El deber de conocer a Corea del Norte

Leonardo Del Grosso
PIA

Desde hace unos meses a esta parte Corea del Norte ha estado ocupando los titulares de las noticias en todo el mundo. La posibilidad de una guerra nuclear, iniciada en la península coreana, volvió a ser tan plausible como durante la “Crisis de Octubre”, en 1962. Ahora mismo, este 25 de junio de 2013, Russia Today informa que James Woolsey, exdirector de la CIA, propone que Estados Unidos “debería considerar seriamente una intervención preventiva” contra Corea del Norte. La última de las cada vez más escasas “reflexiones de Fidel”, fechada el pasado 5 de abril, se titula “El deber de evitar una guerra en Corea“. Pero muy poco se sabe, por parte del gran público, de la nación socialista autodenominada “República Popular y Democrática de Corea” (RPDC).
Tal como sucede con cada nación o pueblo que se enfrenta consecuentemente a los designios imperialistas, de Corea del Norte se reproducen las más variadas difamaciones, y en la última crisis, desde los medios occidentales -y desgraciadamente también desde muchos medios de comunicación que no se encuentran dentro del pool anglosajón- se pretendió hacerla principal responsable de la delicada situación de inminente guerra. Pero no sólo en el ambiente periodístico sino también en el ambiente de la dirigencia política o de los analistas de la política internacional se comprueba la ignorancia y los prejuicios y mitos que desprecian la realidad antiimperialista de la RPDC, colaborando así con el clima difamatorio que, desde siempre, han promovido contra ese país. Resulta necesario enfrentar esta injusticia y profundizar en el conocimiento de esta nación y difundir sus admirables logros y lo más característico de su pensamiento político. Su gloriosa historia y su digna realidad actual lo requieren.
¿Quién es la RPDC?
La RPDC es una heroica nación socialista que surgió de la victoria en la Guerra de Liberación contra la ocupación japonesa, y que propinó, con el apoyo militar de la China de Mao y, en menor medida, de la Unión Soviética, la primera derrota en una guerra a los Estados Unidos y sus estados vasallos. Es necesario tener en cuenta que hasta 1950 en toda su historia militar los Estados Unidos habían perdido muchas batallas, sí, pero jamás habían perdido una guerra… Hasta que se enfrentaron a los combatientes de Kim Il-Sung, padre eterno del pueblo coreano, combatientes que ya habían echado del suelo coreano al Japón imperial. Sucedió en la Guerra de Corea, que se produjo durante tres años, desde el 25 de junio de 1950 hasta el 27 de julio de 1953. (Para información sobre esta guerra consultar este enlace).
Pyongyang arrasada por bombas estadounidenses, Guerra de Corea 
La Guerra de Corea fue la guerra más atroz que haya sufrido un pueblo en toda la historia humana. Allí, bajo el paraguas de la ONU, Estados Unidos y sus vasallos asesinaron a casi un millón y medio de habitantes del Norte de Corea, empleando (menos las armas nucleares) todos los medios de destrucción imaginables: armas bacteriológicas, químicas, napalm… reduciendo a cenizas innumerables pueblos y ciudades. (Para información detallada consultar este enlace).
La importancia de esta derrota imperialista no se pondera debidamente, como tampoco se valora con justicia la posición de dignidad y gallardía de la RPDC hoy en día, en su enfrentamiento a las amenazas de agresión por parte de las fuerzas yanquis y de los países títeres bajo su mando. La derrota yanqui en la Guerra de Corea se produce en el momento en que los Estados Unidos estaban con su moral más alta, festejando la victoria en la Segunda Guerra Mundial. Era el momento en que los estúpidos imperialistas estaban más ensorbecidos, y Kim Il-Sung los bajó de un hondazo desde todas las grandes alturas hasta donde la idiotez guerrerista, encabezada por el General Mc Arthur, había ascendido.
