Un planificador para los tiempos difíciles: Semblanza de George F. Kennan (1904-2005)

Por Hugo Contreras Morales* 
para Contexto

Los cables internacionales nos trajeron el pasado viernes 18 de marzo [de 2005] la noticia de la desaparición de George F. Kennan, un diplomático, analista y policy maker estadounidense cuyas contribuciones y aproximaciones acerca de la Unión Soviética permitieron delinear, en su tiempo y, de una u otra forma, el perfil de la política estadounidense de la guerra fría hacia la otrora potencia enemiga de Norteamérica. 

Haciendo un especialista en cuestiones soviéticas 

Nacido en Milwaukee el 16 de febrero de 1904 en el seno de una familia de ascendencia irlandesa-escocesa, Kennan fue enviado a muy temprana edad a Alemania a aprender el idioma de esa nación, que sería la primera de las muchas otras lenguas que dominaría en su vida: ruso, francés, polaco, checo, portugués y noruego. Con estudios superiores en la Academia Militar de Saint John en Delafield, Wisconsin, y en la Universidad de Princeton, donde obtuvo su licenciatura en 1925, George F. Kennan ingresa el mismo año al Servicio Exterior estadounidense, habiéndose desempeñado como Vicecónsul en Ginebra y Hamburgo y como Tercer Secretario en la legación de su país en Letonia. En la década de los veinte el joven Kennan escoge hacerse especialista en la Rusia Soviética y es en tal virtud que sigue estudios del idioma ruso en la Universidad de Berlín, licenciatura que le permite ser escogido para integrar la primera Embajada de los Estados Unidos ante la Unión Soviética el año de 1933, cuando se establecen las relaciones diplomáticas entre ambos países. Kennan llegó a servir otras tres veces más en Moscú (Segundo Secretario 1935-1936, Ministro Consejero 1944-1946 y como Embajador, en 1952). Es durante todos esos años que el diplomático y analista norteamericano comprende la evolución del pensamiento soviético para, sobre esa base, efectuar sus valiosas recomendaciones que influyeron decisivamente en la política estadounidense en el período de guerra fría.

 Un “cablegrama largo”

Es a propósito de un específico requerimiento del Departamento del Tesoro estadounidense que buscaba comprender mejor las razones de la oposición soviética al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional, que el señor Kennan prepara el considerado, no sólo más famoso cablegrama de la historia diplomática norteamericana, sino el primero de los notables muchos otros influyentes documentos que elaboró con explicaciones precisas sobre la mentalidad soviética y con recomendaciones acerca de cómo proceder para “contener” políticamente al comunismo en el mundo. Antes de la emisión del conocido como “largo cablegrama(1) ”, recibido en Washington el 22 de febrero de 1946, la burocracia de los Estados Unidos concebía la relación con los soviéticos –sus aliados durante la II Guerra Mundial- como prometedora y con grandes perspectivas fundadas en la “amistad” generada durante la conflagración bélica. Merece destacarse que Kennan había emitido antes muchas otras aproximaciones acerca del proceder soviético, que según él, se caracterizó por su hostilidad y sospecha hacia un valioso “aliado” durante la guerra y después de ella. En el cablegrama, George F. Kennan afirmó ante sus superiores del Departamento de Estado, que si bien el poderío soviético “era inmune a la lógica de la razón” también era “sumamente sensible a la lógica de la fuerza”, urgiendo al gobierno estadounidense a “contener” a los soviéticos,  combatiendo sus intentos por expandir su influencia “mientras se esperaba a que el comunismo colapse, cosa que ocurrió en 1991”.2 El diplomático sostuvo en el “cablegrama” que la Unión Soviética sólo debía ser retada si es que ella amenazara específicas áreas de interés estadounidense y que no debía pensarse que esta “contención” iba a lograrse sólo mediante alianzas militares o convirtiendo a Europa en un campo armado. Sentenció que el Comunismo debía ser confrontado políticamente cuando incursionare fuera de la esfera de influencia soviética. 

