Seguridad, odio, justicia. Quiroga: versión menduca de Bloomberg

Ramón Ábalo (*)
APAS

  •  Ante casos de asesinatos en el marco de los denominados hechos de “inseguridad” se reavivan clamores de manos dura y represión. Víctimas del terrorismo de Estado y víctimas actuales.

Más que dolor y angustia legítimos, el padre de Matías Quiroga -el joven alevosamente asesinado durante un asalto a un vehículo de caudales en Mendoza-, vomitaba odio y sed de venganza. No pude menos que identificarlo con aquel Juan Carlos Bloomberg –padre de otro joven asesinado años atrás en la Ciudad de Buenos Aires en el marco de los denominados “hechos de inseguridad”-.
Fueron ese discurso y esa figura -la de Quiroga- reiteradamente repetidos en una apologética maratón mediática durante varios días, lo que impactó en gran parte de la sociedad mendocina.
Pero fue, como definió el ministro de la Corte Suprema de la Nación, el Dr. Raúl Zaffaroni: "...el discurso único del autoritarismo cool". Y falaz cuando ataca a los organismos de derechos humanos y a sus abogados. De todos modos, nada original cuando esa falacia, ese autoritarismo, tienen origen en el cubil del veneno ofídico que fue la dictadura genocida.
En el papel de un mesías del medioevo, se alienta a las multitudes a tomarse justicia por su cuenta: "estamos solos, si no se cumple lo que exigimos, lo haremos nosotros” dijo el Sr. Quiroga. "Si nos matan, los matamos", dijo la madre de Matías. Y entonces también los bandos con el nombre, apellido, número de documento, domicilio, estado civil....a publicar en los muros globalizados de los medios hegemónicos de quienes hayan delinquido, cumplido su pena y quedan en libertad. Y de quienes dictaminaron esas libertades, es decir, jueces y funcionarios judiciales.
Y los organismos de derechos humanos y sus abogados recibiendo suculentas prebendas del Estado, que solamente leen un solo lado de la página, y la del otro no, en clara alusión a que esa otra página es la de los genocidas. Y para socializar su martirologio: "hasta ahora -anoche, al culminar la marcha- mi señora y yo no hemos recibido ningún pésame de los derechos humanos". Aplausos de repudio, abrazos y lágrimas.
Y cuando afirma que los "organismos de derechos humanos defendemos a los delincuentes", apunta a la descalificación de quienes -esos organismos- siguen siendo la más alta expresión ética de los argentinos por la defensa que hacemos de la vida y la dignidad de los argentinos, enfrentando al poder que sea, aún a riesgo de la vida, si ese poder es violatorio de los derechos humanos.
Y en contrario a los valores de Quiroga, no hay un solo documento ni declaración de ningún militante que expliciten aquella defensa. El discurso antiorganismos-anti derechos humanos es consecuente con la exaltación, sutil o gruesa, de los antivalores de las libertades públicas, del derecho a disentir, del derecho a la igualdad ante la ley y a las garantías de la Constitución para un juicio justo, para quien fuere, pobre o rico; morocho o rubio; de la religión, raza, nacionalidad o sexo que fuere; incluso de los delicuentes y asesinos, como lo es en estos mismos momentos, el juicio a los genocidas.
Estos derechos son los que resaltan y consagran, desde hace décadas, los foros internacionales como el de las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos (OEA) y son los Estados los que deben garantizar que se apliquen para todos los habitantes. Y aunque no le guste a Quiroga ni a los mentores ideológicos del terrorismo de Estado, los delincuentes y los genocidas de la dictadura están incluidos en esos derechos.
Como hemos repetido una y mil veces, nunca hemos caminado con la venganza en la mano, ni la mano dura, sino que hemos pedido permanentemente VERDAD y JUSTICIA.
A 30 años de la derrota de la dictadura, no ha habido un solo acto -ni uno solo- de venganza. Desde entonces, hemos pedido, hemos clamado y hemos exigido Juicio y Castigo, o sea, Justicia, en el marco de la Constitución y las leyes.
Hemos luchado con ahinco contra las leyes de impunidad, lo que ha posibilitado que hayan sido anuladas en esos marcos legales y estén sentados en el banquillo de los acusados cientos de genocidas.
Y lo que ahora exige Quiroga, enancado en su dolor y angustia, es mano dura, más equipamiento policíaco y reformas del Código Penal. Leyes más represivas no alcanzarán para el objetivo fundamental, según afirma, y que nosotros no desconocemos, que es la seguridad pública.
Y no alcanzará, porque Quiroga y quienes le acompañan, omiten convocar por la seguridad social, empleo, alimentación, salud, educación y cultura para todas y todos los habitantes de la Argentina.

(*) El autor es periodista y responsable en Mendoza de la Liga Argentina por los Derechos de Hombre