“Los grandes perjudicados del Plan Austral fueron los sectores populares”

 Reportaje a Hernán Letcher a cargo de Adrián Melo

para Revista Caras y Caretas

publicado el 19 de mayo de 2025

El magíster en Economía y ex funcionario público Hernán Letcher analiza el Plan Austral desde una perspectiva crítica que articula técnica y política. Asegura que el programa de estabilización ideado por el alfonsinismo tuvo logros iniciales, pero fracasó por la presión de la deuda y la imposibilidad de romper con el modelo económico heredado de la dictadura.

Su perfil tiene la rara excepcionalidad de conjugar formación y prestigio académico, militancia política y compromiso con las causas populares. Magíster en Economía por FLACSO, se desempeñó como director del Centro de Eco- nomía Política Argentina y participó de la gestión pública: entre 2008 y 2014 fue Director de Gestión de Programas de Inclusión Socioproductiva en el Ministerio de Desarrollo Social del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires.

–En la historia de planes económicos argentinos contra la inflación, ¿cómo ubicarías al Plan Austral? ¿Dentro de la tradición del Plan de Austeridad de Gómez Morales de 1952 o el de Gelbard en 1973, o lisa y llanamente como un plan de ajuste?

–El Plan Austral fue un plan de estabilización que, en una primera instancia, cumplió sus objetivos. Lo que sucedió después fue que el contexto de endeudamiento que tenía la Argentina en ese momento se lo terminó llevando puesto. En realidad, habría que precisar que el inicio del gobierno de Alfonsín pretendió tener un abordaje distinto, con Grinspun a la cabeza, que quedó trunco y derivó en el proceso de estabilización del Plan Austral. Si hago una lectura más política, me inclino por la segunda opción de la pregunta. Hay un proceso en el cual se tuercen los objetivos originales del plan económico inicial del gobierno de Alfonsín con Grinspun y, entonces, se termina aplicando una política más bien ortodoxa.

–¿Cuándo se comienzan a evidenciar los signos de debilitamiento que llevan al fracaso del plan?

–En febrero de 1986, cuando Alfonsín pide un aumento de salarios. Ese es el punto de origen del fracaso del plan. Si no hubiera habido semejante nivel de endeudamiento, no se habría generado ese tremendo desequilibrio fiscal. Desde la renuncia de Grinspun hasta la crisis del 89, hay un conflicto entre fracciones del capital, donde los trabajadores van quedando progresivamente relegados. La única atenuante es que se venía del proceso más sangriento de la historia del país en términos sociales, políticos y económicos.

–¿Quiénes resultaron beneficiados y quiénes fueron los principales perjudicados por el Plan Austral?

–Más allá del Plan Austral, el problema del gobierno de Alfonsín fue que no se logró romper la lógica de valorización financiera –tal como la define Eduardo Basualdo– impuesta por la dictadura cívico-militar. Los grandes ganadores de esa etapa fueron dos sectores: primero, quienes se beneficiaron con los seguros de cambio, que se mantuvieron a lo largo de la década. Aquellos que se habían endeudado en dólares licuaron la deuda y terminaron pagándola todos y todas. Segundo, quienes se beneficiaron con los regímenes de promoción industrial: un puñado de empresas que ni siquiera invirtieron durante la década y fueron ampliamente recompensadas con transferencias fiscales. El proceso que desemboca en la crisis de 1989 es producto de la disputa del excedente entre los acreedores externos y el capital local diversificado. Los perjudicados son quienes tenían el flujo en pesos, es decir, el común de la gente, a la que le licuaron el poder adquisitivo.

–¿Qué otras alternativas había en el país en 1985, con semejantes niveles de endeudamiento e inflación?

–Cuando hay desórdenes macroeconómicos significativos necesitás un plan de estabilización. Eso no significa que el plan deba ser siempre igual. Las herramientas son las mismas de siempre, pero pueden aplicarse de manera más o menos ortodoxa, o con componentes heterodoxos. De hecho, el Plan Austral tenía algunos componentes heterodoxos. El problema más grave era la presión fiscal producto del endeudamiento. Lo ideal habría sido resolver el endeudamiento con una quita que le permitiera a la Argentina tener un frente fiscal más razonable. Si se destinaban ingentes recursos al pago de la deuda, era imposible a la vez poner en marcha un proceso de desarrollo.

–¿Qué opinión te merece la evaluación que hace Juan Carlos Torre en Diario de una temporada en el quinto piso?

–Para quienes nos dedicamos a la economía, y en términos literarios, me pareció muy interesante. Su virtud es que relata en primera persona la vida cotidiana de las discusiones entre quienes dirigen la política económica, y eso es un acierto. Sin embargo, es un libro que pretende justificar el ajuste ortodoxo y poco creativo que aplicaron. Tal como lo narra Torre, da la impresión de que no había ninguna otra alternativa. Es difícil afirmarlo sin medir con precisión la temperatura social, política y económica del momento, pero tiendo a pensar que siempre hay alternativas al ajuste tradicional ortodoxo que aplicó ese equipo económico, que básicamente fracasó por las internas en el gabinete.

–¿Cuándo te parece que Alfonsín le suelta la mano a Sourrouille?

–Para mí, el momento más importante es cuando renuncia Grinspun. Se abandona entonces la posibilidad de hacer una política económica más disruptiva. Quizás era una ilusión, se me escapa por no haber vivido esa etapa. Pero si se declaraba la deuda externa como “deuda odiosa”, como proponía Grinspun; si Argentina juntaba a los organismos y acreedores de los países latinoamericanos para pedir una quita, había otras posibilidades. En ese momento, los organismos tenían una amplia mayoría de su deuda colocada en el país. Todo esto deriva de la emisión monetaria estadounidense de finales de la década anterior, producto de los petrodólares. El contexto podría haber sido distinto. Se podía debatir si Grinspun era o no la persona indicada para negociar, o si Alfonsín tenía el poder necesario. Lo cierto es que, después del primer año, se abandonó toda posibilidad de hacer algo disruptivo. En términos concretos, los grandes perjudicados del Plan Austral fueron los sectores populares.

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