El 24 de abril de 2017 muere Agustín Edwards Dueño del diario chileno "El Mercurio", uno de los instigadores del golpe de estado que derroco a Salvador Allende

El decano de la prensa pinochetista
Publicado el 24 de abril de 2017

El propietario del grupo de medios encabezado por el diario El Mercurio fue uno de los impulsores del golpe contra Salvador Allende, para lo que recibió dinero de la CIA, y un férreo defensor de Augusto Pinochet. En 2015 el Colegio de Periodistas de Chile lo expulsó por su complicidad con la dictadura.

Tras permanecer cerca de dos meses en estado de coma inducido, Agustín Edwards falleció en su residencia en la región de O'Higgins a los 89 años.. Fue el dueño del diario El Mercurio, conocido como “el decano de la prensa chilena”, y de otros dos diarios nacionales, veinte periódicos regionales y una radio.

Edwards fue el aliado clave de la dictadura de Augusto Pinochet, luego de haber sido uno de los impulsores de la caída del socialista Salvador Allende. En abril de 2016 fue acusado formalmente de "sedición" por su supuesta responsabilidad en los actos de incitación previos al golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.

Documentos desclasificados de la CIA confirmaron que, a través de El Mercurio, el gobierno del presidente Richard Nixon financió a la oposición chilena para propiciar el derrocamiento de Allende. A Edwards se lo acusa también de encubrir durante la dictadura numerosos crímenes cometidos por el régimen pinochetista hasta marzo de 1990.

En 2015 el Colegio de Periodistas de Chile decidió expulsar al empresario mediático por su complicidad con la dictadura. "Como gremio, lamentamos que se haya ido en la total impunidad", comentó la presidenta del Colegio, Javiera Olivares. En una declaración, el gremio periodístico recordó que los medios de Edwards "fueron el soporte comunicacional de la conspiración contra el sistema democrático al servicio del golpe militar".

El documental “El diario de Agustín” de los directores Ignacio Agüero y Fernando Villagrán contó en 2008 la historia del empresario mediático cómplice de Pinochet y de los montajes periodísticos para ocultar los crímenes de la dictadura. La película incluyó un breve reportaje a Edwards que contó con este diálogo:

“-¿A usted le pareció bien que luego del golpe Pinochet cerrara todos los diarios menos El Mercurio?

-Edwards: Pues sí. A cualquiera le gusta que le eliminen la competencia."

Fuente

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Muere Agustín Edwards: El lápiz tras la dictadura de Pinochet

Por Paula Campos
para Radio U de Chile
publicado el 24 de abril de 2017

Heredero de un nombre que por seis generaciones ha estado ligado al poder, Agustín Edwards, uno de los ideólogos de la dictadura de Pinochet, murió a los ochenta y nueve años. El dueño de El Mercurio, será recordado por ser el gestor intelectual del capítulo más oscuro de la historia chilena.

Con ochenta y nueve años murió Agustín Edwards producto de una larga enfermedad que lo mantuvo grave desde enero de este año. Con él se fueron miles de secretos del capítulo más negro de la historia local. Deja El Mercurio como su legado. Un diario que desde su formación ha sido el puente perfecto para que el empresariado despliegue su discurso, seduciendo a los políticos y convirtiendo en verdad ideas propias del poder, incluso hoy a veintisiete años del fin del gran invento de Agustín: la Dictadura militar.

El dueño de El Mercurio tiene una historia ligada al poder. El primer Edwards que pisó Valparaíso siendo un inmigrante sin clase, se convirtió en empresario luego de obligar al Estado a garantizar apoyo en la extracción del salitre. De ahí en adelante, su familia ha formado parte de las voces influyentes de Chile, una dinastía que no ha dudado en intervenir en todos los momentos históricos que podían amenazar su fortuna y poder.

Agustín no es la excepción. Ya en los relatos adolescentes narrados por su hermana Sonia, se lo puede ver como un hombre seco, astuto y autoritario. Para conseguir su fin, no escatimaba en medios, esa es parte de la reflexión recogida por Mónica Echeverría en el libro Cara y sello de una dinastía.

