Memoria popular para no volver al infierno. Según Clarín, Massa provocaría otro corralito

Federico Bernal
La crisis de 2001 fue el corolario de un cuarto de siglo neoliberal que dejó a la nación al borde de la extinción.

Necesitamos escuchar las propuestas de gobierno de los candidatos del neoliberalismo argentino para saber qué harán con el país y su pueblo? Luego de casi dos décadas de administración mercadista, así habían dejado a la República Argentina los mismos que hoy se oponen al kirchnerismo desde la derecha (datos a octubre de 2001): deuda externa rozando los 180 mil millones de dólares, un 50% del PBI; el sector privado empresarial endeudado en 36 mil millones de dólares; una recesión de más de tres años de duración; el consumo popular por el piso; el desempleo y subempleo afectando al 34% de la población; cerca de la mitad de la población pobre o indigente. El déficit fiscal de 2001 se calculaba en 10.500 millones de dólares y los servicios de deuda trepaban a 11.500 millones anuales; los precios en el mercado interno bajaban sin cesar (deflación), pero tres de cada diez argentinos no tenían empleo y cuatro de cada diez no podían satisfacer sus necesidades básicas alimentarias. Los salarios y jubilaciones de la provincia de Buenos Aires, entre las menos afectadas, se pagaban en pesos y patacones. El Lecop iba para los proveedores. El último día de noviembre de 2001, se produce una corrida bancaria con fuga de depósitos por 700 millones de pesos (dólares), totalizando unos 3000 millones para todo el mes. La administración de Fernando de la Rúa dicta el "corralito". La crisis de 2001 fue el corolario de un cuarto de siglo neoliberal que dejó a la nación y a sus clases populares al borde de la extinción. Discontinuada en la última década, el frente "argentino" de la pobreza, el desempleo, el atraso y la dependencia intenta recuperar el poder con Sergio Massa y echar a andar, una vez más, el reinado del neoliberalismo criollo. De la toma de conciencia popular, su organización y unidad entre todos los sectores sociales y productivos históricamente excluidos depende el no retornar al menemismo y terminar, de aquí en menos de una década, en un nuevo corralito, en una nueva colosal estafa al pueblo del que ya no exista vuelta atrás. 

30 DE NOVIEMBRE DE 2001. "La conferencia de prensa arrancó poco antes de las 13. A esa hora, a pocos metros de Economía, la gente comenzaba a volcarse en forma masiva sobre los cajeros automáticos y también a los subsuelos de los bancos del microcentro, para retirar los sueldos de noviembre, recién depositados." (Clarín - 1/12/01). El ministro Cavallo estaba por hablar. La crisis era inevitable, pero los "inversores" no debían pagar los costos sino el pueblo, como ahora sucede con la periferia europea. La administración mercadista radical se "comprometió ante diputados de todos los partidos a aportar al PAMI 60 millones de pesos en Lecop para pagar a las empresas prestadoras y restablecer los servicios", (Clarín 30/1/01). El presupuesto 2002 del PAMI cargaba una reducción de gastos del orden de los 350 millones de pesos, conforme las exigencias del FMI por haber ingresado al sistema del canje de la deuda. La deuda que el PAMI mantenía con la Federación de Cámaras y Asociaciones Psiquiátricas (agrupaba a 120 instituciones prestatarias de salud mental de todo el país) ascendía a 48 millones de pesos y seis meses de prestaciones impagas. Estaban afectados 6000 internados y 66 mil pacientes ambulatorios afiliados a la entidad. Los que desmantelaron al PAMI son los del 82% móvil. Por la  noche del 30, Cavallo anunciaba feliz que el canje había superado los 50 mil millones de dólares. "Es un éxito", dijo. El diario de Magnetto se encargó de difundirlo a lo largo y ancho del país.

1 DE DICIEMBRE DE 2001. Clarín informaba aquel sábado de 2001 la muerte del Beatle George Harrison. En paralelo, daban a conocer que el ministro Cavallo y equipo habían comenzado a implementar un plan para frenar la salida de depósitos. La administración radical, atiborrada de funcionarios menemistas y civiles del Proceso en las áreas claves, no podía controlar ni la fuga de capitales hacia el extranjero ni la fuga de ahorros del pueblo argentino, que huía despavorida de los bancos. Era el comienzo del "corralito", nacido no en 2001 sino en 1976. Entre sus autores intelectuales contemporáneos, Federico Sturzenegger, el economista PRO que entonces tuvo la inteligencia de presentar su renuncia diez días antes de lanzado el único y verdadero cepo sufrido por la sociedad argentina en la historia reciente. Como sea, Clarín adelantaba el paquete de Cavallo, claro está, un sábado, el sábado de la muerte del Beatle y, más importante aún, feriado sin bancos. Vale la pena recordar el olvidado cepo: "Se impondría una especie de inmovilización de los ahorros por un plazo determinado –al menos durante 90 días, plazo que duraría el canje de deuda en el exterior– y sólo se podría retirar hasta 1000 pesos (o dólares) cada 30 días." Era la primera nota sobre lo que después se denominaría "corralito". Sin mencionar una sola vez la palabra "cepo", Clarín tranquilizaba a la población con decenas de notas atiborradas de detalles y preguntas frecuentes (inteligentemente respondidas, por supuesto). La más importante: "El nuevo paquete de Cavallo: claves para el bolsillo. Cómo afectarán las nuevas medidas en la vida cotidiana." De reservas andábamos muy bien: unos 16.920 millones. Las autoridades de Buenos Aires adelantaban que el aguinaldo de diciembre se pagaría en enero, una parte en pesos y otra en patacones.

