El legado de Evita
Por Dolane Larson
Evita sabía lo que era estar sin trabajo y ser pobre, y después que visitó la Europa posguerra de 1947, ella aprendió lo que sí podía hacer y lo que no debía hacer por los que necesitaban ayuda.
Una parte del legado de Evita se hizo en colaboración con Perón y con el Congreso. Juntos forjaron una red de seguridad social para los niños, los trabajadores, los mayores y los pobres de la Argentina. Cada grupo tenía su Decálogo de Derechos. Los mayores tenían el derecho a ser asistidos, a un techo, a la comida y vestimenta, a la asistencia médica, a contar con apoyo espiritual, al esparcimiento, a trabajar, a la tranquilidad y al respeto. La red de seguridad social para los trabajadores incluía el acceso a un plan de salud, a un sueldo mínimo, a vacaciones pagas, y a una pensión. Gracias a Evita, las mujeres obtuvieron el derecho de votar. En 1951, las mujeres ocuparon su sitio en el Congreso. Y eran todas Peronistas. Sólo el Partido Peronista Feminino había presentado candidatas para las elecciones.
Los Peronistas fueron perseguidos y muchos fueron fusilados después de la caída de Perón en 1955. No pudieron presentar sus propios candidatos a elecciones hasta los años ‘70. Al fin llegó el día cuando los que gobernaban tuvieron que permitir que Perón volviera. No era, como Perón mismo dijo, porque él había sido bueno, sino porque los otros habían sido malos. El General dijo que volvía a morir a servicio de su país. Murió como Presidente de los argentinos, y su tercera esposa, Isabel, tomó el poder. Cuando la inflación llego a 2,000%, los militares la sacaron y volvieron al poder. Esta vez no necesitaban destruir las obras de Evita. Ese trabajo se lo habían tomado antes. Esta vez mataron (desaparecieron) 30,000 ciudadanos argentinos en la Guerra Sucia.
Los hospitales, los hogares y las escuelas no durarán para siempre. La legislación que da el voto a la mujer o prohibe el uso de las minas de tierra depende de la fuerza y buena voluntad de los gobiernos para hacerse cumplir. La Madre Teresa nos dijo que “diéramos a los demás hasta que nos duela.” La Princesa Diana quería que miráramos a los pobres y rechazados con un corazón nuevo y nos mostró el camino. Evita dijo muchas veces a sus seguidores, “Les dejo mi corazón.” No basta con admirar a estas tres mujeres extraordinarias del siglo XX. Si queremos que su herencia perdure hasta el siglo XXI, tenemos que considerarnos sus herederos. Tenemos que heredar sus corazones e imitar sus acciones.
Copyright Enero 10, 1997. Todos los derechos reservados.
Los que hemos amado a Evita durante muchos años estamos de acuerdo con Shakespeare: lo bueno que hacemos se entierra con nuestros huesos (“The good we do is often interred with our bones.”).
En su libro El 45, Félix Luna se acuerda del año 1945 (no había semaforos, ni radios a transistores, ni TV en Buenos Aires pero sí muchos tranvías, zapatos de plataforma y polleras largas). En 1945, recuerda Luna, la Argentina era un país de caminos polvorientos, sin tráfico aéreo, sin turismo, sin industria automovilística. Tucumán era todavía “El Jardín de la República” y San Juan se reponía del terremoto que destruyó la ciudad. (Luna, pgs. 52-53).
Evita vivía en el Buenos Aires del 45. Ella sabía quién era el pintor de La Boca Quinquela Martín y tal vez canturreó “J’attendrai” (Luna, p.52). Pero también vio escenas en las calles de Buenos Aires que Luna no describe: los niños de los orfelinatos de la Sociedad de la Beneficencia, niños de cabezas rapadas, identificados no por nombres sino por números, parados en las esquinas del centro, en sus manos carteles- “Colecta para los Niños Pobres” .
Evita sabía lo que era estar sin trabajo y ser pobre, y después que visitó la Europa posguerra de 1947, ella aprendió lo que sí podía hacer y lo que no debía hacer por los que necesitaban ayuda.
