Garibaldi. Un "prócer" impuesto por la masonería

 Por Damian Zanni

Giuseppe Garibaldi nació en Niza el 4 de julio de 1807. Marino de formación y revolucionario en lo político, fue iniciado tempranamente en la masonería y se convirtió, a lo largo de su vida, en una de las figuras predilectas de las logias liberales internacionales, que lo exaltaron como símbolo de su programa anticlerical, secularizador y revolucionario. Su prestigio posterior no se explica sólo por sus acciones militares, sino por la intensa construcción política y memorial impulsada por la masonería del siglo XIX.

Para el Río de la Plata, su actuación fue esencialmente negativa. Garibaldi no combatió por los intereses de estas tierras, sino como jefe de fuerzas mercenarias extranjeras, al servicio del gobierno de Montevideo y bajo la protección de las potencias anglofrancesas. Su paso por la región estuvo marcado por saqueos, violencia contra la población civil y enfrentamientos directos con la Confederación Argentina, sin dejar aportes institucionales ni beneficios duraderos. Aun así, décadas más tarde, fue impuesto como “prócer” por sectores masones y liberales, en abierta contradicción con la experiencia histórica concreta vivida por los pueblos afectados por sus acciones.

GARIBALDI EN BRASIL Y EL RÍO DE LA PLATA

A su llegada a Sudamérica, Garibaldi se incorporó a los conflictos armados que atravesaban el sur del Brasil y el espacio rioplatense. En Río Grande y Santa Catarina participó en acciones navales y terrestres que le valieron notoriedad, pero también la inmediata declaración de pirata por parte del gobierno del Imperio del Brasil. Su nombre comenzó a asociarse a incursiones violentas y a operaciones armadas caracterizadas por el saqueo de poblaciones ribereñas.

Desde el litoral brasileño hasta Entre Ríos, su figura fue la de un jefe de fuerzas irregulares compuestas por aventureros de diversas nacionalidades, exiliados políticos y combatientes sin disciplina regular. A estas tropas se les atribuyeron acciones en Santa Catarina, Imeriú, Salto, la isla Martín García, Colonia y Gualeguaychú, realizadas con una lógica de pillaje que convirtió al botín en un objetivo central de la campaña militar.

LA GUERRA EN EL RÍO DE LA PLATA Y LA DERROTA DE COSTA BRAVA

Durante la guerra civil rioplatense, Garibaldi se puso al servicio del gobierno de Montevideo, conocido como el Gobierno de la Defensa. En 1842 fue designado comandante de la escuadra oriental, enfrentándose a la flota de la Confederación Argentina al mando del almirante Guillermo Brown. El 16 de junio de ese año se libró el combate naval de Costa Brava, sobre el río Paraná, donde las fuerzas de Garibaldi fueron derrotadas.

Tras el enfrentamiento, y ante la imposibilidad de sostener la lucha, Garibaldi incendió sus propias naves para evitar que cayeran en manos enemigas y se retiró por tierra con los sobrevivientes. La derrota determinó su desplazamiento del mando naval, aunque no significó el fin de su actuación militar en la región.

Posteriormente logró reorganizar una escuadrilla que operó en las inmediaciones de Montevideo, impidiendo el control total de las aguas por parte de la flota rosista y contribuyendo a sostener el sitio de la ciudad.

LA LEGIÓN ITALIANA Y LAS OPERACIONES TERRESTRES

En 1843, con Montevideo sitiada por las fuerzas de Manuel Oribe, Garibaldi organizó una unidad mercenaria conocida como la Legión Italiana. Al frente de este cuerpo combatió en diversos enfrentamientos, entre ellos el combate de Tres Cruces, librado el 17 de noviembre de 1843 en las afueras de Montevideo.

En 1845, protegido por las escuadras de Francia e Inglaterra, Garibaldi encabezó una expedición fluvial de aproximadamente veinte naves y unos novecientos hombres. En el curso de esta campaña ocupó y saqueó la ciudad de Colonia, tomó la isla Martín García —donde arrió la bandera argentina e izó el pabellón británico—, avanzó sobre Gualeguaychú y más tarde sobre la ciudad de Salto. Estas acciones estuvieron acompañadas de saqueos sistemáticos, admitidos por el propio Garibaldi en sus memorias como una práctica tolerada dentro de la fuerza que comandaba.

En febrero de 1846, en las cercanías del arroyo San Antonio, afluente del río Uruguay, la Legión Italiana combatió contra fuerzas superiores de la Confederación. Aunque logró infligir importantes bajas al enemigo y retirarse del campo de batalla, sufrió pérdidas considerables, cercanas a un tercio de sus efectivos.

