Una “terrible belleza”: La Rebelión de Pascua de Irlanda en 1916

Por Conn Hallinan*
para  Foreign Policy in Focus
Publicado el 21 de marzo de 2016

Leer nota en inglés
Hace un siglo, de pie en los escalones del pórtico de la oficina general de correos de Dublín, el poeta Padraig Pearse anunció la Poblacht na hÉireann - la "República de Irlanda."

Leía una proclama, la tinta aún fresca, del gobierno provisional irlandés que declaraba su independencia del dominio británico. Fue justo después del mediodía del 24 de marzo de 1916, la primera escena de un drama que combinó la tragedia y el triunfo, heraldos gemelos de la historia de Irlanda.
Han pasado cien años desde que unos 750 hombres y mujeres levantaron barricadas y se apoderaron de los lugares clave en el centro de Dublín. Se les unirían otras 1.000 personas. En seis días todo habría terminado, la oficina de correos en llamas, las calles ennegrecidas por el fuego de artillería, y los líderes de la rebelión camino del pelotón de fusilamiento contra los muros de la cárcel de Kilmainham.
Sin embargo, el fracaso de la Rebelión de Pascua se convertiría en uno de los eventos más importantes en la historia de Irlanda - un "fracaso" que repercutirá en todo el mundo y será un ejemplo para los levantamientos coloniales casi medio siglo más tarde.
Paralelismos coloniales
Los aniversarios - en particular los centenarios - son a partes iguales mito y memoria, y sacar lecciones de ellos es siempre un asunto complicado. Sin embargo, auque 1916 no es 2016, hay un paralelismo, piezas de la historia que se superponen y ensamblan la Europa de entonces con la Europa de hoy.
Europa en 1916 era un mundo en guerra. Las lámparas, como se dice, se habían apagado en agosto de 1914, y el continente estaba envuelto en alambre de púas y lleno de muerte y destrucción casi inconcebibles. Poco después de que el último rebelde irlandés fuese fusilado, los británicos se lanzaron a la batalla del Somme. Más de 20.000 morirían en la primera hora de la batalla. Al final, se producirían más de un millón de bajas en ambos bandos.
Europa sigue en guerra, en cierto modo, algunas veces volviendo a recorrer los pasos de un mundo colonial supuestamente ya desaparecidas. Gran Bretaña está luchando su cuarta guerra en Afganistán. Las fuerzas especiales italianas están acechando a los islamistas en su ex colonia Libia. Los aviones de combate franceses están bombardeando sus antiguos dominios en Siria y persiguiendo a los tuaregs en Mali.
Y Europa también está en guerra consigo mismo. Una vez más se está desenrollando el alambre de espinas, no para crear zonas de exterminio más allá de la tierra de nadie entre trincheras, sino para bloquear las oleadas de refugiados generados por Europea - y EE UU – y sus ejércitos y milicias clientes en Afganistán, Irak, Yemen, Somalia y Siria .
En muchos sentidos, de aquellos polvos coloniales estos lodos en las viejas metrópolis imperiales.
Los británicos y los franceses se repartieron  en secreto Medio Oriente en 1916, haciendo uso de la religión y el origen étnico para dividir y conquistar la región. La inestabilidad se hizo permanente.
De hecho, esa fue la idea: nunca habría suficientes franceses o ingleses para gobernar el Levante, pero con chiítas, sunitas y cristianos ocupados tratando de degollarse los unos a los otros, no se darían cuenta de los banqueros bien trajeados que desde los despachos se quejaban sarcásticamente de su falta de comportamiento civilizado mientras contaban su dinero.
Los irlandeses de 1916 comprendieron la naturaleza de la farsa: después de todo, fueron sus primeras víctimas.
Irlanda era una colonia mucho antes de que las grandes potencias se dividieran el resto del mundo en los siglos XVIII y XIX, y las estrategias que mantuvieron la isla pobre, atrasada, y rentable se trasplantaron a otras partes del planeta. Las divisiones religiosas mantuvieron en gran medida dócil a la India. Las divisiones tribales y religiosos hicieron posible gobernar Nigeria. El conflicto étnico cortocircuitó la resistencia en Kenia y Sudáfrica. La división sectaria funcionó bien en Siria, Líbano e Irak.
Irlanda fue el gran laboratorio del colonialismo donde los ingleses experimentaron formas de mantener el control sobre la población. La cultura, la religión, el idioma, y el parentesco eran todos ellos grano para el molino. Y cuando todo lo demás fallaba, Irlanda estaba prácticamente al otro lado del Mar de Irlanda: bastaba con matar a todas los ratas de laboratorio y empezar de nuevo.
Descubriendo el nacionalismo
El hecho de que los ingleses hubieran estado en Irlanda 747 años fue relevante en 1916.
Los irlandeses llamaron a la ocupación de Irlanda "el largo dolor", y les había vuelto un poco locos. Una sublevación en medio de una guerra con uno de los imperios más poderosos de la historia humana no parece ser una cosa terriblemente racional - y en verdad, hubo muchos irlandeses que aceptaron desde el comienzo que estaba condenada al fracaso.
La izquierda europea denunció la Sublevación de Pascua, sobre todo porque no pudo comprender su sentido. ¿Qué hacia un disciplinado intelectual marxista y líder sindical como James Connolly tomando las armas juntos a unos nacionalistas místicos como Padraig Pearse y Joseph Mary Plunkett? Uno de los pocos radicales que entendió lo que pasó fue V.I. Lenin, que calificó las críticas de la rebelión como "monstruosamente pedantes".
Lo que tanto Connolly como Lenin comprendieron fue que el levantamiento reflejaba una sociedad profundamente distorsionada por el colonialismo. A diferencia de muchas otras partes de Europa, en Irlanda diferentes clases y puntos de vista pudieron encontrar un terreno común precisamente porque tenían una experiencia similar: no importaba cuál fuera su educación, sus recursos, al final todos eran irlandeses, y eran en todos los sentidos tratados como inferiores por quienes les gobernaban.
La mayor parte de la izquierda europea recelaba del nacionalismo en general porque hacía borrosas las líneas entre oprimidos y opresores y minaba su análisis de que la clase era la gran línea de separación. Pero a medida que el mundo fue descubriendo medio siglo más tarde, el nacionalismo también podía ser una ideología que uniese a muchos contra los pocos.
Al final, crearía sus propios problemas y generaría sus propios monstruos. Sin embargo, para la gran mayoría del mundo colonial, el nacionalismo sería un ingrediente esencial de la liberación nacional.
Las civilizaciones libres
