Alemania: la ‘punta de lanza’ de la OTAN

Àngel Ferrero
La Marea [x]

“Wir. Dienen. Deutschland” (“Nosotros. Servimos. A Alemania”). Este lema –pensado, obvio es decirlo, para ser leído con la martilleante cadencia del idioma alemán– preside, junto a una cruz de hierro retroiluminada, la entrada de la primera oficina de reclutamiento del ejército alemán. Cuarenta flamantes y desangelados metros cuadrados frente a la estación de tren en la Friedrichstraße, escasamente amueblada y con las paredes decoradas con carteles de fotogénicos soldados del Bundeswehr en acción. Un maniquí ataviado con un uniforme de camuflaje para el desierto da la bienvenida al visitante y, según el personal presente, a los turistas sobre todo. Abierto desde las nueve de la mañana hasta las ocho de la tarde. Esta oficina, inaugurada entre protestas a comienzos de noviembre, ha dado bastante de que hablar en Alemania, puesto que con ella se aleja un paso más de su tradición antimilitarista de posguerra.

Lo que en países como EE.UU. es algo cotidiano en Alemania es una novedad, ya que hasta hace muy poco las oficinas de reclutamiento se encontraban en los cuarteles militares y no a pie de calle. Soldado, veterinario, abogado, médico, bombero… los folletos y trípticos del Bundeswehr tratan de atraer a los jóvenes con la promesa de estudios y oportunidades profesionales. También, por supuesto, de aventura y tareas humanitarias. “No tengo por qué presentar mi currículo a Médicos Sin Fronteras”, asegura una médico militar en uno de los folletos. De creerse uno la publicidad del Bundeswehr, en el ejército alemán se hace de todo menos disparar y ser disparado.

Alemania renunció al servicio militar obligatorio en 2012. Desde entonces, comenzó un laborioso proceso de profesionalización de su ejército. Con todo, al Bundeswehr le faltan reclutas: el año pasado se presentaron 82.000 personas (52.000 para soldado profesional), de las cuales sólo fueron admitidas 22.200 (2.000 para el ejército). El ejército alemán cuenta actualmente con 53.000 soldados profesionales, de los cuales 4.700 se encuentran desplegados en 17 misiones en el extranjero. Hace un par de años la prensa incluso aireó la posibilidad de crear una legión extranjera siguiendo el modelo francés.

La profesionalización del Bundeswehr tiene menos que ver con el tedio de sus ciudadanos hacia el servicio militar oblitario de lo que a primera vista parece. Alemania –como su establishment no se ha cansado de repetir en los últimos años– quiere aumentar su presencia militar en el mundo. Según datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), Alemania subió dos puestos –del noveno al séptimo– en la lista de países que más invierten en defensa: más de 48.000 millones de dólares en 2013, por delante de la India, Corea del Sur o Turquía.

“Un mensaje claro a Moscú”

“Rusia apunta a Estados Unidos y la OTAN en su nueva doctrina militar”. Así titulaba hace unos días el diario El País la noticia de la presentación del documento oficial sobre los nuevos desafíos geoestratégicos de Rusia. Las noticias sobre los presupuestos de defensa o los proyectos de tecnología militar rusos o chinos reciben habitualmente una considerable atención por parte de los medios de comunicación europeos y estadounidenses, sobre todo cuando en comparación con las noticias publicadas sobre presupuestos de defensa y proyectos de tecnología militar occidentales.

La reestructuración del ejército alemán también entra dentro de los planes de la OTAN. Según el diario Die Welt, en su cumbre en Bruselas el pasado mes de diciembre la OTAN anunció la creación una fuerza de intervención rápida en Europa central que actúe como “punta de lanza” contra una hipotética agresión rusa. (Es importante destacar que el documento ruso se presentó con posterioridad al anuncio de la OTAN, y es, por lo tanto, una respuesta a éste y no una provocación por parte de Rusia.) En esta “Very High Readiness Joint Task Force” (VJTF), como se la conocerá oficialmente, Alemania jugará un papel clave, y un ejército como el que tenía hasta hace muy poco encajaba muy poco con sus fines. La VJTF se construirá a partir del cuerpo germano-neeerlandés con sede en Münster, al que se incorporarán adicionalmente 900 soldados de la ‘Panzergrenadierbataillon 371′ estacionados en Marienberg (Sajonia), según informaciones de la agencia dpa. Esta fuerza tendrá el cometido de desplegarse en un plazo de entre dos y cinco días para poder “viajar rápido y golpear fuerte”, en palabras del exsecretario de la OTAN Anders Fogh Rasmussen, y podría contar con el apoyo aéreo y marítimo de tropas francesas y españolas. Según un alto funcionario de la Alianza Atlántica en declaraciones al Die Welt, se trata de “un mensaje claro a nuestros aliados en el Este y un mensaje claro a Moscú”.

“Nuestros aliados en el Este”, por su parte, se rearman al dictado de la nueva doctrina de la OTAN. Según ésta, las repúblicas bálticas tendrían que detener “la primera oleada” de una hipotética invasión rusa, dando tiempo a la OTAN para reaccionar. Aunque su situación en realidad podría considerarse desde la óptica inversa: la OTAN ve a las repúblicas bálticas como un “parachoques” con el que proteger a Europa central en caso de agresión. Estonia, Letonia y Lituania, en cualquier caso, comienzan a llenar sus arsenales de armas. Sven Mikser, el ministro de Defensa estonio, firmó en diciembre el mayor contrato de defensa de la historia de su país: 138 millones de euros para adquirir 44 tanques ‘Leopard’ a los Países Bajos, a los que hay que sumar los 40 millones de euros destinados a comprar 40 sistemas de misiles Stinger. Letonia compró en agosto 123 vehículos militares al Reino Unido por valor de 48 millones de euros y en noviembre firmó un contrato militar con Noruega por más de cuatro millones de euros por el que recibirá 100 camiones militares y 800 sistemas antitanque. Por último, Lituania compró recientemente a Polonia un sistema de defensa antiaéreo por 34 millones de euros y pagó a EE.UU. 16 millones de euros por la compra de misiles antitanque. La posibilidad de un conflicto parece remota, pero al menos los contratistas han visto por ahora aumentar sus ingresos.

Todo ello no quiere decir que, como en los viejos tiempos de la Guerra Fría, no haya preparativos “para el peor escenario posible”. El pasado mes de noviembre el diario junge Welt hizo público que 250 soldados del ejército alemán se entrenarán este 2015 en el centro de entrenamiento para el combate urbano de Tze’elim, en el desierto del Néguev, en el sur de Israel. Los soldados del Bundeswehr tendrán que recibir instrucción en Israel hasta que esté terminado el campo de entrenamiento en Schnöggersburg (Sajonia-Anhalt), a cuya construcción el gobierno alemán ha destinado 100 millones de euros. ¿A qué se deben estas prisas? Según un portavoz del Bundeswehr preguntado por el junge Welt, las guerras convencionales son cosa del pasado: “Ahora tenemos otros problemas. Por decírselo todo: Ucrania”.