La RPDC es una nación altamente culta, con los medios de producción colectivizados, donde no existen los impuestos (abolidos en 1974), donde la salud, la vivienda y la educación son gratuitos, es una nación con una elevada calidad de vida y con un alto grado de justicia social, con alto desarrollo tecnológico, con un pueblo combatiente, pueblo en una unidad galvanizada en torno de la idea Juche, y de la conciencia del Songun. La idea Juche dice: los dueños de la revolución y la construcción y la fuerza que la impulsa son las masas populares. En otras palabras, la idea de que el pueblo trabajador puede ser el dueño de su destino y cuenta con la fuerza para forjarlo. Sólo debe asumir la conciencia de ello para poner en acción sus máximas potencialidades. La conciencia del Songun dice: primero lo militar. En el mundo en el que vivimos, donde los capitalistas y oligarcas logran mantener sus privilegios a través de su maquinaria de violencia y mentiras, las masas populares necesitan estar armadas, entrenadas, organizadas y alertas, para poder enfrentar victoriosamente a quienes pretenden tiranizarlas y explotarlas. El Songun es, en los tiempos actuales, la consecuencia natural y concreta de la idea Juche, porque no puede haber independencia y soberanía sin la fuerza necesaria para garantizarlas. El Songun es la garantía para que la RPDC pueda mantener su dignidad e integridad nacional y revolucionaria.
Torre Juche, Pyongyang

Gracias a la solidez ideológica de su dirección y su pueblo, la RPDC es una nación que resistió con integridad los tiempos en los que el “campo socialista” dejó de existir como tal, cuando se desintegró la URSS y en China triunfó y se consolidó la línea revisionista anti-maoísta (reafirmada en toda la línea en el último congreso del PC chino) y cuando los Estados Unidos emergieron, en la década de los ’90, como única superpotencia.
El chantaje nuclear occidental y cómo lo enfrentó la RPDC
Además de la Guerra de Corea, donde el pueblo del norte de Corea fue duramente golpeado por la acción militar occidental (Pyongyang, por ejemplo, fue literalmente arrasada, no quedó piedra sobre piedra; sobre ella los yanquis lanzaron más de una bomba por habitante), la RPDC ha vivido siempre bajo la amenaza de guerra, y no de cualquier guerra, sino de la guerra nuclear. La idea de agredir con bombas nucleares a Corea viene desde 1950, con los planes del General Mc Arthur de provocar una tercera guerra mundial (usando bombas nucleares contra China y Corea). Por su excesivo belicismo y sus reiteradas inconductas, McArthur fue destituido por Truman (nada menos que Truman, el presidente yanqui que ordenó los bombardeos atómicos sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki). Posteriormente, estos planes de ataque nuclear fueron ganando más o menos fuerza según las coyunturas y los distintos dirigentes que se fueron alternando al frente de los Estados Unidos, agitándose sobre la RPDC esta amenaza concreta de manera permanente.
Según Naenara el 30 de noviembre de 1950 el entonces presidente norteamericano Truman se refirió oficialmente al uso de la bomba atómica en el frente coreano y dio a su aviación estratégica la directiva de “estar lista para el vuelo inmediato de bombarderos destinados a arrojar bombas atómicas en el Lejano Oriente”. En abril de 1951 el Estado Mayor Conjunto norteamericano dictó la orden de lanzar la “ofensiva de represalia” con bomba atómica, con el intento de remediar su derrota en el frente coreano. En 1957 los yanquis comenzaron a desplegar sus armas nucleares tácticas en la península coreana, llegando a superar las mil en la década de 1970, convirtiéndose Corea del Sur en el mayor arsenal nuclear de esa región y en una base atómica de primera línea. Hasta hace muy pocos años, Corea del Norte no contaba con armas nucleares.  No tiene ni tuvo bases militares extranjeras en su territorio, a diferencia de Corea del Sur, que en su territorio tiene asentados de manera permanente 30 mil efectivos de los Estados Unidos (para comparar, téngase en cuenta que como primera avanzada yanqui en Jordania, para agredir Siria, los Estados Unidos recientemente han dejado asentados 900 efectivos, y que en el Sinaí egipcio acaban de destacar otros 450). Desde 1969 se suceden ejercicios militares conjuntos de gran envergadura entre los Estados Unidos, Corea del Sur y otros estados vasallos de los yanquis, ejercicios militares de prácticas de ataque total, y con armamento nuclear, contra la RPDC.
La RPDC hizo todos los esfuerzos posibles para la desnuclearización de la región. Hizo reiteradas propuestas en este sentido. En 1985 se integró al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, comprometiéndose, en 1986, a  no hacer ensayo, producción, depósito e introducción de armas atómicas y no permitir la instalación de las bases militares extranjeras de todo género incluidas las nucleares, y el tránsito de armas nucleares extranjeras por su territorio, cielo y mar jurisdiccionales. Ayudó activamente al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) en su inspección no regular que se efectuó seis veces entre mayo de 1992 y febrero de 1993 de acuerdo con la cláusula correspondiente del Tratado de No Proliferación.
