Biografía no autorizada de la eterna diputada Lilita Carrió

Por Leandro Ross
para Striptease del poder
Publicado el 12 de octubre de 2017


Fue  funcionaria judicial de la Dictadura, y a la vez redactora de importantes normas por los Derechos Humanos. Investigó la corrupción financiera de 2001, que no obstante le sirvió de excusa a los bancos extranjeros para explicar el vaciamiento de las reservas del país, generando la catástrofe de diciembre de ese año. Y a la par eliminó a la posible competencia al Grupo Clarín. Pudo haber evitado el ascenso del kirchnerismo, por un supuesto involucramiento en un narco-asesinato. Creó y destruyó sus propios espacios electorales. Pasó de ejercer espacios progresistas, a diseñar y defender el frente Cambiemos. Dotó de un aurea de honestidad al actual presidente de la Nación, cuyo enriquecimiento personal y el de su familia, nada tiene  que envidiarle al de Lázaro Baéz. Y hoy genera actos lícitos e ilícitos que ella denunciaba en otros tiempos. Con sus estruendosas denuncias en nombre de la moral, acorrala a altos magistrados y funcionarios con fines non sanctos. Tiene un escueto patrimonio declarado, pero realiza viajes de placer y alojamiento vip por distintos países. No es una desequilibrada religiosa y menos aún una luchadora moral, solo una gran operadora que tiene una especial cualidad para la acción dúplice y sesgada, disimulando su verdadero rol.


Se presenta como una mesías enviada desde algún lugar para salvar la República perdida. Cuelga sus crucifijos como una mochila de carga para mantener en alto la moral. Dice no ser impulsada por las ideologías, sino por la ética. Sus piernas han caminado más por los pasillos de tribunales que por los de la Cámara de Diputados. Sus manos han tolerado más el peso de las fojas de expedientes penales que hojear proyectos de leyes. Verborrágica, calculadora, impredecible y testadura. Demasiados adjetivos para alguien que carga, desde su juventud, el apodo de “Lilita”.

Elisa Carrió viene siendo diputada nacional desde mediados de la década de los noventa. Fue cuatro veces candidata a presidente de la Nación. Y ahora, este año, va por su octava renovación en la banca, donde se calcula que obtendría un 50% de los votos en la ciudad de Buenos Aires. Nunca, a nivel electoral, había llegado tan lejos.

Pero en más de una ocasión, contó con la chance de cambiar la Historia Argentina reciente y modificar de un plumazo el derrotero político nacional.

De ser funcionaria judicial de la Dictadura, a redactora de importantes normas por los Derechos Humanos. De ser una importante investigadora de los delitos financieros de guante blanco, a bancar a un presidente con cuentas offshore. De denunciar el endeudamiento externo a hacerse la distraída ante lo que es base del actual modelo económico. Tuvo un comportamiento errático en los dos últimos inicios de ciclos de la Política Argentina.

Sin embargo, a la hora de desmenuzar su trayectoria, en orden cronológico, vemos que detrás de sus toneladas de maquillajes puestas en su rostro para las cámaras de televisión, acordes a sus monólogos lleno de exabruptos, se puede observar una Lilita mucho más oscura. Alguien que guarda secretos para sus intereses, o para los ajenos. Una transfiguración, cuyo común denominador se aplica incluso en sus comportamientos contradictorios.
Algo bastante común en la Política Argentina, donde ciertas figuras centrales toman decisiones para saciar los intereses ajenos al bien común nacional. Pero en el caso de Lilita es demasiado particular. Su sagacidad genera impresión. Y ya es tiempo de saltar de la impresión a la comprensión.

Sus inicios en la justicia de la Dictadura

Elisa María Avelina Carrió nació en la ciudad de Resistencia, capital de la provincia de Chaco, el 26 de diciembre de 1956. Algunas fuentes, apuntan a una fecha distinta, posiblemente porque sus padres la registraron civilmente un mes después, en el año posterior. Según la revista Noticias, ella tenía 5 años cuando no quiso ir al jardín de infantes porque decía que no le enseñaban ni a leer ni a escribir. Su capricho logró convencer a su madre para que la anotara en el colegio, y a los 15 ya era bachiller.
María Elisa eran los nombres de su madre. Pero Avelina proviene de su tía: Nélida Avelina Carrió de Ormaechea, casada con el teniente coronel Héctor Rodolfo Porma Ormaechea.
Según algunas crónicas, su padre, Rolando “Coco” Carrió, militante de la Unión Cívica Radical, había heredado junto a su hermano una estación de servicios, ubicada en el pueblo Quitilipi, pegado a la Ruta Nacional 16. Durante la última dictadura cívico-militar (1976-1983) es probable que en esa estación fuera una de las principales  proveedoras de combustible del distrito militar que comandaba Ormaechea, desde su rol como Jefe del Regimiento del Chaco. Por esa zona, acostumbraban a pasar en hilera Unimogs y Falcon verdes. Actualmente, la estación trabaja para la petrolera Shell.
A los 15 años de edad, “Lilita” se casó con el ruralista Enrique Santos, con quien tuvo su primer hijo un año después y se divorció a los 18. Se volvería a casar a los 30, con el abogado Miguel Ángel Benitez, con quien tuvo otros dos hijos: Victoria e Ignacio. Se recibió de abogada en la Universidad Nacional del Noreste en 1978, a los 22 años de edad.
Unos meses antes, Lilita había iniciado su carrera laboral dentro de la función pública. Fue el 7 de enero de 1978, cuando el gobernador de facto, General de Brigada Facundo Serrano, la designó por decreto provincial número 72 como asesora de la fiscalía de estado. Para su cargo del puesto debió jurar por los estatutos del Proceso de Reorganización Nacional. En ese momento, tenía 21 años de edad y todavía no tenía su título universitario.