2 DE DICIEMBRE DE 2001. Clarín seguía con las repercusiones del nuevo paquete de Cavallo. "Ganaron los bancos y el 1 a 1, pero el consumo es una incógnita enorme", titulaba Magnetto. ¿Incógnita? Casi cuatro años de recesión y el consumo planchado no eran prueba suficiente. Marcelo Cantón, de la redacción de Clarín, nos contaba el 2 de diciembre que "se limita el manejo de dinero en efectivo, tanto para pagos diarios como para turistas que viajan al exterior". Cantón hizo magia para no utilizar la palabra cepo, ni cerco, ni asalto, ni libertad ultrajada, ni aislamiento del mundo en su extensísima nota. Por su parte, Ismael Bermúdez, de la redacción del diario de la Argentina colonial, publicaba también el 2 de diciembre de 2001 un artículo en el que explicaba, sin emitir la más absoluta queja o crítica, que "los sueldos de noviembre que están siendo pagados por las empresas en estos días incorporan ya un aumento del ingreso de bolsillo por la reducción del aporte jubilatorio del 11 al 5%". Era un engendro y una nueva injuria contra el pueblo argentino. Una miseria de aumento, además financiada por los mismos trabajadores a costa de una jubilación futura menor. ¡Esto hacían con las clases populares los que quieren volver de la mano de Massa! 

3 Y 4 DE DICIEMBRE DE 2001. Mientras se anunciaba un desplome del 11,1% de la recaudación impositiva de noviembre, Clarín tranquilizaba a los mercados con notas del estilo: "Las nuevas medidas no implican abandonar la convertibilidad, pero introducen limitaciones para disponer de dólares en billetes". Choclos apolíticos, asépticos y neutrales. El día 4, titulaba: "La gente con dudas; los mercados mejor". Era cierto, aunque después siempre venía algún somnífero: "Sin caos, la gente demandó respuestas a los bancos. Hubo muchas dudas, pero los bancos operaron con relativa normalidad. Una sola entidad tuvo 53 mil consultas telefónicas. Otro abrió más cuentas ayer que a lo largo de todo noviembre." ¡Brillante la respuesta de la banca, socia del brutal cepo! Luego, la justificación del por qué del patriótico esfuerzo, parafraseando a Fernando presidente: "El debut del nuevo plan: el FMI podría acelerar el desembolso de 1260 millones de dólares." Y para rematar, una nota secundaria dando cuenta del "Fuerte respaldo de los EE UU. a las nuevas medidas que lanzó Cavallo." Estábamos salvados.

MASSA PROVOCARÍA UN NUEVO CORRALITO. El corralito no nació en 2001, sino en 1976. Luego, entre 1983 y 2001, fue perfeccionado y profundizado. El corralito, emblema de la hecatombe de 2001, fue "una colosal estafa al pueblo argentino" (título del gran libro de González Arzac, Biagosch y Malvina Seguí). Fue, en otras palabras, el corolario de un proyecto político pensado para hacer de la Argentina una timba financiera, un mercado para "inversores", una colonia proveedora de materias primas y con un mercado interno atrofiado pero con un par de centenares de miles con poder de compra de productos suntuarios y bienes importados. La banca y las corporaciones, de adentro y de afuera; las patronales agropecuarias y los políticos que ahora están con Massa, desean volver a restaurar esa paupérrima Argentina. Con Massa en el poder, Clarín inoculará al pueblo –como en aquellos días de noviembre y diciembre de 2001– el paquete de ajuste y austeridad para terminar con el Estado de bienestar construido desde 2003 (al que difamará tildando de ineficiente y elefantiásico); justificará el desmantelamiento del Estado empresario por estar sobreendeudado (léase: debemos más en pesos y más al propio Estado que al civilizado Occidente). Argumentará a favor del endeudamiento externo para pagar deuda y del retorno al FMI y a las relaciones carnales; reclamará por un BCRA autónomo (del pueblo y la producción) y el fin de las retenciones (los precios de los alimentos dispararán hiperinflacionariamente pero lo camuflarán). Apoyará el retorno de las AFJP y la dolarización paulatina de la economía. Llamará de todo menos "cepo" al nuevo "corralito" que indefectiblemente volverá a caer sobre nuestros ahorros. ¿Necesitamos escuchar las propuestas de gobierno de los candidatos del neoliberalismo argentino para saber qué harán con el país y su pueblo? Basta ver lo que hicieron para saber lo que harán. Y sabemos que cuando no gobierna el pueblo, gobiernan las corporaciones. Y las corporaciones generan crisis, pues un país de 40 millones funcionando en exclusiva para un puñado de miles, ineludiblemente –y tal como la experiencia histórica lo prueba– desemboca en crisis. Como sea, estamos advertidos. Clarín ya lo anuncia: Massa provocaría otro corralito.