El suicidio de Virginia Wolf


La carta de suicidio de Virginia Wolf: las voces de concordancia

Pijamasurf 
publicado en agosto de 2013
El 28 de marzo de 1941, a los cincuenta y nueve años de edad, Virginia Woolf se ahogo voluntariamente en el río Ousse, cerca de su casa en Sussex. La carta que dejo de despedida, aunque sencilla y pudorosa, ha sido caso de estudio para académicos y lectores por igual
Muchas veces la muerte ha sido ocasión para la literatura. Las cartas de suicidio de escritores famosos se leen porque destilan intimidad y realidad ahí donde sólo había ficción y distancia. Son estudiadas detenidamente tanto por lectores como por académicos (baste ver, por ejemplo, ensayos sobre las últimas palabras de Virginia Woolf editados por Smith College y Yale) quizá porque el suicidio siempre ha sido un tabú, y comprenderlo es comprender un proceso categórico, largo y sucesivo.
Es por ello que muchas veces cuando un escritor se suicida se abre una suerte de “caso”. El lector da seguimiento al suceso y cree conocer la razón detrás de todo; cree reconocer, en lo que ha leído del autor, las claves que anunciaban lo que estaba a punto de pasar. Y eso siempre es grato. Volvernos detectives literarios es una actividad que una vez probada no se querrá dejar a medias. Por ejemplo, en el caso de Virginia Wolf se podría relacionar la entrada de su diario de 1904 que dice: “A veces, a penas, puedo escuchar a los pájaros cantando en griego” con el decreto que dejó en su carta de suicidio en 1941: “Estoy segura de que me vuelvo loca de nuevo […] Empiezo a oír voces y no puedo recuperarme”. De tiempo atrás su locura (¿o su extra percepción?) se anunciaba en griego y en el momento en que muere todo cobra un nuevo significado.
La carta que Woolf le dejó a su esposo Leonard antes de ahogarse en el río Ouse es fría y luminosa dentro de su austera sinceridad, y por ello persiste como persiste el imaginario de los pájaros y de Las olas. Aquí una copia del manuscrito de la nota y abajo la transcripción completa.
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Querido:
Estoy segura de que me vuelvo loca de nuevo. Creo que no puedo pasar por otra de esas espantosas temporadas. Esta vez no voy a recuperarme. Empiezo a oír voces y no puedo concentrarme. Así que estoy haciendo lo que me parece mejor. Me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en todos los aspectos todo lo que se puede ser. No creo que dos personas puedan haber sido más felices hasta que esta terrible enfermedad apareció. No puedo luchar más. Sé que estoy destrozando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y sé que lo harás. Verás que ni siquiera puedo escribir esto adecuadamente. No puedo leer. Lo que quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirte que… Todo el mundo lo sabe. Si alguien pudiera haberme salvado, habrías sido tú. No me queda nada excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo.
No creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que lo hemos sido nosotros.

Fuente: pijamasurf.com
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¿Por qué se suicidó Virginia Woolf?

por Naiz
publicado el 21 de abril de 2014
Virginia Woolf fotografiada por Man Ray
El día que Virginia Woolf se suicidó, un viernes 28 de marzo de 1941, su marido Leonard estuvo tratando de mantenerla ocupada, sabiendo que no se encontraba bien y necesitaba estar distraída. Pero, aunque tenía miedo de que sufriera una grave recaída en su depresión hasta el punto de estar al borde del suicidio, le dejó espacio y le permitió estar fuera de su vista en algunos momentos, porque sabía que si se sentía encerrada se estresaría aún más y no quería agobiarla. 

Según la autobiografía de Leonard, la decisión de no tenerla bajo vigilancia constante de enfermeras o cuidadoras "fue un error que llevó al desastre".

Aquel día ya empezó mal. Louie Mayer, el ama de llaves, más tarde afirmó que había estado charlando con Virginia en su dormitorio aquella mañana porque "parecía que tenía uno de sus malos días otra vez". 