Decreto 72, donde se designa a Carrió como asesora de fiscalía de estado, con la firma del gobernador de facto Facundo Serrano.

Luego, en el año 1980, Carrió fue designada como secretaria de la Procuración del Superior Tribunal de Justicia del Chaco, cuando todavía Serrano manejaba la provincia, mediante Resolución 522. Con lo cual, contaba con acceso a expedientes, documentos y registros de índole judicial.
Quien le enchastró este antecedente, entre otros, fue el actual dirigente de Cambiemos Eduardo Amadeo, en una columna de opinión en el portal La Política Online en el año 2010:  “Obviamente, ello no la hace responsable de los crímenes de la dictadura, salvo que se tome en cuenta que una de las peores masacres de ese tiempo, la de Margarita Belén, en el que se asesinaron 22 militantes políticos, estaba en trámite en su jurisdicción, y Elisa Carrió guardó un silencio cómplice que seguramente facilitó la impunidad de sus autores. (…) Carrió fue en ese momento -cuando muchos de quienes ella agrede cotidianamente se jugaban la vida- una colaboracionista; de aquellas que eran rapadas al final de la II Guerra Mundial por su apoyo a los nazis”.
En el año 2004, Carrió confesó en una radio de la ciudad de Rosario que aceptó esa función pública en la dictadura, para poder acceder a una cobertura médica. Lo cual no habla nada bien de bien de su conducta como funcionaria, y la emparenta con lo que se conoce como un ñoqui.
Tal como lo transcribe InfoBae, cuando se le preguntó qué tipo de enfermedad tenía, “la ex candidata presidencial hizo un relato con una alta dosis de emotividad, en el que recordó un accidente en el que perdieron la vida varios de sus mejores amigos. En ese momento de la entrevista la chaqueña rompió en llanto”.

¿El inicio de su relación con Clarín?

A mediados de 2010, en la radio La Voz de las Madres, surgió una estrambótica declaración que realizó José Pirillo, ex director del extinto diario La Razón, y ex socio de los diarios Clarín y La Nación en la empresa Papel Prensa S.A., la sociedad anónima donde dichos medios gráficos monopolizan desde la dictadura el precio del papel de diario: “Cuando rompo con ellos, decido publicar en La Razón, todo esto que está saliendo en la luz hoy: la apretada a los Graiver, la colaboración con los militares, cómo era el tema de los hijos de (Ernestina Herrera de) Noble. E inclusive de los hijos de Magnetto, que nadie habla”.
Para la sorpresa de los conductores radiales, resulta que su entrevistado aseguró que Lilita se encargó, desde su puesto en la justicia chaqueña, de ayudar al empresario de Clarín, Héctor Magnetto, en los papeles para la adopción de sus herederos: “Comenzábamos (en La Razón) a publicar el tráfico de chicos y robos de bebes en el Chaco. En ese momento, Magnetto me llama y me pide que por favor no publique eso. Entonces le digo: ‘Eh, H éctor, ¿pero qué pasa?’. Y me dice textual: ‘Es que José, esto  me afecta a mí y a mi esposa. Porque a mis hijos me los consiguió Elisa Carrió. Y entonces no quiero que se publique esto’”.
Desde ya, la dirigente chaqueña lo ha negado. Aún con el pequeño detalle que su primo, Alejandro Carrió, es abogado de Felipe y Ernestina Herrera de Noble, quienes fueron sindicados de ser hijos de desaparecidos y apropiados ilegalmente por la directora del diario Clarín.
Si lo que dijo el ex de La Razón es verdad, sería el inicio de la fraternal relación de operaciones encarnadas entre el multimedio Clarín y la próspera dirigente y denunciadora profesional Elisa Carrió.
Que luego se puso en evidencia, con la cerril defensa que hizo Lilita de la inexplicable y sospechosa postura adoptada por los hijos de Ernestina Herrera de Noble, de negarse durante largos años a cotejar su ADN con el Banco de Datos Genéticos de familiares de desaparecidos durante la dictadura. A la que luego súbitamente desistieron tras los cambios que acaecieron de dirección que de ese banco de datos. Y  tuvo una nueva evidencia con las condolencias y participación de Lilita en el reciente sepelio de Herrera de Noble.

La creación del ARI

Llegada la década de los noventa, y por pedido de su padre Rolando “Coco”, un referente del radicalismo y amigo del ex presidente Raúl Alfonsín, Lilita decidió saltar a la política partidaria, como candidata para la Convencional Constituyente para la reforma constitucional del año 1994.
Una vez electa, fue miembro de la Comisión Redactora y de la Comisión de Tratados Internacionales. Así, trabajó en la redacción de los artículos, amparados en los tratados internacionales que avalan los Derechos Humanos. Tal como fue el caso del Artículo 75 inciso 22 de la actual Carta magna.
Luego de su trabajo para la Reforma de la Constitución Nacional, Lilita presentó por primera vez, su candidatura para diputada nacional. En este caso, para la Unión Cívica Radical del Chaco, del cual asumió como tal para el período 1995-1999.
En el año 1997, también participó de la redacción de la Ley 24.820, donde se aprueba la jerarquía constitucional de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, de la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
Ya para 1999, sería reelecta como diputada para el período 1999-2003, con el apoyo de la Alianza, encabezada por la fórmula del radical Fernando de la Rúa y del peronista Carlos “Chacho” Álvarez. Al renovar su banca en el Congreso, asumió la Comisión de Asuntos Constitucionales, donde ejerció una férrea crítica pública al Poder Ejecutivo, reforzando las internas del inédito frente.

Foto de archivo de De la Rúa y Carrio.

