril, Liebigs, La Forestal y la Argentina Southern Land Company, sin hablar ya de los particulares, poseen millones de acres de terreno y millones de cabezas de ganado. Y la mayor parte de estas entidades y sus empleados británicos, hombres jóvenes de los de fibra verdadera, realizan asimismo sus compras en Inglaterra, siempre que pueden (...) Los beneficios son buenos y pagan los correspondientes impuestos británicos. Por lo que se refiere a los fletes, la mitad de las 11.000 toneladas que entran anualmente en los puertos argentinos, es británica y una parte considerable de esta mitad ha sido construida especialmente para el comercio de carne chulea, en el que compite con varias líneas extranjeras subvencionadas. Estimo que si imponemos a ciegas una tasa a todos los artículos alimenticios de procedencia extranjera, lesionaremos gravemente a esos gigantescos intereses británicos de la Argentina, reduciremos el dividendo que reciben cientos de miles de accionistas británicos y dejaremos sin trabajo a los obreros británicos, precisamente cuando más necesitamos dárselo (...) La producción de Argentina es estrictamente agrícola y ganadera (...) Si reducimos nuestras importaciones de estos productos, nos asestaremos, a nosotros mismos, un rudo golpe. A veces, se pone de relieve que nosotros compramos anualmente de 75 a 80 millones de libras esterlinas de artículos alimenticios argentinos y que la Argentina solo nos compra de 25 a 30 millones de productos manufacturados (...) Se olvida que los 50 millones de libras del balance desfavorable están ampliamente equilibrados por los 25 millones de intereses del capital británico y por los beneficios de nuestro comercio y transporte.”

La crisis económica le impide a Gran Bretaña mantener el volumen de compra de carne y cereales a la Argentina. A su vez, sus fábricas paralizadas ya no generan el excedente de mercancías para colocar, como antes, en el Río de la Plata. Por otra parte, reclama que se le devuelva lo prestado. De aquí resultan algunos giros de repatriación que se efectúan en esos años por un total aproximado a 8 millones de libras (Beveraggi Allende da estos importes, en pesos moneda nacional: 40 millones en 1932, 28 millones en 1933 y 100 millones en 1934, lo que constituye un total de 168 millones de pesos moneda nacional) [Beveraggi Allende, Walter, El servicio del capital extranjero y el control de cambios, Méjico, Fondo de Cultura Económica, 1954, pag 177.].

Además, los ingleses implementan su proyecto de intensificar el comercio con sus colonias, con las cuales no hay que reparar en mecanismos institucionales, ni atributos formales de soberanía. Así se firma, en 1932, el tratado de Ottawa, a partir del cual Argentina podría quedar discriminada comercialmente, en su vínculo con Gran Bretaña, pues ésta priorizaría su relación con las demás integrantes del Commonwealth. Sin embargo, algunos autores suponen que más que tratarse de abandono o desinterés respecto a la Argentina, la política británica va dirigida a extorsionar a los ganaderos rioplatenses, amenazándolos con comprarles menos -o no comprarles- para obtener mayores ventajas comerciales. Con el fin de evitar lo antedicho y asegurar el vínculo comercial, se constituye una comisión por parte del gobierno argentino de aquel entonces, que viaja poco después a Londres.

El 10 de febrero de 1933, en el banquete ofrecido a la misión "argentina" en el Club Argentino de Londres, el príncipe de Gales afirma: "Es exacto decir que el porvenir de la Nación Argentina depende de la carne. Ahora bien: el porvenir de la carne argentina depende quizás enteramente de los mercados del Reino Unido."( Irazusta Julio y Rodolfo, La Argentina y el imperialismo británico, Buenos Aires, Tor, 1934, p. 34.)

El doctor Roca -vicepresidente "argentino"- contesta: “La geografía política no siempre logra, en nuestros tiempos, imponer sus límites territoriales a la actividad económica de las naciones. El juego encontrado de las necesidades o conveniencias regionales borra o remueve las fronteras. Así ha podido decir un publicista, sin herir su celosa personalidad, que la República Argentina, por su interdependencia recíproca es, desde el punto de vista económico, parte integrante del Imperio Británico ( el énfasis puesto en la frase es solo para remarcar a los lectores del presente trabajo el contenido de la misma )”.[ Roca J. A. (hijo), Discursos, escritos, homenajes, Buenos Aires, 1943, p. 55]

Poco después, se firma el tratado Roca-Runciman, por el cual nuestro país contrae un empréstito por algo más de trece millones de libras esterlinas. Se trata de un empréstito de desbloqueo, es decir, dirigido a liberar utilidades bloqueadas de empresas inglesas en la Argentina que no podían girarse por carencia de divisas, de manera tal que este incremento de deuda -en su mayor parte: 73.08%, es decir 9.500.000 libras- pasa directamente de la Bolsa de Valores de Londres a las arcas de las casas matrices de las empresas ferroviarias, bancarias, comerciales y otras que operan en la Argentina.

