Manuel Dorredo. Cartas y testimonios sobre su fusilamiento. Diciembre de 1828

Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe


Misivas y otros escritos

  • Comunicación de Juan Lavalle informando la captura de Manuel Dorrego
11 de diciembre de 1828
Señor ministro
En este momento he recibido una nota del teniente coronel de húsares don Bernardino Escribano, dándome parte de haber prendido al coronel Dorrego en las inmediaciones de Areco, y de conducirlo a este punto…
Saludo al señor ministro, repitiéndole mis asentimientos de aprecio
Juan Lavalle


  • Carta del Almirante Brown, delegado en Buenos Aires a Lavalle
12 de diciembre de 1828
Señor gobernador don Juan Lavalle:
Mi apreciado señor:
La carta original de Dorrego que incluyo a usted le informará de sus deseos de salir a un país extranjero, bajo seguridades: mi opinión a este respecto, como particular, está de conformidad, pero asegurando su comportamiento de no mezclarse en los negocios políticos de este país… Esta es mi opinión privada, mas usted dispondrá lo que considere mejor, para asegurar los grandes intereses de la provincia; quedando su muy atento amigo y servidor
W. Brown


  • Carta de Juan Cruz Varela a Lavalle sugiriendo de manera implítica el fusilamiento de Manuel Dorrego
12 de diciembre de 1828 (a la noche)
Señor don Juan Lavalle
Mi general:
Después de la sangre que se ha derramado en Navarro, el proceso del que la ha hecho correr, está formado: ésta es la opinión de todos sus amigos de usted; esto será lo que decida de la revolución; sobre todo, si andamos a medias… En fin, usted piense que 200 o más muertos y 500 heridos deben hacer entender a usted cuál es su deber…Cartas como éstas se rompen, y en circunstancias como las presentes, se dispensan estas confianzas a los que usted sabe que no lo engañan, como su atento amigo y servidor.
Juan Cruz Varela
  • Fragmento de la Carta de Salvador María del Carril a Lavalle pidiendo medidas extremas contra Manuel Dorrego
12 de diciembre de 1828.
Señor general don Juan Lavalle
Querido general:
[...] Ahora bien, general, prescindamos del corazón en este caso [...]
Así, considere usted la suerte de Dorrego. Mire usted que este país se fatiga 18 años hace, en revoluciones, sin que una sola haya producido un escarmiento [...]. En tal caso, la ley es que una revolución es un juego de azar en el que gana hasta la vida de los vencidos cuando se cree necesario disponer de ella. Haciendo la aplicación de este principio de una evidencia práctica, la cuestión me parece de fácil resolución. Si usted, general, la aborda así, a sangre fría, la decide; si no, yo habré importunado a usted; habré escrito inútilmente, y lo que es más sensible, habrá usted perdido la ocasión de cortar la primera cabeza a la hidra, y no cortará usted las restantes; ¿ entonces, qué gloria puede recogerse en este campo desolado por estas fieras ?.
Nada queda en la República para un hombre de corazón”.
Salvador María del Carril
  • Fragmento de la misiva de Juan Estanislao Elías a su hermano Angel narrando los sucesos. 1843
Señor don Angel Elías
Mi estimado hermano:
[...] Cerca de las dos de la tarde hice detener el carro frente a la sala que ocupaba el general Lavalle, y desmontándome del caballo fui a decirle que acababa de llegar con el coronel Dorrego.
El general [Lavalle] se paseaba agitado a grandes pasos y al parecer sumido en una profunda meditación, y apenas oyó el anuncio de la llegada de Dorrego, me dijo estas palabras que aún resuenen en mis oídos después de cuarenta años:
Vaya usted e intímele que dentro de una hora será fusilado.
El coronel Dorrego había abierto la puerta del carruaje y me esperaba con inquietud. Me aproximé a él conmovido y le intimé la orden funesta de que era portador.
Al oírla, el infeliz se dio un fuerte golpe en la frente, exclamando: ¡Santo Dios!
Amigo mío, me dijo entonces, proporcióneme papel y tintero y hágame llamar con urgencia al clérigo Castañer, mi deudo, al que quiero consultar en mis últimos momentos [...]
Como la hora funesta se aproximaba, el coronel Dorrego me llamó y me dio las cartas, una que todo el mundo conoce, para su esposa, y la otra de que yo solo conozco su contenido, para el gobernador de Santa Fe don Estanislao López.
Ambas cartas se las presenté al general Lavalle, quien sin leerlas me las devolvió, ordenándome que entregase la dirigida a su señora y que a la otra no le diera dirección.
Juan Elías
Carta de Gregorio Aráoz de Lamadrid a Doña Angela Baudrix, esposa del Cnel. Manuel Dorrego
Navarro, Diciembre 13 de 1828.
Manuel Críspulo Bernabé Dorrego Salas (1787, 1828)
Sra. Doña Angela Baudrix
De mi mayor aprecio:
Con el comisario D. Pedro Casarino, remito a disposición de Ud. unos apuntes que me entregó antes de morir mi desgraciado Compadre, para que los pusiera en manos de Ud. Lleva también una memoria que me encargó entregase a la hija menor, y unos tiradores para la mayor para que ambas piezas las conservasen en memoria de su Padre, y para Ud. su chaqueta, que me entregó pidiéndome la que yo tenía puesta para morir con ella.
El poncho que también remito me dijo era de su hermano, el Sr. Don Luis, y otros encargos particulares que me hizo se los comunicaré a nuestras vistas.
Yo compadezco a Ud. Señora y le acompaña en su sentimiento su atento S.S.Q.S.P.B.
Gregorio Aráoz de Lamadrid
  • Carta de Manuel Dorrego a su esposa
12 de diciembre de 1828
Mi querida Angelita:
En este momento me intiman que dentro de una hora debo morir; ignoro por qué; más la Providencia divina, en la cual confío en este momento crítico, así lo ha querido. Perdono a todos mis enemigos y suplico a mis amigos que no den paso alguno en desagravio de lo recibido por mí.
Mi vida: Educa a esas amables criaturas: sé feliz, ya que no lo has podido ser en compañía del desgraciado
Manuel Dorrego
  • Carta de Manuel Dorrego a sus hijas
12 de diciembre de 1828
Mi querida Angelita:
Te acompaño esa sortija para memoria de tu desgraciado padre.
Manuel Dorrego
Mi querida Isabel:
Te devuelvo los tiradores que hiciste a tu infortunado padre.
Manuel Dorrego
Sed católicas y virtuosas que esa religión es lo que me consuela en este momento.
  • Carta a su sobrino, Don Fortunato Miró
12 de diciembre de 1828
Mi apreciado sobrino:
Te suplico me arregles mis cuentas con Angela, por si algo le toca para vivir a esa desgraciada. Recibe el adiós de tu tío,
Manuel Dorrego
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  • Carta en un trozo de papel de Manuel Dorrego a su esposa
Mi vida:
mándame a hacer funerales, y que sean sin fausto. Otra prueba de que muero en la religión de mis padres,
tu Manuel
Todos los documentos de minas en compañía de Lecoc están en la cómoda vieja; que Lecoc sea dueño de todas y dé a mi familia lo que tuviese a bien.
Que Fortunato te entregue lo que a conciencia crea tener mío.
Calculo que Azcuénaga me debe como tres mil pesos.
José María Miró, mil quinientos.
De los cien mil pesos de fondos públicos que me adeuda el Estado, sólo recibirás las dos terceras partes; el resto lo dejarás al Estado.
A Manuela, la mujer de Fernández, les darás trescientos pesos.
A mis hermanos, y demás coherederos, debes darles o recabar de ellos como mil quinientos pesos, que recuerdo tomé de mi padre y no he repartido a ellos./
  • Carta a Estanislao López
13 de diciembre de 1828
Señor gobernador de Santa Fe don Estanislao López.
Mi apreciable amigo: En este momento me intiman a morir dentro de una hora. Ignoro la causa de mi muerte; pero de todos modos perdono a mis perseguidores.
Cese usted por mi parte todo preparativo, y que mi muerte no sea causa de derramamiento de sangre. Soy su afectivo amigo.
Manuel Dorrego