Ejercicios militares “Team Spirit”, EE.UU. y Corea del Sur

El reiterado incumplimiento de los acuerdos por parte de los Estados Unidos, lo que se expresó en exigencias incompatibles con la buena fe (como por ejemplo más inspecciones, no correspondientes a lo establecido) y en la reanudación de los ejercicios de simulación de ataque nuclear “Team Spirit”, dio la pauta de que el tratado internacional se utilizaba como instrumento para justificar la coacción y la arbitrariedad de Estados Unidos. Es así como Corea del Norte se ve obligada a retirarse del Tratado en 1993. En 2003 renuncia definitivamente al Tratado y comienza a desarrollar la línea de construcción de armas nucleares, en la convicción de que esa es la única manera de disuadir a los occidentales para que no ataquen al país. Aún luego de realizar dos ensayos de explosiones nucleares (en 2006 y 2009) la RPDC insiste, a principios de 2010, con el proyecto de sustituir el Acuerdo de Armisticio (que perduró desde 1953 hasta el pasado marzo en que las Coreas se encuentran nuevamente en “estado de guerra”), por el convenio de paz entre Corea y Estados Unidps y resolver varios problemas entre Corea y ese país, incluyendo la desnuclearización de la Península Coreana. Fue la propuesta renovadora basada en la lección del período pasado de que no se puede resolver ningún problema en el estado de tregua, en el ambiente de desconfianza y hostilidad. La proposición demostró la invariable actitud de la RPDC de realizar la paz y la desnuclearización de la Península (actitud que se ve hoy reafirmada con la propuesta de la RPDC de iniciar un diálogo bilateral, sin precondiciones, con los Estados Unidos).
Poco tiempo después, en marzo de 2010, en el marco de los habituales ejercicios militares yanquis y surcoreanos en el Mar Amarillo, se produce el hundimiento de la Corbeta Cheonan surcoreana, operación de bandera falsa  realizada por los anglosajones como sustento de la maniobra de acción sicológica para crear condiciones para la remilitarización yanqui de esa zona del Pacífico, en el marco de su plan “Eje Asiático”, que redespliega la fuerza militar de los Estados Unidos. Desde allí en adelante todo es escalada militar alimentada por los yanquis.
Ante este chantaje, Corea del Norte se ve obligada a profundizar su política de desarrollo de armas nucleares, realizando un nuevo ensayo de explosión atómica en febrero de 2013 y reafirmando su decisión estratégica irrenunciable de profundizar y perfeccionar el desarrollo de su poderío nuclear, hasta tanto cese la amenaza de guerra nuclear por parte del imperialismo.
Así llegamos a la situación actual, donde se está caminando en el filo del abismo de la guerra nuclear, ya que los yanquis y sus vasallos continúan alimentando la escalada bélica, haciendo ejercicios militares cada vez con mayor frecuencia, más provocativos, y de mayor envergadura.
“Acerca de nosotros, sin nosotros y contra nosotros”
A nivel mundial, ante el constante avance militar de la OTAN, la actitud de China y Rusia ha sido en muchos casos dubitativa y débil (actualmente esto se está revirtiendo en cierta forma, especialmente por parte de Rusia, puntualmente respecto de la guerra contra Siria). El caso de Libia es claro en ese sentido, ya que prácticamente entregaron ese país a la OTAN, permitiendo que el Consejo de Seguridad estableciera una zona de exclusión aérea, elemento decisivo en la estrategia militar de occidente para derrocar a Kadafi (China y Rusia se abstuvieron, en vez de vetar).
Esta actitud de “apaciguamiento” (así se llamó a la política contemporizadora, de hacer concesiones, de Gran Bretaña hacia Hitler antes del estallido de la II Guerra Mundial) la ha sufrido Corea del Norte, más que nadie. Las decisiones que las grandes potencias han tomado respecto de la RPDC hacen recordar a los Acuerdos de Munich, celebrados en setiembre de 1938 entre Alemania, Italia, Francia e Inglaterra, donde se resolvió entregar los Sudetes (que eran parte de Checoslovaquia) a la Alemania de Hitler. “Acerca de nosotros, sin nosotros y contra nosotros” decía el gobierno checo de estos acuerdos que llamaron “la traición de Munich”. La RPDC podría decir exactamente lo mismo hoy, cuando el Consejo de Seguridad de la ONU, por impulso occidental, pero bajo la aquiescencia de China y Rusia, dispone una tras otra, diferentes sanciones contra la RPDC, sanciones que se han ido profundizando conforme Corea del Norte reafirmó su voluntad de defender su soberanía. Reiteradas y numerosas sanciones, con consecuencias concretas sobre la RPDC, que está prácticamente bloqueada económica, financiera y militarmente, ya que también tiene un embargo de armas, se han sucedido en los últimos años.