Primero, ella escuchó a Monseñor Roncalli (después el Papa Juan XXIII) cuando le aconsejó: “No se abrume con la papelería de la burocracia, sino conserve la flexibilidad de una organización no burocrática.” Y porque supo ver la envergadura de su alma, agregó, “Dedíquese sin límites.” Final y proféticamente, le dijo, “Y acuérdese que el camino de servicio a los pobres siempre termina en la Cruz.”
Segundo, Evita aprendió en Europa lo que tenía que hacer para que sus obras no fueran espiritualmente pobres (espartanos, en lenguaje burocrático). Sus escuelas, policlínicos, ciudades, hogares para mayores, hogares para empleadas o para mujeres y niños sin casa (los hogares de tránsito) fueron diseñados con el concepto de ayudar y respectar a las personas como individuos, no para almacenarlas eficazmente. En la Ciudad Infantil, los niños no usaron uniformes-la ropa y los juguetes fueron comprados en las mejores tiendas de Buenos Aires. Al observar las fotos de los niños de las residencias construidas por la Fundación Eva Perón y sembradas por todo el país se ve que cada niño está vestido de una manera diferente (para ir a la escuela tenían los guardapolvos escolares que usaban todos los niños argentinos).
Los que hemos amado a Evita durante muchos años estamos de acuerdo con Shakespeare: lo bueno que hacemos se entierra con nuestros huesos (“The good we do is often interred with our bones.”). Hemos visto surgir la leyenda negra de Evita, esa leyenda creada por la oligarquía, verbalizada en “La mujer del látigo” y puesto con música por los ingleses que perdieron su”colonia” de facto, “The Argentine” cuando Perón ganó la elección de 1945 (dos palabras-Roca Runciman- serán suficientes para los que dudan del status colonial de la Argentina bajo la oligarquía). Joseph Page, Robert Crassweller, Marysa Navarro y Alicia Dujovne Ortiz han publicado biografías bien documentadas que refutan las alegaciones que Evita era una prostituta (“La imagen de Evita como prostituta, firmemente sostenida en algunos sectores, ...no tenía fundamentos. Pero sirvió bien a los fines de la antipatía y división que iba creciendo alrededor de la figura de Perón y en una sociedad tan profundamente fragmentada y tan personalizada cualquier arma... era bien recibida.” Crassweller, p. 157), conspiró con los nazis (documentos fraudulentos creados después de la caída de Perón en 1955 formaron la base de estas acusaciones; ver Crassweller, Navarro y Ortiz) y robó a los ricos para dar a los pobres.
‘No se ha podido acusar a Evita de haberse quedado con un peso,’ dijo Adela Caprile, que formó parte de la comisión liquidadora de la Fundación, instalada tras la caída del peronismo. ‘Me gustaría poder decir lo mismo de los que colaboraron conmigo en la liquidación del organismo.’ ” (Dujovne Ortiz, p. 238). Pero así como la percepción de muchos con respecto a la muerte de JFK en Dallas se basa en la película de Oliver Stone, así la imagen que mucha gente tiene de Evita se basa en la película y la ópera.
Una parte del legado de Evita se hizo en colaboración con Perón y con el Congreso. Juntos forjaron una red de seguridad social para los niños, los trabajadores, los mayores y los pobres de la Argentina. Cada grupo tenía su Decálogo de Derechos. Los mayores tenían el derecho a ser asistidos, a un techo, a la comida y vestimenta, a la asistencia médica, a contar con apoyo espiritual, al esparcimiento, a trabajar, a la tranquilidad y al respeto. La red de seguridad social para los trabajadores incluía el acceso a un plan de salud, a un sueldo mínimo, a vacaciones pagas, y a una pensión. Gracias a Evita, las mujeres obtuvieron el derecho de votar. En 1951, las mujeres ocuparon su sitio en el Congreso. Y eran todas Peronistas. Sólo el Partido Peronista Feminino había presentado candidatas para las elecciones.