El señor “X” 

Lo que originalmente debía ser una ayuda memoria ilustrativa acerca de la naturaleza del poder soviético para el entonces Secretario de Marina James V. Forrestal(3)  , devino en el segundo documento de importancia preparado por Kennan – y el primero de acceso directo al público- y que consolidó su tesis de la “contención” del comunismo. Aparecido en julio de 1947 en la revista “Foreign Affairs”, “Las Fuentes de la Conducta Soviética” no llevó la firma de George F. Kennan sino la de un anónimo colaborador bajo el seudónimo de “X”(4) . Kennan debió esconderse tras los velos del anonimato en vista que el analista había reingresado al Servicio Exterior estadounidense –tras una breve incursión académica en el “Colegio Nacional de Guerra”- pero muy pronto la autoría del ensayo fue conocida. En este artículo George F. Kennan volvió a reiterar su tesis de la contención y pronosticó la caída del comunismo (un sistema que contenía los elementos de su propia debilidad enfrente del modelo económico, social y político de los Estados Unidos). Se señalaba que la Unión Soviética –debido al desgaste de la guerra- no representaba amenaza militar alguna para Norteamérica y sus aliados, pero constituía un fuerte rival político e ideológico(5) , sentenciando: “La presión soviética contra las instituciones libres del mundo occidental es algo que debe ser contenido con la diestra como vigorosa aplicación de una fuerza contrapuesta”. Esa fuerza, según el sentir de Kennan, debía tomar la forma de la diplomacia y las acciones encubiertas, pero no de la guerra. 

Consideraciones de Kennan

El profesor Kennan plantea en sus consideraciones sobre la Rusia Soviética de a fines de los cuarenta (tanto en el “largo cablegrama” como en su célebre artículo firmado “X” y otros textos inmediatamente posteriores(6) las siguientes importantes consideraciones que deben ser mensuradas conforme a las particularidades del momento en que efectúa su análisis:
• Existe una gran confusión sobre la política norteamericana en relación a la Unión Soviética, y sobre la actitud de ese país hacia los Estados Unidos. 
• En este escenario, se habla de la necesidad de una "guerra preventiva", de la "inevitabilidad del conflicto" y de "imperialistas mercaderes de la guerra" quizá azuzando la concreción del mismo.

A efectos de aclarar estas conjeturas, Kennan planteó -y contestó- cinco cuestiones básicas.
  
1. ¿Proyectan los rusos hacernos la guerra?

