YPF, el ingeniero Canessa y el gasoducto "Presidente Perón"

Por Pablo Adrián Vázquez
para el Instituto Nacional Manuel Dorrego 

Perón: -“¿Y qué hay que hacer?
Canessa: -Un gasoducto.
Perón: -Está bien; no hace falta que entremos en más detalles.
Vaya y hágalo. Ahora se lo ordeno.
Y usted, Laguito, se ocupará que a Gas del Estado no le falte nada.
Quiero ver ese gasoducto terminado cuanto antes”.

Diálogo entre el presidente Juan Perón,
el Ministro de Industria y Comercio
Rolando Lagomarsino
y el presidente de Gas del Estado
Julio Canessa


El desarrollo industrial durante el primer peronismo, con sus luces y sombras, tuvo a la empresa estatal YPF, a su grupo de ingenieros, a militares industrialistas, y a un sector del empresariado como un puntal en su proyecto de independencia económica.

Tras descubrir petróleo en Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut, en 1907 se impulsó la Dirección General de Explotación del Petróleo, hasta que en el último tramo del gobierno del presidente Hipólito Yrigoyen, en el marco del Plan de Tierra y Petróleo, se creó la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), cabiéndole al Presidente entrante Marcelo T. de Alvear el privilegio de nombrar al general Enrique Mosconi como Director General de la naciente compañía.

Mosconi incrementó las zonas de exploración en Neuquén, Santa Cruz y Salta, sumando la idea de pelear contra los trusts petroleros de la época. También estimuló la producción de kerosene, junto a Torcuato Di Tella padre, dispuso la instalación de surtidores – de fabricación nacional -, y dispuso el 1º de agosto de 1929 la toma del mercado de combustibles líquidos, fijando los precios desde el Estado.

La culminación de esta política soberana hubiese sido, durante el segundo gobierno yrigoyenista,  cumplimentar lo dispuesto el 1º de agosto de 1930 al fijar el monopolio de YPF para fijar precios y combatir a los trusts. El golpe del 6 de septiembre quebró esa posibilidad…

La labor de YPF se retrajo durante la “década infame” a favor de las multinacionales hasta la Revolución del 4 de junio de 1943. Allí se profundizó el perfil industrialista y de intervención estatal en los servicios públicos, a través de una serie de medidas y creación de dependencias oficiales, proyectos de estatización de empresas y planificación de Estado.

De allí resalta la figura del coronel Juan Perón, quien desde la Secretaría de Trabajo y Previsión produjo cambios fundamentales en materia social. Dichas reformas trajeron como consecuencia un acercamiento entre el Estado y el movimiento obrero. Esto fue el inicio de la formación de un bloque social y político constituido por trabajadores, empresarios, industrialistas, la Iglesia y un sector nacionalista del ejército.

Además iba ganando cada vez más poder dentro del gobierno, llegando a ejercer simultáneamente la Secretaría de Trabajo, el Ministerio de Guerra y la Vicepresidencia.

En agosto de 1944 se le encomendó, en su carácter de vicepresidente, la dirección superior de los estudios sobre ordenamiento social y económico del país y creó como su órgano consultivo el Consejo Nacional de Posguerra. Se integró dicho organismo con los secretarios de Trabajo y Previsión, de Industria y Comercio, los subsecretarios de los ministerios de Relaciones Exteriores, Agricultura, Hacienda y Obras Públicas y otros funcionarios. La secretaría general recayó en el consejero técnico de la Vicepresidencia, Dr. José Figuerola.

Esta planificación se sustentó en el pensamiento estratégico de Perón, sustentado en su famoso discurso sobre la Defensa Nacional pronunciado en 1944 en la Universidad Nacional de La Plata. Tomando conceptos de las escuelas alemanas que desde el comienzo del siglo pasado fundamentaron en la teoría de “la nación en armas” la complejidad del nuevo mundo industrial y de masas, Perón proclamó que era un tema de toda la población del conjunto de la ciudadanía. Es decir que, de acuerdo con esta Doctrina de la Defensa Nacional, el pueblo debe ocuparse de este tema y no delegarse en exclusividad a los militares. La estructura económica, infraestructural, cultural, educativa del país es la que da sustento a los problemas y diagnósticos de la defensa.

Sus objetivos se vinculan con los postulados que el economista Alejandro Bunge postuló en su obra La Nueva Argentina, de la cual abrevó fuertemente el joven coronel. El ejemplo europeo en materia política y económica gravitó decididamente en él por su vivencia personal en la Italia de Mussolini y la España de Franco como modelos de Werfare State, de allí su preferencia por el estadígrafo José Figuerola; pero también tomó mucho del New Deal de Roosevelt y de la enseñanza económica de List y de Keynes. Pero, en especial, tuvo en cuenta las experiencias de los gobiernos populares americanos de Cárdenas en México, Vargas en Brasil, Herrera en Uruguay, y Toro y Busch en Bolivia.