Diferencias que se agudizarían cuando el presidente nombró en marzo de 2001 a Domingo Felipe Cavallo como ministro de Economía, que ya lo había ejercido durante la presidencia de Carlos Saúl Menem. Y la escisión final entre Carrió y De la Rúa, sería a finales de ese mes de marzo, cuando el Congreso aprobó la iniciativa del Poder Ejecutivo para otorgarle a Cavallo la delegación de facultades extraordinarias, entre ellas, intervenir con sus propias manos el Banco Central (BCRA). “Con la transferencia de estos poderes se va a consolidar cada vez más el Estado mafioso“, sentenció Lilita en una maratónica sesión del Cámara Baja.
Por esta razón, abandonó la UCR y juntó diputados de centro-izquierda para armar un bloque propio por fuera de la Alianza, de la talla del peronista Mario Cafiero y el socialista Alfredo Bravo. Así, surgió como movimiento la fuerza Argentinos por una República de Iguales: ARI.
En mayo de 2001, desde su rol como diputada nacional, participó de una presentación del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) encabezada por el periodista Horacio Verbitsky, contra el jefe del ejército Ricardo Brinzoni, debido a su rol en la Masacre de Margarita Belén, provincia del Chaco, donde fue secretario de la intervención en ese entonces. Una forma de lavar culpas desde su rol como funcionaria judicial por ese entonces.
Sin embargo, hasta la fecha, Lilita nunca se presentó a declarar como testigo en los juicios a los represores.

Verbitsky y Carrió en la denuncia de 2001. Foto: Página/12.

Así como su primer período como diputada, avanzó en las leyes de protección por los Derechos Humanos, para mantenerse instalada en la esfera pública, en su segundo mandato lo realizaría con las investigaciones sobre delitos financieros, que se habían acumulando en la presidencia de Menem, y que detonarían para el año 2001, con De la Rúa al frente.

Menem, Moneta, Magnetto… y Lilita

El Citicorp Equity Investment (CEI) fue un grupo empresarial creada en 1993 con la unión del mega-banco estadounidense Citybank, la familia Wertheim y el contador Raúl Moneta, dueño de los bancos República y Mendoza, quien se convertiría en el banquero favorito de Menem. Ya para 1998, el CEI se había apoderado de Telefónica, que a su vez controlaba el canal de aire Telefé,  parte de las acciones del principal sistema de cables televisivo Cablevisión, la productora Torneos y Competencias y la Editorial Atlántida. Incluso trató de apoderarse de los principales diarios del país, entre ellos, La Nación y Clarín.
Héctor Magnetto, CEO del Grupo Clarín, veía muy preocupado por el crecimiento del grupo CEI, que entraba en competencia con Clarín.
Para finales de la década de los noventa, la revista Veintitrés, fundada y dirigida por Jorge Lanata, empezó a revelar los delicados balances de los dos bancos de Moneta. Estas revelaciones, empujaron a dos diputados, la referente del ARI Elisa Carrió, y el demócrata Gustavo Gutiérrez, a realizar viajes a Estados Unidos en mayo de 2000, para que Estados Unidos tomara cartas en el caso Moneta. Efectivamente, una de las conclusiones preliminares que sacó una investigación de la Cámara del Senado de Estados Unidos fue de la existencia de un banco offshore del Caribe, el Federal Bank, creado por Moneta.
Así a partir de las supuestas influencias de Lilita, Estados Unidos se comprometió enviar a la Argentina, los documentos oficiales sobre la existencia de cuentas offshore que ligaran a banqueros argentinos, y darían inicio a la famosa “Comisión Antilavado” del 2001.
Estas investigaciones, que adquirieron interés internacional de la mano de Carrió, concluyeron en el desguace del CEI y el derrumbe de Moneta en la esfera pública. Cuando en marzo de 2001, desde EE.UU. brindaron las conexiones entre el banquero menemista y los paraísos fiscales, el propio Raúl Moneta concedió una entrevista al programa televisivo “Cuarto Poder”, de la señal P&E. Acusando a Carrió y al Grupo Clarín de orquestar una operación contra él, en favor del multimedio de Magnetto:
-Se convirtió en el símbolo de una era de negocios turbios.
-Esa idea es producto de una campaña mediática, que responde a otros intereses, que dirige desde hace cuatro años el grupo Clarín para “yabranizar” a Moneta (sic).
-Pero también el Comité de Investigaciones del Senado norteamericano hace referencia en dos oportunidades a su participación en el Federal Bank.
-En realidad, ese informe no lo hace el Senado norteamericano, sino un senador. Y dice que el Federal Bank pertenece a tres banqueros de Bahamas.
(…)
– En la opinión pública se afianzó la idea de que los sobornos que se pagaron en algunas privatizaciones fueron enviados, a través del Federal, al Citi de Nueva York, y que ese dinero regresaba, blanqueado, para ser invertido en el CEI y comprar medios para defenderse.
-Esa es la mentira que trata de armar el grupo Clarín con Carrió.
-¿No le parece exagerado? Es difícil pensar que la influencia de Clarín llegue al Senado de los Estados Unidos. ¿O, acaso, esos senadores son ingenuos?
-Le repito que no es el Senado, es un senador, que pertenece al bloque de la minoría y persigue al Citi. Carrió y Gutiérrez descubrieron esa rendija que le interesa al (senador estadounidense Karl) Levin y le llevaron cosas que pueden afectar al Citi. Utilizaron la buena fe del Senado norteamericano.
-¿Por qué Clarín, grupo al que usted considera tan poderoso, se ensaña con el CEI?
-El CEI fue el único grupo que se atrevió a competir con Clarín en 30 o 40 años. A Clarín, el CEI lo tiene muy preocupado, porque algunos de los activos que conserva más algunos de los que puede adquirir… usted sabe que en la Argentina, los diarios, radios y revistas… está en venta lo que se le ocurra.
-¿Sale a comprar?
-No dije eso. Está preocupado porque seguimos siendo accionistas importantes de Editorial Atlántida, Fibertel, CableVisión y Torneos y yo no fui preso ni me procesaron.
Años después, Clarín se apoderaría, uno por uno, de Fibertel, de Cablevisión y de Torneos y Competencias, convirtiéndose en el gran multimedio oligopólico que es hoy día. Donde tenía sustanciales participaciones Moneta, cuyo imperio se quebró gracias a las supuestas influencias de Lilita en Estados Unidos.
Y no sería la primera vez que Lilita lograría complicarle la vida a un banquero local, como fue el caso de Eduardo Escasany, ex director del Banco Galicia. Denuncia que curiosamente también beneficiaba a Clarín como se verá más adelante.

