Intereses a los que sirven los BRICS
Immanuel Wallerstein
Nota de Atilio A. Boron:
Comparto una interesante reflexión de Immanuel Wallerstein sobre los BRICS, que desmitifica muchas de las ideas que existen acerca de los BRICS. Yo agregaría una crítica y una pequeña acotación a lo que dice Wallerstein.
La crítica: sugerir como él hace que China o Rusia, la India, o por último Brasil y Sudáfrica, son no sólo “sub-imperialistas” sino “imperialistas” me parece un error.
El imperialismo es algo mucho más complejo que asimetría económica, que se pone de manifiesto en el trato entre un país económicamente muy poderoso y otros más débiles. La noción de “sub-imperialismo” supone que un país dado es un mero ejecutor de la política decidida por el centro imperial, los Estados Unidos. No me parece sea el caso de los países arriba nombrados, especialmente en los casos de China y Rusia.
Si hablamos del imperialismo chino o ruso, ¿dónde están sus bases militares, imprescindibles para apuntalar la viabilidad de la dominación imperialista? ¿Dónde está el plan de dominación mundial que sí vemos en múltiples documentos del Pentágono, la Casa Blanca o el Departamento de Estado y no vemos en los otros casos? Si algo hicieron los chinos fue inundarnos con pequeños supermercados en muchos de nuestros países, pero no con bases militares. Menos todavía los rusos, los indios, los brasileños o los sudafricanos.
Quienes tienen 76 bases en Nuestra Amérca son los Estados Unidos: en su gran mayoría propias, salvo Aruba y Curazao (alquiladas a los holandeses), Ascensión y Malvinas, acordado su uso con los británicos, y la de la Guayana Francesa, cedida por París.
Por eso, hablar del imperialismo chino me parece una peligrosa extravagancia del análisis político que, de paso, sirve para ocultar al verdadero imperialismo que nos domina y nos saquea que no es otro que el norteamericano. Esta sería mi crítica. Mi acotación: creo que Wallerstein debería enfatizar más las dificultades que impiden que los BRICS actúen como un grupo coherente en la economía mundial y en el sistema internacional.
La rivalidad entre la China y la India es de larga data y muy grave, con periódicas escaramuzas bélicas; Rusia y China se están amigando, pero sus relaciones fueron pésimas durante más de medio siglo, y todavía prima la desconfianza. Brasil se siente abrumado por los chinos, que compiten ferozmente con las empresas brasileñas en su propio mercado. Sudáfrica todavía no entra a jugar en las ligas mayores de la economía mundial. De hecho, la única que realmente está en ese plano es China. No obstante lo anterior creo que lo de Wallerstein es un baño de sobriedad que viene muy bien y que vale la pena leer.
En 2001, Jim O’Neill, entonces presidente de Goldman Sachs Assets Management, escribió un artículo para sus suscriptores titulado
El mundo necesita mejores BRICs económicos. O’Neill inventó las siglas para describir a las llamadas economías emergentes de Brasil, Rusia, India y China, y para recomendarlas a los inversionistas como el
futuroeconómico de la economía-mundo.
El término pegó y BRICs se volvió un grupo real que se reunía regularmente. Después añadió la membresía de Sudáfrica y así la s minúscula se tornó S mayúscula. Desde 2001 los BRICS han florecido económicamente, al menos en relación con otros sistemas del sistema-mundo. También se han convertido en sujeto controvertido. Hay quienes piensan que BRICS es la vanguardia de la lucha antiimperialista. Hay otros que, muy por el contrario, piensan que BRICS son agentes subimperialistas del verdadero Norte (Norteamérica, Europa occidental y Japón). Y hay quienes arguyen que son ambas cosas.
En la cauda de la decadencia post-hegemónica del poderío, el prestigio y la autoridad estadunidenses, el mundo parece haberse asentado en una estructura geopolítica multipolar. En esta situación actual, donde existen unos 8-10-12 loci de poderío geopolítico significativo, los BRICS son definitivamente parte del nuevo cuadro. Con sus esfuerzos por forjar nuevas estructuras en el escenario mundial, tales como la estructura interbancaria que están buscando crear, para sentarse junto al Fondo Monetario Internacional (FMI) y sustituirlo, ciertamente están debilitando aún más el poderío de Estados Unidos y de otros segmentos del viejo Norte en favor del Sur, o por lo menos en favor de BRICS mismo. Si nuestra definición de antiimperialismo es reducir el poder de Estados Unidos, entonces BRICS, con certeza, representa una fuerza antiimperialista.
Sin embargo, la geopolítica no es lo único que importa. Querremos también saber algo de las luchas de clase al interior de los países BRICS, las relaciones entre estos países y la relación que guardan con países que no son miembros de BRICS en el Sur. En estos tres puntos, el récord de BRICS es turbio, por decir lo menos.
¿Cómo podemos evaluar las luchas de clase al interior de los países BRICS? Una forma común es mirar el grado de polarización como lo indica el Coeficiente de Desigualdad de Gini. Otra forma es ver qué tanto del dinero del Estado se utiliza para reducir el grado de pobreza entre los estratos más pobres. De los cinco países BRICS, sólo Brasil ha mejorado su calificación en tales mediciones. En algunos casos, pese a un incremento en el PIB, las mediciones son peores que, digamos, hace 20 años.
Si miramos las relaciones económicas de los países BRICS uno con otro, China brilla más que los otros en cuanto al PIB y a la acumulación de bienes. India y Rusia parecen sentir que necesitan protegerse contra la fuerza china. Brasil y Sudáfrica parecen estar sufriendo de la inversión presente y potencial de China en áreas claves.
Si miramos las relaciones de los países BRICS con otros países del Sur, escuchamos crecientes quejas de que el modo en que se relacionan estos países con sus vecinos inmediatos (y no tan inmediatos) se asemeja mucho a los modos en que Estados Unidos y el viejo Norte se han relacionado con ellos. Son así acusados algunas veces de no ser
subimperiales, sino ser simplemente
imperiales.
Lo que hace que los BRICS parezcan hoy tan importantes han sido sus altas tasas de crecimiento desde, digamos, 2000; tasas de crecimiento que han sido significativamente mayores que aquellas del viejo Norte. Pero, ¿continuará esto? Sus tasas de crecimiento han comenzado a resbalar. Algunos otros países del Sur –México, Indonesia, Corea (del sur), Turquía– parece igualarlas.
Sin embargo, dada la depresión mundial en la que continuamos existiendo y la baja probabilidad de una recuperación significativa dentro de la próxima década o así, es bastante dudoso que dentro de unos 10 años algún futuro analista de Goldman Sachs continúe proyectando a los BRICS como el futuro (económico). De hecho, la probabilidad de que BRICS continúe siendo un grupo que se reúna regularmente con supuestas políticas comunes parece remota.
La crisis estructural del sistema-mundo se mueve muy aprisa y de muchos modos muy inciertos como para asumir la suficiente estabilidad relativa que permita a los BRICS continuar jugando un papel especial, sea geopolítica o económicamente. Así como la globalización misma, como concepto, pasó, así puede BRICS resultar un fenómeno pasajero.
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