Debe saberse que Corea del Norte es el único país del mundo sancionado por el Consejo de Seguridad por poner un satélite en órbita. Dice el “Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes”, aprobado en la Asamblea General de la ONU del 19 de diciembre de 1966, en su resolución 2222, en uno de los párrafos de su artículo 1°: “El espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, estará abierto para su exploración y utilización a todos los Estados sin discriminación alguna en condiciones de igualdad y en conformidad con el derecho internacional, y habrá libertad de acceso a todas las regiones de los cuerpos celestes”. Como se ve, en contra de la legislación internacional en la materia, la RPDC fue sancionada por el Consejo de Seguridad, con los votos afirmativos de todos sus integrantes (incluida la Argentina, la misma Argentina que, al mismo tiempo, lucha con énfasis por el respeto de la soberanía de sus Islas Malvinas), como respuesta a que en diciembre de 2012 la RPDC logra poner en órbita, con sus propios medios, sin pedir ayuda a nadie, un satélite con fines pacíficos. Muchos son los países que ponen satélites en el espacio, pero pocos, apenas 10, son los que pueden hacerlo con cohetes de fabricación propia. Entre estos 10 países se encuentra Corea del Norte. Lo que preocupa a los capitalistas de todo signo es, justamente, que un país socialista, altamente colectivizado (quizá el más colectivizado del mundo), sea capaz de desarrollarse y sea poderoso, al punto de lograr la tecnología como para construir artefactos nucleares y cohetes de largo alcance, de tal manera de constituirse en una potencia nuclear.
Por que Corea del Norte no es Checoslovaquia, ni es Irak, ni es Libia
¿Y por qué digo que Corea del Norte no es Irak, ni Libia, ni la Checoslovaquia que padeció la “traición de Munich” y que, efectivamente, perdió los Sudetes?
Por dos razones: una estratégica y otra táctica. La razón estratégica es el Juché y el Songún: Corea del Norte tiene un fuerte poder militar; tiene una sociedad integrada en un sistema donde la justicia social es una realidad, no una declamación; tiene un pueblo combatiente y con una altísima conciencia patriótica y socialista y una gloriosa tradición revolucionaria y de construcción de la sociedad socialista. Lo que se destaca en la ecuación de poder de la RPDC, su singularidad, es la importancia principal, explícita en la doctrina política norcoreana, del poder militar; fundamentalidad aprendida con sangre, a fuerza de sufrir crueles e inenarrables agresiones extranjeras (primero el imperio japonés y luego el imperio yanqui).
(También deben destacarse como elementos de su singularidad nacional los milagros económicos de la reconstrucción de la nación luego de la devastación de la Guerra de Corea y los avances en la organización socialista de la economía).
Todo esto no es resultado de la casualidad, sino de decisiones concretas, correctas, históricas, que han marcado un derrotero donde, al mismo tiempo que se materializa la concepción del Songún, que confiere a las Fuerzas Armadas el rol principal, la política internacional de la RPDC es pacifista, no expansionista. Su disposición guerrera es solamente a los fines autodefensivos. La “foja de servicios” internacional de Corea del Norte es la de un país que ejerce el internacionalismo tercemundista, integrándose tradicionalmente, entre otros, en el Movimiento de los No Alineados (actualmente presidido por Irán).
Desde el punto de vista militar, en términos relativos, Corea del Norte es el país más poderoso del mundo: posee armamento nuclear, es el país que destina el mayor porcentaje del PBI a la defensa (25%) y es la nación que posee el más alto índice de militares en activo por habitante: tiene 45 por cada mil (4,5 %). Además, todo el pueblo tiene capacitación militar. Es la misma doctrina que nos permitió  a los rioplatenses derrotar a los ingleses en 1807 y expulsarlos de Buenos Aires. La misma doctrina que permitió a Cuba derrotar a los mercenarios en Playa Girón: la doctrina del “pueblo en armas”, única doctrina que hace invencible a una nación.
Otros países socialistas han avanzado mucho con grandes logros, y tienen un ejército poderoso, pero en ninguno el poder militar es tan poderoso en términos relativos como en Corea del Norte.
