Cambiar sin alterar el rumbo

>Por Mario Rapoport*

La "sintonía fina" a la que refirio la Presidenta en sus últimos discursos no supone frenar el crecimiento ni cambiar sus políticas esenciales, como reclaman los economistas neoliberales. Tampoco endeudarse para satisfacer a capitales financieros en busca de lugares rentables. Se trata, por el contrario, de apuntalar el crecimiento y la demanda agregada, amenazados tanto por el desfavorable  contexto internacional como por restricciones de pautas económicas establecidas en otra coyuntura histórica. algo que de no hacerse afectaría los cambios en la economía y en la sociedad que se impusieron  con las presidencias de Nestor Kirchner y de Cristina.

¿De que estamos hablando?. De continuar con el desendeudamiento y con el apoyo a la industria, la ciencia y la tecnología; de ampliar la infraestructura; de mejorar la distribución de los ingresos; de reforzar los margenes de autonomía nacional y profundizar la integración. Estas son metas estratégicas, no coyunturales. A ello se agregan factores conflictivos a resolver; como la inflación, la dolarizacion parcial de la economía y la fuga de capitales. Todo esto preservando el rol del Estado y su independencia con respecto a los intereses de las corporaciones.

La sintonía fina se usaba en las viejas radios  para ubicar el punto justo del dial que permitiera escuchar con la mayor fidelidad posible un exquisito concierto de Mozart o un emocionante grito de gol de Fioravanti. En este caso se apela a la gestión del gobierno y a la respuesta favorable de los actores económicos. El primero intervendrá manteniendo más afinadamente las riendas de la economía y conservando su rumbo; los segundos, en particular los sectores productivos, tendrán que elevar su competitividad, sus inversiones y sus tecnologías sin ayudas masivas extras. En relación a las multinacionales, la cuestión pasa por convencerlas de revertir  una parte de sus ganancias en el país (¿basta con ello?); respecto de las empresas concentradas, evitar que tiendan a alimentar la espiral inflacionaria.

A su vez, los sindicatos, otrora privilegiados puntales del gobierno, deberán defender los derechos de los trabajadores, incluso su participación en las ganancias, mediante mecanismos consensuados con las patronales, aunque la Presidenta reconoce la creciente diferencia entre productividad y salarios a favor de las patronales. Y por ultimo, los sectores medios tendrán que volcar sus ahorros en el mercado interno y no transformarlos en billetes verdes.

Es una sintonía fina, que si bien permite un  manejo más preciso del dial bajo la conducción del Estado, corre el riesgo de no confluir siempre en el punto correcto y producir algunos ruidos. ¿Se podrá algún día escuchar el himno nacional sin ningún tipo de interferencias?. ¿Sera posible escapar a la crisis que atraviesa la economía mundial?. Resta ver si en el cono sur hay una formula de solución que contradiga con éxito a las que se impusieron en la mayor mayor parte del mundo en las últimas cuatro décadas.

*Mario Rapoport es:
•Doctor en Historia, Universidad de París I, Panthéon-Sorbonne (Ciencias Económicas, Ciencias Humanas, Ciencias Jurídicas y Políticas)-Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, l975.
•Licenciado en Economía Política. Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires, l967.

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