Fue así como el Consejo Nacional de Posguerra tuvo como misión proponer la coordinación, planificación y ejecución de todo lo referente a cuestiones de carácter social y económico. A partir de enero de 1945, realizaron estudios para proyectar y financiar un volumen de obras públicas a ejecutarse en cinco años; y la fijación de lineamentos generales y orden de prelación para la programación de trabajos públicos del gobierno nacional, los provinciales y municipales. También para encaminar el sector no público, se dispusieron estudios a fin de evitar intentos inflacionistas y al CNPG le cupo intervenir en la fijación de precios máximos y salarios.

En agosto de 1945 se le encomendó al CNPG preparar un plan mínimo de acción para el período de posguerra, comprendiendo – entre otros ítems – las necesidades previsibles sobre materias primas de origen nacional,  combustibles, energía eléctrica de origen térmico o hidráulico, máquinas e implementos, y medios de transporte, en base a un programa mínimo, a ejecutar en cinco años o plazo más corto, junto a un avance de descentralización industrial y formación de zonas industriales.

La cuestión de los combustibles ocupó un lugar clave para la Argentina que vendría luego de la II Guerra Mundial. Como refirió Antonio Cafiero: “El consumo de energía empieza a aumentar paulatinamente y lentamente en los primeros años de este siglo (XX), para alcanzar, recién en 1922, una cifra equivalente a algo más de 5.000.000  de toneladas de petróleo… Veintitrés años más tarde, en 1945 para ser más precisos, el consumo se había duplicado alcanzando a 10.000.386 toneladas…

Pero bastaron menos de diez años de gobierno peronista para elevar el consumo del petróleo en más de 6.000.000 de toneladas… en 1954 las cifras de consumo alcanzaron 14.371.000 toneladas”.

Amén del petróleo y sus derivados, la cuestión gasífera fue ganando relevancia dentro de YPF, llegando a persuadir al presidente de facto general Edelmiro J. Farrell de crear un organismo estatal que se encargara de la distribución del gas por redes.

El 5 de marzo de 1945 se decretó la nacionalización del gas, asistiendo el vicepresidente Juan Domingo Perón a la toma de posesión de las instalaciones de la Compañía Primitiva de Gas de Buenos Aires. Por iniciativa del ingeniero Julio V. Canessa, designado por YPF director de los servicios de gas para la Ciudad de Buenos Aires, la empresa comenzó a instalar redes de captación de gas en sus yacimientos de Comodoro Rivadavia.

El 1 de enero de 1946 se creó la Dirección Nacional de Gas del Estado en forma independiente a la petrolera estatal, siendo su primer director el propio Canessa.

Afirmó Diego Carbone: “Desde el primero de enero de 1946 había quedado estructurado el mecanismo de la Dirección Nacional de Energía, dando nacimiento a cuatro entidades: Gas del Estado, Combustibles Sólidos y Minerales; Centrales Eléctricas del Estado y Combustibles Vegetales y Derivados. Cada una ostentaba una dirección general, similar a la de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (de donde se habían desprendido las dos primeras), y todas, incluyendo a esta última, pasaron a depender del ente central creado a fines de octubre de 1943, a los cinco meses del estallido militar.

Aquella Dirección Nacional de Energía había sido confiada al coronel Bartolomé Descalzo, quien retuvo el cargo al asumir Perón y confirmó en sus puestos a los ingenieros Julio V. Canessa (en Gas del Estado) y Juan Eugenio Maggi (en Centrales Eléctricas). Mientras Canessa libraba su batalla para construir el gasoducto Comodoro Rivadavia-Buenos Aires, Maggi emprendía el estudio de un vasto plan de realizaciones para incorporarlas al programa de gobierno que José Figuerola preparaba desde su Secretaría de Asuntos Técnicos”.

Tras la asunción como presidente de Perón postuló los lineamientos del Primer Plan Quinquenal (1947 – 1951), conjunto de casi 30 leyes, – en sintonía temporal y de intenciones con el Plan Monnett, Primer Plan Francés de Modernización y Equipo – donde se destacaron la Ley de Reorganización de la Dirección Nacional de la Energía, y la Ley Nacional de Energía.

La idea de Perón, expuesta en el Manual del Peronista,  fue clara: “El futuro del país será industrialista, o nos tendremos que someter a ser un país semicolonial en el porvenir”.