O sea que a Corea del Norte, por más “acuerdos de Munich” que le hagan, no le sacarán ningún milímetro de territorio sin antes derramar muchísima sangre imperialista, pérdidas que, por el momento, el Imperio no está dispuesto a sufrir.
Y la razón táctica (que en realidad también es estratégica) es que Corea del Norte jamás aceptó disminuir el poder de fuego de sus armas. Otros líderes que aceptaron entregar sus misiles más avanzados como parte de sus negociaciones con los otánicos, luego lo pagaron caro.
Para la doctrina militar contemporánea es fundamental el control del aire. Y más para la OTAN, donde su poder militar no radica en el soldado, en las fuerzas de infantería, sino en su aviación, sus misiles y sus drones; es decir, en las máquinas. Sin control del espacio aéreo la OTAN no tiene ninguna esperanza de victoria.
La situación actual: “derivar en una guerra en cualquier momento”
Si bien actualmente la tensión ha disminuido ostensiblemente, fundamentalmente porque ya han concluido, por ahora, los grandes ejercicios militares de los Estados Unidos y sus lacayos en la península coreana; y porque China hizo uso de sus buenos oficios para moderar la ira de la RPDC frente a las constantes provocaciones, eso no significa que la hostilidad de los Estados Unidos no pueda “derivar en una guerra en cualquier momento”, tal lo manifestado el viernes 21 de junio pasado por el embajador de Corea del Norte ante la ONU, Sin Son-Ho, al reiterar la disposición de Pyongyang para iniciar conversaciones con Washington.
La tensión en la península coreana redundó en que los Estados Unidos y sus aliados del Pacífico norte (Japón y Corea del Sur) revitalizaran sus programas de compra de armamento (principalmente a los Estados Unidos), en que ajustaran la disposición de sus fuerzas militares y en que tanto en Corea del Sur, como en Japón, recrudecieran las posiciones militaristas. En Japón, para seguir remontando el camino contrario a los acuerdos de la pos Segunda Guerra Mundial, en el sentido de volver a tener toda la potencia militar necesaria para aspirar a proyectarse en ultramar como potencia imperialista.
La “amenaza” de Corea del Norte es un pretexto: Japón tiene sus ambiciones imperiales que chocan con China, y además forma parte del programa bélico de la OTAN. Y Corea del Sur ha profundizado su alianza militar con los Estados Unidos, haciendo fracasar el último intento de diálogo con Corea del Norte.
Aquí algún malintencionado puede sugerir que la RPDC es muy quisquillosa: sucede que luego de dos años finalmente se realizó, el 9 y el 10 de junio, en Panmunjon, una reunión preparatoria entre Corea del Norte y Corea del Sur (que duró 16 horas) para un encuentro de alto nivel. En contra de lo acordado, para el previsto encuentro Seúl rebajó el nivel (a viceministro) del funcionario que encabezaría el encuentro por parte de Corea del Sur. Ante esta provocación y desdén, Corea del Norte no asistió. Es comprensible: ¿¡Cómo se van a discutir asuntos de tanta relevancia, que implican la posibilidad de una guerra de semejante escala, con funcionarios de tercer nivel, sin verdadera capacidad de decisión?! ¡¿Y cómo se puede aceptar semejante destrato!? Una provocación más de las tantas que viene sufriendo la RPDC.
Sin Son-Ho, Embajador de Corea del Norte ante las Naciones Unidas,
Ante esto la Corea del Norte pensó: evidentemente a los gobernantes de Corea del Sur no les interesa en lo más mínimo acordar algo, entonces pidamos hablar con el amo, con Estados Unidos, en vez de intentarlo con el vasallo, que además no tiene casi ninguna autonomía. De esta manera, la RPDC pidió de hablar directamente con los Estados Unidos. La respuesta yanqui es la misma que viene repitiendo Corea del Sur, y la misma que le dice Santos a las FARC: desarme. O sea: desnuclearícense ustedes como condición para sentarse a hablar. La verdad: causan gracia a esta altura de sus crímenes.
Corea del Norte ha dejado claro, y lo ha reiterado, que sólo está dispuesta a hablar de desnuclearización si es con el fin de lograr la erradicación total de las armas nucleares en el mundo. Mientras exista amenaza de ataque nuclear contra la RPDC ésta no sólo mantendrá su artillería nuclear sino que además la seguirá desarrollando.