La Comisión Antilavado de la que los mega bancos norteamericanos se aprovecharon

El 15 de mayo de 2001, fue el debut de la conformación de la comisión investigadora de operaciones de lavado de dinero de la Cámara de Diputados de la Nación, también conocida como Comisión Antilavado. En esa fecha, ya estaban lista las designaciones de los diez diputados nacionales que participarían de ese ambicioso grupo de trabajo, incluyendo su presidenta, Lilita Carrió, secundada por Gustavo Guitérrez. Quienes tenían el contacto directo nada menos que con el Senado de los Estados Unidos, que curiosamente fue el que aportó los documentos desclasificados sobre cuentas bancarias donde figuraban importantes nombres argentinos.
Los restantes ochos integrantes designados fueron: Cristina Fernández de Kirchner (CFK), Graciela Ocaña, Franco Caviglia, Horacio Pernasetti, Daniel Scioli, Carlos Soria, Margarita Stolbizer y José Vitar.

Scioli, Carrió, Ocaña y CFK, con las cajas de los documentos desclasificados por EE.UU. Foto de archivo.

Las ocho cajas remitidas por un subcomité del Senado norteamericano liderado por el demócrata Karl Levin fueron alojadas en la bóveda del Colegio de Escribanos, a la espera de que la comisión estableciera el mecanismo de trabajo y obtuviera una respuesta de la presidencia de la Cámara de Diputados, a la que le pidieron una mejor infraestructura para desempeñar la labor”, señaló el periodista José Ángel di Mauro, en una detallada crónica sobre el caso para el portal Parlamentario.com
Las cajas serían abiertas el 22 de mayo. Durante la lectura de los documentos, especialistas de la AFIP habían advertido a los legisladores sobre la “ley tapón”, que beneficiaba a los evasores. “¿Qué es la ley tapón?”, había preguntado Lilita Carrió, a lo que Cristina le respondería: “¿No te acordás? Si vos la votaste”. Las chicanas entre ambas no terminarían.
De repente, en julio de 2001, se presentó un supuesto oficial de inteligencia de la ONU en el despacho de Lilita Carrió en el Congreso. Se hacía llamar Daniel José Díaz, alias “Chuck Norris”, por su parecido con el actor norteamericano. El incógnito sujeto le aseguró a la presidenta de la comisión contar con datos fehacientes sobre las cuentas no declaradas del ex presidente Carlos Menem, el ministro de Economía Domingo Cavallo, y otros ex funcionarios menemistas.
Cuando Elisa Carrió les habló a Carlos Soria y Cristina Fernández de la información “bomba” de Chuck Norris, los dos justicialistas expresaron sus dudas. Cristina fue contundente: “Claramente te digo que esta es una operación. ¿Te parece que Menem y toda esta gente van a tener cuentas a su nombre?”.
Con la agudización de las diferencias entre los diputados, Lilita había trasladado el material de las cajas a su departamento, lo que condujo a que CFK, futura presidenta de la Nación, la acusara de “llevarse la comisión a su casa”. Y fue en esa vivienda, donde el enigmático Chuck Norris presentó sus pruebas a Lilita.

