Nuestro hombre en Quito

Pepe Escoba
Asia Times Online


HONG KONG. Entonces, será Nuestro Hombre en Quito. La narrativa puede no tener la elegancia de las de Graham Greene, pero el enredo le gana, sin duda, al de la trilogía Bourne, porque está aconteciendo en vivo, en tiempo real, frente a nuestros ojos.
Un solo ex-agente de la CIA para derrotar la “inteligencia” de los EEUU, o mejor dicho, la carencia de inteligencia.

La historia de la fuga de Edward Snowden de Hong Kong, es cosa para estudiar y aprender. El domingo, en un restaurante de Hong Kong [1] fui alertado por una fuente: “Prepárese para algo grande; él saldrá en cualquier momento.” En Hong Kong, eran las 12h30, hora local. En realidad, Snowden ya había despegado del aeropuerto Chek Lap Kok, en el vuelo SU 213, destino a Moscú, a las 11:00h. Pero nadie lo sabía.
Hong Kong aún digería la primera página del South China Morning Post, que exhibía pruebas todavía más devastadoras del ciber-espionaje de los EEUU contra China. 
A las 14:00h, hubo la primera alerta en el South China Morning Post: él estaba en un avión, rumbo a Moscú. Telefoneé a la red Russia Today en Moscú: no sabían; y se pusieron en movimiento. En la empresa-prensa occidental persistía el más ensordecedor silencio. Hasta que, al final, el Post informó, con algún detalle. Pero demoró épocas, antes de que la Agencia Reuters, al final, distribuyese un despacho corto. Cuando la ‘comunidad internacional’ comenzó a recibir noticias de Snowden, él ya estaba volado desde hacía cinco horas.


"Hemos preparado esta habitación para UstedSr. SnowdenSi necesita algo, solo tiene que gritar"
The Guardian
Asia Times Online también fue informada por una fuente muy próxima de Snowden, que una rápida parada en Hong Kong fue siempre parte del Plan A: él jamás pensó pedirle asilo político ni a Hong Kong ni a China. Siempre estuvo enfocado en “un tercer país”. Pero Snowden usó Hong Kong como plataforma ideal para revelarle al mundo como operan los intestinos del estado-de-vigilancia-orwelliano/Panopticon-EEUU. 


Primero, un bloque de revelaciones genéricas, para The Guardian. En seguida, se sumergió en la clandestinidad para preparar la fuga, porque sabía que Washington partiría contra él con uñas y dientes (¿y drones?).
Entonces, otro conjunto de revelaciones, al diario South China Morning Post, enfocadas en Asia y China. Cuando Washington se despertó, Snowden ya había abandonado el edificio. Jason Bourne puede zapatear de rabia.

No se trata de “dejamos escapar a Snowden”. Todo fue cronometrado meticulosamente, en una operación que involucró a Snowden y al gobierno de Hong Kong, con la mediación de WikiLeaks. Ladeclaración del gobierno de Hong Kong fue distribuida a las 16h05[2] (vale repetir: Snowden ya estaba viajando hacía cinco horas). Allí se leía que “[El Sr. Edward Snowden] dejó Hong Kong hoy día, por decisión personal, hacia un tercer país, por vía legal e normal”, porque el gobierno no recibió “información legal suficiente para considerar el pedido de los EEUU”, que pedía la prisión preventiva de Snowden.

Esto quiere decir: el gobierno de los EEUU supuso que simplemente podría intimar al gobierno de Hong Kong: haz lo que ordenamos, o sal del frente... ¡y justo en el día en que los crímenes dehacking en serie de los EEUU contra Hong Kong y China eran titulares de los diarios!  
Snowden ya estaba viajando desde hacía cinco horas rumbo a Moscú, y la prensa-empresa norteamericana aún cacareaba la narrativa oficial – repitiendo, como el Consejero de Seguridad Nacional de Obama, que Snowden esta(ría) con la cuerda en el pescuezo. 

