¿Recibirán los colonos israelíes la bendición de Obama?

Jonathan Cook
CounterPuch 
(20/03/2013)


Los que esperaban que Barack Obama llegara a Israel para unificar criterios israelíes y palestinos, después de cuatro años de impase en el proceso de paz, serán gravemente desilusionados.

El viaje del presidente que comienza hoy podrá ser histórico –el primer viaje en su presidencia a Israel y los territorios palestinos– pero ha estado haciendo todo lo posible de antemano para reducir las expectativas.

Durante el fin de semana, dirigentes árabes-estadounidenses revelaron que Obama había dejado en claro que no presentará un plan de paz, porque Israel indica que no está interesado en un acuerdo con los palestinos.


Cualquier duda que quedara sobre las intenciones de Israel fue eliminada por el anuncio de un nuevo gabinete, juramentado apresuradamente antes de la visita del presidente. Este gobierno hace que el reciente de Benjamin Netanyahu, considerado el de la línea más dura en la historia de Israel, parezca casi moderado.

Ynet, la popular web israelí, informó de que los dirigentes de los colonos lo saludaron como su gabinete de “sueño húmedo”.

Zahava Gal-On, líder del partido opositor Meretz, estuvo de acuerdo, señalando que “hará mucho por los colonos y prácticamente nada por el estado de la sociedad israelí”.

El partido dedicado a los colonos, Jewish Home, ha obtenido tres ministerios clave –Comercio e Industria, Jerusalén y Vivienda– así como el control del comité de finanzas del parlamento que asegurará que las colonias florezcan durante este período del gobierno.

No existe la menor posibilidad de que Jewish Home acepte una congelación de las colonias similar a la que Obama exigió en su primer período. Más bien el partido acelerará la construcción de viviendas y el desarrollo industrial por sobre la Línea Verde, para hacer que esas colonias sean aún más atractivas.

Uzi Landau, del partido de extrema derecha Yisraeli Beitein de Avigdor Lieberman, tiene la cartera de Turismo y se puede confiar en que orientará fondos a los numerosos sitios bíblicos de Cisjordania, para alentar la visita de israelíes y turistas.

El nuevo ministro de Defensa, que supervisa la ocupación y es el único funcionario en una posición práctica para obstruir esta ofensiva de los colonos, es Moshe Yaalon, del Likud, ex-jefe del estado mayor militar conocido por su ardiente apoyo a las colonias.

Es verdad que el gran partido centrista Yesh Atid de Yair Lapid también está representado. Pero su influencia en la diplomacia será débil, porque sus cinco ministros se ocuparán sobre todo de asuntos interiores como Bienestar, Salud y Ciencia.

La única excepción, Shai Piron, el nuevo ministro de Educación, es un rabino colono de quien se puede esperar que expanda el programa existente de viajes escolares a las colonias, continuando los exitosos esfuerzos de los colonos por integrarse al país en general.

Lejos de prepararse para hacer concesiones al presidente de EE.UU., Netanyahu ha declarado prácticamente su apoyo al plan de Jewish Home de anexar grandes partes de Cisjordania.

La única ministra con algún interés declarado en conversaciones diplomáticas, motivada por sus esfuerzos personales por mantener su popularidad en la Casa Blanca, es Tzipi Livni. Tiene plena consciencia de que las oportunidades de negociar son extremadamente limitadas: El proceso de paz recibió solo una mención superficial en el acuerdo de coalición.

Obama, al parecer perfectamente consciente de que enfrenta un gobierno israelí aún más intransigente que el anterior, ha preferido no dirigirse a la Knéset [parlamento israelí]. En su lugar dirigirá su discurso a una audiencia más receptiva de estudiantes israelíes, en lo que los funcionarios estadounidenses han calificado de “ofensiva de simpatía”.

Podemos esperar palabras grandiosas, unas pocas promesas vagas e inacción total respecto a la ocupación.

En una señal de lo reacia que se muestra la Casa Blanca a volver a encarar el tema de las colonias, sus representantes en las Naciones Unidas se negaron el lunes a participar en un debate en el Consejo de Derechos Humanos que describió las colonias como una forma de “lenta anexión” de Cisjordania y Jerusalén Este.

La actitud de no intervención de Obama satisfará a sus electores en EE.UU. Un sondeo para ABC-TV mostró la semana pasada que la mayoría de los estadounidenses apoyan a Israel por sobre los palestinos –un 55% contra un 9%–. Una mayoría aún mayor, 70%, piensa que EE.UU. debería dejar que las dos partes decidan su futuro entre ellas.

Los israelíes comunes y corrientes, la audiencia objetivo del presidente de EE.UU., tampoco tienen demasiado interés en que se involucre. Recientes estudios muestran que un 53% piensan que Obama no protegerá los intereses de Israel y 80% creen que no producirá un progreso con los palestinos en los próximos cuatro años. El ambiente es más de indiferencia que de expectación.

Son todas buenas razones por las cuales ni Obama ni Netanyahu se concentrarán mucho en el tema palestino durante sus tres días de visita. Como señaló el analista Daniel Levy: “Obama viene ante todo para hacer una declaración sobre el lazo entre EE.UU. e Israel, no sobre la ocupación ilegal”.

La mayoría de los palestinos lo ve de la misma manera. El obstruccionismo de EE.UU. los ha exasperado cada vez más. Los funcionarios estadounidenses que fueron el viernes a Belén para preparar la visita de Obama se vieron expuestos a manifestaciones contra Obama. Se espera que haya más hoy en Ramala.

Otros palestinos protestaron contra su visita estableciendo una nueva comunidad de carpas en tierra palestina ocupada cerca de Jerusalén. Varios campamentos semejantes han sido apresuradamente demolidos por los soldados israelíes.

Los organizadores esperan destacar la hipocresía de EE.UU. al respaldar la ocupación israelí: se permite que los colonos judíos construyan con respaldo estatal oficial en tierra palestina en violación del derecho internacional, mientras se impide que los palestinos edifiquen en su propio territorio en lo que ahora la mayor parte del mundo considera como el Estado palestino.

El mensaje tácito de la visita de Obama es que el gobierno de Netanyahu tiene libertad para continuar con su agenda de la línea dura con poco peligro de que haya algo más que una simbólica protesta de Washington.

El nuevo gabinete israelí se apresuró a establecer sus prioridades legislativas. El primer proyecto de ley anunciado es una “ley básica” para cambiar la definición oficial del Estado, de manera que sus aspectos “judíos” dominen por sobre los elementos “democráticos”, una acción que el periódico Haaretz calificó de “demencial”.

Entre las principales estipulaciones hay una que limita el financiamiento estatal solo a las comunidades judías. Esto apunta a una solución cínica que Netanyahu puede adoptar para calmar el ardiente movimiento de protesta social en Tel Aviv, que ha estado demandando sobre todo más viviendas asequibles.

Al obtener aún más tierra barata en Cisjordania y Jerusalén Este, podrá expandir las colonias, apoderarse de más territorio palestino, silenciar las protestas y dejar en mal lugar a la oposición. Todo lo que necesita es la bendición de Obama.

Jonathan Cook ha obtenido el Premio Especial de Periodismo Martha Gellhorn. Sus últimos libros son: “ Israel and the Clash of Civilizations: Iraq , Iran and the Plan to Remake the Middle East ” (Pluto Press) y “ Disappearing Palestine : Israel ’s Experiments in Human Despair ” (Zed Books). Su nueva página en Internet es: www.jonathan-cook.net

TraducciónGermán Leyens (Rebelión)

Una versión de este artículo apareció primero en The National, Abu Dhabi.