Edwards: una mano en la prensa, la otra en el poder

Hijo de Agustín Edwards Budge y de María Isabel Eastman, cursó su educación inicial en el Heatherdown School de Londres, y la secundaria en The Grange School de Santiago de Chile. Si bien se jacta de haber estudiado derecho en la Universidad de Chile y luego periodismo en Princeton, su Biografía no autorizada publicada por el periodista Víctor Herrero, confirma que solo habría hecho tres años de derecho, sin titularse de ninguna profesión.

Luego de trabajar en Estados Unidos como reportero, Edwards regresó a Chile a trabajar en la empresa periodística de su familia. Primero, lo hizo en la sección internacional. Luego, en 1958, tras la muerte de Guillermo Pérez de Arce, asumió como presidente de El Mercurio.

En la década de los sesenta se desempeñó en múltiples tareas, una de ellas, ser el presidente de una universidad. Agustín formaba parte del consejo directivo de la Universidad Técnica Federico Santa María, cargo que heredó de su padre, quien –a su vez- también lo había heredado del suyo: desde 1931, fecha en que se creó la UTSM, los Edwards formaron parte de ella.

El interés del clan no estaba focalizado en el proyecto educativo de la Universidad. Más bien, desde allí resguardaron celosamente su patrimonio económico, colocando los dineros de la casa de estudios en empresas que controlaban o en las que quería tener mayor participación. Ejemplos de éstas son CCU, Compañía de Seguros La Chilena Consolidada, Cementos Melón, entre otras.

La línea de crédito de los Edwards llevaba años funcionando sin contratiempos. Sin embargo, en 1967, en el revuelo estudiantil, los alumnos de Valparaíso se tomaron la casa central: Ahí se descubrió el cordón umbilical que unía a los Edwards con la fortuna de Federico Santa María, quien puso su herencia a disposición del levantamiento de la Universidad.

La molestia de los estudiantes, parte del profesorado y funcionarios del plantel comenzó a acrecentarse. En ese momento, luego de décadas de manejo, el clan Edwards veía amenazado su futuro al interior de la Universidad, y con él, podrían venir complicaciones económicas para la familia.

Los problemas habían comenzado antes de la toma. El modelo que impulsaba Edwards y sus secuaces al interior de la Universidad era criticado fuertemente.  No se miraba con buenos ojos los vínculos empresariales del grupo educativo. Así lo señalaba entonces Luis Maira, joven diputado DC, que investigaba el manejo financiero de la institución.

Todos estos antecedentes que se divulgan en la biografía no autorizada de Agustín Edwards Eastman, dan cuenta del poder que Duny, como lo llamaba su círculo cercano, ejercía. Tal era la fuerza de su envestida que amenazó al Gobierno de Eduardo Frei Montalva de trasladar los capitales de la Universidad a Estados Unidos. Frei, que mantenía una estrecha relación con él, rechazó que el Congreso pudiera intervenir en la Santa María, sin embargo, hizo uso de sus facultades presidenciales y cambió el giro legal de la institución, pavimentando la salida de la familia Edwards del negocio.

El preludio, el golpe y la Dictadura

Con la salida de la Universidad, Duny no solo vio afectadas sus finanzas. También, perdió la fuente directa de noticias desde donde inventaba historias en contra de los estudiantes.

Con la frase “El Mercurio miente”, los alumnos de la UC lograron instalar la duda sobre un periódico en el que era recurrente leer de insurrecciones e instigaciones organizadas por quienes querían mejoras al sistema de enseñanza.

Años más tarde se comprobó el vínculo de El Mercurio con la CIA. Por ejemplo, cuando a finales de los setenta, un asesor del Senado estadounidense identificó a Mac Hale, reportero de educación del clan, como uno de los funcionarios pagados para implantar editoriales y noticias en el diario de Agustín.

En 2003, The Pinochet File, libro del director del National Security Archive, Peter Kornbluh, se rescató una frase dicha por el poderoso ex secretario de estado de Estados Unidos, Henry Kissinger: “Una visita de Agustín Edwards a Washington gatilló la decisión de Richard Nixon de apoyar un Golpe de Estado en Chile”.