Pero si bien se retomó la política energética yrigoyenista, reafirmada con los años en lo establecido en el artículo 40 de la Constitución Nacional de 1949, la cuestión petrolera tuvo sus bemoles.

Sostuvo Cafiero que: “privaba entre los técnicos argentinos la idea que distábamos se ser un país verdaderamente rico en materia petrolera. Teníamos petróleo sí – decían – pero no en cantidades  que permitieran basar sobre dicho combustible nuestra futra expansión energética. Esta era la opinión de los especialistas y de los funcionarios de YPF; criterio por otra parte compartido por técnicos de nuestras Fuerzas Armadas… No es de extrañar entonces que el Primer Plan Quinquenal orientara las inversiones en materia energética, hacia la construcción de grandes obras hidroeléctricas, y en lo que a petróleo se refiere, atendiera principalmente las inversiones vinculadas a la destilación, transporte y comercialización de ese mineral”.

Hubo avances ciertos en los primeros años de gobierno justicialista al aumentar en un 50% la producción petrolera, llegando a un 84% de la extracción del crudo. Consignó Cafiero que, además: “La capacidad de las destilerías de YPF, que en 1946 era de 8.050 metros cúbicos de tratamiento diario, pasaron en 1955 a 25.025 m3. La flota petrolera que tenía 12.7000 toneladas de peso muerto en 1946, llegó en 1955 a 346.000 toneladas.”

Pero no se llegó al autoabastecimiento, por lo que se tuvo que recurrir a la importación, y a la firma de contratos entre YPF con empresas extranjeras para la exploración, como la Drilexco (Drilling and Explorations Company) y la Stándar Oil, reconvertida en la California Argentina de Petróleo para el segundo gobierno de Perón, con las consabidas imputaciones de propios y extraños por dicha medida.

Para cubrir el consumo energético local también se potenció la cuestión hidroeléctrica, de carbón mineral y gasística. Desde la Empresa Nacional de Energía (ENRE) se invirtió fuertemente para construir 37 centrales hidroeléctricas e iniciar otras 9, inauguradas durante la presidencia de Frondizi. En cuanto al carbón mineral se fomentó la explotación en Rio Turbio, Santa Cruz, antes descartado por intereses europeos en privilegiar su propio mineral.

Finalmente la cuestión del gas se vinculó directamente con el impulso inicial de YPF, la decisión política de Perón y el estudio del ingeniero Canessa quien, junto a otros técnicos de YPF, pergeñó no sólo la creación de Gas del Estado, sino que planificaron la realización de un gasoducto desde Comodoro Rivadavia a Buenos Aires.

Fue así que a los pocos días de la nacionalización de La Primitiva fue a ver al futuro Presidente, acompañado del ingeniero Teófilo Tabanera – también de YPF – al ministerio de Guerra para plantearle la creación de un nuevo organismo estatal encargado del tema del gas y la necesidad de la construcción de un gasoducto, único en su época. No sólo tuvo la novedad de la creación de Gas del Estado, el 1º de enero de 1946, sino que él sería su primer Director y, al tiempo, el Director de la obra del Gasoducto Presidente Perón.

Canessa, para demostrar la confianza que Perón tuvo en él por sus conocimientos técnicos,  lo nombró durante sus dos primeros gobiernos no sólo director general de Gas del Estado, sino miembro del directorio de la Dirección Nacional de Energía, director de las obras del Gasoducto Presidente Perón, director y luego presidente del directorio de YPF, vicepresidente de las Empresas Nacionales de Energía (ENDE), presidente del Banco Industrial de la República Argentina, miembro del directorio del Banco Central de la República Argentina y decano de la Facultad de Ingeniería de la UBA.

 El 21 de febrero de 1947 Canessa y el propio Perón soldaron el primer caño en Llavallol, provincia de Buenos Aires, terminándose las obras el 17 de septiembre de 1949 y poniéndose en funcionamiento al servicio público el 29 de diciembre de ese año.

En la oportunidad Perón pronunció estas palabras: “La construcción del gasoducto Comodoro Rivadavia – Buenos Aires es otra de las obras que no necesita propaganda. Su construcción está contemplada en el plan de gobierno, para cumplirse en el más breve plaza, haciendo posible que el gas natural de la tierra argentina sea distribuido entre los habitantes, sin diferencias de categorías”.

Se optó por comenzar la construcción del gasoducto en el Gran Buenos Aires y no en el lugar de obtención del lugar del gas porque, según Canessa, “sabíamos que los intereses extranjeros podrían interferir y hacer parar la obra en cualquier punto; pero si el tramo construido estaba aislado no servía para nada y había que terminarlo. Por eso empezamos al revés y quemamos las naves. Nos jugamos a todo o nada; o terminábamos o nos echaban a todos”.