Si Beijing tuvo o no influencia indirecta sobre la decisión del gobierno de Hong Kong es una cuestión abierta a un Mar del Sul de China de especulaciones.
El hecho es que la solución fue perfecta para Hong Kong, que pasaría a enfrentar la presión total de los EEUU para extraditarlo, pero también para Beijing, que continúa mandando en el juego y exige furiosamente explicaciones sobre las acciones de la Agencia de Seguridad Nacional de los EEUU para espiar a las empresas chinas de telefonía, la rede Asia-Pacífico de fibra óptica[3] y hasta la Universidad Tsinghua[4] de Beijing.
Queda la cuestión del pasaporte norteamericano de Snowden, revocado el sábado. Dependiendo de cuando, exactamente, Hong Kong fue oficialmente notificada, es posible que haya habido una estrecha franja de tiempo, y Snowden haya conseguido presentar un pasaporte válido en la mesa de check-in de la Aeroflot en el centro de Hong Kong, digamos, a las 09:00 hrs. de la mañana del domingo, antes de los 20 minutos de tránsito hasta el aeropuerto Chek Lap Kok.
 También es posible que WikiLeaks haya conseguido otro tipo de arreglo legal. O el consulado ruso en Hong Kong, que permanece perfectamente callado.
 
 

"Salvemos a Snowden, salvemos la libertad": Cartel de apoyo a Edward Snowden en Hong Kong. Kin Cheung/Associated Press
¡Es un complot de los comunistas!
La furia previsible en el Capitolio, llena de retórica contra las “naciones hostiles” combinada a la  inevitable demonización del presidente da Rusia Vladimir Putin, para no hablar del espía-jefe, el general Keith Alexander de la Agencia de Seguridad Nacional, además de las banalidades de siempre sobre “defender esta nación contra un ataque terrorista”, presentando a Snowden como “un individuo que, en mi opinión, no actuó movido por un propósito noble”, todo suena como novela de espionaje barato.
Al imperio no le gusta recibir un derechazo en el ojo. Para Washington, sólo queda esperar que Moscú detenga a Snowden. Boberías. El ministro de RREE de Rusia Sergey Lavrov ya dijo que Rusia, si consideraría la posibilidad de darle asilo político a Snowden, si le fuese pedido. Y la frase de Dmitry Peskov, portavoz de Putin, “¡No sé nada de nada!”, no tiene precio. La red Xinhua, a su vez, como era de prever, declaró: “Antes, Washington debe explicar las grabaciones”.
Los EEUU, que desde hace mucho tiempo intentan pasar por la víctima inocente de los cibercriminales, aparece ahora como el más grande rufián de nuestra era. 
Ahora se juega la etapa final de la “Aventura Snowden”, después de dejar la cápsula-hotel que le acogió en el terminal E del aeropuerto de Sheremetyevo (the Four Seasons it ain't) y embarcar rumbo al asilo político del Ecuador, vía La Habana. Y con WikiLeaks tuiteando alegremente en los momentos clave de la saga, como en la declaración oficial: “Snowden sigue rumbo a la República del Ecuador, por una ruta segura, en busca de asilo. Viaja con escolta de diplomáticos y los abogados de WikiLeaks.” 

La decisión de Hong Kong “decepcionó” al Departamento de Justicia de los EEUU y, como informa Russia Today,[5] los EEUU ya están pidiendo gentilmente que los países latino-americanos detengan a Snowden. En la misma línea cordial, todos los países del mundo deben “pedir gentilmente” que Washington le ponga fin a su Imperio Mundial de Bases Militares.


En medio de la excitación provocada por el ‘caso Snowden’, que no se pierda el foco. El aspecto más crucial de la historia es que Obama es el Espía Supremo, mientras Keith Alexander jura que el complejo militar/seguridad orwelliano privatizado, sería esencial para evitar acciones terroristas. Mentira monumental. Obama se dejó ver como el mentiroso-en-jefe y cómplice. 
El ex-embajador Joe Wilson y su esposa Valerie Plame Wilson – dimitidos por la banda de Dick Cheney – no se extraviaron ni dejaron pasar la oportunidad, en una columna muy oportuna, en TheGuardian[6].

Siendo así, rumbo a Quito, el peligro existe y ronda en todos lados. Pero, llegado a Quito, el punto, el set, el juego estará ganado, como ya dijo en esa entrevista [7]. Que la HBO comience a seleccionar las estrellas de la película, y rápido. Con Ryan Gosling en el papel principal. Edward Snowden, claro está, escribirá el guión.

Traducción:  Luis Casado

Notas:
[1] Orig. “at dim sum”. Sobre esto ver http://es.wikipedia.org/wiki/Dim_sum [NT]