Por todo esto es que, con toda lógica, Sin Son-Ho advierte que la hostilidad de los EEUU puede “derivar en una guerra en cualquier momento”.
Los buenos y malos augurios
Los buenos augurios, esperanzadores augurios, son que hay naciones como Corea del Norte, como Siria, como Irán, como Cuba, como Venezuela, como Rusia, y organizaciones como Hezbollá, como las FARC, y como tantas otras organizaciones populares de lucha antiimperialista, y que todas ellas, naciones y organizaciones, están uniéndose en torno de un eje de la Resistencia que, a fuerza de escalamiento dialéctico, polarización creciente, será cada día más fuerte y unido.
Los malos augurios son que los desnaturalizados de la Tierra, los estúpidos con poder, los tontos imperialistas, puedan desatar aún más los mecanismos destructivos que están haciendo peligrar la supervivencia del ser humano, en este caso la guerra nuclear, y nos lleven puestos a todos.
La esperanza está en el mantenimiento de la disuasión en el marco de la guerra simétrica, y en la resistencia popular en lo territorial.
El Che Guevara decía que “no se puede confiar en el imperialismo ni un tantito así, nada”. El Che afirmaba, poco después de la Crisis de Octubre de 1962 (en occidente llamada “crisis de los misiles”), que “bajo la bandera de las Naciones Unidas en el Congo fue asesinado Lumumba, y esas eran las Naciones Unidas que pretendían los norteamericanos que vinieran a inspeccionar nuestro territorio (por Cuba, nota del autor), esas mismas Naciones Unidas”. La actitud de Cuba en la Crisis de Octubre fue exactamente la misma que la de la RPDC hoy: prepararse para la guerra nuclear y no someterse al chantaje yanqui, con la diferencia que los misiles nucleares no le pertenecían a Cuba, sino a la URSS, que unilateralmente, por decisión de Nikita Krushev, en contra de la voluntad de Fidel Castro, decidió sacarlos de territorio cubano. Los misiles de Corea del Norte son de Corea del Norte, y la tecnología es de Corea del Norte, cuyos logros se explican por la aplicación de su filosofía del Juché, de depender sólo de la propia fuerza.
Hoy son esas mismas Naciones Unidas que el Che vilipendiaba las que pretenden sofocar a la RPDC. Son esas mismas Naciones Unidas que vergonzosamente condenan a Siria las que lo hacen contra Corea del Norte, reiteradamente y a través del Consejo de Seguridad porque China y Rusia ejercen su “acuerdo de Munich”, en beneficio del imperialismo yanqui. (En el caso de las últimas resoluciones contra Siria éstas han debido emitirse a través de la votación en Asamblea General porque, a diferencia de lo que sucede contra Corea del Norte, en el Consejo de Seguridad Rusia y China están teniendo una actitud más digna, usando su poder de veto en defensa de Siria).
Corea del Norte es Corea del Norte, la Corea del Songun. Corea del Norte es la que propinó la primera derrota a los Estados Unidos en una guerra. Corea del Norte es la que resistió incólume la caída del socialismo en la Unión Soviética. Corea del Norte es la que sigue portando en alto los ideales comunistas de Justicia Social, la que sigue impertérrita ostentando un poder militar suyo, sólo suyo, garantía de la integridad de la Nación. Corea del Norte es la nación que integra el Movimiento de los No Alineados, presidido por Irán. Corea del Norte es la nación que demuestra ser tan compacta como un diamante (“hermética” dirían las lelas mentes occidentalizadas). Corea del Norte es la Nación que hace que los Estados Unidos posterguen un ensayo de misil intercontinental, o Corea del Sur impida que se lancen panfletos sobre territorio coreano del norte, en ambos casos, “para no provocar”. Sí, es claro que los Estados Unidos, Corea del Sur y demás estados lacayos hacen ejercicios militares cada vez más amenazantes, pero al mismo tiempo le temen y no se atreven a tocar territorio de la RPDC, y se cuidan muy bien de dar cualquier paso en falso que desencadene la respuesta militar de los norcoreanos.
La actual integridad de la RPDC demuestra el éxito de su política. Si, a pesar de la disuasión, los imperialistas fueran tan estúpidos de desencadenar la guerra nuclear en la península coreana, o de atacar directamente Siria o Irán, todos sabremos que su decisión no habrá sido sólo atacar la RPDC, o a Siria, o a Irán, sino dar un salto decisivo hacia la III Guerra Mundial.