Louie más tarde explicó que mientras realizaba las tareas de la casa, Leonard le pidió que le diera a Virginia un plumero para que le ayudara a limpiar, según el libro Leonard Woolf: A biography. Aquella actividad no duró mucho y Virginia dejó el plumero en seguida para retirarse a escribir a su cabaña en el jardín de atrás de la casa. 

Tratando de mantener la vista en ella, Leonard la fue a ver sobre las 11 a.m. y la encontró escribiendo algo. Virginia le comentó que iba a hacer algunas labores y que después saldría a dar un paseo antes de comer. Entonces los dos regresaron juntos a la casa y Leonard le dijo que se tumbara media hora a descansar mientras él se iba a su estudio a trabajar. 



Cuando subió Leonard al piso de arriba, Louie afirmó haber visto a Virginia regresar a su cabaña, después volver a la casa, ponerse su abrigo de piel y las botas Wellington, coger el bastón que utilizaba durante sus paseos, y salir por la puerta. Hermoine Lee, la biógrafa de Woolf, sospecha que fue durante el primer viaje a la casa con Leonard o en la segunda ocasión en que entró a recoger el abrigo, cuando Virginia dejó sus cartas de suicidio a Leonard y a su hermana Vanessa, sobre la mesa del cuarto de estar del piso de arriba. Además dejó una segunda carta para él en el escritorio de su cabaña, pero no está claro cuándo lo hizo.

Cuando Virginia salió por la puerta principal, pasó por delante de la iglesia de camino al río Ouse. Bert Skinner, un residente del pueblo, la vio pasar pero no observó nada extraño en su conducta. Unos 20 minutos antes del mediodía, el granjero John Hubbard también la vio pasear de camino al río pero no le sorprendió, aunque normalmente la veía por las tardes. Aquella sería la última vez que alguien vería viva a Virginia Woolf. 

A la 1 p.m. Louie hizo sonar la campana que anunciaba la comida. Leonard escribiría más tarde en su biolgrafía: "Yo estaba en el jardín y pensaba que ella estaba en la casa". Cuando Leonard subió al cuarto de estar a escuchar las noticias, encontró las cartas de suicidio. Al leer la que iba dirigida a él, corrió escaleras abajo: "¡Louie! ¡Creo que algo le ha sucedido a la señora Woolf! ¡Creo que ha intentado suicidarse!".

Leonard buscó por toda la casa y el jardín, mientras Louie corrió en buscar de Percy Batholomew, un amigo, que a su vez llamó a Wilfred Collins, el policía del pueblo. Inmediatamente salieron disparados hacia el río, puesto que eran bien conocidos los paseos de Virginia por allí. Leonard descubrió sus huellas y las de su bastón, pero ni rastro de ella. Algunos hombres se lanzaron al agua en su busca. 

Según Lee, Leonard pensó que Virginia podría estar en unas ruinas que ellos llamaban "Bad Misery", así que él y Louie fueron a mirar. Buscaron por todos lados durante horas, hasta que llegó la noche y tuvieron que regresar. Apareció Vanessa y Leonard le comunicó la tremenda noticia. "Desde entonces, todos y cada uno de los días Leonard apuntaba en su diario los kilómetros que le hacía al coche, incluyendo los de ese día cuando llevó a Vanessa de regreso a Charleston. Después hay un espacio en blanco con una mancha amarillenta que se ha tratado de borrar. Podría ser café, té o lágrimas. Es la única mancha que hay en todo este diario que mantuvo durante años."


Aquella tarde Leonard encontró la segunda carta de suicidio que Virginia le había dejado en su cabaña. La estudió cuidadosamente y pensó que era lo que le había visto escribir aquella misma mañana cuando fue a verla: 


"Querido, 



Quiero que sepas que me has dado felicidad absoluta. Nadie podría haber hecho más de lo que tú has hecho. Por favor, créelo. 


Pero sé que nunca me voy a recuperar de esto: y estoy desperdiciando tu vida. Es una locura. Nada de lo que nadie me pueda decir me va a persuadir. Puedes trabajar, estarás mucho mejor sin mí. Ya ves que ni siquiera soy capaz de escribir esto, lo que demuestra que tengo razón. Todo lo que quiero decir es que hasta que esta enfermedad apareció, éramos perfectamente felices. Todo fue gracias a ti. Nadie podría haber sido tan bueno como has sido tú, desde el primer día hasta ahora. Todo el mundo sabe eso. 
V."


