«Cerremos de una vez esto de los Derechos Humanos que es un curro»

Eduardo de la Serna

El grupo de Curas en opción por los pobres (OPP) quisimos hacer este año, para la Navidad, un detallado documento sobre la participación de la Iglesia en la Dictadura militar y sus consecuencias presentes. Lo hicimos público el 8 de diciembre, no solamente porque ese día es el tradicional armado del pesebre, “sacramento” de la Navidad, sino también en homenaje a las Madres y los 12 que en la Iglesia de la Santa Cruz fueron judasiscariotemente besados y luego desaparecidos.


Varios motivos nos llevaron a escribirlo: el aparente cambio episcopal y hasta papal, las heridas que no han cerrado, las esperanzas siempre vigentes de memoria, verdad y justicia.
Cada cuatro años el nuevo presidente electo por los argentinos asumirá su mandato un 10 de diciembre, día universal de los Derechos Humanos, por ser el día sabiamente elegido por Raúl Alfonsín para asumir en 1983. Cada cuatro años resurge viva la memoria del “¡Nunca Más!”.

Pero la debilidad de los primeros gobiernos, o su fortaleza cómplice, ante el poder económico, los verdaderos “padres” del Golpe genocida, llevó no solamente a continuar el modelo empezado por José Alfredo Martínez de Hoz, sino también a ir cada vez más intensamente tapando los procesos de memoria y verdad. Sólo los Organismos de DDHH luchaban en soledad ante el “Punto Final”, la “Obediencia Debida” y finalmente los “Indultos”. La implosión del país a causa de este modelo económico fue determinante en que el gobierno surgido de las urnas en 2003 no solo profundizara otro modelo económico, sino también la importancia de que hubiera “Memoria, Verdad y Justicia” por ser “hijos y nietos de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo”.

Pero, aunque haya muchos ejecutores del plan genocida presos, los jueces, siempre tan valientes, casi no han empezado los juicios contra los impulsores económicos del Golpe. Los mismos que han intentado y siguen intentando torcer el brazo y forzar un cambio del modelo económico: corridas cambiarias, un cierto desabastecimiento, boicot a los “precios cuidados”, y ¡por supuesto!, ¡por siempre!, una prensa cómplice para generar el máximo malestar posible.

Y ahora, los abanderados del viejo modelo económico genocida han encontrado “su Capriles” (o sus Capriles, 3 Capriles 3). Desde hace años en todos sus medios no hay nada bueno que pueda surgir del “universo K”, y bombardean a chorros de tinta o de bits a la población entera mientras cantan loas a sus Capriles. Y, coherentemente sale presto el 1 a hablar del “curro de los DDHH”, y raudo el 2 retruca “hay que cerrar el tema”, y refuerza, en un populismo derechoso, que los DDHH hoy son la inseguridad (¿no sabe el neoabogado que los DDHH conculcados son aquellos que viola el Estado?) mientras el 3 con temor a sacar los pies del plato simula malestar porque sin el paraguas K no movería el amperímetro…

Una vez más, como desde 1976, el poder económico, el Establishment, se hace cargo de que el plan genocida se gestó en sus usinas de pensamiento y quiere proteger a los ejecutores; como cuando José C. Escribano (el cuñado del centenario juez Fayt) nos dijo que teníamos gobierno para un año porque Néstor Kirchner no había aceptado su pliego de condiciones que incluía cerrar el tema de los juicios. ¡Será buen lobista, pero es mal profeta!

Para ser precisos, muchos queremos cerrar de una vez el tema de los DDHH, y por eso seguimos buscando nietos, buscando desaparecidos, pidiendo que den información quienes la tienen, que se abran archivos… Hacer el duelo recuperando el cuerpo amado es “cerrar el tema”, reconocer la propia identidad secuestrada y apropiada, es “cerrar el tema”, poner cimientos para que realmente “¡nunca más!” ocurra es “cerrar el tema”. Y soñar que Capriles no gobernará en Argentina, aunque alguno quisiera votarlo, sin duda es cerrar el tema. Porque las heridas cierran cuando se elimina la infección, se sanan las lesiones, se enfrentan las causas y se ponen los medios. ¡El tema se cierra si seguimos!