Para los analistas, el triunfo de De Blasio en Nueva York es la respuesta a la creciente desigualdad

David Brooks
La Jornada[x]

Nueva York despertó celebrando el fin de dos décadas de gobiernos del 1 por ciento y para el 1 por ciento con el triunfo de un proclamado progresista, y al otro lado del río Hudson de esta ciudad, el estado de Nueva Jersey religió a la figura centrista republicana más importante del país, lo que generó entusiasmo en el sector moderado de un partido polarizado por el Tea Party, el mismo que sufrió una derrota en Virginia, donde su candidato perdió la gubernatura ante un candidato centrista demócrata.

Los políticos y analistas se pasaron el día tratando de evaluar qué significa todo esto para el panorama político de Estados Unidos, desde sus implicaciones para las elecciones legislativas nacionales de 2014, hasta lo que augura para las presidenciales de 2016.

La ciudad más grande del país eligió, de manera aplastante (74 por ciento del voto) a Bill de Blasio, quien centró su campaña en el mensaje de que Nueva York se había convertido en dos ciudades, una de los ricos y otra para todos los demás –algo representado por las políticas explícitamente pro Wall Street del alcalde Michael Bloomberg, el hombre más rico de la ciudad, quien ha presidido tres mandatos, y por su antecesor Rudolph Giuliani. De hecho, De Blasio encuadró su campaña como un referéndum sobre Bloomberg.

Durante su campaña fue clave su crítica a la agresiva política de detener y registrar, y otras medidas preventivas del crimen de la policía impulsadas por Bloomberg y Giuliani dirigidas principalmente contra jóvenes afroestadunidenses y latinos.

El mensaje de una historia de dos ciudades, para algunos analistas, fue clave en una ciudad donde se marca tal vez la brecha más amplia entre ricos y pobres, en un país donde esa desigualdad es la más alta desde la Gran Depresión. Hoy, el alcalde electo, De Blasio, enfatizó que su gobierno se centrará en valores progresistas y la inclusión y oportunidades para todos. Afirmó en conferencia de prensa que no es suficiente una economía estadísticamente fuerte, y que su mandato quedó claro de crear una ciudad en donde nuestra prosperidad es compartida y hay oportunidad para todos.

En su discurso de victoria la noche del martes había reafirmado que la desigualdad económica es el tema definitorio de nuestros tiempos. Vale señalar que a lo largo de la campaña, el actual alcalde Bloomberg criticó esta retórica como una de guerra de clases y racista.

Como alcalde de la ciudad más importante del país, De Blasio tendrá de inmediato un micrófono nacional, y algunos liberales esperan que se vuelva un líder de lo que creen podría ser un nuevo despertar progresista. Otros tienen sus dudas, al recordar que, aunque De Blasio participó en el movimiento de solidaridad con la revolución sandinista de Nicaragua en los 80, también fue coordinador de la campaña al Senado federal de Hillary Rodham Clinton, reina del establishment centrista, hasta neoliberal, del Partido Demócrata.

Sin embargo, no cabe duda de que su triunfo sí representa un giro hacia la izquierda, y que esto es , en parte, respuesta a la desigualdad económica. Algunos dicen que el mensaje de Ocupa Wall Street estaba presente en esta elección.

A la vez, el triunfo del demócrata Terry McAuliffe para gobernador de Virginia, un estado clave en el mapa electoral nacional, sobre el republicano Ken Cuccinelli, un favorito del Tea Party, fue considerado un indicador importante para las elecciones legislativas del próximo año e incluso para las presidenciales.

Sin embargo, la contienda fue mucho más reñida de lo esperado, McAuliffe ganó por menos de tres puntos a pesar de tener tres veces más dinero y el apoyo activo de la plana mayor de su partido, incluido el presidente Barack Obama, quien participó en sus actos de campaña en la recta final. McAuliffe es integrante del círculo íntimo de los Clinton y un centrista. Por lo tanto, lo significativo de esta elección fue más la derrota de la corriente Tea Party que un triunfo para liberales.

Por otro lado, la relección aplastante del gobernador republicano Chris Christie en Nueva Jersey envió mensaje a su propio partido, que él mismo se encargó de entregar, al subrayar que su triunfo fue gracias al apoyo de diversos sectores más allá de la base republicana tradicional –latinos, afroestadunidenses y mujeres, entre otros– que votaron por un político más pragmático y menos ideológico, un mensaje claro contra el sector ultraconservador que ha dividido y dañado la imagen del Partido Republicano. De hecho, Christie será desde ahora una figura nacional de su partido y se supone que será un candidato presidencial para 2016.

Analistas afirmaron que las elecciones de McAuliffe en Virginia y de Christie en Nueva Jersey representaron un triunfo para el centrismo político y una derrota contra el extremismo representado por el Tea Party.

Para Robert Reich, ex secretario de Trabajo de Clinton, profesor y reconocido comentarista progresista, aquellos analistas que califican los triunfos del demócrata McAuliffe y el republicano Christie “como un retorno al centro de la política estadunidense, confunden el ‘centro’ con el gran empresariado y Wall Street”. Reich afirma que hace unas décadas ambos serían considerados derechistas dentro de sus respectivos partidos. Ambos consiguieron el apoyo del empresariado estadunidense y ambos confiablemente gobernarán como conservadores fiscales que no incrementarán impuestos a los ricos. Sin embargo, el triunfo de De Blasio es significativo, consideró Reich, porque demuestra una respuesta a “la creciente desigualdad económica y sus consecuencias… para la democracia”.

Además de políticos, el triunfo de algunas medidas locales y estatales sometidas al voto fueron celebradas por progresistas: en Nueva Jersey los votantes aprobaron una enmienda constitucional para elevar el salario mínimo a 8.25 la hora. En Colorado, tres ciudades votaron a favor de prohibir el proceso petrolero de fracking; y a nivel estatal una propuesta para imponer un impuesto de 15 por ciento sobre el uso recreativo de la mariguana (algo ya sancionado desde el año pasado) fue aprobado por dos tercios de los votantes. Se calcula que eso resultará en 70 millones de ingresos anuales que el estado destinará a construcción de escuelas y regulación de las ventas. Para los sindicatos, los triunfos de candidatos prosindicales en las alcaldías de Nueva York y Boston son muy bien recibidos.

En suma, ni de derecha ni de izquierda, sino todo lo contrario.