La relación con el país del norte era antigua. En 1955, la Escuela de Economía de la Universidad Católica suscribía un convenio con la Universidad de Chicago, clave de la instalación del pensamiento neoliberal que se desató después del golpe. Veinte años después, Los Chicago Boys serían pieza fundamental del puzzle de Agustín.

En el 70, cuando Allende fue electo con una estrecha minoría y esperaba la ratificación del Congreso para asumir, Edwards viajó a Estados Unidos. Allí se reunión con Kissinger y Richard Helms, entonces director de la CIA. El mensaje del presidente Nixon había sido claro: “Evitar que Allende asuma el poder o derrocarlo”.

Edwards y la CIA se conocían desde hace años. Desde los años sesenta, existen nóminas de sueldos de la Agencia de Inteligencia a periodistas del Diario. Después, durante el setenta, usó a El Mercurio para desestabilizar al gobierno de Salvador Allende. Intervención que se da en el marco de las operaciones Track 1 y Track 2, donde el diario de Agustín aparecía como el brazo propagandístico del derrocamiento del líder del proyecto de la UP.

La relación de interés benefició a Duny con importantes recursos para su diario. El proyecto El Mercurio costó varios millones de dólares, sin los que no hubiese podido resistir al tiempo de la Unidad Popular: “La CIA gastó U$ 1,5 millones para apoyar a El Mercurio, el diario más grande del país y el canal más importante para propaganda contra Allende. De acuerdo a los documentos de la CIA, esos esfuerzos tuvieron un rol importante en preparar el escenario para el golpe militar del 11 de septiembre de 1973”, se señala en relatos de prensa.

“Murieron exterminados como ratones”

En el que probablemente es recordado como el titular más negro de la empresa periodística El Mercurio, se refleja la forma en que los Edwards manipularon la verdad y gestaron la ideología del golpe tras la muerte de Allende.

El titular publicado por La Segunda, otro de los medios de Agustín, hacía referencia a la Operación Colombo, donde 119 opositores fueron asesinados por la DINA.

La publicación, a la postre, se convertiría en un símbolo de la forma en que parte de la prensa chilena abordó las violaciones a los Derechos Humanos durante la Dictadura.

En Brasil, la red O Globo reconoció haber cometido un error al haber apoyado ideas de la dictadura. Sin embargo, en Chile, desde El Mercurio nunca ha habido una palabra de perdón, pese a que se ha comprobado de los montajes con los que falseó la verdad sobre la desaparición y muerte de cientos de compatriotas.

La implantación del neoliberalismo

Pocas horas después que la Junta Militar se instalara en La Moneda, sobre la mesa de los uniformados se encontraba “el ladrillo”, documento ideológico clave para el nuevo orden económico que se gestaría en el país. El cómo llegó a ese lugar, es otra de las rutas recorridas por Edwards.

El historiador Ángel Soto, autor de El Mercurio y la difusión del pensamiento político económico liberal, explica como el Diario es puesto al servicio de los Chicago Boys para que difundieran su pensamiento y establecieran el nuevo orden.

Agustín los conocía bien. En 1968 bajo su alero se había formado el centro de pensamiento Cesec que, entre otras cosas, contribuyó a la elaboración de un programa alternativo de gobierno para Jorge Alessandri. Así nacían las primeras líneas del texto que regiría el pensamiento de la Dictadura. Cesec también se apoderó de la parte económica de El Mercurio, desde ahí desplegó todas las ideas del neoliberalismo estadounidense.

No solo trabajó con el centro de pensamiento. Agustín Edwards creó a fines de la década del sesenta un círculo de amigos del mar. “La Cofradía Náutica de Amigos del Pacífico”, vinculó al empresario con la Armada, institución que después del golpe tomó el control económico del país. Nuevamente Duny había orquestado el camino.