La piedra angular de la obra de Evita fue la Fundación Eva Perón. Evita, siguiendo los consejos de Monseñor Roncalli, dejó que Ramón Cereijo, el Ministro de Hacienda, se encargara de la contabilidad de la Fundación. Cereijo “recibió y firmó los miles de cheques que entraron a la Fundación... como la ley requería” (Navarro, ed. inglés, p. 120). Los fondos de la Fundación provenían en su mayor parte de los trabajadores; “estas donaciones, que formaron la mayor parte de los fondos de la Fundación, parecían haber sido donados libremente y sin quejas” (Navarro, ibid.). Los gremios ofrecieron los primeros quince días de sus aumentos de sueldo a la FEP, y en 1950 la CGT ofreció dos días de sueldo a la FEP. Otros fondos provenían de los contratos laborales, las loterías, los casinos, un impuesto a la entrada del cine, un impuesto a las carreras del hipódromo, y de los pequeños comercios. Las personas que cantan con las palabras de la ópera, “and the money came rolling in,” se sonreirán socarronamente pero los investigadores dicen lo siguiente:
“... aunque la Fundación adoptó ‘primera calidad’ como principio, de todos modos funcionó mejor que muchos de las instituciones más racionales y frugales. Por primera vez, no había desigualdad en la asistencia médica argentina.
“... aunque la Fundación adoptó ‘primera calidad’ como principio, de todos modos funcionó mejor que muchos de las instituciones más racionales y frugales. Por primera vez, no había desigualdad en la asistencia médica argentina.
“Acusaciones de despilfarro son difíciles de probar si una alta proporción de los gastos del dinero, sea lo que sea la cantidad, vaya a su destino. Los hospitales de Evita eran caros pero funcionaron y duraron; las otras obras también hubieran permanecido si se las hubiera permitido.
“Muchas de las cosas que Evita brindó-ollas y sartenes, camas, casas, máquinas de coser, pelotas de fútbol tenían valor y utilidad porque Evita sabía bien la diferencia que estas cosas hacían en la vida de una familia pobre. La obra de la Fundación era hondamente práctica y personal, mucho más que si hubiera sido manejada como una burocracia.” (Navarro, ed. inglesa, p. 131)
“...la Fundación continuó... hasta la caída del régimen. Se la ha acusado de ser un organismo personalista. Sin embargo, tras la muerte de Evita, la Fundación prosiguió su actividad como si nada fuera. También se la acusó de despilfarro y de desorden. Casi medio siglo más tarde podemos afirmar que la Argentina nunca conoció una institución mejor organizada. Funcionaba a su modo, fuera de toda burocracia, pero funcionaba. “ (Ortiz, p. 286)
“Una dama católica, Adela Caprile, que formó parte de la comisión liquidadora de la Fundación instaurada tras la caída del peronismo, [dijo], ‘No se ha podido acusar a Evita de haberse quedado con un peso. Me gustaría poder decir lo mismo de los que colaboraron conmigo en la liquidación del organismo.” (Ortiz, p. 238)
Como señaló Felipe Pigna (Página 12, 30 abril, 2007), “Todas las lupas estaban dirigidas a investigar los fondos de la FEP, pero en 1946 sólo 5% de los fondos de las Damas de Caridad estaban destinadas a obras, mientras que el 95% restante representaba los sueldos de esas Damas.”
La Fundación Eva Perón construyó doce hospitales en todo el país. El Policlínico Presidente Perón, en el barrio de trabajadores de Avellaneda era un hospital de formación de médicos y enfermeras. En 1951, el hospital envió un Tren Sanitario por toda la Argentina. El Tren brindaba servicio médico gratuito-inoculaciones, radiografías, cirugía, medicina. Los hospitales de la Fundación pagaban los mejores sueldos y atrajeron los mejores médicos. Las habitaciones eran de tres personas como máximo y todos los medicamentos y tratamientos eran gratuitos.
