Hjalmar Schacht. el economista que refloto dos veces a la economía alemana

El economista que reñía al Führer

Por Luis Alemany
para El Mundo (España)
Publicado el 17 de noviembre de 2015

El historiador argentino Pierpaolo Barbieri descubre el plan de Hjalmar Schacht, el jefe de las finanzas en la Alemania nazi , de convertir el Reich en una república mercantil. España fue la primera piedra de su proyecto.
Adolf Hitler y Hjalmar Schacht (derecha), en Hamburgo en 1934. PRINT COLLECTOR |GETTY
Francisco Franco y Adolf Hitler estrechan sus manos en la portada de La sombra de Hitler, de Pierpaolo Barbieri (Taurus). Que nadie se equivoque: el Caudilllo y el Führer son personajes secundarios en el estudio del autor argentino, educado entre Harvard y Cambridge. ¿A alguien le suena el nombre de Hjalmar Schacht? Schacht, el presidente del Bundesbank y ministro de Economía durante los primeros años del Reich, es el hombre de este libro. El hombre que pudo cambiar la historia de Alemania y la de Europa.

El imperio económico nazi y la Guerra Civil Española dice el subtítulo de La sombra de Hitler y con esas dos ideas podríamos explicar el trabajo de Barbieri. Empezamos por los antecedentes: Schacht, el único economista en un Gobierno de ministros exaltados e hiperideologizados, dirigió el milagro alemán de los años 1934-1937. "En parte, tuvo suerte", explica Barbieri. "Los nazis llegaron al poder en el momento en el que la crisis tocó fondo. El momento cíclico les beneficiaba. A eso, se sumó el estímulo monetario y fiscal del Gobierno. Hitler, que tenía una posición de debilidad cuando llegó al Gobierno, dijo eso de 'Dennos cuatro años y reharemos Alemania'. Y Schacht lo hizo posible".

Su método sería inimaginable, hoy: reactivó la industria alemana gracias a una programa de rearme colosal financiado por el Estado. Funcionó muy bien durante un tiempo. "Después de cuatro años, Schacht le dijo a Hitler: 'Ya no tenemos crisis y estamos en una situación de pleno empleo, pero nos dirigimos a un nuevo escenario de inflación. Alemania está suficientemente armada. Deberíamos primar otras industrias. La industria textil, por ejemplo'".

Y ahí, el Führer tomo la gran decisión de su vida. Una opción era hacer caso a Schacht, un profesional inexpresivo y arrogante que se permitía reñirle y hasta gritarle y que imaginaba a Alemania convertida en una potencia económica que mandara en Europa por medio del comercio. La otra opción era dejarse llevar por los chicos, por Goering y compañía, por su deseo de ir a por gloria y riqueza como el que busca pelea en una cervecería.

Hitler prefirió a Goering. ¿Cómo? ¿Por qué, si Goering era un personaje grotesco? Enjoyado, fanfarrón, inculto... "Goering tenía el sentido económico de un pirata: llegar a un lugar, tomar el botín y destruirlo todo", cuenta Barbieri. "Pero Schacht le decía a Hitler las verdades que no quería oír. Y Hitler se enamoró de su propia imagen, se creyó su propaganda. Los aduladores le llegaron al alma y Hitler prefirió la guerra".

Aquello ocurrió en 1937, mientras en España combatían rebeldes y republicanos. La Guerra Civil iba a ser la primera piedra de Schacht en su propósito de crear un III Reich mercantil. Alemania había apoyado a los rebeldes y, de entre los rebeldes, eligió a un general llamado Franco. Había transportado a sus tropas de África y las había armado pese a que no había dinero que pagase esa ayuda. ¿Por qué? ¿Por solidaridad fascista como hicieron los italiano? No. Por el deseo de tener un socio cautivo, un país endeudado con el que Alemania podría comerciar en condiciones óptimas. Por el deseo de construir lo que Barbieri llama "un imperio informal".

¿No es un poco lo mismo que ocurre ahora con la influencia de China en África y Latinoamérica? ¿O con Francia en sus antiguas colonias? "La historia no se repite pero rima. Ese proyecto de imperio informal de Alemania rima con lo que ocurre con China o con lo que se llama el imperialismo 2.0. La doctrina de que es mejor controlar que dominar", cuenta Barbieri.

Y continúa: "España era un país miserable pero tenía riquezas importantes para Alemania. La alimentación, por ejemplo, era un problema para el Reich porque el Ministerio de Agricultura había estado pésimamente dirigido por un ideólogo loco, Walther Darré. Y España podía enviar esa comida. El hierro y la pirita también eran una necesidad para Alemania". Durante los tres años de la guerra, España se convirtió en la socia sumisa de Alemania. "Alemania decía y España cumplía. Franco aceptó condiciones inimaginables en cualquier otra circunstacia", explica Barbieri.

