El economista Simon Tilford advierte sobre Italia y España: El efecto dominó en Europa


Marcelo Justo
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España no podrá participar de un rescate a Italia y por definición Italia no pondrá fondos para sí.
Desde Londres

La elección griega fue apenas un respiro: la Eurozona sigue en la cuerda floja. A los problemas económicos se añade la alarmante falta de liderazgo político. El capitán del barco, Alemania, se parece cada vez más al del Titanic, Edward Smith, que sólo reaccionó cuando la colisión era inevitable. Página/12 dialogó con Simon Tilford, economista jefe del Centre for European Reform, quien opina que se necesita una masiva inyección fiscal sin la cual la Eurozona sufrirá un efecto dominó que se llevará puestos a España, Italia y, probablemente, al euro mismo.

–¿Cómo sigue esta película luego de la elección griega?

–La elección griega no cambia nada. Aun si el gobierno forma una coalición, no van a poder cumplir con los términos del acuerdo. Lo único que se está haciendo es ganar tiempo. Alemania ha insinuado una cierta flexibilización de los términos del acuerdo, pero lo que necesita la economía griega, que está en caída libre, es un programa de estabilización macroeconómica con un fuerte estímulo fiscal. Por el momento lo único que se discute es la liberación de algunos fondos estructurales. Aun con los dos rescates, la deuda griega es insostenible: la cesación de pagos se está volviendo inevitable. Es lo que pasó con la convertibilidad en Argentina. Los países de la Eurozona no tienen control alguno sobre la moneda en la que están endeudándose y, como los inversores dudan de su solvencia, se les piden altísimas tasas de interés.

–España es la próxima pieza del dominó.

–Exactamente. Si usted compara la situación de España y la del Reino Unido puede ver que tienen problemas similares. El estado de las finanzas públicas es prácticamente igual, pero España está pagando un 7 por ciento por deuda a diez años mientras que el Reino Unido sólo paga 1,5 por ciento. La diferencia es que el Reino Unido está endeudándose en una moneda que controla y España no. Y para una economía en estado de contracción como la española pagar este tipo de interés conduce a la ruina. Además, el vínculo entre deuda soberana y los bancos está produciendo un círculo vicioso en el que la preocupación por una alimenta la que existe por el otro. Es perfectamente factible que el gobierno de España necesite un rescate este año. La pregunta es si la Eurozona está en condiciones de ofrecerlo. Una cosa es Grecia, Portugal o Irlanda. Otra España, que es la cuarta economía de la Eurozona y tiene dos veces el tamaño de esos tres países juntos.

–No hay mucho tiempo, pero por el momento esta política de estímulo económico ni siquiera parece estar sobre la mesa.

–No. Estamos acercándonos a un punto de todo o nada. O se hacen reformas institucionales urgentes para mutualizar la deuda y proteger los bancos a nivel europeo y no nacional, y se tiene un Banco Central Europeo más intervencionista que estimule el crecimiento o la situación empeorará semana a semana. El problema no es sólo económico. Es político también. Los gobiernos necesitan el respaldo de sus electorados, algo imposible si no hay una luz al final del túnel. Y en este momento no la hay. Las reformas estructurales que se están impulsando pueden ayudar a largo plazo para estimular la productividad, pero eso es el largo plazo. A corto y mediano plazo el problema es la demanda anémica de estos países. Sin este programa España está condenada a pedir un rescate.

–Supongamos que España pide un rescate. La línea de defensa del euro vuelve a correrse. Primero fue Grecia, después vinieron Irlanda y Portugal. ¿Qué pasa con el euro después de un rescate a España?

–Viene Italia. Y uno de los problemas es que los países que participan de los rescates se van achicando. España no podrá participar de un rescate a Italia y por definición Italia no podrá contribuir fondos para un rescate de sí mismo. De manera que el rescate a Italia lo tendrán que pagar Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Austria y Finlandia. Esto significa que Francia tendrá que garantizar una tercera parte del rescate a Italia. Francia misma, que no tiene una situación tan holgada, quedará en la línea de fuego. Los rescates no son sostenibles.

–La crisis está en su tercer año desde que se manifestó en Grecia por primera vez. ¿Cómo es que a nivel europeo nadie parece percibir esta lógica?

–Hay mucha ideología en juego. Muchas de las políticas que se llevan adelante en Europa son similares a las que promueve el Tea Party en Estados Unidos. El argumento central es que no importa el nivel de contracción siempre que veamos que se equilibre la economía. Pero es todo al revés. El nivel de contracción importa precisamente por los niveles de deuda que hay. En el caso de España no es el momento de cortar el gasto fiscal porque no hay consumo doméstico, el desempleo es record, los salarios reales están cayendo, las compañías no invierten porque están tratando de desendeudarse y no hay una salida exportadora porque el resto de Europa está estancada o contrayéndose. Esto está deprimiendo la economía, lo que reduce los ingresos con una deuda que se mantiene estable, con lo que el peso de esa deuda es mucho mayor. La economía europea tiene que volver a crecer. No se puede deprimir una economía para recuperar su solvencia.
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