Plisétskaya expresó su salto definitivo

Jorge T Colombo
ContraInfo 
3 de mayo de 2015

A los 89 años muere la bailarina rusa Maya Plisétskaya. Su corazón se detuvo en Alemania a los 89 años, de acuerdo con un comunicado oficial del director general del Teatro Bolshói, Vladímir Urin. Fue su marido Rodión Schedrín quien dio la primera información. Relató Urin a la agencia Tass, que lo médicos intentaron impedir su muerte hasta el final.
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Evoco unos versos del poeta Ezra Pound,  y me tomo la licencia de modificarlos levemente y a modo de homenaje, nada más que para esta ocasión: … “El alba entra con sus pies diminutos como una dorada Plisétskaya, y yo estoy cerca de mi deseo”. Fragmento de “Buhardilla”.


Perfección formal y gracia pueden intentar definir, en pocas palabras, la danza de Maya. Todas las bailarinas del mundo vieron en ella un modelo de inspiración.

Es casi imposible imaginar el duro trabajo que debió enfrentar Maya, como otras figuras del ballet, para fascinar a sus espectadores como ella logró hacerlo desde el escenario a lo largo del tiempo, y que la convirtieron es una especie de leyenda a la manera de Ana Pavlova, su predecesora. Perteneció durante 50 años al Bolshoi de Moscú, período durante el cual recibió muchas distinciones, tales como, al Artista Popular de la URSS, el Premio de Lenin y el Orden ‘Por los méritos ante la Patria’, grados III, II y I.

Estudió en la Escuela Coreográfica de Moscú hasta 1943. ‘El lago de los cisnes’ fue central en el desarrollo de su danza, en lo formal y en lo anímico, a pesar de que se destacó tanto en baile clásico como moderno. Entre 1947 y 1977 interpretó la obra de Chaikovski más de 800 veces. “Siempre creía y sigo creyendo que ‘El lago de los cisnes’ es una prueba para cualquier bailarina. En este ballet no se puede ocultar nada. Todo está en la palma de la mano: dos personajes, el negro y el blanco, toda la paleta de colores y pruebas técnicas, el arte de la transformación, el drama del final”, dejó por escrito, en su autobiografía ‘Yo, Maya Plisétskaya…’

En el vocabulario del ballet, “jete” significa saltar o brincar y “grand” simplemente significa grande, así que un “grand jete” es un gran salto. Si has visto una presentación de ballet, es posible que hayas visto bellos “grands jetes”, hechos por bailarines femeninos y masculinos. Aprender a hacer uno requiere de práctica, pero si sigues estos pasos, estarás encaminada a volar por el aire por un breve momento, logrando un bello “grand jete”.

El jefe del Ballet Clásico Ruso, Viacheslav Gordéyev, recordando a Maya, expresó: “Cada vez era como un descubrimiento, había algo nuevo en su interpretación. Cada espectáculo era una impresión que se quedaba para toda la vida. Es digna de admiración la vida de Plisétskaya en el ballet”.

Otro bailarín ruso, Andris Liepa dijo que Plisétskaya era la única bailarina a la que dedicaron sus obras los más destacados coreógrafos del siglo XX: Jakobson, Roland Petit, Béjart y Grigoróvich.


El baile de Plisétskaya, como es característica de todos los grandes artistas innovadores, adelantaba el tiempo que le tocó vivir. Todo lo que realizó mediante su danza, incluso parece superar la mera temporalidad humana.