 “Sólo los líderes soviéticos pueden contestar esta interrogante”, afirmaba Kennan. Conviene recordar sin embargo -indicaba el diplomático- las palabras de Lenin en el sentido que "la coexistencia de la Republica Soviética con los Estados imperialistas durante largo tiempo, es cosa inconcebible. Uno de los dos tendrá que vencer al cabo. Y antes que llegue ese fin, es inevitable una serie de choques pavorosos entre la República Soviética y los Estados Burgueses". Sin embargo, para la doctrina stalinista no se exige la guerra. A la larga el capitalismo se derrumbará, en gran parte bajo su propio peso, es decir como consecuencia de las contradicciones inherentes al sistema. El papel del comunismo consiste en acelerar esa caída "y en ayudar, como la comadrona, en el alumbramiento del orden socialista". Apuntaba el norteamericano: “No existe en la doctrina stalinista un postulado que señale como responsabilidad del Ejercito Rojo del Soviet el derrocamiento del capitalismo mediante acción militar directa. Semejante premisa es ilógica e impropia desde el punto de vista comunista: si no ocurriera tal ataque, se entendería que el capitalismo es un sistema sano y capaz de sobreponerse permanentemente a sus propias contradicciones.” Esto en cuanto a la doctrina. Sobre las tradiciones, decía que Rusia ha cambiado más el predicamento comunista de lo que el comunismo cambió a Rusia. Todo ello porque Rusia ha tenido un historia expansionista, “expansión ladina y cautelosa, de paciencia para esperar las oportunidades para ampliar las fronteras existentes, sin riesgos indebidos”, como anota Kennan. Por lo vasto de su territorio y la naturaleza de su situación geográfica, aunado a su atraso técnico y económico, los rusos se preocupan por el problema de la tierra y esto les ha impedido lanzarse a aventuras que los hubieran alejado de sus fronteras terrestres y los territorios inmediatos. El imperialismo ruso es un proceso de pequeños bocados -p.ej. los países satélites de la Europa oriental- por lo general difíciles de masticar. “¿Rusia tiene - a partir de realidades prácticas- un interés para hacer la guerra en los momentos actuales?”, se preguntaba el analista. A poco menos de cinco años desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial (que es cuando aparecen sus escritos), se respondía que no; que ese conflicto fue horriblemente agotador para los rusos, así como destructivo. No obstante el progreso –pronosticaba Kennan- transcurrirían varios años antes de que se remedien los daños humanos y materiales dejados por la conflagración. “Considérese además que la URSS esta dedicada a ejecutar un programa económico que la convierta en un Estado fuerte y bien equilibrado”. En resumen, los líderes rusos de la época stalinista creían en la caída de los EE.UU, harían cuanto en su mano estuviera por acelerarla, pero no pondrían en peligro la seguridad y fortaleza del comunismo. Seguidamente, el profesor Kennan lanzó una de sus más controvertidas prognosis (para su tiempo), la que finalmente fue corroborada en los distintos escenarios críticos para la paz mundial que recorriera la URSS en su rivalidad con Norteamérica, hasta su extinción a inicios de los noventa: “Los rusos no tienen proyectado un ataque militar contra el Mundo Occidental”. 

2.- ¿Como se afecta esta situación por el hecho que Rusia este construyendo armas atómicas? 

“El que Rusia tenga la bomba atómica no afecta gran cosa la situación”, señalaba el profesor de Princeton. Todo ello por considerar que la bomba es complicada, costosa y difícil de producir y porque por si sola una bomba atómica no podría ganar una guerra total contra una gran nación industrial, a menos que fuera posible lanzar un numero suficiente de bombas para paralizar la resistencia militar desde el comienzo y obligar así al gobierno a pedir la paz en las condiciones impuestas por el agresor.
 Seguidamente Kennan señalaría: “No existen indicios de que la Unión Soviética posea el numero necesario de bombas y de transportes”. Naturalmente, esta aseveración, propia de su tiempo, cambió significativamente con el paso de los años y con el impresionante desarrollo soviético en la cohetería y aeronáutica militares, además de la acumulación de ojivas nucleares. Sin embargo, los desfases tecnológicos y de recursos para producir ingenios militares suficientes para rivalizar con los Estados Unidos nunca terminarían de desaparecer. Los soviéticos jamás alcanzaron el desarrollo de ingenios como el de la denominada “guerra de las galaxias”, ni llegaron a la Luna, como tampoco pudieron hacer volar su transbordador espacial “Burán”. Esa potencia militar suficiente que Kennan consideró -a fines de los cuarenta como decisiva para que los soviéticos provistos de armas nucleares hubieran iniciado una guerra victoriosa, nunca llegó. Kennan también analizó el tema de las represalias, considerado por los rusos: “En una guerra en que el adversario también tiene bombas y medios de lanzarlas, es preciso reflexionar no sólo en lo que uno le pueda hacer a él, sino también en lo que él le pueda hacer a uno. Bastara que dos o tres bombarderos del adversario atraviesen las defensas del país agresor para que este sufra en represalia daños tales, que sus informes sobre victorias lejanas suenen en los oídos de la mayoría del público como un amargo sarcasmo”. Aplicando estas consideraciones a los propósitos y a la psicología de los hombres del Kremlin, Kennan aseveraba no era difícil adivinar sus reacciones en el escenario de la represalia: “No hay país en el que signifiquen más para el pueblo los ejemplares de las obras del hombre, tanto los monumentos culturales del pasado distante como los productos de la industrialización moderna. Proezas que se obtuvieron sacrificando la comodidad y las libertades de muchas generaciones”. Entonces el diplomático estadounidense concluye: “Para los rusos la agresión atómica sería una aventura no concluyente y arriesgada. Podría producir momentáneamente ciertos efectos favorables, pero aparejaría también considerables peligros. Las dos ultimas guerras mundiales son lecciones para los que inician lo que no pueden terminar y en especial, para los que pretenden conquistar Europa antes de haber encontrado alguna manera de neutralizar permanentemente el potencial militar-industrial del continente norteamericano. Empezaría una guerra que la URSS no podría por si sola rematar. El mundo atómico es suicida y los amos del Kremlin, a diferencia de Hitler y los japoneses, no se inclinan al suicidio.” 