La rebelión de Pascua no fue el primer levantamiento anticolonial. Los americanos se liberaron de los ingleses en 1783; los griegos expulsaron a los turcos en 1832. La gran rebelión de los cipayos de la India estuvo a punto de expulsar a los británicos del subcontinente en 1857. Hubo otras también.
Pero había algo especialmente dramático en la idea de una revolución en el corazón de un imperio, y fue ese drama más que el propio acto de la sublevación lo que atrajo la atención del mundo. The Times de Londres culpó a la sublevación de Pascua de los disturbios en la India en 1919, cuando el ejército británico masacró a 380 civiles sij en Amritsar.The Timesnunca se molestó en explicar porque los irlandeses habían sido responsables.
Pero los irlandeses entendieron la conexión, aunque de manera algo diferente. Roger Casement, uno de los dirigentes de la rebelión de 1916, que fue ejecutado por traición en agosto de ese año, dijo que la causa de Irlanda era también la de la India, porque los rebeldes de Pascua luchaban "para unir de nuevo las civilizaciones libres de la tierra".
Como sublevación fue un fracaso, en parte porque todo el asunto se llevó a cabo en secreto. Probablemente no más de una docena de personas sabían lo que iba a pasar. Cuando la Fuerza de Voluntarios Irlandeses y el Ejército Ciudadano Irlandés marcharon hacia la oficina de correos, la mayoría de los transeúntes - incluyendo los ingleses - pensaron que sólo se trataba de los "muchachos", divirtiéndose un poco provocando otra vez a las autoridades británicas.
El secreto es malo para que triunfe una revolución. Los conspiradores pensaron que su ejemplo sería seguido por toda Irlanda, pero antes que la mayoría de los irlandeses supieran que es lo que estaba pasando, todo había terminado.
En comparación con otros levantamientos, ni siquiera fue excesivamente sangriento. Hubo unos 3.000 heridos y 485 muertos, muchos de ellos civiles. Los combatientes caídos en acción fueron 151 británicos y 83 rebeldes - incluyendo los 16 fusilados en las semanas posteriores. Devastó una milla cuadrada del centro de la ciudad de Dublín, y cuando las tropas británicas condujeron a los rebeldes prisioneros por las calles después de su rendición, la multitud escupió a los rebeldes.
Pero a medida que los pelotones de fusilamiento hicieron su trabajo día tras día, el sentimiento comenzó a cambiar.
Connolly fue tan gravemente herido que no podía mantenerse de pie, por lo que fue atado a una silla y fusilado. Asimismo, las autoridades se negaron a entregar los cadáveres de los líderes ejecutados a sus familias y los enterraron en cal viva. Unos 3.439 hombres y 79 mujeres fueron detenidos y encarcelados. Casi 2.000 fueron enviados a campos de internamiento, y 98 condenados a muerte. Otros 100 fueron sentenciados a largas penas de prisión.
A la gente no le gustó y las autoridades se vieron obligadas a suspender las ejecuciones. Además, la idea de una "República de Irlanda" no desapareció, a pesar de los asesinados, los ahorcados o los encarcelados.
Un sacrificio de sangre
El Levantamiento de Pascua fue ciertamente un asunto incómodo. Pearse lo llamó un "sacrificio de sangre", lo que sonaba demasiado al dicho católico de que "la sangre de los mártires es el sillar de la Iglesia".
Y, sin embargo, esa es la naturaleza de cosas como la sublevación de Pascua. El año 1916 achicharró todas las ideologías, las divisiones y los prejuicios que el colonialismo había construido a través de cientos de años, juntando a  algunos compañeros de viaje muy extraños. Los que soñaban con volver a constituir el antiguo reino de Meath lucharon en las barricadas junto a los discípulos de Karl Marx. Campesinos analfabetos tomaron las armas con la condesa Markievicz, que aconsejó a las mujeres a "empeñar sus joyas en el banco y comprarse un revólver."
Muchas de esas divisiones permanecen.
Habrá por lo menos dos celebraciones de la sublevación de Pascua. Los partidos del sistema - Fine Gael, Fianna Fail y el Partido Laborista - han organizado una serie de eventos previos a la celebración principal el 27 de marzo. El  Sinn Fein , que representa a la mayor parte de la izquierda irlandesa, tendrá su propia celebración. Varios pequeños grupos escindidos defenderán su propia historia particular de la sublevación de Pascua.
Y si quiere ser parte de ellas, puede comprar una "auténtica" camiseta de la Rebelión de Pascua en  "Eire Apparent". Todo está a la venta, incluso revolución.
En cierto modo, lo que estuvo en juego en 1916 fue la esencia de Irlanda y su larga, extraña historia. Pero 1916 es también la historia de la voluntad de los seres humanos de resistir, a veces contra todos los pronósticos, casi sin esperanza. No hay nada especial o especialmente irlandés en ello.
A corto plazo, la rebelión de Pascua fue la causa de la ejecución de personas que podrían haber impedido la guerra civil entre republicanos y nacionalistas en 1922-1923 que siguió al establecimiento del Estado Libre de Irlanda en 1921. El estado libre era independiente y autónomo, pero seguía siendo parte del Imperio Británico, y los británicos habían cercenado Irlanda del Norte manteniéndola bajo su dominio. Irlanda no llegó a ser verdaderamente independiente hasta 1937.
A la larga, sin embargo, la sublevación de Pascua levantamiento hizo imposible la continuación de la dominación británica en Irlanda. En ese sentido, Pearse estaba en lo cierto: el sacrificio de sangre había funcionado.
El nuevo colonialismo
¿Significa algo el centenario para la Europa de hoy? Quizá.
Al igual que la Europa de 1916, la Europa de 2016 está dominada por unos pocos a expensas de muchos. El colonialismo de los imperios ha sido sustituido por el colonialismo de los bancos y las finanzas.
La ocupación británica empobreció a los irlandeses, pero no eran muy diferentes de los griegos, españoles y portugueses - y sí, irlandeses – de hoy en día, que han visto sus condiciones de vida degradadas y sus hijos emigrados, todo para "rescatar" a unos bancos a los que no debían nada. ¿La mayoría de los europeos realmente controlan sus vidas hoy más que los irlandeses en 1916?
¿Es tan diferente la "troika" - el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional - de Whitehall en 1916? Este último llegó sin invitación a Irlanda; la troika domina la vida económica y política de la Unión Europea.
En su poema, "Semana de Pascua 1916", el poeta William Butler Yeats llamó al levantamiento el nacimiento de "una terrible belleza". Y así fue.
Pero el discurso de Pearse junto a la tumba del viejo guerrero feniano Jeremías O'Donovan Rossa puede ser más relevante: "Les advierto a los amos de mi pueblo: tened cuidado. Tener cuidado de lo que está por venir. Cuidado del pueblo que se levanta para tomar lo que no le dais”.