Este tratado regla, además, diversas cuestiones dirigidas a reajustar las relaciones con el Reino Unido, legitimando que los frigoríficos anglo-norteamericanos controlen el 85% de las exportaciones de carne, reservándose nuestro el país el 15% restante pero solo para frigoríficos que no persigan "fines de beneficio privado". Asimismo, el gobierno argentino asegura la libertad de importación del carbón y otras manufacturas inglesas, y se compromete a dar un "trato benévolo a las inversiones británicas". Varios indicios otorgan seriedad a la denuncia de que se pactaron, además, cláusulas secretas, entre ellas la creación del Banco Central mixto y de la Coordinación de Transportes.

En ese año del empréstito -1933- las exportaciones alcanzan a 1.175 millones de pesos papel y las importaciones a 911 millones (según los datos de Beveraggi Allende), lo cual significa una balanza comercial favorable de 264 millones. Nuevamente, sin embargo, la balanza de pagos es deficitaria: 176 millones de pesos papel por servicio de la deuda pública, 250 millones por intereses y dividendos y 85 millones por varios, lo que genera un saldo desfavorable de 247 millones.

En 1934, la balanza de pagos tiende a equilibrarse. La exportación alcanza a 1.661 millones frente a una importación de 1.110 millones de pesos papel (superávit: 551 millones de pesos papel). Este importe se compensa con el servicio de la deuda pública (212 millones), los intereses y dividendos (270 millones) y salida por varios (96 millones), dejando un reducido saldo deficitario de 27 millones de pesos papel.

Hacia 1935, la crisis todavía golpea fuertemente al sistema capitalista mundial, paradójicamente, en la Argentina, las exportaciones continúan creciendo mientras las importaciones se mantienen.

El gobierno del general Justo convierte en ministro de Hacienda, a Federico Pinedo, cargo que ejerce hasta fines de 1935. En su breve ministerio, promueve varias disposiciones beneficiosas para los grandes grupos económicos locales y el capital externo.

La primera es la creación del Banco Central con un carácter mixto, creado a principios de 1935, en base al proyecto de Sir Orto Niemeyer, "vicegobernador del Banco de Inglaterra”[ Informe Rodríguez Conde, Comisión investigadora de Servicios Públicos de la ciu-dad de Buenos Aires, Imprenta del Congreso, 1959], ayudado por Mr. E Powel, director del Departamento para Asuntos Exteriores del mismo banco[Schillizi Moreno, Moreno, Argentina contemporánea, fraude y entrega, 2 tomos , Buenos Aires , Plus Ultra, 1973, p. 301], expertos ambos enviados a solicitud del gobierno argentino. Sobre ese proyecto, se redacta la ley 12.155, que da nacimiento al Banco Central, organizado como sociedad mixta de capital estatal y privado, que tendrá a su cargo funciones decisivas para nuestro funcionamiento financiero: emisión de moneda, política crediticia y manejo de los cambios.

Pinedo también es responsable de la creación del Instituto Movilizador de Inversiones Bancadas, por la ley 12.157. Esta medida constituye un antecedente de la estatización de la deuda externa privada. Los grandes empresarios, especialmente estancieros, habían tomado créditos de los bancos, hipotecando sus propiedades durante la buena época pero, al producirse la gran crisis mundial, no pueden afrontar sus obligaciones. La cartera de los bancos se convierte en pesada carga con muchos deudores morosos e incobrables, peligrando el sistema financiero en su conjunto, así como las estancias, base del "granero del mundo". Pinedo recurre entonces a la revaluación del oro que posee la Caja de Conversión, argumentando que "éste no podía ser adquirido por el Banco Central al tipo de 11 pesos por cada libra esterlina cuando éstas valían más de 25 pesos (...) y los beneficios resultantes de esa operación (que habían hecho la casi totalidad de los países del mundo) se dedicó al saneamiento del sistema monetario (...) sin que tuviera carácter inflacionista"[ Pinedo Federico, “ Los tiempos de la República” Buenos Aires, Mundo Forense, 1946, p.163].

Con esa masa financiera, se creó dicho Instituto cuya función fue adquirir esos créditos de difícil cobranza, salvando a los bancos no solo argentinos sino también extranjeros. Después, como siempre, en vez de intentar recuperar los créditos ejecutando a los terratenientes deudores, el Instituto les otorga amplia financiación, salvando asimismo muchas estancias hipotecadas.

