30 de julio de 1954: Juan Perón expropia los inmuebles de la familia Bemberg

Por el Prof. Daniel Chiarenza 
Los Bemberg llegaron a deber al Estado argentino, en concepto de impuesto a la herencia, $ 181.000.000, a 1941. Luego de la sanción de la Ley que dispuso la liquidación del grupo, el Estado adquirió sus empresas a precios bajos.

En 1899, el señor Otto Bemberg, fundó la Brasserie et Cervecerie Quilmes, que desplazó a Bieckert del liderazgo del mercado.

La nacionalización de las empresas Bemberg fue el conflicto más importante llevado adelante con el fin de hacer justicia con una corporación empresarial en la Argentina.

Apoyado en una demanda impositiva, vinculada a la forma de organización del holding, Perón usó de las fuerzas del Estado contra el grupo empresario.

La nacionalización de las empresas constituyó también una respuesta a los abusos de la década infame, que era recordada como una época de humillaciones para el movimiento obrero.

El gobierno peronista creó una nueva Empresa del Estado.

El control estatal de las empresas permitió al peronismo llevar adelante algunos de sus proyectos más ambiciosos con el traslado de la industria cervecera a una Cooperativa Sindical y la cesión del establecimiento yerbatero Puerto Bemberg a la Cooperativa Obrera 17 de Octubre.

La historia del grupo Bemberg arrancó cuando el padre de la dinastía, Otto Peter, se estableció en Buenos Aires, en 1850, como banquero e industrial, para fundar 40 años después, en 1890 en Quilmes, la Brasserie Argentine S.A. (Cervecería Argentina), la primera cervecería del país.

Otto Peter Bemberg, fundó en 1890 la Brasserie Argentine Quilmes S. A.

Sostiene Belini en "La nacionalización de las empresas Bemberg" que en la historiografía gorila sobre el peronismo, el affaire Bemberg ha sido presentado como expresión del poder concentrado de Perón o bien como una venganza personal de su esposa, Evita.

El caso Bemberg se inició en 1937, por una denuncia ante los tribunales de justicia que condujo al gobierno nacional a iniciar un reclamo por la evasión del impuesto a la transferencia gratuita de bienes mediante la constitución de sociedades anónimas con residencia en el extranjero (tal vez una de las formas más utilizadas por los holding existentes en la Argentina).

Se paralizó al trámite ordinario y lejos de disminuir el interés de la opinión pública sobre el tema lo exacerbó hasta convertirlo en uno de los escándalos económicos más importantes de la restauración conservadora.

En 1901, el grupo inversor paso a llamarse Brasserie Argentine Quilmes.

A partir de 1946, el nacionalismo económico alcanzó nueva fuerza cuando el gobierno peronista nacionalizó el Banco Central, los ferrocarriles franceses e ingleses, la compañía de teléfonos y el comercio exterior mediante la creación del IAPI.

Con la argentinización del sistema bancario y la creación del I.A.P.I., la Argentina afirmará su potencialidad sobre pilares de oro, y alcanzará la plena manifestación de su grandeza.

Por entonces, la concentración económica y el desenvolvimiento de prácticas monopólicas estaban afectando a vastos sectores de la industria.

Entre ellos, la cervecera ocupaba un lugar de importancia debido a que se trataba de un producto de consumo masivo, cuya demanda crecía vertiginosamente desde finales del siglo XIX.

Durante la entreguerra se afianzó el control de esa industria por parte de la corporación Bemberg.

El "trust" Bemberg llegó a deber al Estado argentino, nada más que en concepto de impuesto a la herencia, la suma de $ 181.000.000 (año 1941).

Esta defraudación había sido tolerada y legitimada por los gobiernos de la Década Infame.

Los Bemberg eran los únicos propietarios de la Cervecería principal de Hamburgo: "La Altona". 

Si bien Perón ensayó diversos instrumentos de contralor comercial y financiero de las grandes empresas, eludió la expropiación y la nacionalización de grandes sectores de la industria como la del cemento, los frigoríficos y, en gran medida, las compañías de electricidad.

La ofensiva de Perón contra el grupo Bemberg fue excepcional, especialmente porque éste se había convertido en un símbolo de la influencia política del poder económico antes del advenimiento de la Nueva Argentina.

Luego de la sanción de la ley 14.122 de 1952, que dispuso la liquidación del grupo Bemberg, el Estado adquirió las empresas a precios bajos.

La nacionalización permitió al peronismo poner en marcha algunos de los objetivos más ambiciosos en el orden de la participación obrera.

En 1909, sobre la base de su creador la firma Fernando Perés y Cía., se funda una empresa textil que en 1924 se transformaría en la Manufactura Algodonera Argentina.

A fines de la década del treinta Fernando Perés que poseía el 75% de las acciones, le vende a una controlada del grupo Bemberg, el 55%.

Éstos se convertirían en el principal accionista.

La aplicación de la ley 14.122 y la decisión estatal de adquirir las empresas de la ex corporación Bemberg significó virtualmente el control público sobre la industria cervecera.

En efecto, en enero de 1953, el estado adquirió cuatro de las firmas más importantes, a las que se sumarían, hacia fines de 1954, otras seis.

Las primeras cuatro empresas (Cervecería y Maltería Argentina, Cervecería Palermo, Cervecería Buenos Aires y Maltería Bella Vista) representaban el 88 % del personal empleado en la industria (unos 7.430 empleados) –a los que se sugirió la formación de cooperativas de trabajo- en ese entonces integrada por 16 plantas.