Los proyectos nacionales y populares de América del Sur (Parte II)

Aldo Ferrer
Diario BAE

En la primer parte de esta nota (Ver), recordé los rasgos principales de los proyectos “nacionales y populares” (PNP), que prevalecen actualmente en América del Sur y las resistencias que generan, en el medio interno y en el escenario internacional. Señalé, también, que nuestra experiencia histórica y la ajena presentan casos de fracasos o interrupción de procesos transformadores. El análisis de los mismos revela que ese epílogo refleja la capacidad de obstrucción de los grupos opuestos al cambio, pero, asimismo, en medida principal, las insuficiencias y errores de la gestión económica y política de la transformación. El futuro de los rumbos que prevalecen en la actualidad en América del Sur requiere tomar nota de la experiencia histórica. El mismo dependerá, esencialmente, de la propia capacidad de resolver varias cuestiones fundamentales, que incluyen las siguientes:

La macroeconomía. La política heterodoxa debe operar en el marco de sólidos equilibrios fiscales, de pagos internacionales y monetarios y, con tasas de inflación moderadas. Esto es indispensable, por la necesidad de mantener la firme conducción del proceso de transformación y de desactivar los pronósticos apocalípticos de sus adversarios. Nada positivo puede construirse en el desorden, el cual es, además, el escenario necesario de la desestabilización. La gestión de la transformación debe resolver dilemas complejos. Por ejemplo, ¿cómo estabilizar los precios con crecimiento de la producción y el empleo? Otro ejemplo: ¿cómo administrar las diferencias de costos entre los sectores que gozan de la ventaja competitiva de los recursos naturales (ej.: soja) y las manufacturas industriales?
Gestión del reclamo social. La satisfacción de necesidades sociales y la participación política de los sectores populares, va generalmente acompañada por nuevas demandas de bienestar. Los recientes acontecimientos de movilización social en Brasil son elocuentes en este sentido. La gestión de los reclamos debe atender simultáneamente a las demandas y a los equilibrios generales del sistema. Un desvío de estos últimos para sostener acciones sin recursos disponibles y, peor aún, con la asignación ineficiente de los mismos, impide la sustentabilidad de la transformación y confirma la inviabilidad de los PNP invocada por los defensores del statu quo.
Respaldo político. La transformación requiere el apoyo decisivo de las mayorías nacionales, que incluyen a los sectores populares y las clases medias. Estas últimas son, en gran medida, las portadoras del acervo de conocimientos y capacidad de gestión de recursos y son, también, partícipes de los frutos del desarrollo impulsado por la transformación. Es decir, son potencialmente parte integrante del “campo nacional”. Al mismo tiempo, las clases medias son la bisagra entre los intereses populares y los valores de las elites. Esto les confiere una volatilidad ideológica que Arturo Jauretche definió como del “medio pelo en la sociedad argentina”. En ese espacio, la resistencia al cambio suele encontrar un escenario de resonancia que debe desactivarse con la solidez de los objetivos de los PNP y su implicancia para el bienestar general, la transparencia de la gestión y su carácter esencialmente democrático, incluyendo la vigencia de la seguridad jurídica y la división de poderes. La cuestión de los valores puede resultar esencial en la captación del apoyo de los sectores medios.
Acumulación de capital y tecnolgía. En definitiva, el éxito de los proyectos nacionales y populares se define en el campo del desarrollo. Éste es esencial para aumentar el empleo y los salarios reales, elevar el nivel de bienestar, multiplicar las oportunidades de progreso y generar los recursos necesarios para ampliar y transformar las bases productivas y la inserción en el orden mundial. Para tales fines, es necesario el aumento de la inversión y la aceleración del cambio tecnológico.
Se plantea, así, el problema que Michael Kalecki destacó en su ensayo sobre “aspectos políticos del pleno empleo”. Vale decir, la resistencia de actores económicos principales (que originan buena parte del ahorro, la inversión y la innovación), a las políticas que amenazan sus posiciones dominantes y acrecientan el poder negociador de los trabajadores. Esto explica el apoyo de aquellos actores a políticas que achican el mercado y las ganancias, pero preservan el orden establecido.
La inversión pública y la correspondiente a las pequeñas y medianas empresas, es fundamental para la acumulación de capital y tecnología. Pero la cooptación de los mayores operadores privados al proceso de transformación es también importante y reclama la atención de las políticas públicas. La respuesta al dilema puede encontrarse en la experiencia de China, Corea del Sur, Taiwán y otras economías emergentes de Asia. En las mismas, la apertura de espacios de rentabilidad en los sectores estratégicos vinculados a las tecnologías de frontera, promovió la alianza entre las políticas públicas y los titulares de los mayores intereses privados. En el mismo escenario, se atrajo la inversión de corporaciones transnacionales destinada a la incorporación de tecnología y la apertura de nuevos mercados, manteniendo la posición dominante de los intereses, públicos y privados, nacionales. Estas experiencias son útiles para responder a la demanda de inversiones y cambio tecnológico, que deben resolver los proyectos nacionales y populares de América del Sur.