18 de enero de 1983: Muere el ex presidente de la Nación Dr. Arturo Humberto Illia

Boletín Bambú
publicado el 18 de enero de 2007

Durante su mandato en 1965 el escuadrón Güemes mató en San Justo a José Gabriel Mussi y Ángel Norberto Retamar, jóvenes obreros peronistas.

De Illia persiste la imagen del apacible presidente con hábitos provincianos, ético, que dormía la siesta después del almuerzo y cruzaba a la Plaza de Mayo para darles de comer a las palomas.  

Los peronistas no piensan lo mismo. 


No olvidan que el viejito bueno llegó al gobierno en 1963 con sólo dos millones y medio de votos, un miserable el 23 por ciento de los sufragios, y con el peronismo proscrito desde el triunfo de la "revolución libertadora" en septiembre de 1955, es decir desde ocho años antes. 

Illia asumió el 12 de octubre de 1963 y dos meses más tarde, para legitimar su falta de representatividad, decretó una amnistía para cientos de peronistas encarcelados por el Plan de Conmoción Interna del Estado (Conintes) de los gobiernos de Frondizi y Guido.

Después, el ministerio del Interior los persiguió con el mismo entusiasmo que los dos anteriores. 

En octubre se conoció una carta abierta a Illia que escribió Jorge Ricardo Masetti, el Comandante Segundo, desde la selva de Orán, en Salta. 



 En sus principales párrafos la carta decía: "El pueblo argentino puede decirle sin equivocarse que es usted el producto del más escandaloso fraude electoral, en toda la historia del país. [...]. Usted, doctor Illia, aún puede rectificar y hacer un gran bien a nuestra nación. 



Renuncie a ser presidente fraudulento, denuncie el fraude por su nombre y exija elecciones verdaderas, generales y libres". 


Bajo el gobierno de Illia la Guardia de Infantería de la Policía Federal estrenó unos garrotes de más de un metro de largo, llamados "bastones", de madera o de acero recubierto con goma, que evitaban la lucha cuerpo a cuerpo y los usaba con gran éxito la policía de Estados Unidos. 



A partir de entonces y durante muchos años, esos bastones se descargaron sobre las cabezas y las espaldas de los peronistas. Son los mismos que después, ya con Onganía, se usaron en "la noche de los bastones largos". 

En octubre de 1964, cuando llegó de visita el general Charles de Gaulle, los peronistas lo seguíamos por todos lados y coreábamos: "¡De Gaulle, Perón, un solo corazón!" y "¡De Gaulle, Perón, tercera posición!". Desde el exilio, Perón había ordenado: "Vayan a recibirlo como si se tratase de mi propia persona".

Al día siguiente, los titulares de los dos diarios antiperonistas fueron ilustrativos. La Nación: "Grupos peronistas dieron motivo a varios incidentes". La Prensa: "Provocaron desórdenes grupos que expresaban su adhesión al ex tirano". 



Durante la visita de De Gaulle, por primera vez desde 1955 aparecieron afiches con la cara de Perón, lo que estaba prohibido por los sucesivos gobiernos de la Revolución Libertadora, por Frondizi, por Guido y por el viejito bueno Illia. 



Los imprimieron clandestinamente estudiantes peronistas de la Facultad de Farmacia en un taller gráfico del Partido Socialista, en Parque Patricios.

El vigilante nocturno de la imprenta era un viejo peronista y les permitió a los muchachos trabajar en horas de la madrugada. 


Los carteles se veían en todos lados porque los peronistas aparecían en los lugares a los que va De Gaulle: el Congreso, la Plaza Francia, las avenidas
que recorría en vehículos oficiales, a cada paso que daba. 



Cuando el franchute viaja a Córdoba para inaugurar una fábrica automotriz, la policía reprime con dureza a los manifestantes peronistas: hay enfrentamientos callejeros, 29 heridos y varios dirigentes sindicales detenidos. 


 El 7 de octubre de 1964, La Prensa titula: "Mucho público presenció la llegada del general de Gaulle a la ciudad de Córdoba. Adictos a la tiranía provocaron diversos incidentes". 



En esa época, los autodenominados “32 Gremios Democráticos" -socialistas, radicales y liberales- critican al peronismo calificándolo de "una imitacióndel nazibolchevismo". 


El primero de diciembre de 1964, cuando llega la noticia de que Perón ha partido de España rumbo a Argentina en la llamada Operación Retorno, Illia se reúne con los ministros del Interior, Defensa y Relaciones Exteriores.

Ordenan a la Policía Federal desplegar un operativo de seguridad en las calles de Buenos Aires e impedir manifestaciones. 



Buenos Aires parecía Varsovia ocupada por los nazis. 

El canciller Miguel Ángel Zabala Ortiz -ex comando civil y ex piloto que bombardeó Plaza de Mayo en junio de 1955- llamó por teléfono y sacó de la cama al embajador argentino en Brasilia para que le pida a la dictadura del mariscal Castello Branco que pare el viaje de Perón. 



En el aeropuerto del Galeão le comunicaron que era "persona no grata" y que no podía seguir viaje previsto ni permanecer en territorio brasilero. La única opción que le dejan al hombre cansado que acaba de cruzar el Atlántico es retornar al punto de partida. 



En los primeros meses de 1965 hubo grandes conflictos a causa de los bajos salarios. Hubo huelgas de ferroviarios, telefónicos, marítimos, portuarios y personal de servicios aéreos, a los que se sumaron empleados de Correos y Telecomunicaciones, Vialidad Nacional y la Dirección General Impositiva. 



Durante el mandato de Illia se produjeron la friolera de once mil huelgas y ocupaciones de fábricas y se calcula que más de tres millones de trabajadores protestaron en las calles. 


El 21 de octubre de 1965 la CGT lanzó un plan de lucha y hubo marchas en las principales plazas de Buenos Aires. 



Todas fueron disueltas violentamente por órdenes del ministerio del Interior. En la plaza de Morón, el Escuadrón Güemes de la policía de la provincia mató a balazos a Néstor Méndez, un trabajador bancario de 20 años, militante de la Federación Juvenil Comunista.

El mismo escuadrón mató en la plaza de San Justo a José Gabriel Mussi y Ángel Norberto Retamar, jóvenes obreros metalúrgicos peronistas. 



Son muy emocionantes los diálogos cívicos de Illia con el coronel Perlinger y el general Alsogaray, pero lo cierto es que el viejito no pasa la prueba del archivo.