TESTIMONIOS Y JUICIOS CONTEMPORÁNEOS

Las memorias de Garibaldi ofrecen una imagen descarnada de la conducta de sus tropas en América del Sur. En ellas reconoce la imposibilidad de relatar en detalle los atropellos cometidos, describe la indisciplina, el alcoholismo y el desprecio por el honor militar que caracterizaban a muchos de sus hombres. Estas afirmaciones coinciden con los partes de guerra de sus adversarios.

El almirante Guillermo Brown, tras la victoria de Costa Brava, calificó la conducta de las fuerzas garibaldinas como propia de piratas, acusándolas de destruir y saquear todo lo que caía en su poder, sin consideración por la población civil.

Parte oficial tras Costa Brava (1842) - cita textual de Guillermo Brown:

"La conducta de estos hombres ha sido más bien de piratas, pues han saqueado y destruido cuanta casa o criatura caía en su poder, sin recordar que hay un Poder que todo lo ve y que, tarde o temprano, nos premia o castiga según nuestras acciones".

Garibaldi mantuvo vínculos personales y políticos con figuras como Bartolomé Mitre, a quien conoció en Montevideo en 1841, y se constituyó en enemigo declarado tanto de Brown como de Justo José de Urquiza.

RELACIÓN CON LA MASONERÍA Y EL ANTICLERICALISMO

Desde su juventud, Garibaldi estuvo vinculado a la masonería. Iniciado en Nápoles, se afilió posteriormente a logias del Brasil y del Uruguay. El Gran Oriente de Egipto le concedió el título de “Gran Masón de Ambos Mundos”, otorgándole el grado máximo del rito de Menfis.

A lo largo de su vida sostuvo posiciones abiertamente anticlericales. En 1847 se ofreció a Pío IX para defenderlo, mientras simultáneamente colaboraba con los movimientos que conducirían a la desaparición de los Estados Pontificios. En 1860 expulsó a los jesuitas de Nápoles y dispuso la nacionalización de los bienes de la Iglesia.

Sus declaraciones públicas reflejan esta postura: consideró al clericalismo como el mayor azote de la humanidad, proclamó la caducidad del poder papal y afirmó que la masonería constituía la base de todas las asociaciones liberales. En 1864 se declaró internacionalista, participó del Congreso de la Paz en Ginebra y llamó a la lucha contra lo que denominó las tiranías política, religiosa y social.

PROYECCIÓN POSTERIOR Y MEMORIA HISTÓRICA EN LA ARGENTINA

Tras su regreso a Europa, Garibaldi se convirtió en una figura central del proceso de unificación italiana, lo que consolidó su fama internacional. En 1863 fue recibido con honores en Londres y su figura adquirió una dimensión simbólica que trascendió sus actuaciones americanas.

En la Argentina, su recuerdo fue promovido activamente hacia fines del siglo XIX. En 1882 se le rindió un homenaje público desde los balcones de la Casa Rosada, y el Congreso aprobó la erección de una estatua ecuestre en su honor. El monumento fue inaugurado en 1904 en la actual Plaza Italia, con la presencia del presidente Julio Argentino Roca y de Bartolomé Mitre.

Estas conmemoraciones generaron fuertes controversias. Mientras sectores liberales y laicistas exaltaron su figura como símbolo de las luchas revolucionarias del siglo XIX, otros las interpretaron como la imposición de un prócer ajeno a la tradición histórica, cultural y religiosa del país.

CONCLUSIÓN

La figura de Giuseppe Garibaldi en el Río de la Plata se inscribe en un contexto de guerras civiles, intervenciones extranjeras y luchas ideológicas propias del siglo XIX. Aventurero, jefe militar irregular, protagonista de saqueos y al mismo tiempo referente del liberalismo y el anticlericalismo internacional, su paso por estas tierras dejó una huella profunda y polémica. La construcción posterior de su memoria, impulsada por determinados sectores políticos e ideológicos, explica tanto su exaltación como las persistentes críticas que aún hoy rodean su nombre.

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FUENTES:

Garibaldi, Giuseppe.-Memorie.

Garibaldi, Giuseppe.-Autobiografía.

Garibaldi, Giuseppe.-Scritti politici e militari.

Garibaldi, Giuseppe.-Epistolario.

Roma, Istituto per la Storia del Risorgimento Italiano, varias ediciones.

Brown, Guillermo.-Correspondencia y partes de guerra.

Buenos Aires, Instituto Nacional Browniano.

Mazzini, Giuseppe.-Escritos políticos.

.

Sarmiento, Domingo F.-Conflicto y armonías de las razas en América.

Rosa, José María.-Historia Argentina, Tomos V–VI.

Irazusta, Julio.+Vida política de Juan Manuel de Rosas.

Chávez, Fermín.-Civilización y barbarie.