3.- ¿Es posible la guerra? “

Desde luego que lo es”, aseveraba el diplomático estadounidense a inicios de los cincuenta, subrayando: “Siempre tendremos que pensar que ella es posible, mientras el mundo sea lo que es hoy. Como lo escribió alguna vez Alexander Hamilton: ‘Recordemos que la paz o la guerra no siempre dependerán de nuestra elección; que por moderados y faltos de ambición que seamos, no podemos contar con la moderación de los demás ni pretender extinguir su ambición’." Kennan señalaba además: “Existen estas razones principales por las que debemos contar con la posibilidad de una guerra:
a) La guerra puede estallar por un accidente aunque ninguna de las partes la quiera realmente. La cuestión del prestigio y el nerviosismo que implica disponer de fuerzas armadas, deben considerarse. Hoy la gente se da cuenta de los horrores de la guerra y tiene los nervios mejor templados que en épocas anteriores para afrontar incidentes explosivos. Los Estados totalitarios son especialmente insensibles en estas cuestiones. En 1938, rusos y japoneses pelearon una guerra de bolsillo completa, usando la artillería y la aviación, sin que se publicara casi una palabra en los periódicos controlados por los respectivos gobiernos y sin ninguna complicación formal. Los países democráticos van aprendiendo a mantener la serenidad en las situaciones difíciles(7) . Pero cuando operan fuerzas militares en tan íntima proximidad física y en condiciones tan complejas como ‘nuestras fuerzas’ y las rusas en Alemania y Austria, siempre existe el peligro de que ocurran incidentes”8 .
b) “Puede estallar una guerra porque los rusos crean que alguien los va a atacar. Si bien su doctrina no dice que ellos tengan que atacarnos a nosotros, tampoco dice que los vamos a atacar a ellos tarde o temprano. Lo que impide que la mayoría de Estados no comunistas desencadenen un ataque militar contra la URSS es el poderío del Ejército Rojo y la ‘simpatía que inspira a todas las masas populares del mundo la URSS’ según la prensa soviética. Pero los rusos tienen la certeza que ese ataque se producirá algún día a menos que lo impida una revolución mundial o una devastadora guerra intercapitalista”. Kennan desdeña esta tesis e indica que una de las peores cosas de los gobiernos totalitarios es que tienden a informarse mal, subrayando: “Ni siquiera el dictador puede confiarse que la información es honrada. Los líderes soviéticos no están en la obligación de saber que los EE.UU no están preparándose para una guerra de agresión. Tampoco se tienen razones para confiar en la capacidad de esas altas autoridades -aisladas como están de todo contacto normal con el mundo- para justipreciar los informes que reciben. La tesis de que el mundo exterior es hostil y pérfido y amenazador, es esencial para el mantenimiento del poder interno y la posición de la policía secreta soviética”(9) . 
Todas estas razones obligaban a Kennan a considerar la guerra posible. Sin embargo el profesor de Princeton era claro en subrayar que ninguna de ellas podría alegarse (ni tampoco todas ellas juntas) como razón válida para considerar la guerra probable en un próximo futuro.