Proclamación de la República irlandesa
El manifiesto fue leído por Pádraig Pearse a los ciudadanos de Dublín desde las escaleras de la Oficina Central de Correos (GPO) en la calle Sackville (hoy O'Connell), el lunes 24 de abril de 1916. La proclamación de independencia fue aprobada por el Consejo Militar de la IRB en vísperas de la insurrección durante una reunión en Liberty Hall y entregada a Christopher Brady, un linotipista miembro de la ITGWU, quien imprimió 2.500 copias con la ayuda de sus asistentes, Liam Ó Briain y Michael Molly. Los tres trabajaron protegidos por guardias armados y en circunstancias adversas. La falta de tipos móviles los obligó a utilizar diferentes tipografías e incluso a crear algunas letras con moldes de cera. Según el testimonio del propio Brady, «la máquina estuvo lista para la primera impresión alrededor de las ocho y media de la tarde del domingo de Pascua y el trabajo estuvo terminado entre las dos y la una de la madrugada del lunes de Pascua... Le entregué la primera prueba de impresión a James Connolly a las nueve de la tarde y la cotejó con el manuscrito. Nunca volví a ver el manuscrito después de aquello [...] Aunque leí el manuscrito, no podría asegurar a quién pertenecía la caligrafía, pero desde luego no era la de Connolly, porque yo estaba familiarizado con su manera de escribir.»
Al terminar de leer el manifiesto, Connolly y Pearse se dieron la mano, mientras Connolly, según testimonios de la época, dijo: «¡Gracias a Dios, Pearse, que vivimos para ver este día!»
   