Evita fundó una Escuela de Enfermeras. Así como trabajó para obtener no sólo el voto para las mujeres sino también su representación en el Congreso (senadoras y diputadas), así trabajó junto con Teresa Adelina Fiora para formar enfermeras capaces de manejar un jeep, organizar y mantener clínicas en el interior del país donde escaseaban los médicos, irse por el mundo en misiones humanitarias, tomar la iniciativa.
Evita se preocupaba de asegurar que los que amaba con especial predilección-los niños, los mayores, los trabajadores-tuvieran viviendas más que adecuadas (“adecuado” no era aceptable para Evita). Su Ciudad Evita estaba avanzada a su tiempo -cada familia tenía su casa. Se podía llegar a pie a los negocios, a la iglesia, al estadio, a la escuela, y así conservaba el sentido de una comunidad. La idea de una casa para cada familia de bajos recursos es todavía novedosa en los Estados Unidos, pero las ciudades que Evita construyó datan de comienzos de los años 1950. Sus Hogares de Ancianos eran en realidad pequeñas comunidades, con talleres para los que querían seguir trabajando en algo útil para la comunidad (desde carpintería hasta lechería). Evita creía que los mayores deberían vivir en un lugar que los animara a seguir viviendo, no en un lugar donde se resignasen a esperar a la muerte.
Evita se preocupaba de asegurar que los que amaba con especial predilección-los niños, los mayores, los trabajadores-tuvieran viviendas más que adecuadas (“adecuado” no era aceptable para Evita). Su Ciudad Evita estaba avanzada a su tiempo -cada familia tenía su casa. Se podía llegar a pie a los negocios, a la iglesia, al estadio, a la escuela, y así conservaba el sentido de una comunidad. La idea de una casa para cada familia de bajos recursos es todavía novedosa en los Estados Unidos, pero las ciudades que Evita construyó datan de comienzos de los años 1950. Sus Hogares de Ancianos eran en realidad pequeñas comunidades, con talleres para los que querían seguir trabajando en algo útil para la comunidad (desde carpintería hasta lechería). Evita creía que los mayores deberían vivir en un lugar que los animara a seguir viviendo, no en un lugar donde se resignasen a esperar a la muerte.
Sus Hogares-Escuelas y la Ciudad Infantil eran lugares donde los niños podían vivir con seguridad y crecer, nunca lugares donde te llamaban por un número, te afeitaban la cabeza y te ponían a mendigar en la calle como castigo por ser pobre.
Cada año los Campeonatos Infantiles y Juveniles no sólo fomentaban el deporte al dar a los niños y niñas de todo el país, aún a los más pobres, la oportunidad de competir a nivel nacional. Además, todos los participantes debían someterse a revisaciones médicas y odontológicas “para evaluar el estado físico-psíquico en el que se encontraba la infancia de [la Argentina] ...y ejercer un control sanitario en la población infantil.” (Ferioli, vol.2, p.146). Los que necesitaban atención médica fueron derivados a los hospitales de cada provincia. El doctor Ramón Carillo, Ministro de Salud, que había creado una Secretaría de la “Medicina del Deporte,” supervisaba el control sanitario de los niños, “únicos privilegiados de la Nueva Argentina.” En 1955 los campeonatos incluían once deportes (ajedrez, atletismo, básquetbol, esgrima, fútbol, gimnasia, natación, pelota a paleta, saltos ornamentales, tiro deportivo, waterpolo). La Fundación cubría todos los gastos.
Evita estableció Hogares de Tránsito, dando un refugio a las mujeres y niños sin hogar hasta que se les encontrase casa y trabajo (el Museo Evita era el Hogar de Tránsito Número 2).