La falsa denuncia de Carrió

El periodista Horacio Verbitsky relató que un domingo de julio a la noche, Carrió se contactó con él por teléfono para consultarlo respecto la información que le brindó este personaje y que quería conocer su opinión: “Los documentos probatorios que me mostró llevaban el sello de un organismo denominado MIGA y me dijo que se los había entregado el coronel de las Naciones Unidas Daniel Díaz Droulhon, con acceso a las bases de datos de inteligencia financiera de la organización mundial, que contienen información confidencial sobre cuentas secretas y sociedades de cobertura. Para acceder a las bases, este hombre viajaba a Montevideo, con pasajes y estadía pagados por Carrió”.
MIGA es la sigla en inglés del Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones, para facilitar a empresas que desean invertir en países de economías de alto riesgo. Los puntos que le empezaron a sospechar a Verbitsky, a partir de sus indagaciones a esos documentos, entregados por Díaz Droulhon o “Chuck Norris” fueron:
  • El mismo planteo que hizo CFK: la inverosímil existencia de cuentas compartidas con el nombre de sus titulares.
  • El aporte de Jack Blum, experto en lavado y asesor en Washington al que Verbitsky lo consulto, que dijo que solo los países y no las Naciones Unidas tienen unidades de reunión de inteligencia financiera.
  • También la respuesta que le dio Tex Harris, de la Asociación del Personal Diplomático de EE.UU., donde nunca escuchó nombrar al World Diplomat Council, que DD invocaba, y dijo que le sonaba a pantalla de otra cosa.
  • Los expedientes judiciales, donde señalan el procesamiento a DD por estafa, por presentar grandes proyectos con avales “truchos” de Menem o de Naciones Unidas.
Lo más bizarro, es que cuando Verbitsky le comunicó a Lilita sus primeras averiguaciones, los informes de DD dejaron de originarse en el MIGA y empezaron a llegar con sello del FINCEN (encargada del control de delitos financieros del Tesoro de EE.UU.): “Le advertí que ese sello estaba tomado de Internet, lo cual se verifica porque en uno de los documentos decía ‘Inside Fincen’, que es donde hay que cliquear para entrar en la página de ese organismo”, señaló Verbitsky.
El jueves 9 de agosto de 2001, Lilita empezó a llamar por la noche uno por uno a los integrantes del equipo de investigación, para enviarles las copias del informe ya terminado para que lo firmaran. No quería esperar después del fin de semana, así que les exigió que lo leyeran completo esa noche. Tenía 989 hojas. “¡Vos estás loca! Mirá si me voy a quedar leyendo todo esto de un día para el otro”, se enfureció CFK.
Carrió insistía en que se tenía que firmar cuanto antes, por la posibilidad de un posible boicot contra el trabajo, sabiendo que estaban por implicar a altos funcionarios públicos de la talla de Menem y Cavallo. El argumento no fue convincente.
Pero horas antes de haber realizado esos llamados a sus pares, Lilita ya había presentado la denuncia judicial en la fiscalía de Carlos Stornelli y en el juzgado de María Servini de Cubría. “Cuando le pregunté (a Carrió) por qué lo había hecho si ya sabía que (los documentos de Chuck Norris) eran falsos, me respondió que como funcionaria tenía la obligación de denunciar y que las precisiones sobre los hechos correspondían a la justicia. No hablé con ella desde aquel día”, recordó Verbisky.
Así, un día después, el viernes 10 de agosto de 2001, Carrió, Gutiérrez, Vitar y Ocaña presentaron públicamente el informe preliminar y acusaron, en conferencia de prensa, a Cavallo de tener una cuenta en las Bahamas. “Nuestra lucha no concluye con este informe, sino que continuará aun a riesgo de nuestras propias vidas”, sentenció Lilita.

Presentación del “informe Carrió”. Ph: P/12.

El resto de la comisión se quedó con la sangre en el ojo, a punto de hervir. No solo por haber presentado el informe, sino porque la conferencia fue prácticamente un lanzamiento a la campaña del ARI.

Fragmento del “informe Carrió” sobre posible aporte de Chuck Norris.

 “Ese trabajo tenía una vocación de ser serio, como premisa de todos los que la integrábamos. Terminó frustrándose sobre todo por la intención de aprovechamiento que tuvo en particular Lilita de ese tema y también en gran parte por esta necesidad de competencia exagerada que se había planteado entre las dos”, escribió Margarita Stolbizer en un reciente libro publicado.
A fines de septiembre de 2001, Carrió admitió la posibilidad de haber sido objeto de una operación, como finalmente se comprobaría. Terminó siendo acusada por Domingo Cavallo por falsificación de documento y falso testimonio. “Lo hice con la convicción de que era documentación verídica y que no podía esconder porque en ese caso incumplía el mandato de funcionaria”, se había defendido Lilita.

Luego, el resto de integrantes de la Comisión se dividieron y armaron sus propios informes. Para especialistas en labores parlamentarios, fue muy irrisorio que una comisión de diez integrantes, terminaran presentando cuatro informes distintos. Entre ellos, Cristina, Soria y Caviglia. En otra conferencia, CFK cuestionó el primer informe al remarcar contradicciones entre Carrió y Gutiérrez:
1) Según Cristina, Carrió “involucró a Cavallo y al jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, en operaciones de lavado, pero después el diputado mendocino (Gutiérrez) aseguró que estos funcionarios del Gobierno no tienen relación directa con maniobras de lavado”.
2) También, CFK aseveró que el informe sindicaba a Ana Mosso como accionista de la financiera Magitour, entidad que estaría involucrada en las operaciones de narcotráfico conocidas como Chimborazo y Transafec. Pero “sugestivamente en el informe no figura el compañero partidario de Gutiérrez, el diputado demócrata Carlos Balter, que era síndico de esa misma empresa”.
3) Carrió y Gutiérrez también habían sostenido ante el Senado norteamericano que la jueza Servini de Cubría no había colaborado en la investigación judicial sobre operaciones sospechosas del mega-banco BCCI. Pero en su conferencia de prensa habían destacado la “actitud de colaboración” de la magistrada.