    EL GOBIERNO PROVISIONAL a los CIUDADANOS DE DUBLÍN
   

El gobierno provisional de la República de Irlanda saluda a los ciudadanos de Dublín en la ocasión trascendental de la proclamación de un ESTADO IRLANDÉS INDEPENDIENTE SOBERANO, que se encuentra ahora en el curso de ser establecido por irlandeses alzados en armas.
Las fuerzas republicanas mantienen las posiciones tomadas a las doce del mediodía del Lunes de Pascua, y en ningún lugar, a pesar de los violentos y continuos ataques de las tropas británicas, las líneas han sido rotas. El país se alza en respuesta a la llamada de Dublín y el logro final de la libertad de Irlanda es ahora, con la ayuda de Dios, sólo cuestión de días. El valor, el sacrificio y la disciplina de los hombres y las mujeres irlandeses están a punto de conseguir para nuestro país un lugar glorioso entre las naciones.
El honor de Irlanda ya ha sido ganado; todo lo que queda es vindicar su sabiduría y el dominio de sí misma. Todos los ciudadanos de Dublín que creen en el derecho de su propio país a ser libre prometerán su lealtad y su ayuda leal a la República irlandesa. Hay trabajo para todo el mundo: para los hombres, en la primera línea del frente, y para las mujeres en la provisión de ayuda y primeros auxilios. Todo hombre y mujer irlandés digno de ese nombre acudirá a prestar ayuda a su patria común en esta, su hora suprema. Todos los ciudadanos capaces pueden ayudar con la construcción de barricadas en las calles para detener el avance de las tropas británicas. Las tropas británicas han estado disparando a nuestras mujeres y a nuestra Cruz Roja. Por otra parte, los regimientos irlandeses del Ejército británico se han negado a actuar contra sus propios compatriotas.  
El gobierno provisional espera que sus partidarios, esto es, el grueso de la población de Dublín, perserven el orden y el dominio de sí mismo. El saqueo que ya ha ocurrido ha sido llevado a cabo por partidarios del Ejército británico. Irlanda debe mantener su nuevo honor libre de tacha. Hemos vivido para ver la proclamación de una República irlandesa. Así vivamos para asentarla y que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos disfruten de la felicidad y la prosperidad que la libertad traerá consigo.
En nombre del Gobierno provisional,
    P. H. PEARSE,
    Comandante en jefe de las Fuerzas de la República irlandesa y presidente del Gobierno provisional.
*Conn Hallinan Analista político y escritor, columnista de Foreign Policy in Focus.

 Traducción: Enrique García (Sin Permiso)