Francia y Estados Unidos: batallas económicas y soberanía

Luis Alberto Rivas*
Nóvosti ]x}

El gobierno socialista francés de François Hollande está recibiendo varapalos desde su izquierda y derecha por lo que críticos de esos sectores políticos denominan su “sumisión” y “capitulación” a los intereses de Washington.
Dos asuntos han provocado este ataque de soberanismo: la venta de una parte de la empresa Alstom a la norteamericana General Electric, y la negociación sobre la multa impuesta por los reguladores financieros estadounidenses al banco francés BNP, un castigo que podría llegar a cifrarse en 9.000 millones de dólares.

Alstom es una de las principales compañías francesas, con negocios en la energía y los transportes. Como otras emblemáticas  firmas de ese país, vive momentos difíciles y necesita vender parte de su negocio al exterior. Para París, ello significaba un duro golpe sicológico. Dos candidatos se presentaron a la compra de Alstom: la estadonunidense General Electric y la alemana Siemens.
Después de meses de dudas, con el peligro de ver desaparecer miles de puestos de trabajo, con el debate entre aceptar la propuesta del otro lado del Atlántico o reforzar la idea de una “Europa de la energía”, el Gobierno francés decidió casarse con la novia gringa, desembolsando, eso sí,  2.000 de euros para hacerse con un 20 % del capital e intentar controlar el futuro del conglomerado.
Esta operación rocambolesca ha supuesto un auténtico psicodrama nacional y ha multiplicado  los recelos de los inversores extranjeros hacia el intervencionismo del Estado francés. General Electric se hace con el negocio de energía y transmisión de electricidad de Alstom por 12.350 millones de euros.
Cuba, doble protagonista
El diputado comunista francés, André Chassaigne, interrogó al Ministro de Exteriores, Laurent Fabius, sobre el efecto que esta operación podría tener en Cuba, donde Alstom asegura un tercio de la alimentación eléctrica en la isla.  Si General Electric es el nuevo dueño de Alstom, corre el riesgo de deber someterse al embargo estadonidenses a Cuba, según alertan ciertos sectores de la izquierda francesa.
El embargo norteamericano hacia el régimen castrista es también en parte protagonista del otro capítulo que protagoniza las relaciones económicas entre los gobiernos de François Hollande y Barack Obama. El banco BNP-Paribas, el principal en Francia por capitalización bursátil, es acusado por los policías financieros norteamericanos de violar el embargo que Washington decretó contra países como Cuba, Irán o Sudán. Al BNP se le acusa de haber ocultado 30.000 millones de dólares en transacciones con esos países.
Según reveló recientemente el diario Wall Street Journal, el castigo impuesto por Estados Unidos se habría rebajado de 13.000 millones de dólares, a cerca de 9.000 y un período de tiempo en el que la entidad financiera francesa deberá suspender sus actividades en Estados Unidos.
Las peticiones de Hollande a Obama para intentar rebajar esa cifra fueron baldías. El aniversario del desembarco de Normandía estuvo también marcado por esta disputa, que el mandatario norteamericano resolvió con la frase habitual de que “un presidente de EEUU no entra en disputas jurídicas”.
Para el vicepresidente del Frente Nacional, derecha nacionalista, considerado por el gobierno como extrema derecha,  Hollande es culpable de una  doble capitulación en  los affaires Alstom y BNP. Florian Philippot, cuyo partido ganó las últimas elecciones europeas en Francia, ambos asuntos ponen de relieve “el colmo de la estupidez: vender nuestras empresas a Estados Unidos y, al mismo tiempo, hacer la promoción de la unión económica europea”.
Contra el Tratado Transatlántico UE-EEUU
La izquierda comunista critica al gobierno su “sometimiento al diktat de Washington”. Por su parte, el principal partido de la derecha, la Unión por un Movimiento Popular (UMP) se divide, como en otros tantos asuntos, en este debate. Para algunos de sus miembros, lo importante es que Alstom haya sido en parte nacionalizada. Para otros, como el diputado Pierre Lellouche, experto en relaciones internacionales, “existe un claro desequilibrio entre París y Washington con respecto a las normas y regulaciones”. Lellouche subraya el “carácter imperialista de la Justicia norteamericana aplicada a las empresas europeas”, y pide a la UE que despierte y que se dote de armas equivalentes. De lo contrario, advierte, el acuerdo transatlántico de libre comercio entre Estado Unidos y la Unión Europea estará también marcado por ese desequilibrio. El diputado de la UMP pide, incluso, la paralización de las negociaciones sobre ese tratado.
Observadores no partidistas juzgan el papel jugado por el gobierno francés lejos de la retórica pro o anti norteamericana. Francia intenta taponar la fuga de agua que está provocando su hundimiento económico. Si para ello debe tomar decisiones contradictorias, como gastar dinero público en plena campaña de ahorro del Estado, para nacionalizar parcialmente empresas y venderse al mejor postor, lo hará sin reparo. Si salvando empresas, aunque sea pactando con EEUU, calma a la izquierda y a sus propios críticos internos antiliberales, todavía mejor.
Otro asunto diferente es hacer frente a Estados Unidos. Los discursos soberanistas de De Gaulle forman parte de la prehistoria política. París es solo una potencia media y no puede hacer frente a un poderoso enemigo económico, pero obligado aliado político en el escenario internacional. Y así, nadie duda de que Estados Unidos empleará todos los medios a su alcance para frenar la competencia de Francia u otro rival en el caso de una eventual apertura económica en Irán o en cualquier otro país ahora vetado. 
*Luis Rivas, periodista. Ex corresponsal de TVE en Moscú y Budapest. Dirigió los servicios informativos del canal de TV europeo EuroNews. Vive en Francia desde hace más de 20 años.