La responsabilidad de Carrió en el saqueo financiero del 2001

Resulta llamativo el palo en la rueda o autodescalificación que le efectuó Carrió a la Comisión Antilavado que ella misma presidía, por la enorme confianza que depositó en Chuck Norris, no obstante las advertencias que recibió tanto de sus colegas –incluyendo al propio Gustavo Gutiérrez, que aun así decidió acompañar su firma- en cuanto a la credibilidad de las pruebas. Y también el lanzamiento del informe a las apuradas, con el supuesto justificativo de un posible boicot. En paralelo, mientras eso ocurría, el Ministerio de Economía trataba de mantener en pie el Plan de Convertibilidad.
Ya para el año 2000, se había planificado el plan Blindaje, donde se extraerían del país 20 mil millones de dólares de ahorro interno argentino, equivalentes a los Requisitos Mínimos de Liquidez (RML) de los bancos. Estos eran las altas “reservas prudenciales” del sistema financiero, que se habían establecido después de la crisis financiera del Tequila de 1995, para asegurar su funcionamiento. Los que supuestamente, a los efectos de garantizar su efectiva disponibilidad, debían depositarse en el exterior en un banco de primera línea. Quienes a su vez, casualmente, detentaban en sus carteras sustanciales montos en títulos de la deuda argentinos.
Por ello, la maniobra de los bancos norteamericanos, encabezados por el JP Morgan – Chase y el Citibank, para zafar del default que avizoraban ante la imposibilidad de Argentina de seguir pagando su deuda, era quedarse con los RML a cambio de sacarse el clavo de los títulos públicos argentinos que tenían en su poder.
En junio de 2001, un mes después de crearse la comisión de Lavados presidida por Lilita, se lanzó el plan Megacanje de Cavallo, y al mes siguiente arribo el farsante Daniel Díaz Droulhon, alias Chuck Norris, con sus papeles truchos contra Menem y Cavallo. Que le permitieron a la presidenta de la comisión anti-lavado, Elisa Carrió, manchar definitivamente la labor de dicha comisión posibilitada por la documentación enviada desde EEUU.
Con el Megacanje, con el que se aumentaron los pagos de la deuda pública en 55.000 millones de dólares, lo que se hizo fue introducir en el sistema financiero argentino los bonos que detentaba la gran banca norteamericana, e iban a un seguro default. A cambio de quedarse limpiamente con los RML, que eran propiedad de los ahorristas de los bancos argentinos.
El plan también hizo caer el seguro de liquidez o de “Pases Contingentes” para afrontar situaciones de iliquidez por 7.300 millones de dólares. De esa manera los bancos encabezados por el JP Morgan Chase, se desobligaron a cumplir con ese contrato, cuando el BCRA más lo necesitaba. Decantando de esta manera en el Corralito bancario de noviembre de 2001 y, luego, en las represiones policiales y las respectivas renuncias de Cavallo y De la Rúa.
Dicha crisis financiera, que paralizó enteramente el funcionamiento de la economía argentina y derivo en la catástrofe del 2001, fue atribuida y es atribuida hasta el día de hoy por parte de los grandes bancos y las asociaciones que los agrupan como ABA (Asociación Bancos Argentinos) a la desconfianza en el sistema financiero que introdujo la comisión de Lavado presidida por Carrió.
Diciendo que su labor e informes habían precipitado una corrida de los depósitos de los ahorristas, que hizo que supuestamente se evaporaran las RML que detentaban los mega bancos norteamericanos. No siendo casual que el medio que le dio un notable aire al informe de Lilita haya sido TN del grupo Clarín, pasandolo reiteradas veces en su programación, como para por un lado justificar esa corrida, y por otro lado golpear mediaticamente a su competidor Moneta – CEI.
No obstante que la corrida de depósitos había sido solventada con el recupero acelerado de créditos, poniendo esto en  graves dificultades el funcionamiento de la economía argentina. Conforme lo demostraron en diversos informes y en el libro “La Argentina robada” el diputado Mario Cafiero y Javier Llores, comprobando que las reservas o RML birladas habían tomado otro destino.
O mejor dicho, se habían quedado en el extranjero, a cambio de los títulos públicos basura que lucían los bancos, que fueron cambiados por nuevos títulos con el nombre de Préstamos Garantizados. Los que a su vez de esa manera, evitaron el default decretado para los restantes títulos, evitando así que los bancos locales y las filiales de bancos extranjeros salieran lesionados por esa vasta maniobra de expoliación del país. Mediante la trasmutación de las reservas de los ahorristas bancarios o RML, en papeles que iban al default.
Luego en el año 2002, con la asunción provisoria de Eduardo Duhalde como presidente, se puso fin a la Convertibilidad, para seguidamente aprobar por presión del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de los bancos, la derogación de la Ley de Subversión Económica. Cuya figura penal atrapaba a los banqueros incursos en esa maniobra de vaciamiento de las reservas de sus bancos.
Una visión en retrospectiva de esos resonantes asuntos que conmocionaron al país, cuyas secuelas aún persisten, pone en evidencia el deplorable y descollante papel desempeñado por parte de Lilita. Dejando la sospecha si ella fue usada, o se dejó usar por parte de los megabancos norteamericanos, que gracias a su tonante histrionismo y a la documentación que le facilitó el Senado norteamericano permeado por los intereses de los megabancos, obtenida supuestamente por sus contactos directos con el parlamento estadounidense, armaron preventivamente una coartada para explicar el vaciamiento de las RML de los bancos. Y luego le suministraron el antídoto de Chuck Norris, intoxicándola o dejándose intoxicar Lilita con pescado podrido, para echar abajo las conclusiones de la comisión que ella presidía.
Pero como si esto no fuera suficiente para sospechar del desempeño de Carrio, luego en el año 2003 el ARI, en sus bases programáticas para la elección presidencial de ese año, se despachó con la postura de pagar los mencionados Préstamos Garantizados, rematándose asi la maniobra de vaciamiento antes expuesta.
No obstante que en el 2001, la cúpula del ARI encabezada por Lilita, había hecho una denuncia penal contra el DNU (Decreto de Necesidad y Urgencia) que creo esos títulos. El cual llevaba la firma del presidente Fernando De la Rua y sus ministros, entre otros el de la ministra de Trabajo Patricia Bullrich, que poco después pasó a integrar el ARI – CC (Coalición Cívica). Lo cual pone en evidencia el pragmatismo amnésico en el que suele incurrir la fundadora de esos partidos.

La disputa con Escasany y Clarín de por medio

Luego de la presentación del informe, Lilita aseguraba a mediados de agosto de 2001, que existían pruebas sobre transacciones brindadas por “un alto directivo de IBM” que explicaría “cómo Escasany ordenó a sus gerentes a sacar dinero del país para volver a entrarlo”. Se refería a Eduardo Escasany, presidente de la Asociación de Bancos Argentinos (ABA) y director del Banco Galicia, quien estaba comprometido en el caso de “la mafia del oro”. Consistente en maniobras de los años noventa, donde entidades empresariales traficaban lingotes dorados, con el objeto de cobrar reintegros al Estado.