El cuerpo de Virginia Woolf fue encontrado tres semanas después, arrastrado por la marea, cerca del puente de Southease. 




Cuando la prensa anunció el fallecimiento de Virginia Woolf en abril de 1941, el Sunday Times of London publicó después un artículo sobre la escritora titulado "Ya no puedo continuar- el último mensaje de Virginia Woolf", en el que el forense que certificó la causa de su muerte como suicidio citó su nota erróneamente, leyéndola como "tengo la sensación de que me voy a volver loca de nuevo y ya no puedo continuar en estos tiempos tan terribles", sugiriendo que Virginia se había matado por culpa de la guerra entre Inglaterra y Alemania. El forense continuó diciéndole a los periodistas: "La señora Woolf era sin lugar a dudas de una extremada sensibilidad y se sentía más responsable que la mayoría de la gente ante la brutalidad de los hechos que están ocurriendo en el mundo en la actualidad." 


El domingo siguiente, el periódico publicó una carta de Kathleen Hicks, mujer del obispo de Lincoln, que desencadenó un ataque hacia los supuestos motivos del suicidio de la escritora: "Mucha gente, incluso más sensible, lo ha perdido todo y ha visto verdaderas atrocidades, y aun así toman parte de forma muy noble en esta lucha de Dios contra el demonio. ¿Dónde han quedado nuestros ideales de amor y fe? ¿Y dónde estaríamos si escuchamos y simpatizamos con este "ya no puedo continuar"?." 
Leonard, el marido de Virginia, se sintió profundamente indignado. Tenía la sensación de que la prensa estaba convirtiendo la muerte de su mujer en una muestra de rendición. Furioso, escribió una carta al Sunday Times para aclarar el tema: 

"Siento que no puedo permitir silenciosamente que se mantenga como verdad el hecho de que Virginia Woolf se suicidó porque no podía afrontar "estos momentos terribles" por los que todos estamos pasando. Porque esto no es verdad. Los periódicos ponen en su boca palabras como "Siento que no puedo soportar más estos momentos terribles", pero esto no es lo que ella escribió. Las palabras que ella escribió fueron: "Estoy convencida de que me estoy volviendo loca de nuevo. Siento que no podemos volver a pasar por terribles momentos como aquellos. Y no me recuperaré esta vez". Sufrió una depresión hace unos 25 años; los viejos síntomas volvieron a aparecer unas tres semanas antes de que terminara con su vida, y pensó que esta vez no mejoraría.  Como todo el mundo, ella también sufría por los acontecimientos de la guerra, y el regreso de su enfermedad sin duda tiene que ver con ese estrés. Pero las palabras de su carta y todo lo que ella siempre dijo prueban que se suicidó, no porque "ya no pudiera más", sino "porque se estaba volviendo loca y no se iba a reponer esta vez". 
Desgraciadamente, la carta de Leonard no sirvió de mucho. De hecho, Time Magazine publicó en su número del 5 de mayo de 1941 una reproducción con la interpretación errónea dada por el forense.

No cabe ninguna duda que la Segunda Guerra Mundial afectó a Virginia Woolf, pero no hay ninguna prueba de que decidiera terminar con su vida por ello. Hoy día, el hecho de que se suicidara ha conseguido tapar muchos aspectos de su vida y su trabajo. Debido a su enfermedad mental y a su muerte, Virginia muchas veces aparece como un ser triste, un personaje trágico cuando, de hecho, fue una mujer valiente, divertida y feliz, que vivió una vida larga y plena. Vivió hasta casi los 60, tuvo un largo y feliz matrimonio, sobrevivió a la muerte de muchos de sus amigos y parientes y consiguió, a pesar de sus esfuerzos por luchar contra su enfermedad, realizarse en la carrera que ella quiso. 

Fuente: naiz.eus/es