4.- En estas circunstancias ¿En que sentido debe acentuarse la política de los Estados Unidos con respecto al peligro comunista?

Kennan, en la línea de su sugerida “contención” señalaba: “Tiene que seguir siendo una vigorosa y esperanzada política exterior, que rechace con firmeza todo derrotismo respecto a una guerra futura y que se encamine a mantener viva y a buscar vigorosamente toda posibilidad de resolver diferencias internacionales donde ello sea posible (y de sobrellevarlas cuando no sea posible todavía hallarles solución) sin recurrir a la guerra. Kennan además subrayaba: “Un ataque militar contra el territorio norteamericano no es la única forma en que puede verse amenazada ‘nuestra seguridad’. Si los comunistas rusos sometieran por otros medios al resto de países no comunistas de Europa y Asia ‘nuestra’ seguridad sería minada de manera más sutil. Entonces el equilibrio mundial de potencias se vería alterado en contra de los Estados Unidos, por lo menos temporalmente.” El analista estadounidense se refería entonces al expansionismo político impulsado por los comunistas de la siguiente manera: “Este expansionismo político es el verdadero programa soviético desde terminada la Segunda Guerra Mundial. Durante este período el Gobierno soviético no se ha apoderado de una sola pulgada de territorio mediante abierta agresión militar. Hay medios más fáciles, menos costosos y mucho menos arriesgados de extender el poderío que una guerra de agresión. No existen razones para creer que esta relación fundamental se altere porque Rusia posea la bomba atómica”.
“Así pues, todavía se puede justificar la esperanza de que, continuando la lucha política conocida con el nombre de ‘Guerra Fria’, se puedan allanar al fin y al cabo las mas graves de nuestras dificultades actuales” -indica Kennan-. “Eso significa que América debe seguir interesándose de una manera inteligente y servicial por los esfuerzos que hacen en todas partes los pueblos para resistir las fuerzas con que se les presiona desde el lado comunista moscovita. Significa que debemos continuar la política de lanzar nuestro peso en la balanza siempre que existan probabilidades relativamente buenas de que ello sea eficaz para impedir una mayor expansión del poderío del comunismo internacional. Los resultados dependen no sélo de EE.UU, también de la acción combinada de la política con la capacidad natural de resistencia que exista entre los pueblos afectados(10) (Nadie puede obligar a ser libre a un país que no se preocupe hondamente por su propia libertad). La puesta en práctica de esta política - con resolución- ofrece la mejor probabilidad de sacarnos de los peligros peculiares de la hora actual para llevarnos a un estado más satisfactorio y estable de la sociedad internacional.” Kennan se refiere a las otras alternativas a su sugerida “doctrina de la contención”: “Otras alternativas a la Guerra Fría son: a) el regreso al aislamiento y a la neutralidad armada; y b) la guerra. A la primera acompañaría un deterioro desastroso de la situación en el resto del mundo. Lo segundo es cosa que ningún país democrático podría adoptar como finalidad de su política”. “Tratar de llegar a un ‘acuerdo’ global con los lideres soviéticos no es realmente una alternativa”, decía Kennan, subrayando: “Semejante acuerdo no afectaría seriamente la dinámica del comunismo mundial. El acuerdo tendría exactamente el valor que le dieran las realidades del poderío mundial en un momento dado. A menos que el mundo libre, nosotros inclusive, mantuvieran una vigorosa resistencia a la expansión política del comunismo soviético dondequiera que se presentase la posibilidad de esa resistencia, estas realidades se deteriorarían rápidamente, desde ‘nuestro’ punto de vista y, con ellas, el valor del acuerdo. En cualquier escenario de acuerdo global los rusos exigirían condiciones que todos interpretarían como aceptación y aprobación por la parte norteamericana del sistema de explotación y opresión colonial que ellos han impuesto a otros pueblos de la Europa Oriental y en otras regiones.” Kennan consideraba que la Guerra Fría no se decidiría del todo a favor de EE.UU hasta que aquellos cuyos propósitos y decisiones mantienen a la comunidad internacional en zozobra hayan sido convencidos de que los esfuerzos por mantener o establecer el poderío político sobre estos pueblos son perjudiciales para sus propios intereses egoístas y de que no les conviene seguir haciendo tales esfuerzos. Añadiendo: “No se les convencerá de ello con palabras. Es preciso que lleguen a esa convicción por si mismos, ante una situación de hecho que nosotros debemos ayudar a crear. Los EE.UU. no pueden salirse del arduo y largo camino por el cual ha venido transitando para crear, por medios pacíficos, una sociedad internacional más feliz, más segura y más estable. Esta es la más dura de las tareas que ‘nos ha’ correspondido como país. No nos es familiar por la experiencia ni por la tradición. Pero nos ha correspondido por la lógica de la historia y no hay modo de evitarla.” 