Fragmento del “informe Carrió”, donde resalta el rol
que tuvo Galicia en el caso de la “mafia del oro”.

En la última semana de agosto de 2001, Lilita mantuvo una reunión con Escasany, que se realizó en la casa del periodista Mariano Grondona. Al parecer, el banquero estaba interesado en conocer los detalles de su investigación. Otras fuentes aseguran que Lilita le había confesado estar apenada por el bochorno de “Chuck Norris”, aunque luego lo desmentiría en los medios.
Luego de la crisis de diciembre de 2001, Eduardo renunció a la presidencia del Banco Galicia. Y en marzo de 2002, presentó ante la justicia una demanda contra Carrió, el  periodista Jorge Lanata, que en ese entonces conducía el programa televisivo Día D, y su propia hermana, María Isabel.
En su escrito, aseguró que Banco Galicia fue agraviado “por su condición de banco privado de capital nacional” y que esa “campaña descarnada y perseverante [fue] desatada por las señoras María Isabel Escasany y Elisa Carrió, y acompañada por una operación periodística encabezada por Jorge Lanata”, según transcribe un archivo del diario La Nación.
Muchos años después, a mediados de 2017, el inefable economista Guillermo Moreno, en un programa de Crónica TV, planteó una peculiar hipótesis de por qué Lilita se había metido en las internas de los hermanos Escasany:
De repente explota un conflicto inter-societario entre los hermanos. Y el Grupo Clarín toma partido por uno de los hermanos. Casualmente, cuando el banco le había negado la renegociación de la deuda al Grupo Clarín en el año 2000. Clarín tenía deuda adentro y afuera; adentro, con el sistema financiero, uno de los principales acreedores el Banco Galicia. Pide la renegociación de la deuda, que luego la consigue por la Ley de Protección de Industrias Culturales tiempo después. El Banco Galicia tenía sus problemas y quizás por eso le dijo que no. Y de repente aparece un conflicto inter-societario, donde la señora Carrió tomó partido decididamente por una de las partes”.
Esa fue la respuesta que dio el ex funcionario kirchnerista, respondiendo a la pregunta de la existencia de un posible acuerdo espurio monetario entre Carrió y algún empresario, y de un posible acuerdo con Clarín.

La división del ARI para la derechización del espacio


Foto de archivo entre Kirchner, Carrió y Aníbal Ibarra.

En julio de 2002, la prensa especulaba una posible alianza entre el santacruceño Néstor Kirchner del PJ, el porteño Aníbal Ibarra del FREPASO y Elisa Carrió. Pero en noviembre de ese año, Lilita comenzó a armar una interna en el ARI, con el fin de conformarse como partido autónomo. Así, en 2003, el ARI quedó en ruptura y se conformó como partido político, cambiando el significado de sus siglas por el de Afirmación para una República Igualitaria. Ya para ese entonces, Graciela Ocaña había aceptado la propuesta de Néstor Kirchner para ser la titular del PAMI y abandonar el ARI.
En una entrevista concedida a Página/12, en el año 2006, Ocaña aseveró que Carrió “sostenía los mismos principios, los mismos valores, el mismo modelo de Argentina que Kirchner. No sólo en palabras sino en hechos: la derogación de las leyes de obediencia debida y punto final, terminar con la Corte menemista, renegociar la deuda teniendo en cuenta los intereses de los argentinos”.
De hecho, en el año 2003, se logró la destitución del juez “menemista” de la Corte Suprema, Eduardo Moliné O’Connor, algo inédito en la historia argentina. Y que luego ocurrió lo mismo en el 2005 con el juez Antonio Boggiano. Otros tres magistrados, directamente presentaron sus respectivas renuncias.
Esta fue la base, que tuvo como notable actora a Carrió, para que el presidente Néstor Kirchner pudiera realizar la indispensable reforma de la Corte Suprema de Justicia, que le otorgara legalidad a la pesificación asimétrica sobre la que se había basado la salida económica tras el vaciamiento bancario del año 2001. Que significó un enorme beneficio para pequeñas y grandes empresas, incluidas entre estas al grupo Clarín.
Bajo la pregunta del periodista a Ocaña de por qué entonces Lilita decidió armar un partido propio, en lugar de hacer una alianza con Kirchner, ella respondió: “Ya en el 2003 Carrió planteó, y en eso es testigo (Rafael) Romá (vicegobernador de Eduardo Duhalde en Buenos Aires), que Kirchner iba sobre su electorado. Y entonces se fue hacia la derecha. La misma Lilita sale a decir que ella tiene que tener libertad para poder conversar con otros actores. Y nombra a López Murphy.
La persistencia de Carrió por derechizar los espacios políticos, a costa de detonar internamente los propios, fue una estrategia recurrente desde entonces, que culminó con la conformación del bloque Cambiemos en 2015, con Mauricio Macri a la cabeza.
Ya para las elecciones presidenciales de 2003, con la conformación del ARI como partido político, Lilita decidió cambiar de domicilio, pasando de su ciudad natal de Resistencia a la Capital Federal. La fórmula presidencial Carrió – Gutiérrez, obtuvo un 14% de los votos, ubicándose en el quinto lugar.

El asesinato de la “mafia pesquera”

20 de enero del año 2003. Ciudad de Puerto Madryn, provincia de Chubut. Mientras realizaba su campaña presidencial de gira por la Patagonia, Elisa Carrió se había reunido con el empresario pesquero Pedro Raúl “Cacho” Espinosa, ex-vicepresidente de la empresa Conarpesa (Continental Armadores de Pesca S.A.), dedicada a la exportación de langostinos y calamares.
Diez días después, el 30 de enero de 2003, a la noche, Espinosa estaba cerrando el portón de su casa. “¡Che, Cacho!”, escuchó a su espalda. Al darse vuelta fue ultimado de un disparo por un arma 9 milímetros. Su esposa, embarazada en ese entonces, fue testigo de su homicidio. Hasta el día de la fecha, no hay condenas por el crimen. Solo tres absueltos luego de un juicio terminado en 2015.