Señala Azaretto que el programa de saneamiento requirió la compra al Banco de la Nación de 314 millones en créditos que éste había concedido a otros bancos en los días más duros de la crisis. Más de la mitad de esa suma se pagó con fondos acreditados en el Banco Central a favor del Instituto Movilizador[Azaretto, Roberto, Federico Pinedo, político y economista, Buenos Aires, Emecé, 1998, p. 106]. Con respecto al comercio exterior, la sustitución de importaciones genera balanzas comerciales favorables, según lo prueban los datos que aporta.

Para 1936, exportaciones: 1.900 millones de pesos, importaciones: 1.183 millones de pesos, superávit: 717 millones de pesos. Salidas por servicios de la deuda, dividendos y otros alcanzan a 600 millones. De modo tal que la balanza de pagos resulta también favorable: 117 millones de pesos. Para 1937, las exportaciones dan un salto, en razón de una excelente cosecha, alcanzando a 2.529 millones de pesos. Las importaciones son 1.557 millones, por lo cual la balanza comercial es favorable por 972 millones de pesos. Las salidas por servicios de la deuda, dividendos y otros alcanzan a 655 millones de pesos, generando un nuevo saldo favorable de 317 millones de pesos. Estos saldos, más reservas acumuladas, permiten la repatriación de deuda externa por 594 millones de pesos[Beveraggi Allende, Walter, ob. cit (1954) p. 177]. (71 millones en 1935, 34 millones en 1936 y 489 millones en 1937), que resultan -a una cotización de alrededor de $ 19 cada libra- un monto aproximado a 31.200.000 libras esterlinas.

En esta repatriación participa Raúl Prebisch quien recuerda el hecho de este modo:

“… Aquella fue una reconversión hecha con bastante éxito... (en pequeñas operaciones de 1934,35 y 36), el Banco Central fue encargado por el ministerio de Hacienda de hacer una operación muy confidencial: ir comprando títulos argentinos que estaban entonces en Londres a bajo precio (...) Nunca trascendieron estas operaciones. Fue un monto apreciable. El país aprovechó su crédito para hacer esa reconversión. Y con esas medidas, achicó gastos fiscales y logró mayor independencia financiera.”.

Sin embargo, Prebisch aclara:

“… Pero recuerdo que en un momento dado empeoraron las condiciones en el mercado financiero de Nueva York y el doctor Roberto Ortiz, que entonces era ministro de Hacienda, no estuvo de acuerdo en que se hicieran nuevas operaciones a esas tasas…”. [Raúl Prebish, en Clarín, 26 de agosto de 1984]Arturo Jauretche se refiere en estos términos al hecho mencionado:

“…Corría el año 1937. Después de sobrellevar difíciles momentos en los años anteriores, la balanza de pagos cerraba con un considerable superávit que fortificaba sanamente nuestra tenencia de divisas (...) Entonces, se practica la repatriación, que consistió en la cancelación de las deudas en dólares.”[ Jauretche Arturo, El plan Prebisch y el retorno al coloniaje, Buenos Aires, Peña Lulo, 1974, p. 37] Agrega Jauretche que tratadistas extranjeros que han estudiado objetivamente la política económica que se inicia en el año 1930 y concluye en 1943, afirman que el control de cambios y el propio Banco Central mixto, fueron instrumentos creados con el único fin de asegurar la hegemonía de los intereses británicos a través de los canales del intercambio exterior. Se justifica así la cancelación de la deuda con Estados Unidos, en 1937, aun a riesgo de nuestra estabilidad financiera, toda vez que tiende a evitar que la Argentina pueda utilizar el amplio saldo de dólares que arroja su balance de cambios, en la adquisición de mercadería competitiva de la industria británica.[Jauretche A., ob. cit, (1974) páginas. 37-38]

Esto último explicaría, asimismo, que en determinado momento, el doctor Ortiz, como ministro de Hacienda -hombre notoriamente ligado al capital inglés- decidiera poner fin a las repatriaciones para no rescatar títulos de deuda con los ingleses, lo cual conllevaría de seguirse produciendo un debilitamiento en su influencia en la Argentina.

Así concluye el período presidencial del general Agustín R Justo, el doctor Roberto Ortiz, mientras desempeñó su mandato como presidente, mantuvo su filosofía, su reemplazante Ramón Castillo volvió a la práctica de los rescates.

Cercano el fin del período presidencial, presionado por el aparato partidario, Castillo impulsa la candidatura de Robustiano Patrón Costas, cuya vinculación con intereses británicos permite suponer el abandono de la política neutralista. Esa candidatura va en junio de 1943, va a producir un alzamiento militar, que expresa, de un modo u otro, a la nueva Argentina que pujaba por emerger, agotando el modelo, pergeñado desde el exterior de una Argentina agroexportadora.

Diversas líneas disputan el control del poder durante el primer año y medio del gobierno de facto, pero ya a hacia mediados de 1944, triunfa el sector liderado por Juan Domingo Perón.

* Para Centro Argentino de Estudios Internacionales (C.A.E.I.)