La paradoja es que el mismo día que Alemania invadió Polonia, la relación de fuerzas entre Madrid y Berlín cambió. Los aliados sintieron que España era un lado débil desde que atacar a Alemania y volvieron a llamar a las puertas de Franco para proponer negocios. El Nuevo Estado se dejó querer y empezó a remolonear en el cumplimiento de las deudas. "Hasta los italianos le dieron un aviso en 1941: no se casen demasiado con Alemania porque no está tan clara la victoria". A Franco le salió bien la jugada: al cabo de cinco años, su acreedor estaba muerto. Muerto el acreedor, muerta la deuda.

"Franco creó el mito de 'el hombre que se le paró a Hitler'. La verdad es que tuvo más fortuna geopolítica que otra cosa. Si Hitler le hubiera dado lo que pedía [aspiraciones territoriales en África, sobre todo], Franco hubiera entrado en la Guerra Mundial. Pero Hitler prefirió a la Francia de Vichy como aliada", explica el historiador argentino.

Nos falta un asunto por considerar: ¿quién era Schacht? ¿Qué futuro tenía en la cabeza para Alemania? "Schacht fue un banquero obsesionado por el poder, era un enfermo de poder y de hubris. No era un nazi, nunca estuvo en el partido, pero quiso aprovecharse de los nazis para alcanzar ese poder. Se jactaba de ser más inteligente que ningún otro en el Gobierno". ¿Un profesional ambicioso que cayó en el equipo de los malos? "En parte sí, pero es que Schacht eligió estar en el equipo de los malos. Como le ocurrió a muchos conservadores alemanes, pactó con el diablo que eran los nazis. Tuvo el apoyo de los militares porque los rearmó, pero se hizo enemigos cuando quiso detener la política belicista. En 1944, lo acusaron de estar implicado en el atentado de junio contra Hitler y pasó el final de la guerra en un campo de concentración".

¿Y no fue un poco ingenuo eso de armar a los nazis hasta los dientes y, después, confiar en un futuro gobernado por la economía? Un poco como sacar una pistola en el capítulo dos de una novela y esperar que nadie dispare un tiro... "Sí, en ese sentido fue un poco ingenuo. ¿Qué hubiera pasado si Hitler hubiese seguido confiando en Schacht? La guerra hubiera quedado pospuesta. Alemania no habría invadido Polonia. La tensión con Francia no habría acabado, pero, seguramente, el Reich se hubiera acercado al Reino Unido. A la larga, hubiese habido guerra entre Alemania y la URSS. Pero esa ya hubiera sido otra guerra, ganable para los alemanes".

Fuente


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Hjalmar Schacht: Banquero central de Weimar y Hitler

Por Marion Mueller
para Oro y finanzas (España)
publicado el 8 de mayo de 2013

Hjalmar Horace Greeley Schacht fue uno de los más destacados banqueros después de la I Guerra Mundial y durante los primeros años del gobierno nazi de Hitler en Alemania.

En su autobiografía “Confessions of the old Wizard”, Hjalmar Schacht nos ilustra sobre los años del Imperio alemán antes de la I Guerra Mundial, de los años de la hiperinflación de Weimar, de su nombramiento como presidente del Reichsbank (Banco Central del Imperio Alemán), de su época en el poder como ministro de asuntos económicos con Hitler, de los tribunales de Núremberg y de su vida como banquero y consultor de algunos países recién independizados después de la II Guerra Mundial.

¿Qué es la moneda?

Hjalmar Schacht expone en su autobiografía, publicada en 1955, que en latín la palabra inflación significa “inflar algo” y concluye que en su sentido más estricto eso significa ‘inflar la moneda hasta que reviente’.

Asimismo explica que en otros idiomas como en el francés, moneda se dice “monnaie” o en inglés “currency” y que ambos términos significan dinero efectivo o en circulación. Sin embargo, la palabra alemana utilizada para moneda, “Währung” define la función del dinero como medio de pago. El dinero tiene que ser duradero y  estable, por ello, preservar su valor en el tiempo y el verbo “währen” pose el mismo significado.

Schacht ya en 1955 creía que desde la introducción del papel moneda por los estados modernos, la función más importante de la política monetaria era la de preservar el valor de la moneda. Afirmaba que cualquier gobierno o banco central que, o bien por negligencia o bien de forma deliberada descuidase esa responsabilidad, sería culpable de un crimen de lesa majestad, un delito genérico de orden público hacia los ciudadanos.


El Banco Internacional de Pagos de Basilea (Bank of International Settlements – BIS) fue una idea de Hjalmar Schacht, que propuso a Owen Young de EEUU para gestionar los pagos de las reparaciones que tenía que hacer Alemania a los aliados como parte del Tratado de Versalles de 1919. Más tarde el BIS se convertiría poco a poco en lo que es en la actualidad, el banco central de los bancos centrales.