5.- Entonces, ¿Sobre que descansa realmente nuestra seguridad nacional en este periodo que se aproxima?

 “En primer lugar, nuestra seguridad estriba en asegurar que la agresión militar siga siendo improbable, si no imposible”, decía George F. Kennan, añadiendo: “Debe mantenerse la postura militar que como dijo Teodoro Roosevelt, haga de la lucha contra nosotros ‘una empresa demasiado costosa y peligrosa para que nadie se atreva a emprenderla a la ligera’. No nos dejemos desviar de nuestros propósitos por mórbidas preocupaciones con lo que podría suceder si ocurriera esto o aquello. Recordemos que la seguridad no esta en buscar una defensa absoluta. La seguridad está en aceptar los riesgos moderados para poder así evitar los inmoderados.”
 Kennan apuntaba: “Nuestra seguridad esta en recordar que el vigor de la resistencia política de nuestros aliados a la presión de los moscovitas se verá afectado hondamente por el grado en que continúen sintiéndose seguros en el sentido militar. Demos a esos aliados la seguridad de que estamos firmemente con ellos. Ayudémosles a adquirir una comprensión tranquila y equilibrada de la naturaleza del peligro que los amenaza, de modo que sus enemigos no puedan explotar falsos temores. Pocos norteamericanos se dan cuenta de la minuciosidad y escepticismo con que sus asuntos domésticos son examinados por el resto del mundo. Importa como el pueblo norteamericano está atracando seriamente los problemas de su propia sociedad. No es cuestión de simple prosperidad material. Lo que el mundo quiere saber es si somos capaces de hacer frente a las tensiones psicológicas y espirituales causadas por la abundancia. Si en un ambiente mecanizado seremos capaces de preservar la individualidad, el tono emocional y el vigor civico de nuestros antecesores.” “No convenceremos a los demás, ni siquiera a nosotros mismos de que estamos protegiendo algo precioso, a menos que cultivemos ese algo tan asiduamente como nos preparamos para defenderlo. Asegurarnos de que sabemos respetarnos sigue siendo el mejor medio de merecer el respeto ajeno. Finalmente, “nuestra seguridad esta en seguir actuando con un espíritu de justicia y buena voluntad hacia los demás, que nos ayude a crear una actitud de pacifica colaboración en el mundo entero”. “Deberíamos aprender a contemplarnos con sentido de las proporciones y de la humildad cristiana ante la enormidad y complejidad del mundo en que nos ha sido dado vivir. Procediendo así podremos dedicarnos a nuestros asuntos internacionales con la frente alta y la vista despejada, sin que nos conturben las ambiciones presuntuosas ni la ansiedad y el pánico, aceptando los riesgos que son concomitante obligado de todo progreso humano verdadero. Ninguna nación puede hacer más”. 