Antes de eso, los marinos comenzaron a redactar los fundamentos económicos en los que se sustentó la Dictadura. En mayo del 73 desde la Cofradía se llamó a diez economistas a redactar “el ladrillo”, texto que en cinco postulados resume la ideología de la dictadura militar.

Ya en la década de los ochenta, El Mercurio siguió escribiendo el plan para sostener ideológicamente a la dictadura. Por sus filas pasaron políticos clave en la historia de la derecha chilena: Joaquín Lavín, Jovino Novoa, Sergio de Castro, Hernán Felipe Errázuriz, Sergio Fernández, Sergio de la Cuadra y Hernán Larraín son algunos de los que forjaron su historia política al alero de Agustín.

El Mercurio era más fuerte

A mediados de esos años, Edwards comenzó a acercarse a la oposición al régimen. Por eso, por ejemplo, muchos políticos detractores de la Dictadura aseguran que la historia del país no se puede entender sin El Mercurio, tal como lo señalara Ricardo Lagos en el 2000.

Había una estrategia política. Edwards y Estados Unidos nuevamente estaban detrás. Agustín hacía propias las ideas de los nuevos dignatarios del país del norte. Así, siguiendo a Reagan, logró instalar la idea de “democracia” en el corazón de los más férreos defensores del régimen. En esos días era habitual ver como Lagos, Patricio Aylwin o Enrique Silva Cimma expresaban sus opiniones en su diario. Duny se adelantaba a la salida de Pinochet y tejía para sí contactos que aún mantienen vivo su imperio.

Ya con Aylwin en el poder, El Mercurio olvidó los titulares de los setenta. Se abocó a ser un brazo de la transición, con un discurso que, por sobre el bien y el mal, abordada todos los temas propios del primer gobierno tras la salida del dictador.

Sin Estados Unidos y su apoyo comercial, Agustín necesitaba de dinero para seguir subsistiendo. Con las redes ya tendidas, solo debió empezar a recogerlas para ganar avisaje de todo tipo. Platas que, hasta hoy, le permiten seguir funcionando.

Impunidad hasta el final

En 2013, Edwards compareció como testigo ante el juez Mario Carroza en el caso que investigaba a los gestores del Golpe Militar. En 2013, en el aniversario 40 del fatídico once de septiembre, Sebastián Piñera llamó a los cómplices pasivos de la Dictadura a pedir perdón por sus actos. Agustín lo ignoró.

En 2015, el Colegio de Periodistas lo expulsó del gremio. En un acto de justicia con las víctimas de la dictadura, el grupo de profesionales decidió que Agustín Edwards no merecía ser parte de una agrupación que busca representar los ideales de justicia y verdad tras el periodismo. Un año después, las agrupaciones de Derechos Humanos solicitaron su procesamiento por sus responsabilidades en la preparación del golpe militar en 1973. Duny no alcanzó a ser juzgado como parte de los civiles responsables del capítulo más oscuro de la historia local.

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 “Chile: fallece el empresario periodístico Agustín Edwards, figura civil clave durante la dictadura”


Redacción de Nodal
publicado el 25 de abril de 2017


Agustín Edwards: Magnate periodístico y cómplice civil de la dictadura.
Agustín Edwards Eastman, el controvertido dueño de El Mercurio, murió este lunes a los 89 años de edad como uno de los más importantes magnates de la prensa chilena y una figura política clave para entender la historia de la segunda mitad del siglo XX en nuestro país.
Edwards jugó un rol fundamental como opositor al Gobierno de la Unidad Popular, con el apoyo decidido de Estados Unidos.
“La CIA gastó un millón y medio de dólares para apoyar a ‘El Mercurio’, el principal periódico del país y el canal más importante de propaganda contra Salvador Allende”, labor que operó “en la preparación del escenario para el golpe del 11 de septiembre de 1973”, consignó en 1975 el “Informe Church” del Senado norteamericano.
El periodista Víctor Herrero publicó en 2014 el libro “Agustín Edwards Eastman: Una biografía desclasificada del dueño de El Mercurio”, donde definió al empresario como “uno de los personajes más poderosos de Chile”, y reveló que sus contactos con la CIA comenzaron en la década del 60, varios años antes del triunfo de la UP.
“Para la elección de 1964, entre Frei Montalva y Allende, él ya estaba en Washington y estaba haciendo lo mismo que en el año 70”, explicaba en su momento Herrero a Cooperativa, al destacar que “la profundidad de sus lazos con algunos poderes de Estados Unidos era algo que no se sabía” hasta su investigación biográfica no autorizada.