Reservas oficiales de oro de Alemania

En 1930, Benjamin Strong, por aquel tiempo presidente de la Reserva Federal – FED y uno de los más poderosos banqueros de EEUU, invitó a Hjalmar Schacht a Nueva York. Durante su visita a la FED, Benjamin Strong quiso enseñarle a Schacht las bóvedas acorazadas donde se encontraban depositadas una importante cantidad de las reservas oficiales de oro del Reichsbank.

Mientras Schacht y Strong visitaban las instalaciones, uno de los operarios se dirigió al presidente de la Reserva Federal con estas palabras: “Señor Strong, no  encontramos el oro del Reichsbank”, algo que resulta cómico, teniendo en cuenta que el Bundesbank, heredero del Reichsbank, recientemente se ha comprometido a repatriar en los próximos 7 años una parte importante de las reservas de oro alemanas. Hjalmar Schacht reaccionó con cortesía y afirmó que no importaba,  él confiaba plenamente en la FED.

Mefo-Wechsel


Hjalmar Schacht también fue el creador de los Mefo-Wechsel (Mefo bills) utilizados para animar a los ahorradores alemanes a hacer circular sus ahorros después de los traumáticos años de la hiperinflación. El nombre Mefo viene de Metall-Forschungs A.G. (Investigación Metalúrgica S.L.). El gobierno alentó a Siemens, Gutehoffnungshütte, Krupp y Rheinstahl para crear esta empresa de forma conjunta asumiendo la responsabilidad directa y asegurando todas sus deudas. A partir de ese momento todos los proveedores del gobierno, especialmente del sector armamentístico, se pagaban con billetes Mefo y el Reichsbank (Banco Central del Imperio Alemán) los descontaba por dinero de curso legal en cualquier momento. Los billetes Mefo pagaban un 4% de interés y su liquidez inmediata en el Reichsbank los hizo muy populares. En 4 años el volumen total de billetes Mefo se incrementó a 12.000 millones de marcos,  de los cuales 6.000 millones quedaron circulando en el mercado sin tener que ser descontados.


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Hjalmar Schacht y los efectos de la represión financiera en la Alemania nazi

Por Marion Mueller
para Oro y Finanzas (España)
publicado el 9 de mayo de 2013

En nuestro primer artículo hablamos de la visión conservadora que tenía Hjalmar Schacht sobre el valor del dinero, su visita a las bóvedas de FED con Benjamin Strong y la creación de los Mefo-Bills. En este artículo explicaremos algunas de las medidas de represión financiera que tuvo que tomar Hjalmar Schacht antes de la segunda guerra mundial y como le afectaron sus decisiones para proteger su propio patrimonio.

Durante su tiempo como presidente del Reichsbank y ministro de asuntos económicos Hjalmar Schacht aprobó una ley que castigaba con pena de muerte a cualquier ciudadano que transfiriera propiedades alemanas al extranjero o no repatriara a Alemania sus propiedades en el extranjero. Esto nos puede dar una idea de hasta donde pueden llegar las medidas de represión financiera de un país al límite de sus posibilidades económicas.

El 2 de enero de 1939, Hjalmar Schacht intentándole explicar a Adolf Hitler que ningún banco central era capaz de mantener intacta la moneda con una política de gasto inflacionista por parte del gobierno le dijo,  “Canciller, solo hay dos cosas que pueden acabar con el gobierno Nacionalsocialista y son una guerra o la inflación”. El 20 de enero de 1939 Schacht dejo de ser el presidente del Reichsbank.

En 1948 después de ser haber pasado por 32 prisiones diferentes y haber estado internado en un campo de concentración Nazi desde 1944, fue juzgado en los tribunales de Núremberg y por los tribunales de de-nazificación y quedó libre.

Al quedar en libertad tenía 71 años, ninguna posesión e importantes deudas contraídas con sus abogados defensores durante los juicios de Núremberg y los tribunales de de-nazificación.

Todas las cuentas personales de Hjalmar Schacht se llevaban desde el Reichsbank en Berlín, pero como no había copias de sus cuentas en Alemania Occidental ya que el Este estaba ocupado por la Unión Soviética, perdió todo su fortuna. Su casa en las cercanías de Berlín también quedó en territorio de la Alemania del Este y por tanto paso a ser propiedad del gobierno.

Schacht señalaba que los parlamentos no deberían incurrir en gastos a no ser que pueda ser explicado cómo pueden ser sufragados y que demasiado a menudo se habla de la financiación del gasto con déficit público.

Hjalmar Schacht pudo rehacer su vida a los 71 años, gracias a sus contactos y ofreciendo servicios de consultoría sobre cómo organizar sus sistemas económicos a bancos centrales de países como Indonesia, Siria y Egipto. Vivió una larga vida llegando hasta los 93 años. Falleció en 1970.

La historia siempre se repite, pero no podemos elegir la época que nos está destinada.