Cada año los Campeonatos Infantiles y Juveniles no sólo fomentaban el deporte al dar a los niños y niñas de todo el país, aún a los más pobres, la oportunidad de competir a nivel nacional. Además, todos los participantes debían someterse a revisaciones médicas y odontológicas “para evaluar el estado físico-psíquico en el que se encontraba la infancia de [la Argentina] ...y ejercer un control sanitario en la población infantil.” (Ferioli, vol.2, p.146). Los que necesitaban atención médica fueron derivados a los hospitales de cada provincia. El doctor Ramón Carillo, Ministro de Salud, que había creado una Secretaría de la “Medicina del Deporte,” supervisaba el control sanitario de los niños, “únicos privilegiados de la Nueva Argentina.” En 1955 los campeonatos incluían once deportes (ajedrez, atletismo, básquetbol, esgrima, fútbol, gimnasia, natación, pelota a paleta, saltos ornamentales, tiro deportivo, waterpolo). La Fundación cubría todos los gastos.
Evita estableció Hogares de Tránsito, dando un refugio a las mujeres y niños sin hogar hasta que se les encontrase casa y trabajo (el Museo Evita era el Hogar de Tránsito Número 2).
El Hogar de la Empleada ofrecía a las mujeres trabajadoras un hogar en pleno centro de la ciudad, donde no les faltaba nada a un precio que ellas podían pagar.
Las Unidades Básicas ofrecían a las mujeres cursos de alfabetización, dicción, costura, apoyo moral y material en caso de emergencia. La Fundación construyó mil escuelas, ciudades universitarias, la Ciudad Estudiantil... ¡todo en siete años!
Evita trabajó para reformar el sistema penitenciario, especialmente para las mujeres. Hizo instalar guarderías para las mujeres con hijos y ofreció clases (de peluquería y de corte y confección, por ejemplo) para ayudar a las mujeres a integrarse al mundo del trabajo. También se aseguró de que las mujeres tuvieran actividades recreativas (cine, deportes) y que fueran renumeradas por los trabajos que hiciesen.
Evita quiso asegurarse de que toda persona humilde fuera tratada con dignidad y no humillada, fuesen cuales fuesen las circunstancias. En su libro “Mi hermana Evita”, Erminda Duarte relató cómo Evita arregló para que una presa, vestida con un traje sastre, pudiera visitar a su madre hospitalizada y gravemente enferma. La mujer fue acompañada, discretamente, por un solo custodio, también vestido de traje.
Evita tenís. Ella sabía quiénes eran sus enemigos y sabía-hasta cierto punto-lo que eran capaces de hacer. Una vez ella miró con tristeza la entrada de uno de sus hospitales y dijo, “Les dejo la tarea más fácil-bajar los letreros.” ¿Pero fue capaz de imaginar que, después de 1955- cuando cayó Perón- que no se contentarían con destruir los letreros? Destruyeron los edificios. Cuando yo estudiaba asistencia social en la Argentina me contaron la historia del Hospital de Niños de Evita. Iba a ser el mejor de la América Latina, y estaba casi listo para ser inaugurado en 1955. Faltaban algunos detalles como instalar las canillas. Cuando los militares tomaron el poder, abandonaron el Hospital de Niños y el edificio se convirtió en el Albergue Warnes (Warnes era la calle donde estaba), un refugio para los marginados y los ladrones. ¡Y lo único que hubieran tenido que hacer los “vencedores” era poner las canillas!
Si usted quiere tener idea de lo que pasó en la Argentina de 1955 cuando subieron los militares, trate de imaginar esto: todo lo hecho -hospitales, escuelas, albergues para los que no tenían domicilio o para mujeres que huían del abuso doméstico, todo programa destinado a ayudar a los que hubiesen caído fuera de la red social mientras gobernaba el Presidente Bill Clinton, todo sería destruido o desmantelado, y los bienes apropiados por el régimen de George W. Bush - porque, al fin y al cabo, Clinton era del partido Demócrata y Bush Republicano. ¿Le parece esto absurdo, totalmente estúpido? Es lo que pasó en Argentina. Miles de frascos de sangre de la Fundación fueron rotos porque llevaban las palabras “Fundación Eva Perón,” dejando los bancos de sangre vacíos. Se quemaron miles de sábanas porque era demasiado trabajo quitarles las palabras ofensivas “Fundación Eva Perón”. Se murieron los niños en epidemias de polio porque los pulmotores, importados de Estados Unidos, fueron destruidos o puestos bajo llave. ¿Cómo se les podía utilizar cuando llevaban una chapa que decía “Fundación Eva Perón”? Vehículos militares llegaban hasta los hospitales para llevarse las cortinas y los muebles. Eran demasiado lujosos para los obreros pero no para los milicos. Los oficiales convirtieron al Hospital para Niños Enfermos de Termas de Reyes de la provincia norteña de Jujuy en un hotel para los oficiales y sus familias. En vez de destruir la Ciudad Infantil en el suburbio de Belgrano lo convirtieron en un centro de rehabilitación para los enfermos de polio. Un oficial de la marina me contó eso. Odiaba a Evita y quería borrar sus obras de la faz de la tierra. Pero su hija tenía polio y para él tenía más sentido utilizar este establecimiento que destruirlo. ¡Qué idea refrescante! Pero las casitas fueron destruidas.