  • Carta a su amigo Miguel de Azcuénaga
13 de diciembre de 1828
Señor don Miguel S. Azcuénaga:
Mi amigo, y por usted a todos:
Dentro de una hora me intiman debo morir, ignoro por qué; la Providencia así lo ha querido.
Adiós, mis buenos amigos, acuérdense ustedes de su
Manuel Dorrego
  • Comunicado de Juan Lavalle informando el fusilamiento de Dorrego
13 de diciembre de 1828
Señor Ministro:
Participo al gobierno delegado que el coronel don Manuel Dorrego acaba de ser fusilado por mi orden al frente de los regimientos que componen esta división.
La historia, señor ministro, juzgará imparcialmente si el coronel Dorrego ha debido o no morir; y si al sacrificarlo a la tranquilidad de un pueblo enlutado por él, puedo haber estado poseído de otro sentimiento que el del bien público.
Quisiera persuadirse el pueblo de Buenos Aires, que la muerte del coronel Dorrego es el sacrificio mayor que pueda hacer en su obsequio.
Saludo al señor ministro con toda atención
Juan Lavalle


  • Carta de las frustradas gestiones de Eustaquio Díaz Vélez frente al embajador de Estados Unidos para permitir la salida de Dorrego
15 de diciembre de 1828
Señor don Juan Lavalle
Mi querido general y amigo de toda mi estimación:
[...] En esta misma posición, es en la que llego como amigo suyo y de Dorrego, a interponer mi mediación, para que él vaya a Estados Unidos, yexplicaré cómo debe ser en mi opinión… Dorrego debe salir inmediatamente sin toca en el pueblo, extrañado perpetuamente, dando garantías que podrán prestarlas los mismos mediadores, y privado también de la ciudadanía, etc. Esto es digno, más que fusilarlo, aun después de un juicio muy dudoso, si se han de consultar los ápices de la justicia
Díaz Vélez
P.D.: en caso que Dorrego vaya a Estados Unidos, Forbes dará buque al instante.
  • Memorias de Tomás Iriarte. Fragmento
He dicho que desde que supe que Dorrego estaba en poder de Lavalle no dudé un momento de que éste lo fusilaría, y como prueba de esta convicción, haré mención de un sueño que tuve en la noche del 13 al 14: bien que no soy hombre que crea en sueños. Dorrego fue fusilado en la tarde del 13 al frente del ejército en una estancia inmediata a Navarro; pues bien, yo soñé esto mismo y mi imaginación ocupada de esta escena mientras estaba despierto, me la representó muy al vivo mientras dormía, de modo que por la mañana comuniqué el sueño a varios individuos de mi familia, y varios amigos de confianza. Por la tarde cuando llegó la noticia del infame asesinato, no me sorprendí lo más mínimo; y al primero que me la comunicó, le contesté lo que había soñado. La cosa era muy natural, cuando el ánimo está preocupado y excitado con gran interés en un objeto, en un desenlace probable de algún suceso, las ideas se repiten durante el sueño.