Nota de archivo de Clarín sobre el asesinato del “Cacho” Espinosa,
donde certifica que Carrió lo había visitado diez días antes.

Conarpesa había sido fundada por el español Juan Álvarez Cornejo, cuyo presidente sigue siendo hasta la actualidad su hermano, Fernando Álvarez Cornejo. A su vez, los Álvarez mantuvieron negocios asociativos con Héctor Antonio, el hijo del empresario peronista involucrado en diversos negociados, dueño de la empresa española Pescafina, que operaba como representantes de Conarpesa.
En 1993, Espinosa abandonó Conarpesa y fundó su propia empresa: Pesquera San Isidro S.A. “El móvil del crimen aparece como demasiado obvio. Los Álvarez trataban de quedarse con Pesquera San Isidro”, había sentenciado Lilita Carrió en un informe preliminar de marzo de 2004, un año después del asesinato. El que luego amplió diciendo que en realidad el que estaba detrás de esa adquisición era Héctor Antonio, el dueño de Pescafina.
En ese mismo año Elisa “Lilita” Carrió comenzó su campaña judicial contra el kirchnerismo. Desde su posición de denunciadora pública, el oligopolio pesquero de Conarpesa, en supuesta asociación con Pescafina, recibió las sospechas sobre posibles desvíos de fondos para la campaña presidencial del Frente Para la Victoria. Cuya triangulación partiría desde el puerto santacruceño de Caleta Paula, que había sido inaugurada en 1998 por el gobernador de Santa Cruz de ese entonces, Néstor Kirchner, y que después fue ampliada desde su rol como presidente de la Nación.
Incluso, mientras avanzaba el juicio en 2011 por el asesinato de Espinosa, Carrió dijo sin pruritos como testigo que el kirchnerismo estuvo involucrado en ese asesinato.
No solo eso. Carrió planteó también las posibles conexiones con el narcotráfico. Ya que Chubut había quedado conmocionada por el “Operativo Langostino” (1988) donde se reveló el tráfico de cocaína escondidas en cajas de pesca, para exportarlos a Europa. Dichos productos llevaban el logotipo de la empresa quebrada Estrella del Mar, vinculada con Héctor Antonio y con el mega-banco desaparecido BCCI, sindicado por el “informe Carrió” como una financiera lavadora de narco-dólares. Afirmación que llevó en 2007 a que el propio empresario denunciara a la funcionaria por calumnias, de la cual fue absuelta.
Estamos hablando de la primera investigación de Elisa Carrió no solo sobre la posible conexión entre el kirchnerismo y un asesinato, sino también con el narcotráfico. Sin embargo, según se comenta, esa información sobre posibles fondos “narcos” ya la habría recibido Lilita, en su época como candidata, por el propio Espinosa en aquella reunión del 20 de enero, diez días antes de su asesinato. Y que un año después, comenzaría a ventilar la “pista narco” hacia la campaña K, ya con Kirchner como presidente.
La gran duda que surge es por qué Elisa Carrió no profundizó la investigación en el momento en que recibió la información en aquel mes de enero del 2003. En lugar de tomarse una avión rumbo a Buenos Aires, dejando al intemperie a su contacto con una gravísima denuncia, que terminó acabando con su vida.
Maniobra muy distinta a la que realizó en el año 2015, con la operación “La Morsa es Anibal”, donde culpó al candidato bonaerense Aníbal Fernández, de ser un narco-asesino, una semana antes de las elecciones a gobernador por la provincia de Buenos Aires, permitiendo el triunfo de Cambiemos en la región y, por efecto dominó, en todo el país.
Situación que pudo ser un déjà vu, ya que una cabeza como Carrió sabía que semejante denuncia contra Kirchner a comienzos de 2003, podía significar su posible derrota frente al balotaje con Carlos Menem. Y otra hubiera sido la historia reciente argentina.

La fundación de Lilita con fondos poco claros

Para el año 2004, Elisa “Lilita” Carrió había inaugurado la Fundación Anna Harendt, a la que dirige hasta el día de hoy. Se trata de un instituto sin fines de lucro, con la intención de propagar mediante charlas, cursos y talleres, los principios del republicanismo y el humanismo.
Desde su página web oficial, se define como un instituto “Independiente y preservado de la lucha política partidaria”. Algo que no se concibe mucho con el fuerte personalismo que tiene el portal, que gira alrededor de la propia Lilita. E incluso en su sección biográfica, se (auto) homenajea su labor política, ya que “siempre estuvo marcada por la lucha contra la corrupción y por la construcción de un modelo republicano con justicia social”, y que las “problemáticas centrales de su trabajo han estado asociadas a la construcción de una República, que no puede pensarse sin democracia y a una democracia que no es posible sin justicia ni verdad”.
De hecho, el “Anna Harendt” venía teniendo el empacho de invitar solo a referentes de la política que estuvieran apegados electoralmente a la figura de Lilita. Llegando a un punto que, por ejemplo, ofrecieron una charla sobre políticas energéticas con la participación de Fernando “Pino” Solanas, cuando integraba con Lilita el Frente Amplio UNEN. Y un par de años después sobre “Diálogo, confianza, inclusión y gradualismo”, con quien era en ese entonces el ministro de hacienda Alfonso Prat Gay cuando ya no existía el centro-izquierda UNEN y sí el centro-derecha Cambiemos.