Lo que en verdad busca la Troika
Xavier Caño Tamayo
Revista Contralinea
Nota relacionada: La anulación de la deuda alemana en Londres en 1953
Revista Contralinea
A pesar de los miles de millones de euros
ya desembolsados… para salvar la banca, la crisis que estremece las economías
de la Unión Europea no mengua ni por asomo. ¿O no sería más justo denominarla
estafa?
Europa va de mal en peor y hasta Alemania ve las orejas al lobo
con el frenazo en sus exportaciones. En España, el incremento del IVA [el
impuesto sobre el valor añadido] ha sido letal para el consumo interno. Como
mortales son también las rebajas de los sueldos de los empleados públicos, los
despidos, la congelación de las pensiones y los recortes en prestaciones para
desempleados, que alcanzan ahora un 26%. Mientras, la seguridad social pierde y
pierde afiliados y cotizaciones mes tras mes.
En Portugal, se consolida la tendencia al pago de una
serie de servicios de la salud pública, lo cual hace muy vulnerable a la
ciudadanía, mientras que otra reforma laboral abarata más el despido y el alza
de los impuestos empobrece más a la ciudadanía común (no a los ricos). Todas
esas medidas, a las que se agrega la privatización de diversas empresas
públicas, son puro saqueo. ¿Y qué decir de Grecia?
Una reciente investigación del Center for Economic and Policy
Research de Estados Unidos
demuestra que las políticas de austeridad que el Fondo Monetario Internacional
(FMI) impone a Europa son muy perjudiciales para la inmensa mayoría de la
ciudadanía, porque provoca efectos contrarios a los que dice buscar. Tal vez
por eso apenas empiezan a oírse algunas voces críticas contra la política de
austeridad.
El propio Olivier Blanchard, economista-jefe del FMI,
ha reconocido que es un error recomendar, sin matices, recortes presupuestarios
a los gobiernos europeos, porque eso puede frenar el crecimiento económico.
Pero los economistas del FMI se empecinan en mantener esa política, en vez de
enmendarla, e incluso insisten en que los funestos resultados actuales no
significan que la política de austeridad sea «mala». A pesar de la ruina
del pueblo portugués, el FMI aconseja a Passos Coelho, le primer ministro de
Portugal, que despida a más funcionarios, que alargue el horario laboral de los
empleados públicos (pagándoles el mismo sueldo), que reduzca aún más las
prestaciones por desempleo y que rebaje todavía más las pensiones “para ser
competitivos”.
Tal vez para el FMI sea irrelevante que el desempleo
alcance ya el 17% y que el PIB (producto interno bruto) ya vaya a retroceder en
un 1,5 en 2013. ¿Qué significa ser «competitivo» si la mayoría de
ciudadanos se hunde en la pobreza?
¿Tan estúpida es la Troika? La solución está en la
historia muy reciente.
En 1953, sólo 4 años después de su fundación, la
República Federal de Alemania se hundía bajo el peso de sus deudas y amenazaba
con arrastrar en su derrumbe a los demás naciones europeas. En aquel entonces,
los 21 países acreedores de la RFA se reunieron en Londres y decidieron ajustar
sus exigencias a la capacidad de pago del país deudor. Redujeron la deuda
acumulada en un 60% y concedieron una moratoria de 5 años más un aplazamiento de
30 años para reembolsarla y, además, incluyeron en los acuerdos una cláusula de
desarrollo que establecía que el país deudor –recordemos que se trataba de la
República Federal de Alemania– dedicaría al pago de la deuda sólo la vigésima
parte de sus ingresos por concepto de exportaciones.
¿Por qué Europa no actúa hoy de la misma manera?
Tal vez porque el objetivo real prioritario de la
Troika no sea cobrar la deuda. Tal vez porque lo que se busca es desmantelar
los derechos sociales en Europa (el mal llamado Estado de bienestar, porque te
pueden pedir que tengas menos bienestar, pero no que renuncies a tus derechos).
Tal vez porque esta crisis permite a la minoría rica aumentar obscenamente sus
beneficios, como lo demuestran los datos.
Pero lo que toca es anular la mayor parte de la deuda
porque se trata, además, de una deuda impagable. Como explica John Ralston, hay
que acabar con toda la deuda porque esa deuda está hundiendo a Europa. Y,
metafóricamente, propone Ralston que «guardemos» la deuda en un sobre,
que escribamos en el sobre «muy importante», que lo metamos en una
gaveta, la cerremos con llave y… tiremos la llave.
Si no se anula gran parte de la deuda, a la vez que
se rehacen los sistemas fiscales progresivos y se empieza a arrinconar en toda
regla a los paraísos fiscales, y también a la banca en la sombra, a Europa no
la salva ni la misericordia divina. Si la hubiera.
Nota relacionada: La anulación de la deuda alemana en Londres en 1953