Los Peronistas fueron perseguidos y muchos fueron fusilados después de la caída de Perón en 1955. No pudieron presentar sus propios candidatos a elecciones hasta los años ‘70. Al fin llegó el día cuando los que gobernaban tuvieron que permitir que Perón volviera. No era, como Perón mismo dijo, porque él había sido bueno, sino porque los otros habían sido malos. El General dijo que volvía a morir a servicio de su país. Murió como Presidente de los argentinos, y su tercera esposa, Isabel, tomó el poder. Cuando la inflación llego a 2,000%, los militares la sacaron y volvieron al poder. Esta vez no necesitaban destruir las obras de Evita. Ese trabajo se lo habían tomado antes. Esta vez mataron (desaparecieron) 30,000 ciudadanos argentinos en la Guerra Sucia.
¿Quién fue Eva Perón? Es fácil contestar. La mujer del Presidente de la Argentina. ¿Quién fue Evita? ¿Santa Evita? Su confesor, el Padre Benítez, dijo que amaba demasiado a sus pilchas y joyas para ser santa. Sin embargo, cuando Evita estaba enferma dijo, “Si me mejoro y puedo volver a ayudar a los pobres, lo único que necesitaré es una pollera y una blusa.” ¿Evita revolucionaria? Después del golpe fracasado de algunos militares en 1951, ella compró armas al Príncipe de Holanda para la CGT. Sin duda que era revolucionaria.
¿Cuál fue el mayor legado de Evita?
¿Cuál fue el mayor legado de Evita?
Los hospitales, los hogares y las escuelas no durarán para siempre. La legislación que da el voto a la mujer o prohibe el uso de las minas de tierra depende de la fuerza y buena voluntad de los gobiernos para hacerse cumplir. La Madre Teresa nos dijo que “diéramos a los demás hasta que nos duela.” La Princesa Diana quería que miráramos a los pobres y rechazados con un corazón nuevo y nos mostró el camino. Evita dijo muchas veces a sus seguidores, “Les dejo mi corazón.” No basta con admirar a estas tres mujeres extraordinarias del siglo XX. Si queremos que su herencia perdure hasta el siglo XXI, tenemos que considerarnos sus herederos. Tenemos que heredar sus corazones e imitar sus acciones.
Bibliografia
Crassweller, Robert D. Perón and the Enigmas of Argentina. New York: W.W. Norton & Company, 1987.
Fraser, Nicholas & Marysa Navarro. Evita: The Real Life of Eva Perón. New York: W.W. Norton & Company, 1996.
Luna, Felix. El 45. Buenos Aires: Editoral Sudamericana, 1975.
Ortiz, Alicia Dujovne. Eva Perón. New York: St. Martin's Press, 1996.
Page, Joseph. Perón: A Biography. New York: Random House, 1983.
Fundación Eva Perón. Eva Perón and Her Social Work. Buenos Aires: Subsecretaria de Informaciones, 1950.
Escuela de Enfermeras. Buenos Aires: Subsecretaria de Informaciones, 1951.
Copyright Enero 10, 1997. Todos los derechos reservados.