“Contención”: la interpretación que no era y un mundo que conquistar. 

A pesar de la antes citada oposición a hacer de la guerra el pilar principal de la sugerida “contención”(11) , el prestigioso analista estadounidense reconoció en sus memorias que parte del lenguaje empleado en el ensayo en favor de una larga, paciente pero firme y vigilante contención de las tendencias expansionistas soviéticas “fue ambiguo y se prestó a malas interpretaciones”(12) . Ya por entonces el mundo se sumergía en escenarios de conflicto como consecuencia de la rivalidad bipolar y, el Kennan planificador como diplomático, contribuyó a esbozar y ejecutar algunas de las políticas y las dependencias tenidas como necesarias en el afán de la sugerida “contención”, conforme su interpretación, pero también las de los otros(13).

 “Bienvenido Mister Marshall”, las operaciones encubiertas de la CIA, Radio Europa Libre 

Como jefe del área de planeamiento en el Departamento de Estado (durante la gestión de George C. Marshall), George Kennan es tenido como el arquitecto intelectual del Plan Marshall para la reconstrucción de la Europa devastada tras la guerra, lo que permitió canalizar millones de dólares hacia las naciones aliadas y ex enemigas del Viejo Continente(14). Aunque a mediados de los setenta lo consideró “el más grande de los errores que cometí”(15) , un memorándum suyo preparado en mayo de 1948 recomendó “la creación de un directorio dentro del Gobierno para la ejecución de actividades políticas encubiertas” el mismo que con el tiempo devino en la “Oficina de Coordinación Política(16)”, más tarde transformada en parte importante de la praxis de la “Agencia Central de Inteligencia” de los Estados Unidos en el mundo. A los efectos de aprovechar mejor las habilidades de los migrantes de aquellas naciones convertidas en satélites de la Unión Soviética durante la guerra fría, Kennan solicitó a Joseph C. Grew, un Embajador retirado, la formación de un llamado “Comité Nacional para una Europa Libre”. Con el respaldo de la CIA, ese comité creó “Radio Europa Libre”, conjunto de emisoras que transmitían noticias y propaganda hacia la Europa Oriental(17), auténtico pilar de difusión de la cultura de la contención esbozada por Kennan para derrotar políticamente a Moscú. 

Un final y un comienzo 

George Kennan publicó 17 libros a lo largo de su dilatada carrera, dos de los cuales merecieron sendos premios Pulitzer de historia. Kennan también publicó centenares de ensayos y artículos en revistas y diarios. Su carrera diplomática terminó tras haber sido declarado persona non grata por el Gobierno de Josef Stalin ante el cual representaba a Estados Unidos como su Embajador. Kennan entonces había comparado al régimen soviético con la Alemania Nazi en vista de la ausencia de libertad y la descarada vigilancia y control que ejercían sobre el diplomático estadounidense, lo que interfería el normal desarrollo de sus obligaciones. Un breve retorno al Servicio Exterior se produjo en 1961 cuando John F. Kennedy lo comisionó como Embajador ante Yugoslavia. Su vida académica fue intensa como fructífera, habiéndose destacado en la Universidad de Princeton a donde llega invitado por Robert Oppenheimer, padre de la bomba atómica. En Princeton, Kennan fue uno de los grandes animadores del Instituto de Estudios Avanzados. 

La Paz, 25 de marzo de 2005

Notas:

 1 El conocido como “cablegrama largo” será materia de una reflexión más profunda próximamente en esta página electrónica.

2 CORNWELL, Rupert, “George Kennan, el Arquitecto de la ‘Contención’ “, en “The Independent”, Londres, 19 de marzo de 2005.

3 James V. Forrestal fue uno de los principales impulsores de la constitución de una marina de guerra basada en la fuerza de los portaaviones, tesis finalmente expresada en la poderosa fuerza de este tipo de navíos construida por Estados Unidos desde la década del 50.