El extenso gasoducto, construido por Gas del Estado, YPF y el aporte de la empresa privada Techint, tuvo una extensión de 1704 km. de tuberías de acero, sin costura, de 25 y 30 cm. de diámetro y 6 mm. de espesor, con un peso total de 63.5000 toneladas,  fue uno de los más largos del mundo en su momento, más tarde la cañería seria extendida hasta Cañadón Seco, 100 km más.

A partir de ese momento se aplicó una política tendiente a la baja sostenida de tarifas y la expansión del sistema de gas por redes.

Cafiero aportó que: “en 1952 se habilita la ampliación del conducto entre Plaza Huincul y General Conesa, empalmando con el principal que viene de Comodoro Rivadavia. Así la producción de gas natural pasa, de 8.000.000 m3 en 1946 a 448.000.000 m3 en 1954. El gas manufacturado se eleva, de 94.000.000 m3 en 1945 a 247.000.000 m3 en 1954, lo que equivale a decir que en 9 años triplica su volumen.

El número de usuarios que en 1945 era de 210.000 pasa en 1954 a 659.000 es decir 3 veces más…Todas estas obras quedaban a cargo de YPF y de Gas del Estado, cuya solvencia técnica para la realización de programa aludido certeramente avalado…”.

Cuando fue el desfile de los materiales utilizados en la construcción del gasoducto Comodoro Rivadavia – Buenos Aire, del 25 de noviembre de 1951, Perón opinó: “Deseo, en primer término felicitar al ingeniero Canessa y a todo el personal directivo y trabajadores del gasoducto, que están dando al pueblo argentino el más elocuente de los ejemplos y el más digno de ser imitado.

La Argentina grande con que todos soñamos se hace con esto: con trabajo organizado, con trabajo inteligente y con trabajo dedicado a construir para el país… Que sepan, cuando dicen que no saben en que invertimos el dinero, que la empresa de tender un gasoducto de 1.600 kilómetros no es empresa de pigmeos ni de cobardes.

Deseo significar, por último, el orgullo y la satisfacción que debe sentir nuestro pueblo al realizar una tarea de esta naturaleza con técnicos argentinos, con dirigentes y con trabajadores argentinos”.

Estas obras pudieron realizarse por contar no sólo con el ejemplo de Savio e Yrigoyen, y la pujanza de Canessa y Perón, sino con la conformación de equipos técnicos en la administración pública durante el primer peronismo, el que contó con un número importantes de militares industrialistas (Savio, San Martín, Pistarini), prominentes médicos (Carrillo, Arce, Ivanicevich), abogados de nota (Bramuglia, Paz, Remorino), sindicalistas comprometidos (Espejo, Freire, Cabo), economistas de cuño nacional (Cafiero, Cereijo, Gómez Morales), sino equipos técnicos de ingenieros (Tabanera, Maggi y el citado Canessa) venidos del trabajo en YPF que potenciaron un proyecto de liberación en nuestras tierras en la posguerra.

Luego vino el golpe de 1955, también con olor a petróleo – como afirmó Jauretche que fue el golpe de 1930 -, la batalla del petróleo d eFrondizi, la anulación de contratos de Illia, la nacionalización de las bocas de expendio de Isabel Perón, el vaciamiento durante la Dictadura y la privatización en los ’90, recuperándose YPF en estos años como empresa de bandera.

Queda  en esta reseña industrialista las imágenes de YPF fundadora de poblados y desarrollando las regiones inhóspitas de la Patria, con sus estaciones YPF que acompañaron a cada ciudadano por las rutas argentinas brindando servicio permanentemente.

Y finalmente como elementos simbólicos expuestos en el Museo Evita los surtidores de YPF como juguetes con sus autitos para los “únicos privilegiados” de aquellos años y la cocina original a gas del Hogar de Tránsito nº 2 para alimentar a las mujeres y sus hijos – con todo lo que implicó en cambios alimenticios, bienestar y consumo de la época – que encontraron el amparo de solidaridad y justicia social de Evita a través de su Fundación.


* Politólogo; Docente de la UCES; Miembro de los Institutos Nacionales Eva Perón, Juan Manuel de Rosas y Manuel Dorrego

Bibliografía
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        Vázquez, Pablo (2013): Miguel Miranda y la burguesía nacional. Publicado en la página del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Arg. e Iber. Manuel Dorrego:http://institutonacionalmanueldorrego.com/index.php/notas/item/1821-miguel-miranda-y-la-burguesia-nacional-en-el-primer-peronismo