“Cómplice del complot, partícipe de montajes”

El Mercurio y los otros medios de comunicación del grupo empresarial han sido históricamente la tribuna del pensamiento conservador en Chile, pero después del derrocamiento de Allende sirvieron también para ocultar crímenes de lesa humanidad.
La presidenta del Colegio de Periodistas, Javiera Olivares, señaló en la tarde del lunes a Cooperativa que “el diario El Mercurio fue cómplice del complot” contra Allende y que el propio Edwards fue parte de “la desestabilización de un gobierno democráticamente electo”.
Luego, ya en dictadura, se hizo “partícipe, a través de montajes comunicacionales, de invisibilizaciones de violaciones a los derechos humanos”.
Tristemente célebres son los recordados titulares de La Segunda “Exterminados como ratones” (24/07/1975, vinculado con la “Operación Colombo” de la DINA) y “No hay tales desaparecidos” (09/02/1977).
El 9 de abril de 1987 El Mercurio llevó en su portada las fotografías de dos jóvenes, Iván Barra y Jorge Jaña, acusándolos de haber sido parte de los “violentistas” que participaron en los desmanes en el Parque O’Higgins en medio de la visita del papa Juan Pablo II.
Ambos fueron detenidos y torturados por la CNI, pero tras quedar libres y demostrar su inocencia se querellaron por injurias y calumnias contra Edwards, logrando que fuera declarado reo e, incluso, estuviera encarcelado “por algunas horas”, recuerda The Clinic.
La revisión de estos casos provocó que, en abril de 2015, el Colegio de Periodistas decidiera expulsar a Agustín Edwards Eastman por “graves faltas éticas”.

Periodismo como “herramienta política”

“Una cosa es dirigir un medio de comunicación y otra cosa es utilizar ese medio -olvidando los preceptos éticos básicos del ejercicio periodístico- como una herramienta política; prestándose para vulnerar derechos de las personas y ocultar violaciones de los derechos humanos”, comentó Javiera Olivares.
Desde este punto de vista, “su eventual aporte al periodismo no puede separarse de su nefasta participación en la vulneración de la democracia y los derechos humanos”, agregó la dirigente gremial, resaltando que la sanción ética, en definitiva, “fue la única que tuvo en vida” el magnate.

“Sustento intelectual de la dictadura”

El sociólogo Eugenio Tironi agrega que a Edwards “le tocó toda la radicalización (política) de los años 60 y 70, el golpe de Estado, el periodo de la dictadura militar y toda la transición.
O sea, estuvo a la cabeza del diario en un periodo particularmente turbulento de la historia de Chile”.
Después de la asonada militar, “él fue muy importante en establecer nexos con la Escuela de Chicago, con el pensamiento neoliberal, que en ese entonces no era para nada predominante en el mundo, y eso fue muy importante como soporte intelectual del nuevo régimen que surge”.
Posteriormente, con el triunfo de los gobiernos de la Concertación, “Agustín Edwards y El Mercurio se adaptan y no se enfrentan a esta tendencia.
Buscan, claro, incidir con sus ideas, pero no se convierten en un obstáculo al proceso de la transición pacífica hacia la democracia”, aseguró Tironi a La Historia es Nuestra.

Para el analista, en definitiva, “El Mercurio ha ocupado un papel intelectual muy importante en el mundo de la derecha económica, política y cultural chilena, y ésa es una cuestión notable, porque más allá de que uno esté o no esté de acuerdo con la filosofía que expresa El Mercurio, ha sido muy consistente y muy perdurable en ese rol, algo que no en todos los países lo hacen periódicos”, y menos en América Latina.

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