4 Vigésima cuarta letra del alfabeto estadounidense, la letra “x” en álgebra es el signo con que puede representarse la incógnita en los cálculos.

5 Durante las décadas del 60 y el 70, George F. Kennan señaló que las múltiples manifestaciones con que se expresó y expandió el comunismo en el mundo representaba uno de los más significativos desarrollos políticos del siglo XX.

6 “¿Es Inevitable la guerra con Rusia?: Cinco sólidos argumentos en favor de la paz”, KENNAN, George, en “Selecciones del Reader’s Digest”, abril 1950. De este valioso ensayo del profesor Kennan se consignaran las siguientes reflexiones acerca de cómo encarar a la tenida como “amenaza soviética”.

 7 Esa “serenidad” para afrontar el conflicto y mensurar sus consecuencias se vio demostrada cuando la crisis de los misiles de Cuba.

8 Esa potencialidad a los incidentes aconteció, por ejemplo, el 27 de octubre de 1962 cuando una batería de proyectiles SAM –operada por tropas soviéticas- abatió a un reactor U2 norteamericano sobre Cuba en plena crisis de los misiles, pereciendo su piloto, Comandante Rudolf Anderson.

9 Kennan sería más tarde, cuando Embajador ante la Unión Soviética a inicios de los cincuenta, acosado por los aparatos de seguridad de los soviets, situación que llevaría finalmente a acortar su misión en el país.

 10 Estas reflexiones se llevarían a la práctica con la constitución de la “Radio Europa Libre” señalada más adelante

11 En las páginas de su célebre ensayo, “X” se opuso a los contenidos de la así llamada “Doctrina Truman” que en ese mismo año de 1947, pero en el mes de abril, “se comprometía a ayudar a los pueblos libres que resisten el intento de subyugación por parte de minorías armadas o por presiones exteriores” a través de la oposición de un fuerte aparato militar basado en fuerzas convencionales como nucleares.

12 El influyente analista Walter Lippmann fue uno de los más encarnizados detractores de la tesis de la “contención”, al entenderla que ésta se basaba en la fuerza militar.

13 Quizá el más remoto antecedente acerca de la presencia de “halcones” y “palomas” en la construcción y ejecución de las políticas exteriores de los Estados Unidos en la Guerra Fría tenga su punto de partida en las interpretaciones distintas hechas a la “doctrina de la contención” de George F. Kennan.

14 Este plan permitió la consolidación de alianzas entre los Estados Unidos y las naciones de la Europa Occidental para la sugerida “contención del comunismo”. Los esfuerzos estadounidenses para incorporar a la entonces Checoslovaquia a los beneficios del plan abortan tras la directa intervención de Josef Stalin, que consideró que esa asistencia debilitaría la cohesión de las “democracias populares orientales”.

15 Testimonio de George F. Kennan ante un Comité del Senado de los Estados Unidos, en 1975.

16 Una de cuyas primeras operaciones fue impedir el triunfo del Partido Comunista en las elecciones italianas de 1948. En 1954 en Latinoamérica, la CIA ayuda a derrocar al régimen de Jacobo Arbenz en Guatemala, incómodo para Washington por sus arrestos antiimperialistas.

17 Un ciudadano peruano, Jean Pierre Piaget, amigo mío, recuerda vivamente las emisiones de “Radio Europa Libre”, que podía escuchar perfectamente ayudado por un receptor de onda media y corta, cuando sus años de estudiante en Europa, sobre todo las referidas a las horas que siguieron a la invasión soviética a Checoslovaquia, en 1968. Muchos analistas consideran como central el rol de difusión de dichas emisoras en la formación de una cultura de libertad que terminó derrumbando al comunismo antes de la finalización del siglo XX.

 * Hugo Contreras Morales es Bachiller en Derecho, Licenciado en Relaciones Internacionales y Diplomático de carrera.

Fuente: contexto.org