El giro equivocado de Hollande

Paul Krugman
The New York Yimes

“No crucificarás a la humanidad en un cruasán de oro”. Esa fue la reacción  del economista Alan Taylor (en la correspondencia mantenida con él) a la adopción por parte del presidente francés François Hollande de la ley de Say – en una rueda de prensa, Hollande dijo literalmente que “en efecto, la oferta crea demanda”– junto con el derrotero que ha tomado, otra vez en sus propias palabras, hacia la política de la oferta.

Lo asombroso para mí, aparte de la poca fortuna de Hollande, es el pesimismo extremo que ha envuelto de forma manifiesta a la élite francesa. Se diría que Francia es una zona catastrófica. Pero las cifras, si bien no son buenas, tampoco son tan dramáticas.


Comencemos por el crecimiento desde que empezó la crisis. ¿Cómo se sitúa Francia comparativamente en el contexto europeo? No se comporta tan bien como Alemania, eso está claro.

Pero si se la compara con otros países del continente – incluso dejando aparte a los atribulados deudores –  no destaca por sus resultados negativos.

Evolución del PIB
















¿Y qué hay del declive de la competitividad? Es cierto que Francia ha registrado constantes déficits por cuenta corriente, pero son bastante pequeños.
Balanza de pagos
















Y las perspectivas fiscales para el país no parecen alarmantes en absoluto, excepto en la medida en que el recorte del déficit estructural ha sido excesivo considerando la debilidad de su economía. Los mercados de bonos, que se dejaron llevar por el pánico durante los peores momentos de la crisis del euro, no parecen muy preocupados a estas alturas.
Ejecución presupuestaria


















Ahora bien, los resultados franceses han sido sin duda débiles en los últimos trimestres. Pero, ¿por qué? Basándose en la prueba que proporcionan las encuestas, el economistaFrancesco Saraceno sostiene que el problema es la demanda, no la oferta. Los datos de la inflación también respaldan esta opinión.

Inflación
















Parece que Francia, al igual que gran parte de Europa, está coqueteando con la deflación, con gran riesgo de caer en una situación similar a la de Japón. Ah, y aunque un informe del FMI sobre el tema intente cargar una parte de la responsabilidad en la “incertidumbre”, la conclusión sigue siendo que las políticas de austeridad desempeñan un papel importante en esta historia.
Lo repito: las cosas no van bien. Pero hay que preguntarse por qué es tan fácil intimidar a las élites francesas para que den un brusco giro a la derecha mientras que en casos mucho peores, como el de Finlandia o el de Holanda, las élites se mantienen firmes en su idea de que cuanto peor vayan las cosas, más comprometidas tienen que estar con infligir más sufrimiento.

Las crisis trémulas

Mucha gente ha señalado que el sistema del euro ha acabado por funcionar de forma muy similar al patrón oro y, al hacerlo, ha reproducido los “grilletes de oro” que, según muchos historiadores de la economía, fueron decisivos en la propagación de la Gran Depresión.


Entre otras cosas, todo este debate ha señalado el comienzo de, digamos, una edad de oro para la historia económica; no se me ocurre otra época en la que la historia haya sido tan útil como guía para los acontecimientos del momento (y para la acción, si los políticos escuchasen) como lo ha sido desde 2008. Y los historiadores aún tienen más que enseñarnos.



En un reciente artículo de The Economist, el economista de Oxford Kevin O’Rourke volvió a examinar el patrón oro en su momento de apogeo antes de 1914, y señalaba que incluso en las condiciones favorables de entonces, el sistema únicamente funcionaba aceptablemente durante los periodos de inflación.



Como escribía O’Rourke, esta es una razón de más por la que los líderes de la zona euro deberían estar profundamente preocupados por el derrotero que apunta a una deflación general.



Traducción: News Clips.
Fuente: El País